Las analogías entre ambos movimientos,
así como el hecho de que el propio Huidobro llegase a escribir poemas surrealistas
(en el sentido en que son surrealistas, por ejemplo, los poemas de Vicente Aleixandre
o los de Un río, un amor de Cernuda, un
“Surrealismo hispánico” que Paul Ilie [4]
ha analizado y definido), han sido señaladas de manera global por numerosos autores.
E. Caracciolo Trejo, en el capítulo “Huidobro y el Surrealismo” de su libro sobre
La poesía de Vicente Huidobro y las vanguardias,
escribe: “Hay un evidente dualismo de comportamiento en Huidobro frente al Surrealismo.
Por un lado, sus ensayos críticos que lo condenan, por otro, sus poemas que a veces
en nada difieren de algunas composiciones de aceptado corte surrealista”. Y esta
otra observación: “En general, Huidobro no parece advertir que, en muchos sentidos,
tanto su creacionismo como el Surrealismo evocan idénticos principios de libertad
y se acercan a resultados similares”. [5]
El hecho es que hasta ahora
no se ha llevado a cabo una confrontación entre ambos movimientos sino en el terreno
teórico, no en el específicamente poético. Y esto se comprende, dada la importancia
de los programas en uno y otro. El Surrealismo ha dado sus mejores frutos poéticos
en la obra de aquellos autores que lo han cultivado sin dogmatismo; es más, en la
poesía española, la escritura automática nunca fue llevada a la práctica de modo
semejante a como fue cultivada en la poesía francesa. Ni Aleixandre, ni Cernuda,
ni Alberti, ni Paz, ni Neruda, por citar algunos nombres tan sólo, omitieron el
control de la conciencia en sus poemas. Curiosamente, fue Huidobro quien mantuvo
siempre el valor de la elaboración consciente en el poema. Pero volvamos al aspecto
programático de ambos movimientos. “Espíritu programático tuvo la vanguardia en
el chileno Vicente Huidobro, poeta interesante, aunque de estatura menor. Merecerla
la pena leer hoy a Huidobro previamente desplumado de su estética, ingenua y excesivamente
hinchada de pretensiones de futuro”, [6]
escribe Valente. Concuerdo con él en que vale la pena leer hoy la poesía de Huidobro;
pero creo además que la lectura de sus escritos teóricos no carece de cierto interés.
No los creo, desde luego, inferiores a los de André Breton, de cuya poesía difícilmente
podría decirse lo que de la del chileno. Siquiera sea por su insistencia en el valor
de la conciencia en la creación del poema, Huidobro merece ser leído. Este elemento
de la primacía de la conciencia en la tarea poética, eliminado por el Surrealismo,
acerca la figura de Huidobro a nuestro tiempo. Los principios surrealistas dieron
su fruto ya hace tiempo; recientemente Roger Caillois ha denunciado sus excesos.
[7] Acaso sea el momento de desenterrar
algunos de aquellos elementos que el Surrealismo no absorbió por ser incombustibles
al fuego de la “surréalité”. En estas páginas me propongo comparar las poéticas
creacionista y surrealista, a partir de los textos teóricos de sus fundadores –Huidobro
y Breton–; espero fijar de este modo no tanto el punto de intersección de ambos
movimientos como sus divergencias. Esta comparación nos llevará directamente al
núcleo de una y otra poesía y a su principal manifestación estilística que adelanto
ya: la inexistencia del principio de analogía (el famoso “comme”, “como”, surrealista,
en el poema creacionista.
II
La poética de Breton, expresada en diversos
artículos dispersos, se centra en tres puntos fundamentalmente: a) la escritura
automática; b) la analogía poética; y c) el valor revolucionario de la poesía.
a) En su Manifeste du Surréalisme (1924), relata Breton
el momento y la manera en que nació este nuevo modo de expresión. Conviene hacer
notar que fue a partir de un texto teórico de Pierre Reverdy como Breton llegó a
la escritura automática. Dicho texto es el siguiente:
Limage est une création pure
de l’esprit.
Elle ne peut naitre d’une comparaison
mais du rapprochement de deux réalités plus ou moins éloignées.
Plus les rapports des deux
réalités rapprochées seront lointaines et justes, plus l’image sera forte – plus
elle aura de puissance émotive et de réalité poétique. [8]
Este texto fue publicado por
primera vez en la revista Nord-Sud, en
marzo de 1918. La coincidencia de los postulados estéticos de Reverdy y de Huidobro
dio lugar a una polémica inacabable sobre la procedencia de uno sobre el otro. Juan
Jacobo Bajarlía y Guillermo de Torre han puntualizado esta cuestión de manera suficiente.
