sábado, 19 de junho de 2021

ENRIQUE DE SANTIAGO | En la cultura chilena penan las ánimas

 


Bueno y que manera más atrevida de comenzar, que con la frase que titula éste texto, en realidad en rigor, y literalmente, el fenómeno de las ánimas es una expresión cultural muy antigua y arraigada en nuestra región – Bolivia, Perú y especialmente a lo largo de Chile -, la que se manifiesta con mayor fuerza por supuesto, en las capas populares de nuestro país, y es en esta práctica, donde me detengo, pues pese a que estamos en el siglo XXI, la aparición de estas pequeñas construcciones, asimilando una pequeña iglesia - como me comentaba un amigo francés - no se detiene, y siguen apareciendo espontáneamente, después de cada mala muerte ocurrida – muerte violenta e inesperada - en alguna zona o punto de nuestros caminos y ciudades, y me refiero a una expresión cultural que es parte del antiguo culto del animismo.

Quien primero define el animismo como concepto es el antropólogo inglés Edward Taylor, en 1866, el cual según sus estudios logra interpretarlo como un término para esta práctica, ya que esta se conocía como una creencia en seres espirituales que animaban el universo, personas u objetos y no como una forma religiosa más compleja que tiene sus orígenes hace miles de años, siendo para algunos estudiosos la fuente de las demás religiones posteriores. Y es a partir de ahí que la humanidad evolucionó hacia el politeísmo, como el Babilónico el Grecolatino, Egipcio etc. Ya que cada Dios o divinidad era el controlador de los fenómenos circundantes a la observación humana.

Esta práctica politeísta va sufriendo encuentros con las nuevas ideas religiosas, para culminar posteriormente en las grandes religiones monoteístas que predominan en muchas partes del mundo. Pero también es cierto que en vastas zonas del planeta estas coexisten con sus respectivas creencias de antigua data, más conocidas como prácticas paganas. Esto sucede en África, en Asia, y por supuesto en nuestra América Latina, y como lo exponíamos antes en Chile, con un fuerte arraigo en las capas medias y sobre todo las capas bajas y rurales, por lo que deducimos que éstas creencias están insertas aún en gran parte de la población. Esto sucede por la gran carga indígena que posee nuestra raza, que a pesar del mestizaje, ha prevalecido la tradición indígena frente a las creencias monoteístas foráneas, enquistándose de alguna manera en ellas y conformando las culturas sincréticas propias actuales. Es como si el animismo hiciera eco desde las zonas telúricas, hasta nuestro ser en toda su magnitud.

En el animismo todo está impregnado de un alma o existencia vital, la cual obra como una gran alma que se interrelaciona entre los seres vivos y los muertos, teniendo estos últimos también una vida animada, pero en otro plano dimensional. Supuestamente existe un puente entre estos dos estados los cuales son conducidos por diferentes deidades o entidades sutiles.

