LFC | Existe
una memoria no sólo de espejos y desastres, de alcobas y delirios, existe en tu
poesía una cicatriz sobre lo sensualista, el sentido primigenio de los
elementos, “como duelen los vientos esta noche”, haciendo notar que todo lo que
es objeto siente, lo que está afuera gime, se enaltece y se convierte en
materia viva para tu poesía. Más que erótica, ¿tu poesía es profundamente orgánica?
OL | Al mismo
tiempo que veo la cicatriz, más pienso en la herida, en la fisura abierta de un
universo, de un infinito, que me hace escribir; una apertura hacia lo natural
que no es propiamente orgánico, sino anorgánico, va más allá de la organización
de un cuerpo, quizá buscando construir una nueva sensación a partir de una
nueva organización.
Mi
trabajo de escritora no solamente lo veo como un asunto personal, sino como el
ejercicio cósmico de una posibilidad de vida; en ese sentido tampoco podría calificar
mi poesía como erótica si se trata de enmarcarla dentro de géneros, transexual,
transorgánica, en tanto lo relacional no sucede entre hombre o mujer, sino
entre elementos dispares, el destierro de lo habitual, acontecimientos
caóticos, animales sobrenaturales, bramidos del fuego, aullidos del silencio,
jardines fantásticos,
la línea
que se desborda, la oquedad del vacío, el reino de la nada, incluido Dios.
LFC | En
algunos poemas se podría encontrar con atmosferas neogóticas, el vampiro sutil,
la noche densa, “todo crimen quedó estático en mis sienes/ yo me hundo en cada
flor como una abeja” metáforas donde queda un ser vigilante ante una realidad
que se retuerce, que se hace violenta y hace que las sombras se hagan
tentación, oscuro deseo, como el poema Intimidad:
a tantear mi cuerpo,
me penetra lenta y suave
me abro
como una flor nocturna.
OL | He
tratado de actualizar ciertas atmósferas, y estas construcciones para intentar
sacarles un filum creativo, por ejemplo, el amor imposible, que no es
propiamente un amor sensual; la historia de Eloísa, Magdalena, la he trabajado
en varios poemas actualizando o volviendo por decirlo actual, aunque ya existía
un lugar , una situación, unas circunstancias que irrumpen hacia el futuro,
como una posibilidad de sentir de otra manera y de pensar estas variantes de
otra manera que no se dirija a la historia, sino a una geografía futura de los
cuerpos y de las pasiones.
El alma
es una morada y el cuerpo reinventa el territorio y escribe sobre la caja
vacía, algunas veces deseamos dejarla vacía, carecer de memoria, despojarse de
la historia personal, partir de cero.
LFC | Cómo
podrías describir tu adolescencia, creo al menos notar que hay muchas marcas,
secretos y sombras que han nacido desde esa adolescencia femenina, inquieta y
seguro cargada de preguntas.
OL | Mi adolescencia, nada fuera
de lo común, siempre he sido un poco solitaria, pero la poblaban mis seres
literarios, poéticos; encontraba más placentero citar y encontrarme en una isla desierta
poblada de libros que me abrumaban, poblada de un pueblo inventado, algo así
como el pueblo de los ratones de Kafka, o los naufragios de Conrad, lo extraños y solitarios
Bartlebys, los Adam Pollo, De Le Clézio, que prefiere ser una gamba a la seis
de la tarde y construyen su cueva, su guarida y se meten dentro, completamente
y construyen su espacio en una duna, un mar, una puerta, y vuelven una y otra
vez a la ventana donde se filtra el sol que encandila sus olvidos, sus
ancestros, su origen. A veces le echan ácido a la herrumbre de sus ventanas, es
decir al tiempo, lo olvidan y por eso se suicidan; son eternos.
LFC | ¿Podrías
hablarnos de algunas de tus lecturas tutelares? a manera de sentirla natural,
honesta con la gente y con el mundo y no de pose ni de marca social. Recuerdo,
hace un rato que parece un pestañeo, cuando apareciste en Poetas en Abril, ¿cómo ha sido tu proceso desde ese entonces, tu
mirada crítica sobre tu propia obra?
OL | Creo que el último que
debiera dar opiniones o juicios acerca de su obra es su propio autor, mejor
ejercer el silencio. Sigo releyendo muchos
libros que hicieron algo en mis arterias, un dolor, un gozo, una nueva visión
de la vida y la literatura: Schowb, Dickinson, Pizarnik, Conrad, Melville,
James, lispector, Aurelio Arturo, Barba Jacob, Rimbaud, Blake, Nerval, Artaud,
César Vallejo, Plath, Olga Orozco, María Zambrano, a mis amigos poetas; bueno
en general siempre releo. Ahora leo realmente poco esa literatura que llamamos
actual, creo que nunca acabamos de leer lo que nos sorprendió y que todavía nos
sorprende. Por lo demás pienso que es aquí donde radica el misterio que
diferencia el arte y la literatura del resto: El tiempo. Toda gran obra
literaria siempre será actual.
LFC | Hay una
pregunta que puede parecer manida, algo justificada sobre los procesos
creativos, pero que se hace muchas veces como un testimonio sobre lo poético,
pero vale la pena, hacerla. ¿Qué es ese oficio extraño y vital de hacerse
poeta, más en épocas donde la cursilería y la venta de ideas maquilladas
afloran y venden como si fuesen confites verbales?
OL | Ser poeta
nació de un proceso de lectura, de escribir un diario, de escribir a diario, de
configurar las nubes, y sentí o llegue a oficiar como escritora, lo que se
convertiría en una vida vital, sincera, un camino con corazón; nada de la
vanidad cotidiana que nos quieren meter todas las instituciones, construir mi
propio camino.
Fue una
opción tan natural como respirar, crear mi muralla de resistencia.
El poeta
es capaz de decir, yo soy un laboratorio de experimentación, inventar otras
lenguas en su propia lengua, una especie de tartamudeo que lo hace devenir el
invocador del porvenir el augur del futuro, convoca y repite una nueva música,
un sonsonete, un ritornelo.
Siempre
tuve presente que si no había otra posibilidad, escribiría en una isla
desierta, en ese sentido no tiene mucha importancia la publicación de mi obra,
sino el centro vertiginoso, indecible, donde me lleva la escritura y para mí,
la escritura, es más un movimiento visceral, una alquimia del espíritu, un
impulso convulsivo a lanzarme y trazar un camino en dirección de un pensamiento
poético. El arte es aquello que resiste.
LFC | Y por
último, ¿quién es Orietta Lozano?
OL | Cuando
aparece este tipo de preguntas, lo más satisfactorio es la fórmula de Rimbaud,
“Yo soy otro” .
La
multiplicidad de seres que me habitan para escribir…decir o no decir mi nombre,
no tiene importancia, hay una tribu que habita en mí. Hemos sido ayudados,
multiplicados, cabalgamos con un ejército de soñadores.
Siempre
he querido mirar al mundo a la cara, con su belleza y su miseria. Escribir es
un oficio que se hace en la soledad, algo así como caer dentro de uno mismo,
diluirse, atornillarse y desatornillarse, romperse, deshacerse, perder el
rostro, empujarse al fondo, volar.
*****
Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 189 | novembro de 2021
Curadoria: Luis Fernando Cuartas (Colombia, 1956)
Artista convidada: Flor María Bouhot (Colombia, 1949)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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revisão de textos & difusão | FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
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