domingo, 20 de dezembro de 2020

CONEXÃO HISPÂNICA | Jorge Enrique Adoum

JORGE DÁVILA VÁZQUEZ | Jorge Enrique Adoum: de cerca y de memoria

 


Jorge Enrique Adoum es una especie de mago de nuestras letras. Y no lo digo porque descienda directa e inmediatamente del Mago JEFA, sino porque ha hecho literatura de la mejor de este “Ecuador Amargo”, de cuanto haya tocado con la varita prodigiosa de su creatividad, ya sea la poesía, el teatro, el relato o el ensayo.

Como poeta, tenemos que reconocerlo, es uno de nuestros valores más sólidos. Y como hombre comprometido en permanencia con el ser humano, sus luchas sociales, sus anhelos de cambio; dueño de fuerte personalidad, honda sabiduría y sincero deseo de compartir experiencias y vida; todo lo cual le ha permitido ejercer un largo y fructífero magisterio espiritual. Pero también, es necesario proclamarlo entre los poetas preocupados por depurar su oficio, a lo largo de los años y duro crítico de su obra, que nos deja un claro testimonio de sus inquietudes filosóficas, sociales, vitales y formales.

Ciertas características comunes a la poesía de los años cincuenta se pueden encontrar en la producción de Adoum, por ejemplo:

 

a) Una descarnada manera de mostrarse ante el mundo.

b) Una sutil mezcla de lo individual y lo colectivo, claramente perceptibles en Los cuadernos de la tierra.

c) Una vuelta intensa hacia lo terrígeno. En especial en su inolvidable Ecuador Amargo.

d) Una apasionada atracción por la historia, y un ferviente deseo de incorporar como algo vivo la vieja poesía de los ancestros, en los magníficos Cuadernos de la tierra.

e) Una posición claramente progresista frente a los problemas sociales, desplegada a lo largo de toda su creación.

 

La obra poética de Adoum mantiene, a lo largo de más medio siglo de desarrollo, un mismo espíritu combativo, una permanente solidaridad con las mejores causas humanas, una necesidad intensa de diálogo, de búsquedas comunicativas, que parecen frustrarse una y otra vez, unos hermosos intentos por construir unos textos de los que el autor nunca parece estar contento, pero que son parte de nuestra mejor y más grande poesía actual.

Ocupan un lugar muy especial en nuestra lírica sus obras de madurez, marcadas por un hondo experimentalismo, como los Prepoemas en Postespañol o El amor desenterrado, producidas entre las décadas del setenta y el noventa.

Su obra teatral El sol bajo las patas de los caballos, llevada a escena muchas veces en distintos países, se ha difundido con éxito, y forma parte de nuestra exigua literatura dramática, en sitio de honor.

A partir de 1976, en que vio la luz su notable texto con personajes Entre Marx y una mujer desnuda, una de nuestras novelas más audaces, renovadoras y llenas de vida y literatura, otros aportes suyos al relato de la patria han llamado la atención de la crítica: Ciudad sin ángel y Los amores fugaces.

Dentro de su obra ensayística hay mucho material, pero su texto La gran literatura ecuatoriana del 30, sigue siendo ejemplar.

Y ahora, en este año de su octogésimo cumpleaños, nos regala con lo que parece ser su primer volumen de memorias: De cerca y de memoria –lecturas, autores, lugares–, marcado, naturalmente, por su genio creador.

La vivencia intensa, que caracteriza toda la escritura de Adoum, toma carne, palpita en este libro. No hace concesiones, evoca, relata, reflexiona, señala, disecciona carreras literarias y autores, mantiene constante el interés del lector –pese a que muchas veces (pongo por caso el de Alfonso Alcalde, en lo que a mí respecta) nos habla de escritores no muy conocidos.

La magia de Adoum en este texto reposa en su estilo, ágil envolvente, con grandes saltos en el tiempo, y vigorosos retrocesos, para retomar un cierto hilo cronológico, que se desliza por el entramado del relato.

Con un despliegue prodigioso de fechas, lugares y personajes, Adoum puebla incansable las más de setecientos folios del libro. Nos sentimos asombrados y abrumados ante tanta personalidad ilustre que desfila por sus páginas, ante tantos nombres que han significado elementos cruciales de nuestro propio edificio literario, a los cuales ha tratado y conocido con extrema familiaridad; ante tantos sitios recorridos, con esa intensidad que él pone en cuanto vive y en cuanto escribe, que no puede menos que resultar fascinante.

