que era para ella exactamente lo mismo.
PABLO DE ROKHA
La escritora chilena Winétt de Rokha (Santiago 1892-1951), seudónimo de
Luisa Anabalón Sanderson, realizó una vasta obra que incluyó diversos géneros como
la poesía, la prosa, artículos periodísticos, narrativa y teatro. Así mismo tuvo
una vida política activa y fue secretaria de redacción, difusora y cofundadora de
la revista “Multitud”, en donde publicó poemas, obras dramáticas, textos de crítica
literaria, actualidad política y cultural.
Dijo sobre su obra el escritor Carlos de Rokha (hijo):
Winétt de Rokha trabajó
un lenguaje poético "absolutamente moderno" como quería Rimbaud, nuevo
por eso mismo, surgido de la columna viviente de este tiempo estremecido. Y en su
visión dramática y esencial de las cosas y su raíz y copa de sangre, arribó a zonas
de tierra virgen e inexplorada, de insospechada hondura. Alcanzó, así, un clasicismo
de temblor primigenio, que fue en ella auténtico porque nació del estallido de su
ser y del combate que se produjo entre su verbo castigado, ardiente y riguroso,
con la realidad que le dio su perfil transfigurado y quemante.
Para lxs investigadorxs, la escritura de Winétt de Rokha
no ha sido totalmente estudiada, tal vez por ser la esposa de Pablo de Rokha (1894-1968)
o por el definido estilo político y social que tiene su trabajo, sin precedentes
con lo realizado por las mujeres de su época. La omisión de la escritura de Winétt
de Rokha, posiblemente, también se ha debido a su predilección por ciertos temas
vinculados a la Unión Soviética, así como de compromiso social con las injusticias
y con la reivindicación de un trato justo con las mujeres.
En palabras de su yerno Julio Tagle:
Tener el coraje de
un ser definido entraña serias desventajas, cuando la querella personal se ejercita
en el campo dominado por el adversario. Significa ponerse al margen de los pequeños
placeres de la existencia. El ser escritor, implica tener el carácter entero del
héroe, para soportar el vacío y respirar la atmósfera cargada de hostilidad. Porque
ello determina vivir en una especie de anonimato, donde ni el talento ni las condiciones
superiores interesan, pues lo que se exige de un poeta, escritor o artista, es la
actitud rastrera o inocua, la servil entrega a lo injusto y perverso.
Winétt no concilió; Winétt no traicionó sus sentimientos
y convicciones. Por eso siendo una gran poetisa, pasó como desapercibida, incluso
para quienes tenían la obligación de sentirse interpretados en su obra.
Su incursión en el medio literario comenzó con la publicación
de versos de influencia parnasiana y simbolista ofrendados a San Francisco de Asís,
en la revista Zig-Zag (1905-1964), que firmó como Luisa Anabalón Sanderson.
En 1915, apareció el poemario Lo que me dijo el silencio
y, posteriormente, en este mismo año, el libro de prosa poética Horas de sol,
ambos publicados como Juana Inés de la Cruz. Como una pequeña muestra del poemario
Lo que me dijo el silencio, comparto el poema “X”:
El llorar de un crepúsculo
viene a mí estremeciéndome
con temblores de estrella
y rumores de fuente.
Palidecen las rosas…
Vagas incertidumbres
me cogen, lentamente,
y en su regazo me
hunden.
Pienso en el deplorado
amanecer de un sueño
que refleja sin fiebre
la luna de un espejo…
En 1916, Luisa Anabalón contrajo matrimonio con el escritor
Pablo de Rokha, momento desde el que comenzó a utilizar el seudónimo Winétt de Rokha.
La palabra "Winétt" tendría su origen en una combinación entre los nombres
de los autores Charles Binét-Sanglé y Walt Whitman (1819-1892). Los primeros textos
que la autora firmó con este seudónimo fueron poemas con los que colaboró en las
revistas “Numen” (1918-1920) y “Claridad” (1920-1932).
A tus orillas cantan
aún las ranas azules,
sin embargo en tu
corazón la multitud busca ritmo
con ese acento eléctrico,
ardido y cosmopolita del avión en vuelo.
Ciudad americana,
atrevida y triste,
te ciñe un cerco alto,
desde donde te cae
aquel influjo blanco
y boreal de las nieves calladas.
Torres como llamas,
rascacielos que iluminan la tarde,
avenidas hacia el
horizonte, plazas amorosas, campanarios de ayer,
alegría de fuentes
italianas, estupefactas, erguidas aguas inocentes,
que columpian una
ley que tiembla,
aguas de atardecer
republicano
armonía del mar, disminuida,
para los hombros de
las mujeres rubias,
para las piernas escolares
de los niños.
Hacia los barrios
que se multiplican ingenuamente
avanzan las gentes
preocupadas, presurosas de la propia vida.
