sexta-feira, 11 de junho de 2021

MANUEL MORA SERRANO | El criollismo poético en Santo Domingo de 1901 a 1921

 


Introducción General

A través de estas páginas invitamos a nuestros lectores a participar de una aventura sin precedentes en la historia literaria americana: La de asistir al nacimiento y la evolución de todo un movimiento sin manifiestos ni declaraciones ideológicas, sin banderías políticas, salvo en algunos detalles conchoprimistas (Concho Primo era la imagen del montonero armado hasta los dientes, que a principios del siglo mantuvo en jaque a los gobiernos, y por extensión, para referirse a estos alzados, se les llamó conchoprimistas). de una manera silente, con una persistencia increíble, que no solo surgió y floreció originalmente en la ciudad capital de la República durante el auge y la decadencia del modernismo y en medio de la algarabía vanguardista, sino que se propagó por todo el territorio nacional un poco al margen de otras temáticas vehementes, pero en el centro mismo de la afirmación de la nacionalidad, mientras se peleaba en nuestros montes, y al final, una oprobiosa invasión que contribuyó a confirmarla, de tal modo, que más que una tendencia, por haber sido masiva la participación de poetas, versificadores y prosistas líricos, incluyendo periodistas, consideramos adecuado decir que fue un movimiento revolucionario del lirismo nacional.

Contarles esta aventura insólita es el motivo del presente estudio, el cual, dadas las dimensiones del fenómeno, rebasa los consabidos límites de brevedad que norman los ensayos literarios; sospechando que siendo abundantes las muestras, más que uno a secas, en un género donde el autor tiene libertad absoluta para manifestarse, podría considerarse un ensayo antológico.

Sin embargo, curiosamente, sobre el siglo XIX, hay profusas referencias de esos mismos críticos e historiadores nuestros, con más ejemplos, a pesar del atraso general de la educación en nuestro país, hasta la llegada al final de la centuria de los maestros puertorriqueños encabezados por Eugenio María de Hostos (1839-1903) y Román Baldorioty de Castro (1822-1889), y otros

No abundamos sobre Eugenio María de Hostos, por ser ampliamente conocido, y lamentamos no citar a otros profesores cubanos y boricuas, principalmente; además de españoles y venezolanos que impartieron docencia en nuestro país.

Al revisar los volúmenes dedicados al estudio de la poesía y la narrativa a principios del siglo XX nos encontramos en medio de un desierto literario de ese patriotismo que imaginábamos bien maduro, abonado con las sangres derramadas durante las guerras de Independencia y de Restauración de la República, que había motivado a los románticos independentistas y restauradores, y a las nuevas generaciones que surgieron bajo las dictaduras, a manifestarlo de tal modo, que tenemos constancias de esa vehemencia nacional en dos antologías en el siglo XIX, mientras solo hubo una en el período investigado: Parnaso Dominicano, 1915.

Empero, todo lo contrario ocurre cuando constatamos que esos mismos estudiosos Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), Max Henríquez Ureña (1885-1968) y Pedro René Contìn Aybar (1907-1981), nos dejan la horrible sensación de que esa llama patriótica se había apagado, al extremo de que solo cuatro de la legión de cultivadores de las letras que llenaban las páginas de los periódicos y revistas en la etapa del auge de la decadencia del romanticismo (Arturo Pellerano Castro (1865-1916),Bienvenido Salvador Nouel (1874-1934); Armando Álvarez Piñeyro (1873-1920) y Rafael Damirón (1882-1956), y del modernismo, fuesen los mantenedores que albergaron amor por las gentes y los paisajes de su hermosa tierra: No otra cosa es el criollismo de ley.

