DAISY ZAMORA | Claribel Alegría: desnuda brilla la estrella
RUBÉN DARÍO
Quien traspase este umbral y se
adentre en el universo poético de Claribel Alegría, sepa, desde la entrada, que
ascenderá al reino de la claridad absoluta, habitado de palabras incandescentes,
despojadas de todo lastre retórico y de toda pretensión o artificio; palabras que
brillan por ellas mismas, íngrimas, desnudas y espléndidas, en perfecto equilibrio
de lucidez y belleza.
Muchos e intrincados son los senderos que Claribel ha recorrido a lo largo
de su vida, internándose en la historia, en los mitos, en la magia, o en el misterio
insondable de la condición humana –porque su poesía es un itinerario no sólo de
su vida y de su amor por la vida, así como de la vida, del amor, de la muerte, y
de todo lo que la vida abarca, sino que constituye también un testimonio de amor
para su esposo, Bud Flakoll, el compañero inseparable de Claribel, que fue central
en su vida y cuya presencia espiritual sigue siendo central en su existencia–, pero
todos estos caminos ella los ha transitado llena de humanidad: sus poemas, imbuidos
de vida, palpitan al ritmo del corazón, al golpe oscuro y denso de la sangre, y
a la vez, fluyen ligeros y frescos como un hilo de agua cristalina, sustentados
por la levedad casi aérea de sus versos.
Después de años de conocer a Claribel Alegría, no solamente por la lectura
de su poesía y de su prosa que incluye novelas, testimonios, relatos, cuentos e
historias para niños, sino a través del trato directo con ella, doy fe de que existe
una extraordinaria simbiosis entre Claribel y su poesía, entre su persona y su palabra.
Leer sus poemas y después conocerla, o conocerla y después leer sus libros, es como
presenciar un milagro y enseguida darnos cuenta de que el milagro ocurre también
en nuestro interior y modifica nuestro propio ser. A primera vista, los poemas de
Claribel Alegría dan la impresión de ser sencillos, pero pronto descubrimos que
tal sencillez no es más que la depuración de un lenguaje que, verso por verso, alcanza
en cada poema su máxima capacidad expresiva, porque la exacta proporción que ella
logra entre la sencillez de su palabra y la complejidad de lo que su palabra expresa,
la lleva hasta el punto de que nunca se extravía de la ruta a seguir, y jamás se
desvía de su propio cauce de orden y armonía. Esto mismo podría aplicarse a la persona
de Claribel Alegría. Quienes lean su poesía casi podrán imaginarse o adivinar cómo
es ella, y si en algún momento tuvieran la fortuna de toparse con la poeta, se sorprenderían
al comprobar que posee los mismos atributos de su poesía.
No soy la primera persona que da testimonio del prodigio. El mérito le corresponde
al gran poeta nicaragüense, don José Coronel Urtecho que, maravillado ante el portento,
escribió en 1989 un libro titulado: Líneas
para un boceto de Claribel Alegría. Coronel dice de ella lo siguiente:
No sé ni creo
que ella sepa cuándo descubrió la poesía, aunque tampoco creo que la haya descubierto,
pues la tenía y la llevaba siempre consigo, ya estaba en ella misma cuando ella
nació, ya que nació con ella y cuando la encontró no importa cómo no hizo más que
reconocerla y empezar a escribirla. Descubrir la poesía sólo fue en ella reconocerla
y empezar a decir en su mente –en su imaginación y en sus palabras– lo que en seguida
empezó a escribir.
Su poesía que es ella es a la vez todo lo de ella y la poesía de ella que
es ella y la poesía de todo lo de ella a la vez toda de ella. No sólo toda de ella
sino sólo de ella… sólo ella y su poesía, que no siendo ni procurando ser diferente
a nadie, ni su poesía diferente a la de nadie, ni ella se parece a nadie, ni su
poesía a la de nadie. Así que su poesía y su persona son por lo mismo tan diferentes
y tan sencillamente diferentes a otra poesía y toda otra persona y por lo mismo
de la poesía de toda persona, de cualquier otra persona y de todas las otras personas.
La sencillez de su persona es pues la de su poesía y por lo mismo está con su poesía
de todas las cosas y la de cada cosa o la de todo, como pasada a través de su ser,
pasada toda a través de ella. Nunca se sabe dónde termina ella, ni dónde empieza
su imaginación a mover sus palabras escritas o dichas con esa sencillez, mejor decir,
con esa desnudez. No se conoce bien la franja o la raya de luz y sombra donde ella
misma y su imaginación se compenetran y se resuelven en la realidad. En su poesía
fluyen como su aliento, como su aspiración y expiración, como el soplo que mueve
las frases de sus versos, casi siempre una frase por verso, una por cada verso.
Palabra por palabra, frase por frase, verso por verso se escribe Claribel.
