segunda-feira, 8 de junho de 2020

ENRIQUE DE SANTIAGO | El verbo lítico


Aunque esa persona saque cien mil baldes de agua del mar, no encontrará la Perla. Se necesita un buceador de aguas profundas para descubrir la Perla, y no un buceador cualquiera, sino uno que sea hábil y tenga suerte. Las artes y las ciencias son como sacar agua del mar con cubos; encontrar la Perla es otra cosa.

Rumi

El Surrealismo en Portugal, al igual que en Chile y el mundo, ha tenido una actividad constante desde hace bastante tiempo. Esto se ha debido en gran medida a la influencia que ha ejercido Artur Cruzeiro Seixas en los más jóvenes, esto desde hace un par de décadas. Lo que ha significado exposiciones en torno al imaginario surrealista, formación de colectivos y un par de editoriales. Indudablemente uno de los responsables de transmitir la esencia surrealista a los nuevos cultores, es Artur Cruzeiro Seixas, quien junto a Mario Cesariny son las figuras fundamentales del Surrealismo lusitano, sí quienes bien, no lo introdujeron en el país (esto lo realiza António Pedro). [1] Es gracias a ellos, que se da la permanencia y desarrollo de este movimiento en este país, y al igual que en otras latitudes, su ejemplo nutre a los más jóvenes durante cada década del siglo pasado y presente. En esta ocasión, más que profundizar en una biografía de Cruzeiro Seixas, haremos lectura de su nutrido imaginario poético – visual, pero especialmente en su obra bi-dimensional (pinturas y grabados) sumergiéndonos en su rico mundo lleno de simbolismo y de un lenguaje que nos adentra en lo inefable de la surrealidad.
La obra visual de Artur Cruzeiro Seixas y sus formas es un imaginario que viene evolucionando desde la otredad y que se remonta al principio y origen de la humanidad, cuando el ser humano, el hombre primitivo, siente inquietud por el misterio de la vida y la muerte, a la cual no logra darle una explicación lógica ni razonable, es ahí cuando se suceden las primeras preguntas trascendentales y comienza en parte la evolución de las creencias y por cierto posteriormente de las religiones que no son otras que aproximaciones a dimensiones desconocidas, a las cuales tratamos de darle una lógica humana. Cruzeiro Seixas como otros navegantes ontológicos entonces empieza a buscar respuestas a partir de los grandes fenómenos naturales, lo que sucede y se manifiesta en su entorno, pero también con aquello que resuena en su interior. Para él estas son acciones movidas por grandes energías que las animan, entonces empiezan a ver esta otra cara detrás del espejo, que es un portal que puede estar tanto también en todas las cosas u objetos, por lo cual deduce que el espíritu humano es parte de ese ánimo cósmico. Una visita a una obra de 1972 titulada Una gran comida realizada en blanco y negro –escala de grises– nos presenta un paisaje sumido en tinieblas, pero que desde un elemento dentro de la obra se despliega una energía lumínica que baña toda la composición –que es piramidal– dotando a cada personaje de una verdad revelada y completa, que nos invita a conocerla en cada uno de sus misterios. Esta formación animada e inanimada se encumbra por sobre una meseta que desea dejar muy abajo esa oscuridad distinta –lo de abajo- y donde toda su energía está puesta en edificar estas formas lítico-orgánicas, una suerte de cuerpos de cuarzo que se empinan para salvaguardar la memoria de lo inefable. Por lo que se alcanza a percibir, no hay un cielo, sino que un techo cavernoso que apenas es iluminado por la forma estrellada de la parte superior. El poeta busca respuestas, busca el sentido del todo a partir de su sentido inverso, y que, en este intento, no se va a rendir, tal como lo presenta en unos versos de 1977: es más que evidente que Dios / en dado momento / pensó que yo acá estoy de más. / Y si yo vacilo para matar una barata / Dios no vacila nunca / y un perdigón suyo / es lo suficiente / para aplastar un Cruzeiro Seixas cualquiera.
El hombre como pequeño demiurgo pone las dudas sobre la existencia y la justa razón de un creador, en cambio, el poeta, el hombre-creador da mayor libertad a sus criaturas, libertad para reconocerse y saberse dentro del constructo habilitado por el poeta.