[9] No entraré ahora en ella. Lo interesante
es comprobar cómo en los albores del Surrealismo aparecen los postulados creacionistas,
ya que Reverdy es tan creacionista como Huidobro. Citaré, por un prurito de claridad,
la archiconocida definición del Surrealismo, que incluye una definición de la escritura
automática; definición contenida en el Primer Manifiesto:
Surréalisme, nm. Automatisme
psychique pur par lequel on se propose d’exprimer, soit verbalement, soit par écrit,
soit de toute autre mani~re, le fontionnemení récí de la pensée. Dictée de la pensée,
en l’absence de tout contróle exercé para la raison, en dehors de toute preáccupation
esthétique ou morale. [10]
¿Cómo ha llegado Breton de
un postulado que exige la participación de la conciencia en el acto creador, a esta
exclusión de la conciencia del mismo? Del “acercamiento de dos realidades” (Reverdy),
que supone un principio consciente activo, Breton ha llegado a un estado de “médium”;
la escritura automática se basa en la pasividad del poeta. En el mismo Manifiesto, escribe Breton: “Si l’on sen tient, comme je le fais,
á la définidon de Reverdy. il nc semble pas possible de rapprocher volontairement
ce qu’il appelle ‘deux réalités distantes’. Le rapprochement se fait ou ne se fait
pas, voilá touc.” [11]
El poeta queda reducido pues,
al papel de médium, como claramente se desprende del siguiente pasaje:
On peut méme dire que les images
apparaissent dans cette course vertigineuse, comme les seuls guidons de lesprit.
Lesprit se convainc peu á peu de la réalité suprérne de ces images. Se bomaní d’abord
á les subir, il s’apercoit bientót qu’elles flattent sa raison, augmentent d’autant
sa connaissance. II prend conscience des étendues illimitées oú se manifestent ses
désirs, oil son obscurité nc le trahit pas. II va,
porté par ces images qui le ravissent. [12]
El lector podrá profundizar
en el conocimiento de la escritura automática, en otro artículo de Breton. “La glace
sans cain” – una especie de arte poética – que fue publicado en Les Champs magnétiques así como leyendo el
comentario a dicho artículo hecho por Gérard Durozi y B. Lecherbonníer en su André Bretton (l’écriture surréaliste).
[13] Para nuestro propósito, bastan las
anteriores citas que muestran 1º que la escritura automática se genera partiendo
de principios creacionistas; 2º que dicha escritura renuncia al concurso de la conciencia
en la elaboración del poema, propiciando una actitud pasiva en el poeta.
b) La analogía poética, la
médula de la poética surrealista, nace asimismo a partir de la teoría creacionista
de la imagen, formulada por Reverdy. Breton:
Cest du rapprochement en quelque
sorte fortuit des deux termes qu’a jailíl une lumiére particuliére, lumiére de ¿’image,
á laquelle naus nous montrons infiniment sensibles (…) Or, ji nest pas, á mon sens,
au pouvoir de l’homme de concerter le rapprochement de deux réalités si distantes.
Le principe d’association des idées, tel qu’il nous apparit, s’y oppose. Ou bien
faudrait-il en revenir á un art e]liptique, que Reverdy condainne comme moi. Force
est donc bien dadmettre que les deux termes de limage nc sont pas déduits l’un de
l’autre par l’esprit en vue de létincelle á produire, qu’ils sont les produits simultanés
de l’activité que jappelle surréaliste, la raison se bornant á constater, et á apprécier
le phénoméne lumineux. [14]
Y poco más adelante: “Pour moi, la plus forte (image) est celle qui présente
le dégré d’arbitraire le plus élevé”. [15] Así pues, vemos de nuevo cómo el Surrealismo se nutrió de principios
creacionistas, hasta el punto que podemos afirmar, exagerando apenas, que el Surrealismo
cobra vida por oposición al Creacionismo. Durozi
y Lecherbonnier apuntan en este sentido cuando escriben: “A propos de Reverdy: traditionnellement
on ne reprend que la phrase célebre citée par Breton. C’est toute sa poétique quil
faudrait étudier pour en apprécier les analogies avec celle des surréalistes: discontinuité
de la phrase poétique, structure kaléidoscopique ou polyphonique du poéme, vertu
creátrice de limage, puissance du réve, supériorité de ¡’imaginaire sur le récí
génie de lémotion etc.” [16]
En Signe ascendant, Breton se expresa así acerca de la analogía poética:
La analogía pues, es vía hacia
lo sagrado. Breton lo recalca:
L’analogie poétique a ccci
de commun avec lanalogie mystique quelle transgresse les bis de la déduction pour
faire appréhendre á lesprit linterdépendance de deux objets de pensée situés sur
des plans différents, entre lesqucís le foncdonnement logique de lesprit n’est apte
á jeter aucun pont et s’oppose á priori á ce que tout espéce de pont soit jeté (…)
Elle tend á faire entrevoir et vaboir la vrai vie “absente” a, pas Plus qudlle nc
prise dans la réverie métaphysique sa substance, elle ne songe un instant á faire
tourner ses conquétes á la gloire dun quelconque “au-délá”. [18]
Lo sagrado en Breton es un
“allá” que está aquí, de este lado. Un “allá” que es el de los simbolistas. La analogía
surrealista – señala Henri Meschonnie en su libro Poza la poétique (1970) – es más vasta que las analogías aristotélica,
romántica y simbolista. No solamente es lógicamente más comprensiva, ya que incluye
los principios de diferencia y de contradicción, y no actúa como mero ornamento
(pues no busca una mayor claridad, o deleite, o la sorpresa por sí misma), sino
que es la creación de la fábula (“création de la fable”), encuentro literal, encuentro
y literalidad (“recontre littérale, rencontre et littéralité”). La analogía surrealista
constituye una nueva relación entre la figura y su sentido, entre el lenguaje y
su empleo, transfigurando el espacio tropológico conocido. [19] La analogía poética para Breton es pues,
“la llave de los campos”, y se concretiza en dos figuras retóricas: la metáfora
y la comparación. Sobre estas dos figuras, escribe Breton:
Au terme actuel des recherches
poétiques il ne saurait étre fait grand état de la distinction purement formelle
qui a pu étre établie entre
la métaphore et la comparaison. II reste que tune et lautre constituent le véhicule
interchangeable de la pensée analogique et que si la premiére offre des ressources
de fulgurance, la seconde (quon en juge par les “beaux comme” de Lautréamont) présente
de considérables avatages de suspensión (…) Le mot le plus exaltant dont nous disposions
est le mot COMME, que ce mot soit prononcé ou tut. [20]
La palabra “como” constituye
el eje estilístico de la poética surrealista. La referencia a Lautréamont es esencial
ya que en la poesía de este autor la metamorfosis, las infinitas metamorfosis, del
protagonista poemático se realizan generalmente gracias al “como”; la comparación
permite el paso de una realidad a otra.
