segunda-feira, 3 de novembro de 2025

VALERIA LAMEGO | Cecília Meireles, la musa contra el dictador

 


Cecília, usted es tan fuerte y tan frágil. Como la ola al término de la lucha. Pero la ola es agua que se ahoga: Tu no, tu estás a salvo.


MANUEL BANDEIRA

(en “Improviso” en el libro Belo, Belo)

 

Cecília Meireles en la década de 30 rompió a con todos los tabús de una sociedad al defender una política menos casuística y una educación moderna.

A través de sus artículos en la política, educación y cultura, Cecília nos ofrece otra cara de aquella que fue considerada la musa transparente, fluida y etérea de la literatura brasileña. Es sinónimo de isla – aislamiento –, para Sérgio Milliet: la escritora cuya poesía “no se insertó en el drama colectivo de su generación”. Para el crítico Mário da Silva Brito, Cecilia Meireles dejó sus marcas en su trayectoria intelectual, fue una defensora de la idea universal de democracia, en un período en que la incoherencia y las pasiones por el autoritarismo arrastraron jóvenes intelectuales.

Los inicios de Cecília Meireles en la redacción periodística ocurre en los años 30s, década marcada por la transición de dos grandes guerras y, en Brasil, por la revolución de octubre. Aparecieron entonces, periódicos que refutaban al nuevo régimen. Así surgió el Diário de de Notícias en junio de 1930.

Más que un simple matutino, el periódico de Orlando Dantas y Nóbrega de Cunha traía una sección diaria dedicada a la educación y la política, la “Página de Educación” cuya directora era entonces la joven poeta. La periodista liberal, partidaria incansable de las libertades individuales, en sus 960 artículos publicados en la “Página”, entre junio de 1930 y enero de 1933, luchó por la instauración de una república democrática, muy diferente de aquella regida por el populismo autoritario, régimen que se revelava en el país después de la revolución.

Realizó críticas inflexibles acerca de las actitudes de Vargas, a quién se refería como “Sr. dictador”. Cecília realizaba en su “Página” una especie de periodismo “engagé”. Al sostener una idea de nación menos ufanista, coleccionó enemigos y desacuerdos alrededor de sus convicciones sobre libertad, entre ellos el ministro de Educación Francisco Campos y el crítico católico Alceu de Amoroso Lima, quien años después en su libro de memorias, los “Companheiros de Viagem”, de 1971, reconoció en la poeta “una gran figura femenina del modernismo.”

La truculencia ideológica del período exige mostrar, sin embargo, que las persecuciones por motivos ideológicos, políticos y, por que no, estéticos, acompañaron a la debutante Cecília a lo largo de los años treinta. Y ellos parecen acompañarla hasta los días hoy, debido a lectura equivocada que se hace de su trabajo y de un desconocimiento total sobre su pasaje por la política en los años siguientes a la Revolución del 30 y, después, durante el período del Estado Nuevo.

Partidaria de los principios de la Nueva Escuela, la escuela moderna del filósofo norteamericano John Dewey junto con Anísio Teixeira, Fernando de Azevedo y Lourenço Filho, Cecília asistió a la ascensión de un estado autoritario y de una Iglesia católica que intentaba recuperar su poder después de 40 años de una república laica, con aires positivistas.

La Revolución del 30 trae a la Iglesia católica la posibilidad de recuperar su poder, ya que su popularidad se presentaba de manera indiscutible. En 1931, por ejemplo, Nossa Senhora Aparecida es consagrada patrona de Brasil en una gran fiesta popular. Y el 12 de octubre, también de 1931, a título de conmemoración de un año de revolución, es inaugurada, en Rio de Janeiro, Distrito Federal, la imagen de la fidelidad católica de un régimen: Cristo Redentor.

La inclusión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, en 1931, por un decreto de Vargas, despertó a la poeta y a sus compañeros para la verdadera cara de la Revolución del 30. Un movimiento totalmente apoyado por el grupo en sus orígenes.

En la batalla contra el decreto de la enseñanza religiosa, Francisco Campos fue figura central de las críticas de la poeta.

