Indómita y atrevida, era la mayor de
una troja de hermanos en una familia tradicional, donde un padre violento les agriaba
la vida.
En
un degüello de arcoíris
En
la profunda muerte hay excesiva lucidez. Y usted, dueño de vidas, desciende de un
bramido que provocan las sombras. Perfecta, la belleza surge del arcoíris Y usted,
dueño del cielo, aborrece el color.
Tantos
encuentros tuvo en hoteles de cuarzo, redondos con espejos y corales difuntos, que
usted, dueño de todo, escarbaba los rostros, tumbaba las ciudades, rompía los caireles
de la antigua ventana, para escupir el mar.
Sus
arterias oscuras, jadeaban de latidos Únicamente el miedo le entreabría los labios
Y no aguantaba atado su perro del placer
Hoy
es dueño de todo Y arrastra a sus espaldas las carroñas violentas y la cal de sus
huesos
Que
es demasiado sucia para viajar amada, al filo del temblor [1]
En aquel remoto valle de Traslasierra
tenía más empatía con su “chunca” [2] que con la idiosincrasia conservadora de los
habitantes. Ese monte espinudo la cobijaba y era un nido fecundo que la nutría tanto
como compartir la cotidianidad con los gitanos en la ilusión de escaparse con el
circo.
El
Regazo
Imperdonable
infancia:
Yo
te arriendo tu oro.
Tu
paz.
Tu
miel salvaje.
Tus
simbólicas ramas bajo los aguaceros.
Reclamo
el sol poblado de terribles fragancias,
La
fina arquitectura de mis mapas celestes.
Hoy
que estoy sola y sola.
Alta
como la muerte.
Encaramada
al borde del océano seco.
Hoy,
que en la lejanía
No
consigo alejarte,
Y
ando sobre los ejes de arcilla y de silencio
Sola,
porque estoy sola.
Alta
como la muerte.
En
grises remolinos y entre bocas inmóviles [3]
Desde pequeña convivió con la muerte
de su hermanito inmediato, con la agonía y la temprana muerte de su amiga, la poeta
Ana Teresa Fabani, y con el accidente fatal de su novio piloto. Por entonces la
muerte era frecuente y esa cercanía posiblemente la catapultó al romanticismo:
Los muertos
no perdonan que lloremos su ida, amemos su venganza. Porque dejan las manos asidas
a los árboles, y crecen, crecen, crecen hasta podar los cuerpos por quienes padecieron
y degollar sus besos con tijeras de lluvia [4]
Conoció el amor muy temprano.
Balanza de ceremonias
Todo ha quedado
por decir Hablan las libertarias partículas del sol desde la estrella oculta de
una ostra Exploran la memoria de la sal Su cuerpo ardido vigila en el jardín de
los muertos Y así los otros poseídos en sueños, mancillan el fantasma de la lluvia
Y ya estamos amando Nada como este pan Esta melancolía Estas glicinas que incineran
los ángeles Esta balanza de ceremonias periféricas Este hastío de la piel que desdobla
las sábanas del mundo Esta insegura carcajada que pervierte al amor Estas plegarias
que desvanecen los colores del prisma Es el Dios que irrumpe en las pasiones frágiles
Y entrega sus monedas una a una [5]
Y amo mucho.