Como dijimos, la aventura literaria a la cual invitamos a los lectores se podría considerar una exaltación de ese patriotismo, que si bien estuvo justificado en la naciente República para elevarse en medio del auge del romanticismo positivista, después del modernismo, implantado en el continente con muestras activas en nuestro país a final del siglo, con su parafernalia parnasiana y decadentista (que fue la nota más relevante del nuestro), culminando con la amistad de varios poetas con Rubén Darío (1867-1916) reanimada con la visita en 1908 de José Santos Chocano (1875-1934), amén de las estadías de los que fueron a Europa, espacialmente a París, y a otros países americanos, aparte de la profusión de textos vanguardistas: Todo conspiraba para que nuestro criollismo poético no cuajara o dejara de existir.

La invitación a ese viaje al pasado, a ese encantador panorama criollista que hemos prometido, tan solo por el volumen de poemas en verso y en prosa escritos en esos años, debe asombrar a los lectores más indiferentes, predisponiéndolos acerca de la calidad, por la cantidad de muestras. Realmente, hay de todo, como se evidencia leyendo el índice general con tantos nombres, algunos desconocidos y otros con famas de modernistas o de románticos; asombrando que con tal material no se hubiera trabajado la temática en un país supuestamente amante de lo suyo y de los suyos.

La nave de ese viaje al pasado espera: Abordémosla ya.

 

Introducción

En esta primera parte iniciamos nuestro viaje al pasado con algunas definiciones generales sobre el criollismo en dos diccionarios autorizados, para continuar con un paseo por la hispanoamericana en el comentario de una personalidad relevante y una nota especial para los interesados en tener más conocimientos, de los links de dos textos en la Web: El criollismo, Ricardo Latchan, Ernesto Montenegro y Manuel Vega, Colección Saber, Editora Universitaria, Chile, 1956 y la tesis presentada por Francis Osvaldo Mejía Loarca para la licenciatura en Ciencias de la Educación en Lenguaje y Literatura, en la Universidad de San Salvador en julio 2009, con el título de Glosario de los movimientos literarios de la literatura universal.

En la segunda versaremos acerca de la tendencia poética en el siglo XIX con resúmenes de las declaraciones de importantes figuras de nuestra cultura, y las del autor. En la tercera y última, haremos un resumen del panorama literario dominicano a principios del siglo XX ubicando las ideologías literarias dominantes.

En esta sección demostraremos que, contrario a lo dicho y leído través de los años, hace más de un siglo hubo en Santo Domingo y en las principales provincias del país, una profusión de textos poéticos criollistas, tan abrumadora, que asombra que críticos calificados y algunos historiadores, la hayan minimizado, al extremo de que, acorde a lo expuesto por ellos, históricamente no existió hasta la proclamación del postumismo, el primer movimiento vanguardista dominicano con manifiesto y confirmaciones teóricas de sus fundadores y de otros escritores.

A partir de ahí comienza la presentación de lo prometido con escuetas notas biográficas de los autores. Iniciando con poemas de los cuatro poetas que según críticos y un historiador de nuestras letras eran los únicos que habían escrito poemas criollistas a principios del siglo XX.

Luego mostraremos por riguroso orden de fechas de las primeras publicaciones de cada autor, la antología prometida.

 

1 Arturo Pellerano Castro (Byron)

Es el tiempo de nuestro Byron. Lo hacemos no solo por la elección unánime de los tres ya señalados, sino por ser el único libro totalmente criollista durante el período: Criollas. De Casa, Imprenta Listín Diario, cuya primera edición es de 1907; la segunda de 1927, la tercera de 1966. Razón por la cual, sin ser el primero en el tiempo, merece ocupar el primer lugar por su calidad. A riesgo de abrumar al lector, no podíamos darnos el lujo de no incluir la mayor cantidad de sus Criollas en las cuales hay una extraña ternura y un conocimiento del argot campesino, sobre todo cibaeño.

 

A TI...

 

Yo quisiera, mi vida ser burro,

ser burro de carga,

y llevarte, en mi lomo, a la fuente,

en busca del agua,

con que riega tu madre el conuco,

con que tú, mi trigueña, te bañas.

