ESPEJOS
ROTOS | Manchas en los espejos rotos, fragmentos, manos
cerradas, ojos abiertos a un estado delirante, juegos de sombras y figuras diluidas,
un ser que se desaparece entre sus propios fantasmas, crea agujeros en las nubes,
flota entre las flores, se engulle los días mientras traza dibujos en todas las
cortinas, florece intransferible, se hace única, crece palpitando tonos desconocidos
en los teléfonos de los dioses del Olimpo, gime en bemoles, dobla y desdoble su
alma entre los pliegues de telas transparentes, juega y lo mejor se hace poesía
en plena lúdica de las emociones personales, un secreto de signos que nos habla
de lenguajes nacidos de los sueños.
COSMOGONÍAS | El suelo traza límites
de negras líneas, es la Tierra que reclama, son las verdades regadas como símbolos,
el cabello incendiado que medita, las manos pálidas de una dibujante de estrellas
negras, el silencio de la madrugada en un espacio frío y noble, la rara belleza
de las notas de una música que apenas es audible, la fruta perdida en un paraíso
de charcas pútridas, la hora de un estallido de una supernova, todo se convierte
en signos, en abrir y cerrar las coordenadas del insomnio. Son las dunas y las dudas,
son el movimiento y esos montículos que parecen quietos, más son lo que nos mueve
desde adentro.
ELLA | Despeinada, absorta, delicia
del atardecer, mojada de silencios, boca entre abierta de llamadas impuras, sucia
de soles, dulce de crepúsculos, nostalgia del sudor que gotea entre poemas humedecidos
por el día agitado, viento tórrido, juego de espejismos, salvación de la tristeza,
salida hacia la línea del placer ignoto, herida de ayeres, renovación de futuros,
alegría del momento, ocaso de fiesta, promesa de sensualidades. Ella es mi aparición
vertical, la herida llama, la laguna profunda de mi desventurada noche sin farolas.
La oscura herida por donde me perdí hasta beber la luna y dejar sediento a los sedientos.
EL ÁNGEL | El mismo ángel que extermina
y blande su espada como una cruz al revés, furioso entre los pliegues pétreos, en
su altar de rocas y su silencio vengativo, sigue altivo, sereno, monstruoso, esperando
que se pacten todos los tratados de paz y de confianza para hacerlos trizas. Es
un ángel de la furia y su vida está cifrada en la vengativa historia de ejercer
el poder con las enhiestas
armas y en su marmórea piedad para el perdón.
HOJARASCA | Miles de palabras caen desde
el árbol, son esencias vegetales habladas por el viento, caen apresuradas para hacer
millones de libros con hojas de mil páginas, se pudren sobre el suelo, se sumergen
entre el cieno, se hacen poemas nutrientes, vuelven a la tierra, abonan los pisos
para volver aéreas hasta al cielo convertidas en bosques de los que se hablan en
los cuentos de la abuela. Miles de pensamientos se integran sobre el manto de la
tierra.
MUJER ÁRBOL | Raíces entrelazadas con las nubes, arbóreo cuerpo de desnudez de ramas
y frutas colgadas de los bosques húmedos, una presencia de antiguas y nuevas lianas,
sujetada o tronchada sobre la espina dorsal de las encinas y los robles, ella ya
se ha convertido en una parte de la sustancia vegetal que anida como pájara entre
las grietas y los tallos, picotea audaz su morada de nervaduras selváticas, su erotismo
fuerte de nidos multiformes, su cuerpo es fruta que respira, ángel encorvado con
sus alas dobladas después de haber agotado su vuelo seductor entre las inmensas
hojas. Ella es pura selva, su traje verde azul casi nocturno es la aparición de
la luna entre el follaje.