El animismo es quizás el culto religioso más antiguo de la humanidad, su práctica ancestral se remonta hasta los orígenes del hombre primitivo, se conoce por estudios antropológicos, y restos arqueológicos, que esta práctica se remonta a las primeras manifestaciones humanas en África, y surge obviamente como una forma de interpretación de los fenómenos naturales que rodean a estas primeras agrupaciones humanas. El ser humano en su afán de entender dichos comportamientos naturales, otorga a cada cosa y cada experiencia frente a la naturaleza, un significado mágico, otorgándole a cada uno una animosidad, un ánima individual para cada estamento presente en su entorno, sea este animal o no, ya que el hombre descubre que estas fuerzas están presentes en los árboles y los vegetales en general, pues tienen un periodo de movimiento asociado al crecimiento. Durante estas observaciones, se dan cuenta además de que las piedras las rocas, los cerros, las cadenas montañosas, también sufren cambios, y que a la vista del hombre no son perceptibles, pero sí suceden con los años, más aún si imaginamos que estos primeros habitantes debieron haber sufrido en su momento, las inclemencias de las fuerzas telúricas desatadas, tales como erupciones volcánicas y sismos de diversa magnitud que modificaron obviamente el paisaje. Estos antiguos conocían además la fuerza que ejercía nuestro satélite natural - la Luna - sobre las mareas, la germinación de las plantas y los ciclos en general de la fertilidad y de la reproducción. Todas estas observaciones, dan con el descubrimiento de una fuerza poderosa asociada como pequeños estamentos separados, pero a su vez unidos, que están distribuidos en cada vida y en cada cosa. Este planteamiento de que cada entidad poseía un ánima, que valga la redundancia la animaba, se combinaba con la creencia de que había además un gran organizador de esta animosidad compleja, y que esta gran entidad era quien disponía en perfecta armonía, la suma de estas miles de millones de ánimas divididas. En resumen, cada una de las fuerzas individuales, comprometía su orden a una fuerza continua que las agrupaba y contenía como una sola unidad, existía pues una aproximación primigenia, a la idea de un ser monoteísta, o una divinidad controladora, a pesar de que en el animismo cada una de ellas tenía a la vez, una identidad propia.

Así y todo, el animismo ha sabido sobrevivir y convivir con las nuevas manifestaciones religiosas, dadas por imposiciones a través de guerras, invasiones o influencias culturales, o por los actuales medios de comunicación.


Hoy en día ésta práctica subsiste en muchos pueblos originarios y especialmente en nuestro continente, la que se da por nombre como la cultura chamánica. Sumado a esta conservación de la práctica de ella por familias que guardaban esta tradición, se da una vuelta a los antiguos rituales producto de un interés creciente por conocer las culturas originales, en una suerte de reencantamiento hacia el arcano mundo holístico. Así en Chile una de sus raíces nutrientes viene de esa milenaria cultura de los chamanes y otras tradiciones mágicas como lo es la particular mitología de la zona de la isla grande de Chiloé – al Sur de Chile - así como de las regiones aimaras del norte, de larga tradición animista y del centro con las cultura mapuche, pehuenche, huilliche etc.

Dentro de las más conocidas “animitas” en Santiago, la capital, está la de Romualdito en calle Borja al costado de la Estación Central, sus velas perennes dan cuenta además del fervor popular que existe por estas manifestaciones, ya que entre otras cosas se produce en sus cultores, un trasvasije de creencias que contemplan la mezcla de lo religioso con lo pagano. Pues bien, los orígenes de las religiones que hoy conocemos como más desarrolladas, tuvieron su partida en lo que se denomina como paganismo primitivo.

Recuerdo a mi abuela Juana Pérez Ibacache oriunda del pueblo de Illapel, muy próximo a otro pueblo llamado Salamanca, que era considerada zona de brujos y chamanes. Tengo claro en mi mente cuando ella me hacía mención del cúmulo de misterios que rodeaban el culto del animismo, y además la solicitud de favores que se pedían al animita, para que intercediera a favor de ellos, ya sea con uno u otro santo – que pasarían a ser entidades intermedias ante la divinidad - para cumplir con las peticiones de la rogativa. Esta costumbre la cual se mantiene hasta nuestros días, llamó mi atención, y en especial cuando hace unos años, yacía en el pavimento sin vida, el cuerpo de una joven mujer, victima de estas denominadas malas muertes. Había sido arrollada por un bus, y su cuerpo era acompañado por un centenar de personas que observaban en silencio – la mayoría de ellos -, en Avenida Sur casi esquina El Rey, en la comuna de Maipú de nuestra capital. El espectáculo me impresionó y al pasar mi mirada se volteó para no contemplar el fatal accidente. La víctima del atropello estuvo varias horas en ese lugar, y la gente permaneció allí ese mismo tiempo hasta que llegó el vehiculo del Instituto Médico Legal para retirar aquel cuerpo inerte.

