Quizás el más influyente de los escritores caribeños de
expresión francesa de su generación, Aimé Césaire fue uno de los fundadores de la
Negritud, un movimiento que quiso hacer de las tradiciones africanas de los descendientes
de esclavos una suerte de contrapeso a la pretendida superioridad cultural de occidente
en los países colonizados por la Europa imperialista de siglo de la esclavitud.
Césaire concibió la Negritud como resistencia a la asimilación que imponía el colonialismo
y como un impulso a los elementos africanos de la cultura de su tierra, desprestigiados
por el racismo blanco.
Nacido en el seno de una familia de campesinos en Basse-Pointe
al norte de Martinica en 1913, cerca a Saint Pierre, la antigua capital de la isla
destruida por una erupción volcánica siete años antes de su nacimiento, Césaire
creció en medio de la pobreza, los despojos y la imaginería volcánica que luego
invadiría buena parte de su poesía.
Hizo la primaria en Fort-de-France la nueva capital, donde
conoció el riguroso sistema de la educación pública francesa que sometía entonces
a los jóvenes a un severo conocimiento de sus tradiciones poéticas, y pudo identificarse
con la reprimida cultura africana de sus antepasados, convirtiéndose en uno de esos
narradores de historias que han conservado, mediante la oralidad, la memoria de
los antepasados venidos de África al Nuevo Mundo.
Césaire llegó a Paris en 1931, con 18 años, gracias a una
beca de estudios en el preciso momento cuando la intelectualidad que deambulaba
por una de las capitales del mundo de entonces comenzaba a preguntarse por la influencia
del África en las artes y las letras de occidente. París vivía una extraordinaria
actividad intelectual, ideológica y artística que ayudó a definir su carácter. Ingresó
en el Lycée Louis-le-Grand y luego en la Ecole Normale Superieure, donde escribió
una tesis, hoy perdida, sobre El Sur en la
poesía negra norteamericana. Junto con el guyanés Léon-Gontran Damas y el senegalés
Léopold Sédar Senghor, fundaron la revista L´Etudiant
Noir en 1934, inspirados en el jazz y el llamado renacimiento del Harlem neoyorkino.
Césaire fue un típico poeta de la izquierda francesa, influenciado por Horacio gracias
a sus lecturas de Rabelais o Claudel y de rebeldes como Rimbaud, Lautremont, Nietzche
y Freud, enemigos acérrimos del racionalismo occidental y cristiano, pero también
por intelectuales negros norteamericanos como Langston Hughes o Claude McKay, poco
conocidos entonces.
Fueron esos los años cuando desarrolló las ideas que circulan
por su más famoso poema, Cahier d´un retour au pays natal (1939), donde aparece
por primera vez el término Négritude.
Diseñado con técnicas del surrealismo, el poema se inspiró en los paisajes martiniqueses
y en el líder de la revolución haitiana cuya biografía (Toussaint Louverture: la
révolution française et le problème colonial,
1960) escribiría más tarde, y explora las diferencias culturales de los negros
anunciando los movimientos contra el racismo de los años sesenta con una variedad
estilística que usa de una prosa incandescente contra las injusticias y de un exacerbado
lirismo para celebrar los ancestros africanos.
En 1937 casó con Suzanne Roussy, martiniquesa con quien
tuvo seis hijos. Se hizo entonces profesor el Lycée Schoelcher, y con ella y su
amigo René Ménil, publicaron Tropiques, donde difundirían las ideas de la Negritud
en los años cuarenta. A finales de esa década fundaría en Paris Présence Africaine,
que publicó su prestigioso Discours sur le colonialisme (1950) donde acusaba y cuestionaba
el imperialismo norteamericano como otra forma del colonialismo.
Fue elegido alcalde de Fort-de-France en 1945, puesto que
conservaría, con una pequeña interrupción, hasta 2001, pero también Diputado a la
Asamblea Nacional Francesa entre 1946-1956 y 1958-1993, dominando en la práctica
la política de la isla, donde jugó importantes papeles en la creación de la llamada
política de départementalisation, que
integró Martinica en la Francia metropolitana como un nuevo miembro de los Departamentos
de Ultramar, con la pretensión de dar a las colonias lejanas alguna libertad real
pero conservando las decisiones centralizadas en Paris y que en últimas, según los
críticos, perjudicaron la isla.
Césaire, que fuera maestro de Franz Fanon y Edouard Glissant,
estuvo afiliado al Partido Comunista Francés desde su juventud, pero renunció en
1956 luego de la invasión soviética a Hungría. Fundó entonces el Partido Progresista
de Martinica y sostuvo diversas alianzas con los socialistas, apoyando a Ségolène
Royal en 2007. Con el paso del tiempo, las nuevas generaciones de intelectuales
negros han considerado las críticas de Césaire al colonialismo faltas de radicalidad,
sosteniendo que nunca abandonó la lengua de los colonizadores ni escribió en creole
y por haber creído que por ser descendientes de africanos todos los negros nacidos
en las colonias tenían los mismos problemas.
