Acercarse al tema del exilio en nuestro
continente nos hace posible decir que este no es una invención reciente, o
producto de las tres últimas décadas del siglo XX. Desde el siglo XIX América
Latina vivió largos y continuos desplazamientos de personajes políticos e
intelectuales de diversos países, los cuales encontraron refugio en países
vecinos y en Europa. La turbulenta historia política latinoamericana y el
constante enfrentamiento entre activos intelectuales de la sociedad civil con
los poderes militares o caudillescos, desde la declaración de la Independencia
se ha prolongado hasta nuestros días, teniendo momentos históricos más
difíciles que otros.
No puedo hablar en forma distante del hecho
del exilio, puesto que el que esto lee, formó parte de una generación de
activistas sociales, políticos y culturales, la cual sufrió, desde inicios de
los años setenta, una violentísima represión en diferentes países como Uruguay,
Chile, Argentina, Bolivia y Paraguay, en la parte sur del continente, como los
actos de barbarie sufridos en Centro América, o sea, en Guatemala, El Salvador,
Honduras y Nicaragua, antes del triunfo sandinista.
En lo que respecta a los que tuvimos la
posibilidad de acceder a un país de habla castellana, el hecho del exilio
varió, sustancialmente a los que realizaron su proceso de exilio en países cuyo
idioma era otro al español, como Suecia o Francia, por ejemplo.
En nuestro caso, en mi caso, estaríamos
hablando, como bien dijo José Gaos, para referirse a los españoles que a la
derrota de la República emigraron a Hispanoamérica, como “transterrados”, es
decir, intelectuales que pasan de una a otra región de ese vasto conjunto de
culturas procedentes de la misma o similar fuente que, por tanto, siguen
manejando la misma lengua y poseen una historia parcialmente común.
Las normales complicaciones de toda
transferencia parecen reducirse porque se trata del pasaje a culturas de la
misma familia, cuyas notorias diferencias no destruyen la constancia de la
procedencia común, al menos en parte importante.
El escritor exiliado funciona en relación con
tres públicos potenciales que por familiares que sean se encuentran en
distintas circunstancias: el público mayoritario del país o cultura en el cual
se encuentra instalado provisoriamente, el público también amplio de su país de
origen al que aspira a continuar hablando, pese a las trabas que imponen las
dictaduras o las aparentes democracias, para la circulación de su mensaje; el
público de sus compatriotas que integran el pueblo de la diáspora, el cual no
puede asimilarse simplemente al del propio país de origen por las nuevas
situaciones que está viviendo. Es posible optar por uno de ellos, pero lo
propio de esta ubicación del escritor exiliado es el intento de conjugar los
distintos públicos, que se traduce por su intento de hablar al mismo tiempo a
todos ellos, lo que fatalmente habrá de reflejarse en la composición de su obra
y será facilitado o entorpecido por el género que practique. Ejemplos de
Benedetti en Cuba o de Cortazar y su lenguaje rioplatense. Asimismo, es posible
que un hecho que ha dado un resultado un tanto irónico, ante el plan de
exterminio político cultural establecido por los militares en esos años, el
Plan Condor, el hecho doloroso del exilio llevó a conformar un proceso de reconocimiento
y acercamiento entre ciudadanos latinoamericanos, a comprender y a penetrar en
los intersticios culturales de los lugares en los que se recibió solidariamente
el asilo. El parcial desconocimiento de las diferencias y las similitudes se
hizo cercano, en forma importante a través del exilio. La otra cara de la
moneda.
Lo nuevo para el escritor exiliado es el
desafío a su creación, pues ya no está hablando desde la convivencia con esa
cultura en que nació y se formó, sino desde el centro de una situación en la
cual se encuentran divergencias, desplazamientos de carácter semántico.
En el caso de la poesía, en la medida en que
el poeta habla dentro del sistema semántico de su área, prescinde de estas
ambivalencias y construye con precisión, de acuerdo con los valores que
reconoce y sin preocuparse de si su mensaje tendrá diferentes recepciones
interpretativas en otros puntos del continente. Pero cuando ha hecho suyo el
problema y es consciente de la dispersión del significado, su situación se
modifica y se complica. No se trata sólo del cambio de calesita por carrusel,
sino de la carga emocional de las palabras que resulta trastornada. Dado que la
fuerza de los significados no radica exclusivamente en la palabra, sino en su
poder de comunicación referencial entre miembros de una determinada comunidad,
el poeta tiene la sensación de enarbolar armas de goma, sin fuerza, y le es
difícil hacer suyas las armas vigorosas del medio, porque también le resultan
débiles, sin fuerza.
Son problemas de orden lingüístico, sí, opero
es con el idioma que trabaja un escritor, es el campo de operaciones donde
resuelve los significados y compone los mensajes.
Si no son barreras insalvables, son vallas
que entorpecen el esfuerzo de comunicación y que tienden a rechazar al escritor
exiliado hacia esa condición de huésped temporario, a quien se le reconoce como
legítimo el derecho a continuar su vinculación con la comunidad de origen, más
que con la adoptada circunstancialmente. Se abre para el escritor el diálogo
con esos dos públicos: el de su lugar de origen y el actual, el de su refugio.
Si el primero es un público cautivo al que poco llegan sus palabras por la
situación de encierro establecida por las dictaduras, el segundo, ese segmento
poblacional de los desplazados, los de la diáspora, probablemente el más fértil
y el más interesado en su mensaje. Vive las mismas circunstancias del escritor:
su salida de las fronteras, su nostalgia de los orígenes y el
esfuerzo por mantener sus peculiares modos de
vida, ahondando en las tradiciones culturales que bruscamente han quedado como
desenraizadas, su esperanza de una transformación en su país que permita un
regreso, una recomposición al camino de una sociedad democrática.
No es una conjugación fácil. La palabra
exilio tiene un matiz precario y momentáneo: parece aludir a una situación
anormal, transitoria, algo así como un paréntesis que habrá de cerrarse con el
retorno a su lugar de origen. Esto la distingue de la palabra emigración, que
traduce una resolución definitiva de alejamiento y de integración a otra
cultura.
Y es una opción de vida, que engloba desde el
acto cotidiano de vivir, al proceso propio de la escritura. Y aquí, retomo,
nuevamente el concepto de transterrado, que no es lo mismo que desterrado, pues
este concepto supone un triunfo del enemigo, el logro de la expulsión. En
cambio, el otro término supone un desplazamiento, hasta cierto punto un
reencuentro, el establecimiento de un circuito entre dos puntos. De esa
definición salen otras fecundas y resistentes, instituciones que quedan pero
también presencias luminosas; es como si, a pesar de todo, hubieran podido muy
rápidamente poner los pies en la tierra y, a partir de ese asentamiento,
concreto y simbólico al mismo tiempo, hubieran podido engendrar un modelo que
ganó la partida, claro que luego de esperas y de angustias que no tienen
compensación.
Y aquí inicia el signo de interrogación,
¿emigrar o regresar?
Pregunta que cada individuo la dará en su
momento personal, social, histórico.
En mi caso, tengo 30 años de vivir en México.
He dado, hoy, respuesta a esa pregunta. En fin, la elección debe estar basada,
básicamente en la libertad del escritor y el de la dignidad de su persona, el
de su relación con el ámbito social, y de su compromiso con la escritura, como
escritor, y con la sociedad, como ciudadano.
*****
Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC
Edições
Artista convidado | Arturo Rivera (México, 1945)
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries
especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:
1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)
A Agulha Revista de Cultura teve
em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio
Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011
restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha
Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012
retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano
Martins e Márcio Simões.
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