Quien
primero define el animismo como concepto es el antropólogo inglés Edward Taylor,
en 1866, el cual según sus estudios logra interpretarlo como un término para esta
práctica, ya que esta se conocía como una creencia en seres espirituales que animaban
el universo, personas u objetos y no como una forma religiosa más compleja que tiene
sus orígenes hace miles de años, siendo para algunos estudiosos la fuente de las
demás religiones posteriores. Y es a partir de ahí que la humanidad evolucionó hacia
el politeísmo, como el Babilónico el Grecolatino, Egipcio etc. Ya que cada Dios
o divinidad era el controlador de los fenómenos circundantes a la observación humana.
Esta
práctica politeísta va sufriendo encuentros con las nuevas ideas religiosas, para
culminar posteriormente en las grandes religiones monoteístas que predominan en
muchas partes del mundo. Pero también es cierto que en vastas zonas del planeta
estas coexisten con sus respectivas creencias de antigua data, más conocidas como
prácticas paganas. Esto sucede en África, en Asia, y por supuesto en nuestra América
Latina, y como lo exponíamos antes en Chile, con un fuerte arraigo en las capas
medias y sobre todo las capas bajas y rurales, por lo que deducimos que éstas creencias
están insertas aún en gran parte de la población. Esto sucede por la gran carga
indígena que posee nuestra raza, que a pesar del mestizaje, ha prevalecido la tradición
indígena frente a las creencias monoteístas foráneas, enquistándose de alguna manera
en ellas y conformando las culturas sincréticas propias actuales. Es como si el
animismo hiciera eco desde las zonas telúricas, hasta nuestro ser en toda su magnitud.
En
el animismo todo está impregnado de un alma o existencia vital, la cual obra como
una gran alma que se interrelaciona entre los seres vivos y los muertos, teniendo
estos últimos también una vida animada, pero en otro plano dimensional. Supuestamente
existe un puente entre estos dos estados los cuales son conducidos por diferentes
deidades o entidades sutiles.
El animismo
es quizás el culto religioso más antiguo de la humanidad, su práctica ancestral
se remonta hasta los orígenes del hombre primitivo, se conoce por estudios antropológicos,
y restos arqueológicos, que esta práctica se remonta a las primeras manifestaciones
humanas en África, y surge obviamente como una forma de interpretación de los fenómenos
naturales que rodean a estas primeras agrupaciones humanas. El ser humano en su
afán de entender dichos comportamientos naturales, otorga a cada cosa y cada experiencia
frente a la naturaleza, un significado mágico, otorgándole a cada uno una animosidad,
un ánima individual para cada estamento presente en su entorno, sea este animal
o no, ya que el hombre descubre que estas fuerzas están presentes en los árboles
y los vegetales en general, pues tienen un periodo de movimiento asociado al crecimiento.
Durante estas observaciones, se dan cuenta además de que las piedras las rocas,
los cerros, las cadenas montañosas, también sufren cambios, y que a la vista del
hombre no son perceptibles, pero sí suceden con los años, más aún si imaginamos
que estos primeros habitantes debieron haber sufrido en su momento, las inclemencias
de las fuerzas telúricas desatadas, tales como erupciones volcánicas y sismos de
diversa magnitud que modificaron obviamente el paisaje. Estos antiguos conocían
además la fuerza que ejercía nuestro satélite natural - la Luna - sobre las mareas,
la germinación de las plantas y los ciclos en general de la fertilidad y de la reproducción.
Todas estas observaciones, dan con el descubrimiento de una fuerza poderosa asociada
como pequeños estamentos separados, pero a su vez unidos, que están distribuidos
en cada vida y en cada cosa. Este planteamiento de que cada entidad poseía un ánima,
que valga la redundancia la animaba, se combinaba con la creencia de que había además
un gran organizador de esta animosidad compleja, y que esta gran entidad era quien
disponía en perfecta armonía, la suma de estas miles de millones de ánimas divididas.
