El COVID-19 llegó al Paraguay en el momento en que las diferentes organizaciones reunidas en torno a la Mesa Multisectorial del Audiovisual, espacio desde donde se generó la Ley del Audiovisual Paraguayo, más conocida como Ley de cine, ya se encontraba en el proceso final de elección del Consejo y la Dirección del Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP).
El Paraguay sorprendió al mundo con medidas inmediatas que facilitaron el
encriptamiento del virus, lo realentizaron y aparentemente hasta se lo debilitó
en su carga vitral. Estas medidas implicaron el cierre absoluto de las fronteras
y la prohibición de toda actividad no considerada básica para el desenvolvimiento
del país. Ante la imposibilidad de la comunicación directa, las redes se potenciaron,
y surgió de manera clara la importancia de la cultura, en todas sus expresiones,
para atravesar este momento de mundial desafío.
Así emergió por un lado con fuerza y apoyo masivo un contenido cultural,
al alcance de todos y de alta calidad. Pero, sin pagar los derechos en su mayor
parte, no reconociendo por ello, lo que valen en justicia.
Y por otro, la falta de trabajo y la necesidad de volver a trabajar, aunque
se reconoce que la vuelta no será al mismo mundo que dejamos.
A continuación, y a modo de reflexión, recogimos las opiniones de dos altos
referentes, gestores culturales, creadores y periodistas, especialistas en cine
paraguayo acerca de este momento del cine paraguayo frente a la pandemia.
1. CARLOS GIMENEZ, PERIODISTA, INVESTIGADOR, GESTOR CULTURAL
El coronavirus
COVID-19 desembarcó oficialmente en Paraguay, el 7 de marzo de 2020; tan solo tres
días después, el país se introdujo a una inédita e incierta cuarentena.
En tanto, en las salas nacionales, la película paraguaya a “Matar a un muerto”
celebraba su sexto día en el primer lugar de la cartelera, superando los 6 mil espectadores,
y creciendo en las expectativas del público. En ese lapso, una coproducción, “La
lista” logró culminar ajustadamente su rodaje. Mientras, otra decena de producciones
locales iban configurando su estreno para el segundo semestre del año; y otra veintena
de proyectos iban creciendo desde la idea y el papel hacia diversas etapas de desarrollo.
Antes de marzo, las noticias sobre rodajes y estrenos postergados en Asia
y Europa parecían tan distantes, pero su sombra sobrevolaba en Latinoamérica, tan
inminente como inevitable.
Con la llegada de la pandemia, toda una sociedad se sumió en la confusión
y ansiedad, pero también en una esperanza que conlleva la crisis. La rutina se detuvo
unas semanas, permitiendo a muchos conectarse con su entorno sin redes sociales,
y haciendo que las redes sociales se humanicen más que nunca, al resaltar el distanciamiento
social el “techagau” (nostalgia) por ese mundo de contacto personal, de trabajo
en equipo.
Esta temporada recargada de tiempo personal también alentó la producción
creativa; así como el consumo de contenidos. Y fue emocionante ver la necesidad
de armar listas de producciones paraguayas disponibles en las redes; factor de identidad
y cultura, que seguramente incidió para que los canales de televisión se motiven
a valorizar y ofrecer ciclos con propuestas locales; incluyendo a los cortometrajes
dentro de ese interés. Igualmente es una época donde ha podido renacer la solidaridad
para la difícil supervivencia en un duro esquema económico, parado de repente.
Un siglo después de la Primera Guerra Mundial que conllevó la pandemia de
la “gripe española”; este coronavirus se percibe como una excepcional guerra invisible,
que exige reflexión sobre la organización humana. Pese a la inferior letalidad del
COVID-19 frente a otras epidemias, se ha demostrado que, sin importar el potencial
económico y militar a los países, ninguno tiene la capacidad suficiente para soportar
la salud de sus pueblos. Y, aunque la cultura se ha sentido tan vital, también fue
el recurso más prescindible para los gobiernos.
