Rostros frente a las vitrinas, ¡salud, tímidos traidores! Ezequiel os retrata
y nunca sabréis de su nombre, trampa versicular, profecía del solo que lanza una
paloma al aire y espera su regreso con verdes ramajes en sus brazos y labios. Cada
cosa es medida, cada signo revelado, yuxtapuestos en lo infinito de la memoria en
blanco, hombre y sombra, mujer y esplendor, tristeza y arrebato, rapto y trance
encerrados es un espacio que apenas sujeta la razón de los geómetras.
Creerás entonces, que un mutilado mezcla los colores, creerás que alguien
te viene abriendo todas las puertas que cerraste al ángel… macabro espanto, ¡ah
terrible belleza! teñiste la madera y ofreciste sin piedad al primogénito que ahora
limpia con plumas los autos y pide, luego, un azul plomizo para pintar el cielo.
Serás el dueño de casa que reclama a su albañil, le preguntarás sobre el
acabado final y él te responderá, con sorna, con un filazo de su pala: ¡Aquí no
espere acabados finales, señor, no hay belleza así que no hay conclusión! ¡aquí
no hay fronteras, maese! ¡la auténtica vida está ausente…nosotros no estamos en
el mundo!
El pánico ronda, ninguno de los tres termina las frases, las últimas palabras
se convierten en duras manchas, el sujeto es sujeto del cuello y exprimido como
un tubo de fresco óleo. Contenerse y estallar es el contenido. No hay distancias,
no hay cristales de por medio y por lo tanto, no hay reflejos, puro músculo, pura
osamenta, el inframundo orgánico profetizado por Klee… tiembla gravemente el pulso,
las estampidas cruzan por los nervios, el color va sacando lo que es verdad, ¡la
Phycis resplandeciente! el artefacto ornamenta las clínicas donde la neurosis es
amansada y reintegrada a las calles… el horror vacuii del ocio, la espera
del homo sapiens que descubre la contundencia asesina de un tordo hecho de líneas
y remolinos.
Y pasás a la siguiente página, pasarás lentamente, rozando el relieve que ha dejado el sol sobre las hojas blancas… cada lienzo es una fragua que te funde y funda, un libro contuso, un códice recuperado a los conquistadores; y no hay más verdad que la grotesca sombra -que como un rastro- va dejando la historia, el rumor de los hinchas que suben al estadio, el siseo
¿Tenías el dinero? ¿Tenías las ganas? ¿Todavía quiere, el señorito coleccionista,
adornar con Ezequiel su afectada sala de gordos querubines y bodegones de pútridos
frutos prohibidos?
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 195 | dezembro de 2021
Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)
Artista convidada: Scarlett Rovelaz (Honduras, 1987)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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