La
pintura moderna, constituye un apasionante fenómeno que hace de nuestra época una de las más fecundas de la historia. Nos encontramos
con un caos de escuelas, teorías, ortodoxias y heterodoxias, donde pululan creadores
audaces, junto con mistificadores groseros o geniales. Las formas y los colores
han sido usados para expresar lo inexpresable, lo que la palabra nunca se aventuró
a sugerir, lo que la música apenas insinuó. Con colores y formas derramados sobre
una superficie plana, se ha intentado revelar el secreto del hombre, penetrar con
imágenes en las nociones de espacio y tiempo, darnos el contenido emocional de las
matemáticas y de la lógica. Ahora con Wolfgang Paalen, la paleta del artista se
propone mostrarnos los secretos de la materia, la intimidad del cosmos.
En el cúmulo de artistas improvisados, de exhibicionistas sin fe, de arribistas
en busca del camino más corto, para abandonarlo cuando los "marchands"
o "snobs" se lo sugieran, aparece Paalen con su arte reflexivo y firme,
recorriendo un camino de pintor en donde cada etapa es lógica consecuencia de un
desarrollo espiritual, donde nada es improvisado ni artificial.
Paalen es el ejemplo de una vida totalmente dedicada al arte; éste constituye
su motivo de reflexión y a causa de él, viaja, estudia arqueología, filosofía, física.
Fuera de los momentos en que el artista está al servicio de la creación, su lúcida
mentalidad de investigador y de teórico pone todos sus recursos al servicio de la
dilucidación de los problemas del arte. Su vida se resume así: nació en Viena en
1907; estudió pintura con Leo von Koenig en Italia en 1921; luego con Adolf Meyer
en Berlín en 1923 y en la Hoffmann Accademy de Münich en 1925. Sufrió temprano la
influencia de Renoir y Cézanne y en esa dirección, hizo sus primeros ensayos en
la plástica. Luego Van Gogh produjo una sacudida más honda en su espíritu. En 1927
vio por primera vez en Münich pinturas de Klee, que lo impresionaron fuertemente.
Se interesó por el arte primitivo que estudió en sus mismas fuentes: en 1933 visitó
las cuevas de Altamira en España; estudió profundamente la antigua cultura de las
islas Cícladas; actualmente, en México, es un apasionado investigador del arte azteca
y maya. En las culturas primitivas buscó infatigablemente las formas esenciales
y perennes de expresión plástica.
Paalen vive hoy en México, en su retiro de San Ángel, rodeado de los maravillosos
colores del paisaje mejicano, que constituyen el laboratorio al cual se asoma para
arrebatar, a través del color, los secretos de la naturaleza.
Prescindiendo de sus primeros ensayos bajo el influjo post-impresionista,
su labor de creador plástico cumple tres etapas fundamentales: un período abstracto
que transcurre desde 1932 hasta 1935, colaborando en esa época con el grupo abstracción-creación
de París. En un segundo período entra en contacto con los surrealistas y su pintura
se impregna de elementos poéticos, expresando las angustias, los ocultos contenidos
anímicos; en esa época colabora directamente con el grupo de Breton desde 1936 hasta
1940, produciendo algunas de las obras más puras y de mayor calidad dentro de la
pintura surrealista. En un último período que llega hasta el momento actual, se
libera totalmente de influencias extrañas para buscar su camino personal. A este
camino llega después de un prolongado proceso de maduración, resultado de su esfuerzo
por comprender el mundo moderno, sus análisis de las posibilidades de la plástica,
y especialmente guiado por la idea fundamental de que el artista no debe resignarse
a la expresión del yo personal sino que debe constituirse en abanderado de su época,
en punto de confluencia de todos los problemas del conocimiento, en síntesis emocional
de la más alta esperanza humana.
Para cumplir propósitos tan ambiciosos, Paalen desarrolla, contemporáneamente
con su obra de creador artístico una producción teórica de considerable envergadura.
Con el fin de difundir sus concepciones, funda en 1942, en México, la revista DYN,
de la que se publican seis números.