Merece la pena consignar el
hecho, íntimamente ligado con el empleo de la comparación, de la inspiración, según
la entiende Breton. En múltiples pasajes de su obra, hallamos una concepción freudiana
de un lenguaje anterior, una escritura “avant la lettre”. “II est une phrase étrangére á notre pensée consciente qui ne demande qua
sextérioriser” (Primer Manifiesto); “fixer mon attention sur des phrases plus ou
moins partielles qui, en pleine solitude, á l’approche du sommeil, deviennent perceptibles
pour lesprit sans quil soit possible de leur découvrir une détermination préalable”.
(idem); “lénonciation est á lorigine de tout”; “L’expression: “Tout est écrit doit,
me semble-t-il, étre pris au pied de la letre. Tout est écrit sur la page blanche”. [21] La “voix surréaliste”, el “dictée de la pensée (ou d’autre
chose?)”, la “parole intérieure”, el “murmure inépuisable”, del que Breton confiesa
que “Ion demeure aussi peu renseigné que jamais sur son origine” [22] etc. no son sino distintos nombres, distintas alusiones
a la inspiración. Este punto nos devuelve a la pasividad del poeta, pilar de la poética
surrealista ya examinado antes. Cuando Breton escribe, “nous nous sommes faits dans
nos oeuvres les sourds réceptacles de tant déchos, les modestes appareils enregistreurs
(…) aussi rendons-nous avec probité le “talent quon nous préte”, [23] el escritor francés está elaborando
un principio –ya sugerido por Lautréamont y otros– [24] que ciertas tendencias contemporáneas de la Literatura han hecho
suyo: la ausencia de un sujeto enunciador. Los seres callan, la palabra sola se
dice. Una obra de arte no está acabada ni inacabada: es, nada más. No expresa nada,
si no es la afirmación impersonal y anónima que ella misma es. [25] A través de la escritura automática
y de la comparación, Breton se constituye así en pionero de esta nueva orientación
de la literatura que abandona el discurso analíticoreferencial por la ausencia de
un sujeto enunciador, dueño de su discurso. Como recuerda Valente, Lautréamont no
dejó Memorias, sólo mascaras: Lautréamont, Maldoror, Ducasse. Las Poésies y los Chants son anónimos. [26]
La referencia que Breton hace de Lautréamont cobra así su sentido más pleno.
Michael Riffaterre es autor
de un interesante artículo sobre la metáfora surrealista [27] que aclara el funcionamiento de dicha figura en la poesía surrealista.
Riffaterre considera que las imágenes surrealistas parecen oscuras y gratuitas sólo
porque son leídas aisladamente. Situadas en su contexto, resultan fáciles de explicar.
En el interior del microcosmos del poema se impone una lógica original en la que
la metáfora encadenada (“métaphore filée”) se erige como elemento generador: “La
métaphore filée constitue typiquement un code spécial, puisque les images qui la
composent nont du sens, individuellement comme en groupe, quen fonction de la premiére
dentre elles”. Una metáfora encadenada se define como una serie de metáforas unidas
por la sintaxis y por el sentido, “chacune exprimant un aspect particulier d’un
tout, chose ou concept, qui représente la premiére mútaphore deta séries – podríamos
decir que se trata de una alegoría, aunque al hacerlo sólo aludamos a un aspecto
de esta figura. Lo que distingue a la metáfora encadenada de la tradicional reposa
en el hecho de que el margen de aceptación entre el contenido y el vehículo de la
metáfora primaria se ha ampliado considerablemente, y en que el desarrollo de las
metáforas derivadas se efectúa fuera de las reglas lógicas habituales; el automatismo
favorece esto último, pues da entrada a todo tipo de asociaciones en el nivel de
los significativos, sin guardar correspondencia con los significados que a ellos
van emparejados. Por otra parte, la función de las partículas de conjunción – lo
que Riffaterre llama “conjonctifs” – cambia radicalmente. En vez de ser usados con
fines afirmativos o demostrativos, enlazan términos sin una razón particular, poniendo
de manifiesto así, por juego, la existencia implícita de puntos comunes entre vehículos
(o significantes) y contenidos (o significados) tenidos hasta allí sin relación
visible. El espíritu tratará, por costumbre, de establecer una relación semántica
entre términos que la estructura metafórica ha reunido. “Toutes les caractéristiques propres á la métaphore filée surréaliste ont
cecí en commun quelles remplacent la fonetion référentielle du langage par une référence
a la forme méme du message linguistique. La metáfora en manos de los surrealistas propicia
así una ruptura del lenguaje en su núcleo: la conexión entre significado y significante.
