Después llegando al quinto mes se nos
movió muy feo la ciudad y pasó un gran susto, pero la gente la hamacaba y eran humanamente
amorosos con ella y entre ellos, para comprender y reseñar tanta muerte que vivió
nuestra ciudad de México. Algún pañal de papel y letras le fue entregado por Elena
Poniatowska con su sonrisa amplia y su espíritu de crítica y ojo avizor; Mónica
Mansour le contó algunos cuentos del amigo que escribió sobre los vivos y los muertos
de Comala, le sacó una sonrisa triste, pero sonrisa al fin. Le llegaron algunas
noticias de un gran campeonato de fútbol mientras Borges le hablaba al oído y Samperio
le contaba de Lenin y también se habló de su primera casa, muy llena de libros con
un nombre de independista hindú, pues se crío entre libros y entre conocidos lectores,
que beben café a tragos largos mientras las noticias de las dictaduras por el cono
sur llenaban de rabia la espuma cargada de los capuchinos.
Y cumplió su primer año con el regalo
de Felisberto Hernández que le enseñó cómo las mesas hablan, y las sillas son fuertes
en presencia y no sólo sirven para sentarse sino también para amarlas. En una de
ellas jugó un largo rato. Cuando estuvo a punto de cumplir el año y medio, con el
cuerpo crecido, se tuvo que comprar ropa nueva. Y no pocos narradores le contaron
qué había pasado en la ciudad el dos de octubre, muchos contaron sobre esos momentos
en que mataron adolescentes y quisieron matar la libertad. Le hablaron al oído de
ese día triste. Y llegaron los italianos no sólo con el aroma a salsa y espaguetis
sino con esos cuentos que habían salido de las luces de la fogata de Calvino. Sanguinetti,
Sciascia y el Eco de alguna rosa con su nombre y un Moravia envuelto en tinieblas
y amores.
Y siguieron llegando algunos visitantes
de Argentina: eran, otra vez, el vidente Borges y Sábato, el patriarca profético.
El Río de la Plata olía a asesinados en esos años de 1987. Y pasaron los meses y
siguió creciendo y muchos amigos entraron por las ventanas para conocer a la niña.
Y me dice hoy que recuerda a la rebelde narradora María Luisa Puga, Cristopher Domínguez,
Noé Jitrik, la fina presencia de Aline Pettersson, la agudeza de un intenso itinerario
de palabras y familia de Silvia Molina, que le hicieron nacer nuevas sonrisas. Y
los meses iban pasando y muchos le siguieron contando aventuras y dolores, risas
y sonrisas, las letras formaban arcoíris y algunas tinieblas incrustadas en las
oraciones con todo y predicado. Ya había cumplido tres años y conoció a Beatriz
Escalante y a Óscar de la Borbolla, ironía y seriedad, un poco de terror le contaron
por las noches, pero también se divirtió cuando en pleno octubre del 1988 le crecieron
las piernas y por eso le alargaron el vestido con el color de madera, y los cuentos
oliendo a plátano dulzón de una Honduras le hicieron mella porque eran cuentos nuevos
y poco conocidos.
Hubo cuerpos desnudos para que aprendieses
a no temer tu propia desnudez, sino a amar tu cuerpo y ahí estaban Graciela Iturbide;
Rogelio Cuellar con su ojo irreverente, el señor de los retratos; Pedro Valtierra
y el incendio flamígero de los ciudadanos; Eunice Chao te llevó a pasear entre sus
paisajes; pudiste acercarte al cuerpo femenino a través de los ojos de Lucero González,
Lourdes Almeyda, Patricia Martín, la irreverencia quijotesca de Tovalín y de todos
los demás fotógrafos que te enseñaron a mirar más allá de lo que se puede ver a
simple vista. Además, el que llegó para hablarnos de Guatemala y decía a través
de ti que el arte es una espada flamígera. Y no un cortapapel para hacernos una
cultura libresca, inútil, estéril, sin comunión con los hombres. Aunque Cardoza
y Aragón decía hombres para decir humanos, él tomaba muy en cuenta al género femenino.