En resumen, cada una de las fuerzas individuales, comprometía su orden a una fuerza
continua que las agrupaba y contenía como una sola unidad, existía pues una aproximación
primigenia, a la idea de un ser monoteísta, o una divinidad controladora, a pesar
de que en el animismo cada una de ellas tenía a la vez, una identidad propia.
Así
y todo, el animismo ha sabido sobrevivir y convivir con las nuevas manifestaciones
religiosas, dadas por imposiciones a través de guerras, invasiones o influencias
culturales, o por los actuales medios de comunicación.
Dentro de las más conocidas “animitas” en Santiago, la capital, está la de Romualdito
en calle Borja al costado de la Estación Central, sus velas perennes dan cuenta
además del fervor popular que existe por estas manifestaciones, ya que entre otras
cosas se produce en sus cultores, un trasvasije de creencias que contemplan la mezcla
de lo religioso con lo pagano. Pues bien, los orígenes de las religiones que hoy
conocemos como más desarrolladas, tuvieron su partida en lo que se denomina como
paganismo primitivo.
Recuerdo a
mi abuela Juana Pérez Ibacache oriunda del pueblo de Illapel, muy próximo a otro
pueblo llamado Salamanca, que era considerada zona de brujos y chamanes. Tengo claro
en mi mente cuando ella me hacía mención del cúmulo de misterios que rodeaban el
culto del animismo, y además la solicitud de favores que se pedían al animita, para
que intercediera a favor de ellos, ya sea con uno u otro santo – que pasarían a
ser entidades intermedias ante la divinidad - para cumplir con las peticiones de
la rogativa. Esta costumbre la cual se mantiene hasta nuestros días, llamó mi atención,
y en especial cuando hace unos años, yacía en el pavimento sin vida, el cuerpo de
una joven mujer, victima de estas denominadas malas muertes. Había sido arrollada
por un bus, y su cuerpo era acompañado por un centenar de personas que observaban
en silencio – la mayoría de ellos -, en Avenida Sur casi esquina El Rey, en la comuna
de Maipú de nuestra capital. El espectáculo me impresionó y al pasar mi mirada se
volteó para no contemplar el fatal accidente. La víctima del atropello estuvo varias
horas en ese lugar, y la gente permaneció allí ese mismo tiempo hasta que llegó
el vehiculo del Instituto Médico Legal para retirar aquel cuerpo inerte.
Al pasar de
vuelta una hora mas tarde, en el sitio exacto del suceso, se había erigido de manera
modesta, una pequeña pira de piedras, acompañadas de recipientes con flores y algunas
primeras velas prendidas, y es que en ese momento se daba inicio, a un nuevo culto
de tantos que se encuentran en las calles, caminos y lugares de nuestra geografía.
Nacía una “Animita”, nombre destinado a la agrupación pétrea, o construcción pequeña
que asemeja una capilla, y que servirá de lugar de resguardo de la ánima, que al
sufrir una muerte repentina no sabe o pierde el rumbo o dirección para ascender
a un plano siguiente, por lo que el ánima se queda vagando desorientada cerca del
lugar de la tragedia. Pero el ánima – según la creencia popular - al ser un ser
en estado etérico, puede interceder ante ciertas santidades que se aproximan a la
esfera terrestre, y éstas últimas llevarían las rogativas ante Dios o el ser supremo.
Cabe recordar,
que en origen, este culto era practicado por culturas precolombinas como incas o
aimaras, entonces para cuando ocurría una mala muerte en algún camino, inmediatamente
construían una pira de piedras como señal del suceso fatal que allí había ocurrido,
permaneciendo inalterable éste, ya que cualquier intervención del lugar traería
mala suerte y desgracia al hechor que osaba intervenir esta suerte de refugio pétreo
dispuesto para el ánima que quedaba vagando en el sector.