Cada lector encontrará en la obra una fuente de gozo. En mi caso, creo que lo que más fascinante me ha resultado es su capacidad evocadora. Sus imágenes de Joaquín Gallegos Lara, César Dávila Andrade, Pedro Jorge Vera, Alejandro Carrión, Guayasamín, Aníbal Villacís y muchos otros artistas ecuatorianos, se quedarán conmigo para siempre. Y lo mismo puedo decir de su continúa rememoración de la personalidad de Neruda, de las pinturas cálidas de Ángel Rama, Marta Traba, Manuel Scorza, Alejo Carpentier, Rafael Alberti, Juan Carlos Onetti o Julio Cortázar.

Y consigno mi admiración por su descarnada ternura, al pintar la contradictoria figura del padre. Ese ser hecho de abismos y de cumbres, que tan pronto ilumina, como oscurece tantas páginas del inicio del texto.

Admiro la imparcialidad de Adoum para consignar su admiración incluso por autores que estuvieron en situación antagónica con su modo de pensar o de vivir, como Pablo de Rokha, el antinerudiano por excelencia; con los que mantuvo diferencias ideológicas claras como Scorza; o para consignar largamente textos como los de Marta Traba, con los que, evidentemente, no está de acuerdo, con una delicadeza de espíritu, una serenidad y un sentido crítico extraordinarios.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. Adoum es verdaderamente duro con algunos personajes, que lo merecen, ciertamente, sobre todo por sus deslealtades, sus inconsistencias, sus arribismos, que parecen ser los defectos humanos que más le molestan, ya sea en lo humano, en lo político o en lo literario. Y así, vemos que escritores como Nicanor Parra, Jorge Edwards o Mario Vargas Llosa reciben su merecido en estas páginas. Con fuerza, con energía, pero sin llegar jamás al denuesto, a la bajeza o al insulto.

Habría tanto que decir sobre De cerca y de memoria, pero no quiero privar a Uds. del placer infinito de su lectura. Solo señalo, un último rasgo que me deslumbra, y que yo llamaría el de las presencias fugaces, y solo citaré dos casos: el encuentro casual con Simone Signoret, la inolvidable actriz francesa, en una reunión política, y las innumerables menciones de autores y obras que hemos amado la vida entera, y que encuentran su rúbrica maestra en este libro, como decir, así, al paso, que Georges Simenon era el Balzac del siglo XX.

Cuando encuentro uno de estos libros, que me llenan de ganas de que haya una segunda parte; que refrescan inmensas cantidades de lecturas, muchas veces ya olvidadas, pero que formaron parte del tesoro de la juventud o de otras épocas de la vida; cuando de la mano de un autor maestro realizo toda una exploración por ese mundo de conflictos humanos que es el del arte, lo único que hago es agradecer en secreto a quien ha provocado toda esa cadena de reacciones del corazón y de la memoria mecánica, como diría Proust.

Así que considero una oportunidad de privilegio, poder decirle al autor, en persona, ese Gracias, sentidísimo, con grande afecto, y en público.

Y debo, asimismo, decirle gracias a Jorge Enrique, porque este libro no solo que enriquece el yermo panorama de las memorias en la literatura del país, sino que da una lección de qué se debe consignar y qué se debe callar, cuando se escriben los recuerdos.

Pedro Jorge Vera decía en una ocasión, y ahora voy a hablar del tema que más me gusta: yo mismo. Esa es una tentación que experimentamos todos: caer en un peligroso narcisismo. Adoum logra superar el escollo con dignidad y arte, y por ello también debemos agradecerle.

Y debemos, en fin, expresarle nuestra gratitud, porque incansable siempre, sigue trabajando, sigue escribiendo como hace cincuenta años, con la misma garra, la misma frescura, el mismo intenso amor por los seres humanos, la misma esperanza un tanto desesperanzada; la misma inquebrantable fe en el hombre y su lucha por cambiar el mundo.

 


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§ Conexão Hispânica §

Curadoria & design: Floriano Martins

ARC Edições | Agulha Revista de Cultura

Fortaleza CE Brasil 2021



 

 

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