Y sobre la pulida nariz que suele hundirse
Nave en el oleaje de la rosa, buscando
Una exacta respuesta de olor a su pregunta,
Se encienden los dos ojos, desde la telaraña
Redonda, minuciosa y azul del iris.
Y luego, del lecho fresco de los labios, donde tu juventud
Parecía haberse tendido ya a sólo madurar,
De golpe, como el agua en los valles,
Todo se lanza hacia los hombros y los senos…
Después todo es quietud y desnudez sin fin.
Luego fue la búsqueda
en aquellos años de temprana juventud de los libros de Eunice Odio. Pude leerla
gracias a la antología que ella misma seleccionó para EDUCA y que prepararía Ítalo
López Vallecillos y que se publicaría meses después de su muerte y gracias a los
tres tomos de su obra que se publicaron por la Editorial Costa Rica y por esas suertes
cibernéticas donde localicé en una librería de viejo en un país sudamericano, las
primeras ediciones de El tránsito de fuego,
su obra cumbre y El rastro de la mariposa,
texto en prosa y rareza bibliográfica. La fascinación por esta aurora centroamericana
ha ido in crescendo con los años y más en este 2019 en particular, rememorando su
centenario. Desde el involucramiento con una serie de homenajes radiales, de traducciones,
de escritura de poemas a su memoria, el incentivo a otros autores a escribir sobre
ella y ver como se concreta un festival dedicado a su vida y obra y a San Juan de
la Cruz en Salamanca, son motivos para el regocijo. El ser testigo este año de ver
su fotografía en la Feria Internacional de poesía de Costa Rica es también un hito
al igual que en el magno evento en el Palacio de Bellas Artes de México; ya que
sólo después de su muerte y varias décadas después, su obra está siendo revalorada
con estudios, reediciones y demás.
Eunice Odio en vida publicó Los Elementos Terrestres, Premio Centroamericano 15 de septiembre y con el cual viaja a Guatemala, siendo uno de los miembros del jurado el futuro Nobel, Miguel Ángel Asturias y allí se establece dejando atrás su natal Costa Rica, donde se sentía menospreciada. Hay otros tres casos similares: el de Carmen Lyra, Yolanda Oreamuno y el de Chavela Vargas. Costarricenses que emigran para poder producir y alcanzar el éxito o el escenario para concretar su obra. Los Elementos Terrestres influido por lecturas de la Biblia, El Cantar de los Cantares y el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz. Sorprende este novedoso tratamiento de lo místico y lo erótico:
Amado,
hoy te he buscado
por entre mi ciudad
y tu ciudad extraña,
donde los edificios
no se alegran al sol,
como frutales conchas
y celestes cabañas.
Y andaba yo
con un crepúsculo enredado entre la lengua,
Con aire de laguna
y ropa de peligro.
En Guatemala, Eunice
Odio accede a círculos literarios e intelectuales de la época y adquiere posteriormente
la ciudadanía guatemalteca. Por motivos políticos, según fuentes consultadas, como
Alfonso Chase, abandona Guatemala y viaja a México donde reside en la Calle Neva.
Posteriormente le
editan en Argentina, un libro en la colección Brigadas Líricas de Mendoza, Zona en Territorio del Alba, que según la
autora en una carta al intelectual venezolano, Juan Liscano, son poemas de escritura
temprana. Para la década de los 50 y los 60, existió en El Salvador, el premio República
de El Salvador, Certamen Nacional de Cultura, el cual obtuvieron poetas de varias
nacionalidades como Marco Antonio Flores, Isaac Felipe Azofeifa y que contó con
jurados como Pablo Antonio Cuadra, Alfredo Cardona Peña, Carlos Pellicer, Ernesto
Cardenal, Fernando Alegría, entre otros. Eunice Odio mandó El tránsito de Fuego, su obra maestra y el mismo según testimonios,
no fue retirado del correo por los organizadores y no fue premiado. Dada la calidad
de la obra y para resarcir lo ocurrido, el gobierno de El Salvador a través de su
Ministerio de Educación y de su Departamento Editorial, publican esta obra que es
una piedra fundacional de la poesía latinoamericana. Consta de IV partes, donde
los versos se debaten en metáforas originales:
DÉDALO
Tiene
forma de cárcel para su cabeza.
ION
Y tiene
la medida del vuelo.
Y es fuerte;
más que el ala,
Más unida
que el polvo.