Repercuten los tranvías
por los puentes viejos de la Recoleta,
y allí, a la virtud
de las Iglesias y las casonas vastas,
sentimos aún en las
pupilas de las rezadoras atávicas,
abalorios y sueños,
mezclados a un niño-Dios, de esperma sonrosada.
Ahora se asciende
con el corazón sencillo y sereno,
el hogar recóndito,
el nido de cada uno, perdido
entre las abejas y
los parronales de Pedro de Valdivia,
Ñuñoa, El Nido, como
en las palomas, las hormigas o los no-me-olvides.
Parque, Quinta, Alameda
de las Delicias,
la bella e incierta
peregrinación del espíritu.
San Francisco, casa
del Mito, no interrumpe el poema,
que se perfuma a sus
pies, por ese ramo eternamente vivo de las azucenas aldeanas;
Santa Ana, en cuyos
pórticos jugaron los abuelos y las golondrinas de antaño,
y se bautizaron las
muñecas de todos.
Guardas el camino
de los días evaporados;
aquel sauce de cobre
oxidado, aquel banco municipal,
su sombra y mi sombra
iluminadas de piel nueva y de esperanzas,
la tarde, copiosamente
estrellada de rumores y azules románticos,
y, como un loto negro,
imantado, abierto,
la noche remota, abrigadora,
encerrando la cantidad de nuestras almas.
Ardiendo, como la
palma de una mano franca y tendida,
te das al emigrante.
Mucho andar, mucho andar…
como en los cuentos,
que no llegaban nunca al pueblo de las cúpulas de oro.
Álgebras de automóviles
te abrazan y te poseen,
teatros y cines encienden
su bullicio, y los cartelones pronuncian:
Greta Garbo, la nórdica
iluminada y pálida.
Te sumerges, te elevas,
te extiendes, te lavas el alma,
ciudad.
Hombres y mujeres-niños,
tras las tiendas occidentales,
Gath & Chaves,
impasible,
mirando las cinturas
de plata del Oberpaur,
el almacén lírico
y tranquilo, arquitectura desenfadada,
con el número armonioso
del pincel de Matisse.
Desde mi vida, miro
el San Cristóbal,
el cerro que justifica
tu estilo como el acorazado en el puerto;
aquellas lucecitas
que juegan a la ola,
los reflectores que,
minuto a minuto, se entreabren como párpados,
y blanca, sola, muda,
en lo más alto, la leyenda de Jesucristo,
blanca, sola, muda.
En tu jardín de muertos,
acostado entre estatuas pálidas,
marchito está el mejor
ramo de flores de nuestra casa,
y la figura herida
que durmió sobre mi corazón una Primavera.
En la juventud de
tus parques, yo escribo
caballos y aspectos
de novedad, llevando la línea de nuestros héroes,
caballos de mármol,
en cuyas fauces abiertas,
penetra este viento
que tú y yo amamos, mariposa en Febrero,
la pezuña hincada
y decidida,
los ojos con luz cóncava,
llena de amaneceres y noches inmensas.
Tu orgullo provinciano
escala el Santa Lucía;
recuerdo mi alegría
de siete años,
correteando a la rueda
saltadora
y cómo veía abajo
un mundo pequeñito.
Santiago, ciudad,
despierta y dormida,
dignamente, en ti misma;
abres las puertas;
piscinas, canchas
de tennis, cárceles, fábricas,
el rico todo de oro,
el pobre con su atado
de sombra.
Se produce vida en
ti, como en Constantinopla,
en París, en Londres,
en Ginebra, en Nueva York, en Roma;
te visitan los acontecimientos
y las estrellas,
y acaso una canción
sin nombre
o el nombre milenario
de una canción…
La lira de algún satélite
desfigurado, espoleado, declamador,
rompe circunferencias
que arden, rotas; techumbres dan alivio
con un cohete de ultratumba
en tapias aldeanas, coloradas.
Con su contorno sucio,
de librea, una ciudad creciente, fábricas
con amplitud de calles
hermanas por argolla y futuro de llagas:
faenas, hipotenusa,
basura, movimiento en combate de agonía y círculos.
Completa humareda
sorteada, panales al descubierto, enseñoreándose serenos, dolidos,
sobre promontorios
sentados, indefensos en el pórtico carcomido.
Cartelones-lunados.
Por el Guayas, la bagatela, los peligros,
la intermitencia,
los telegramas y el rubro de alcatraces malditos.
Algo gime cruel, agrandado,
en la garganta dentada, sanguinolenta,
de algunos peces cuadrados,
artesanos, en navío de signos actores
la voz bordada de
la criatura fea se mata quintaesenciada,
medrosa y espectacular
en su desarrollo barato y vacante.