“Ustedes vieron el caso del sr. Francisco Campos”, escribe en el artículo” La Hora del espectáculo”, “vino precedido de una fama extraordinaria de muchacho prodigio. A cada paso era citada la reforma de enseñanza mineira (de Minas Gerais), que nosotros siempre aplaudimos con restricciones, como la obra glorificada del sabio de Indiaiá. La reforma ya traía desde su gestación el mal presagio, el fantasma del clericalismo. ¿Qué fue lo que hizo como ministro de educación? Anunció una reforma que apareció fragmentada y confusa, como arrancada “a las malas” de su cerebro reconocido como brillante. Todos los periódicos protestaron, protestaron los interesados, uno por uno, y el ministro iba y venía entre Rio y Minas, como si no tuviese la responsabilidad formidable del cargo que le dieron y con el cual, infelizmente no estaba satisfecho. Y ordenó el decreto sobre la enseñanza religiosa, como la última y desgraciada maniobra para inutilizarse como ministro de Educación…”

La escuela laica, así como la coeducación de los sexos y el mantenimiento de una escuela pública libre de los controles arbitrarios de la familia y de la iglesia, eran las principales banderas de Cecilia en la “Página”. Principios enfrentados con verdadera aversión por el portavoz de la Iglesia católica, el crítico Alceu Lima Amorosa. En el artículo “Absolutismo Pedagógico”, de marzo de 1932, sobre el Manifiesto de la Educación lanzado por el grupo de la Nueva Escuela, Alceu afirma: “Cinco son los medios que recomienda nuestra NEP (1) para la obtención de biologismo y el estadismo pedagógico: la ruptura del cuadro familiar, laicidad, gratuidad, obligatoriedad y coeducación.”


La campaña de Meireles, en la prensa, si no limitara a defender el programa liberal de la Nueva Escuela. Llevada por un deseo irrefrenable de combate contra los “lagartos” y la politiquería reinante, Cecília, sin una duda, se hacía oír en el Palacio de Catete. “El sr. Francisco Campos”, decía ella, “parece que resolvió dar cada día pruebas más convincentes de que efectivamente entiende absolutamente nada de pedagogía. Que su pedagogía es una pedagogía de ministro, es decir, de politiquería…”.

Cualquier actitud sectaria merecía la pena para el poeta-periodista un artículo reflexivo. Y así mismo lo hizo cuando Manuel Bandeira fue invitado a participar de jurado de Sala de Bellas Artes de 1931, recibió severas críticas de los pintores académicos. “Hay una situación que parece ser desagradable: la inclusión de un poeta en una comisión de bellas artes. Tal vez, si fuera un poeta parnasiano, académico, lleno de lugares comunes y de preocupaciones pronominales, el descontento sería menor. Se trata, sin embargo, de Manuel Bandeira.”

La “Página de Educación” termina para Cecília en enero de 1933, cuando una tremenda fatiga por las maniobras políticas del gobierno y el estado de la educación en Río de Janeiro la toman completamente. Ella misma llega a manifestar en su correspondencia el “horror” que causaba el periodismo en su vida.

Sin embargo, poco después se su despedida de la “Página de Educación”, Cecília Meireles vuelve a los periódicos. Esta vez para el carioca “la Nación”, en la que fue contratada con una condición: podría escribir sobre todo, menos sobre política.

La poeta dedica toda su vida al periodismo. En la década de 40 escribe para “La Mañana” una columna semanal folklore. Pronto después, en la década de 50, de regreso al “Diario de Noticias”, ocupa la famosa separata literaria del “Suplemento Lite rario” por el ya habían pasado Mário de Andrade y Sérgio Buarque de Holanda. Termina su carrera en la prensa en la década del 60, en la Hoja.

En ninguna otra época de su vida, como en la década del 30, Cecilia Meireles tuvo una participación tan intensa, tan colectiva, tan política. Como afirmara Mario de Andrade, en el artículo “El Movimiento” Modernista, “estamos viviendo una edad política del hombre”. Cecília, en la década de 30, parece haber llevado a las últimas consecuencias esa determinación de su generación Fue política donde lo era necesario, en las luchas de educación, en el periodismo, en las disputas académicas. Nunca en la poesía, dónde fue por “Definición: / la Cáscara, pero de oreja; / El agua, pero de lágrima; Aire con sentimiento. / _Brisa, vibración / Del ala de una abeja”.