Nada habrá
que aniquile su suave fortaleza.
Ve a traer
al caballo, y al regresar,
Entrégalo
al hombre.
DÉDALO
Pronto
volveré.
ION
Su sexo
será un cuerno de la luna,
Su piel,
sombra y honor de la azucena;
Piel clara,
piel profunda,
Piel de
todas las cosas de la mañana.
Para conocer y escudriñar en la personalidad de Eunice Odio, es necesario leer sus Cartas, las cuales se han estado publicando. Su humanidad y su forma de expresarse en lo coloquial y en lo cotidiano, reposa allí. Sus testimonios sobre luces, experiencias psíquicas, espirituales, clarividentes y extrañas son fascinantes. Repasar su asombro por las legumbres y frutas que pasados los días, en vez de podrirse, cobran vida o exclaman raíces es un ejemplo de ello.
Y creo que es necesario
además de honrar su poesía y su nombre, el de reconocer a aquellos seres que estuvieron
cerca de ella y a los cuales lo unió la perla de la amistad. La correspondencia
fue en ese aspecto ese puente manuscrito de las emociones, las soledades, las sensibilidades,
la desnudez de los actos sencillos y complejos. La venezolana Olga Kochen, quien
publicó una serie de libros de poesía como Sol en la pena, De azar y soledades,
Aya Huesca: imágenes de experiencias en un mundo de percepciones y de quien se decía
tenía inclinación por los sucesos paranormales y lo esotérico, una vez le dijo a
Eunice que “la poesía la llevaría a la serenidad y al desapasionamiento” y ella
le contesta: “Yo, Olga, no quiero la paz ni la serenidad ni mucho menos el desapasionamiento.
Si yo encontrara eso que dices, haría una poesía pacífica, serena y desapasionada,
que no conseguiría conmover las entrañas del hombre, porque yo misma no estaría
conmovida.”
Con el mencionado
venezolano, Juan Liscano, son conmovedoras las cartas sobre los sucesos de apariciones
de luces y el milagro de las frutas que en vez de podrirse, rejuvenecen en el refrigerador
y es por dichas misivas donde yace el testimonio del proceso de creación y armadura
de El tránsito de fuego, el cual estuvo
a punto de desquiciar a Eunice: “ … si algo
me costó sangre, sudor y lágrimas, fue darle unidad a ese poema que, como creo que
te dije ya, es un poema compuesto de varios; y no distintos poemas separados, que
no tienen la intención de establecer una forma; aunque algunos, como los que tienes,
poseen, en cierto modo, autonomía.” Y es Juan Liscano, a quien le debemos un fabuloso
libro compilador de homenajes, poemas y cartas alrededor de Eunice Odio, publicado
por Monte Ávila en 1975 y donde dice:
gran poeta sin tribuna
y sin auditorio: su depurada pasión por la poesía entendida como revelación del
mundo y del ser, y sus búsquedas metafísicas en procura de alguna manifestación
sobrenatural que confirmara sus ansias de trascendencia, para lo cual conjugaba,
con cierta confusión genial de poeta, religión, magia y disciplinas de desarrollo
interior.
Y siguen
los amigos. De México, los nombres de Efraín Huerta, a cuyas reuniones, Eunice asistía
según testimonios de Elsa Cross y de Thelma Nava, el de Amparo Dávila, la narradora
a la cual le dedican un premio de cuento fantástico, el cuentista mexicano Raúl
Navarrete, el poeta y dramaturgo mexicano Rodolfo Usigli. De otras nacionalidades,
el poeta costarricense y radicado en México, Alfredo Cardona Peña, el narrador guatemalteco
Augusto Monterroso con su inmortal dinosaurio, el guatemalteco Otto Raúl González
y sus nuevos colores, el cubano y radicado en México, Carlos Zener. Con todos ellos,
nuestra Eunice sostuvo correspondencia y amistad y de ellos obtuvo homenaje póstumo
en el mencionado libro editado por Juan Liscano.
Hay que hacer hincapié
que Eunice Odio, en un momento de su vida, se distanció de la izquierda políticamente
y cuestionó a escritores y esto provocó en muchos casos, un distanciamiento y un
silencio sobre su vida y obra. Tal aislamiento, desembocó en la soledad más austera
y magnánima. Eunice Odio expiró en un apartamento de la Calle Neva, con pocas provisiones
y hallada diez días después en su bañera. Su historia de vida es una vorágine, desde
obnubilar por su belleza antes que por su escritura (algunos escritores confiesan
y se arrepienten de esa actitud), hasta ser involucrada y cuestionada por la CIA
por el asesinato del presidente John F. Kennedy, ya que uno de los sospechosos fue
visto en México y participó de una fiesta donde ella estuvo y demás. Mucho más.