¿Pero no será esta noción primitiva, un acercamiento desde el punto de vista, de la intuición? Sobre lo que comentábamos previamente, donde el poeta presiente el universo, como una gran caverna, una suerte de realidad discontinua, solamente fragmentada, por la voluntad del ser humano, y me explico, imagínense una gran extensión de información con miles de datos, pero, hay un plano finito que pone un techo a la memoria desplegada, pero sin embargo el poeta intuye que es infinita, porque la ha visto con los ojos del delirio. Entonces una manera de cómo podríamos acceder de manera viable a esta sin perturbar cada segmento de información ilimitada, es deconstruyendo su realidad para liberar una nueva que se expanda por líneas –o cuerdas– y planos que contengan la otredad poética. El creador sabe que ha estado antes afuera, y debe entrar al laberinto para hallar su salida. Todas estas obras tienen eso en común, que es aquella narrativa de despegarse de lo oscuro en pos de una iluminación que lo aproxime al estado más puro y salvaje de la condición existencial. Aunque esa persona saque cien mil baldes de agua del mar, no encontrará la Perla nos dice Rumi. Cruzeiro Seixas se ha aventurado mucho más allá, junto con sus compañeros en la surrealidad se convencieron de que siendo nictálopes en las fuentes de la oscuridad exprimirán de mejor forma los ínfimos principios de la luz.
Hay un plano que desde la óptica de Cruzeiro Seixas, es extenso, y es permanente e inamovible, pero sugiere que todo está cambiando velozmente, y me explico, es como hojear un libro, a alta velocidad, sin poder distinguir cada palabra o cada letra de dicho libro, es pues que recurrimos al sistema aprendido, de hojear cada página, y seguir un ritmo de lectura, en el caso de la obra de Cruzeiro Seixas, debemos detenernos en cada imagen y personaje para conjugarlo con lo otro, eso aquello de su entorno y sentir la nueva significancia que el artista dota a esa nueva realidad, de la cual podemos entonces desprender en forma de una nueva percepción sensorial y entendible sobre la información ahí desplegada, lo mismo sucede con la información que se encuentra en la mayoría de su obra plástica, donde paisajes desérticos y yermos acompañan a personajes menhiricos que se han sostenido en algún punto dimensional por siglos, para acto seguido reaparecer en estos días, en el plano dispuesto por el poeta. Portugal, hace miles de años se pobló de menhires y dólmenes que contenían las claves de una geometría sagrada, y que fueron los elementos por los cuales los antiguos ligures dialogaron con las fuerzas cósmicas y terrestres, basados en los antiguos conocimientos mágicos que se transmitieron de generación en generación. Siglos de adormecimiento culminan cuando un nuevo poeta-mago retoma el imaginario, al cual además lo dota de movimiento y de un guión que lleva el todo a un nivel superior dentro del quehacer simbólico. Los cuerpos líticos, se estilizan, de ellos surgen brazos, y extremidades inferiores, lenguas, tentáculos, y colonias de espirales que pueblan las partes superiores. El menhir muta hacia un tótem, pero sigue siendo piedra, hay un halo marmoleo-petreo sobre su inquietante zoomorfismo. Cada figura nos habla, nos interroga a partir de dentro de nosotros y hacia afuera, lo que nos contiene y se extiende hacia adentro y es hermana en lo oculto de aquellas bellas formas, misma forma que además subyace en planos indeterminados de otras formas dimensionales, a las cuales nuestra imaginación aún no accede, y que se adivina a partir de ciertas nociones que nos indica la física cuántica.
Lo que vemos y observamos en las obras de Cruzeiro Seixas, son en algún punto sombras que muestran una verdad indefinida y errónea –los fondos– desde donde se despegan imágenes definidas y verdaderas –tótems-pétreos–. La realidad se torna irrealidad, porque la irrealidad es madre de lo desconocido-verdadero. El concepto de irrealidad que surgía en los antiguos incluía las tormentas de hidrógeno en Júpiter, las partículas gemelas, las moléculas de nuestro cuerpo y de lo que nos rodea, la irrealidad era imaginada, pero poseía una similitud con la verdad porque se aproximaba sin las ataduras de la razón. Estos paisajes son áridos, pero verdaderos. Un poema suyo nos advierte de la vida, del desasosiego y de lo baldío que puede ser el paisaje: Estoy reviendo nuestra imagen / contorneando ese pequeño sol / casi podrido. / Recuerdo y siento / tus ojos en el espacio / y el pozo. / Y nada entonces presentía / nuestros pasos lentos. / Me acuerdo que atravesamos el mar / la primera sala / el espiral de las escaleras / la espesa pared al fondo. En esa densidad, se mueve la vida, el amor, los eventos transitorios y por cierto la muerte. Incluso, si ese paisaje, esa atmósfera es así en la realidad, debe serlo en cierta forma en la supra-realidad, y por ende Cruzeiro Seixas, construye sus paisajes a partir de aquello que presiente que debe repetirse en la otredad.
