terça-feira, 15 de abril de 2025

VANIA VARGAS | Memorias y transfiguraciones, de Alaíde Foppa: epílogo poético para una historia inconclusa

 


El 3 de diciembre de 2024, a 110 años del nacimiento de la escritora Alaíde Foppa, y a pocos días de que se cumplieran 44 años de su secuestro y desaparición, el Gobierno de la República de Guatemala, encabezada por el presidente Bernardo Arévalo, ofreció un acto de disculpas públicas a su familia. Durante la actividad, se reconoció la responsabilidad del Estado en la detención ilegal y desaparición de la poeta y del señor Leocadio Axtún Chiroy, quien conducía el auto en que transitaban por las calles de Guatemala. Un país que atravesó un conflicto armado interno que duró 36 años y que dejó alrededor de 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos. Por eso hoy, como una contribución a la memoria, se publica este texto alrededor de su vida y su obra.

Uno más uno se llamaba el periódico mexicano que empezó a llevar la cuenta de los días desde la desaparición de Alaíde Foppa, en diciembre de 1980, en Ciudad de Guatemala. Quién sabe en qué momento se detuvo ese registro y el temor de la costumbre a convivir con la tragedia, al que hizo alusión tempranamente la escritora Elena Poniatowska, haya incluso pasado inadvertido. Sin embargo, son extraños los caminos de la memoria. Pasa el tiempo y a los países que tienen deudas pendientes con ella los visitan sus fantasmas. Pasan acariciando la superficie de las aguas de su olvido y sus nombres vuelven como ecos conocidos. Eso le sucedió a Alaíde Foppa. Habían pasado tal vez 105 años de su nacimiento, y casi 40 de su desaparición, cuando una poeta, traductora y académica mexicana, Diana del Ángel, solicitó, para consulta, tres libros de la escritora guatemalteca que se encontraban dentro del catálogo de la biblioteca del escritor y crítico mexicano Antonio Castro Leal. Uno de ellos era Memorias y transfiguraciones, un título que no aparecía en el cotejo de la bibliografía y que entonces se develó ante ella como un poemario que nunca había sido publicado.

Alaíde Foppa tuvo muchos frentes a lo largo de su vida. Fue traductora, catedrática universitaria, activista feminista, directora del Foro de la mujer en radio UNAM y de la revista Fem, crítica de arte, madre de familia. El de la poesía fue quizá el más íntimo de sus frentes, el que mantuvo a resguardo de todos los demás, incluidos la política y el feminismo, y al que dedicó buena parte de sus días. De 1945 a diciembre de 1979, un año antes de su desaparición, publicó siete libros que, de manera póstuma, fueron reunidos por su madre en un solo libro que se llamó Poesía y que más adelante fue reeditado como Viento de primavera. Dentro de sus páginas habló de la juventud que se va, de una pena oculta, del amor que la llena y se le escapa, de su tránsito dulce hacia el dolor. Su obra aparece como una línea de tiempo emocional que va de la ilusión al desamor y que pasa por el descubrimiento feliz, pero también angustioso de la maternidad. Su incertidumbre, su ansia de protección, la maravilla que provocan los hijos y el dolor que deja su lejanía. Su tendencia a la contemplación se dirige a su alrededor lleno de frutos y flores y hacia sí misma, hacia su propio cuerpo, y aterriza en la toma de conciencia de las palabras, de la poesía y del oficio de escribir. A través de la poesía, Foppa retomó la figura histórica de doña Beatriz de la Cueva para armar un poema épico, y sin duda autorreferencial, acerca de la ilusión, pasión, declive y muerte de una mujer, la Sin Ventura. Como ella, doña Beatriz llega desde otro continente para estar cerca del hombre poderoso que únicamente le heredó lejanía y un destino de muerte. Y así, algo de todo eso que palpitó durante 34 años en el universo poético de Alaíde Foppa es lo que va conformando también este libro perdido, fechado en 1965.


