“Cada vez es menos necesaria una mafia literaria, es un peso que un joven creador se echa inútilmente a los hombros”, dice la ganadora del premio Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer en 2012.
Le hablé por teléfono a Claudina Domingo para realizar
la entrevista, previo acuerdo de día y hora exacta. Me contestó una joven vivaracha
y excelente conversadora, nacida en la Ciudad de México el 8 de septiembre de 1982,
poeta, narradora y ganadora de la beca Jóvenes Creadores del fonca en tres ocasiones.
Escribe para El Financiero y hace reseñas para el suplemento Laberinto, Letras Libres,
entre otros.
Sobre aquel polémico tema de la “infantocracia” y la
“gerontocracia” en el medio literario en México, Claudina nos lanzó una respuesta
bastante ingeniosa: “Más bien, yo creo que existe la tierra de nadie, que va desde
que cumples 35 años hasta que cumples 70, es así como un páramo”.
“Una vez nos decía un amigo narrador, ‘a todos nos inflan
cuando sacamos nuestro primer libro, para luego pincharnos el globo’, y creo que
hay algo de sentido en eso, creo que es un gremio que tiende a halagar y alabar
al joven poeta o al joven narrador en su primer libro y después, en libros posteriores,
empiezan a ver todos los peros, todo lo feo, todo lo chueco y el propio medio que
lo levantó lo empieza a tirar, y en ese sentido puedes pensar que sí hay algo de
gerontocracia”.
“Puedes pensar que esa tendencia a menoscabar o a buscarle
todos los peros, que además nadie le vio al joven poeta o al joven narrador, aunque
siga escribiendo igual que cuando empezaba a escribir, o mejor, y todo eso de verle
la sintaxis chueca, puede ser una tendencia gerontocrática; no dejar llegar a ese
joven escritor a ser reconocido, a quien primero se alabó tanto. Entonces, yo sí
veo ese fenómeno, pero creo existen ambas cosas”.
“En la gerontocracia hay pocos y en la infantocracia
hay muchos; todo el que publique su primer libro de poesía o narrativa, es la gran
promesa; si no te dicen que eres la gran promesa, ya empezaste mal, ¿no? (risas)…
Pero de ahí, de esa cromada que te ponen con tu primer libro, a que te sigan respetando
en tu época más fértil, en tu época donde más produces, que es, digamos, tu edad
madura como escritor, hay una gran distancia”, explica Claudina, quien fue nombrada
“escritora emergente del año” por la revista La Tempestad en 2011.
¿Critica? ¿Cuál crítica?
“En este medio mexicano la crítica literaria es muy
poca, no se ejerce o cada vez se ejerce menos en México, y te puedo decir que entiendo
por qué, yo escribía crítica de poesía y me pasó que me tardaba un montón en escribir
una reseña y era un pago muy pobre, y luego después me odiaban por lo que escribía,
entonces dije, “¿qué estoy haciendo”?”, me dice entre risas.
– ¿Qué cosa es la poesía mexicana?
“Se ha dicho que la poesía cada vez es más conversatoria
y es más narrativa, más prosaica; yo creo que sí, pero de todas maneras sigue siendo
muy fuerte en México el gran despliegue de recursos, de imágenes, de metáforas,
de símiles; pues claro, tenemos entre nuestros ancestros literarios a López Velarde
como un gran generador de imágenes y metáforas; y a Pellicer, por supuesto.
Domingo tuvo un problema de salud relativamente delicado,
había estado en el hospital tres semanas cuando empezó la pandemia. “Entonces yo
salí de mi cuarentena cuando entró la cuarentena, entonces sí me deprimí, porque
dije, “no puede ser”, ¿no?”, me platica divertida. “Y sí hubo unos meses en que
estaba muy encerrada, no paranoica, pero sí encerrada, y después vi que, bueno,
a ratos uno tiene que cuidar la salud física lo más que puede y a ratos hay que
cuidar la salud mental”.
“Últimamente salgo a correr, con las medidas precautorias,
porque ya era una necesidad. Uno piensa que es perfecto tener una cuarentena para
ponerse a escribir, pero no. A mí me gusta mucho pensar en lo que estoy escribiendo
mientras camino, me gusta caminar, le da a mi proceso creativo, le otorga algo,
se me ocurren más fácilmente soluciones a problemas que tengo en un relato, en una
novela.