Por cierto y muchas cosas y objetos se van reiterando en sus obras plásticas, así como también se asoman en su poesía, pero como ciertos matemáticos griegos identificaron como existente la presencia de pequeñas partículas denominadas átomos sin verlos, el poeta hace sus cálculos y la resultante de la contemplación o su desenfado para con lo invisible, es que da con una visión a la que sólo él es capaz de aproximarnos, ya que cada surrealidad es diversa, tal como lo es cada espejo en nuestra dimensión. Cada forma de aproximación a la irrealidad, casi siempre arrastra su fracción de realidad consigo. Pienso que es posible que se hayan conjugado ambas cosas, la poesía y la metáfora nos construye una nueva dimensión, así como lo es en la geometría, ambas se contienen en nuestros depósitos de información elementales, pero que asume un desarrollo de cada particularidad específica para cada elemento o cuerpo, y quizás dicho más atrevidamente, en cada fracción integrada del todo, algo sucede que cada fracción del entero infinito, adopta un comportamiento en particular que determina su naturaleza, o la participación que esta posea en la suma de actividades de un todo más extenso.
Cada artista erige una cultura propia –su esencia profunda–, una manifestación que les pertenece y los o lo identifica, y por otro lado esta lo esencial del ritual, la trascendencia del espíritu, la forma como se ha vaciado de manera intacta la tradición, y sobre todo de manera oral sin interrupciones, por otro lado, esta adopción que hace el Poder, sobre las culturas y manifestaciones íntimas. Y es por esto que él ve en estas prácticas una manera disonante de cultura, que se remite a lo puramente propio y trascendente, y que corresponde a quienes de alguna manera tejen los hilos conducentes hacia lo maravilloso. Podríamos hacer una analogía en lo formal, o en lo escenográfico entre Cruzeiro y Tanguy, pero ambos mundos, aunque exploran sobre zonas ignotas, han encontrado vetas diversas. La línea del horizonte es más radical en Cruzeiro y las formas son más ásperas en Tanguy, y esto no es casual, sino que obedece a parámetros inconscientes que son estrictos en cada uno de estos dos artistas. La geografía oculta en cada uno no es la misma que la del otro, y no lo es el tiempo ni la densidad dimensional en que se estacionan.
Para el artista hoy, que se sumerge en los mares amplios de la fenomenología surreal, busca y con frecuencia encuentra, pues generalmente da con un hilo donde descubre algo que le suena familiar desde hace mucho. Eso es aquello que recibía por sensaciones alojadas en su subconsciente, y es así es como se confronta con los elementos que lo mueven, lo sacuden en lo más interno. Son pues estos seres totémicos, parte del paisaje arquetípico de muchos y desde hace bastante tiempo. Ellos responden a la herencia cultural de los antiguos, aquellos que veían el espíritu del o de los inefables, construyendo, transformando, dando una organización propia y definida al cosmos, o quizás, dicho de otra manera, eran las partes divisibles del todo contenidas en un holograma. Como decía anteriormente, el Universo puede ser una proyección ilusoria, y nuestros cuerpos físicos parte de esa ilusión y por otra parte lo real, lo verdadero, y lo tangible habita y existe en lo surreal, sea este el ánimo que se esconde en el secreto arcano, aquella pequeña llave que llevamos dentro, que se conecta en cada momento con el cosmos animado por uno y por todos.
Comenzar a plasmar seres o líneas, venidas de otra parte, lejos de este primer segmento de realidad, es un momento largamente esperado por el poeta, aunque desconozco el número intentos que tuvo Cruzeiro Seixas, ciertamente dio con el sendero correcto. Hay un fin mas oculto y poderoso, es el afán de conocerse a uno mismo, el de poder colocar un espejo, que refleje en parte, al alma inversa que cargamos, o dicho de otra manera, ver el alma que carga con este cuerpo –no la mente o la razón- y que es una suerte de visión traslucida, y que de cierta manera, surge en la hoja en blanco. Emana fácilmente como amiga confidente, y da el tono exacto, para invitarnos a movernos sin ataduras en su piélago inmenso de vacío.
