Introducción
La envergadura de las creaciones de Jorge Luis Borges y Christopher Nolan nos
impelen a asumir un propósito humilde. El objetivo del presente análisis consiste
en apuntar algunas semejanzas existentes entre sus obras, con la convicción de que
los retos intelectuales que abordan estos autores generan sensaciones parecidas
entre sus admiradores, no pocas veces comunes. Los textos fantásticos del argentino
parecen encontrar un correlato perfecto en el cine del británico, donde aparecen
motivos tan representativos de la poética borgiana como el doble y el laberinto,
así como parte de sus planteamientos filosóficos.
De esta forma, estudiamos el modo de tratar tres temas
simbólicos (la memoria, el sueño y el tiempo) y la concepción de los personajes.
Todo ello va acompañado de una reflexión sobre Borges y Nolan como artistas afines.
Memoria. “Funes el memorioso”
y Memento
En el borgiano “Funes el memorioso” (1944), la prodigiosa habilidad de no olvidar
nada implica una maldición contrapuesta a otro destino no más deseable: la pérdida
absoluta de memoria a corto plazo, traducida en la incapacidad para crear recuerdos
nuevos que sufre el protagonista de Memento
(2000). En ambas historias, la memoria se erige en un símbolo capaz de generar y/o
distorsionar el mundo que rodea a los personajes principales. Tanto la hipermnesia
como la amnesia son metáforas de la aptitud que posee la mente para falsear la realidad,
haciéndonos reflexionar sobre las experiencias que condicionan la personalidad,
así como sobre los sucesos definitorios que desaparecen del pensamiento inconsciente
o intencionadamente.
A través de técnicas narrativas poco convencionales
en el cine contemporáneo, como un flash-back constante (a su vez sometido a retrovisiones,
como una analepsis dentro de otra), el filme narra cómo Leonard Shelby se halla
en continua sospecha de sí mismo y con dificultades para precisar su identidad.
La forzosa necesidad de estar alerta por medio de fotografías y tatuajes a manera
de pistas que le incitan a confiar sólo en sus certezas – Me guío por hechos, no por recomendaciones, declara en una ocasión –,
paradójicamente se contradice con el autoengaño que se inflige al manipular sus
anotaciones. El leitmotiv que justifica su vida estriba en el deseo de vengarse
del asesino de su esposa. Elegir olvidar
que ella había muerto por su culpa, en cierto modo, le hace libre y le ayuda a mantener
la cordura. En esta línea, el narrador anciano que encuentra a su versión joven
en “El otro” afirma con prudencia que su primer
propósito fue olvidarlo, para no perder la razón (Borges 1975).
En Memento, se nos muestra la doble cara de la memoria:
aunque prevalece la desconfianza hacia ella, entendida como una interpretación parcial
que desfigura los hechos y determina los actos, también se alza como forjadora de
sentido. Leonard actúa desorientado y con frecuencia por instinto, pero evocar el
pasado en el que fue feliz junto a su esposa y tratar de vengarla le otorga una
aspiración vital: Ella murió y el presente
son trivialidades. Pese a ser consciente de su anatema – ¿cómo se supone que voy a sanar si no puedo sentir
el tiempo? –, el sentimiento de pérdida y el ansia de venganza le permiten levantarse
todos los días con una finalidad. Si bien es un narrador poco fiable destinado a
traicionarse a sí mismo y a sus imperativos éticos, su obsesión puede identificarse
con la que marca a Bruce Wayne en Batman Begins
(2005). Aquí la consciencia de la muerte de sus padres lo convierte en un hombre
mejor, en tanto pasa de intentar disparar a traición al asesino de sus progenitores
a honrarlos con la imposición de no matar a nadie en su cruzada enmascarada.
La influencia de “Funes el memorioso” en Memento se plasma más en la variación que
en la repetición: frente al carácter sucesivo del tiempo literario, la imagen en
movimiento del cine; frente al cerebro recolector de memorias, el cuerpo transformado
en una máquina de almacenar recuerdos, en un banco de datos capaz de influir en
las acciones de su portador. Si, como señala Pedro Javier Pardo, el propio engranaje
intelectivo de Shelby se convierte en el gran misterio del film –la mente del detective, el funcionamiento de
su memoria, acaba siendo el auténtico enigma, y éste es un laberinto sin salida.
