quinta-feira, 29 de dezembro de 2022

MARÍA ANTONIETA FLORES (Venezuela, 1960)

LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS

 


FM | Como creadora, ¿eres un perseguidor de imágenes o simplemente mantienes abiertas las puertas de la percepción para que entren?

 

MAF | ¿Perseguir? Nunca. Es un acto de violencia. El trato con la imagen debe estar marcado por la armonía y la paz para que pueda expandirse, mostrarse plena. Las imágenes me encuentran, yo las aguardo con paciencia, con paciencia espero que fragüen adentro. La imagen es una espera. Siempre mantengo entreabierta la puerta que separa el adentro del afuera. Una puerta o una ventana totalmente abierta puede ser algo devastador para el mundo interior. Hay mucha violencia y agresividad en el afuera, mucho dolor en el cual puedes disolverte, perderte. También hay mucha superficialidad y el culto por lo banal. Elijo protegerme.

 

FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu creación hace parte de ella?

 

MAF | ¿Vida ideal, muerte ideal? No. Menos en este momento histórico. Me detengo en la sencillez de las menudas rutinas diarias llevadas en paz y con paciencia, la claridad.

 

FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo que pretendías crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo sutil de vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?

 

MAF | Hace mucho acepté lo que logro cuajar en el papel, ni siquiera pienso que estoy creando algo, lo cual es muy pretencioso. Realmente, no pretendo (salvo que hablemos de cortejo), voy sin expectativas ante la pantalla o al papel si el poema aparece como urgencia. Después me toca ir hilando y estar atenta cuando aparecen los otros poemas que se hermanan bajo un sentido. Nunca me propuse ni me propongo un proyecto estético a priori. Siempre he privilegiado la inducción sobre la deducción, el hallazgo por encima de la búsqueda. Reconozco los elementos que conforman mi estética, mi mirada, a posteriori porque poseo unas pocas herramientas para hacerlo, las que adquirí gracias al estudio sistemático de teorías y métodos cuando estudié en el Pedagógico de Caracas, también porque puedo reconocer mis propios cambios interiores gracias a años de diálogo bajo la guía de la psicología profunda. Freud y Jung. Lacan y yo no nos queremos mucho que se diga. Y respondiendo esta pregunta, me doy cuenta de que el año próximo se cumplirán treinta años de haber empezado este diálogo marcado por la psicología profunda. Pero volviendo a la pregunta inicial, siempre le he dejado esa responsabilidad al inconsciente y a la intuición, incluso en los textos ensayísticos, y a mí me reservo el asombro.

 

FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego de la creación en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?

 

MAF | Estoy consciente de la importancia del rito lo aprendí vivencialmente, soy católica, de la necesidad de propiciar ciertos procesos a través de gestos repetidos, pero no dependo exclusivamente de ellos. Antes me acompañaba el vino blanco, rara vez el tinto cuya atmósfera es diferente y ofrece otras texturas discursivas. Lamentablemente, por la situación que se vive donde resido, el vino se ha convertido en un bien de difícil acceso para una profesora jubilada. También me acompañaba la música. Así lograba un lugar casi sagrado para mi escritura, sin embargo y gracias a que Dios está en todas partes, puedo escribir sin vino y sin música, sin preferencias de hora ni de luz, sin flores alrededor. El silencio y la lentitud, la contemplación, alimentan mi fuego interior. Para que aparezca un poema, un libro, un ensayo es necesario un lugar cóncavo, receptivo, vacío. De ahí, la necesidad de contemplar. Por supuesto, como tengo oficio, cuando es necesario, sé cómo apresurar estos estados necesarios para mi escritura aun sin recurrir a rituales externos.

 

FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?

 

MAF | Las ideas son siempre las mismas, las visten de novedad, acuñan nuevos términos para nombrarlas y desarrollarlas, pero eso es una ilusión. El rey está desnudo. La novedad y la actualización son mecanismos de distracción y pertenecen al mundo de las apariencias. Deseamos ser nuevos con desesperación y seguimos siendo los mismos. De allí la importancia de conocer la tradición. Cuántas teorías no han surgido como nuevas ideas y son simples relecturas de la retórica de Aristóteles, para mencionar apenas un caso.

 

FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?

 

MAF | Nunca me he preguntado eso y no deseo contestarlo. Solo pienso en los frutos, pero eso lo aprecian otros.

 

FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada y a veces imposible?

 

MAF | Para hablar de acción conjunta, prefiero detenerme en lo mínimo: ¿logra una familia una acción conjunta, lo logran los vecinos de un edificio o un salón de clases? La atomización es una fuerza viva y actuante en relación con la unificación de los elementos: las fuerzas centrífuga y centrípeta actuando al mismo tiempo. Creo que esa dinámica es inacabable y que las aspiraciones de unidad y transformación son discursos que han sido manejados muy convenientemente para lograr satisfacer intereses que favorecen a pequeños círculos de poder que buscan perpetuarse. Hoy en día, la cultura se extiende como una red que se replica y se replica y disuelve fronteras. La tecnología y la virtualidad exigen redefiniciones y no condenas. Hay una dinámica muy fuerte en lo virtual, en los diálogos que se pueden establecer al margen del poder institucional. Ahora, sobre esa América tan deseada, me pregunto: ¿deseada por quién? Me parece una perspectiva patriarcal y heróica.

 

FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de lectura. ¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?

 

MAF | Nunca me ha gustado ni interesado la especialización, lleva a la atrofia.