La noche en el espejo
“Yo voy cambiando mi proceso creativo de un libro a
otro. Ahorita me levanto muy temprano, cinco o seis de la mañana, a escribir, porque
a esa hora no hay distractores. Cuando escribí Tránsito también me levantaba a las
cinco. Las enemigas lo escribí como a mediodía. La novela la escribí en todos lados,
en cafés, en…”
– La novela es recién, ¿verdad?
– La noche en
el espejo, salió en septiembre.
– ¿De qué trata?
– Es una especie de rescritura de Alicia en el país
de las maravillas, pero no es para niños. La protagonista va haciendo una especie
de recorrido en una biografía onírica. En algunos casos no es tan fantástica, es
muy parecido a la realidad, hay diferentes tonos en cada capítulo, pero todo esto
conforma la psicología del personaje, y de alguna forma cada lector puede adivinar
cuál es la vida diurna de este personaje, o cual es la biografía de esta protagonista
con base en sus sueños, aunque ella no sabe que está soñando. Para mí fue plantear
una discusión sobre la identidad, mi personaje no tiene clara su identidad nunca,
y tiene una serie de descubrimientos que todo el tiempo se ven contrariados con
otros descubrimientos sobre quién piensas que es ella.
– ¿La consideras una novela fantástica?
– Lo que ocurre es que como no todo es desmesuradamente
fantástico y hay algunos ámbitos que se pueden parecer a la Ciudad de México, es
ambiguo qué tan fantástica es, la considero onírica, más que fantástica, surrealista.
Claudina ganó el Premio Iberoamericano Bellas Artes
de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada en 2012 con Tránsito. También
el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 2016 con Ya sabes que no veo de
noche y su obra se ha incluido en las antologías 20 años de poesía. Jóvenes creadores
del fonca (Conaculta, 2010); Antología general de la poesía mexicana: poesía del
México actual, de la segunda mitad del siglo XX a nuestros días (comp. Juan Domingo
Argüellles, Océano, Intemporales, 2014); México 20: La nouvelle poésie mexicaine
(Jorge Esquinca, Tedi López Mills, Myriam Moscona, Castor Astral/Secretaría de Cultura,
2016) y Sombra roja. Diecisiete poetas mexicanas 1964-1985 (Rodrigo Castillo, Vaso
Roto, 2017).
Conquistas culturales no son privilegios.
– ¿Cómo ves la administración cultural en este sexenio?
“Llevamos muchas décadas en crisis y apoyos como las
becas han ayudado a paliar el hecho de que, además en México, el trabajo cultural
es muy menospreciado y es muy ninguneado, o sea… y en ese sentido varía mucho de
un estado de la federación a otro, de una instancia federal a otra”.
“Hay estados de la federación en los que sí te pagan,
sí te reconocen tu trabajo como tallerista o como jurado. También en la iniciativa
privada, sobre todo en el ámbito cultural, el trabajo es subpagado. Por ejemplo,
una reseña te lleva una semana, no trabajando ocho horas al día, pero es una semana
de trabajo intelectual y te la pagan en mil quinientos pesos; si piensas que nada
más vas a vivir de reseñas, tendrías que sacar una a la semana para malvivir. Y
es generalizado, no sólo tiene que ver con la administración pública, el trabajo
cultural en México, no sé, yo tengo la impresión de que está un poco “glamourizado”,
para bien y para mal, pero sobre todo para mal porque, como que se llega a pensar
que el escritor es propietario de grandes hectáreas o que vive de sus rentas o que
todo el tiempo tiene becas”.
‘Yo no he visto un tema de opacidad’
– Entonces, ¿te ha parecido que la repartición de becas
ha sido justa?
– Yo entiendo que se haya hecho una generalización de
treinta años, de lo que no se habla es que, a medidos de la década pasada, por ahí
por el 2014, entre el 2013 y el 2014, la estructura del fonca cambió mucho, entonces
se hizo todo un sistema en el cual se insaculaba a los jurados, luego ya no era
específicamente Letras, se dividió en narrativa, después específicamente en cuento,
novela, poesía, si tú te fijas en esos últimos años, digamos de 2014 a 2019, había
ya una gran variedad de creadores en Sistema Nacional de Creadores de primera ocasión.