DESNUDA EN EL DESIERTO | Entre cárcavas y filos de arena en rocas rojizas y pardas, un ser se ha
despojado de los miedos, habla el desierto, hablan las rocas, habla el sol escondido
tras las sombras, habla la mujer que sueña con estoraques besados por el viento,
habla el silencio con su murmullo de estrellas, habla la nube agradecida de beber
del cielo, habla la arena en su multitud de errancias, habla la luna loca por abrazar
el día, habla el amanecer empecinado por desnudar la luna, habla la mujer que yace
sobre la peña en el altar de las premoniciones, habla el mundo su color parduzco,
habla la señal del cuervo, hablamos buscando esa luminosidad del cuerpo.
FANTASMA ENTRE GEOMETRÍAS | La puerta, el velo, la calle, la sombra, la pared,
los cuadros, la mirada de líneas, el cruce del día con la hora incierta, la mitad
de un cuento, el momento del alma, el gorrión muerto, el techo con sus agujeros,
todo, todo, y sigue todo, es una geometría que nos lleva hacia las rectas, los desvaríos
del agotamiento, el fantasma sale solo, agobiado, incierto, lo demás es un instante
fugaz, algo que está rayando el pensamiento, puras líneas que nos enmarcan, nos
encierran, nos enloquecen en sus normas.
BUSCANDO EL CIELO EN MEDIA CALLE | Buscaba entre escombros de ciudad un paraíso perdido
sobre asfaltos y fue posible hallarlo. Bajo la escucha secreta de los pájaros, los
delirios de planetas rotos, la ropa de un ángel en harapos, la gloria insatisfecha
de un conjuro amatorio, alguien meditaba sobre los giros del siglo y sus guerras
perforando sueños. Levitación, filosofía del silencio, una palabra gravitando entre
estelas de luces que se hieren en las horas más nocturnas, alguien está preparando
el lanzamiento de sus oníricas tempestades, carrusel de pasiones y acallamiento
de lo sensual entre sus manos, alguien nos está invitando a ver paraísos aún en
medio de la fatalidad y el desconcierto, alguien existe para meditar cuando la mayoría
de nosotros ensordecemos de decadencia y gritos.
LA MIRADA EXTASIADA | El horizonte es una franja de ropa de nubes, una línea de árboles parlantes,
un bosque de nieblas encantadas. El centro del paisaje está en esa cordillera de
espalda que se ve intervenida por el maíz y la cebada, la sábana que cubre las ninfas
que han descendido de los Gólgotas, el centro mira extasiado, es la contemplación
del diente de león y las cigarras, el estado subliminal de saberse universo en un
metro circular de respiraciones. Hay un espejo en la bóveda celeste, refleja la
locura de un dios que observa con lasciva el cuerpo meditando sobre un viejo trono
ya cortado. El centro gravita sobre la mirada extasiada de una fluidez de encantamientos
en medio de una pradera incendiada, es la hora del sol que nos quema la mirada,
es el minuto exacto para desnudar nuestros instintos, es la orgía del paisaje que
deambula en la mirada.
GOTA DEL TIEMPO | Pasa cada gota del tiempo, sumando segundos podríamos hacer un cargamento
de olvidos. La anciana Parca hace nudos en cada instante, corta y añade la pita
de los días, en carrozas lentas se van alejando ya los tiempos vividos, el reloj
gesticula una oración para todo tipo de final, la aurora viene a reclamar su sueño.
La nieve cae sobre los cuerpos que se asoman al ocaso, a otros el tiempo les resultó
muy corto y de un disparo se lo han llevado a otros cercos. Muchos otros todavía
creen malgastar las horas matando segundos como moscas, más los hay que hacen de
cada instante una nota musical en el pentagrama de sus vidas. No falta la ventura
bella de hacer del tiempo un erotismo de las bienaventuranzas, un goce sencillo
y profundo de abrazar todo cuanto la sensualidad permita, breves instantes de eternidad
dichosa. Que no venga nadie a cobrarnos el tiempo que hemos vivido en goces.