Alguien con
seguridad, elevará una petición a la animita o alma en pena, y de cumplirse la petición,
surgirá quizás una estructura mas acabada, como la que se presenta una cuadra mas
abajo, en la misma avenida, esa animita ha sabido interceder a sus creyentes, y
en retribución, estos fieles anónimos han construido un mejor habitáculo, para estos
espíritus confundidos por la muerte violenta y repentina, que aún vagan por el lugar,
pero con cada favor concedido, cada vela prendida en retribución por estos, ayudan
al alma a ascender al lugar final destinado para las almas de los difuntos, que
en este caso es el cielo – objetivo que se ha ido instalando dado el sincretismo
entre las creencias originales y el culto católico -. Pero ay de quien pida un favor
y no cumpla con el pago de la manda, el ánima cobrará lo prometido y el deudor no
conocerá sosiego hasta cumplir con el pago de ésta, la que generalmente son varias
oraciones a favor del alma difunta y una cantidad de velas encendidas en la animita
que varía según el favor concedido. Para conocer un poco más acerca de este fenómeno
de origen ancestral (precolombino), se recomienda leer a Oreste Plath y su libro
“L’animita, hagiografía folclórica” de editorial Grijalbo.
Ya
que este nuevo modelo cultural importado o impuesto – positivismo - va más acorde
con los nuevos tiempos, y me refiero con esto con una actitud de xenofilia del criollo
nacido en Chile, pero descendiente de españoles, hacia el colonizador especialmente
europeo, es una forma practicada en Chile mucho antes del siglo XVIII, se da una
excesiva aceptación de todo aquello que provenga de culturas dominadoras sobre todo
bajo la forma imperialista. Claro ejemplo de los anterior, son las influencias españolas,
que después de la independencia fueron reemplazadas por la francesa y británica,
más sofisticadas y relacionadas a potencias aún vigentes en el S. XIX. Pero en la
medida que el S.XX avanza, sería la cultura norteamericana la que a partir del fin
de la Primera Guerra Mundial, la que comenzaría a influir progresivamente en todo
el tejido social y cultural, no sólo de Chile, sino de Latinoamérica en su conjunto.
Es
entonces la manifestación artística, en este caso un hermano de camino de esta otra
expresión popular, y que son vecinos allegados en el terreno de la marginalidad.
Y surge la pregunta y la respuesta ¿Qué es en cierta manera el arte llamado posmodernista
hoy? O ¿Cómo determina la corriente posmodernista la ausencia de la búsqueda de
lo propio o vernáculo?
Bueno,
pero para el artista hoy, que se sumerge en los mares amplios de la fenomenología
humana, se da la frase “el que busca, encuentra”, pues descubre algo que le suena
familiar desde hace mucho, aquello que recibía por boca de sus abuelos o por oídas
en el barrio. Y se confronta con los elementos que lo mueven, lo sacuden en lo más
interno. Así la mirada se ha volcado a ciertas estructuras culturales que conforman
los territorios y sus tradiciones, a sus voces dormidas o silenciadas, y surge la
obra que se plantea desde la territorialidad, y de todos sus fenómenos que se suceden
dentro de su órbita de marginalidad. Su raíz histórica, su conjunto de tradiciones
urbanas o no, ya que es la memorabilia de la suma de una marginación que al final,
lo que logra es afianzar su propia conformación identitaria, sus nuevas búsquedas,
pero desde lo propio, y no desde una globalidad que aunque aporta diálogos, ya no
es vista como guía para el quehacer, ya que hoy todo se piensa y mira desde la realidad
propia y cercana. Como ejemplo, hoy se ven muchas mujeres artistas bordando sus
trabajos, como una forma de retomar un lenguaje de sus “ancestras”, y que además
las conecta con la práctica de poseer una forma de expresar su lucha feminista ya
que este lenguaje les pertenece a ellas por tradición y es su orgullo. Como parte
de esa cultura, vemos además un sinfín de mujeres sanadoras que han recuperado para
su pueblo esa forma pura de sanación, ya sea a través de la aromaterapia, hierbas,
o la imposición de las manos y tantas otras prácticas que se conservaron en mujeres
llamadas “meicas”, especialmente por las machis, mujeres curanderas y sabias del
pueblo mapuche.