Si la historia de la literatura ignora la Cecília Meireles de la lucha política, también ignora que sufrió persecuciones de la censura de Vargas, de los Católicos y en los concursos literarios.

El primero desencuentro con Alceu Lima Amorosa ocurre en 1929, cuando Cecília compite para maestro vacante de la Literatura brasileña para la Escuela Normal. La joven profesora todavía no era la poeta consagrada de Viagem (1939), Vaga Música (1942) y Mar Absoluto (1945), aunque ya fuera considerada por los modernistas cariocas una revelación, con sus libros Espectros (1919) y Baladas para el El-Rei (1925).

Compitió por la vacante con la tesis El Espíritu Victorioso, un trabajo francamente liberal en que disertó sobre la libertad individual en la sociedad. Y perdió. Antônio Carlos Villaça, en Tema y Voltas, es enfático: “Clóvis Monteiro derrotó a Cecília, que siempre guardó tristeza de Alceu (Lima Amorosa) por haber votado por su adversario.

La disputa hasta allí podría resumirse en meros problemas de orden pedagógico. Clóvis Monteiro era un técnico de educación sin ninguna pretensión literaria. Sin una duda, su perfil, en una época en que la por un tiempo en que la valorización de la tecnocracia ganaba espacio, agradó mucho más que la joven profesora y poeta.

Después de cinco años y todo el furor causado por la “Página de Educación”, Cecília inaugura en 1934 con su marido, el pintor Correia Dias, el Centro de Cultura Infantil, en el “vacío y abandonado predio” (en las palabras de ella) del Pabellón de Morisco, en la playa de Botafogo, en Río. En la administración de Anísio Teixeira, el centro recogió “mil quinientas inscripciones de lectores.”


En 1937, en el medio de la validez del Nuevo Estado, el centro es invadido por el interventor del Distrito Federal, quien incauta de la biblioteca el libro “Tom Sawyer”, de Mark Twain, por considerarlo comunista. El caso tuvo repercusión internacional y nacional. En el artículo “La última aventura de Tom Sawyer”, el académico Austragésilo de Athayde que el New York Times haya denunciado al mundo que, en Brasil, el clásico americano fue retirado de los estantes de una biblioteca infantil por ser considerado material subversivo.

Después de la invasión policial, la alcaldía decide cerrar el Centro de Cultura Infantil y en su lugar instalar un depósito fiscal.

Más escandaloso todavía fue el caso del premio de la poesía promovido por la Academia brasileña de Cartas en 1938. Cecília Meireles, en un “extraño éxtasis femenino”, según las palabras de Mário de Andrade, decide candidatarse para el premio con el libro Viagem.

Con ella disputaron 28 “oscuros” candidatos.

Ante el disparate de “los oponentes”, el relator de la comisión del premio, Cassiano Ricardo, y los demás miembros de la comisión, Guilherme de Almeida y João Luso, que ellos dijeron atribuir un único premio a Cecília Meireles. Decisión que causa furor no sólo en la prensa, también al académico-doctor Fernando de Magalhães.

La noticia gana espacio en los diarios. El periódico nazista “Medio día” publica un reportaje con el título de los “Inconvenientes de los versos de la Poetisa Cecília Meireles”. El estruendo de tal noticia apareció hasta en las páginas de la misma Gaceta Policial.

Carlos Maul conservador polémico y crítico, autor del hilario “La gloria escandalosa de Villa-lobos de Heitor “jugó todas sus cartas en el libro “ Pororoca” ('' el Taladro ''), del amazonense Vladimir Emmanuel, ya que la poesía de Viagem, según él, era “vaga y difusa.”

Cassiano Ricardo, sin embargo, predijo: “Cuando el uirapuru canta que todos los otros pájaros se silencian”. Para calmar los ánimos, se decidió dar el primer premio para Viagem, no por unanimidad, porque una vez más Alceu Lima Amorosa fue el voto en contra, al lado de Fernando de Magalhães. Y el segundo premio acabó en las manos de Emmanuel.

Escogida, decide hacer el discurso para la entrega de premios. Cecilia se vió de nuevo enredada en marañas políticas. Su discurso sólo fue aceptado después de una lectura meticulosa por parte de los académicos Levi Carneiro y Oswaldo Orico. Ante ese nuevo acto de censura Cecilia se negó a leer el texto en la ceremonia. De nuevo la Academia brasileña de Cartas estaba bajo la linterna pequeña de la historia.