(...) El detective se ha convertido en enigma, y el enigma no tiene solución
(Pardo) -, no menos melancólico se vuelve el devenir del joven Funes, prácticamente
incapaz de dormir y fallecido tras una congestión pulmonar.
En Interstellar
(2014), por otro lado, el concepto de memoria recibe un tratamiento más expansivo.
Cooper, piloto intergaláctico, descubre un espacio de cinco dimensiones donde puede
comunicarse, por medio de ondas gravitacionales que atraviesan el tiempo, con civilizaciones
del pasado. La memoria se torna aquí en un mecanismo que posee el universo para
atesorar cada detalle de los momentos preciosos de la existencia.
Sueño. “El otro”, “Las ruinas
circulares”, “El milagro secreto” e Inception
“El otro” concluye con la teoría de que el sueño y la realidad interactúan de
tal modo que es posible superponerlos a través de distintos planos: El encuentro fue real, pero el otro conversó
conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia
y todavía me atormenta el encuentro (Borges 1975). Inception (2010) comienza con la evocación de un hombre que conocí en un sueño recordado a medias, ya que la película
plantea la posibilidad de robar e implantar ideas a los soñadores. La trama parte
del encargo que el empresario Saito designa al ladrón profesional Dom Cobb, consistente
en insertar al hijo de su inmediato competidor la creencia de que ha de abandonar
el imperio paterno. Para ello, el extractor de sueños debe contar con un arquitecto
que diseñe edificios que no podrían existir
en el mundo real y suplante así la creatividad del soñador. La arquitecta Ariadne
no tiene que concebir escenarios reales completos, sino construcciones imaginarias,
ya que de otra manera podría perder la noción de la realidad. Esta confusión perceptiva
es lo que padece el protagonista, interpretado por Leonardo DiCaprio.
Para sembrar
una idea, deben considerarse tanto los prejuicios del sujeto como la noción de que
los sentimientos positivos producen un efecto más permanente que los negativos.
Dado que una implantación de este tipo modifica lo más profundo del ser, es necesario
construir un laberinto, que puede ser desde una habitación hasta una ciudad entera,
a fin de confundir o engañar al sujeto. El sueño como influjo indirecto y forjador
de realidades se visualiza en el citado relato borgiano, donde el soñado despierta
y trasciende la proyección que el soñador había realizado sobre él.
[Su personaje] no
conoce a las personas que lo importunan, pero tiene la incómoda impresión de haberlos
visto ya, tal vez en un sueño. Todos exageradamente lo halagan, pero es notorio
– primero para los espectadores del drama, luego para el mismo barón – que son enemigos
secretos, conjurados para perderlo. (Borges 1944b)
Estos retazos argumentales recuerdan las suspicacias
que presienten los inducidos al sueño en Inception, en especial si el subconsciente
del sujeto está militarizado con anticuerpos introducidos para evitar la extracción
de ideas. En tal eventualidad, la táctica llamada “Mr. Charles” permite que el sujeto
se vuelva en contra de sus propias defensas. A través de este mecanismo, la víctima
cree convertirse en victimario y ser capaz de interferir en sueños ajenos. Como
se observa, el reto que se propuso Nolan con esta película es mayúsculo. De hecho,
en “Las ruinas circulares” se asegura no sin razón que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen
los sueños es el más arduo que puede acometer un varón (Borges 1944).
El dispositivo imaginado en la película posibilita
que un sueño inducido contenga a otro, de suerte que el del primer nivel influya
en el siguiente, y así sucesivamente. El ardid propicia que las turbulencias atmosféricas
producidas en un sueño se trasmitan en los demás, si bien se distingue por la diferente
percepción del tiempo en cada uno de ellos. En “El otro”, donde la reunión entre
el Borges anciano con el joven ocurre en un banco que está en dos tiempos y en dos sitios (Borges 1975), el primero reconoce
que su sueño ha durado ya setenta años
(9). Entre 1918 y 1969, entre Ginebra y Cambridge, la relatividad del lapso temporal
permite que confluyan épocas y ritmos diferentes en una sola entrevista.