Amores osados, clandestinos, sublimados, indebidos…
Me ruedas lejanísimo
Luego estaré
presa y desolada en la piedra Lejana y muy próxima a la piedra Con un corazón azul
de mendiga en los pantanos Y desnuda en los espacios del sur
Hoy los anagramas
me acorralan, me ondean sobre el sueño, me apresuran el éxtasis, me confunden las
túnicas Porque si no te amo con rigor, voy segura a la muerte
Invierto esos
arcanos de tu lengua, esos tálamos que relucen despaciosamente como ramas abstraídas,
que oigo como el sonido joven de tus deseos y me obligo a una ardiente inmovilidad,
a una aridez pecaminosa que estraga la dulzura
Alcanzo un mástil
de mar en las antípodas, fabulando los atardeceres de a dos en el palacio de la
lluvia
Y avanzo en
tu campo minado En tu boca distraída y acuática que me susurra leyenda de flores
En las mesas del azar fluyendo una resina caliente Como herrumbre azucarado para
el concilio de los dioses
Y el valle violento
es como un matuasto al sol galopado de turbulencias, ceñido por ríos como catedrales
y formas inquietas de la arcilla, de un árbol de llanto y otros milagros en el confín
del monte
La quemadura
de amor me importa mucho más que la fidelidad vacía Que la miel temporal en un bazar
exótico Que los gemidos próximos a la ruptura de los diques
Mi orden sagrado
renueva la fe en los diluvios Siempre el sexo abstraído y vibrante en torno a un
molino que asedian los pájaros Mis tobillos de lujuria, sobrenadan los contornos
del mundo Y un colibrí más alto que la rosa, aprende con relámpagos a corregir su
vuelo, sus cartas de peligro que bajan con los ángeles
Ay amor Sintiendo
el crecimiento de los nardos en tu pecho, de pronto me ruedas lejanísimo [6]
A los dieciséis abandonó su pueblo para
siempre. Se fue a la aventura de la capital y el poeta cordobés Martínez Howard
la presentó a sus pares de la escena contracultural porteña. La conexión con Madariaga
fue instantánea. Se hermanaron, quizás en ese amor atávico por el terruño. Ambos
compartían una frondosa vitalidad y cierta fascinación por la trama existencial
que trasunta la mixtura compleja de toda fauna.
Divinidad de
las transparencias
Inminentes brotes
de narcisos y valentías acorazadas del corazón Con rotación de tuerca a izquierda
y derecha de la vida La certeza vela sus desayunos apresurados Complacientes de
oposición, y con orificios floridos de nueve lunas en las migraciones de la ola
Avanzad Avanzad
sobre los elementales del mar Sobre sus eructos convulsionados con olor a sahumerio
Avanzad con sus velludos brazos cruzados en el plexo de Onán Las ardillas que bucean
los pastizales del agua gozan de la libertad criminal del desamparo Veo mariposas
límites del Champaquí copulando con los murciélagos del valle Triturados a piedra
sólida contra el tiempo de olvido En los abrojos de la raza
Y una encandilada
poesía, salvada de la rapiña de los filibusteros, pasea el aroma de los citrus en
los pumas reales
Primitiva la
tierra Salvaje y conmovida la batalla Tiránica la divinidad de las transparencias,
brujas del alma [7]
La aventura de la bohemia no la distraída
de la vida práctica. Trabajaba como correctora en la editorial Abril, y en las juntadas
de La Perla [8] podía pagarle insumos a los amigos que solían andar pelados. [9]
Compartía la pensión de la calle Defensa con Enrique y Olga, [10] que por entonces
eran pareja, con los que intercambiaba poemas, monedas y comiditas en una fruición
estimulante y creadora. Pronto se acercó Aldo Pellegrini con su traducción de la
Antología Surrealista y estos jóvenes quedaron cautivados en la provocación y en
el intento de romper los cánones burgueses. Así las noches transcurrían en los bares
compartiendo poemas y pergeñando escenas que escandalizaban a los vecinos porteños.
Contaba María que Norah Lange, la mujer de Girondo, a menudo encabezaba la locura.
Los artificios
Cambian de dirección
los páramos
¡Oh segadora
araña! ¡Segadora caricia!
¡Segadora iniquidad
que desquicias los ejes de la tierra!