 

Yo quisiera, mi vida, ser burro,

ser burro de carga,

y llevar, al mercado, tus frutos,

y traer, para ti, dentro el árgana,

el vestido que ciña tu cuerpo,

el pañuelo que cubra tu espalda,

el rosario de cuentas de vidrio

con Cristo de plata,

que cual rojo collar de cerezas

rodee tu garganta...

Yo quisiera, mi vida, ser burro,

ser burro de carga...

............................................................

Desde el día que en el cierro del monte

cogida la falda,

el arroyo al cruzar, me dijiste

sonriendo: ¿me pasas? ... 

y tus brazos ciñeron mi cuello,

y al pasarte sentí muchas ganas,

de que fuera muy ancho el arroyo,

de que fueran muy hondas sus aguas,…

desde el día que te cuento, trigueña,

yo quisiera ser burro de carga!...

y llevarte, en mi lomo, a la fuente,

y contigo cruzar la cañada,

y sentirme arrear por ti misma,

cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,

el vestido que ciña tu cuerpo,

el pañuelo que cubra tu espalda,

el rosario de cuentas de vidrio,

con Cristo de plata,

que cual rojo collar de cerezas

rodee tu garganta...

 

Yo quisiera, mi vida, ser burro,

ser burro de carga!

 

BIENVENIDO SALVADOR NOUEL

 


Bienvenido Salvador Nouel es autor, como señalamos, del primer libro que contiene poemas criollistas en el nuevo siglo, la mayoría publicados durante el anterior, con un título bastante modernista, por lo de la imitación de otras artes como la pintura: Pinceladas, editado en Moca, en la Imprenta R. E. Rojas. Los dos que escogimos están en su libro.

La mayoría de los poemas de Pinceladas fueron publicados en revistas durante el siglo anterior, por eso, solo ofrecemos estos dos, escritos a principios del siglo. El primero de 1902. El otro aparecería en su libro sin fecha, pero evidentemente de 1903 o antes.

 

DE LA SELVA

 

 A Tulio M. Cestero

 

El sol desde el cenit su roja lumbre

en la extensión del bosque desparrama,

e invitando al amor de rama en rama

arrulla la torcaz con dulcedumbre.

 

En dispersa, graciosa muchedumbre

tendida en tierra la vacada brama,

i el águila, del sol, fija en la llama

al vuelo tiende a la riscosa cumbre.

 

Entre el ramaje de manglar sombrío

con crepitante rapidez el río

traza una cinta vaporosa y blanca…

 

y ella, la Venus negra i tentadora,

dando a los vientos su canción sonora

comparece desnuda en la barranca.

 

2 Armando Álvarez Piñeyro

Es, en el tiempo, el tercer criollista importante. Tanto así, que Tomás Hernández Franco (1904-1952), tres años después de su muerte, en una conferencia sobre la poesía dominicana dictada en París en 1923, dijo algo que a su juicio era importante: “Creo que Armando Piñeyro (sic), era el único llamado a recibir algún día el título de poeta nacional, en los sonetos que pude leer, abordó francamente la interpretación del alma popular7”.

He aquí uno de sus sonetos.

 

MAÑANA

 

Jinete en mi fogosa cabalgadura

avanzo en los potreros recién sembrados,

gozando los aromas y la frescura

de tierra removida por los arados.

 

Hacia el límite opuesto de la llanura

marchan los tardos bueyes acompañados

del canto del arriero... Grata dulzura

vierte la primavera sobre los prados.

 

Flotan en el ambiente miles efluvios;

a lo lejos destellan maizales rubios

que aumentan del paisaje la regia gala.

 

Es la mañana hermosa para el idilio...

Recordando las églogas de Virgilio

mi vista echa de menos a “la zagala”.