Ruptura que conduce a la aparición de formas imprevistas, anuncios de la “surréalité”.
Lo cual nos lleva a referirnos a otra figura retórica, la sinestesia, y a su tratamiento
especial por la poética surrealista. Lo esencial sobre este
punto se halla en este pasaje de Anna Balakian: “The poets work thus envísaged is
in a constant state of flux, producing unexpecting transfigurations they pertain
to alí the principal meditations of man: life, love, time, death, destiny and social
concern”.
[28]
c) Sobre el valor revolucionario
de la poesía, otro punto más del Surrealismo con el Creacionismo, me limitaré a
citar un pasaje de Breton, ya que es el aspecto de la poética surrealista que más
tinta ha hecho correr: “L’homme propose et dispose. II
ne tient qua anarchique la bande chaque jour plus redoutable de ses désirs. La poésie le tui enseígne”.
[29]
III
¿Qué elementos configuran la poética creacionista
de Huidobro? Waldo Ross ha definido recientemente los supuestos en que descansa
el acto creador según Huidobro. Tales supuestos son tres fundamentalmente: a) el
proceso poético repite en cierto modo las operaciones y los modelos del cosmos (“Si
no los repitiera, la poesía no pasaría de ser una manifestación psicótica, lo que
Huidobro ha rechazado expresamente en su Manifiesto
de manifiestos”); b) los diversos planos de la Naturaleza pueden modificar el
modelo original de la creación. En este sentido, la creación interna, lo maravilloso
de la poesía, podría producir imágenes que son cualitativamente más ricas que los
hechos naturales. Los mecanismos de producción son los mismos –o paralelos, si se
prefiere– pero los productos son cualitativamente diferentes; y e) como consecuencia,
es preciso admitir cierto tipo de libertad creadora operante en los diversos planos
de la realidad. Dichos planos no estarían predeterminados desde toda la eternidad,
sino que “libremente” podrían crear algo nuevo. El poeta crearía algo nuevo (un
poema creado) que, a su vez, activaría las energías creadoras del lector impulsándolo
a cooperar en la creación de lo maravilloso. Sólo así concluye Ross – la creación
sería comunicable y podría perpetuarse a lo largo del espacio y del tiempo. [30] Ross transforma el verso en que Huidobro
resume su credo de este modo: “el poeta sería así un pequeño dios engendrado por
los Dioses mayores”. Fácil resulta, a la luz de lo expuesto en páginas anteriores,
advertir las semejanzas entre el proyecto surrealista y el creacionista. La diferencia
radical, aparentemente gratuita, reside en el papel que Breton y Huidobro acuerdan
al poeta en el proceso del acto creador: para el francés, el poeta no pasa de ser
un médium; para el otro, un pequeño dios, o sea, alguien dotado de voluntad activa.
El poeta surrealista deja fluir libremente las imágenes que emergen desde el inconsciente,
limitándose a transcribirlas – lo que supone reforzar hasta el límite la inspiración
romántica. El poeta creacionista debe, por el contrario, operar sobre esas imágenes.
Antes de proseguir por esta vía, conviene echar un vistazo a los textos teóricos
de Huidobro.
Braulio Arenas resume y estudia
los diversos estados del Creacionismo, llegando a señalar nueve momentos en la elaboración
e historia del mismo. En 1913, apunta Huidobro su disconformidad frente a un lirismo
basado en la imitación, en un artículo aparecido en Azul (noviembre de 1913). En 1914, precisa su intento: “Yo tendré mis
árboles que no serán como los tuyos (como los de la Naturaleza)”. [31] Y en 1916, formula en el Ateneo de Buenos
Aires lo esencial de su teoría poética, que se resume en estos versos suyos, aparecidos
ese mismo año:
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema. [32]
Ese mismo año, llega Huidobro
a París y colabora en la aparición de la revista Nord-Sud (en 1917). A la pregunta de Ángel Cruchaga, “¿Cuál es la estética
del Creacionismo?”, [33] en 1919, responde
Huidobro:
(…) En mi modo de ver el Creacionismo es la poesía
misma: algo que no tiene por finalidad, ni narrar, ni describir las cosas de la
vida, sino hacer una totalidad lírica independiente en absoluto. Es decir, ella
misma es su propia finalidad. En general los poetas de todas las épocas han hecho
imitaciones o interpretaciones más o menos fieles de la vida real.
Creo que la puntuación era necesaria en los poemas
antiguos, eminentemente descriptivos y anecdóticos y de composición compacta; pero
no así en nuestros poemas en los cuales por razón misma de su estructura y dado
que las diferentes partes van hiriendo distintamente la sensibilidad del lector,
es más lógico cambiar a la puntuación por blancos y espacios.
