sábado, 11 de dezembro de 2021

RAFAEL CANDANEDO | El juego de Chito (Aristides Martínez Ortega)

 


Ese juego con la muerte de Aristides Martínez Ortega, nuestro profesor de literatura. Lo apodan Chito y chistea con la muerte. No contra ella. Más bien en compañía. La vacila y se burla. No entro en ese juego. Por si acaso. El cuervo es heraldo de la muerte, decretado por Poe. Hasta lo declaran racista.

Estamos en la moda de esparcir las cenizas del difunto. ¿Se es más difunto en cenizas o en cuerpo entero? ¿En ataúd o en cofre? Si se viaja en cenizas, debe contratarse un seguro contra viento. Si el viento sopla hacia el doliente portador de las cenizas, ni para que respirarlas. Con la modalidad ceniza, el muerto se pone a tono con la tendencia ambiental. Contamina menos. Se anticipa la candela del infierno, si esa es la ruta.

Morirse es un mal negocio. Si de rentabilidad se tratase. El difunto pierde todos los amigos y socios. El vivo solo pierde uno.

Desde que se inventó el cielo, y no se sabe si se basa en propiedad posesoria, aumenta el número de los aspirantes a mudarse para allá, sin embargo nadie quiere morirse. Todos quieren ir al cielo, pero nadie que se lo lleve La Parca. Venden por internet muchas parcelas en el cielo, y con buenas ofertas, se adquiere contratos de compra-venta, no obstante los inquilinos están renuentes a posesionarse del bien. Desganados, como el Gobierno, a trabajar a marchas forzadas.


Las reglas de Pitágoras no funcionan, sustenta Chito, con su ironía crónica. “Un año más es un año menos”, suma y resta. Cuando joven a uno le sobra tiempo. Los días son demorados. Cuando viejo, con menos energía y aliento, hay que andar más rápido.

“Como dijo Tristán ¿o fue Guillermo?: “Frente a la muerte/solo morirse cabe”. ¿Para qué más conclusiones o postergaciones? No sigamos filosofando ad infinitum, como para salvarse, por arte de magia, de esa asestada suprema, que puede ser elegante, para nada traicionera, y cantada desde antes de poner pie en tierra.

53 poemas de tres poemarios: A manera de protesta, Protestas sin maneras y Protestas del catorce. El autor es Chito Martínez y el editor es la Academia Panameña de la Lengua, de cuya directiva él es parte. Los títulos anuncian el estilo del profesor: El espectáculo atómico, Palabras antes del final, Aquel mañana que anunciaba ayer, Neopatriotismo, Los de arriba, Los peores sordos, Velorio de moscas, Los ángeles soeces, El cuervo, Moda fúnebre, Oferta sin clientes y Reglas de Pitágoras.

Aún no ha cumplido los 80. Nació el último día del año, capricorniano, como Alí. Estudió en el Instituto Nacional y en la Universidad de Chile. Crítico literario, académico y profesor de literatura de la Universidad de Panamá. Director general del INAC. Galardonado con las medallas Neruda y Mistral, del Estado chileno. Autor de antologías poéticas, de las generaciones panameñas de poetas, incluso de poesía vanguardista, con Sinán de abanderado.


Ese arte poético de ironía, de condensación. Par de palabras para multiplicar el significado. No sabemos cuántos hermanos se llevó La Parca durante la invasión. Gringos sí fueron 23. Más fácil esa contabilidad. El mundo anglosajón contabiliza. Pero, nosotros víctimas, de esa invasión: “la cifra no altera el genocidio”, concluye.

Estrujar la palabra con ocurrencia. La parodia, hija del sarcasmo y de la ironía: ante palabras necias, oídos sucios: el tiempo no desgasta este griterío: oligarquía, imperialismo, vendepatria, tiranía, yugo. La verdad es triste por la mentira ya tiene solera. Está tan aclimatada que se enseñorea de verdad.  Volverá, por tanto, a pasar el camello por el ojo de la aguja. Por la hoja, también.


“La política se hace con desechables”. Creen en promesas electorales. Allá ellos. ¿Por qué no pedimos que el plan se registre como ley y quien no lo cumple sea castigado y se le cautele no con paraíso por cárcel?

Se habla de bomba atómica como se fuese a podar el jardín. La treta no es tan sencilla: es un espectáculo para desaparecer. Como en el teatro: es mutis, pero definitivo. El actor no regresa, ni siquiera para despedirse del público. Es perder a diario la vida. Así comienza su colección de poemarios. Chito, no quiero morirme. Borra ese cuervo de allí y esa canallada y horror de Hiroshima.

Esos trogloditas –el sustantivo es mío pretenden “desaparecer el mundo por arte de magia”, como si fuera un filme de suspenso, y busco la Libertad –la diosa y la Lamarque también y guiña a Wall Street y le da la espalda al sur.




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[A partir de janeiro de 2022]
 

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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 193 | dezembro de 2021

Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)

Artista convidado: Ela Urriola (Panamá, 1971)

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