 

3 Rafael Damirón

Rafael Damirón hijo, como firmaba originalmente, nativo de Barahona, de cuyo parnaso es el decano indiscutible, vino joven a residir en la ciudad capital como muchos otros inquietos escritores de la época, y en ella se hizo íntimo amigo de Vigil Díaz. De sus encuentros y travesuras bohemias hay muchas anécdotas. Fue todo un escritor: novelista, dramaturgo y poeta; autodidacta, como la mayoría de los escritores dominicanos, algunos de ellos considerados clásicos.

 

MADRIGAL

 

Mientras la luna al despertar el día

esfuma su lumínica silueta,

y se llena de luz la desinquieta

margen sonora de la plúmbea ría,

 

un loto azul que por la noche había

dicho a la luna su pasión secreta,

recoge el cáliz y en su faz escueta,

es un sudario la melancolía.

 

El Sol, celoso del nocturno amante,

quiere al enfermo loto agonizante

reducir con sus rayos a la nada,

 

Mas, ya la tarde su piedad deslíe,

y la luna que torna enamorada,

le devuelve la vida, y le sonríe.

 

4 Emilio Prud’homme


Emilio Prud’homme (1856-1932) tiene fama como patriota por las letras del Himno Nacional dominicano, los versos de ese poema heroico han enardecido a generaciones. La sonoridad musical se debe al metro de diez sílabas, que es muy cantable. José Reyes (1836-1905) pudo esmerarse y dejar una música viril. Eso le hubiera bastado a Prud’homme para figurar en la historia de nuestra literatura. Su obra lírica fue recogida en un libro póstumo: Mi libro azul (1946).

Se trata de una recopilación de su hija Ana Emilia Prud’homme de Peña Rivas, quien cuidadosamente hace constar la fecha de la escritura o la publicación de cada poema, incluyendo los criollistas del siglo XIX, que rescataremos en su oportunidad. Reconociendo la sinceridad de su hija, que además demuestra en el prólogo tener conocimientos literarios no comunes, de persona ilustrada, respetando esas fechas hemos decidido recopilar la mayor cantidad de poemas criollistas a principios del siglo XX de nuestro Premier Poeta Nacional, como un homenaje a quien fuera uno de los primeros maestros de Pedro Henríquez Ureña, y demostrar que no solo por el Himno Nacional lo debemos reconocer como excelente cantor de la patria.

 

MEDIODÍA

 

Como brillante sábana de plata

transparente la luz, cubre la tierra:

y la gloria del mundo se retrata

del mar en cada ola,

del campo en cada surco,

de la fuente y del lago en cada gota.

 

En la ardiente llanura

cada grano de arena es un destello,

cada hoja otro sol, y cada piedra

un diamante de fuego.

 

Se abraza la campiña;

el calor en las rocas reverbera;

vése temblando el aire

de tanto como vibra;

y en la cima del monte

los árboles parece que se incendian.

 

Ríndese el labrador sobre la yerba

de alguna escasa sombra;

el hacha se recuesta

de su próxima víctima, la dura,

centenaria caoba.

 

El soñoliento buey junto al arado

los ojos cierra y abre

a lentos intervalos,

mientras mueve la cola

del uno al otro lado

para espantar a la importuna mosca.

 

Y no lejos del dueño,

muy cerca del fogón en donde humea

la sopa, yace el perro

dejando ver la rubicunda lengua.

 

En tanto allá, muy alto,

en la cumbre del cielo,

el gran auto-fotógrafo se mira

en los mil ejemplos de su obra;

y mostrándose grato

a su labor de inimitable artista,

comienza a descender hacia el ocaso

dejándole a la tierra una sonrisa.

 

5 Juan Salvador Durán

Juan Salvador Durán (1885-1930), fue periodista, creador de la Página Sociales y Personales del Listín Diario, utilizando su seudónimo de Jacinto Silvestre o el de Gerineldos para algunos trabajos literarios. Fue Secretario de la Embajada Dominicana en Venezuela (1913). Iniciando, como dijimos, sus colaboraciones líricas con unos prosemas líricos

 

VISIÓN CREPUSCULAR

 

Cae la tarde lentamente; la noche va colgado sus sombras en el cielo.