ENTRE CUERDAS | Cuando aparezcas, una palidez -no, no hablo de miedo, sino de su contrario,
de una audacia invencible- una palidez va a recubrirte. A pesar de tu pintura y
de tus lentejuelas, estarás muy pálido, tu alma lívida. Es entonces cuando tu precisión
será perfecta. Jean Genet [El Funámbulo] | Estar en la línea horizontal
del equilibrio, envuelta en cuerdas, nada loca, sólo suspensión en los trapecios,
el juego de danzar entre los hilos, suelo arriba , luna abajo, se ha dado vuelta
el mundo, los espejos crispados del instante, la mujer no está desnuda, tan sólo
reposa leve y suelta sobre una hebra horizontal que le otorgó la vida. Viajera de
sí misma, las cuerdas son un vestido de tensiones y de nudos, la piel pide a gritos
ser desvestida entre bailes obscenos con camándulas de ritos giratorios. La vida
es plena como un universo donde las curvaturas son las líneas que deja el horizonte
sobre una nube que se dobla con el peso de la liviandad que reposa sobre el cielo.
LA OLA | Abrazo acuático de la fuerza
oceánica, dónde está tu mano abierta, tu pómulo de agua, tu crispante saludo matinal?
Ola que nos llega desde el fondo de un sueño amniótico invernal, soledad de mares
y congojas sobre la piel austral, soledad de mares donde ballenas grises se pasean
comiendo el plancton que nada hasta el final. Ola potestad del Neptuno, mano de
Atlante, cara de naufragio, caricia de la inmensidad.
LA LUZ DE LAS VENTANAS | Esos rayos de luz que se cuelan
por las ranuras del cristal, esas líneas que semejan el resplandor de un dios enloquecido,
esos salones iluminados por el poder del aire y el sol que se nos derrite de repente,
salen en el momento que uno más añora ser rayado por la luminosidad delas ventanas,
la manera intima de olvidar el oscuro laberinto, el salir del ocaso y creer en las
mañanas, Algo de esperanza, aunque rota y deslucida, se ve en esas líneas que nos
tocan los muros y se cuelan hasta muy adentro de las casas.
GATO NEGRO MAÑANA OSCURA | En la madrugada el gato sale
sigiloso entre las tapias, sabe la ruta del amor den los tejados, saluda en su paso
el maullido lastimero de los que no salen, sigue en su parsimonia viviente su sofisticado
caminar entre las sombras. Su rumbo es a ningún lado, donde los pies lancen su instinto
y donde su instinto tenga los pies suficientes para seguir la calle abierta. Salen
los gatos negros en la madrugada negra, son nuestras almas gemelas que se apropian
del espacio donde el poema se agita y se compone de asaltos y piruetas. Son nuestros
otros seres que gravitan en la sombra y resplandecen en sus ojos brillantes como
fuegos nocturnos que no se apagan ni se amilanan con los miedos.
ALTOS PICOS NEVADOS | Arriba siempre arriba, cumbres
pedregosas y montañas frías. Un mundo de alturas, casa del cóndor, las nubes cubren
la magia de las cordilleras. Los caminos enlodados hacen cada paso una osadía, subir
y subir, como remontándose al cielo, Son cúmulos de hilo, frailejones de paciencia,
filos escabrosos, aire inmenso, soledad y Un paisaje de ojos muy abiertos.
ENTRE BALCONES | Pasan los pájaros que saben
suspenderse en los cables
Pasan
los gritos del vecino airado
Pasan
los olores de las viandas del que ha cumplido miedos y celebra
Con
biscochos de silencio y parva de temores
Pasan
los amores consumados entre balcón y balcón,
La
entrepierna de las casas, los aleros con mil besos
Pasan
los ancianos sentados en sus sillas de mimbre congelado
Pasan
los escándalos entre la sala y las ventanas
Pasa
toda una vida y los balcones siguen siendo sombras
Testigos
y formas de huir cuando ya no se ven tejados
Pasa
la vida
El
balcón es un segundo de mirada sobre una ciudad desvencijada.