Más ceremoniosa
Más perversa
Más mortífera
que la peste en el recinto de los dioses
Indescifrable
voz
corroes una
boca donde los gestos balancean la dicha
Tú, que sometida
entre pólenes
no has de tornar
ya nunca al pasado
pues la muerte
te adelanta y te corrompe
con su pájaro
oscuro de plumas mojadas
con su noche
de trompo instantáneo
que abandona
a una playa híbrida
chispas de espejos
ignotos
peces carnívoros
a la deriva
Flores obscenas
listas para el ultraje
Cambian de dirección
los pájaros
y los mares
mezclan caudales frenéticos
y en la tierra
entretejida de perjurios
reducciones
y ocultos pecados
hay una sola
respiración devoradora de sí misma
tan imposible
de asir como la flauta de la vida
tan transparente
como un helecho de nieve
sometido al
vapor de la luna
Pegada estoy
a un ombligo
que precipita
cautelosos misterios
manantiales
del desamparo, cráteres del sexo,
vacías corolas
del suicida
En torno de
grandes aviones
con el hechizo
de puertos en Marte
De infinitos
latidos inventados
en ojos donde
la niebla se aposenta
Cambia de dirección
mi sangre
Oh Dios, si
calladamente pudieras invadirme
con tu medrosa
cría de faisanes
con tu muda
trompeta de guerra
Ya jamás intentaría
sobrevivir a un lirio
[11]
María vivía resignificando cada símbolo.
Creando y personificando alegorías transitorias. Una interpretación singular de
la realidad y un creativo enfoque cotidiano se conjugaban con su practicidad. Tenía
otra gran pasión, la kinesiología. Y allí también creaba tratamientos holísticos
con resultados increíbles. Encontraba un correlato estrecho entre la medicina y
la poesía. Se le evidenciaba una relación entre sistemas. Ese funcionamiento químico,
anatómico y arquitectónico de la vida humana que se mixtura en una complejidad indescifrable.
Como planteara el surrealismo, recreaba
cierta atmósfera para la escucha del inconsciente. Puedo verla en nuestra biblioteca,
que de día era su consultorio, entre paciente y paciente, con los postigones entornados
y los ojos entrecerrados, garabateando algún poema. Poemas que integrarían seis
libros sin editar, porque en una franca contradicción, ella, tan libertaria, caería
en la manipulación de mi padre, un amoroso hombre público que logró persuadirla
de que la vida de familia no era compatible con la bohemia. Y así aquietarla durante
dos décadas.
Plaza Prohibida
Desde la tierra
ascienden ónix y malaquitas a llorar en el viento Son árboles eternos en estado
de pánico La vida, la furtiva, la cazadora musical, la ágil desconocida, cercando
con arrullos de flor el área prohibida de mis muertos De pronto ruedan ángeles y
se derrumba un aire de mudos cascabeles y reptiles en llamas Y en tanta muerte lila,
en tanto puro resplandor de iniquidad y muerte, la vida suelta pájaros surtidores
y besos entre jardines claros de cornisas azules Guarecidos en nieblas Terribles
como signos Iluminados de Dios en la emboscada Hondo clamor de lluvia Columpios
acerados despiertan en la tarde entre árboles vacíos Insisto en consolarme con Rimbaud
y las fucsias ¿Hasta cuándo me quedaré sin nadie? Infinita y oscura, me quedaré
sin besos Con un trébol piadoso entre mis libros? ¿Con un poema entre dientes llorado? [12]
Desde ciertas tribus intelectuales se
ha denostado a los surrealistas tergiversando y diluyendo el profundo compromiso
de estos creadores con el cambio. Esto es, un acuerdo con el irreductible movimiento,
con las mutaciones, con lo indómito de la evolución. Una anarquía, cuestionable
quizás, pero nada débil ni inofensiva para la deconstrucción, ni para la ruptura
de los paradigmas.
María, como muchos otros surrealistas,
vivía una vida comprometida con lo social. Renegaba de la riqueza, se entregaba
generosa en su oficio y compartía con las personas de menores recursos, con las
que se sentía más cómoda. Nuestra casa era abierta a quienes precisaban ser cobijados
por situaciones personales o políticas.
