quinta-feira, 23 de fevereiro de 2023

MARIA LÚCIA DAL FARRA | Matsi, el té de mi guru

 

Como es posible improvisar un sueño en tus noches desnudas, así la casa adormece en mis brazos y despierta en otro sitio, imposible reconocer la belleza incontenida que exhala. Es como la promesa de un mundo mejor que describe el bandoneón con sonido de durazno y la tempestad de sus acordes insinuantes. Es casi siempre la perspectiva de algo más, un libro de designaciones inesperadas para sus personajes y el color de sus retorcidos abismos. La lectura de unas carnes de fuego, los cuerpos vivos de imágenes que parecen seguir en la misma dirección en el pensamiento de la oscuridad, dos mujeres, la realidad entre ellas que nunca se cruzó, el alumbramiento de versos que siempre han habitado diferentes mundos en la conciencia de cada una de ellas. Sitios de delicadeza, polvo sublime de refinamiento, en una de ellas, aun dejándose poseer por lo inesperado, hemorragia de imágenes hambrientas que excavan nuevos significados por donde pasan, en la otra. Sus nombres se convierten en un inmenso cuenco de savia brillante que al final se reconocen y me prueban que caminaron por el mundo más cerca la una de la otra de lo que uno podría imaginar. Maria Lúcia Dal Farra y Matsi Chatzilarazou, las dos profundizan la perplejidad con la que podíamos imaginar una afinidad poética traída desde la cuna, una cuna muy secreta, de una brasileña y una griega.


Un día, hace un ratito, cuando hablaba con María de Matsi, la brasilera me dijo que se llenaba de prodigios al leer a esta poeta, a su manera me decía que las coles y los laberintos de la sencillez, los licores y sus invitados en el corazón de las vides, la inmensidad en un solo color, para ella siempre lila, grabado en la mesa donde los versos son más que imitación, son frutos de una predilección cósmica, María, entonces me dijo que en unos días el misterio se leía a sí mismo y preparaba un nuevo retrato del abismo, una forma de ver, en el fondo de cada uno de nosotros, a alguien que siempre estuvo ahí y nunca aparecía porque hasta entonces simplemente no la habían invitado a tomar el té. Pues así me llegaron estos poemas, mejor dicho, este octeto, en un brindis tan concentrado del altísimo grado de belleza logrado por las dos poetas que me parece que soy yo el invitado. Un afortunado que acaba de ser descubierto por Matsi que habita en María y que consolida la amistad que le tiene a María y el gesto con que ella lo extiende a Matsi, delicadeza y vértigo de un horizonte que se multiplica con cada verso.

Ese chasquido de instintos que llevó a Key Sage a decir de Yves Tanguy que era un médium, bueno,
mucho más allá de la jurisdicción de la racionalidad, aprendiendo de estas dos mujeres, en versos que la brasileña desentierra de su otro, al otro lado del mundo, en una Grecia lejana, dos mujeres y sus abismales lecciones de Surrealismo, dos pronunciaciones radicales de poesía y las bayas sobre la mesa, el trato hecho con el azar, la hospitalidad del abismo, estar aquí, para leer a Maria Lúcia Dal Farra como alguien que lleva dentro de sí a Matsi Chatzilazarou. No hay como pensar en otra cosa, todos somos sus invitados para este té.

 

[Floriano Martins]

 

 

UNO

 

Pienso en un campo de grano y herrumbre instantánea

que había nacido junto a ti –

allí mismo donde duerme tu cabeza cuando

se posa en mis pensamientos.

 

Y que me preguntes si,

en medio de tanta labranza,

también fue posible la concha, el vitral, el piso

de nuestra tambaleante inercia.

 

Gruñidos inaprensibles contiene tu sangre

mientras el deseo de ser otro y otro

de renacer en poca agua

en ese tenue torrente de luz excavado de la luna.

 

Un pájaro cruza la bruma repentina

y vierte su canto en el nuevo día –

solo tú lo sostienes con ambas manos. Y

un cadáver de estados de ánimo

cubre mis ojos.

 

 

DOS

 

Me atraviesan las catacumbas irregulares del miedo


y sudo como quien ha hecho a mano una noche

de vértigo:

magnolias perdidas en la voz fría del tiempo

se entrelazan en corales, velas,

martirio – el olor es voraz.

 

Hay un chico detrás de la cortina del porche

quien es ciego a lo que no está

 

– piensa, rechaza, sufre se cierne sobre el

patio la angustia muerde la fruta,

levanta el candelero que nada es ahora

lo que nunca fue.

 

Pequeña es mi reserva de clavos y dientes –

 

escala sempiterna del naufragio.

 

 

TRES

 

Hay música en las ramas más remotas de los sueños,

una cadencia minuciosa de alabanzas silenciosas.

registro de dedos paralelos de euforia:

cismas para toda la vida. Rechazo el

dolor

pero él me tambalea como una tormenta fugaz

(a machetazos)

en el nimbo de la atmósfera

espinosa y tenaz –

como un niño.

 

Recojo lo que no encuentro: ábsides

vacíos, quiosco de jardín,

humus venenoso, alegría tonta

 

placer grasiento de carne nueva.

 

 

CUATRO

 

¡Necesito ambas manos para la cinta de correr de los sueños!


Un fragmento de uña puede convertirlos en un infierno

y dejarlos a la deriva en la costura indecisa y apresurada del caparazón

del pasado, de las tantas voces que me alteran.

 

Aturdida, estoy en re mayor.

 

¿Cuándo vendrán a buscarme tus fuertes músculos?

