terça-feira, 30 de novembro de 2021

FRANCISCO JAVIER ESCOBAR G. | Flor María Bouhot y Los párvulos, Réquiem por la Inocencia Perdida

 


Los Párvulos (1985) es quizás, una de las más poderosas, polémicas y revolucionarias imágenes jamás creadas por la artista Flor María Bouhot durante sus más de cincuenta años de trayectoria plástica así mismo la única en su currículum con tema religioso.

Esta imagen, creada ya casi cuatro décadas atrás en 1985, nos reveló con anticipación una verdad oculta atrás de la investidura del axioma de la religiosidad y lo sacro, y que desde ese entonces moralmente necesitaba ser contada, obviamente por la agudeza del planteamiento plástico, nos queda claro que esta obra no fue creada para ser admirada, sino por el contrario preeminentemente para ser entendida; a través de su simbología, metáfora y misterio, elementos estos cruciales para el arte que se crea dentro de los más radicales planteamientos de justicia social, particularmente en este caso nos plantea muy audazmente la cruda verdad encubierta detrás de los inquisidores de la moral; artífices ellos mismos de la percusión, la manipulación, el señalamiento y la crítica.

La artista nos reafirma fehacientemente con esta obra la importancia de la denuncia a través del arte para ayudarnos así a liberarnos de nuestras propias culpas; delatando lo antes impenetrable y erradicando así los devastadores efectos degenerativos de una sociedad que se acostumbró por pusilanimidad o sujeción a silenciar ciertas cosas por el temor que genera las cruentas represalias del poder, la riqueza o las influencias de los personajes envueltos. Ella nos profiere a través de sus pinceladas, colores y formas, su inconformidad y enojo, develándonos emotiva y gráficamente, los más sórdidos secretos; los cuales exponen visiblemente la crudeza de una aberrante verdad logrando con todo esto crear una conciencia mucho más perspicaz que nos ayude a detener rotundamente los cada vez más frecuentes casos de abuso sexual de menores en todo el mundo muchos de ellos cometidos por prelados de la iglesia católica.

Flor María consistentemente ha explotado potencialmente la pintura como medio para extraer los efectos artísticos que excedían lo que ellos querían representar pues se enfoca intensamente en tratar de explorar la fragilidad del ser humano y la constante y agresiva alienación de su propio entorno, además posee esa capacidad de transportarnos constantemente con sus imágenes a la contemporaneidad, poniéndonos de manifiesto con su visión adelantada que ella abordó mucho antes tópicos que otros no quisieron tocar por motivos éticos, de prejuicio o intimidación y que ahora en pleno siglo XXI son trascendentales por su vigencia y algidez, sus creaciones hoy por hoy nos ratifican reiteradamente su agudo y obstinado posicionamiento social como mujer artista y su sensible capacidad de hablar abiertamente por otros al poseer la dádiva de ver más allá de su entorno mismo.

Un año antes de la creación de Los Párvulos, en 1984 Flor María ganó el máximo galardón del XV Salón de Arte Joven del Museo de Antioquia, además por aquel entonces ella vivía junto a su esposo y primogénito recién nacido, cerca a la tradicional Placita de Flores de Medellín en una de las pocas casas con arquitectura moderna del área, ella como la gran mayoría de mujeres y madres artistas del siglo XX, nunca tuvo el beneficio de tener un estudio aparte, por el contrario ella siempre combinó su casa y taller para así poder cumplir también con sus múltiples responsabilidades de esposa y madre, ocasionalmente después de sus jornadas diarias ella y Antonio su esposo se iban a recorrer las salas de cine arte de la ciudad tales como las del Subterráneo, el MAMM o las del Colombo Americano entre otras, fue allí donde mucha de su iconografía fue concebida, al cautivarse con lo mejor de la industria cinematográfica mundial, en especial por los fotogramas creados por el director de cine italiano Federico Fellini (1920-1993), fascinación que compartió también con su gran amigo el sacerdote y crítico de cine Luis Alberto Álvarez (1945-1996).