Paalen representa la inseparable conjunción de artista y pensador, que
constituye el modelo del artista perfecto; es necesario que ambos -el creador y
el pensador- rayen a igual altura, que ninguna de estas personalidades necesite
el apoyo de la otra para existir. En efecto, la obra artística de Paalen es de tal
naturaleza, que puede vivir perfectamente sin el apoyo de ninguna teorización. Su
pensamiento teórico, a su vez, supera la racionalización de los propios impulsos
artísticos, para lanzarse a un análisis del sentido general del arte, para superar
el arte mismo y buscar el sentido del hombre, sin detenerse ante las más arriesgadas
especulaciones filosóficas (1).
Detengámonos ahora en el examen de su producción artística. En el período
abstracto (producción que desgraciadamente se ha perdido en gran parte a consecuencia
de la última guerra), procede por grandes planos de color o superficies y líneas
escuetas, detrás de las cuales asoman los restos de formas naturales, como se encuentran
en algunas culturas primitivas; por eso su biógrafo Regler (2) denomina a este período
de su pintura, período cicládico. "El hombre y su máscara" es prototipo
de esta época, en la cual ya se insinúa la gran obsesión cósmica que encontraremos
permanentemente en toda la obra de Paalen: "Rostro planetario" (tema que
repetirá en sus distintos períodos, siempre bajo nuevas formas) y "La Rueda
de la Tempestad" son manifestaciones de esta obsesión.
Estamos lejos del análisis plástico del cubismo y también de la búsqueda
de formas sin contenido del arte abstracto propiamente dicho.
Después de su contacto con los surrealistas, Paalen se lanza a la realización
de grandes paisajes emocionales. El intenso sentido poético que los surrealistas
preconizan en la plástica, domina sus cuadros de entonces. El color adquiere una
transparencia y delicadeza infinitas para poder impregnar a la tela de los más puros
contenidos anímicos. Así produce maravillosos cuadros tales como "Fata Alaska",
"El barco del espacio", "Restos Inmortales" y la serie de "Paisajes
Totem". Son paisajes de desolación y de angustia que semejan la superficie
de planetas muertos, donde surgen extrañas formas sin vida. La línea del horizonte
da sin embargo, perspectiva humana a estos cuadros. Este conjunto de obras, junto
con las de Tanguy, expresan quizás lo más puro de la pintura surrealista de aquella
época. En este mismo período se lanza a la investigación en el terreno del azar
plástico y surgen entonces sus famosos "fumages" obtenidos por acción
del humo sobre la tela.
En 1938 y siempre dentro de la tendencia surrealista su pintura evoluciona
desde esos desolados paisajes de primitivas épocas geológicas, hacia construcciones
que parecen representar el caos primero de donde surgiera la vida: de aquí nace
una nueva serie donde parece concentrarse la lucha por lograr formas definidas de
vida, una lucha extraña y desgarradora que se manifiesta en los cuadros denominados
"Tempestades Magnéticas", en la serie de "Combates de los Príncipes
Saturninos", en "País medusado". Son embriones de vida que luchan
contra el aniquilamiento, exhiben, ante los ojos mediocres del hombre de hoy, todo
el terror de la creación del mundo, el gran drama cósmico e infinito que podría
servir para despertarnos del letargo presente, de la civilización que nos ciega.
Hacia 1939 aparece en Paalen una procupación de orden completamente distinto,
que se anuncia en su aguada "Entre la Materia y la Luz". En esa época
se le revela la grandeza de la física posteinsteniana, hecho que, unido a sus elaboraciones
estéticas lo conduce a la eclosión actual de su pintura. Pintura de intención fundamentalmente
cósmica. De un punto de vista técnico se caracteriza este período por transformaciones
importantes: desaparece el espacio tridimensional, con línea de horizonte y perspectiva;
espacio que responde a leyes de percepción humanas, y que convierte por lo tanto
al hombre en tácito protagonista. Tal cosa sucede en los cuadros surrealistas de
Paalen (y exactamente lo mismo en los de Tanguy), a pesar de la total ausencia en
ellos no sólo de elementos morfológicos humanos, sino de toda forma viviente.
Abandonando el espacio tridimensional. Paalen se lanza a la representación
de un espacio multidimensional, ruta en la cual reconoce haber sido precedido por
Kandinsky, quien por primera vez prescindió de toda representación natural para
crear sobre la tela formas libres que parecían desplazarse en todas las direcciones
posibles. En las pinturas multidimensionales, el hombre queda totalmente anulado
en su triple calidad de protagonista, espectador y creador. El cuadro adquiere vida
independiente. Paalen se lanza, nuevo Pigmalion, a dotar de vida a sus creaciones.