Al pasar de vuelta una hora mas tarde, en el sitio exacto del suceso, se había erigido de manera modesta, una pequeña pira de piedras, acompañadas de recipientes con flores y algunas primeras velas prendidas, y es que en ese momento se daba inicio, a un nuevo culto de tantos que se encuentran en las calles, caminos y lugares de nuestra geografía. Nacía una “Animita”, nombre destinado a la agrupación pétrea, o construcción pequeña que asemeja una capilla, y que servirá de lugar de resguardo de la ánima, que al sufrir una muerte repentina no sabe o pierde el rumbo o dirección para ascender a un plano siguiente, por lo que el ánima se queda vagando desorientada cerca del lugar de la tragedia. Pero el ánima – según la creencia popular - al ser un ser en estado etérico, puede interceder ante ciertas santidades que se aproximan a la esfera terrestre, y éstas últimas llevarían las rogativas ante Dios o el ser supremo.

Cabe recordar, que en origen, este culto era practicado por culturas precolombinas como incas o aimaras, entonces para cuando ocurría una mala muerte en algún camino, inmediatamente construían una pira de piedras como señal del suceso fatal que allí había ocurrido, permaneciendo inalterable éste, ya que cualquier intervención del lugar traería mala suerte y desgracia al hechor que osaba intervenir esta suerte de refugio pétreo dispuesto para el ánima que quedaba vagando en el sector.

Alguien con seguridad, elevará una petición a la animita o alma en pena, y de cumplirse la petición, surgirá quizás una estructura mas acabada, como la que se presenta una cuadra mas abajo, en la misma avenida, esa animita ha sabido interceder a sus creyentes, y en retribución, estos fieles anónimos han construido un mejor habitáculo, para estos espíritus confundidos por la muerte violenta y repentina, que aún vagan por el lugar, pero con cada favor concedido, cada vela prendida en retribución por estos, ayudan al alma a ascender al lugar final destinado para las almas de los difuntos, que en este caso es el cielo – objetivo que se ha ido instalando dado el sincretismo entre las creencias originales y el culto católico -. Pero ay de quien pida un favor y no cumpla con el pago de la manda, el ánima cobrará lo prometido y el deudor no conocerá sosiego hasta cumplir con el pago de ésta, la que generalmente son varias oraciones a favor del alma difunta y una cantidad de velas encendidas en la animita que varía según el favor concedido. Para conocer un poco más acerca de este fenómeno de origen ancestral (precolombino), se recomienda leer a Oreste Plath y su libro “L’animita, hagiografía folclórica” de editorial Grijalbo.


El artista visual Manuel Concha me hacía mención que en su trabajo él había determinado que las animitas, solo se encontraban en las zonas de marginalidad del gran Santiago, y es cierto en el centro cívico, uno no encuentra estos Cenotafios, sobre todo cuando es sabido que en muchas oportunidades la muerte violenta, sucede también en esta zona, pero algo sucede en este lugar del mapa de la capital, que es imposible erigir estas estructuras en este perímetro. Pero a solo cuadras de este uno ya empieza a encontrarse con esto pequeños monumentos, como en las cercanías del Río Mapocho, o el sector de Alameda hacia el Sur, y también hacia Estación Central como decía anteriormente. Bueno esto responde según mi impresión, a que claramente esta es una exclusiva práctica de los sectores más populares, donde al parecer el contacto con la precariedad de sus vidas los vuelca hacia la misma pregunta que se hacían aquellos primeros seres enfrentados a la incógnita de la muerte y la posible trascendencia del alma. Entonces él me dice que en su trabajo está plenamente el acento en aquel elemento de marginalidad que contienen estas manifestaciones, que poseen además una cultura propia, una manifestación que les pertenece y los o lo identifica, y por otro lado esta lo esencial del ritual, la trascendencia del espíritu, la forma como se ha vaciado de manera intacta la tradición, y sobre todo de manera oral sin interrupciones, por otro lado esta adopción que hace el “Poder”, sobre las culturas y manifestaciones foráneas, que se desprende por la forma en que se normó su educación, ya sea en colegios preferentemente religiosos extranjeros, o de sonoro progresismo laico. Y es por esto que se ve en estas prácticas una manera disonante de cultura, que se remite a lo puramente propio y trascendente, y que no corresponde a quienes de alguna manera tejen los hilos conducentes de nuestra sociedad, quienes por otro lado van en pos de un desarrollo cultural, que a su manera obedece de mejor forma a los intereses del positivismo científico que los favorece como elite, y no al resto del conjunto de seres humanos, o de la ciudadanía para usar el término preciso de aquel discurso.