Son pues las Animitas, parte de este mismo fenómeno cultural de siglos que
es pertinente a ese paisaje y territorio desde hace mucho, y ellas responden a la
herencia cultural de los antiguos, aquellos que veían el espíritu del o de los inefables,
construyendo, transformando, dando una organización propia y definida al cosmos,
o quizás dicho de otra manera las partes divisibles del todo contenidas en una suerte
de holograma.
El Universo puede ser una proyección ilusoria, y nuestros
cuerpos físicos parte de esa ilusión y por otra parte lo real, lo verdadero, y lo
tangible habita y existe en lo surreal, sea este el ánimo que se esconde en el secreto
arcano, aquella pequeña llave que llevamos dentro, que se conecta en cada momento
con el cosmos animado por uno y por todos.
Pero con cierta amargura vemos como cada uno de los seres
humanos son desviados por los nuevos artificios, las bisuterías que aturden. Queda
también aludir como manifestación originaria y propia, a la cultura de los chamanes
y por supuesto a las manifestaciones totémicas. En nuestro quehacer artístico, estos
mundos quedan reflejados in extenso, por
el artista Miguel Ángel Huerta, así como el trabajo de José Duarte, quienes llevan
largos años desarrollando su obra en torno a la cultura que manifestaran los antiguos
habitantes de esta zona denominada la Finis Terrae.
La ánima, secuencia o música
singular de un amplio espectro cuántico
¿Pero no será esta noción
primitiva, un acercamiento a algo más oculto? Desde el punto de vista, de la intuición,
de ver el universo, como un gran holograma, una suerte de realidad continua, solamente
fragmentada, por la voluntad del ser humano, y me explico entonces; imagínense una
gran extensión dentro de un plano continuo con miles de millones de bits de información,
una suerte de plano infinito de memoria desplegada en el universo, entonces ¿Cómo
podríamos acceder de manera viable a ésta zona sin perturbar cada segmento de información
ilimitada? Lo que digo es, cómo hojear un libro a alta velocidad, y poder distinguir
cada palabra o cada letra de dicho libro, entonces, es así como se nos hace imposible,
que recurrimos al sistema aprendido, de hojear cada página, y a seguir un ritmo
de lectura del cual podamos desprender en forma ordenada, racional y entendible
la información ahí desplegada. Lo mismo sucede con la información que se encuentra
a partir de nosotros y hacia afuera, como la que nos contiene y se extiende hacia
adentro, o la que subyace en planos indeterminados de otras formas dimensionales,
a las cuales ni nuestra imaginación aún accede, y por último la que se despliega
a partir de ciertas nociones que nos indica la física. Por ejemplo en este último
punto podemos deducir, que un colapso de una mega estrella, provoca una liberación
de energía tan poderosa, que si nuestra estrella posee una masa gravitacional descomunal,
impedirá que esta surja hacia el espacio, dando comienzo a una sucesión de colapsos
gravitacionales a una escala inimaginable, provocando una implosión que determinará
un punto gravitacional tan potente que será capaz de tragar cuerpos celestes completos
como otras estrellas, así como su fuerza de gravedad absorberá cualquier rayo de
luz que se le aproxime, dando comienzo a lo que se conoce como hoyo negro.
Bueno, pero
¿Qué pasa con esta materia que es literalmente tragada? Podemos decir que existe
tal poder de concentración en su interior que los átomos se comprimen unos con otros
pudiendo transformar nuestro Sol, en una simple cabeza de alfiler, esto según los
estudios realizados hasta hoy. Pero de los hoyos negros más antiguos del universo,
¿Qué capacidad tienen de contener cada vez más materia? Cuesta pensar en una súper
aspiradora y que no llegue nunca el momento en que también colapse, pero y ¿Por
qué no? Pensar que cada supernova que colapsa, y que inclusive es capaz de curvar
el tiempo a su alrededor - al igual que la luz - no sea un punto de entrada y por
lo mismo de salida a otro plano dimensional. Y si nos detenemos a pensar, que nuestro
propio universo no fue absorbido por un mega-evento estelar, hace ya miles de millones
de años, para dar salida a otra gran explosión energética, conocida como Big Bang.