La vinculación íntima de la poesía de Claribel Alegría con la vida, también
fue reconocida por el maestro Coronel Urtecho, que escribió:
…cada vez que
los leo [sus poemas] y los vuelvo a leer me asombro y me pregunto cómo se puede
ser gran poeta, ser una gran poeta, en tan pocas palabras, en tan breves y leves
palabras, tan cargadas del peso de la vida y la poesía, con todo el peso de la vida
y la poesía, todo el peso de la poesía y de la vida, el de la vida en la poesía
y de la poesía en la vida, en su vida grave y ligera, aligerada, aligera, alada,
sin perder ser ni realidad, ni derramar ni gota y no dejar ni gota de la alegría,
ni del dolor, ni del juego, ni del fuego, ni del drama de la vida de ella, que es
a su modo la vida humana …Imposible olvidar que la poesía de Claribel es la vida
de Claribel, toda la vida, todas las vidas de los que viven en Claribel, todas las
vidas que vive Claribel, es decir las que viven todas las Claribeles de Claribel.
…Aún sus poemas más pequeños, sus minipoemas ¡qué grandes son! Tanto los cortos
como los largos, todos ellos milagrosos.
Pero es con respecto a la profunda humanidad de Claribel Alegría, que las
palabras de José Coronel Urtecho no dejan lugar a dudas:
…en el fondo
muy suyo, hasta posiblemente lo más suyo y hasta quizás la base de su carácter:
la majestad secreta de su persona. …Aún queda un resto de majestad legítima en unas
cuantas obras y personas, mejor dicho, personas y obras en que despunta un nuevo
o renovado sentido de humanidad y dignidad humana, que es el fundamento… de la auténtica
majestad, en sí misma invisible, del hombre y la mujer en realidad humanos, que
será de seguro y ya con otro nombre, la natural y propia de la futura sociedad constituida
por todos los habitantes de la Tierra. El tipo de majestad que todavía se muestra
a veces –aunque secreta, oculta, disimulada- en personas ya humanas o todavía humanas
como Claribel Alegría.
Me detengo en esta última observación de José Coronel Urtecho sobre Claribel,
porque en lo él llamó tan acertadamente “la majestad secreta de su persona” –que
no es más que el auténtico sentido de humanidad y de dignidad humana– creo que reside
la clave del milagro que funde a Claribel en su poesía; de la poeta indivisible
de su poesía y viceversa, o mejor dicho, de la ecuación: Claribel = poesía.
Este profundo sentido de humanidad, que va desde la comprensión de su dignidad
personal como ser humano a la dignidad humana de los demás y a un entendimiento
compasivo y humanitario del mundo entero, es tan fundamental en Claribel Alegría,
que, no más al verla o apenas conocerla, percibimos el poderoso influjo que ejerce
su presencia. “La persona del ser humano es su manera individual de ser humano”,
dijo de ella José Coronel Urtecho. Y a falta de palabras más exactas para describir
esta condición especial de Claribel, recurro de nuevo al poeta:
Todo estaba oculto
y a la vez presente en ella, igual que su presencia, que en realidad no era más
que ella, la presencia de ella, o mejor dicho, ella presente …en esas ocasiones
no se daba uno cuenta de casi nada sólo de ella y su conversación, que no era más
que una extensión o proyección de su persona en que de cierto modo se participaba.
Como si se participara con ella misma en ella misma. Una cierta manera de comunión
con ella en el encuentro y la conversación.
Lo que en ella tiene la palabra y la revela, no es, por así decirlo, la fisicalidad,
sino la inteligencia, la gracia, el sprit, la sonrisa y la risa, la comunicabilidad
o capacidad de comunicación que la distinguen como persona…
Su rostro, en que se refleja toda su persona, no sólo es bello, sino también
claro y alegre, como aparece siempre donde quiera ya cualquier hora que se presente
…la imagen viva, la marca la seña de la persona, no la máscara, la cara de Claribel
Alegría. La cara abierta y despejada en que se muestra y se revela su persona. Su
cara en que está siempre su persona, que ni se esconde ni disimula y mucho menos
trata de dar a creer.
Yo, por lo menos, en mucho tiempo, no he conocido a nadie más persona en
Centroamérica ni que lo sea sólo siendo, sin hacer nada de su parte para llamar
la atención.
De ahí que el misterio o el milagro de la claridad intrínseca y la compleja
sencillez que funde en un todo indivisible a la poeta y a su poesía, queda develado:
la poeta Claribel, y la esposa, la madre, la compañera, la amiga y la mujer que
es Claribel en sí y para sí y para quienes la rodean o la conocen, es un ser transido
de tanta humanidad que nos parece que existe en una dimensión a la que aspiramos
pertenecer, una especie de “estado de gracia” permanente en la vida y con la vida
y hacia la vida, del que quisiéramos participar. De ahí que ante su presencia nadie
pueda permanecer indiferente, y que al conocerla, nadie pueda evitar amarla.
En Claribel Alegría se cumple la verdadera encarnación del verbo: la palabra
sustentada por los actos, la perfecta correspondencia entre su modo de ser y ser
entre los suyos y de su modo de ser y ser hacia el mundo, y lo que a través de su
palabra nos revela. Porque para Claribel Alegría ha sido el escribir su motivo de
vida, y la poesía, el duro carbón que se ha dedicado a extraer desde las entrañas
de la tierra humana –como minera infatigable, jugándose la vida cada día– para entregarnos,
tras largos años de amorosa labor, el fruto de su esfuerzo: este puñado de diamantes,
esta constelación de estrellas puras e inalcanzables, este silencio-estrella/que
dejó ya de preguntar.
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