¿En qué momento se produce el milagro de la nada absoluta

entre la carne y la limosna del amor, retorciéndose

ambas hacia la unión no consumible?

 

¿Cuántos movimientos tiene tu cuerpo cuando decides

invertirlo en mi contra? El desván me asfixia,

la arena se pierde en cada huracán y yo

enloquecida por tus sudores

 

me hago pequeña y grande como un rincón

 

 

CINCO

 

¿Dónde está la noche que siguió al día?

 

Sin dureza, sin reflejo, solo un fuerte estruendo

de cuerpo de miseria, caso, niños

que nacen en el viento adiós

montañas.

 

Ni siquiera mis alas lo soportan

ungüento en la sombra de la penumbra

más allá de lo conocido.

 

Cruzo los tres puentes con la ferocidad de la ignorancia

y corro entre los no-me-olvides de puro éxito (rotos en

morado y blanco) que se elevan al caos en este

porche silencioso.

 

Mis olores evolucionan como un apetito mundano.

Nada tiene un nombre todavía.

 

 

SEIS

 

Lamento el cabello roto por la desesperación


y te ofrezco tres rosas: la que ves,

la que no se muestra y la que no se da.

¿Caballeros del ocaso vendréis

a inclinaros sobre nuestras melenas?

¡Cabálgame, oh luna, espera desigual,

por cada gusto levantaré

un candelabro!

 

Viola del tiempo, estigmas de la duda, ¿puedes

recurrir mi cuerpo sin vergüenza, subir las escaleras

del interregno? La falta me da náuseas, el

veneno brota como una fuente, el aire se impregna

de trazos suntuosos como un halo de luz

 

y aún tengo que sufrir

 

y, sin embargo, apenas sé lo que digo.

 

 

SIETE

 

Un pájaro camina en mi cabello y

algo busca en mi cerebro: colorea mi mente con las

semillas de lo que cosecha.

 

Me aterra la belleza Regurgito hasta mis

heces porque el mundo es inmenso y no tengo suficiente

aire para saborearlo. Indígena pintada en colores

del bosque así mi vagina que hincha el

pensamiento del amor y salta con su vela

fuera del marco.

 

Cáliz de una flor escenario de amor

mi voz abre conchas en un

grito de caracol y me inunda

con el humus primero de la baba

que nace del goce del fruto

todo astillado con la madurez

 

y desbloqueado en alegrías.

 

 

OCHO

 

Solté mi tigre y mi orquídea, puse

un pozo aquí y allá, una

colmena

una catedral con vidrieras aturdidas por la luz

 

y la vida se restablece fluida sin

tiempo de miseria en tu bolsillo.

Nueve de la mañana.

¿A qué lado del mundo fluye el

caparazón que me vistió y las heridas que recogí?

Una fregona de estrellas fue precisa, urgente,

como un palacio en la oscuridad como riesgo de

bordado entre los huesos de la carne gota a gota chorreando el perejil lo más ardiente,

la fogosa –

 

la que se eleva por encima del cielo y desciende como un relámpago

directamente sobre mí.

 

 

 

MARIA LÚCIA DAL FARRA (Brasil, 1944). Poeta, ensayista y conferenciante, autora de cuatro poemarios que se destacan entre lo mejor de la lírica en Brasil: Livro de Auras (1994), Livro de Possuídos (2002), Alumbramentos (2012) y Terceto para o fim dos tempos (2017). Además de ellos, es autora de un libro de cuentos, Inquilina do Intervalo (2005) y otros dos de crítica literaria: O Narrador Ensimesmado (1978) y A Alquimia da Linguagem (1994), este último publicado en Portugal. Aquí publicamos esta secuencia de poemas suyos dedicados a la poeta griega Matsi Chatzilazarou (1914-1987), que fueron escritos a partir de su lectura de poemas de esa poeta en la traducción de Floriano Martins, el mismo que ahora firma la nota introductoria y la traducción de los poemas de Dal Farra.

 

 

 

JULIA MARGARET CAMERON (Índia, 1815-1879). Um dos melhores exemplos de acaso objetivo encontramos na biografia desta fotógrafa, a quem sua filha lhe presenteia uma câmara quando Julia completa 48 anos. Era a sua primeira máquina e até o momento ela não havia despertado o mínimo interesse pela fotografia. Curioso prenúncio de sua filha, o fato é que sua imediata dedicação, ajudada por um amigo, a levou rapidamente ao domínio do processo do colódio úmido – clássico processo fotográfico que se encontra nos primórdios da fotografia –, começando assim a sua carreira fotográfica. De imediato ela transformou um galinheiro em improvisado laboratório e em estúdios algumas dependências da sua casa. O resultado dessa sua identificação foi a criação de um estilo muito próprio baseado em longos tempos de exposição, na falta de nitidez provocada por um rápido desfoque, assim como na supressão de detalhes, nas manchas provocadas pelo modo irregular de como aplicava o colódio úmido e na utilização do simbolismo da iluminação. Caracterizou-se então por sua escolha de trabalhar com retratos – em especial os retratos de mulheres – e as cenas alegóricas, o que a situa como uma precursora da recriação de cenas vivas aplicadas à fotografia. Acerca de seu trabalho ela mesma diria: Eu ansiava por prender toda a beleza que viesse até mim, e por fim o desejo foi satisfeito. Nossa homenagem a essa brilhante fotógrafa, que é nossa artista convidada.

 




Agulha Revista de Cultura

Número 224 | fevereiro de 2023

Artista convidado: Julia Margaret Cameron (Índia, 1815-1879)

editor | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2023

 


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