Recordando -continuó- la metáfora toynbeana de El
árbol podado y tomando los ejemplos de pueblos como los de Israel y Grecia,
Benjamín Carrión trató de persuadir a los ecuatorianos de que la grandeza nacional
no dependía de la extensión territorial, de la riqueza económica ni de la fuerza
militar, sino de la cultura.”
A continuación, el poeta realizó un análisis de la situación
actual, a fin de demostrar la validez de instituciones como la Casa de la Cultura
Ecuatoriana: “Los tiempos han cambiado desde que Benjamín Carrión planteó su Teoría
de la Nación Pequeña; los índices de analfabetismo en Ecuador ya no son tan
altos; el pensamiento clerical ya no se impone a rajatabla y pierde en las urnas
ante el proyecto presidencialista de nueva Constitución; el paternalismo cultural
se desvanece ante las iniciativas privadas; la pluriculturalidad ha sido asumida
y los ecuatorianos ya no somos vistos, desde el determinismo geográfico, como los
‘tropicales’ condenados al retraso en todos los campos. Al contrario, París ya no
es el centro del mundo cultural, y América Latina adquiere cada vez más personalidad.
Lo que definitivamente no ha cambiado –puntualizó–, es el rol fundamental
de la Casa de la Cultura: cobijar a sus pintores, escultores, poetas, narradores,
bailarines, teatreros. Cobijar en suma a sus artistas y, por consiguiente, tampoco
ha cambiado el lugar que ocupa el arte como elemento fortalecedor de la identidad
cultural nacional.”
Concluida su contextualización, Fabián Guerrero aseguro:
“Hoy por hoy, no hay en mi país, Ecuador, un solo intelectual que no haya acuñado
su propia opinión sobre cultura; los sociólogos la definen como al grupo de rasgos
que, vengan de donde vengan, definen a una nación; los antropólogos vinculados a
los movimientos afro e indígena la ven como al conjunto de rasgos que diferencian
a un grupo de otro, y los artistas, entre ellos los escritores, insistimos en verla
como manifestaciones del espíritu. Y todos, absolutamente todos, tenemos algo de
razón. Así las cosas, la cultura continúa concentrándose en la Casas de la Cultura
y entidades culturales, en las manifestaciones del espíritu.”
La segunda parte de la conferencia de Fabián Guerrero
se denominó Identidad y Letras. En esta, el poeta quiteño empezó por citar
a los pensadores de la teoría crítica de la comunicación para asegurar que cuando
hablamos de cultura hablamos de identidad.
Parafraseó a continuación Enrique Alducín, catedrático
de la UNAM, para dejar sentado que, en la época de globalización, todas las culturas,
especialmente las dominantes, irrumpen en nuestros hogares a través de los medios
de comunicación. “Irrupción que ha creado –dijo– fuertes imaginarios culturales en
los habitantes de nuestras naciones.”
Inmediatamente después, sin embargo, puntualizó que
compartía también el criterio del escritor
y periodista argentino Jorge Lanata, según el cual, nadie puede formar parte del
mundo, sin formar antes parte de su casa.
Apoyándose en estas citas, Fabián Guerrero aseguró:
“En la Casa de la Cultura, a través
de la difusión y fortalecimiento del arte plástico, el cine y la literatura nacionales,
intentamos clarificar la identidad de los ecuatorianos, de demostrar, por ejemplo,
que no formamos parte de una sola Patria, de la patria indígena, de la patria rural,
de la patria urbana, de la patria campesina, de la patria de los arrabales y de
los barrios populares. Y a través de productos culturales tratamos de arrojar luces
sobre el ser nacional, lo cual es importante si consideramos que al igual que muchos
otros países de Latinoamérica, nos hemos pasado toda nuestra vida histórica tratando
de ser como los norteamericanos o los europeos.”
“Sobre esto –prosiguió–, el ya citado Jorge Lanata ha
dicho: ‘…siempre supimos que no somos norteamericanos, aunque lo intentamos, y nos
llenamos la boca soñando en un porvenir hispanoamericano, pero blanco y lo más europeo
que pudiera salirnos. Por eso esta búsqueda del Yo en el país de Nadie se parece
a una pesadilla siempre interrumpida: generales que se avergüenzan de su propia
tropa, el país ficticio por decreto al país real, argentinos (o ecuatorianos) creyendo
que somos los que queremos ser, la verdadera identidad caminando dos pasos atrás
o dos adelante, pero siempre en otro sitio’.”
A continuación, Guerrero manifestó que para arrojar
luces sobre el ser nacional, para fortalecer la identidad del ecuatoriano de nuestro
tiempo, la CCE ha creado, desde la Dirección de Publicaciones varias colecciones
editoriales que constituyen un entramado de universos, que juntos conforman un mosaico
de los que somos y de lo que queremos ser. “La CCE –puntualizó– ha fortalecido la
identidad nacional mediante colecciones que recuperan la profundidad y trascendencia
lírica de aquellas letras que hasta hace poco permanecían atrapadas en el descrédito,
el anonimato o el olvido, pero también aquellas que, pese a pertenecer a los poetas
vivos más importantes del Ecuador, apenas llegaban a escasas aulas de colegios y
universidades recomendados por maestros y maestras que aman lo nuestro.