13 Permitidme
los tactos que suavicen el alarido de la realidad
Un grito que
conmueve de pánico las hojas del manzano
Eriza los cabellos
y desvía al mensajero de sangrientas magnolias
Caen las visiones
en esta identidad tan brumosa de cacerías y villanos Tan responsable en su desdén
y al mismo tiempo aliado que se inventó el infierno
Ahora relampaguea
vidrio en los ojos del gato Y volteretas crueles amenguan las caravanas en ascenso
Al amparo de Dios Supera el diapasón su minutero anticipado Mucha audiencia de sombras
Mucha memoria hacia el combate Mucha dentellada extraña
Somos los extranjeros
Pianistas obscenos al fondo del jardín que miramos la serpiente en cada mano Y el
patrullaje de la fruta escondida Nuestra médula tiembla Se exilia de la guerra anticipada
Se controla como un cisne de lomo iridiscente Como un ojo impiadoso entre las uvas
Aprendo al servicio
de la tristeza en un azulado país
Sus infinitas
raíces me lloran y alejan su nombre verdadero
Estamos sitiados
por el desquicio y la impunidad de los verdugos Veo la resaca del mar que va y viene
en una hélice violenta En un cañamazo de atormentados colores
Ruanda lapidada
en su refugio de piedra hereje Ruanda cumplida de morir vertiginosa
Y un chorro
de aceite hirviendo cae sobre las palomas de África Que antaño izaran las voladuras
del corazón [13]
La poesía de María sobrevuela la metafísica
en preguntas que no esperan respuesta. Se preserva el misterio. Cualquier construcción
racional debilitará las posibilidades infinitas del azar. Así que, como en trance,
se engolosina, aturdida en las palabras. Atenta al ritmo, a su percusión, las hace
rodar y salivar en la boca.
Se trata de una poesía que nos invita
al juego de una lectura activa. Podemos internarnos en el proceso. Transitar conexiones
que desafían la lógica generando nuevos puentes. Nuevos caminos como ríos sanguíneos,
ácidos, almizclados y atiborrados de nutrientes. Los poemas de María se conciben,
como suele suceder en el más genuino surrealismo, como sistemas de paso para un
surfear sentidos sin construir estructuras de inevitable inconsistencia.
La contemporaneidad de su poesía está
en la convicción de que toda armazón racional está inevitablemente confinada al
reduccionismo. Estar en movimiento, no permitir que el miedo anquilose lo que sea
para nuestra preservación. Matar cada cimiente enraizada en el juicio, que es relativo
y sometido a un orden que reduce y limita.
Hay en su expresión una propuesta audaz,
errática, que no presume de verdad, porque perdería su ritmo evolutivo, su sentido
mutante, su comunión con el misterio
Requiem para
una rosa
Un féretro,
un recuerdo
Para llorarla
ahora.
Cuando pase
la lluvia
No se sabrá
si ha muerto
[14]
NOTAS
1.
Mar de Mármara (alucinaciones del azar). Edición póstuma La mariposa y la Iguana.
2.
Chunca: “terruño” en quechua.
3.
Hemisferio de la Rosa. Francisco A. Colombo.
4.
Rostros que nadie toca. Francisco A. Colombo 1979.
5.
Balanza de ceremonias. Ultimo Reino.
6.
Bañados de sereno. Inédito.
7.
La moneda animal Edición virtual IBUK Biblioteca de Poesía.
8.
Mítico bar donde se juntaban los artistas.
9.
En lunfardo: sin dinero.
10.
Enrique Molina y Olga Orozco.
11.
Los Infiernos Solares. Fundación para la poesía.
12.
Plaza Prohibida. 1975. Edición póstuma Baldíos en la Lengua.
13.
Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos.
14.
Hemisferio de la Rosa. Francisco A. Colombo.
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§ Conexão Hispânica §
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