Volviendo a Inception,
el incremento del paso del tiempo en los sucesivos eslabones oníricos, cada uno
más profundo que el anterior, de manera que el sueño que está dentro discurre más
veloz que el que lo incluye, conecta con la cita del Alcorán que encabeza El milagro secreto”: Y Dios lo hizo morir durante
cien años y luego lo animó y dijo: – ¿Cuánto tiempo has estado aquí? – Un día o
parte de un día, respondió (Borges 1944b). La facultad de alargar la duración
de los minutos de otro plano sensorial, a fin de cumplir un objetivo extraordinario,
parece inspirada por el cuento borgiano, donde el protagonista se dirige a Dios
aduciendo que si de algún modo existo, si
no soy una de tus repeticiones y erratas, existo como autor de Los enemigos. Para llevar a término ese drama, que puede
justificarme y justificarte, requiero un año más. Esta voluntad se le concede
a Hladík para que complete su labor, logrando que en su memoria transcurra un año
entre la orden y la ejecución de la orden
de su fusilamiento.
En Inception,
y también en Interstellar, presenciamos
escenas en las que, como ocurre en “El milagro secreto”, el universo físico se paraliza.
En rigor no se congela el tiempo, puesto que, en tal caso, se hubiera detenido su pensamiento. Dado que, como se afirma en un diálogo
de la película, cinco minutos del mundo real equivalen a una hora en el sueño, entendemos
que la mente funciona más rápido a medida que el tiempo se percibe más lento. Para
inducir un sueño de diez años de duración, se requiere el apoyo de un potente sedante.
Aunque es posible despertarse de un sueño programado si el soñador muere allí, un
abuso de la sedación supone que en el mismo lance el soñador se sumerja en una especie
de limbo.
En este sentido, nótese que en “Episodio del enemigo”
se esboza la posibilidad de deshacer lo soñado: Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no
lo mate. Usted ya no puede hacer nada. / – Puedo hacer una cosa – le contesté.
/ – ¿Cuál? – me preguntó. / – Despertarme.
/ Y así lo hice (Borges 1968). En el filme, al igual que se sugiere en los reveladores
versos de “Laberinto”, adentrarse en los entresijos de cualquier dédalo implica
una introspección en uno mismo:
No
habrá nunca una puerta. Estás adentro / y el alcázar abarca el universo / y no tiene
ni anverso ni reverso / ni externo muro ni secreto centro. / No esperes que el rigor
de tu camino / que tercamente se bifurca en otro, / que tercamente se bifurca en
otro, / tendrá fin. Es de hierro tu destino / como tu juez. No aguardes la embestida
/ del toro que es un hombre y cuya extraña / forma plural da horror a la maraña
/ de interminable piedra entretejida. / No existe. Nada esperes. Ni siquiera / en
el negro crepúsculo la fiera. (Borges 1968)
La esposa fallecida de Cobb que aparece fatalmente
en la mayoría de los sueños en los que participa, interponiéndose entre sus objetivos
y rogándole que vuelva a vivir con ella, puede identificarse tanto con el otro yo que se refugia en la sombra como
con el inexistente toro borgiano. Este intento de mantener con vida a la amada a
través de memorias, revividas en el sueño propio o ajeno, la arquitecta Ariadne
lo interpreta como la construcción de una
prisión de recuerdos para atraparla. Según el protagonista, una idea es como un virus. Resistente. Altamente
contagiosa. La más pequeña semilla de una idea puede crecer. Puede crecer para definirte
o destruirte. La que obsesionó a su mujer hasta el punto del suicidio, implantada
por su marido para que ambos pudieran escapar del paraíso onírico que habían diseñado
y así regresar a la realidad con sus dos hijos, consistía en pensar que su mundo
no era real. Cobb no accede a quedarse con su esposa en el `limbo de amor´ porque
allí ella sería sólo una proyección, no tan completa como era realmente ni con las
imperfecciones que la hacen digna de amor. Además, él espera reunirse de nuevo con
sus retoños cuando cumpla su último trabajo y, a cambio, Saito solucione sus problemas
legales.
