domingo, 26 de dezembro de 2021

FABIÁN GUERRERO OBANDO | Las Casas de la Cultura en la construcción de la identidad de América Latina



En Cultura y Casas, la primera parte de su disertación, Fabián Guerrero Obando empezó por situar las condiciones bajo las cuales se creó la CCE: “Benjamín Carrión dijo creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1944, después del desastre nacional debido al desmembramiento territorial provocado un año antes por un conflicto militar con el Perú, para crear, precisamente, una identidad nacional, para que nuestros compatriotas recuperaran la confianza en sí mismos y en su propio futuro. Su Teoría de la nación pequeña no es más que un llamado a los ecuatorianos para formar una gran patria de cultura.

Recordando -continuó- la metáfora toynbeana de El árbol podado y tomando los ejemplos de pueblos como los de Israel y Grecia, Benjamín Carrión trató de persuadir a los ecuatorianos de que la grandeza nacional no dependía de la extensión territorial, de la riqueza económica ni de la fuerza militar, sino de la cultura.”

A continuación, el poeta realizó un análisis de la situación actual, a fin de demostrar la validez de instituciones como la Casa de la Cultura Ecuatoriana: “Los tiempos han cambiado desde que Benjamín Carrión planteó su Teoría de la Nación Pequeña; los índices de analfabetismo en Ecuador ya no son tan altos; el pensamiento clerical ya no se impone a rajatabla y pierde en las urnas ante el proyecto presidencialista de nueva Constitución; el paternalismo cultural se desvanece ante las iniciativas privadas; la pluriculturalidad ha sido asumida y los ecuatorianos ya no somos vistos, desde el determinismo geográfico, como los ‘tropicales’ condenados al retraso en todos los campos. Al contrario, París ya no es el centro del mundo cultural, y América Latina adquiere cada vez más personalidad.

Lo que definitivamente no ha cambiado puntualizó, es el rol fundamental de la Casa de la Cultura: cobijar a sus pintores, escultores, poetas, narradores, bailarines, teatreros. Cobijar en suma a sus artistas y, por consiguiente, tampoco ha cambiado el lugar que ocupa el arte como elemento fortalecedor de la identidad cultural nacional.”

Concluida su contextualización, Fabián Guerrero aseguro: “Hoy por hoy, no hay en mi país, Ecuador, un solo intelectual que no haya acuñado su propia opinión sobre cultura; los sociólogos la definen como al grupo de rasgos que, vengan de donde vengan, definen a una nación; los antropólogos vinculados a los movimientos afro e indígena la ven como al conjunto de rasgos que diferencian a un grupo de otro, y los artistas, entre ellos los escritores, insistimos en verla como manifestaciones del espíritu. Y todos, absolutamente todos, tenemos algo de razón. Así las cosas, la cultura continúa concentrándose en la Casas de la Cultura y entidades culturales, en las manifestaciones del espíritu.”

La segunda parte de la conferencia de Fabián Guerrero se denominó Identidad y Letras. En esta, el poeta quiteño empezó por citar a los pensadores de la teoría crítica de la comunicación para asegurar que cuando hablamos de cultura hablamos de identidad.

Parafraseó a continuación Enrique Alducín, catedrático de la UNAM, para dejar sentado que, en la época de globalización, todas las culturas, especialmente las dominantes, irrumpen en nuestros hogares a través de los medios de comunicación. “Irrupción que ha creado dijo– fuertes imaginarios culturales en los habitantes de nuestras naciones.”


Para sustentar lo dicho, Guerrero citó al comunicólogo colombiano Jesús Martín Barbero. “…la cultura viva de la gente señaló no está hecha solo de diferencias de lo que viene de fuera, sino también de búsqueda, de integración de lo que viene de fuera de su mundo, y lo ‘propio’ es aquello que la gente produce, pero también aquello que, venga de donde venga, forma parte de la vida de los pueblos, de lo bueno y de lo malo, de lo lindo y de lo feo”.

Inmediatamente después, sin embargo, puntualizó que compartía también el criterio del escritor y periodista argentino Jorge Lanata, según el cual, nadie puede formar parte del mundo, sin formar antes parte de su casa.

Apoyándose en estas citas, Fabián Guerrero aseguró: “En la Casa de la Cultura, a través de la difusión y fortalecimiento del arte plástico, el cine y la literatura nacionales, intentamos clarificar la identidad de los ecuatorianos, de demostrar, por ejemplo, que no formamos parte de una sola Patria, de la patria indígena, de la patria rural, de la patria urbana, de la patria campesina, de la patria de los arrabales y de los barrios populares. Y a través de productos culturales tratamos de arrojar luces sobre el ser nacional, lo cual es importante si consideramos que al igual que muchos otros países de Latinoamérica, nos hemos pasado toda nuestra vida histórica tratando de ser como los norteamericanos o los europeos.”

“Sobre esto –prosiguió–, el ya citado Jorge Lanata ha dicho: ‘…siempre supimos que no somos norteamericanos, aunque lo intentamos, y nos llenamos la boca soñando en un porvenir hispanoamericano, pero blanco y lo más europeo que pudiera salirnos. Por eso esta búsqueda del Yo en el país de Nadie se parece a una pesadilla siempre interrumpida: generales que se avergüenzan de su propia tropa, el país ficticio por decreto al país real, argentinos (o ecuatorianos) creyendo que somos los que queremos ser, la verdadera identidad caminando dos pasos atrás o dos adelante, pero siempre en otro sitio’.”