El planteamiento de que cada entidad poseía un ánima, que valga la redundancia la animaba, se combinaba con la creencia de que había además un gran organizador de esta animosidad compleja, y que esta gran entidad era quien disponía en perfecta armonía, la suma de estas miles de millones de animas divididas. En resumen, cada una de las fuerzas individuales, comprometía su orden a una fuerza continúa, que las agrupaba y contenía como una sola unidad, existía pues una aproximación primigenia, a la idea de demiurgo, o una entidad controladora, como lo es el artista, cuando determina si habrá un abismo inseguro o un horizonte que de ancho soporte al imaginario que brota de su profundidad ¿Pero no será esta noción primitiva, un
acercamiento a algo más oculto? Desde el punto de vista, de la intuición, de lo que comentábamos previamente, como el universo, como un gran holograma, o una suerte de realidad continua, solamente fragmentada, por la voluntad del ser humano, a donde concurre el surrealista para deconstruir-construir. Imagínense una gran extensión dentro de un plano continuo con miles de millones de bits de información, un plano infinito de memoria desplegada en el universo, ¿como podríamos acceder de manera viable a esta sin perturbar cada segmento de información ilimitada? Esta pregunta se la hace el artista con la información que se encuentra a partir de nosotros, hacia afuera, pero claramente eso razonable –la pregunta-es un lastre que impide llegar a una respuesta profunda, entonces se debe liberar lo que nos contiene y abrirse hacia lo que se extiende hacia adentro, la que subyace en planos indeterminados de otras formas dimensionales, a las cuales nuestra imaginación accede, y por último la que se despliega a partir de ciertas regiones a que nos invita la surrealidad. Es quizás este macro y microcosmos una gran secuencia de verbos líticos intercalados con un propósito, ya que él nos dice que los atrapa –sus imágenes– cuando rondan por sus cotas, como lo indica en unos versos: Otras criaturas pasan igualmente cerca de nosotros / deletreando libros en llamas. / Surgen pisadas en la arena; / son lechos de amor para los insectos. / Y no es el mar que se oye  / sino la guerra más allá de las sierras / y de las planicies / en las pisadas del sueño.
El surrealismo ha sobrevivido, conviviendo con la aparición de otros movimientos y prácticas –también lo ha hecho Cruzeiro Seixas-. En algunos casos, ha sido caldo proteico de algunas de ellas, como el expresionismo abstracto; o el arte Pop que toma el collage del Dadá y del Surrealismo; como también las nuevas tendencias de arte digital donde se encuentran manifiestas imágenes de lo onírico o el arte bruto. Pero antes que todo, el surrealismo ha seguido vivo, no sólo en los escritos de Breton, ni en las retrospectivas de este movimiento, sino a través de un siglo de cultores de este pensamiento y forma de vida que tiene como una de sus figuras a Artur Cruzeiro Seixas quien también ha vivido un siglo. Hoy y antes han surgido en todo el mundo las huestes de nuevos surrealistas, donde siempre ha sido coincidente el interés por ser nautas de lo maravilloso. Las respuestas están en el Surrealismo, pues es y ha sido el vehículo personal y grupal que da luz a las aspiraciones sempiternas del ser humano.
El Surrealismo más que nunca, se ha convertido en una necesidad para el espíritu ante la realidad crítica de su entorno. El ser humano hoy se vuelca al crecimiento propio del alma, y no al éxito banal e inconducente de una vida llena de objetos vacíos. Por eso Artur Cruzeiro Seixas, es y será un baluarte y un faro que guie la navegación de otros que, infundidos en su propio valor para desterrar la pesada razón, se armen de un ojo en estado salvaje, y se hagan a la mar comenzando una aventura que lo lleve a mundos y lugares insospechados. Así, al igual que en aquel lejano año de 1919, el surrealismo irrumpe de manera vigorosa para presentarte como un pensamiento, que da luces hacia un estado de liberación a partir del conocimiento desde el yo interno y profundo. Todo indica que, en el Surrealismo Actual en Portugal, goza de buena salud, pues sigue siendo una manifestación que rescata la libertad del espíritu puro, ese que transgrede formatos, estilos o formas estéticas, ya que hoy como ayer este movimiento se ha convertido en una necesidad para el hombre ante la realidad de su entorno, que se rebela con la complacencia de un arte generado desde el lucro y para la burguesía.

NOTA
1. “Caleidoscopio surrealista”. “Una visión del Surrealismo internacional (1919-2011)” de Miguel Pérez Corrales, pág. 398- La página ediciones, 2011. Primera edición.


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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 152 | Abril de 2020
Artista convidado: Cruzeiro Seixas (Portugal, 1920)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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