“En esta última pasada fue de sesenta por ciento el
ingreso de nuevos creadores al sistema. Había una mayor variedad, tanto de jurados
como de ganadores, y estoy hablando de los últimos siete años, pero si haces una
generalización de los últimos treinta años, sí puede parecer que había muchos nombres
repetidos. Pero lo que dijimos nosotros, muchas personas que defendimos al fonca
hace dos años, más o menos, era que en los últimos años se había hecho un esfuerzo,
por un lado, para transparentar las formas de operación y, por otro lado, que ello
derivara en nuevos ingresos, sobre todo en el Sistema Nacional de Creadores, porque
en Jóvenes Creadores es más fácil tener un primer ingreso. Por ejemplo, cuando yo
he sido jurado, te quedan las carpetas, las carpetas son información pública. Entonces,
los últimos años, yo no he visto un tema de opacidad.
Siempre hay alguien que vive peor
– En ese sentido, ¿qué tan responsable es el Estado
de sus artistas?
– Yo creo que estamos acostumbrados en México a que
siempre hay alguien que vive peor, y como siempre hay alguien que vive peor que
uno, siempre parece un ejercicio de soberbia de parte del creador quejarse, pero
lo que ocurre es que, por un lado, la cultura en México ha tenido muchos tropiezos
para convertirse en una industria de consumo, no hay una tradición de que leer sea
algo que entretiene tanto como la tele, o que ir al teatro sea algo que entretiene,
o comprar arte, en las clases más favorecidas; entonces, como no existe esa tradición
de consumo cultural, extensa o extendida, ha quedado mucho en manos del Estado proveer
al artista, apoyarlo, no dejarlo en una situación paupérrima.
“Ahora, han cambiado mucho las instituciones (supongo
que esto alguien lo ha estudiado o alguien lo está estudiando), sobre todo en las
últimas tres décadas, y antes los colegas escritores tenían la oportunidad de entrar
a las universidades, antes se abrían más plazas, se abrían universidades, bueno,
recientemente se abrió la uacm, pero en general cada vez se abren menos universidades
y en las existentes no hay plazas de profesor investigador, que era un camino para
escritores, para sostenerse a la par de su trabajo literario, se ha acabado. Yo
tengo colegas de mi edad, treinta y tantos, cuarenta, que tienen sus doctorados
y no pueden tener una plaza en la universidad. Yo me salvé de eso porque yo no estudié
(risas), me salvé de esas frustraciones, ¿no? (risas)… pero yo veo que es muy frustrante…”
La frustración y el fracaso
– Ha de ser más frustrante para ellos que para ti, ¿no?,
porque ellos estudiaron.
– (Risas)… Sí, pues.
Claudina Domingo no tiene, actualmente, un trabajo de
oficina, cosa que, sospecho, agradece. Sigue recibiendo la beca del Sistema Nacional
de Creadores y se dedica aparte a dar talleres de narrativa y, eventualmente, la
llaman para ser jurado en los concursos nacionales de poesía y narrativa. Y para
ella, el escritor en general está un poco identificado con la melancolía y la egolatría,
sobre todo el poeta.
“Seguramente hay una sensibilidad y hay una forma de
manifestarla que va a través de las palabras, que deben ser muy características,
quizás en términos neurológicos, y no sé si ello en sí lleve a estados de depresión
o de ansiedad, que son estados muy comunes para un escritor, y yo supongo que son
tan comunes porque enfrentas una gran probabilidad de fracaso cada vez que escribes”.
“Sentarte a escribir es enfrentarte a una posibilidad
de cincuenta por ciento de fracaso, y en ese sentido es distinto ser creador a ser
un profesional de edición, por ejemplo; como editor ya tienes un buen conocimiento
de tus herramientas editoriales y tienes experiencia, sabes que te puede costar
mucho trabajo, pero enfrentas solo un diez por ciento, un veinte por ciento de fracaso,
como escritor enfrentas la mitad”.