LAS TRES GRACIAS | El triángulo de la amistad,
el dar, el recibir y el devolver, se cumple con la maravilla del regocijo y de la
celebración. Como las Gracias mismas, que se presentan joviales, envueltas en sus
vaporosos sueños, tomadas de las manos en actitud de vuelo, una fraternidad de hallazgo
y suspiros por cubrir la inmensidad de los paisajes de los bosques, una manera de
salir de la rutina y formar un coro de ángeles sin alas pero con mucha energía para
conquistar libertades y garantizar asombros.
INVOCACIÓN | Invoquemos
las fuerzas de la noche, aquellas que nos erizan la piel en dos estrellas, invoquemos
la vía Láctea, como la ruta de los misteriosos caminantes que van por una vieira
y se bautizan con vino en las esquinas...Invoquemos las auroras con sus rajas de
luz tras las colinas, ese despuntar del sol en las cortinas brumosas del amanecer.
Invoquemos las primeras horas del día, con es espumeante batido de las nubes; invoquemos
los giros del sol sobre nuestras testas cubiertas de geranios, amapolas y girasoles
del tamaño del sueño de Van Gogh.
Invoquemos
el saludo matinal y el cenit del astro sobre nuestras ideas que hierben en la memoria
de todos los alimentos. Invoquemos el atardecer y celebramos con él los ocasos del
día, Invoquemos la amistad tan cercana a los sueños de la noche, así y todo somos
ciclos continuos, una rueda cósmica que vuelve y nos recibe en sus movimientos dentro
de la corteza del planeta. Algún día en estas invocaciones podremos salir a viajar
por el resto de los muchos universos.
Invoquemos
la magia, el centro que gravita entre la imaginación y el deseo, las revoluciones
que liberan las pesadillas de la mente y aligeran el paso por este mundo desquebrajado
y torpe. Invoquemos la alquimia y sus búsquedas, invoquemos la luz aún en medio
de la más absurda oscuridad, y seremos una vez más seres en absoluta libertad.
LEJOS DE LOS SUEÑOS | Se es desvaneciéndose, se vive
como si otros seres nos dejaran atravesando silencios ante una página que respira,
somos las últimas letras que escribimos con la respiración agitada, somos una evanescencia
de fantasmas que nos miran desde adentro, somos un grito expresado contra un muro,
somos la espiritualidad hecha piel y nos refugiamos en un poema agónico, somos ese
rostro que nos mira con la ternura de un aguacero recién huido, somos esa estirpe
de presencias donde el amanecer nos deja un resquicio para mirar las próximas noches
sin temer al sol.
Se es existiendo entre esa palidez que nos
dejan las ciudades cuando se alejan de los sueños.
LA PREMONICIÓN | Los témpanos se resquebrajan
sobre la superficie helada del océano onírico, hay un pozo entre los dos bloques
heridos que flotan como amores separados y dispersos. Fragmentos de memoria navegan
entre suspiros y sueños convalecientes, la naturaleza de las aguas deja enigmas
en sus movimientos fatigosos, nos queda saber nadar en esas espesuras, aunque no
tengamos timonel y el barco se haya hecho pique, sobrevivimos pegados de los maderos
viejos que zozobran en nuestras precarias vidas. Seguimos, el hielo paraliza y deja
los músculos morados, más se sigue ese nado constante, no sabemos si hay una isla
cálida adelante, tan solo sabemos que existimos y esperamos la aurora. A lo Lejos
presentimos que existen las hogueras. Algo tibio nos abraza como una premonición
de un fuego que no nos abandona.
A TODAS LUCES | Titila entre los parpados una
estela luminosa, son farolas del miedo, son angustias lumínicas, son las fauces
de un sol enfermo. La calle es sombra y una lámpara ceniza que nos mira sorprendidos,
luego la soledad y la humedad del siglo derramada entre la sangre. En líneas de
un renacimiento tardío se ve el final en perspectiva, un agujero por donde salir
huyendo, es el final. La calle nos invita a caminar hasta donde la luz se pierde
y se reinicia la vocación de estrellas muertas, en el cielo millares de ojos salpican
de luces nuestras dudas. Nos miran racimos de uvas fosforescentes, una pléyade de
luciérnagas urbanas no pueden quitarnos el estremecido cielo oscuro que nos cubre.