Y mientras el sol hace un último derroche de luz y como en marcha triunfal de colores, hunde su rojo disco en el ocaso, la oscuridad doquiera se dilata, como si fuera la noche una negra cabellera de mujer, desmelenada, suelta, y desde el profundo azul agitada sobre el mundo por una mano fantástica.

En ese instante vago del crepúsculo ella sale al balcón, exiguo marco para tanta hermosura, y recostada sobre la vetustez del muro antiguo, finge una deslumbradora visión: como una flama refulgen sus cabellos rubios, brillan como si fueran de diamantes, y el resplandor de sus destellos áureos hace pensar que en ellos “todo el oro del sol se desbarata”.

 

[Firmado Jacinto Silvestre Mercurio No 12 mayo 1918]

 

6 Valentín Giró

Valentín Giró ocupó funciones en el interior del país como abogado; eso quizás, despertó su criollismo. En la historia de nuestra literatura no figura como un criollista sino como uno los primeros modernistas por su soneto “Virginea” ganador de un concurso en 1907. En una revista que se editaba en Santiago apareció su segundo poema criollista: “A un campesino”, que luego reprodujo en diversos medios.

 

A UN CAMPESINO

 

¡Aprovecha el instante! Ya parece

que la lluvia se aleja. El campo ofrece

fertilidad para la mies, y sopla

viento primaveral que alegre acopla

en la fronda su voz ¡Abril florece!

 

¡Aprovecha el instante, campesino!

suelta tu rudo músculo, mohíno

de tanto reposar, y en la faena

de la tierra, el ganado y la colmena

pon tu cariño penetrante y fino.

 

¡Pon tu cariño penetrante! Mira

que serpenteando el bejucal se estira

y anuda el campo; que el ganado trota

hosco y vivaz; que la colmena rota

cuela su rubia miel. Todo suspira.

 

¡En tu cariño penetrante y fino,

campesino, tedioso campesino,

que bajo las umbrosas arboledas

lleno de paz y de quietud te quedas

adivinando, en sueños, tu destino!

 

7 Domingo Moreno Jimenes

De un personaje tan conocido como D. Moreno Jimenes, como firmaba, no es mucho lo que debamos decir. Sin embargo, precisamos, que el 1916 fue un año inolvidable por muchas razones, no solo por la Invasión Militar Norteamericana llamada eufemísticamente Ocupación, sino por ser el de la muerte de Rubén Darío, fecha que históricamente se ofrece como la frontera del modernismo; aunque aquí, y en muchas otras partes, como señala José Miguel Oviedo, hubo fanáticos de ese movimiento que jamás abjuraron.

Precisamente, ese año, un joven melancólico llamado D. Moreno Jimenes hizo algo que no tenía parangones: sin haber publicado ni un solo verso en la prensa, editó dos libros poéticos. No cualesquiera: Promesa, mis primeras notas, con 61 poemas, y Duelos y vuelos, con 78. Sin embargo, revisando estos, apenas cinco o seis son de temática criollista, aunque siempre le han acusado de ser el más de los más.

Aunque, ciertamente, una colección de poemas criollistas no podía estar completa sin una muestra suya.