Fellini reconocido hoy como uno de los cineastas más grandes e influyentes de todos los tiempos se caracterizó por un estilo que combinó la fantasía y las imágenes barrocas con lo terrenal, ejemplo perfecto de lo anterior podría ser su película ROMA de 1972, una controversial comedia dramática, semi-autobiográfica cargada de cuestionamientos sobre muchos de los excesos de la iglesia romana.

Fue así como el séptimo arte y Fellini inspiraron a Flor Maria a crear para esta obra con un personaje principal único, muy suyo, más turbio, menos romano y más criollo, que le ayudase a relatar visualmente, aquel secreto sórdido y del cual solo se murmuraba en voz muy baja en algunos lugares de Medellín, porque era imperativo mantener discreción extrema, aquella demarcada por las estrictas reglas sobre condenación eterna aportadas por la evangelización y por las represalias del poder, estatus e influencias de los implicados.

El personaje principal en la obra es un obispo retratado en un plano de tres cuartos, su inclusión dentro de la composición nos revela una presencia amenazante de expresión severa, asimismo nos transporta iconográficamente a las solemnes imágenes presentes en los iconos creados durante periodos como el cristianismo temprano o el bizantino, caracterizados por la narrativa que se crea mediante formas planas y simbólicas (celestiales), las formas y figuras muestran una tendencia continua hacia el espacio poco profundo y los detalles se describen por línea, no por luces y sombras. Lo interesante aquí es que este personaje y su teocrática fachada nos traza una historia alejada completamente de la solemnidad y la sacralidad, de igual forma él y su entorno nos contará una historia que en vez de paz nos llenará de escalofríos, al mirarlo fijamente tendrá en nosotros los espectadores el mismo efecto siniestro como el presente en las icónicas representaciones cinematográficas de Nosferatu, su presencialidad está muy distante conceptualmente de las obras características de esos periodos tempranos las cuales fueron creadas ideológicamente para proporcionar un enfoque a la oración y la enseñanza cristianas. En el hombre de la imagen a diferencia de los ejemplos tempranos donde los beatos conservaban una postura frontal de torso erguido y tratando siempre de establecer contacto directo con sus devotos añadiéndole ademas un posicionamiento de elevación casi celestial, a diferencia de lo anterior nuestro prelado muy por el contrario está girando su cuerpo aportando una extraña actitud de sensación esquiva, como tratando de escapar para no estar en el recuadro mismo, todo esto acompañado con una expresión circundada por una sospechosa calma, su mirada es distante, sus labios contritos y su expresión completa la asume con un gesto perturbadamente solapado utópico, fragmentado; este obispo, el de Flor está muy lejos de ser el representante de Dios en la tierra, muy por el contrario su pérfida historia será tan oscura, tanto así como lo que representan las dos arpías doradas que suplantaron la ostentosa ornamentación y la tradicional iconografía clerical de la estola que porta sobre sus hombros, las arpías son originarias de la mitología griega y romana e históricamente son la personificación mitad humana y mitad pájaro de los vientos de tormenta, se dice que estos seres fueron mandados por los dioses para infligir castigo y abducción en la tierra, estas tétricas criaturas también están presentes en los poemas de Homero, otro detalle notable del presbítero es que este porta sobre su cabeza la mitra, pieza eucarística usada exclusivamente para el oficio de la liturgia por aquellas personas elegidas por su dignidad y consagración al ministerio del servicio a la Iglesia y a Dios, pero en este caso la homilía seria de réquiem por sus víctimas y todo el dolor de la inocencia perdida.

Con respecto a su cara, el color rojo bermellón de su barba detona fulminantemente la intensidad del cuadro y nos enfatiza la necesidad de mirar ese rostro con rigurosidad para escrutarlo y no olvidarlo, adicionalmente nos rememora la solemnidad y presencia de deidades como Lord Shiva en el templo de Shri Mangueshi en India.