Y el universo no es el primer universo, sino una sucesión intermedia de universos,
que como explicaba el científico Humberto Maturana, sea una imitación de intercambios
de energía a nivel molecular, que es sucesiva y periódica en el tiempo, en un flujo
interminable de materia y energía a la cual denominó autopoiesis. Es quizás este macro y microcosmos una gran secuencia de
animas intercaladas con un propósito único, porque sí yo determino hipotéticamente
que un solo electrón de un átomo cualquiera desapareciera, el orden cósmico del
universo completo se me vendría abajo, y si es que podemos determinar si existe
un abajo. ¿No cobra vigor la alegoría de la caverna de Platón?, y lo que vemos y
observamos son solo sombras que muestran una verdad indefinida y errónea, donde
la realidad se torna irrealidad, por que la irrealidad es madre de lo desconocido,
y el concepto de irrealidad que surgía en los antiguos incluía las tormentas de
hidrogeno en Júpiter, las partículas gemelas, las moléculas de nuestro cuerpo, y
de lo que nos rodea. Por cierto, es esto y muchas cosas más, pero como ciertos matemáticos
griegos identificaron como existente la presencia de pequeñas partículas denominadas
átomos, ya sea por el medio de cálculos matemáticos, o la resultante de la contemplación,
y el desenfado para con lo invisible, o una suerte de aproximación de fe a la irrealidad.
Pienso que es posible que se hayan conjugado ambas cosas, la matemática nos construye,
así como la geometría, y ambas se contienen en nuestros depósitos de información
elementales, llamadas memoria celular y memoria arquetípica, ambas están ahí para
indagarnos en esencia, y esta información está también replicándose en todo el universo,
entonces ¿Quién le asocia esa particularidad a este bits de información, que se
hace repetible en todo el cosmos, pero que asume un desarrollo de cada particularidad
específica para cada elemento o cuerpo, y quizás dicho más atrevidamente, con cada
fracción integrada del todo. Algo sucede que cada fracción del entero infinito,
adopta un comportamiento en particular que determina su naturaleza, o la participación
que este posee en la suma de actividades del todo más extenso, llámese colonias
de coral, unidades pluricelulares, cometas, asteroides, con una escala mayor o menor
en magnitud.
Las inquietudes
están echadas al ruedo, falta entonces comenzar a navegar por arriba o por debajo
de la consciencia o por su lado inverso si así lo prefiere, ya que todo lleva hacia
nuestro propio laberinto y sólo se recomienda ir premunido de algún hilo de Ariadna
para encontrar el camino de regreso.
ENRIQUE DE SANTIAGO. Nacido en Santiago de Chile, 1961. Artista visual, Gestor Cultural, Poeta y Ensayista. Ha expuesto su obra en más de 100 exhibiciones individuales y colectivas en: Chile, Argentina, Cuba, Venezuela, México, Holanda, Portugal, Ghana, Rumania, España, Italia, Francia, Lituania, Grecia, EEUU, Japón, Republica Checa. Ha sido curador y gestor de exhibiciones en torno al Surrealismo y otras corrientes. En 2012 publica el libro Frágiles tránsitos bajo las espirales. En 2014 publicó El regreso de las magas y Elegía a las Magas, y en 2018 La Cúspide Uránica y Bitácora de Viaje.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 174 | junho de 2021
Artista convidado: Miguel Ángel Huerta Zuñiga (Chile, 1964)
Curador convidado: Enrique de Santiago (Chile, 1961)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
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