Al final el hueco último, la apertura para
la desaparición y pasar los umbrales donde podamos seguir juagando. Las líneas todas
nos llevan por esos corredores donde caen los meteoritos derretidos como natas de
ángeles buscando nuevos cielos.
AGUA | Somos agua, todo fluye adentro,
poco se piensa en la poética de los riñones y el las fuentes del amor incrustadas
en el hígado, somos líquido de fuego y enormes iceberg navegan en el cuerpo. Pocos poetas naufragan en ese adentro corporal que
duele y crece, pocos se arriman a las fauces del esófago, a los abismos del estómago,
a las pulsiones arteriales, a los laberintos cerebrales, somos a veces pura demagogia
de amores sin cuerpo, ángeles incólumes, impolutas pasiones sin estornudos y sin
penas. Somos agua, hay que ser vegetales desde adentro, tocar el cielo de la tierra,
abrazar el centro de la nube, pero a la vez sentir ese esqueleto con sus músculos,
sus debilidades y sus glorias. Somos agua, que llueva y que llueva entre las concavidades
no vistas de nuestro planeta corpóreo, que siga los ríos de sangre, las emanaciones
de lo espiritual entre las venas, la fuerza del páncreas, la inmensidad de nuestro
ser que está hecho no sólo de bellas palabras, somos ese ser empacado entre los
músculos, somos ese ser que se nombra desde el hueso. Somos raíces, arborescencias,
flor y líquenes, habitantes de nuestra inmensidad del cuerpo.
GATO DESPARPAJADO | Greñudo, bestial, solitario, con el pelambre tieso
y las barbas untadas de nocturnas cenas, cenizo, umbrío, esquivo, huraño, secuaz,
mal herido, como gato rapaz, engendro animal del techo y de la madriguera. Así somos
muchas veces, descuidados, desparpajos de los muros, parecemos reos de un caos universal,
somos impulsivos y fieros, tiernos y sucios, desmelenados y saltarines. Bueno sería
nunca perder la condición de gato. Con los bigotes untados de destino, el pelo erizado
por la vida, pero plenos, glotones de seguir siendo auténticos, sin permisos y sin
venias.
ENIGMÁTICA PRESENCIA | La mirada helada, fija como
eslabón mental y puerta secreta. Una enigmática presencia, un corazón que no se
exhibe, adentro volcanes y relámpagos, un camino lleno de preguntas y temores.
El
misterio concavidad sublime, nube de otros cielos.
Ella
parece estática, más está moviendo estrellas desconocidas.
Ejerciendo
el poder sutil de sacerdotisa del encantamiento.
El
amarillo que enloqueció a Van Gogh.
Naranjas fuertes
circulan por el orbe, girasoles incendian la memoria.
Un cúmulo de dioses
dorados se achiquitan como el oro despoblado.
El mandarín de
la antigua China se siente enfermo de sus fiebres de color,
La avena y el trigo
amarillean las colinas,
La fiesta dorada
inicia en primavera, millones de flores de miles de amarillos.
Salen en danza
de colores por todas las campiñas.
El ocre, amarillo
de los ángeles, se queda tostado entre los goznes de Bizancio,
Lo demás es esplendor
y un goce que despierta los instintos y abre libertades.
Alguien perderá
de nuevo una oreja
Por estar escuchado
la algarabía del sol.
LAS ARENAS DEL MAR | Las arenas del mar cumplen ciclos,
las estrellas en la noche son luminarias de otros tiempos, el viento sale y da la
ronda por el tiempo, las mujeres audaces no se visten de aniversarios, salen en
busca de infinitos sobre las líneas del horizonte de deseo, este día que sea feliz
para ti, pues estas proyectando tu magia por mucho y muchos años más.