La tela se transforma en un personaje extrahumano que tiene su significado específico,
que vive e interroga; se convierte -según una feliz expresión del artista- en expectador.
En ese momento contempla al hombre y le devuelve irónicamente la pregunta mil veces
repetida por éste: ¿Y qué significas tú?
Las pinturas que Paalen, dominado por estas ideas, que creara desde 1940,
significan uno de los aportes más originales y profundos al arte de nuestro tiempo.
Para Regler, los "Cosmogones" ejecutados entre 1944 y 1945, constituyen
verdaderos jalones en la historia de la pintura, y yo no estoy muy lejos de esa
opinión. En estos cuadros Paalen parece haber penetrado en el mismo camino en el
que Van Gogh se había introducido con furor demoníaco. Van Gogh había intentado
la descomposición de la materia por la luz; fue el primer paso. Paalen avanza hacia
lo más profundo de este camino, pero en lugar del arma desintegradora de la pasión
demoníaca, penetra con su pupila indagadora, con serenos ojos de ultramicroscopio,
para arrebatar los secretos de la materia donde lo infinito y lo finito se confunden.
Con paleta de magia estupenda nos describe los más sorprendentes paisajes que abarcan
el mundo de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande. Es la gran fusión
de ecuaciones (emocional e intelectual) de que nos habla Paalen, donde se mezclan
los elementos objetivos de la ciencia con la imaginación humana. Esta nueva ecuación
que nos ofrece el arte, debería completar en lo futuro, la fría angustia de las
puras ecuaciones matemáticas; estas últimas se refieren a la materia de un modo
indirecto, nos anuncian como inalcanzable para el hombre, su esencia última, su
íntimo secreto. Al arte corresponde acercarnos a ese secreto, y el arte de Paalen
lo intenta. En el deslumbramiento de los grandes vértigos intranucleares que expresan
sus cuadros, aparece como signo tranquilizador la parábola, la señal que nos hace
inteligible la materia. Las parábolas confluyen en el signo DYN, símbolo de la tripolaridad
de fuerzas, con el cual el hombre se explica el gran misterio de la energía cósmica.
Así ha penetrado Paalen, mediante los colores, en el secreto de la materia.
Su pintura nos dice que hay una perfecta concordancia entre apariencia y esencia.
Los colores (la apariencia) son ventanas abiertas hacia lo íntimo de la materia;
pero sólo abiertas para el ojo superlúcido del pintor. ¿Qué nos revela de ese mundo
que sólo conocíamos a través de fórmulas? Nos habla de panoramas donde la materia
y el tiempo se confunden, nos habla de la gran síntesis.
Y vemos cómo en estos cuadros de Paalen el tiempo constituye una dimensión
más de la tela; las formas y colores adquieren un sentido rítmico. Supera a la música
en cuanto es ritmo condensado. El tiempo aprisionado por el pintor hace vibrar la
tela. No es lo que pretendía Kandinsky: una transposición de la música en colores,
sino la misma esencia del arte de la que tanto la música como la pintura han partido.
Allí vemos desfilar los maravillosos cuadros pintados por Paalen en estos
últimos años: la serie de "Polaridades cromáticas" (años 1940-41 y 42)
que nos abisman en ondas de color, las cuales nos conducen desde lo sombrío a lo
lírico. En el mismo tono presenta los cuadros: "Figura paradinámica" (1940),
"Personaje espacial" (1941), "Espacio liberado" (1941). Con
el tríptico "Los primeros espaciales" (1941-44) entra más hondo en el
drama del cosmos, captando tres instantes de un vértigo de grandeza alucinatoria.
En "Los Cosmogones" (1944-45) culmina la pintura de este período: el movimiento
desenfrenado de la materia se organiza en ritmos coherentes confluyendo hacia el
centro del cuadro donde el signo Dyn materializa la síntesis final; estamos sumergidos
en una verdadera vibración de color, algo que sobrecoge y al mismo tiempo tranquiliza,
el punto de contacto entre el cosmos y la inteligencia organizadora. En parecido
estilo pinta "Eroun" (1944), la sobria y delicada tela "Tripolaridad"
(1944), "Gyra" (1943), la serie de "Aerogyls" (1944-45). Otro
aspecto nos revelan las telas "Rueda Nuclear" (1942) y "Solarización"
(1942); especialmente esta última recuerda las imágenes de la superficie del sol
obtenidas por fotografías con luz de hidrógeno. Parecida impresión nos dan sus "starscape"
(paisajes siderales).