Sobre a quienes considera los protagonistas de la poesía
mexicana contemporánea, Domingo me expone: “Fíjate que es una pregunta difícil porque
algunos pueden ser muy protagonistas y no necesariamente tener ni siquiera muchos
libros publicados, ¿no?”, y escucho su risa contagiosa del otro lado del teléfono
y reímos. “Tedi López Mills es una lectura… no puedo decir que obligada, pero es
una lectura muy interesante. Está Francisco Hernández, Christian Peña; una poeta
muy buena, que no necesariamente es muy protagonista, Claudia Berrueto; también
está Nadia Escalante, Myriam Moscona. Se me están escapando muchísimos nombres”.
Libros publicados: Miel en ciernes (Ed. Praxis,
CDMX, 2004); Tránsito (Fondo Editorial Tierra Adentro, CDMX, 2011); Ya
sabes que no veo de noche (Editorial Atrasalante, Nuevo León, 2017); Las
enemigas (narrativa), (Ed. Sexto Piso, 2017); La noche en el espejo (Ed.
Sexto Piso, 2020).
Las mafias y las herencias
Claudina considera que el mayor miedo de un escritor
es no terminar un texto, dejarlo trunco, que no sirva o que simplemente no salga.
“Lo que asusta a un escritor es que, no importa cuanta
experiencia tengas, siempre enfrentas la posibilidad de no poder escribir el libro
que quieres escribir o escribir un mal libro. En ese sentido, digo que un escritor
profesional está menos arropado por su experiencia que un profesional de otro tipo”.
– Eres hija de Juan Domingo Argüelles, ¿qué tanto pesan
los apellidos en el medio?
– Que puede ser ventajoso o desventajoso, ¿no?
– Pues es ventajoso moralmente y es ventajoso a la larga,
porque, además, cada vez es menos necesaria una mafia literaria, la verdad, cada
vez es más un peso que un joven creador se hecha inútilmente a los hombros, porque
una vez que estás en una mafia es complicado salir, tienes que romper con la mafia,
tienes que pelearte, todo mundo sale herido y humillado.
“Probablemente sí había personas que decían, ‘ah, mira,
vamos a leer a la hija de Juan Domingo’, pero, no sé, no fue tan llave maestra,
por esta situación que te comento. Y hay gente que, si le cae bien tu papá, le caes
bien, y si le caga tu papá, tú le cagas también, ¿no? (risas)… Yo no necesité padrino
ni madrina, y mi nombre no le decía nada a mis editores, porque hay que considerar
una cosa, Juan Domingo Argüelles se apellida Argüelles, yo me apellido Domingo…
(risas)…”
El asunto del peso como algo simbólico es fuerte, porque
ni siquiera Villoro se ha salvado de ser comparado con su padre.
“Yo a estas alturas (este año cumplí 38 años), ya no
me esfuerzo en disculparme, en explicarme, porque no sabes cuantas veces, tanto
poetas como narradores, me han dicho, “para ti fue más fácil porque tienes un papá
escritor”, “para ti fue más fácil tal cosa, porque tenías una biblioteca”; entonces,
en ese sentido, he perdido mucho tiempo disculpándome… En otra vida encarnaré en
otro lado, muy lejos de un papá escritor, esta vez ya no hay nada que hacer, ya
es muy tarde”, finaliza Claudina entre risas que comparto.
Y me despido de una escritora vivaz, encantadora e inteligente,
pero, sobre todo, divertidísima.
MARIE DE VALON (Francia, 1948). Formada en la Ecole d’Art Martenot de París y ganadora de numerosos premios de exposiciones en Francia y en el extranjero, la mayor parte del trabajo de Marie de Valon encuentra su fuente en la naturaleza y su filosofía de vida. Inspirada por sus numerosas estancias en Florencia, Marie de Valon expresa la riqueza de la campiña toscana en sus primeras obras. En sus esculturas, Marie de Valon exalta su alegría por vivir; los cuerpos en volúmenes acurrucados parecen esperar la mano que los acaricie. Su arte profundamente humano nos conmueve, nos reconcilia con la Realidad. La pintura abstracta de Marie de Valon es un viaje sutil que parte de la Realidad. Marie de Valon combina un gesto de tradición con la creación contemporánea. Se produce un diálogo entre la materia y los gestos para dar forma a la emoción. Marie es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 232 | junho de 2023
Artista convidado: Marie de Valon (França, 1948)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
Nenhum comentário:
Postar um comentário