Este año, el 16 de mayo para ser
exacto, se cumplen 100 años del nacimiento de Juan Rulfo, uno de los más importantes
escritores de México, en medio de una grave crisis económica, política y social.
Es de esperarse un masivo homenaje
al autor de Pedro Páramo, traducido a más de 60 idiomas, como sucedió en el 2014
en el centenario de Octavio Paz, pero la familia del autor se opone tajantemente.
El presidente de la Fundación Juan
Rulfo, Víctor Jiménez, en representación de los herederos del escritor, pidió al
gobierno mexicano "abstenerse de gastar cualquier suma" en homenajes públicos.
“No queremos que el dinero siga
justificando promoción de reflectores para un grupito de escritores de cuarta o
quinta categoría que son expertos en hablar en homenajes y en figurar bajo el reflector
como expertos en todo, que no lo son en nada”, dice el comunicado.
La decisión ha levantado una gran
polémica entre los directamente afectados y algunos admiradores del escritor que
desean un homenaje en todo lo alto y quienes creen que los tiempos no están para
hacer gastos que benefician a políticos deshonestos y a un puñado de escritores
que viven del erario público, a cambio de empeñar con el sistema ultra corrupto,
su libertad de pensamiento.
Sin embargo, la Fundación propone
que el dinero destinado a las celebraciones, se utilice para dar becas a escritores,
fotógrafos y cineastas noveles, ya que esas fueron las disciplinas artísticas que
practicó el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Si bien es cierto que Rulfo es
conocido por su trabajo literario, sus fotos costumbristas y paisajes rurales también
han dejado huella, así como sus guiones cinematográficos, entre ellos el “El gallo
de oro”, que algunos consideran más bien una novela corta.
La Fundación está preparando su
propio homenaje en el que destacan una edición especial que incluye sus obras: Pedro
Páramo, El llano en llamas, El gallo de oro y algunos textos poco conocidos, además
de traducciones de sus obras al náhuatl, maya y zapoteco, así como una exposición
itinerante de sus fotografías por varias ciudades de México.
La trascendencia de su novela más
famosa podría explicarse en parte, de la siguiente manera:
Juan Preciado fue a Comala para
ajustar cuentas con su padre Pedro Páramo. Ésta es la herencia que nos dejó el mestizaje
en América Latina y lo peor de todo es que la batalla aún no termina, porque no
basta con matar al padre o al abuelo –que
fue como se consiguió la independencia de México y de los países latinoamericanos–
para alcanzar la libertad.
El problema no es cosa simple porque
todavía en la actualidad, siempre está la posibilidad de que tropecemos con la duda
y la confusión que provocó la mezcla de sangres y la realidad del presente zancadilleado
por el fantasma del pasado, que embarró a los dioses de piedra de nuestros ancestros,
con la sangre de un judío condenado a la pena de muerte por crucifixión, castigo
que daban a los criminales.
En medio de ese persistente desconcierto
surgió la revolución mexicana que se institucionalizó en 1945 con el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), todavía ahora en el poder, para desgracia de México y los mexicanos.
No hace falta entender a detalle
el argumento que Rulfo describe desde su propio Juan, para meterse en ese clima
mágico de Pedro Páramo: Comala, una tierra en donde los muertos oyen pasos, pero
han perdido todas las esperanzas de volver a la vida.
Juan Preciado es testigo del orden
celestial y del más allá, por lo tanto es un muerto. Se han marchado todos los vivos,
sólo los muertos habitan aquel lugar, es un purgatorio abierto que está en la tierra
y que se mueve por efectos del viento. En este purgatorio terrenal no hay castigos
ni recompensas, sólo la memoria que recuerda y el alma que teme esfumarse con el
movimiento.
Juan Preciado llega a aquel sitio
exigiendo justicia en el páramo. ¡Justicia! ¿Qué puede significar la palabra o el
concepto justicia en el páramo de la muerte? Nada, la muerte es muda, oye, pero
no habla ni mira, aunque queda la posibilidad de que sienta y de que se desplace
en brazos del viento o al menos de la imaginación. Por eso seduce tanto a los mexicanos
la idea de la muerte, porque la muerte es inmovilidad, que cuando cobra movimiento
es magia.
La inmovilidad es cómoda, pero
el que la prolonga se muere. El mexicano se burla de la muerte porque sabe quedarse
quieto durante mucho tiempo y cuando se lo quiere llevar, surge desde adentro su
caudillo y lo salva.
Toda esa magia procede de la mezcla
de sangres que se produjo con la invasión de los españoles. La literatura de Juan
Rulfo es puramente mestiza, por eso es reveladora, porque procede de caminos nuevos
–si se está de acuerdo en que una cultura de 500 años es nueva– y desemboca en un
largo período de inmovilidad que apesta, no sólo en los relatos de Rulfo, sino también
y sobre todo en la triste realidad del México de ahora.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo
Vizcaíno se quedó huérfano de padre a los seis años, un evento que lo marcaría por
la crueldad del asesinato. Cuatro años después perdió también a su madre. Se formaría
en una escuela para huérfanos. Desde entonces su temperamento fue melancólico y
eso lo llevaría con el tiempo al alcoholismo y la depresión.
La manera como Rulfo describe la
muerte de Miguel Páramo, con los ojos fuera del cráneo por los balazos, corresponde
con la muerte de su padre y el personaje enloquecido de Susana San Juan se parece
a su madre.
Pero más allá de las anécdotas
personales, como su enemistad con Octavio paz, la obra de Rulfo sigue y seguirá
vigente no sólo porque retrata la realidad de México, sino también porque capta el fondo subterráneo
del alma mesoamericana, teniendo como superficie de esa profundidad un sentido trágico
de la existencia; pupilas afiebradas ante la pesadilla de los ojos abiertos, que
son testigos renuentes del paso trascendental que los mestizos han de dar hacia
el encuentro consigo mismos.
Es posible que con Rulfo muera
ese tipo de literatura, porque sus narraciones son autodestructivas, no hace concesiones
y no acepta falsificadores mis seguidores. Su literatura no puede ser una corriente
porque está inmersa en sí misma y está más allá del propio autor.
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CARLOS
RUVALCABA (México). Escritor y periodista, ha publicado sus novelas y
cuentos infantiles en España, Estados Unidos y México. Es autor de una biografía
de la pintora surrealista Susana Wald. Página ilustrada con
obras de Óscar Sanmartín (Espanha), artista invitado de esta edición de ARC.
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Agulha Revista de Cultura
Fase II | Número 24 | Fevereiro de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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Ninguna persona podrá impedir el homenaje genuino de sus lectores. Gracias por el texto.
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