● LOS DESAPARECIDOS
La poesía oscura deslumbra con su misteriosa claridad.
Luis
Cardoza y Aragón
Nadie es de todo fiel a la memoria
de sus pérdidas. Por más que suspire la noche en medio a sus rutas vencidas, nadie
inventa una torre que sea el epitafio confuso de su existencia. Todas las cosas
en la tierra están más allá del pensamiento y la acción. La imagen muerde el sueño,
así como el incendio rehace la casa perdida en el mapa común de los huesos. El hombre
es una familia de migajuelas asombradas. Un suplicio, una esperanza, un rapto, y
la casa se va a los infiernos de la duda. Yo sé que hay momentos en que la muerte
no sabe más qué hacer de nosotros. ¿Qué hacer con los niños de las estrellas enmudecidas?
¿Qué hacer con la esfera quemante de nuestras ideas de nuevos pasos y el vientre
preñado de las ventanas que dan para los manantiales de un modo distinto de uno
perderse en la vida?
Las
puentes pueden ser un litoral porfiado, una quimera reclusa, un clima sin finalidad.
Los amantes son la venganza de la más sombría timidez de encontrarse con el vacío.
¿Cuántos han desaparecido antes o después de la muerte? ¿Hay un asombro guardado
para cada vena y su astrolabio aprendiz? La misma imagen que desaparece frente a
los ciegos es la que no puede alcanzar la navegación de los espejos. El mundo es
un comedor. La sombra es un amor sin velas. Hay que hablar con el mesero sobre el origen de las carnes.
Cuando
aquí llegaron los primeros desaparecidos nadie podría imaginar que la vida faltara
a sus actos solemnes. La vida es un asombro compartido. La vida es un desierto hospitalario
de las ventanas más sorprendentes. No hay tinta o papel suficiente para la vida.
No hay miseria que frene la existencia. Por eso pasamos la página de morir sin morir.
Por eso olvidamos las semillas que golpearon nuestras manos. Por eso la voz del
testigo es la voz de la diferencia. Nosotros somos los resucitados a cada día. Los
desaparecidos de la libertad. Los ingenuos que creen en el abismo inefable. ¿A quién
dedicar la embriaguez de nuestros olvidos?
Nadie
puede creer en la razón de las guerras. Pero hay un milagro ambiguo que hace que
la cura de las enfermedades pueble demasiado el mundo. La primera embriaguez nos
dice que hay que matar gente. La segunda reclama que hay que enseñar a la gente
a no tener hijos a cada noche. Los gobiernos más crueles son los que estimulan la
multiplicidad de la especie. Dime, pobre víctima de la farsa de la muerte, ¿desde
cuándo has desaparecido? La frustración hace con que desaparezcamos de nosotros
mismos. La muerte no lleva a una satisfacción de tumbas. Pero ¿qué hacer con al
respiración que no corresponde a la promesa de una vida nueva?
Yo quería
estar donde no me das cuenta. Pero así yo mismo sería uno desaparecido de tu idea
de mi amor, que sea. La vida es una fuente viuda de desaparecimiento. Hay que pensar
en que métodos utilizamos para aceptar, rechazar o simplemente olvidar la autopsia
cotidiana que hacemos de nuestras vidas. ¿Quién somos los desaparecidos? ¿Y somos
desaparecidos de quién? Yo quiero acabar con las disidencias, con el efecto senil
de las discordancias, es eso. Es lo que quiero. Así que me pongo a matar a todos
que pueden representar una constancia estilística que sea en desacuerdo con la fe
de mis labios.
Hemos
pensado en un mundo de representaciones. Dios es el esplendor en bruto, y su dulzura
infinita o su inocencia definitiva vibra en cada uno de nosotros como una afirmación
de la transparencia más humilde. Pero el mundo es anterior al Dios que hemos aceptado
como nuestro Salvador. Y ciertos dolores se repiten hace mucho tiempo, además de
que actúan en nombre de otros dioses. Así que la exaltación de la muerte en un falso
meteoro más abandonado que impulsado por la religión.
La melodía
de la muerte nos convierte en estatuas que salen a bailar por los milagros calcinados,
como solemnes prodigios de la libertad. ¿Qué tiempo necesita el hombre para invadirse
por completo? El límite de las cosas es una fábula que atiende a las satisfacciones
personales. No hay como restituir memoria a la imaginación, no importa a cuantas
máscaras nos encontremos condenados. Un libro se escribe dentro de otro hasta el
infinito y no hay inquisición suficiente para cerrar las puertas a la lectura de
lo esencial.