Ya no se puede volver atrás, ya no se puede regresar a la “normalidad” que
existía antes de la llegada de este virus. Se vislumbra la oportunidad de crear
un mundo mejor, donde el audiovisual encuentra un valor más claro como herramienta
de cultura, historia, identidad, entretenimiento, educación, información, patrimonio,
diversidad y humanidad.
Particularmente, el cine en Paraguay tiene una histórica trayectoria de empezar
cada vez de cero. Desconectada de épocas doradas, de generaciones continuadoras,
inconsciente –muchas veces– de su valor patrimonial, de su impacto cultural, o de
su inserción como incipiente industria creativa en un mapa ya más pendiente de diversidad
autóctona; para el sector audiovisual paraguayo vuelve a ser un desafío de reinicio,
pero en un escenario distinto, reforzado por las organizaciones, y el remarcado
urgente en negrita y subrayado de vernos y escucharnos en la pantalla, con todas
las voces.
En ese sentido, el sector ya viene avanzando protocolos de trabajo para retomar
su actividad con fuerza y responsabilidad. La epidemia obliga a reabrir las salas
en la región en un formato inmediato de autocines. No obstante, en Taiwán, la película
paraguaya “Morgue” enorgullece al reabrir los cines convencionales, con protocolos
sanitarios. Además, algunas producciones terminadas están llegando a más plataformas
alternativas. Así, el audiovisual paraguayo, unido y autoconsciente, se plantea
a seguir batallando ante este desafío, mientras confía que el sueño del instituto
de cine se materialice adecuadamente como se merece.
2. MANUEL CUENCA CINEASTA, GESTOR CULTURAL, INVESTIGADOR Y ASESOR AUDIOVISUAL
Concluyendo: estos son los aspectos con dificultades, los rodajes, a pesar
de estar autorizados, la exhibición y la falta de trabajo de la gente.
Como puntos positivos esta esta visibilidad y difusión del cine en internet,
donde las películas paraguayas están en sitios de prestigio internacional, y la
televisión, así como la posibilidad de que sean exhibidas las películas paraguayas
tanto en los autocines cuando se habiliten, como en las salas convencionales de
cine.
PARAGUAY EN PRE-PRODUCCIÓN, EL REGRESO A UN FUTURO INCIERTO
Las mismas reflexiones que hemos venido proyectando en nuestro proceso de
crecimiento, pero como todo, se vio súbitamente acelerado por esta situación mundial.
Nos preguntamos sobre la necesidad y formalización de los empleos y los empleados,
hoy desempleados, en el rubro, sobre los derechos de autor, y quiénes hacen valer
económicamente esos derechos.
Nos preguntamos acerca de la internacionalización de nuestra cultura a través
de las creaciones audiovisuales, las cuales a su vez carecen de políticas públicas
que los soporten de manera sostenible.
Pero, fundamentalmente nos preguntamos cómo podemos garantizar el bienestar
de una industria, cuyos trabajadores al quedarse sin el “día a día”, ya nada tienen.
Entendemos que tanto Carlos Giménez como Manuel Cuenca reflexionan y analizan
la necesidad de poder filmar y exhibir nuestras historias, destacan producciones
paraguayas, así como reconocen que ante el dolor de esta pandemia está la cultura,
está el cine paraguayo.
Ambos investigadores señalan un futuro incierto, un presente cuidado y posibilidades
que se abren.
La tecnología desplegó sus potencialidades y el cine paraguayo llegó a las
casas, a los jóvenes, a las familias, con ciclos de cine nacional.
Aunque el sector audiovisual está trabajando en pre producción, preparando
el regreso y nada se sabe del futuro, se sabe nada será igual, pero se espera traiga
el reconocimiento al placer, al entretenimiento, la compañía, la alegría que cada
película paraguaya ha llevado, sin cobrar entrada, a la casa de la gente, a lo largo
de esta pandemia.
Si el futuro llega con una ciudadanía alimentada en cultura, que exija el apoyo que le corresponde al cine nacional y se instala en la brevedad el Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP), garantizando trabajo a la industria y a la creación, será sin dudas, un futuro augural para el Paraguay y su cultura.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 163 | janeiro de 2021
Artista convidado:
Ricardo Migliorisi (Paraguai, 1948-2019)
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