 


Cecilia Meireles (1901-1964) goza de una enorme reputación como una de las más grandes poetas de su lengua y de todas las culturas, al lado de Manuel Bandeira y Carlos Drummond de Andrade. Su padre murió tres meses antes de su nacimiento y su madre tres años después. Fue criada por su abuela en una inmensa casa, rodeada de «silencio y soledad», que dejarían en ella un permanente sentido de abandono y desolación. Fue una niña brillante y hábil versificadora. Asistió a la escuela normal de maestros de Rio y en 1916 se hizo maestra de escuela primaria. Continuo con su educación estudiando lenguas y literaturas, teorías y métodos educativos, música, folklore, las civilizaciones orientales, etc. En 1922 contrajo matrimonio con el pintor Fernando Correia Dias. Por estos años se vinculó a los poetas modernistas de Río que publicaron Festa (1927-1929 y 1934-1935), haciendo que se interesara por la poesía portuguesa, cuyo simbolismo es bien diferente del francés gracias al concepto, intraducible, de saudade. El Modernismo de los poetas de Festa fue más equilibrado y meditativo que aquel postulado por los futuristas y vanguardistas de São Paulo y la Semana de Arte Moderno. El grupo modernista de Río ha sido descrito como “Tradicionalismo dinámico”. Sus consignas incluían velocidade (velocidad en la expresión más que libertad formal), totalidade (ninguna forma de la realidad debía ser excluída), brasilidade (atención a la naturaleza y costumbres del Brasil) y universalidade (universalidad). Todos esos elementos son evidentes en Viagem (1939) y en sus libros posteriores. En 1934 visitó Portugal donde dio conferencias sobre literatura brasileña en las Universidades de Lisboa y Coimbra. Entre 1935 y 1937 enseñó literaturas luso-brasileñas, literaturas comparadas e historia y filosofía oriental en la recién fundada Universidad Federal de Río. En 1940 fue profesor visitante de literatura y cultura brasileña en la Universidad de Texas. En los últimos años de su vida viajó extensamente ofreciendo conferencias sobre temas brasileños en Asia (había aprendido por sí misma hindi y sánscrito), América Latina, Estados Unidos y Europa. Su encuentro con otras culturas influyó en su obra, y los viajes mismos le ofrecieron no pocos temas para sus poesías. Escribió también un buen número de obras de teatro, libros para niños, notables ensayos e influyente crítica literaria. Fue una prolífica colaboradora de periódicos y semanarios, y durante un tiempo fue editora en asuntos educativos del Diario de Noticias de Rio. Entre sus traducciones figuran obras de Maeterlink, García Lorca, Anouilh, Ibsen, Tagore, Rilke, Virginia Woolf y Pushkin. Tuvo tres hijas de su primer matrimonio, y una más del segundo. Otros de sus libros son Poemas escritos na India (1962) y Solombra (1963). Véase Kovadloff, Santiago: Cecilia Meireles, entre lo secular y lo sagrado, en Cuadernos Hispanoamericanos, nº 463, Madrid, 1989. Meireles, Cecilia: La materia del tiempo, traducción y prólogo de Maricela Terán, México, 1983; Poemas, introducción y selección de José de Souza Rodríguez, traducción de Ricardo Silva Santisteban, Lima, 1979. Zagury, Eliane: Cecilia Meireles, Rio, 1973.

 

CARTA

 

Yo, sí -¿Pero y la estrella de la tarde, que subía y descendía

de los cielos cansada y olvidada?

¿Y los pobres, que golpeaban las puertas, sin resultado,

Haciendo

vibrar la noche y el día con su puño seco?

¿Y los niños, que gritaban con el corazón aterrado?: “¿por qué

nadie nos responde?”

¿Y los caminos, y los caminos vacíos, con sus manos extendidas

inútilmente?

¿Y el santo inmóvil, que deja a las cosas continuar su rumbo?

¿Y las músicas encerradas en cajas, suspirando con las alas

recogidas?

¡Ah! –Yo, sí –porque ya lo lloré todo, y despedí mi cuerpo

usado y triste,

y mis lágrimas lo lavaron, y el silencio de la noche lo

enjugó.