Una reflexión en torno al simbolismo del tótem nos
lleva a intuir la superioridad de los elementos materiales, en este caso de la peonza,
sobre la propia consciencia de los hombres. En “Las cosas”, se asegura que Durarán más allá de nuestro olvido; / No sabrán
nunca que nos hemos ido (Borges 1968); mientras que, en “A una moneda”, el poeta
confiesa que A veces he sentido remordimiento
/ y otras, envidia, / de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
/ y que no lo sabes (Borges 1968). Quizá la película postula también que ignoramos
hasta qué punto los objetos pueden ser más fiables que nuestras percepciones.
En cualquier caso, parece posible visualizar Inception a través de nuestro conocimiento
de la literatura borgiana. Si “La escritura del Dios” advierte de la fatalidad de
nuestro destino –Alguien me dijo: No has despertado
a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta
el infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar
es interminable y morirás antes de haber despertado realmente (Borges 1968)
–, “La otra muerte” se ampara en idéntica filosofía para reflejar un concepto más
simple: ya los griegos sabían que somos la
sombra de un sueño (Borges 1968).
Tiempo. “El reloj de arena” e
Interstellar
Borges interpreta la noción del tiempo al menos de dos formas. Por un lado,
como expresa en “El reloj de arena”, se relaciona con la caducidad de nuestras vidas:
Todo lo arrastra y pierde este incansable
/ hilo sutil de arena numerosa. / No he de salvarme yo, fortuita cosa / de tiempo,
que es materia deleznable. (Borges 1968). La fugacidad de su transcurso aboca
a desconfiar tanto del pasado como del futuro ya que, como indica en “El instante”,
El hoy fugaz es tenue y es eterno; / otro
Cielo no esperes, ni otro Infierno (Borges 1968).
Por otro lado, el Tiempo es un juez implacable y ecuánime
que da sentido a nuestros logros. En el prólogo de Nueva antología personal Borges
lo vincula a la eternidad, de modo que los seres humanos descubrimos en él un camino
de trascendencia: el Tiempo acaba por editar
antologías admirables. Lo que un hombre no puede hacer, las generaciones lo hacen
(Borges 1968).
Ambas apreciaciones del tiempo, con minúscula o mayúscula,
se observan en Interstellar. La primera
radica en el inminente fin de la supervivencia en la Tierra, provocado por una plaga
en los cultivos. La segunda confluye en el hallazgo de un agujero de gusano por
parte de la NASA, el cual conduce a nuevos planetas habitables. El liderazgo de
Cooper en la misión de rescate se asienta
en la tesis de que la humanidad nació en la
Tierra, pero su destino no es morir aquí. En “El milagro secreto”, se nos dice
que la realidad no suele coincidir con las
previsiones; con lógica perversa infirió que prever un detalle circunstancial es
impedir que éste suceda (Borges 1944b). Desde esta perspectiva pero bajo una
mirada más optimista y menos escéptica, el protagonista de Interstellar le da a
su hija el nombre de Murphy porque, en su opinión, la ley de Murphy no significa que va a pasar algo malo, sino que si algo
puede pasar, pasará. Y eso nos parecía fantástico.
Respecto a la imposibilidad de que exista un tiempo
lineal y absoluto, dilema que preocupa al héroe de “El jardín de senderos que se
bifurcan” –Creía en infinitas series de tiempos,
en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos.
Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente
se ignoran, abarca todas las posibilidades (Borges 1968) –, en la película prevalece
la esperanza de que la ciencia enmiende los errores del pasado a partir de la teoría
de la relatividad.
Si en “Edipo y el enigma” Borges admite que nuestras
limitaciones nos dificultan obtener el puzzle
entero, otorgándonos sólo breves piezas que extraviamos o desechamos periódica y
perpetuamente – Nos aniquilaría ver la ingente
/ forma de nuestro ser: piadosamente / Dios nos depara sucesión y olvido (Borges
1968) –, en Interstellar comprendemos
que la historia de cada ser humano se conserva con la misma consistencia con que
perdurarían los libros en una biblioteca eterna. El mejor consuelo ante las contrariedades
de la vida lo hallamos en este pasaje de “Everness”, que tanto nos recuerda a la
escena en la que Cooper sobrevuela en la quinta dimensión, se superpone a los designios
del tiempo uniforme y se comunica con su hija ya adulta:
Sólo
una cosa no hay. Es el olvido. / [...] Y todo es una parte del diverso / cristal
de esa memoria, el universo; / no tienen fin sus arduos corredores / y las puertas
se cierran a tu paso; / sólo del otro lado del ocaso / verás los Arquetipos y Esplendores. (Borges 1968)
Una interpretación poética del flujo temporal, que
puede conectar con la minimalista banda sonora compuesta por Hans Zimmer para el
filme, se manifiesta en “Otro poema de los dones”: por la música, misteriosa forma del tiempo (Borges 1968).