Y ya llegamos al ritmo poético de la
saudade brasileña, llego otro amigo a darle más color a tus facciones, a jugar con
las pinturas y con aquello que le decimos el frente, Pablo Rulfo comenzó a visitarte
con total frecuencia. Te hizo muchos guiños con sus ojos de pintor poeta. Ya estabas
creciendo cada vez más. Y siguieron pasando los años y te llevaron a hamacarte a
los parques por algunas regiones del continente, comenzaste a viajar a través de
los ojos que nos invitaban de otros países: pasaste por la tristeza subterránea
de Bolivia y el doloroso canto de sus poetas y cuentistas, llegaron a la isla que
fue de la utopía, esa Cuba que nos habló unos años para cambiar tanta pobre tristeza
en otras cosas y algo más de arcoíris, pero se llenó muy rápido de gris. Pero también
comenzaron a llegar más amigos, como el cantante de poemas y el poeta que cantaba
que era también Eduardo y además Langagne.
Y llegaron de visita con maletas “30
años de Narrativa en Blanco Móvil 1985-2015”
4 repletas del interior del país y digo interior, pues vives, vivimos, en esto que
le dicen el centro, la capital, y nos hablaron amigas y amigos de San Luis Potosí,
y te leyeron sus poemas y tanta imaginación que se desbordaba hasta cubrir Colima,
y saltamos hasta el norte seco de Sonora, el mar a veces se huele, y muchos te miran
de reojo, sonriendo y les gustaba mucho el color de tus cachetes y cómo crecías
palmo a palmo hasta alcanzar los diez años. Hicimos una linda fiesta en este mismo
salón, y pasó mucha gente de otros países y además vinieron a visitarte del otro
lado de la frontera norte, los chicanos te saludaron un buen rato, y seguían viniendo
del sur, del medio y desde muy arriba, eran de Chihuahua, Chiapas, Durango, Guanajuato,
Tlaxcala y pasaron más de una docena de estados, mujeres y hombres que se dedican
al oficio de escribir y de crear verdades sencillamente sensibles.
Por otro lado, la cubanísima Aralia
López, que siempre te trae regalitos y algún buen consejo; y a Eduardo Milán, que
con su ironía poética no siempre te atiende como quisieras. Y llegaron algunos tíos-padrinos
algo más jóvenes a visitarse y a mirarte con buenos ojos y bastante seguido: el
asesor en verdades, Juan Antonio Rosado; y no podemos olvidar los besos casi maternales
con sabor a jitomate que te entrega Francesca Gargallo, que es la que entiende y
te habla de la otredad; y en los últimos tiempos la juventud emprendedora de Adriana
Tafoya, Andrés Cisneros, y nuestro diseñador Joel Martínez y te rodean y dicen cositas
y, así, también aquellos que no nombramos, pero que están presentes o que se encuentran
en la memoria de tu propia historia. Todos y todas te han entregado parte de su
actuar creativo para realizar, conformar, esto en que te has transformado. Y escuchaste
mucha música y canciones de tantos amigos que ya cantaron o leyeron, como Francesca
Guillén, Nayeli Nesme, Nahuel, Omar López, mi hijo Gabriel y Valentina Garibay,
entre otros.
EDUARDO MOSCHES. Mexicano de origen argentino. Nació en Buenos aires en 1944. Vivió en Israel de 1963 a 1970. Tomó un avión hacia Berlín, donde estudió Ciencias Sociales en la Universidad Libre de Berlín, Alemania Occidental y se dirigió hacia Argentina en 1974. Después en 1976, llega a México. Fue coordinador editorial en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México diez años, hasta el 2012. Fundador y director de la revista literaria Blanco Móvil, desde 1985. Ha publicado una decena de poemarios. Ha colaborado en periódicos y revistas en México, Argentina, Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Israel, Italia, Chile, entre otros. Ha recibido varios premios nacionales como poeta y editor de revistas literarias. Ha sido traducido al alemán, italiano, portugués, hebreo e inglés. Correo electrónico: blanco.19mosches85@yahoo.com.mx
IO ANGELI (Grecia, 1960). Estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de Atenas y continuó sus estudios de maestría con una beca en Londres en el Royal College of Art y Central – Saint Martin’s School of Art & Design (1988-1991). Ha presentado su trabajo en 17 exposiciones individuales y ha participado en muchas exposiciones colectivas en Grecia y en el extranjero y ha colaborado con la Galería Zoumboulakis desde 2013. Entre las muestras individuales más recientes se encuentran: Boundaries (2015); Is it a trap? (2019); y Slalom (2023), todas ellas en Zoumboulakis Galleries, en Atenas. Sus obras se encuentran en colecciones públicas y privadas. Trabaja como profesora en la Universidad de West Attica. Io Angeli es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 233 | julho de 2023
Artista convidada: Io Angeli (Grécia, 1960)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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