segunda-feira, 13 de setembro de 2021

ALEYDA QUEVEDO ROJAS | Claudia Berrueto, la poesía para quemar la luz y herir el cuerpo

 


La poesía de la escritora mexicana Claudia Berrueto pareciera decirnos “la luz es el primer animal visible de lo invisible”. La escritura permite bucear en los mundos invisibles, casi siempre, solo visibles y tangibles para la memoria, el tiempo, el arte y el lenguaje. En sus tres libros de poemas publicados hasta ahora, las cuerdas del lenguaje y la imaginación se tensan y bifurcan por el amor, la soledad, la libertad, la luz y la música. En su magnífico libro “Sesgo” la luz que plasmara Emily Dickinson, entre el arte de contemplar la naturaleza y el arte de aprender a morir, resuena con originalidad ferviente en este notable poemario, del que he tomado varios poemas para esta selección. Poemas de imágenes rotundas y elásticas.

Berrueto es una de las escritoras que más me interesan. Su registro versátil y diverso, plástico y transparente se hermana con otros poetas mexicanos contemporáneos suyos, que, recomiendo, como Manuel Iris, Paula Abramo, Manuel Becerra, Verónica G. Arredondo e Ileana Garma.

Lo cierto es que la potente tradición de la poesía mexicana que se sostiene en poetas de la talla de José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Alí Chumacero, Gabriel Zaid, Rubén Bonifaz Nuño, David Huerta, Ramón Xirau, Francisco Hernández, Homero Aridjis, Coral Bracho, Carmen Boullosa, Silvia Eugenia Castrillero, Minerva Margarita Villareal, Tedy López Mills, José Eugenio Sánchez, Rocío Cerón, Natalia Toledo, Mónica Nepote, entre otros, tiene mucho que mostrarnos y entregarnos.

 

AQR | Me gustaría que hagas un ejercicio de la memoria para contarnos en qué etapa de tu vida o en qué instante piensas que llegó a ti la decisión de que serías escritora de poesía. ¿Con quién compartiste esta decisión-pasión? Y, ¿Por qué elegir escribir poesía, ¿quién te influenció?

 

CB | Sucedió cuando era muy joven, yo acababa de entrar a la universidad y estaba embarazada. Durante la adolescencia escribí algunos diarios y creo que ese ejercicio derivó de una manera natural en la escritura de poesía. Mi encuentro con ella se dio gracias a la música, no tanto a la poesía en sí. Me parece fascinante la línea tan delgada y a la vez tan abismal que existe entre canciones y poemas y la materia que convierte a ambos en lugares en donde uno se puede quedar a vivir, creo que ésa es la principal idea que me ha quedado fija desde entonces. Siento que haber vivido el cuerpo durante el parto natural sin anestesia fue como quedar desnuda para siempre, como la sensación de haber sido despojada de algo que sólo la poesía me ha resarcido. Entonces creo que la escritura más que una decisión fue una adaptación, la más solitaria que he tenido, como suele ser todo en la poesía.

 

AQR | Crees que existe una definición de poesía, ¿cuál sería? También cuéntanos qué autores te han influenciado, guiado, abrazado... Libros y autores a los que siempre vuelves.

 

CB | No creo que exista una definición porque eso sería fijarla y pienso que la poesía es algo que está en constante movimiento. Hace poco vi una película en donde un soldado sin brazos trataba de imitar a un ave volando para divertir a un niño. Para mí la poesía, en este momento específico de mi vida, son esos muñones soñando que son alas y la sonrisa del niño que los miraba. Le debo mucho a tantos, por ejemplo, a Una habitación propia de Virginia Woolf ha sido mi piedra de Rosetta para descifrar el mundo de la escritura para una mujer, a Wislawa Szymborska, por lo que consigue en el reino de la cotidianidad, a Marosa di Giorgio por su jardín que es un misterio tan grande como su mente, a Francisco Hernández por su mirada expansiva del anhelo, a José Antonio Ramos Sucre por el tiempo imposible que crea dentro de su escritura, en fin. Desde hace ya algún tiempo para acá me gusta más leer novelas y ensayo que poesía. Recientemente estuve leyendo la obra de Elena Garro y la verdad es que me resultó fascinante.

 

AQR | ¿Cómo miras la poesía que se escribe en México, la poesía escrita por autores de tu generación? ¿Entre qué cuerdas se mueve y qué poesía te interesa a ti?

 

CB | Creo que la poesía mexicana de mi generación, al menos la que conozco, es muy interesante porque agota posibilidades. La poesía que me atrae es la que no tiene la cara lavada ni el cincel dándole al mármol buscando la perfección estética. Me interesa la poesía que está en la tierra, la que repta, la que no pretende ser la erudición por la erudición, la que se contamina del mundo, pero tiene claros su incomodidad, su gozo y sus obsesiones.

 

AQR | ¿Cuáles son los grandes temas o las zonas temáticas por las que transita tu escritura? ¿Qué valor y lugar le concedes al lenguaje, al silencio y a la música en tus versos?

 

CB | El sentido de la finitud, la imposibilidad, el anhelo, el amor. Pienso que, para su composición en el poema, es primordial que lenguaje y música establezcan lazos que se tensen sobre su primera y más preciada piedra: el silencio.