Los hilos que tejen las tramas borgianas sobre los personajes, que parecen más
arquetipos con una función simbólica que individuos carismáticos, parten de la concepción
de que los seres humanos somos piezas de un ajedrez cuyo movimiento lo dirige una
sola mano, a su vez controlada por otra superior. Así, el poema “Ajedrez” da cuenta
de nuestro restringido papel en el tablero del destino: Cuando los jugadores se hayan ido, / cuando el tiempo los haya consumido,
/ ciertamente no habrá cesado el rito (Borges 1968).
Esta construcción de los personajes al servicio de
las ideas se aprecia en los primeros filmes de Nolan. El cortometraje Doodlebug (1997) trata el tópico del cazador
cazado, reflejado en un hombre que persigue un insecto que resulta ser él mismo
con un tamaño inferior, poco antes de que su doble de mayores dimensiones lo atrape.
Víctima y victimario, acaba como la marioneta de un argumento elaborado para cuestionar
la identidad personal. En Following (1998),
rodada en blanco y negro, se presenta la historia de un escritor que decide seguir a transeúntes por la calle con el
fin de inspirarse en ellos y recobrar su creatividad. Aparecen sólo cuatro personajes
esenciales, paradigmas del género negro, llamados sintomáticamente el hombre joven, Cobb – [que es un nombre falso]
–, la rubia y el policía.
En “Nathaniel Hawthorne”, leemos: Schopenhauer, en su libro Parerga und Paralipomena, compara la historia a un calidoscopio, en el
que cambian las figuras, no los pedacitos de vidrio, y a una eterna y confusa tragicomedia
en la que cambian los papeles y máscaras, pero no los actores (Borges 1968).
A menudo Nolan recurre a los mismos actores en diferentes películas. Si bien elige
a los que aportan los matices humanos más sutiles, no deja de sospechar de la individualidad
de sus personajes al moldearlos en torno a roles. En The Prestige (2006), el enfrentamiento entre los magos rivales que se
provocan y se buscan como si fueran la sombra del otro, puede evocar “Milonga de
dos hermanos”, donde se resalta la historia
de Caín / que sigue matando a Abel (Borges 1968). Esta semejanza aumenta cuando
descubrimos que bajo el disfraz de uno de los ilusionistas se ocultan dos gemelos
idénticos.
En cuanto al interés por recurrir a narradores no fiables
podemos mencionar, además del protagonista de Memento, a los villanos imprevisibles que rompen las reglas del juego
y se salen del tablero propuesto en la intriga. Un ejemplo se evidencia en The Dark Knight (2005) con el Joker, agente
del caos, pero no menos cínico se muestra el antagonista de Following, quien destaca por ser imposible
de rastrear y burlarse de las apariencias. En Inception, el desafío del héroe consiste en cumplir una misión cargando
con el trauma de la culpa. El elemento irracional que le impide tener todo bajo
control es su esposa suicida.