Ya que este nuevo modelo cultural importado o impuesto – positivismo - va más acorde con los nuevos tiempos, y me refiero con esto con una actitud de xenofilia del criollo nacido en Chile, pero descendiente de españoles, hacia el colonizador especialmente europeo, es una forma practicada en Chile mucho antes del siglo XVIII, se da una excesiva aceptación de todo aquello que provenga de culturas dominadoras sobre todo bajo la forma imperialista. Claro ejemplo de los anterior, son las influencias españolas, que después de la independencia fueron reemplazadas por la francesa y británica, más sofisticadas y relacionadas a potencias aún vigentes en el S. XIX. Pero en la medida que el S.XX avanza, sería la cultura norteamericana la que a partir del fin de la Primera Guerra Mundial, la que comenzaría a influir progresivamente en todo el tejido social y cultural, no sólo de Chile, sino de Latinoamérica en su conjunto.

Es entonces la manifestación artística, en este caso un hermano de camino de esta otra expresión popular, y que son vecinos allegados en el terreno de la marginalidad. Y surge la pregunta y la respuesta ¿Qué es en cierta manera el arte llamado posmodernista hoy? O ¿Cómo determina la corriente posmodernista la ausencia de la búsqueda de lo propio o vernáculo?


Bueno el Posmodernismo así como en su momento el Modernismo y las vanguardias del S. XX, fueron actores importantes en cuanto a la elaboración de una influyente corriente que abrazara a casi toda la cultura conocida como de primera línea y académicas. Salvo contados casos, muchas fuentes originarias fueron víctima de políticas excluyentes y miopes, ya que eran por lo tanto la voz que hay que esconder y marginar, y como en muchos casos, el acto impuro para los poderosos al cual se merece obviar. El arte desde el pueblo fue visto como menor o mera expresión folclórica elaborada por una suerte de artesano.

Bueno, pero para el artista hoy, que se sumerge en los mares amplios de la fenomenología humana, se da la frase “el que busca, encuentra”, pues descubre algo que le suena familiar desde hace mucho, aquello que recibía por boca de sus abuelos o por oídas en el barrio. Y se confronta con los elementos que lo mueven, lo sacuden en lo más interno. Así la mirada se ha volcado a ciertas estructuras culturales que conforman los territorios y sus tradiciones, a sus voces dormidas o silenciadas, y surge la obra que se plantea desde la territorialidad, y de todos sus fenómenos que se suceden dentro de su órbita de marginalidad. Su raíz histórica, su conjunto de tradiciones urbanas o no, ya que es la memorabilia de la suma de una marginación que al final, lo que logra es afianzar su propia conformación identitaria, sus nuevas búsquedas, pero desde lo propio, y no desde una globalidad que aunque aporta diálogos, ya no es vista como guía para el quehacer, ya que hoy todo se piensa y mira desde la realidad propia y cercana. Como ejemplo, hoy se ven muchas mujeres artistas bordando sus trabajos, como una forma de retomar un lenguaje de sus “ancestras”, y que además las conecta con la práctica de poseer una forma de expresar su lucha feminista ya que este lenguaje les pertenece a ellas por tradición y es su orgullo. Como parte de esa cultura, vemos además un sinfín de mujeres sanadoras que han recuperado para su pueblo esa forma pura de sanación, ya sea a través de la aromaterapia, hierbas, o la imposición de las manos y tantas otras prácticas que se conservaron en mujeres llamadas “meicas”, especialmente por las machis, mujeres curanderas y sabias del pueblo mapuche.