Dos años antes, en 1917, Huidobro
había formulado de manera definitiva su estética en la declaración liminar de Horízon carré. Los puntos de la misma, resumidos,
eran los siguientes: a) adopción del hecho nuevo inventado; b) abandono de todo
lo anecdótico y descriptivo; c) creación de todos los componentes del poema; y d)
creación del poema como un objeto nuevo y autosuficiente. En 1925, publica Huidobro
Manifestes, entre los que recoge el famoso
manifiesto “El creacionismo”, parte del cual transcribe:
1) Humanizar las cosas. Todo lo que pasa a través
del organismo del poeta debe coger la mayor cantidad de su calor. Aquí algo vasto,
enorme, como el horizonte, se humaniza, se hace íntimo, filial gracias al adjetivo
cuadrado (Huidobro
se está refiriendo al título de su libro Horizon
carré). El infinito anida en nuestro corazón.
2) Lo vago se precisa. Al cerrar las ventanas
de nuestra alma, lo que podía escaparse y gasificarse, deshilacharse, queda encerrado
y se solidifica.
3) Lo abstracto se hace concreto y lo concreto
abstracto. Es decir, el equilibrio perfecto, pues si lo abstracto tendiera hacia
lo abstracto, se desharía en sus manos o se filtraría por entre sus dedos. Y si
usted concretiza aún más lo concreto, éste le servirá para beber vino o para amoblar
su casa, pero jamás para amoblar su alma.
4) Lo que es demasiado poético para ser creado
se transforma en algo creado al cambiar su valor usual, ya que si el horizonte era
poético en sí, si el horizonte era poesía en la vida, al calificársele de cuadrado
acaba siendo poesía en el arte. De poesía muerta pasa a ser poesía viva.
Conviene ahora indagar en las
raíces que alimentan los supuestos y la poética del Creacionismo. Aunque nacido
este movimiento en el mismo clima que el Surrealismo, no debemos olvidar que sus
primeras formulaciones –tanto por parte de Huidobro, como de Reverdy– son anteriores
a las de Breton. Es más, creo haber mostrado ya hasta qué punto el movimiento surrealista
se genera a partir de teorías creacionistas, como lo es la de la imagen de Reverdy.
Volvamos pues, al estudio de Ross, que ha tratado en profundizar este punto. Tres
son las concepciones de la época frente a las que Huidobro adoptará una posición
que se verá reflejada en su teoría artística: a) el Modernismo; b) el Psicoanálisis;
y c) la evolución creadora. En la época de los comienzos de Huidobro, el modernísmo
comienza a ser superado. Con Darío se había impuesto ya la intuición emocional de
la “atmósfera”. No se canta a un objeto, sino que se procura intuir y estructurar
las sensaciones y emociones que traducen la atmósfera que rodea a los objetos. Esta
actitud enlaza al Modernismo con el Simbolismo. Para superar este estadio poético
del Modernismo, consistente en la atmósfera como movimiento trascendente, Huidobro
deberá enfatizar el otro extremo: la inmanencia; Huidobro proyectará esta idea sobre
la materia poética y llegará así a afirmar la autosuficiencia de la imagen poética.
“Para él la imagen será una estructura autosuficiente que no necesita de ningún
objeto real para existir y tener validez”. En segundo lugar, Huidobro será influido
por el postulado psicoanalítico que afirma que dentro del inconsciente pierden su
validez el principio de contradicción y el orden de las secuencias del espacio y
del tiempo. En la poesía de Huidobro, los centros gravitatorios no tienen función
o bien su función es secundaria. Lo importante es la creación pura de la imagen.
Es decir, lo importante para el poeta es crear la imagen en su estado previo a la
ordenación que le da la conciencia, pues lo que hace la conciencia no es otra cosa
que ordenar las imágenes según estructuras preestablecidas que reproducen por analogía
el orden cósmico. Como señala Ross, Huidobro comprendía muy bien el peligro que,
para la poesía, representaba la conciencia racionalizadora. Y a veces no pudo librarse
completamente de dicho peligro. Por esto, Huidobro al señalar la misión creativa
del hombre, dice en su manifiesto “La creación pura”:
El hombre nunca estuvo más cerca de la Naturaleza que
ahora que ya no busca imitarla en sus apariencias, sino hacer lo mismo que ella,
imitándola en el plano de sus leyes constructivas, en la realización de un todo,
en el mecanismo de la producción de nuevas formas. [34]
“Ahora bien, un doble movimiento
hacia la inmanencia – su reacción contra la trascendencia manifestada en los modernistas
y su intento de fundamentar la imagen poética sobre la matriz misteriosa del inconsciente
– podría conducir inevitablemente a Huidobro a postular una poesía totalmente hermética
cuya comunicación sería imposible. Era, pues, necesario relacionar de algún modo
la imagen con la conciencia del poeta y del lector, hacerla más luminosa”. Será
la concepción de la evolución creadora la que ayudará a Huidobro en este apuro.