FLORES PLANETARIAS | Esas flores que examinan el
secreto del néctar entre los resquicios de la piel del insomne, esas flores que
hablan solas en los jardines de nadie, esas flores murmurantes que nos dicen lenguas
milenarias ya pérdidas para nuestra escucha sorda. Esas flores que son el escenario
de nuestros sueños como un cielo de rojas estrellas que nos miran y nosotros nos
quedamos mudos. Esas flores, qué distancia! Tan cerca y siempre son la misma alusión
a otros planetas acechantes.
LA DESPEDIDA | Bucólico festín entre las frutas
con sabor a cielo y con el desdén de un paraíso al que se le ha exprimido el jugo.
Merienda de asaltos sobre un frutero de desgajados racimos caídos sobre la pena
inmensa de haber robado algo del trono del señor celeste que se quedó dormido en
los altares de las nubes. Los dos, a punto de salir de la granja rústica, del jardín
donde la comida empezaba a saber a deuda y a posteriores cobros. Ambos, pareja mítica
que festejo su huida, aun desnudos se balancean entre árboles de sombra, a sabiendas
que las vacaciones que les dieron ya están llegando a su hora finita. Preparan la
despedida con manzanas verdes, las mismas que tentaron a Newton o la misma que estuvo
sobre la cabeza del hijo de Guillermo Tell.
EL EDULCORADO PARAÍSO | Sobre un tapis de sueños, dulcete
estampa de catecismo y sermón con sólo imágenes, camina una pareja que besa leones
y elefantes. Una imagen melosa y cursi de un jardín donde no hay tunas ni las piedras
tallan. Un falsete paraíso de cine estacionario, de señores que tocan la puerta
los sábados para venderte el cielo. La dulce compañía de un matrimonio en una finca
donde se organizan fiestas y se va de paseo como si el cielo fuera sólo un espectáculo
silvestre. Adán Y Eva no imaginan la vida entre azadones, ni palpan la mano sudorosa
de un trabajo, oyen desde lejos las cornetas de un pastor que pide diezmos.
UN PARAÍSO INFLACIONARIO | Pesados, cabizbajos, la pareja
original se despide de las cuotas burocráticas con ángeles que han gestionado a
préstamo una cuota en el cenáculo del cielo. Ya no resisten pagar tanta felicidad
que se acumula en dadivas que se pagan con fervorosa espera y con una sumisión de
esclavos. No los han sacado, mejor, han huido para no pagar ese apartamento lujoso
que se hace inflacionario. La última manzana resulto vinagre, se las cobraron con
dos hijos que resultaron matándose entre cultivo y carne. Solos, mancillados ven
su futuro en una especia de purgatorio que se convierte en urbe. No les queda otro
recurso que inventarse un dios que no les tire fuego y que permita que la carne
palpite entre sus manos.
LA PIEL DE ADÁN Y EVA | Lleno de vellosidades y felpudas
esperanzas que caminan, bajados de los árboles, se han transformado en transeúntes,
los hostiga el frio y el hambre les hace recupera el fuego del trueno que un dios
ciego les enviaba enfurecido en las noches de tormenta. Ya no son los míticos desnudos,
son primates de una parentela de primos del futuro. Aúllan, escarban, entierran
sus secretos, vociferan, gesticulan, hacen cuentas, se asustan, se enumeran, son
vaga-mundos de un lugar a otro, buscan su perdido paraíso en las mismas bocas de
un infierno construido con sus manos. Son creativos, con el tiempo inventaron dioses,
las murallas y los cetros. Algún día harán poesía y le cantaran a la luna sus desgracias.
LA FLORESTA INCANDESCENTE | El color brota de la tierra,
es fecundo, arcoíris de las trasmutaciones, Adán es minúsculo, Eva es una fruta,
todo se ve fresco, es una isla incandescente donde el color hiere y hace fiesta.
El paraíso como trópico inunda y atrae, todo crece salvaje en una paleta de flores
que se comen. Niños aun jugando a ser los dioses, la pura lúdica del recreo, la
invención de ser humanos. Sentados retozando sobre un abanico policromo de soledades
que se aman. Se han recreado en ser personas, inocentes, distraídos, son la misma
condición de un largo asueto que es la infancia. En ellos dos, por un instante creo
uno que habita la esperanza. Locura de la luz, un espectáculo de humedades y relámpagos.