Una parte crucial de interpretación del personaje en su lenguaje corporal son sus manos las cuales las tiene cruzadas al frente, de acuerdo al análisis de la psicología criminalística muchas personas lo hacen cuando se exponen a los demás para intentar disimular como pueden su nerviosismo, ansiedad, aprensión o inseguridad ejerciendo una especie de "autocontrol". Por este motivo prefieren transmitir al cruzarlas una actitud más fría, calmada y controlada. Por otro lado acuerdo a la antigua Quironomía, que es la disciplina que prescribe leyes de acuerdo a la posición de las manos describe esta posición especifica como “tristi animo figno" lo cual traduce: alma triste y fría, complementario a todo lo anterior sus uñas pintadas de color rosa nos evidencia esa dicotomía entre lo masculino y lo femenino, la dualidad del ser y su constante vulnerabilidad entre lo que verdaderamente se es y lo que artificialmente a la sociedad se proyecta, coincidencialmente desde el año 2015 se lanzó desde los Estados Unidos la campaña mundial “Polished Man” con el fin de la recaudación de fondos para combatir el abuso sexual y de violencia en contra de los niños de todo el mundo, por esto como símbolo de la campaña se adopto e invito a los hombres donantes y participantes a que se pintasen sus uñas con esmalte de color durante el mes de octubre de cada año.

Retomando otro aspecto, así como siempre ha sido característico en las creaciones de Flor Maria el fondo en sus obras no solo complementa siempre su composición estéticamente, sino que adicionalmente le ayuda a ella a concluir en él la narrativa de su historia, es allí particularmente donde ella decide representar a los párvulos y ubicarlos espacialmente, para esto ella usó diferentes elementos gráficos plasmando repetitivamente en este caso pequeñas figuras humanas extraídas de la iconografía de diseños antropomorfos inherente a las encontradas en el arte rupestre de lugares tan cercanos para nosotros como Chiribitéque en Colombia o Cuyo en Argentina. La diferente voracidad y disparidad de la pigmentación tonal en los diminutos cuerpos se debate entre los rojos intensos casi linfáticos y la terneza pueril que nos inspiran sus tonos rosas, además toda esta intensidad cromática nos acerca aún más al entendimiento de su historia personal de victimización, adicionalmente y en en contraste a lo anterior sus contornos están remarcados en color blanco proyectándose así desde su interior mismo la pureza presente en su aura, complementariamente sobre sus cabezas portan extensiones o líneas que surgen como rayos o antenas- así como lo indica claramente la teoría chamánica aplicada al arte rupestre estos pueden indicar estados de conciencia modificados, en trance o en directa conexión con los espíritus, pero en este caso en particular es como si la artista misma hubiese sentido la necesidad

de darles un aditamento más, como antenas para que todos estos seres vulnerables pudiesen detectar más fácilmente el peligro en su carrera frenética, la dinámica de sus brazos y la multi- direccionalidad de sus piernas, adicionalmente a la desconexión reinante entre ellos nos genera una dinámica con movimiento caótico y confuso, el cromatismo cinético de las múltiples pinceladas intermitentes aplicadas diagonalmente en el fondo en colores como el fucsia, amarillo, verde agua, rosado le aportan no solo un efecto mucho más moderno, sino que adicionalmente le añaden a la situación un presuroso dinamismo saturado por una inestable sensación de agitación, caos y desesperación, el efecto y fuerza energética que se logra con esta partitura cromática atrás de las pequeñas figuras es un efecto muy similar al que se tiene al ver una filmación en movimiento.


En conclusión, al mirar toda la obra y sus componentes de manera contundente, con su radical yuxtaposición entre los dos planos, es obvio además notar el evidente contraste que hay entre la estática y abrumadora presencia del personaje principal y el caos reinante entre las figurillas presentes en su telón de fondo, todo esto nos revela de manera irrebatible quién es el opresor y quienes sus víctimas.