Sobre este libro ha dicho el escritor chileno Mahfud
Massís:
Poema de largura y
de profundidad, biselado, puro e impuro, humano, sobrehumano, helado de superficie,
pero de lecho hirviente; aroma y veneno, cántico, respondo, ¡América! Ángel de verde
cornamenta, nueva Cipango coronada de joyas, mendicante. ¡Cuán difícil entrar en
los flancos sanguíneos de este friso verbal, condicionado por ímpetus heterogéneos,
herido de sensibilidad resonante e impulsado por una afectividad fina, demasiado
invisible al consenso de una crítica estética distraída y de dolosa erudición!
El 7 de agosto de 1951, la escritora falleció. Con motivo
de su muerte, se editó Suma y destino, libro que Pablo de Rokha realizó en
su homenaje. En él apareció el texto póstumo de la escritora, Los sellos arcanos,
parte importante del resto de su producción poética y varios materiales sobre su
vida y obra.
En 1953, dos años después de su muerte, Pablo de Rokha
le dedicó el manuscrito Fuego negro. Aquí el poema “Miel y laureles de Chile”
del libro Los sellos arcanos:
Brilla en los pájaros
del Sur su nombre de oro y plata,
los niños lo transmiten
en las pizarras escolares del asombro,
en cada nueva canción
está presente,
las mujeres calladas
lo llevan en la flor de sus corpiños negros,
y los héroes de ayer
lo empenacharon entre sus cascos y sus almas de piedras:
porque Chile es así:
liviano como el ala del mundo,
inmenso, enriquecido
por la paloma internacional de lo sencillo,
igual a un violín
en el violín del viento,
florido de amor en
la mirada de la doncella en celo,
fuerte como la razón
y el dolor del destierro.
Cruzada de poesía
en arco iris
entre espectaculares
vuelos interoceánicos,
recordé la flecha
azul de sus tierras delgadas
besadas, íntegramente,
por la carta-espuma del mar
y por la intacta sinfonía
insular de los ríos.
¡Cómo en su corazón-campana
cruje al rebote del trueno
que se extiende con
sonido y esplendor en su mapa de fruta,
entre pezuña pavorosa
de caballo salvaje
y ubre estremecida
de vacada en fuga!
Ya para concluir este breve ensayo, comparto un fragmento
de un texto que le escribiera su hijo Carlos de Rokha que considero esencial para
conocer la dimensión de Winétt:
Ella no fue ni mística,
ni religiosa: fue algo más que eso: fue humana, sencilla y trágica y heroicamente
humana. No buscó a Dios, ni a sus huecas criaturas de paja, arcilla y barro: buscó
algo más que eso: buscó al Hombre y su búsqueda y el mágico resultado de esa búsqueda
le dio un sitial en el Cosmos y en la Historia. En ella la palabra no fue puro sonido,
ni intrascendente ritmo: fue imagen, revelación por dentro, fue llama y onda quemante,
denuncia de un mundo agónico, proclama viva, impulso del sueño hacia una tierra
donde sólo lo necesario palpita en estructuras de vital raigambre y eco.
GLADYS MENDÍA (Venezuela, 1975). Poeta, ensayista, editora. Traductora del portugués al castellano, contando entre sus trabajos de traducción la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Ha publicado en diversas revistas literarias, así como también en antologías. Sus libros: El tiempo es la herida que gotea, 2009; El alcohol de los estados intermedios, 2009; La silenciosa desesperación del sueño, 2010; La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila, 2011; Inquietantes dislocaciones del pulso, 2012; El cantar de los manglares, 2018, Telemática. Reflexiones de una adicta digital, 2021; LUCES ALTAS luces de peligro, 2022 y sus más recientes libros co-creados con Inteligencia Artificial: Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde el año 2004. Cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Como editora ha desarrollado más de veinticinco colecciones entre poesía, narrativa, ensayo y audiovisuales, publicando a más de 500 autores. Integra, con Floriano Martins y Elys Regina Zils, el equipo de traductores del “Atlas Lírico de Hispanoamérica”, de la revista brasileña Acrobata.
CHRIS BUENO (Brasil, 1974). Fotógrafa y artista visual, su producción se centra en fotografías digitales, imágenes, apropiaciones de archivos antiguos resignificados a través de inteligencia artificial. El hilo conductor de la investigación es su experiencia subjetiva como mujer/artista/madre neuro-divergente. Sus investigaciones artísticas están asociadas a lo extraño y lo inconsciente, mediante el uso de técnicas fotográficas experimentales con filtros, luces y distorsiones. Con este tipo de intervenciones, la artista busca un paso hacia su universo íntimo y personal, arrojando luz sobre cuestiones sobre la salud mental y los tabúes que tal tema implica. Chris Bueno es el artista invitado en esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Número 244 | novembro de 2023
Artista convidada: Chris Bueno (Brasil, 1974)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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∞ contatos
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
Qué bello artículo sobre Winett!!! maravilloso
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