Esta idea, puesta en circulación por Bergson en 1907, alcanzó en esos años una influencia
de la cual el poeta chileno no podía evadirse. En 1916, Samuel Alexander sostendría
en Glasgow que de la matriz primordial espacio-tiempo iban emergiendo nuevas formas
de realidad cada vez más complejas. De dicha matriz emergía la materia. De la materia,
la vida. De la vida, la conciencia. De la conciencia, el espíritu. Y de éste, la
divinidad. “La divinidad no era la creadora del mundo, sino, al revés, era ésta
el último producto de una evolución emergente”. La Naturaleza se presentaba así
como una matriz creativa, como un proceso dinámico, como duración pura. La idea
fue recogida por Huidobro, cuando afirmó que se proponía hacer lo mismo que la Naturaleza;
imitarla en sus procesos internos y no en sus apariencias. Tales son las concepciones
de la época que incidirán sobre el Creacionismo. En una entrevista de 1941, decía
Huidobro:
(Siempre he repetido, desde 1915, estas palabras):
“El poeta coge de la realidad externa los elementos que debe transformar hasta presentar
una nueva realidad”, o bien: “El poeta coge sus materiales de la vida y los transforma
hasta crear una nueva vida”. Ese hasta tiene una importancia capital, pues no basta
transformar la realidad, es necesario llegar en esa transformación hasta crear una
nueva realidad, una nueva vida. En la transformación de la realidad, hay diferentes
grados. En esta diferencia de grados trataba yo de colocar las diferentes escuelas
en la historia del arte (…) Todos los poetas transforman la realidad, se me decía
en artículos contradictores. Sí, es verdad, respondía yo, pero sólo en los grados
menores de la transformación. Esos grados menores, yo los llamaba comentarios en
torno a la realidad, poesía sobre la realidad, superpuesta, colocada sobre objetos
sin vida creadora, como ramos de flores sobre tumbas.” [35]
Réstanos comentar el valor
revolucionario que Huidobro, como Breton, concede a la poesía. En entrevista de
1939, declara el poeta chileno: “La poesía es revelación, es vida en esencia, es
el universo que se pone en pie (…). Si la verdadera poesía contiene siempre en su
esencia un sentido de rebelión, es porque ella es protesta contra los límites impuestos
al hombre por el hombre mismo, y por la naturaleza. La poesía es la desesperación
de nuestras limitaciones.” [36] Y dos
años más tarde: “La poesía es amor, ansia de unión, de compenetración. Persigue
la comprensión de la médula del mundo y como sólo puede existir expresándose, ella
va hacia la revelación de nuevas realidades, va hacia una mayor conciencia. Así
va hacia la acción”. [37] El tema social
en Huidobro, como en Breton, estuvo acompañado por una serie de limitaciones que
Davis Bary ha expuesto suficientemente, y a cuyo artículo remitimos al interesado
en este aspecto. [38]
IV
Hemos visto cómo Huidobro se
sirve del principio psicoanalista que afirma que dentro del inconsciente pierden
su validez los principios de contradicción y el orden de las secuencias del espacio
y del tiempo. Paul Robert [40] ha mostrado
el conocimiento superficial que Breton tenía de Freud y del Psicoanálisis, del cual
sólo retuvo el principio de la asociación libre, en la época que vio la aparición
del Primer Manifiesto (1924). Huidobro
y Breton parten pues, de una base común en la elaboración de sus teorías sobre la
imagen (y recordemos que Breton hace uso de la teoría creacionista de Reverdy).
Como ya dijimos, la divergencia entre uno y otro autor comienza en el momento en
que el poeta recibe en su conciencia las imágenes que suben de su inconsciente:
para Huidobro, el poeta debe ser en ese momento sumamente consciente – llegó a hablar
de una superconciencia poética – , y ordenar ese material psíquico informe según
leyes semejantes a las de la Naturaleza, cuidando de no dejarse traicionar por los
mecanismos lógicos tradicionales de su propia conciencia. Breton, por el contrario,
recomienda una pasividad total, un deponer la conciencia para que ese material inconsciente
pase al papel, sin contaminación alguna con la conciencia, con esos mismos mecanismos
lógicos tradicionales. Breton y Huidobro postulan evitar estos mecanismos, esta
conciencia; pero allí donde el primero no pone nada, el segundo habla de una superconciencia
poética. Caracciolo Trejo sugiere una explicación interesante sobre esta actitud
en favor del control consciente de Huidobro; “Para Huidobro el poema es una necesidad
porque constituye una reafirmación de su ser, una certidumbre de su singular posición
como hombre. Por el contrario, los surrealistas son indiferentes a toda preservación
de una personalidad artística determinada”. [41] Desde un punto de vista estrictamente poético, Huidobro tuvo razón
al actuar como lo hizo, ya que el poema requiere la elaboración extraordinariamente
consciente del poeta. Recuérdese aquella famosa definición de García Lorca, emitida
por esos años: “Al contrario, si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios –o
del demonio– , también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo,
y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema”. [42] Aunque el poema se nutre de la vida del poeta, el poema no es vida,
sino decir –como ha recordado recientemente Octavio Paz. [43] Esto implica que en el acto creador del poema, cobra forma un nuevo
personaje, sujeto del poema, que no es el autor. El yo de éste, y el yo que habla
en el poema son dos seres distintos (“Car Je est un autre”, decía Rimbaud). En ese
sentido, los autores que el propio Breton reclama como predecesores del Surrealismo
–Lautréamont, Rimbaud…– negaron su personalidad humana en el poema en favor del
personaje poético que en éstos crecía y se revelaba. Pero no negaron la existencia
de un personaje, de una conciencia artística, como propugnaría Breton. El “Je” de
Rimbaud, las diversas máscaras de Lautréamont, son, a mi juicio, hermanos gemelos
de la “superconciencia poética” de Huidobro. Pues cuando Huidobro dice “Yo” en sus
poemas, alude al mismo “Yo” de Rimbaud. Lo que ocurre es que Huidobro presta su
propia identidad humana, incluso su nombre (“Aquí yace Vicente ¡antipoeta y mago!”,
escribe en Altazor), a ese personaje poemático,
personaje en el cual él se reafirma. Es decir, que para Huidobro ser hombre de manera
cabal sólo se cumple si se es poeta, si se es capaz de tener experiencias. Nosotros
tenemos sensaciones, pensamientos etc., pero la experiencia es la asimilación consciente
y su expresión de esas sensaciones y pensamientos; sin el decir no hay experiencia.