Ahora
hay que preparar la materia para aceptar sus limitaciones. El empleo de la imaginación
puede cegar los espejos de la dominación. No me leas hasta que descubras el sentido
de tu biblioteca de infortunios. El alfabeto cautivo acumula sus líneas de cansancio,
la descreencia en un buen lector que llegue para recortar las escrituras y transfigurarlas.
Allí estamos, múltiples como la disciplina del abismo, rellenos de movimiento como
la pátina fantástica de los ríos, fértiles como la invisibilidad de lo que se mueve
en nuestro íntimo. Para que el mundo vuelva a ser imprevisto hay que creer en las
profecías de lo inconciliable.
La realidad
aplasta sus serpientes. Crear exige creer. El absurdo danza con sus palabras metafísicas,
reviste el sueño de actos oscuros, minera las ventajas de uno sobre los demás. No
importa que el absurdo se llama arte, ciencia, religión. El hombre es frecuentemente
traicionado porque necesita creer. El hombre sueña con la desaparición de las coincidencias.
La calidad de la vida sufre las limitaciones de su aceptación. Un cuerpo se arrastra
hacia sí mismo, como se la hostilidad del mundo fuera monosilábica, invertebrada,
indivisible.
La razón
reposa en silencio de cuerdas flojas. La verdad de la memoria es un mundo de paisajes
repetidas en su oscuridad sin fin. El lenguaje posee dos venas que se llenan de
la más ficticia incertidumbre. Una de ellas cree en la alquimia, mientras la otra
rescata las formas todas de las antítesis perdidas. Los párrafos desaparecidos de
una infancia son como las cartas apócrifas que salvan a los personajes de ciertos
vértigos de la brujería. Una intemperie. Una promiscuidad no revelada. Una dolor
pulsante sin combinación con otras líneas ilegibles. ¿Cómo entender que la verdad
se alimente únicamente de sus metáforas?
Lo que
más quiere uno es caer e quedarse en ese movimiento hacia la negación de todo cuanto
alimente su perplejidad de una existencia común. No hay como llegar a la conclusión
de que el hombre no esté listo para ser otro. No está. En la navaja del sueño. En
el hogar inmune de sus culpas. En las vigilias humilladas, humillantes. El hombre
camina por las calles del efímero con una falsa razón en sus bolsillos. No hay como
extraer vida del hombre. Este personaje hace mucho ha pasado de sus límites.
Los
conceptos incuestionables son el futuro de los errores más auténticos. No hay como
conocer el mundo sin dejarse tocar por sus escalofríos. No hay necesidad de morir,
sino de comprender que el hombre se alegra y sufre de acuerdo con nuestra realización.
Un soplo. Una danza. La impensable revolución. El hombre está por toda parte. Cuando
uno que sea desaparezca de los demás es la especie entera que no sabe qué hacer
con su destino.
Camino
de casa, todo indaga: somos desaparecidos, ¿de qué?
• ÍNDICE
CARLOS RUVALCABA | A cien años del nacimiento de Juan
Rulfo
CONTADOR BORGES | O fim da
beleza
ESTER FRIDMAN | As vontades
e a potência do leão
FLORIANO MARTINS | A alma
do deserto, na fotografía de Lucy Barbosa
GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN | Amenodoro Urdaneta,
un cervantino venezolano
JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ MUÑOZ | Carlos Fajardo
Fajardo, un árbol auscultando sus raíces
JOSÉ
ÁNGEL LEYVA | Tres poetas, un libro y las cenizas desde la raíz
MARIO PERA
| Rodolfo Hinostroza - Vivirás inmerso en la palabra
MARTIN PALACIO GAMBOA | Tres poetas brasileños
PEDRO MACIEL | Uma última
entrevista com Ferreira Gullar
ARTISTA
CONVIDADO | MARÍA JESÚS BUIL
SALAS | Las figuras familiares en la obra de Óscar Sanmartín
Página
ilustrada con obras de Óscar Sanmartín (Espanha), artista invitado de esta edición
de ARC.
*****
Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 24 | Fevereiro de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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