LA CALMA ESCENIFICADA | Como dos signos hieráticos en
reposo se ve la pareja del antiguo paraíso, interrumpidos tal vez por una figura
vertical que conversa quedo, casi en el silencio de los murmullos que son ante sala
de una oración silvestre. Pálidos, emblemáticos, en una evanescente condición de
espera, sentados en un prado recortado, jardín de golf donde se baten las olimpiadas
en el club celeste. Un pequeño hoyuelo sirve para arrojar guijarros desde lo alto,
meteoritos en estampida sobre la faz terrestre. La mujer agita el pensamiento, debate
sobre los placeres de su cuerpo, el hombre paciente escucha el sermón sobre la abstinencia.
Algo intuye la mujer que la fruta negada es puro eros. Adán diserta sobre las bondades
de esa finca. Eva evade el formalismo y la etiqueta, busca resolver los enigmas
de la carne. Ambas pálidas figuras parecen pastar como ovejas en un territorio alquilado.
Luego vendrán los vientos, se largaran en marcha, recorrerán el planeta, desnudos,
buscando nuevos atributos a su estirpe andariega. Adquirirán el color de la lozana
primavera, realizaran proezas y conquistaran el trueno, volaran en pájaros metálicos.
Tendrán templos de oro y asechanzas, harán la guerra por deporte y despropósito,
se convertirán en dogmas vestidos y perderán la inocencia del pasado.
ADÁN
Y EVA Y EL GATO | Pura invención de camanduleros frustrados, los gatos
ya eran parte del paraíso y no una sombra del pecado. Ya al lado de la fecunda pareja
había un gato echado. Ellos dos desnudos sentían la telegrafía angelical de sus
murmullos y maullidos. Un ser que regresaba de un planeta nuevo, soplo al oído la
idea de la fuga, de soltar amarras, de no ser domesticados. El gato fue el ángel
con pelos, mullida nube que ronronea, creo la duda, por lo tanto las preguntas.
Pudo lograr que la pareja besara a la serpiente como un signo de interrogación enroscado
entre las hierbas. Logró que probaran de las frutas dulces y luego se acomodó a
su lado hasta hoy en día que se ha camuflado entre las casas. El gato es parte del
paraíso recobrado, con sólo verlo uno siente que el jardín del Edén es un dulce
ronroneo que llega desde el cielo, la placida figura de un filósofo de estrellas,
la amigable amistad con la noche y sus silencios.
LAS
SEPIA TENTACIONES | Tierra de franjas onduladas, la voluptuosa estirpe
del deseo desparramado sobre un campo idílico y sagrado. Ella tienta con la fruta
al desnudo y tímido conserje, el duda, tiembla, hace el ademán de querer y no querer.
La mujer vestida con hojas recién caídas de su árbol. La serpiente ya ha hecho su
trabajo, él descansa después de un coito con las dulzuras de la carne. Ella temblorosa
aún es tentada por la fruta que ha sido prohibida, trata de saciar su sed y ofrecer
sus jugosas urgencias a su amado que aún se sabe reposando. Todo es sepia, color
de un café que deja el sueño, un color de arcilla ya quemada, territorio de nostalgia,
donde se avisa que después del sexo queda la urgencia derramada, un deseo de salir
en desbandada, como si fuesen pillados por el señor de la casa, ofuscado, envidioso
y alterado. Algo dicen esos cuerpos dispuestos a un último descanso, antes de partir
para otras tierras ya sin fin.