Hacia el año 1946, sin abandonar la técnica que lo particulariza en este
período, vemos que la alucinante vibración se aquieta, para conducir a un tipo de
pintura que corresponde exactamente a lo que el mismo Paalen denomina "meditación
plástica" (3). A este grupo pertenecen: "Los silenciosos" I y II
(1946), los "Rostro Planetario" de 1946-47 y varias telas que llama simplemente
"Rostro", ejecutadas en 1946 y 1947, la "Selan Trilogy" (1947),
la "Hanmur Trilogy" (1947) y diversas pinturas y dibujos a tinta ejecutados
sobre papel mexicano.
En este período de quietud, de "meditación plástica", está la
pintura de Paalen actualmente, y así hemos visto oscilar toda su evolución pictórica
entre los dos polos que significan la agitación del continuo fluir cósmico y la
quietud de la meditación.
Toda la labor de Paalen en este último período se acompaña de una intensa
labor teórica. En una brillante serie de ensayos, intenta una fundamentación de
su pintura. Parte de las concepciones del filósofo americano John Dewey, quien preconizó
la síntesis de imaginación y razón. La pintura para Paalen debe resultar de la fusión
de la ciencia (ecuación lógica del universo); por este camino se logrará superar
-dice- al surrealismo que postuló la omnipotencia de lo irracional y al materialismo
dialéctico que afirmó la omnipotencia de la razón. La belleza, según Paalen, aparece
cuando, lo que piensa el yo y lo que siente el yo, se integran en un modelo coherente,
o sea, cuando las ecuaciones intelectuales y emocionales se fusionan.
Paalen analiza en su obra la crisis por la que pasa el arte moderno llegando
a la conclusión que se trata fundamentalmente de una crisis del tema: el problema
no es ya cómo pintar; no se trata de buscar nuevas técnicas, sino nuevos temas.
Resume las soluciones dadas hasta ahora en el problema del tema: los cubistas se
dedicaron al análisis plástico del tema; los surrealistas procedieron a la destrucción
poética del tema utilizando las yuxtaposiciones insólitas, e introduciendo finalmente
la literatura en la plástica; el arte abstracto brega por el abandono del tema.
Paalen considera todas estas soluciones no satisfactorias y propone un tema totalmente
nuevo: la creación de una cosmogonía plástica con la que se intentaría dar una imagen
de las fuerzas ocultas en la naturaleza. Esta cosmogonía sería la auténtica expresión
de nuestra época, considerando que cada cultura tiene su propia cosmogonía que corresponde
a su particular concepción del mundo. Cada nueva cosmogonía tiene, según Paalen,
su imaginería específica que es elaborada por una minoría que forma la vanguardia
de la época. El modo de expresión utilizado por estas vanguardias resulta arbitrario
y hasta ininteligible para la mayoría de sus contemporáneos; recuérdese, dice Paalen,
lo difícil que resultó a las gentes de la época del Renacimiento asimilarse los
principios de la perspectiva.
Toda la trayectoria de Paalen se revela como una búsqueda de las conexiones
de su yo con el mundo que lo rodea. La síntesis emocional del macrocosmos y el microcosmos
es para él la gran misión del artista y así retoma en un nuevo plano -el del arte-
la antigua obsesión de los ocultistas. En esta forma, el hombre desaparece de su
pintura como individualidad, para aparecer como esencia cósmica.
La ambición de revelar el secreto del cosmos en cada pincelada, la conmoción
frente al gran enigma de la naturaleza, no es particular del último período de la
pintura de Paalen; se la ve latente o manifiesta desde sus primeras creaciones del
período abstracto: la obsesión de los rostros planetarios, tema que retoma a través
de los años, tiene este significado.
Pero la misión del artista, dice Paalen, no concluye al dar una imagen
emocional de la ciencia; el artista coopera en la labor misma del conocimiento,
convirtiéndose en un anticipador. En "New Image" (4) Paalen señala la
similitud de algunos antiguos paisajes de Klee con la fotografía infrarroja. Alice
Paalen me refería la sorprendente semejanza que encontró -en ocasión de su visita
a Alaska- entre los paisajes reales de esa región y el cuadro "Fata Alaska"
pintado por Paalen algún tiempo antes.