¿Y Panamá?
En el año 2017, tuve
el privilegio de investigar y prologar la Obra
poética de Stella Sierra en dos ediciones diferentes, una por la Biblioteca
Nacional y otra por la Academia Panameña de la Lengua. En su libro Libre y Cautiva, donde nuestra poeta panameña
recoge su obra en verso y prosa (Panamá, 1984), recata en un apartado varios comentarios
críticos y fue grata mi sorpresa al encontrar una apreciación crítica escrita por
Eunice Odio para el libro Libre y Cautiva,
publicado en México en 1947. Eunice Odio dice sobre nuestra Stella Sierra:
“Para los que viven
en territorio de estrella y signo, “LIBRE Y CAUTIVA”, es también un momento sin
memoria. Júbilo del viaje que empieza en un rio caudaloso, para terminar en hilo
de agua limpia y delgada.”
Este estudio crítico
fue publicado en la revista Épocas el
25 de diciembre de 1948. Un extenso acercamiento al libro que internacionalizó a
nuestra poeta Stella Sierra y quien compartió con Eunice Odio, el ser miembros de
la Orden Rosacruz. Un dato interesante que se rescata por biógrafos de Eunice Odio
y dato del cual me hizo partícipe la familia de Stella Sierra para su centenario.
Escudriñando en la
obra de Eunice Odio, encontré un hermoso poema dedicado a mi patria: “Recepción
a un amigo a su llegada a Panamá”, el cual dice:
Lo sigo,
lo precedo
en la voz
porque
tengo,
como el
humo en despoblado,
vocación
de acuarela.
Cuénteme
cómo son
ahí las cosas de consumo:
Libros,
rosas,
tintineos
de golondrina.
aparte
de eso
le pregunto
por los
mangos geológicos
bordeándolo
de pulpa,
y por
un río nuevo,
sin mirarlo,
Con pueblos
de sonido
y longitud
de Arcángel.
Dígame
algo también sobre el pequeño litoral
donde
recientemente el día,
como un
celeste animal bifronte,
acampó
en dos acuarios
y se llenó
de peces.
O si lo
recibieron unánimes los árboles
como cuando
eligieron a la primera alondra del año
y el día
de florecer.
Resúmame
ahora que tiemblo,
benignamente
detrás
de una golondrina,
ahora
que me proponen públicamente
para desnudo
de mariposa
y estoy
como las rosas
desordenando
el aire.
Aparece en escena
el gran escritor panameño, Rogelio Sinán.
El escritor costarricense,
Carlos Cortés, en su escrito Eunice Odio, publicado en Cuadernos Hispanoamericanos, rescata un testimonio del escritor rumano
Stefan Baciu:
En 1956, el escritor rumano Stefan Baciu, la conoce en México y nos deja de ella un retrato inmejorable; “… fuimos invitados por el poeta panameño Rogelio Sinán a su casa. Súbitamente oímos desde abajo, desde el primer piso, la música de un tocadiscos. Mirando desde arriba, vi en el salón, en medio de una rueda formada por los invitados, la cabellera de una mujer que bailaba, haciendo círculos y más círculos en un ritmo cada vez más endiablado con los brazos extendidos y la cabeza vuelta para atrás, mirando hacia el piso de arriba, o, mejor dicho, hacia el cielo. Mirando bailar a la mujer que iba a conocer instantes más tarde, con un vaso de highbal en la mano, sudando, casi transfigurada por el baile, hablando con varias personas al mismo tiempo, mirándonos con sus maravillosos ojos de eurasiática, me di cuenta que así sólo puede bailar la poesía, y la poesía llamábase Eunice Odio.”
__________
(Texto leído en el Palacio de Bellas Artes de México el 15 de octubre de 2019)
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NO MUNDO INTEIRO
Número 161 | dezembro de 2020
Artista convidado: Zdzisław Beksiński (Polônia, 1929-2005)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO MARTINS
revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
ARC
Edições © 2020
Nenhum comentário:
Postar um comentário