Algunos de sus libros son Les Armes miraculeuses (1946); Le
Corps perdu (1950), con ilustraciones de Picasso; La Tragédie du roi Christophe (1963); Une saison au Congo (1967), sobre la muerte de Patrice Lumumba, y Une Tempête (1969), adaptación de la obra
de Shakespeare.
POEMAS
DE AIMÉ CÉSAIRE
CUERPO PERDIDO
Yo que
Krakatoa
yo que todo
mejor que monzón
yo que a pecho
descubierto
yo que
carraspeo como un árgano viejo
yo que balo
mejor que una cloaca
yo que fuera
de gama
yo que Zambeze
frenético o rombo o
caníbal
quisiera ser
cada vez más humilde y más manso
siempre más
grave sin vestigio ni vértigo
caer hasta perderme
en la viviente
sémola de una tierra bien abierta
Fuera una
neblina en lugar de atmósfera no
sería nada
sucia
cada gota de
agua conteniendo un sol
cuyo nombre
idéntico para todas las cosas
sería el
ENCUENTRO MÁS TOTAL
de tal suerte
que no se sabría a ciencia cierta
si cruza una
estrella o una esperanza acaso
o un pétalo de
flamboyán
o una retirada
submarina
que las
antorchas de las medusas aurelias frecuentan
Imagino que
entonces la vida me bañaría por completo
mejor la
sentiría palpándome o mordiéndome
tendido
sentiría llegarme los olores al fin liberados
cual manos
caritativas
que me
atravesarían
para mecer
largos cabellos
más largos que
ese pasado que no puedo alcanzar.
Cosas
apartaros, haced sitio
a mi reposo
que alza en oleaje
mi cresta
terrible de raíces fondeadoras
buscando dónde
asirse
oh cosas, yo
sondeo y sondeo
yo, el
cargador, soy portarraíces
yo peso,
fuerzo y arcaneo
y ombligueo
Ah, quien
hacia los arpones me lleva
estoy muy
débil
silbo, sí,
silbo cosas muy antiguas
de serpientes
de cosas cavernosas
Soy oro viento
paz aquí
y contra mi
hocico inestable y fresco
poso contra mi
rostro corroído
tu frío rostro
de risa descompuesta.
El viento, ay,
lo escucharé aún
negro, negro,
negro desde el fondo
del cielo
inmemorial
un poco menos
fuerte que hoy en día
pero demasiado
fuerte sin embargo
y ese loco
aullido de perros y caballos
que envía a
nuestra persecución siempre cimarrona
mas a mi vez
en el aire
me alzaré en
un grito tan violento
que voy a
salpicar al cielo entero
por mis ramas
destrozadas
y por el
chorro insolente de mi barril herido y solemne
ordenaré a las
islas existir.
CADÁVER DE UN FRENESÍ
el recuerdo de
un camino que sube mucho a la sombra de los bambúes di guarapo que vuelve a
inventarse siempre y el olor de los ciruelos de España
se dejaron
olvidadas
las enaguas
del mar
los tiempos de
la infancia
el parasol de
los coccolobis
al llegar a la
curva me vuelvo y miro por encima del hombro
de mi pasado
lleno del ruido mágico en el momento preciso
siempre
incomprensible y angustioso del fruto del árbol del pan
que cae
rodando hasta el barranco en donde nadie lo encuentra
la catástrofe
se ha hecho un trono instalándolo demasiado alto
del delirio de
la ciudad destruida es mi vida incendiada
Dolor tú
perderás
él hábito que
se grita:
que he soñado
con el rostro torcido
boca amarga he
soñado con todos los vicios de mi
sangre
y los
fantasmas rondaron cada uno de mis gestos
en el escote
de la suerte
no importa es
debilidad
vela corazón
mío
único
prisionero que inexplicablemente sobrevive
en su celda
a la evidencia
del destino
feroz
taciturno
muy al fondo
lámpara encendida por su terrible
herida
PACIENCIA DE SIGNOS
Sublimes
excoriaciones de una carne fraterna y hasta las fogatas rebeldes de mil aldeas
azotadas
arenas
fuego
mástil
profético de las carenas
fuego
vivero de
murenas fuego
fuego faroles
de situación de una isla en pesadumbre
fuegos huellas
de hoscos rebaños que se
deletrean en
los barros
pedazos de
carne cruda
gargajos
suspendidos
esponja
rezumante de hiel
vals de fuego
de los céspedes llenos de cucuruchos que caen del impulso frustrado de grandes
ta-bebuyas
fuegos de los
tizones perdidos en un desierto de llantos y cisternas huesos
fuegos
desecados más nunca tan desecados que no palpite un gusano pregonando su carne
nueva
semillas
azules del fuego
fuego de los
fuegos
testigos de
ojos que para las locas venganzas se exhuman y se agrandan
polen polen
y por los
guijarros donde se redondean las bahías nocturnas de suaves manzanillos
buenas
naranjas siempre accesibles a la sinceridad de las sedes largas
POEMA PARTA EL ALBA
Arrebatos de
carne viva
en los estíos
explayados de la corteza cerebral
han flagelado
los contornos de la tierra
los
ranforinquios en el sarcasmo de sus colas
captan el
viento
el viento que
ya no tiene espada
el viento que ya
no es sino una caña de pescar los frutos de
todas las
estaciones del cielo
manos abiertas