A continuación, Guerrero manifestó que para arrojar luces sobre el ser nacional, para fortalecer la identidad del ecuatoriano de nuestro tiempo, la CCE ha creado, desde la Dirección de Publicaciones varias colecciones editoriales que constituyen un entramado de universos, que juntos conforman un mosaico de los que somos y de lo que queremos ser. “La CCE –puntualizó– ha fortalecido la identidad nacional mediante colecciones que recuperan la profundidad y trascendencia lírica de aquellas letras que hasta hace poco permanecían atrapadas en el descrédito, el anonimato o el olvido, pero también aquellas que, pese a pertenecer a los poetas vivos más importantes del Ecuador, apenas llegaban a escasas aulas de colegios y universidades recomendados por maestros y maestras que aman lo nuestro.

Y como la identidad –continuó hablando de la fundamental labor de la Casa de Carrión– se construye a partir de lo que hemos sido, de las buenas y malas experiencias que nos deja la historia, no solo hemos abierto, a través de la Sección de Historia y Geografía, una colección de investigaciones orientada a fortalecer la identidad nacional, sino también a través de la Biblioteca mínima del Bicentenario, colección que contribuye a un conocimiento integral de lo nuestro mediante recuperación de obras inéditas o poco difundidas de esta épica construcción de la nacionalidad ecuatoriana, todavía en pleno desenvolvimiento. Y tenemos una colección, Ideas liebres, orientada a difundir el pensamiento que se produce en cada una de las regiones del país, recuperar las voces y miradas más sugestivas del pensamiento nacional contemporáneo, porque no de otra forma podremos construir una identidad.

Y como la nación está hecha no solo del discurso oficial, sino también del que se produce en los márgenes, hemos creado colecciones que reivindica las voces que habitan nuestras calles y plazas y que por lo general están fuera de la institución literaria.”


Todas las colecciones –advirtió el poeta– tienen un propósito fundamental: “Fortalecer la identidad de la nación ecuatoriana, pues hay algo que siempre repito a mis estudiantes en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, la literatura; sus personajes, muchas veces son más reales que los seres humanos de las diversas épocas de la historia ¿O alguien recuerda, por citar solo un ejemplo, un ruso verdadero de la época de Roskolnikov, el personaje de Dostoievski?”

La Casa en los ojos de afuera, tituló Fabián Guerrero a la tercera parte de su ponencia.

“Sesenta y cuatro años cumple la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Por más que ha habido regímenes ominosos no ha desaparecido, y es que su razón de ser está imbricada a la esencia de nuestra nacionalidad”, cito a Marco Antonio Rodríguez, el presidente de la Casa, para inmediatamente después realizar una suerte de inventario de los que constituye la institución a la que representa: “La CCE ha estimulado el desarrollo de un pensamiento auténticamente nacional no solo a través de libros, sino también a través de campañas orientadas a internacionalizar la obra de los grandes escritores y artistas visuales; publicaciones y secciones académicas que impulsan la ciencia, la tecnología, la filosofía, la historia y las ciencias jurídicas; veintiún Núcleos provinciales dedicados a fortalecer y difundir el trabajo de los hombres y mujeres de cultura de cada uno de los rincones de la patria; un techo que guarece a todo aquel que busque un espacio cálido para sus propuestas; talleres, revistas y concursos que estimulan la creación literaria; un Área dedicada al desarrollo de la mujer y la familia a través de la práctica de la danza y la pintura; proyectos como ‘Esta Casa sí camina’, ‘El festival del pasillo’ y ‘Domingos en familia’ que constituyen espacios de iniciación para los artistas, fortalecen la rica cultura popular y unen a la familia en torno a la música; museos que preservan la memoria musical y plástica del Ecuador; una Cinemateca comprometida con la educación audiovisual de nuestro pueblo; y exposiciones de artes plásticas en las que hallan espacio artistas consagrados pero también aquellos que con sus propuestas casi artesanales moldean el Ecuador día tras día.


Especial atención –añadió– merecen los proyectos institucionales ‘El poeta y su voz’ y ‘El narrador en su tinta’. El primero acerca la poesía al pueblo a través de las voces de sus autores, y el segundo reúne a los narradores y narradoras ecuatorianos que letra a letra han testimoniado la condición del Ser Humano y sus circunstancias cotidianas, y arrojado luces sobre la identidad cultural ecuatoriano de nuestro tiempo.”

De lo dicho por Guerrero se desprende que la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión ha sido, desde su fundación, el espacio desde el cual repensar la Patria, y que es y seguirá siendo una de las instituciones culturales emblemáticas a lo largo y a lo ancho de nuestra América y del mundo.

“Para quien conozca un poco la historia espiritual y política del Ecuador –continuó Guerrero–, la Casa de la Cultura representa mucho más que una mera institución importante, que un establecimiento de derecho público de afortunada concepción. Es ella, ante todo, esencialmente, una síntesis, una elaboración nacional, una resultante histórica. Es la vocación propia de lo ecuatoriano. Es el mensaje existencial de lo ecuatoriano, una muestra excelsa de integración nacional…”

Y concluyó su ponencia con una sentida frase: “Para quienes trabajamos en la CCE, la cultura es el bien común de cada pueblo; expresión de su dignidad, libertad y creatividad, factor de paz, desarrollo social, recurso de identidad, antídoto, el más eficiente y eficaz, para oponerse a regionalismos, racismos, xenofobias, elitismos y dogmatismos.”

 

NOTA

FABIÁN GUERRERO OBANDO (Equador, 1959). Diretor de Publicações e Coordenador Nacional da Casa da Cultura Equatoriana Benjamin Carrión. Seu currículo inclui uma gestão como presidente da Sociedade Equatoriana de Escritores. Poeta e ensaísta, dirige atualmente a revista La Casa. Texto apresentado no debate “Contribuição das Casas de Cultura para a integração da América Latina”, Bienal Internacional do Livro do Ceará, 15 de novembro de 2008.




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[A partir de janeiro de 2022]
 

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Número 197 | dezembro de 2021

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