quarta-feira, 27 de maio de 2020

CARLOS SATIZÁBAL | El canto Radical de Angye Gaona


Ella canta la tierra. Canta los que hacen de la tierra canto de la muerte que nos busca y que buscamos. Canta el carácter radical de aquellos fundadores libertarios que desafían la hondura sagrada de la muerte, porque van por lo imposible a los abismos. Dice: “por lo imposible vamos / hasta el desgaste / nos hacemos matar / y a lo fiero.” Es su poesía un canto de mujer que nombra su paso por el país de las gentes radicales, que siguen vivas en el río y en la calle de la tarde y en la sombra del cafetal que ofrece al canto sus brotes. Canta el trabajo. Los radicales son esforzadas gentes que pueblan las aguas y los montes. Que siembran el café fresco del amanecer y cultivan la sombra donde sueñan una tierra solidaria, liberada de los que amasan su riqueza con la sangre y la muerte y el despojo de aquellos que trabajan la tierra y llevan sus frutos hasta nuestras mesas. Canta el rumor del río que cruza la memoria y el país, río Yuma, Río Grande de la Magdalena. Ella canta la geografía radical de la memoria y del paisaje que nos da la vida. Dice: “no hay como estar uno de acuerdo con el paisaje”. Y nos recuerda que así han vivido quienes poblaron estos paisajes desde antes de la india niña violada por los primeros despojadores vestidos con trajes de metal.
Divinidades enloquecidas por la pasión del abismo crearon estas montañas, estos valles entre montañas, este aire de veloces acantilados, este paisaje. Las divinidades trazaron altísimos saltos sagrados, abismos verticales donde terminan las mesetas. Dice:

En el fondo te espera el goce de no regresar arriba
No sabes cuántas veces quisieron devolverse
los dioses cuando crearon
estas tierras
que son más fuertes que los dioses
He aquí el salto
detente, observa y gatea
Ahora inventa un vuelo
baja con lazos
o lánzate en caída libre
Despídete en todo caso de toda paz

La poeta nos hace sentir que esta tierra tiene escrito en el paisaje nuestro destino. Dice: “La profecía anuncia la fragmentación del país. Por ese lado se abrirá la tierra.” Y nos dice que aquí los hijos “nacen con un rugido por canto”. En su canto a estas geografías humanas radicales todo es telúrico, y por ello para la poeta es preciso especular; dice: “Se especula que todo se relaciona con la energía sísmica y que en un nido de fallas nacen ejércitos rebeldes engendrados por volcanes dormidos”. 
El territorio de su canto se anima poblado por la lujuria de la yerba y del frío, de los vientos y las sombras de pájaros. Y canta la lujuria inolvidable de la yerba que desciende alucinada en el vuelo de cada pájaro a crecer en cada grieta de la ciudad. Dice: “la yerba lujuriosa viaja por dentro / de cada pájaro que pisa el cielo / se deja caer cuando quiere en la avenida / y lasciva invade las aceras.” A la poeta no le basta decir que los pájaros vuelan. Ella nos hace sentir que el cielo de la ciudad es también un suelo que cada pájaro pisa en su vuelo. El canto se hace canto de ciudad. Su ciudad, allí donde creció su altivez y su mirada de niña poeta. Dice:

Como solías dedicarte
al dibujo de letras
te expulsaron del colegio

ahora nos quedan las paredes
para garabatear

Los muros hablan
dan consejos
los muros responden firmes

Pero las ciudades están asediadas por las manos del incendio, por la guerra de las demoliciones, por la locura de los desenterrados y los espíritus de los muertos que vuelven cuál ejércitos de la rebelión poética a liberarnos del peso anodino de la existencia en la cenizas de la confusión, en la desaparición de la materia, en la búsqueda de otra esquina y otro árbol para nuestros encuentros. Dice:

La guerra es mágica
desaparece la ciudad
Los desenterrados se levantan formando obeliscos
¿En dónde se dan cita los espíritus
que ya no reconocen
las arboledas ni las esquinas?

En esta poesía todo está animado por la música de sus palabras, por las preguntas sobre el destino, sobre el tiempo, sobre la identidad, sobre la tierra habitada por nuestras muertes y nuestras vidas. Todo está creado con imágenes que parecieran crecer en las fronteras entre el sueño y la vigilia, entre el mito y la memoria, entre el delirio y la lucidez. Cada poema se teje como una memoria poética. Una memoria que ahora pervive en la lectura de sus cantos, en la lectura gozosa de su escritura musical; una memoria poética que ilumina el sueño de la lectura con su lucidez y sus delirios, con su rebeldía volcánica, con su asombro femenino.






 Comentario sobre el carácter radical
expande su rumorosa arquitectura en un viaje que la poeta organiza en cinco momentos, con los paisajes, con las almas en rebelión, con los pueblos y las ciudades memoriosas, con los rituales y los habitantes de la memoria, con los recuerdos. La poeta nos lleva a ese viaje con su cantar. Un viaje que se inicia con la celebración de las fuerzas telúricas de la tierra, las fuerzas que nos han concedido los dones de la rebeldía y los misterios de la luz, de los ríos y de los paisajes tectónicos andinos. Un viaje que nos incita a reiniciarlo, a releer estos cantos, a volver sobre cada uno de ellos, cuando llegamos al poema final que celebra el río que vino a fundarnos, el poema final que canta todo lo que nos ha traído la corriente viajera del agua del gran río que nos cruza. Al terminar su lectura, al llegar al verso final, al verso que nos invita a entrar en ese río, a quitarnos los zapatos y abrazar en el río las aguas de la memoria vivida, las aguas del amor, de la rebeldía, las aguas del mito, desea uno, como lector pasional, como lector gozoso, como lector hedonista, que goza con los goces y las revelaciones de este libro tan vital, tan necesario, tan afirmativo de la vida, de este libro que nos revela secretos ocultos de nuestro ser colectivo y de nuestros mundos personales, desea uno volver sobre cada uno de sus cantos, releer cada uno de sus versos para conservarlos en la memoria poética, en el rio de nuestros cantos. Dice: “Abraza al Magdalena / y antes de entrar / quítate los zapatos.” Este libro de Angye Gaona es río, es agua, es sombra, es yerba alucinada. Es piedra, es pájaro. Es los muertos que nos llaman. Es la rebeldía, es la ciudad, es la cordillera, es duelo. Es poética celebración de esta tierra y este cielo que habitamos. Es canto de mujer.


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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 151 | Março de 2020
Artista convidado: Lia Testa (Brasil, 1977)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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