La certeza en nuestros días de la relevancia de exhibir estos actos de iniquidad es la consecuente cuantía de escándalos que rodean hoy en día a la iglesia en todo el mundo; en el año 1997 se destapa el terrible escándalo del poderoso reverendo mexicano Marcial Maciel fundador de los Legionarios de Cristo al cual se le acusa de más de 175 casos de abuso sexual, posteriormente en el 2002 el periódico norteamericano The Boston Globe después de realizar una profunda investigación reveló en sus páginas el escándalo de pedofilia que implicaba a la arquidiócesis católica más grande y antigua de los Estados Unidos, la ubicada en Boston, Massachusetts, y la violación de cientos de niños con la participación en dichos actos de depravación de sacerdotes amparados con la complicidad de alguno de los más altos prelados de dicha institución.

Al año siguiente en el 2003 el grupo de investigación del Boston Globe recibió el Premio Pulitzer al Servicio Público en 2003 por sus informes sobre la crisis en la Iglesia Católica y se lanza el libro Betrayal (Traición): la crisis en la Iglesia católica escrita por los reporteros del periódico que condujeron la investigación de la Arquidiócesis de Boston.

En Colombia en el año 2006 se detona uno de los mayores escándalos de la Iglesia Católica por acusaciones sobre promiscuidad homosexual de uno de sus más poderosos miembros en un artículo publicado por el periódico The Telegraph del Reino Unido y The Sidney Morning Herald los cuales declararon, refiriéndose al libro del francés Frédéric Martel titulado “En el armario del Vaticano”, según el libro, una figura destacada en este mundo oculto fue Alfonso López Trujillo, un reconocido cardenal colombiano quien en público era estridentemente anti-gay, promulgó por él no uso del condón porque era contrario a las leyes pro-familia, pero el contrario a sus sermones públicos, en privado se acostaba con jovencitos. Otro artículo de The New York Times que revisa el libro de Martel sugiere que Trujillo “merodeaba por las filas de los seminaristas buscando sacerdotes jóvenes para que satisficieran sus depravados instintos, además contrataba rutinariamente prostitutos masculinos a los cuales casi siempre golpeaba y lastimaba después de tener sexo, incluso algunas veces hasta el punto de casi matarlos”.

Ya en el 2010 en Chile se hace público otro escándalo de grandes proporciones de abuso sexual contra menores esta vez cometido por el sacerdote Fernando Karadima.

En el año 2015 se lanza la película Spotlight (conocida en Hispanoamérica como En primera plana) que cuenta la historia de cómo la unidad de investigación del periódico The Boston Globe desenmascaró dicho escándalo, este filme fue nominado a seis Premios Óscar, de los cuales ganó, por mejor película y mejor guión original.

En años más recientes y a través de una pista que apareció en los créditos de la película Spotlight incito al reportero colombiano Juan Pablo Barrientos a conducir una investigación a la Arquidiócesis de Medellín, donde él descubrió numerosas denuncias contra sacerdotes e impresionantes relatos de los casos ya documentados que terminaron en la separación de la Iglesia de los responsables posteriormente en el año 2019 lanza el polémico libro, Dejad que los niños vengan a mí, donde el compila todos los detalles de su averiguación.

En el 2021 en Canadá, 751 tumbas anónimas de niños fueron encontradas después de ser misteriosamente ocultas por décadas en las inmediaciones de Marieval, una de las Escuelas Internado para Indígenas la cuales fueron operadas por la Iglesia Católica Romana desde 1899 hasta 1997 en el área donde Cowessess se encuentra ahora en el sureste de Saskatchewan.

Fue uno de los más de 130 internados obligatorios financiados por el gobierno canadiense y administrados por autoridades religiosas durante los siglos XIX y XX con el objetivo de evangelizar a la juventud indígena.

Se estima que 6.000 niños murieron mientras asistían a estas escuelas.




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[A partir de janeiro de 2022]
 

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Número 189 | novembro de 2021

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