 Son pues las Animitas, parte de este mismo fenómeno cultural de siglos que es pertinente a ese paisaje y territorio desde hace mucho, y ellas responden a la herencia cultural de los antiguos, aquellos que veían el espíritu del o de los inefables, construyendo, transformando, dando una organización propia y definida al cosmos, o quizás dicho de otra manera las partes divisibles del todo contenidas en una suerte de holograma.

El Universo puede ser una proyección ilusoria, y nuestros cuerpos físicos parte de esa ilusión y por otra parte lo real, lo verdadero, y lo tangible habita y existe en lo surreal, sea este el ánimo que se esconde en el secreto arcano, aquella pequeña llave que llevamos dentro, que se conecta en cada momento con el cosmos animado por uno y por todos.

Pero con cierta amargura vemos como cada uno de los seres humanos son desviados por los nuevos artificios, las bisuterías que aturden. Queda también aludir como manifestación originaria y propia, a la cultura de los chamanes y por supuesto a las manifestaciones totémicas. En nuestro quehacer artístico, estos mundos quedan reflejados in extenso, por el artista Miguel Ángel Huerta, así como el trabajo de José Duarte, quienes llevan largos años desarrollando su obra en torno a la cultura que manifestaran los antiguos habitantes de esta zona denominada la Finis Terrae.

 

La ánima, secuencia o música singular de un amplio espectro cuántico

¿Pero no será esta noción primitiva, un acercamiento a algo más oculto? Desde el punto de vista, de la intuición, de ver el universo, como un gran holograma, una suerte de realidad continua, solamente fragmentada, por la voluntad del ser humano, y me explico entonces; imagínense una gran extensión dentro de un plano continuo con miles de millones de bits de información, una suerte de plano infinito de memoria desplegada en el universo, entonces ¿Cómo podríamos acceder de manera viable a ésta zona sin perturbar cada segmento de información ilimitada? Lo que digo es, cómo hojear un libro a alta velocidad, y poder distinguir cada palabra o cada letra de dicho libro, entonces, es así como se nos hace imposible, que recurrimos al sistema aprendido, de hojear cada página, y a seguir un ritmo de lectura del cual podamos desprender en forma ordenada, racional y entendible la información ahí desplegada. Lo mismo sucede con la información que se encuentra a partir de nosotros y hacia afuera, como la que nos contiene y se extiende hacia adentro, o la que subyace en planos indeterminados de otras formas dimensionales, a las cuales ni nuestra imaginación aún accede, y por último la que se despliega a partir de ciertas nociones que nos indica la física. Por ejemplo en este último punto podemos deducir, que un colapso de una mega estrella, provoca una liberación de energía tan poderosa, que si nuestra estrella posee una masa gravitacional descomunal, impedirá que esta surja hacia el espacio, dando comienzo a una sucesión de colapsos gravitacionales a una escala inimaginable, provocando una implosión que determinará un punto gravitacional tan potente que será capaz de tragar cuerpos celestes completos como otras estrellas, así como su fuerza de gravedad absorberá cualquier rayo de luz que se le aproxime, dando comienzo a lo que se conoce como hoyo negro.