Poetas leyendo a poetas, novelistas a novelistas y así, todos especializados en un género y esto en un momento cuando lo transgenérico busca romper ese límite rígido que estableció Aristóteles en su Poética. Allá en la segunda mitad del siglo pasado, era natural la convivencia entre creadores de distintas disciplinas. Un ejemplo de ello es el libro Reticularias del poeta venezolano Alfredo Silva Estrada, en diálogo con la obra de Gego. Era un proceso muy vivo y normal. Sobrevive con mucho menos intensidad en este siglo, pero es algo necesario.

Me parecen perjudiciales las lecturas horizontales, aquellas que se dan exclusivamente entre escritores de la misma generación. Son necesarias tanto la lectura vertical y la horizontal no solo para alcanzar una visión integral, sino para encontrar un punto de intersección. Todo aquello que delimite áreas específicas de lectura, te apresa y te aprisiona. Por supuesto, hay preferencias y es entendible, pero siempre hay que desplazarse hacia otras zonas sin estar buscando espejos. Frecuento otras expresiones del arte, en especial la música, el cine; me detengo a leer la naturaleza: es una gran maestra. También me dedico a leer a las personas, hay mucha información en sus conductas.

 

FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?

 

MAF | No es un asunto de fe. Está ahí, formo parte de eso. Es un hecho. Probablemente no es una idea muy amable, pero nuestras acciones y libertades están determinadas por la sociedad. Es como si me preguntaran si existe el día y la noche. Existe el individuo y la sociedad. No se es solo masa o individualidad, se es ambas cosas. Pensarse como un ser aislado exclusivamente es un poco ingenuo, especialmente cuando te tropiezas con el totalitarismo.

 

FM | ¿Quién eres de todos modos?

 

MAF | Una duda y una afirmación. Son difíciles las certezas.

 

FM | ¿Qué te parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que motivó su creación?

 

MAF | Selecciono con prisa y al azar un poema. Es un tanto extraño —aún hoy lo siento así—, pertenece a los gozos del sueño, libro editado en 2021 por Oscar Todtmann editores en Caracas. Logra condensar varios estados de contemplación de la realidad: doméstico, simbólico, alquímico, histórico. El primer verso que es, a la vez, el título, se refiere a un acto doméstico y rutinario: hervir el agua para beberla, acción propia de lugares donde el agua no ofrece garantías en su tratamiento. Este acto repetido desata una asociación acerca de las propiedades de los elementos, el fuego y el calor, su acción sobre el metal y el agua. Las camas de hierro es una referencia a inmensas parrillas donde se quemaban seres humanos, una imagen de la época del imperio romano y del cristianismo primitivo. Con claridad sé que las cabezas fritas y las estacas se refieren a hechos ocurridos en la época de la independencia y que conocí cuando era niña, a través de la asignatura historia de Venezuela. A lo largo del texto están los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua, más un quinto, el metal, se podría pensar que aparecen en clave simbólica y astrológica). Los tres últimos versos hablan de cómo ha habido una transformación en mí: me cuido de lo que me pueda herir. El verso final “me dio el cielo un mapa sin tierra”, tiene una doble lectura. Una de esas dos lecturas apunta al desarraigo y al exilio interior.

 

¿Cómo se juntaron todos esos elementos y dialogaron entre ellos? El agua hirviendo tiene la respuesta.

 

mientras el agua hierve y cuento quince minutos

rozo leve el metal

el calor que su naturaleza atrapa breve

no así el agua que lo mantiene

porque es más fuerte su esperanza

 

nos acuestan sobre camas de hierro

rápidas dejan sus marcas

pero en el agua quedaríamos cocidos

cómo aquellas cabezas que fritas

en grandes calderos adornaban el final

de las estacas

 

no sabemos nada de la naturaleza

ni de sus propiedades

aunque la química es un arte antiguo

precedido por la alquimia

 

ese arte de la transformación

el fuego todo lo consume

si el aire está a su favor

 

el destino me asignó un astro

que sin pausa

mantiene caliente el agua

 

pero yo conservo a salvo mi cabeza

y las marcas del hierro lejos de mi piel

 

me dio el cielo un mapa sin tierra

 

 

 


MARÍA ANTONIETA FLORES (Venezuela, 1960). Poeta. Magister en Literatura Latinoamericana. Ha publicado en poesía: El señor de la muralla (1991), Canto de Cacería (1995), Presente que no en ausencias (1995), Agar (1996), criba de abril (1998), Los trabajos interminables (1998), índigo (2001), limaduras (2005), la voz de mis hermanas (2005, 2022), regresaba a las injurias (2009), madera de orilla (2013, 2018), temples (2014), deletérea (2015), las conductas discretas (2020), los gozos del sueño (2021). En ensayo, Sophia y mythos de la pasión amorosa (1997, Premio Municipal de Literatura "Rafael Angel Insausti" mención Ensayo 1996). Premio de Ensayo Literario de la IV Bienal de Literatura Mariano Picón Salas 1997 con Espiral sonora. Lectura de Ida Gramcko. Autora del monólogo Como una mariposa, estrenado en 2018. Recibió el Honor prizes (for complete work) Naji Naaman’s Literary Prizes (Líbano), en 2016; y el Botón FILUC 2022, concedido por la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Venezuela), por su trabajo como poeta y editora de la revista de poesía digital el cautivo (http://elcautivo.net/
) que creó en 2004. Entre otros reconocimientos de carácter nacional, destaca el Premio Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana 2001. Finalista del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador en 2020 y en 2022. Traducida a seis idiomas, su poesía está incluida en más de veinte antologías nacionales e internacionales; entre ellas, Rasgos comunes. Antología de la poesía venezolana del siglo XX (Pre-Textos, 2019). Presencialmente, ha participado como poeta invitada en distintos festivales y encuentros internacionales en Colombia, Brasil, Argentina, México, Rumania, Austria, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Perú y también en diversos encuentros virtuales.

 


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