Breton, por el contrario, camina hacia una autonomía total del lenguaje, hacia un
lenguaje que se dice a sí mismo, sin necesidad del hombre ni de la creación del
personaje poemático, el eje o las máscaras. Los resultados poéticos de una y otra
concepción dirán quién estaba en lo cierto, Breton o Huidobro. Sabemos que los mejores
resultados poéticos del Surrealismo se produjeron en aquellos poetas que se sirvieron
de sus postulados primeros – asociación libre etc. –sin llevar al límite la exigencia
de un abandono total de la conciencia, sin caer en el estado de “médium”. Pero esos
postulados primeros del Surrealismo son los mismos que Huidobro sustentaba. Sólo
el liderazgo y la publicidad que muy pronto acompañaron al Surrealismo, hace comprensible
que se considere “surrealistas” a muchos de los últimos poemas de Huidobro, especialmente
los de su libro El ciudadano del olvido.
Lo que ocurre es que los poetas surrealistas escribieron poemas no enteramente en
acuerdo con sus propias teorías. Eso les valió ser considerados “poemas”. Huidobro,
por el contrario, no tuvo que apartarse de sus principios teóricos en la creación
de los suyos.
La consideración del valor
revolucionario de la poesía fue postulado tanto de Breton como de Huidobro. En uno
de los Manifestes (1925), “Total”, escribía
Huidobro: “Basta ya de vuestros pedazos de hombre, de vuestros pequeños trozos de
vida. Basta ya de cortar el hombre y la tierra y el mar y el cielo”. ¿No pedía algo
igual, un hombre nuevo y entero, Breton? Pero, claro, este aspecto teórico, común
a ambos, en muy poco podía afectar al método práctico de realización de la poesía,
tan distinto en uno y otro autor. La Poética surrealista fue menos “poética” que
la Creacionista, pues abdicó el papel de la elaboración consciente del poeta en
su obra. Esto hace que hoy, pasados varios decenios, sigamos viendo con simpatía
esa sed de absoluto y ese anhelo revolucionario del movimiento encabezado por Breton,
en tanto que no prestemos mayor atención –si no es para denunciar sus excesos– a
sus postulados poéticos, como tampoco le prestaron su atención aquellos mismos poetas
que escribieron libros de poemas surrealistas: Eluard, Lorca, Paz, Cernuda, Neruda
y tantos otros. La poética creacionista, por el contrario, sí puede interesar al
poeta actual, porque sus postulados nunca dejaron de estar encaminados al poema.
NOTAS
1. Ver Cedomil Goic: “Vicente Huidobro: datos biográficos”,
Anales de la Universidad de Chile, 100,
1955. Recogido
en Vicente Huidobro y el creacionismo, edición de René de Costa, Taurus, 1975. (En
adelante al citar esta obra lo haremos por la sigla COSTA).
2.
“El poder de la serpiente”, en Las palabras
de la tribu, Madrid, Siglo XXI, 1971.
3.
Gerardo Diego: “Vicente Huidobro (1893-1948)”, Revista de Indias (Madrid), VII, julio-diciembre 1948 (COSTA).
4.
Tite Superrealistic Mode in Spanish Literature,
1968 (Existe traducción española, revisada, en Taurus).
5.
Gredos, 1974.
6.
“César Vallejo, desde esta orilla”. En op. cit.
7. En Les impostures
de la poésie.
8. Citado por André Breton en Manifestes du surréalisme, Galliniard, 1975 (“Manifeste
du surréalisme” [1924]).
9.
Ver Bajarlía: “El creacionismo en Huidobro y Reverdy”, La Nueva Democracia (Nueva York), XXXIX, 1959 (1 de enero). Y Guillermo
de Torre: “La polémica del creacionismo: Huidobro y Reverdy”, Ficción (Buenos Aires), enero-junio 1962
(COSTA). Cita de Tone estas palabras de André Malraux sobre ci tema:
“Aprés Apollinaire et Max Jacob ces idées ont depuis été exprimées pour la premiére
fois par quinze ou vingr personnes” (en artículo de 1919). Sobre el origen de
esta polémica, así como su solución en favor de la sinceridad de Huidobro acerca
de la publicación de su libro en 1916, véase el artículo de Richard L. Adrnussen
y René de Costa: “Huidobro, Reverdy y la edición príncipe de El espejo de agua”,
originalmente publicado en inglés en Comparative Literature (Eugene), XXIV, 2, primavera
1972 (COSTA). El descubrimiento de un ejemplar de esta edición príncipe aclaró el
origen de la polémica sobre la preeminencia cronológica entre Huidobro y Reverdy.