Bueno, pero ¿Qué pasa con esta materia que es literalmente tragada? Podemos decir que existe tal poder de concentración en su interior que los átomos se comprimen unos con otros pudiendo transformar nuestro Sol, en una simple cabeza de alfiler, esto según los estudios realizados hasta hoy. Pero de los hoyos negros más antiguos del universo, ¿Qué capacidad tienen de contener cada vez más materia? Cuesta pensar en una súper aspiradora y que no llegue nunca el momento en que también colapse, pero y ¿Por qué no? Pensar que cada supernova que colapsa, y que inclusive es capaz de curvar el tiempo a su alrededor - al igual que la luz - no sea un punto de entrada y por lo mismo de salida a otro plano dimensional. Y si nos detenemos a pensar, que nuestro propio universo no fue absorbido por un mega-evento estelar, hace ya miles de millones de años, para dar salida a otra gran explosión energética, conocida como Big Bang. Y el universo no es el primer universo, sino una sucesión intermedia de universos, que como explicaba el científico Humberto Maturana, sea una imitación de intercambios de energía a nivel molecular, que es sucesiva y periódica en el tiempo, en un flujo interminable de materia y energía a la cual denominó autopoiesis. Es quizás este macro y microcosmos una gran secuencia de animas intercaladas con un propósito único, porque sí yo determino hipotéticamente que un solo electrón de un átomo cualquiera desapareciera, el orden cósmico del universo completo se me vendría abajo, y si es que podemos determinar si existe un abajo. ¿No cobra vigor la alegoría de la caverna de Platón?, y lo que vemos y observamos son solo sombras que muestran una verdad indefinida y errónea, donde la realidad se torna irrealidad, por que la irrealidad es madre de lo desconocido, y el concepto de irrealidad que surgía en los antiguos incluía las tormentas de hidrogeno en Júpiter, las partículas gemelas, las moléculas de nuestro cuerpo, y de lo que nos rodea. Por cierto, es esto y muchas cosas más, pero como ciertos matemáticos griegos identificaron como existente la presencia de pequeñas partículas denominadas átomos, ya sea por el medio de cálculos matemáticos, o la resultante de la contemplación, y el desenfado para con lo invisible, o una suerte de aproximación de fe a la irrealidad. Pienso que es posible que se hayan conjugado ambas cosas, la matemática nos construye, así como la geometría, y ambas se contienen en nuestros depósitos de información elementales, llamadas memoria celular y memoria arquetípica, ambas están ahí para indagarnos en esencia, y esta información está también replicándose en todo el universo, entonces ¿Quién le asocia esa particularidad a este bits de información, que se hace repetible en todo el cosmos, pero que asume un desarrollo de cada particularidad específica para cada elemento o cuerpo, y quizás dicho más atrevidamente, con cada fracción integrada del todo. Algo sucede que cada fracción del entero infinito, adopta un comportamiento en particular que determina su naturaleza, o la participación que este posee en la suma de actividades del todo más extenso, llámese colonias de coral, unidades pluricelulares, cometas, asteroides, con una escala mayor o menor en magnitud.

Las inquietudes están echadas al ruedo, falta entonces comenzar a navegar por arriba o por debajo de la consciencia o por su lado inverso si así lo prefiere, ya que todo lleva hacia nuestro propio laberinto y sólo se recomienda ir premunido de algún hilo de Ariadna para encontrar el camino de regreso.

 

ENRIQUE DE SANTIAGO. Nacido en Santiago de Chile, 1961. Artista visual, Gestor Cultural, Poeta y Ensayista. Ha expuesto su obra en más de 100 exhibiciones individuales y colectivas en: Chile, Argentina, Cuba, Venezuela, México, Holanda, Portugal, Ghana, Rumania, España, Italia, Francia, Lituania, Grecia, EEUU, Japón, Republica Checa.  Ha sido curador y gestor de exhibiciones en torno al Surrealismo y otras corrientes. En 2012 publica el libro Frágiles tránsitos bajo las espirales. En 2014 publicó El regreso de las magas y Elegía a las Magas, y en 2018 La Cúspide Uránica y Bitácora de Viaje.


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Número 174 | junho de 2021

Artista convidado: Miguel Ángel Huerta Zuñiga (Chile, 1964)

Curador convidado: Enrique de Santiago (Chile, 1961)

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