Pero los muertos, que enterrados soñaban con palomas ligeras

y flores claras,

y los que en medio del mar pensaban en el mensaje que la playa

desplegaría rápidamente hasta sus dedos…

Pero los que se adormecieron, de tan excesiva vigilia –y que

Yo

no sé si despertarán…

y los que murieron de tanta espera… -y que no sé si fueron

salvados.

Yo, sí. Pero todo esto, todos estos ojos puestos en ti, en lo

Alto

de la vida,

no sé si te mirarán como yo,

renacida y desprovista de venganzas,

el día que necesites el perdón.

 

 

ESTIRPE

 

“Los mendigos mayores no dicen nada, no hacen nada.

Saben que es inútil y exhaustivo. Se dejan estar. Se dejan estar.

Déjanse estar al sol o a la lluvia, con el mismo aire de entero valor,

lejos del cuerpo que dejan en cualquier lugar.

Entretiénense en extender la vida por el pensamiento.

Si alguien habla, su voz huye como un pájaro que cae.

Y es de tal modo imprevista, innecesaria y sorprendente

que para oírla bien tal vez giman algún ay.

¡Oh, no gemían, no!… Los mendigos mayores son todos estoicos.

Pondrán su miseria junto a los jardines del mundo feliz

pero no quieren que, desde el otro lado, sepan de la extraña suerte

que los recorre como un río un país.

Los mendigos mayores viven fuera de la vida: se excluyeron.

Abren sueños y silencios y desnudos espacios a su alrededor.

Tienen su reino vacío, de altas estrellas que no cobijan.

Su mirar jamás mira y su boca no llama ni ríe.

Y su cuerpo no sufre ni goza. Y su mano no toma ni pide.

Y su corazón es una cosa que, si existiera, súbito olvidaría.

¡Ah!, los mendigos mayores son un pueblo que se va convirtiendo

en piedra.

Ese pueblo, que es el mío”.

 

 

RESURRECCIÓN

 

No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,

vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,

los suicidas.

Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,

de las escalinatas,

y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.

Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y

las escrituras.

No cantes, no. Porque era la música de tu

voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún

con lágrimas.

Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.

Por eso vi que ya era tarde.

Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.

Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.

No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,

y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.

 


NOTA

Traducción: Alex Fleites y Manuel Rodríguez Ramos.



VALÉRIA LAMEGO. Doutora em Literatura Brasileira pela PUC-Rio. Autora de A farpa na lira: Cecília Meireles na Revolução de 30 (1996); organizadora de Contos da ilha e do continente, de Lúcio Cardoso (2012) e da Obra em prosa de Cecília Meireles (1997). Em 2010 recebeu o Prêmio Funarte de Criação Literária com Crime na Noite. Coordenou, dentre outros, os seminários “Laboratório do Escritor”, de 2006 a 2009 e “Múltiplos e Contemporâneos: a literatura.com”, em 2013.




ALICE MASSÉNAT (Francia, 1966). Residente en París, donde trabaja como correctora. En el dibujo, ha realizado algunos trabajos con Willem den Broeder (1951). Sus libros de poesía incluyen: Le Catafalque aux miroirs (2005), Ci-gît l’armoise (2008), À bras-le-corps (2012), La Vouivre encéphale (2013), Glossolalia des ongles (2019), La Balafre au minois (2020) y L’Ombre à cœur (2021). Alice busca una libertad que siempre pueda llevar más allá de todas sus expectativas. En 1983-1984, tuvo dos encuentros que resultarían decisivos: Jimmy Gladiator (presentador de las revistas Le Mélog, La Crécelle noire, Camouflage etc.), que la introdujo en un mundo poético habitado por el surrealismo y donde la imaginación ocupa el primer lugar; Pierre Peuchmaurd, cuya inspirada escucha le permitió elegir sus propias palabras, incluso para dar rienda suelta a su ira. Más tarde, frecuentó el grupo surrealista de París. Desde entonces, ha publicado sus textos poéticos en revistas y en forma de folletos o antologías. Alice Massénat es la artista invitada de la presente edición de Agulha Revista de Cultura.

 



Agulha Revista de Cultura

CODINOME ABRAXAS # 07 – ARQUITRAVE (COLOMBIA)

Artista convidada: Alice Massénat (Francia, 1966)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2025




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FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

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