Memorias y transfiguraciones se ubica, dentro del mapa poético de Alaíde Foppa, entre dos poemarios, Aunque es de noche, publicado por Costa Amic en México, en 1959, y Guirnalda de primavera, publicado, también allá, en 1966. Dos libros con registros totalmente diferentes. El primero, un libro intenso acerca del desamor, la tristeza, el destierro y la búsqueda a través de la oración y de las palabras; el segundo, un libro de contemplación descriptiva de los frutos y de las flores. En medio de ambos está este libro perdido, que se relaciona con todos por la insistencia de sus temas y por la presencia del viento de primavera que atraviesa toda su poesía. Un libro que se diferencia de todos por el formato largo del aliento de cada texto y por el uso repetitivo de la tercera persona del singular: “ella”. Un rasgo que la escritora guatemalteca Luz Méndez de la Vega ya había descubierto en algunos textos aislados al analizar su poesía. A este le atribuía el objetivo de “sustituir el “yo” de la primera persona, de manera que, aunque se refiriera a sí misma, lo hacía como narradora que se contemplaba en una fotografía o en un cuadro”, como anota en el prólogo que antecede a la reunión de su poesía. Y lo ejemplifica con un fragmento del poema titulado “Convaleciente” que aparece entre los primeros poemas de 1945 y con otro del libro, Aunque es de noche, que se titula “Ella se siente”: Ella se siente a veces / como cosa olvidada / en el rincón oscuro de la casa, / como fruto devorado adentro / por pájaros rapaces, / como sombra sin rostro y sin peso. Dice el poema. De esa distancia entre la poeta y el “yo poético” surgen estos textos recién encontrados. Poemas que son, a su vez, un retrato, una narración, un desfile en perspectiva de su relación con los temas y las emociones que manejó en los libros anteriores y posteriores a este: el tiempo, el sueño, su cuerpo, el agua, el miedo, la ausencia, el amor, el dolor, la dicha, el olvido, la figura del niño, la soledad, la música, la juventud, la vejez, la muerte, la esperanza, la desesperanza, la culpa, el deseo, el secreto y la danza. Hablo del ejercicio de una distancia del “yo poético” que también se advierte en el personaje de La Sin Ventura, su libro poetizado desde la voz de una especie de narradora que todo lo sabe, que lo ve todo, que lo siente todo y todo lo nombra. Una distancia a la que también hace alusión en el primer poema del libro encontrado, en donde le adjudica a “Ella” el hecho de llevar “sus largas memorias / como una historia ajena”.

En Memorias y transfiguraciones, Alaíde Foppa parte de un punto lejano en el tiempo para que esa “ella poética” transite en medio de los cambios de su ánimo y de sus sentimientos. Así se va conformando el retrato de una mujer llena de contradicciones. Una mujer siempre entre dos caminos, entre dos posibilidades. En un punto medio de lejanía entre la infancia perdida y el también perdido esplendor de la juventud. En un punto medio entre la presencia y la ausencia, entre la realidad y el sueño, entre el sueño y la memoria, entre soñar y despertar. Entre el amor visto de lejos y lo que realmente representa su cercanía. En un no lugar poético en el que el tiempo se convierte en una corriente violenta que pareciera golpear contra sus rodillas, que pareciera hablar de fugacidades y naufragios, de la desdicha del olvido, pero también de su dicha; del poder de lo efímero que se lleva lo hermoso, pero que finalmente termina también por arrastrar el dolor. Del arribo inminente a las costas de la vejez como a la antesala del final, pero también como un descanso; de la muerte como una pregunta, pero también, quizá, como un atisbo de luz, como una certeza, otra, la de que Solo la ajena muerte / nos hiere para siempre. El libro recién encontrado finaliza con una breve sección titulada “Momentos”. Un conjunto de siete poemas breves, muy breves, de imágenes que evocan nuevos nacimientos: de flores, palabras, días, canciones, de yerba tierna. Como un recordatorio de esperanza que cruzó hacia nosotros desde un tiempo perdido.


Alaíde Foppa nació en Barcelona, era hija de un diplomático argentino y una guatemalteca. Se formó en Europa y llegó a Guatemala en 1944. Allí conoció la revolución y el amor, y ambos la expulsaron hacia México en dos ocasiones diferentes: la primera para dar a luz al hijo del presidente Arévalo; la segunda, hacia el exilio, tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz. Entre México y Guatemala existen dos imágenes suyas: en México, la de la académica, la crítica de arte y activista feminista; en Guatemala, la de la poeta. Ambos países comparten la misma imagen de su final, la de la escritora secuestrada y desaparecida junto a su chofer, don Leocadio Axtún Chiroy, a finales de 1980, en pleno gobierno represor de Romeo Lucas García. Entre México y Guatemala se mueve constantemente Julio Solórzano Foppa, su hijo mayor. Durante los últimos años, fundó en Guatemala la Orquesta y el Coro femenino “Alaíde Foppa”, una iniciativa que pronto espera expandir a nivel centroamericano. Allí gestionó, además, la donación de 8 mil 500 libros de la biblioteca personal de su madre para crear, dentro de la Biblioteca Nacional, una sección que lleva su nombre. Además, él mantiene bajo resguardo un archivo con cartas, documentos y manuscritos que empiezan a ser explorados. En México, por su parte, ha sostenido pláticas recientes con la directora de Bellas Artes para reunir los textos críticos escritos por Alaíde Foppa acerca de los pintores mexicanos. Y a mediados de 2022 vio la publicación de la compilación de su poesía, Viento de primavera, en una edición del Fondo de Cultura Económica, prologada por Elena Poniatowska, que viene a expandir el conocimiento y el acceso a su obra.