 

AQR | El amor, ese gran tema que los poetas de todas las épocas y de todas las lenguas han abordado, ese tema que no se agota porque es un océano, me interesa mucho y tú lo abordas con originalidad. Justamente, en tu libro "Sesgo" publicado en 2015 el amor quema y duele, el amor se vuelve casi un no amor escrito desde el cuerpo, el amor se desgasta, el amor muta, el amor no se logra atrapar, nunca, justamente en su imposibilidad consiste gran parte de su misterio. ¿Cuéntanos sobre el intenso relato lírico que trabajaste en "¿Sesgo”, cuáles fueron los retos a nivel del lenguaje y a nivel del tema?

 

CB | Creo que el gran reto fue ser clara en la verbalización de esta inconformidad sin llegar a la autocompasión o a la victimización, al lloriqueo fácil. Sesgo fue en realidad 2 libros que podé y pulí hasta que quedó esto, y ése fue otro reto; hacer lo necesario para que sostuviera un tono, incluso deshacerme de muchos poemas. Estoy convencida de que el temperamento de un libro no termina con su escritura, sino con la concepción de su cuerpo entero al darle un orden, al ensamblarlo y ver las costuras que lo unen hasta encontrar su semblante y decir, como el Dr. Frankenstein: “¡Está vivo!”

 

AQR | Entre 2005 y 2006 escribes "Polvo doméstico" y aquí encuentro a una poeta más filosófica que se pregunta por el polvo cotidiano que barre y limpia, por el polvo bíblico, pero fundamentalmente, por el polvo de la casa, yo diría de esa "habitación propia" que la poeta edifica con sus palabras. ¿Háblame de los retos y trabajos en este libro que reflexivo y cuidado, un libro que pareciera haber sido escrito por una poeta más madura y no por la joven Claudia Berrueto?

 

CB | Viví durante un año en la Ciudad de México y Polvo doméstico fue escrito en ese lugar. Yo tenía 27 años, la edad en que uno se vuelve persona, según uno de mis maestros. Por primera vez estaba teniendo mi habitación propia (literalmente) y la idea de habitarla me fascinaba y le admiraba hasta el polvo. Durante este tiempo, además de hacer una revisión a mi familia y mi lugar en ella, fue tener la conciencia de que el polvo está hecho también de nuestra piel. De esta conjugación salió Polvo doméstico. Fue el cierre de un ciclo, tal vez por eso tiene esa carga que mencionas.

 

AQR | ¿Qué opinión te merecen las redes sociales y el uso de las redes para autopublicarse y de otro lado, para difundir poesía de autores de diversas latitudes? ¿Por qué no tienes FB, Instagram, Twitter?

 

CB | Sé que son una herramienta muy valiosa, pero no me atraen. No me he acercado a esos medios. Prefiero obsesionarme con otras cosas que no sea la fachada de la gente, su poder adquisitivo o su oligofrenia. La extimidad me da una pereza terrible, creo que por ese afán se puede llegar a confundir los fines con los medios y a la poesía con las relaciones públicas. Efectivamente, no logro unirme a este siglo.

 

FAUNO

 

me dolía una antigua cicatriz

me dolía el cuello desgajado por tus pezuñas

y el marfil inagotable del cielo

y tu sonrisa de bosque

con su herida de musgo 

 

[¿RECUERDAS LA CABAÑA?]

 

¿recuerdas la cabaña?

¿recuerdas que parecía un diente colgando de la encía del precipicio?

¿recuerdas cómo desde la puerta nos llamó su

oscuridad de huesos dislocados?

debimos arder con ese olor a petróleo que brotaba de tu pelo

gritar al sol su mentira

si yo hubiera tenido cerillos por dedos

si yo hubiera nacido con el fuego ondeando sobre mi costado

para quemar la luz que me hirió desde tu cuerpo

para derrumbarte con mi deseo por la ventana 

 

[TE ESCONDES DE LA NOCHE]

 

te escondes de la noche en una cama de metal

duermes con un nombre descompuesto

tu sueño reluce como basura a la luz de la lluvia

me llamas mientras duermes

yo te miro con hambre

con rabia

con hambre

con rabia te miro convertirte en otro con otro estado de gracia

y chocan en nosotros manos dormidas

chocan plumajes que apenas cantan y alzan el vuelo

chocan escamas que protegen al agua del agua misma

chocan piedras recién lanzadas al mundo

sellados los cuerpos con nuestra saliva

contemplamos las alas del silencio

el vuelo mudo del cielo

 

Claudia Berrueto (Saltillo, Coahuila, México, 1978). Licenciada en Letras españolas por la Universidad Autónoma de Coahuila. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en dos ocasiones, en el área de poesía de Jóvenes creadores. Premio Nacional de Poesía Tijuana 2009 y Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2016. Ha publicado Polvo doméstico, Costilla flotante y Sesgo. En 2018 ingresó al Sistema Nacional de Creadores de Arte. Actualmente trabaja en la Universidad Autónoma de Coahuila y dirige la corresponsalía de Arteaga, Coahuila del Seminario de Cultura Mexicana. 


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