LA TENEBROSA DESPEDIDA | Un azul de cielo ausente, vaga
sensación de salir de un mundo que se ha hecho gris, melancólico y frio. La pareja,
casi andrógina sale entre el llanto y el desconcierto, cómo pudieron perder el paraíso
por estar mordiendo frutas, el arte de probar para conocer, a audacia del saber
del tacto con las cosas. La serpiente repta por el suelo, tímida, fugaz, tentación
de hacer una Lilith que pregunta por el origen de las cosas. El árbol parece una
rama sarmentosa, frágil, móvil, ciega lucidez de las despedidas. Todo está en una
angustia nueva, un nuevo cielo está por inventarse, queda el camino, los nuevos
senderos que les brindará la vida. Ahora se hacen transeúntes, dos agitadas criaturas
a la deriva, sin plan, sin meta, una estación en movimiento, el origen de los viajeros,
el Mercurio del Olimpo caminado por la Tierra, la pareja que ha perdido un nicho
de ilusiones, convertid ahora en ciclón de desgracias y también de bendiciones.
Cada bendición se hace con las manos cada día. De poetas de ensueño a operarios
de la vida, la vida gira y gira. Es el inicio nómada por esta tierra ciega y yerta,
les toco la labrantía y el trabajo y la osadía.
LUIS FERNANDO CUARTAS (Colombia, 1956). Poeta, gestor cultural, caminante, guía de patrimonio cultural,
historiador de la Universidad Nacional. Hace cuatro décadas participa con John Sosa,
en el proyecto Poesía al Aire Libre, posteriormente Revista Punto Seguido,
incluyendo performance, actividades tanto urbanas como rurales con la poesía, las
artes escénicas y plásticas. Trabaja el collage, y esculturas con materiales en
desuso, ha recreado personas históricos haciendo recorridos por la ciudad. Ha participado
con Organización Caminera de Antioquia en procesos de recuperación de antiguos caminos
tanto prehispánicos como coloniales. Contacto: ferrangato@gmail.com. Página
ilustrada com obras de Felícia Leirner (Brasil), artista convidada desta edição.
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● ÍNDICE # 100
EDITORIAL | 100
números e a dinâmica imóvel do cotidiano
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com.br/2017/08/agulha-revista-de-cultura-100-julho-de.html
AGACÍ DIMITRUCA |
Tiempos griego-españoles
ALFONSO PEÑA | Conversa con Claudio Willer
ANDREA
OBERHUBER | O livro surrealista como espaço transfronteiriço: Lise Deharme e
Gisèle Prassinos
ANTONIO CABALLERO | Harold Alvarado Tenorio y un libro a cuchilladas
DANIEL
VERGINELLI GALANTIN | Eliane Robert Moraes: perversos, amantes e outros
trágicos
ELVA PENICHE MONTFORT | Fotografía y surrealismo: fetiches de Kati Horna
ESTELLE IRIZARRY | Eugene Granell: correspondencias entre creación
pictórica y literaria
ESTER
FRIDMAN | A linguagem simbólica
no Zaratustra de Nietzsche
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 1
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 2
FLORIANO
MARTINS | Enquete sobre Erotismo e Sexualidade – Parte 3
HAROLD ALVARADO TENORIO | 100 años de poesía en Colombia
ISABEL BARRAGÁN DE TURNER | La isla mágica de Rogelio Sinán
JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Víctor Gaviria: El poeta y el cine
LUIS FERNANDO CUARTAS | La ilusión siniestra de los cuerpos y los
engaños de la metamorfosis
MARIA LÚCIA
DAL FARRA | Herberto Helder, sigilosamente Herberto
NICOLAU
SAIÃO | Recordando uma comunicação de Mário Cesariny
RICARDO ECHÁVARRI | El poeta Arthur Cravan em México
SUSANA WALD | En el espejo retrovisor
ULISES VARSOVIA | Esencia y excedencia de la poesía contemporánea
ARTISTA
CONVIDADA | FELÍCIA LEIRNER | GISELDA LEIRNER | Felícia Leirner, minha mãe
Agulha Revista de Cultura
Número 100 | Julho de 2017
editor geral | FLORIANO MARTINS
| floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES
| mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO
MARTINS
revisão de textos & difusão
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equipe de tradução
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ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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