El asombro por la delgada línea que separa al héroe
del villano es una cuestión clave tanto para Borges como para Nolan, pero ambos
postulan por el sacrificio del verdadero adalid. Su gesto heroico suele sustentarse
en la renuncia al prestigo personal, a fin de que un bien mayor prevalezca. En Insomnia (2002), el agresivo detective Dormer
se redime a ojos del espectador cuando, poco antes de morir, privilegia que se sepa
la verdad – enturbiada por sus cuestionables métodos – sobre la heroicidad ignorada
de sus actos. Lo mismo ocurre en The Dark
Knight cuando Batman permite que se le inculpe por los crímenes de Harvey Dent
para que la población de Gotham no pierda la esperanza que había depositado en este
fiscal del distrito. Probablemente el título de esta película alude a la generosidad
del auténtico caballero, a quien no le importa oscurecer su fama con tal de defender una causa noble. Esta entrega
heroica se aprecia de forma similar en “Tema del traidor y del héroe”, donde curiosamente
un tal Nolan, de nombre James, refuerza su gesta en el anonimato:
Irlanda
idolatraba a Kilpatrick; la más tenue sospecha de su vileza hubiera comprometido
la rebelión; Nolan propuso un plan que hizo de la ejecución del traidor el instrumento
para la emancipación de la patria. Sugirió que el condenado muriera a manos de un
asesino desconocido, en circunstancias deliberadamente dramáticas, que se grabaran
en la imaginación popular y que apresuraran la rebelión. (Borges 1968)
“Otro poema de los dones” da gracias por el amor, que nos deja ver a los otros / como
los ve la divinidad (Borges 1968). Varios personajes nolanianos cobran su idiosincrasia
a través de este sentimiento, manifestado en el cónyuge o en los hijos. En Memento, Leonard justifica su agonía con
estas palabras: Mi esposa merece venganza.
No importa si yo lo sé o no. Sólo porque hay cosas que no recuerde no hace que mis
acciones no tengan significado. Al término de Inception Cobb deja su tótem rodando sin fin en la mesa, dando prioridad
a su emoción por ver la cara de sus retoños e ignorando el resultado del vaivén
de la peonza. En Interstellar, Cooper
afirma que cuando eres padre, eres el fantasma
del futuro de tus hijos; mientras que la joven científica Brand concluye que
el amor es lo único que podemos percibir que
trasciende las fronteras del tiempo y del espacio.
Conclusiones. Dos artistas clásicos
y afines
La escritura en sí misma posee un fuerte peso en la cinematografía de Nolan,
cuyos guiones, escritos en colaboración con su hermano Jonathan, están repletos
de frases memorables y de alto contenido literario. En ellos – como en los relatos
borgianos – los personajes pueden anticipar el argumento o dar pistas sobre la historia,
de modo que parece cumplirse un extraño destino: el del espectador que ve sus filmes
con los ojos del lector de Borges. Esta retroalimentación entre cine y literatura
logra que los planteamientos filosóficos se plasmen magníficamente en la gran pantalla,
gracias también a que los textos borgianos ya se alzan por sí mismos como felices
portadores de imágenes.
En las tramas diseñadas por ambos autores prolifera
la técnica de provocar lo que en el prólogo de Nueva antología personal se denomina
perplejidad metafísica (Borges 1968).
Seducidos por retos intelectuales complejos y aventuras laberínticas, debemos decidir
qué es la realidad y si ésta se determina sólo por lo que queramos que sea. Borges
y Nolan crean fantasías que se materializan en cada uno de nosotros, en función
de nuestras percepciones y referentes culturales. Sus ficciones están abiertas a
la imaginación y apuestan por la relevancia del receptor en la instauración de sentido.
La primera frase de The Prestige resume
esta idea: ¿Está poniendo atención? El
escenógrafo interpretado por Michael Caine expone las tres partes de todo truco
– la promesa, el giro (con el que un objeto común se vuelve extraordinario) y la prestidigitación (con la que resurge lo
desaparecido) –, omitiendo intencionadamente la clave que sintetiza el alcance de
la magia y da al final de la película: Uno
quiere que lo engañen. Como se explica en De las alegorías a las novelas, nos hallamos en una encrucijada que
nace del anhelo de platonismo frente al escepticismo que impele a ser aristotélicos:
Observa
Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Los últimos intuyen
que las ideas son realidades; los primeros, que son generalizaciones; para éstos,
el lenguaje no es otra cosa que un sistema de símbolos arbitrarios; para aquéllos,
es el mapa del universo. El platónico sabe que el universo es de algún modo un cosmos,
un orden; ese orden, para el aristotélico, puede ser un error o una ficción de nuestro
conocimiento parcial. (Borges
1968)
En “Sobre los clásicos”, Borges aduce que las obras perdurables se caracterizan por ofrecer interpretaciones ilimitadas: Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad (Borges 1968). Clasicidad es lo que encontramos en sus invenciones y en las de Nolan, tanto en la forma como en el fondo. No sólo por la belleza de sus imágenes, estilizadas por el pudor con que envuelven sus escenas (donde nunca se presenta exceso de violencia ni de sexo), sino también por la ejemplaridad – que no moralidad – con la que se comportan sus héroes. Sus habilidades narrativas, distinguidas por la contención, la elegancia y el equilibrio entre diálogo y acción, se erigen en el mejor modo de ofrecer contenidos filosóficos que la memoria y el tiempo revalorizarán.