manos verdes
para las
bellas fiestas de las funciones anhídridas
nevarán
adorables crepúsculos sobre las manos tronchadas de las
memorias
respirantes
y de ahí
sobre las
grietas de nuestros labios de Orinoco desesperado
la feliz
ternura de las islas mecidas por el pecho adolescente
de las fuentes
del mar
y en el aire y
en el pan siempre renaciente de los esfuerzos
musculares
el alba
irresistible abierta bajo la hoja
cual claror el
impulso espinoso de las belladonas
VISITACIÓN
oh marejada
anunciadora sin nombre sin polvo de toda palabra vinosa
marejada y mi
pecho salado en las ensenadas de los antiguos días
y el joven
color
tierno en los
senos del cielo y de las mujeres eléctricas
de qué
diamantes
fuerzas
eruptivas trazad vuestros orbes
comunicaciones
telepáticas retomad a través de la materia refractaria
los mensajes
de amor extraviados en los cuatro rincones del mundo
volved a
nosotros reanimados
por las
palomas viajeras de la circulación sideral
en lo que a mí
se refiere a nada temo soy de antes de Adán no
dependo
siquiera del mismo león
ni del mismo
árbol soy de otra caloría y de otro frío
oh mi infancia
leche de luciérnaga y estremecimiento de reptil
pero ya la víspera
se impacientaba hacia el astro y la poterna
y huíamos
sobre un
combado mar increíblemente sembrado de popas de naufragios
hacia una
orilla donde me aguardaba un pueblo agreste y penetrador
de bosques con
ramas de
hierro forjado en las manos –el sueño camarada sobre
la escollera–
el perro azul de la metamorfosis
el oso blanco
de los témpanos de hielo y Tu muy salvaje desaparición
tropical como
una aparición de lobo nocturno en pleno mediodía.
NOTA
La
traducción al español de los poemas de Aimé Césaire están firmadas por Jorge
Guzmán.
HAROLD ALVARADO TENORIO (Colômbia, 1945). Poeta, ensaísta, tradutor. Aprendeu a ler, escrever, somar e subtrair no quadro-negro na escola de um descendente de escravos e mais tarde em uma escola onde um matemático e geógrafo lhe ensinou a vastidão do mundo num globo frágil enquanto a fazia ler Oscar Wilde, Shakespeare. Jorge Isaacs ou Knut Hamsun. Na Universidade Nacional da Colômbia promoveu a criação da carreira de estudos literários após anos de desdém pelas literaturas nacionais, foi Diretor do Departamento de Literatura, exercendo atividades como jornalista no jornal La Prensa onde dirigia a página de Cultura, que lhe valeu o Prêmio Simón Bolívar. Em Pequim trabalhou como consultor cultural para a editora China Today e publicou a antologia Chinese Love Poems, que desde então foi republicada em vários países. Criou a revista virtual e impressa Arquitrave, da qual é diretor. Harold traduziu a poesia de Cavafys e Eliot. A sua poesia foi traduzida para diversas línguas e colabora com diversos meios literários e jornalísticos da América e da Europa.
ANA MARIA PACHECO (Brasil, 1943). Escultora, pintora e gravadora. Sua obra possui um acento impressionante estabelecido no centro das relações entre sexualidade e magia, sem descuidar da tensão inevitável entre Eros e Tanatos. A personificação de sua escultura encontra amparo vertiginoso nas lendas, mitos e em sua própria biografia. Tendo sido inicialmente atraída pela música, nos anos 1960 foi exímia concertista, porém o piano iria encontrar melhor abrigo, com sua força rítmica sugestiva na narrativa que acabou aprendendo a compor, a partir de sua fascinação pela escultura barroca policromada e o ideário ritualístico das máscaras africanas. Nos anos 1970 viajou para estudar na Slade School of Art em Londres e ali mesmo resolveu mudar definitivamente de endereço. Com o tempo foi desenvolvendo uma maestria singular, a criação de conjunto escultórico que se destacava como a representação tridimensional de uma narrativa. Embora tenha igualmente se dedicado à pintura, com seus trípticos fascinantes, é na escultura que esta imensa artista brasileira se destaca, com o uso de recursos teatrais e a mescla de elementos constitutivos de diversas culturas. É também uma valiosa marca sua a montagem de cenas emprestadas da literatura ou de evidências do cotidiano. Agradecimentos a Pratt Contemporary, Dictionnaire Universel des Créatrices, AWARE – Archives of Women Artists, Research & Exhibitions. Graças a quem Ana Maria Pacheco se encontra entre nós como artista convidada da presente edição de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 260 | abril de 2025
Artista convidado: Ana Maria Pacheco (Brasil, 1943)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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