Desde hace algunos años se ha dado una especie de revaloración de la figura y la obra de Alaíde Foppa en México. Una figura que, de acuerdo con la escritora e investigadora Diana del Ángel había quedado un poco desdibujada por varios factores: el haber llegado como exiliada y su desaparición, junto a una especie de borramiento que, según afirma, es común en la obra de muchas escritoras en México. Con todo, en 2017, la editorial independiente Malpaís lanzó en su colección titulada Archivo negro de la poesía mexicana, dedicada al rescate de la obra de poetas que quedaron fuera del canon, una edición de Las palabras y el tiempo, el poemario originalmente publicado en diciembre de 1979, un año antes de su secuestro. La UNAM, por su parte, publicó, como material de lectura, una breve antología en 2021. “También con los recientes estudios y movimientos feministas ha habido reivindicación del trabajo que hizo en pro del feminismo en México, porque fue de las precursoras. Y se rescataron los números de Fem, de la que ella fue fundadora” añade Diana del Ángel, quien asegura haberse encontrado, además, con varios gestos de mujeres que no necesariamente se dedican a leer o escribir, sino de otros intereses, que hablan también del amplio espectro de actividades que tenía Alaíde Foppa. De hecho, fue como parte de investigaciones propias acerca de la poesía escrita por mujeres en la década de los 60 y 70 en México, y para armar el prólogo de la edición de Malpaís, que Diana del Ángel fue a dar a la biblioteca de Antonio Castro Leal, uno de los críticos de poesía más importantes del siglo XX en México, en donde se encontraba este poemario que ahora llega a nuestras manos y que también verá la luz en ese país a través de editorial Antílope. Una aparición que nos pone a pensar en el tiempo como un mar que no ha regresado su cuerpo, pero sí su palabra a través de este libro. Un mensaje sin botella que llegó a esta costa desde donde aún no se avizora la justicia, pero donde cada cierto tiempo surgen destellos de memoria, suficientes para retomar la cuenta de los días y decir, como hace años en el Uno más uno: Hoy, hace 42 años, casi 43, Alaíde Foppa desapareció en Guatemala. Seguimos haciendo responsable a ese gobierno por su vida.

 

NOTA

Este texto fue publicado originalmente como prólogo del libro de poesía titulado Memorias y transfiguraciones de Alaíde Foppa, publicado por F&G editores de Guatemala en junio de 2023.




VANIA VARGAS (Guatemala, 1978). Poeta e contador de histórias. Graduada em Letras pela Universidade de San Carlos de Guatemala.
Publicou os livros de poesia Cuentos infantiles (2010), Quizá ese día tampoco sea hoy (2010), y Los habitantes del aire (2014). Sua obra está incluída nas antologias Microfé: poesía guatemalteca contemporánea (2012) e El futuro empezó ayer: apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala (2012). Seu trabalho narrativo está incluído nas antologias Brevísimos dinosaurios (2009) y Ni hermosa ni maldita: narrativa guatemalteca actual (2012). Atualmente trabalha como editora de texto e jornalista cultural.




ANA MARIA PACHECO (Brasil, 1943). Escultora, pintora e gravadora. Sua obra possui um acento impressionante estabelecido no centro das relações entre sexualidade e magia, sem descuidar da tensão inevitável entre Eros e Tanatos. A personificação de sua escultura encontra amparo vertiginoso nas lendas, mitos e em sua própria biografia. Tendo sido inicialmente atraída pela música, nos anos 1960 foi exímia concertista, porém o piano iria encontrar melhor abrigo, com sua força rítmica sugestiva na narrativa que acabou aprendendo a compor, a partir de sua fascinação pela escultura barroca policromada e o ideário ritualístico das máscaras africanas. Nos anos 1970 viajou para estudar na Slade School of Art em Londres e ali mesmo resolveu mudar definitivamente de endereço. Com o tempo foi desenvolvendo uma maestria singular, a criação de conjunto escultórico que se destacava como a representação tridimensional de uma narrativa. Embora tenha igualmente se dedicado à pintura, com seus trípticos fascinantes, é na escultura que esta imensa artista brasileira se destaca, com o uso de recursos teatrais e a mescla de elementos constitutivos de diversas culturas. É também uma valiosa marca sua a montagem de cenas emprestadas da literatura ou de evidências do cotidiano. Agradecimentos a Pratt Contemporary, Dictionnaire Universel des Créatrices, AWARE – Archives of Women Artists, Research & Exhibitions. Graças a quem Ana Maria Pacheco se encontra entre nós como artista convidada da presente edição de Agulha Revista de Cultura.

 


Agulha Revista de Cultura

Número 260 | abril de 2025

Artista convidado: Ana Maria Pacheco (Brasil, 1943)

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