Y como la identidad –continuó hablando de la fundamental
labor de la Casa de Carrión– se construye a partir de lo que hemos sido, de las
buenas y malas experiencias que nos deja la historia, no solo hemos abierto, a través
de la Sección de Historia y Geografía, una colección de investigaciones orientada
a fortalecer la identidad nacional, sino también a través de la Biblioteca mínima
del Bicentenario, colección que contribuye a un conocimiento integral de lo nuestro
mediante recuperación de obras inéditas o poco difundidas de esta épica construcción
de la nacionalidad ecuatoriana, todavía en pleno desenvolvimiento. Y tenemos una
colección, Ideas liebres, orientada a difundir el pensamiento que se produce en
cada una de las regiones del país, recuperar las voces y miradas más sugestivas
del pensamiento nacional contemporáneo, porque no de otra forma podremos construir
una identidad.
Y como la nación está hecha no
solo del discurso oficial, sino también del que se produce en los márgenes, hemos
creado colecciones que reivindica las voces que habitan nuestras calles y plazas
y que por lo general están fuera de la institución literaria.”
La Casa en los ojos de afuera, tituló Fabián Guerrero a la tercera parte de su ponencia.
“Sesenta y cuatro años cumple la
Casa de la Cultura Ecuatoriana. Por más que ha habido regímenes ominosos no ha desaparecido,
y es que su razón de ser está imbricada a la esencia de nuestra nacionalidad”, cito
a Marco Antonio Rodríguez, el presidente de la Casa, para inmediatamente después
realizar una suerte de inventario de los que constituye la institución a la que
representa: “La CCE ha estimulado el desarrollo de un pensamiento auténticamente
nacional no solo a través de libros, sino también a través de campañas orientadas
a internacionalizar la obra de los grandes escritores y artistas visuales; publicaciones
y secciones académicas que impulsan la ciencia, la tecnología, la filosofía, la
historia y las ciencias jurídicas; veintiún Núcleos provinciales dedicados a fortalecer
y difundir el trabajo de los hombres y mujeres de cultura de cada uno de los rincones
de la patria; un techo que guarece a todo aquel que busque un espacio cálido para
sus propuestas; talleres, revistas y concursos que estimulan la creación literaria;
un Área dedicada al desarrollo de la mujer y la familia a través de la práctica
de la danza y la pintura; proyectos como ‘Esta Casa sí camina’, ‘El festival del
pasillo’ y ‘Domingos en familia’ que constituyen espacios de iniciación para los
artistas, fortalecen la rica cultura popular y unen a la familia en torno a la música;
museos que preservan la memoria musical y plástica del Ecuador; una Cinemateca comprometida
con la educación audiovisual de nuestro pueblo; y exposiciones de artes plásticas
en las que hallan espacio artistas consagrados pero también aquellos que con sus
propuestas casi artesanales moldean el Ecuador día tras día.
De lo dicho por Guerrero se desprende que la Casa de
la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión ha sido, desde su fundación, el espacio
desde el cual repensar la Patria, y que es y seguirá siendo una de las instituciones
culturales emblemáticas a lo largo y a lo ancho de nuestra América y del mundo.
“Para quien conozca un poco la historia espiritual y
política del Ecuador –continuó Guerrero–, la Casa de la Cultura representa mucho
más que una mera institución importante, que un establecimiento de derecho público
de afortunada concepción. Es ella, ante todo, esencialmente, una síntesis, una elaboración
nacional, una resultante histórica. Es la vocación propia de lo ecuatoriano. Es
el mensaje existencial de lo ecuatoriano, una muestra excelsa de integración nacional…”
Y concluyó su ponencia con una sentida frase: “Para
quienes trabajamos en la CCE, la cultura es el bien común de cada pueblo; expresión
de su dignidad, libertad y creatividad, factor de paz, desarrollo social, recurso
de identidad, antídoto, el más eficiente y eficaz, para oponerse a regionalismos,
racismos, xenofobias, elitismos y dogmatismos.”
NOTA
FABIÁN GUERRERO OBANDO (Equador, 1959). Diretor de Publicações
e Coordenador Nacional da Casa da Cultura Equatoriana Benjamin Carrión. Seu currículo
inclui uma gestão como presidente da Sociedade Equatoriana de Escritores. Poeta
e ensaísta, dirige atualmente a revista La Casa. Texto
apresentado no debate “Contribuição das Casas de Cultura para a integração da América
Latina”, Bienal Internacional do Livro do Ceará, 15 de novembro de 2008.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 197 | dezembro de 2021
Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)
Artista convidada: Helena García Moreno (Equador, 1968)
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