OBRAS CITADAS
Borges, Jorge Luis. Ficciones.
Madrid: Alianza, 1999, [1944].
___Nueva antología personal.
Barcelona: Bruguera, 1980, [1968].
___El reloj de arena. Madrid:
Alianza, 1986, [1975].
Nolan, Christopher (1997): Doodlebug.
Reino Unido: Cinema 16, 1997.
___ Following. Reino Unido:
Momentum Pictures, 1998.
___Memento. USA: Newmarket, 2000.
___Insomnia. USA: Warner Bros,
2002.
___Batman Begins. USA:
Warner Bros, 2005.
___The Prestige. USA: Warner
Bros, 2006.
___The Dark Knight. USA:
Warner Bros, 2008.
___Inception. USA: Warner
Bros, 2010.
___Interstellar. USA: Warner Bros, 2014.
Pardo García, Pedro
Javier. “El relato antipolicial en la literatura y el cine: Memento, de Christopher
Nolan”. En: Martín Escribá, Álex y Sánchez Zapatero, Javier (eds.): Informe confidencial:
La figura del detective en el género negro. Valladolid: Difácil, 2007.
RAFAEL PONTES VELASCO (España).Doctor por la Universidad de Salamanca, con la tesis doctoral “La puerta de la cárcel está abierta. La poética de Guillermo Samperio” (2012). Profesor Asociado Doctor de Lengua Española en la Facultad de Humanidades y Comunicación de la Universidad de Burgos. Profesor de ELE en Korea Defense Language Institute, institución asociada a Joint Forces Military University (Icheon, Corea del Sur), profesor interino de Lengua castellana y Literatura en tres Institutos de Educación Secundaria en la provincia de Sevilla (2011/12), y lector MAEC-AECI en Korea University (2005-2008). Sus líneas de investigación son la poesía española contemporánea, la narrativa breve hispanoamericana, el cine negro, la vinculación de los cómics de superhéroes con la literatura y las estrategias didácticas de ELE. Ha publicado cinco libros de poesía: El bañador eléctrico (2013), Sería bueno que me hicieras caso (2014), Superman es andaluz (2015) y Silencio en expansión (2016), todos ellos en la editorial Origami, y Por amor a las viudas (2020), este último en la editorial Sr. Scott y en coautoría con el poeta Jorge Barco.
FRANKLIN CASCAES (Brasil, 1908-1983). Folclorista, ceramista, antropólogo, gravurista e escritor. Dedicou sua vida ao estudo da cultura açoriana na Ilha de Santa Catarina e região, incluindo aspectos folclóricos, culturais, suas lendas e superstições. Usou uma linguagem fonética para retratar a fala do povo no cotidiano. Seu trabalho somente passou a ser divulgado em 1974, quando tinha 66 anos. A Universidade Federal de Santa Catarina mantém um arquivo com a obra de Cascaes, aproximadamente 4.000 peças em cerâmica, madeira, cestaria, gesso, gravuras em nanquim e desenhos a lápis, além de um razoável conjunto de escritos que envolvem lendas, contos, crônicas e cartas, todos resultados do trabalho de 30 anos do escritor junto a população ilhoa coletando depoimentos, histórias e estórias místicas em torno das bruxas, herança cultural açoriana. Por sugestão de Elys Regina Zils, Franklin Cascaes é o artista convidado da presente edição de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
Número 261 | junho de 2025
Artista convidado: Franklin Cascaes (Brasil, 1908-1983)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2025
∞ contatos
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FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com










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