La pintura de Paalen tiene, además de su valor intrínseco, una importancia
fundamental para nosotros, espectadores en el gran campo del arte: se coloca francamente
entre los caminos del surrealismo y del arte abstracto, señalando un camino nuevo.
El error del surrealismo ha sido para Paalen querer poetizar la ciencia; el error
de los abstractos querer hacer un arte científico; el verdadero camino para él,
está en lograr la fusión integral de arte y ciencia. Así obtiene Paalen una pintura
dinámica, que es la expresión plástica de la energía en movimiento y que se opone
al neoplasticismo y concretismo, pintura estática que busca imitar los grandes esquemas
inmutables del pensamiento. Paalen nos hace conocer, directamente, el fluir infinito,
y de este modo, por el sendero de lo inagotable, el hombre penetra más seguro en
el enigma del universo que a través del frío camino de las verdades simbólicas e
indirectas de las matemáticas.
Pero más allá de toda reflexión estética o lógica, Paalen nos da un arte
de pura exaltación; una exaltación sin tortura como podemos encontrarla en la música
de Bach. Al contemplar sus cuadros se me hace claro el sentido de una extraña impresión:
la voz silenciosa; es la voz que habla a los ojos de mundos maravillosos y eternos,
de luchas y de quietud, de violencias que aspiran a una gran armonía. He aquí la
voz silenciosa que nos habla con su lenguaje radiante: la voz de Paalen, el pintor
cósmico.
NOTAS
1. No amengua en nada su tarea de pensador el que yo
personalmente confiese no compartir sus puntos de vista sobre la dialéctica, expresados
en su ensayo: "El Evangelio Dialéctico" (Dyn 1942, Nº 3).
2. Gustav Ragler: Wolfgang Paalen (Nierendorf, New York,
1946).
3.
En una carta que me envió el 16 de julio de este año 1948 me dice: "En estos
cuadros continúo expresando mis meditaciones plásticas sobre lo que es y sobre lo
que podrá ser. Crece cada vez más en mí la convicción de que la meditación es tan
necesaria como la acción y que el arte puede llegar a ser una especie de meditación
activa y comunicable".
4. Dyn,
1942, Nº 1.
***
ALDO PELLEGRINI
(Argentina,
1903-1973). Poeta e ensaísta, um dos mais contundentes difusores do Surrealismo
em língua espanhola. Artigo publicado na revista Ciclo # 1 (Buenos Aires,
1948). Página ilustrada com obras de Wolfgang Paalen (Suíça, 1905-1959), artista
convidado desta edição de ARC.
ÍNDICE
# 102
EDITORIAL
| O amor pelas palavras
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com.br/2017/09/agulha-revista-de-cultura-102-setembro.html
ALFONSO PEÑA | Cali Rivera & el arte para ser libres
HAROLD ALVARADO TENORIO | Los Nuevos y León de Greiff
JACOB KLINTOWITZ | Click – a arte da inclusão
JACOB KLINTOWITZ | Marcos Coelho Benjamim
JOSÉ ÁNGEL LEYVA | Eduardo García Aguilar, extranjero y
sin banderas, el mundo es la raíz
MANUEL MORA SERRANO | Tres
fabulillas
MARIA
LÚCIA DAL FARRA | Da bike ao helicóptero: Vergílio Ferreira e Herberto Helder
MARIA LÚCIA DAL FARRA |
Vergílio Ferreira e a nostalgia da aura
RAFAEL RUILOBA | Rogelio Sinán
y sus voces mágicas
ARTISTA CONVIDADO |
WOLFGANG PAALEN, por Aldo Pellegrini
***
Agulha Revista de Cultura
Número 102 | Setembro de
2017
editor geral | FLORIANO MARTINS
| floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO
SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
logo & design | FLORIANO
MARTINS
revisão de textos & difusão
| FLORIANO MARTINS | MÁRCIO SIMÕES
equipe de tradução
ALLAN VIDIGAL | ECLAIR ANTONIO ALMEIDA FILHO | FEDERICO RIVERO SCARANI | MILENE MORAES
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