Los autores de este artículo pueden así afirmar: “es necesario deducir que Reverdy
y Huidobro eran de ánimo semejante que, aun antes de conocer la obra del otro, crecieron
independientemente a lo largo de líneas similares. En las páginas de Nord-Sud, muchos de los poemas de El espejo de agua, yuxtapuestos a los de
Reverdy, parecen casi indistinguibles. Luego, es fácil de comprender cómo acusaciones
de imitación se hicieron equivocadamente por críticos no familiarizados con la obra
de ambos poetas” (COSTA).
10. Breton, op. cit.
11. lbidem.
12. lbidem.
13. Larousse, 1974.
14. Breton, op. cit.
15. Ibidem.
16. Op. cit.
17. Breton, La clé
des champs, Pauvert, 1967.
18. Ibidem. Cf. el articulo de J. L, I-Ioudebine sobre
este artículo de Breton: “L’idéologie do Signe ascendant”, Les critiques de notre temps et Breton, Garnier, 1966.
19. Cit. por Durozi et Lecherbonnier, op. cit.
20. La clé des champs.
21. Breton, Manifestes;
“Du surréalisme en ses oeuvres vives”, Manifestes,
p. 182; “Le message automatique, en Pont du jour”, respectivamente. Sobre este punto
quiero consignar mi deuda con Claire Huot que puso a mi disposición un estudio inédito:
“Le discours de Breton sur lécriture automatique” (Université de Montréal).
22. Manifestes.
23. lbidem.
24. Cf. “Tres notas sobre Lautréamont”, por Valente, op.
cit.
25. Cf. Michel Foucault; Les mots et les choses, Gallimard, 1966.
26.
Cf. Valente, op. cit.– “‘No dejaré Memorias’, escribió. En efecto, sólo dejó máscaras:
Lautréamont, Maldoror, Ducasse. Las Poesías y los Cantos son anónimos”.
27. “La métaphore filée dans la poésie surréaliste”, Laguefrancaise
# 3, sept., 1969.
28. “Metapbor and metamorphosis in André Breton”, French Studies,
vol. 19, n.a i, jan. 1965.
29. Manifestes. Cf. también “Ily aura une fois”, en Clair
de terre.
30.
“Vicente Huidobro – las personificaciones generan la conciencia del poeta”, Problemática
de la literatura hispanoamericana, Berlín, Colloquiurn Verlag, 1976.
31.
Conferencia dictada en el Ateneo de Santiago. Recogida en Antología (Zig-Zag, 1945),
cit. por B. Arenas, COSTA.
32.
El espejo de agua, Buenos Aires, 1916.
33.
Angel Cruchaga: “Conversando con Vicente Huidobro”, El Mercurio (Santiago de Chile),
31-8-19i9. COSTA.
34.
Cit. por Ross.
35.
Carlos Vattier: “Con Vicente Huidobro”, Hoy
(Santiago), X, 512, 11-9-1941. COSTA.
36.
“Entrevista a Vicente Huidobro”, La Nación
(Santiago). 28-5-1939. COSTA.
37.
Carlos Vattier, art, cit., COSTA.
38.
“Vicente Huidobro y la literatura social”, Cuadernos
Americanos, CXXIV, septiembre-octubre, 1962. COSTA.
39.
Manifestes (1925), Cit. por Gerardo Diego:
“Poesía y creacionismo de Vicente Huidobro”, Cuadernos Hispanoamericanos, LXXIV, 222, junio, 1968. COSTA. Subrayado mío.
40. “Importe de souligner, d’ailleurs, que Breton na dabord
retenu, avant tout, qu un aspect particulier des théories de Freud: celui des associatinns
libres, mais débarrassées, semble-t-il, du dérerminisme psychique pour lequel Freud
a eu une conviction inébranlable” – Bernard-Paul Robert: Le Surréalisme desoculté, Ottawa, 1975. Y: “Dans le premier Manifieste, Breton ne fait que trois furtives
allusions A Freud (II semble quon leur a fait, parfois, beaucoup dire)”, est noter,
également, quen 1919, Breton se disait trés farnilier de la psychiatrie et non pas
de la psychanalyse (…) On remarque que la pensée de Breton nest pas des plus súres
en ce qui concerne ce systéme (…) quil range dans la psychiatrie”. El estudio de Robert
pone de manifiesto las lecturas de Breton a partir de las cuales este autor elaboró
su Primer Manifiesto: Freud, Myers, Hegel,
Maury, Janet…
41.
Op. cit.
42.
Recogido en Poesía española contemporánea
de Gerardo Diego, 6ª ed., Taurus, 1972, p. 463.
43. “Los pasos contados”, Camp de l’Arpa, n.0 74, abril 1980.
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