 

ACUARELA

 


Mayo florece en los cálices sonoros de los cardosantos y en los sépalos estriados de los jazmines. Ayer vi correr desenfrenado un toro tras una vaca joven. Me sacó de la grave meditación en que me hallaba un alegre relincho de mi viejo caballo. Un verde tapiz de grama alfombra la pradera. Los cajuiles comienzan a cuajar sus frutos. Los rapaces se encaraman en los mangos y apedrean los pomares. El cielo está de fiesta. El sol asemeja una lluvia de oro. Los ríos se lanzan impetuosos y rebosan los márgenes. Las palmeras brillan como si hubieran recibido un brillo de azogue. Los perros ladran a la luna todas las madrugadas. Por el tibio lecho de arena donde me sentaba a leer todas las tardes en compañía de una risotera muchacha de los alrededores corre un manso arroyo de agua cristalina. Las mujeres lavan en las cañadas las ropas del uso mientras lloran sus pequeñuelos y chisporrotea a corta distancia la leña húmeda. De las latas negras por el hollín salen bocanadas de humo blanco. Una moñuda cloquea con estrépito. En las vegas se inclinan los peones a quebrar el tabaco y el sudor de sus frentes moja los brotes. Dos mulos se solazan en el polvo. Los cerdos se hartan con el aroma recién madurado. Sobre los tabacuelos sonríen las parásitas de corolas moradas. Una bandada de palomas levanta el vuelo audaz. Por el entretejido de las empalizadas asoman las enredaderas sus flores azules como lirios acuáticos. El amor se expande sobre los senos de las niñas. En un corazón germina el odio. Tres ruiseñores prorrumpen en una balada sentimental. La ausencia me produce un dolor físico.

 

8 Fabio Fiallo

Fabio Federico Fiallo Cabral (1866-1942). De este famoso poeta solo decimos que nos honramos con su nombre. Su fama de aeda y de narrador es legendaria: Es una gran figura literaria y el mejor cuentista de nuestro modernismo. Su nombre está asociado a su lucha por la dignidad nacional cuando fue paseado vestido de gato como un vulgar criminal por las calles de su ciudad natal por el delito de ser nacionalista y protestar contra la invasión primera de los yanquis de 1916.

 

NOCHE BUENA

–Cantares de un ausente–

 

El que lejos de su casa

ve pasar la Noche Buena,

ese sabe lo que es frío

y sabe lo que es tristeza.

 

Estrellita que en el cielo

me pareces una lágrima,

cuéntame si estás mirando

lo que cenan en mi casa.

 

Dando tumbo dos borrachos

pasaron frente a mi puerta,

¡y esta vez sentí en el alma

envidia a la dicha ajena!

 

Falta a los unos el vino,

y a los otros falta el pan,

¡infeliz de mí que solo

me falta con quién cenar!

 

9 Vigil Díaz

Otilio Andrés Marcelino Celestino Vigil Díaz (1880-1961), es otro poeta que no necesita ningún tipo de presentación; mas, es preciso destacar su nota criollista.

Vigil Díaz pasaba algunas temporadas en Hato Mayor del Rey, en “Campo Alegre”, donde la familia tenía una heredad. Cuando Moreno Jimenes publicó su “Acuarela” en Letras el 29 de junio, Vigil, que hasta ese momento solo escribía prosas parnasianas, había sido criticado acerbamente por Gustavo Mejía Ricart en el artículo que aparece como prólogo a la segunda edición de Góndolas (1913), cuando, entre otras cosas, le dijo:

“Su arte será tildado, con razón, de anti-nacionalista, de exótico, y su exotismo le lleva en ocasiones hasta plagiar autores de moda, pero, en defensa de él, hay que decir que él vive la vida artificial y exótica de su arte en una aureola que se ha formado en su espíritu”.

De modo que, como tenía esa espinita clavada, al ver que se podía describir el paisaje bárbaro, es decir, montaraz, recordando quizás sus lecturas de Prosas Bárbaras de José María de Eça de Queirós (1845-1900) de quien se publicaban fragmentos en La Cuna de América, hizo un alto en su ruta modernista y fue criollista, a su manera, como lo denotan ciertos cultismos en sus Sonetos Bárbaros.

 

SONETO BÁRBARO (2)

 

A la una de este áureo día estival el sol se derrama sobre la tierra con un flagelar volcánico. El ganado a la sombra piadosa de los copudos mangos y de las señoriales y quejumbrosas palmeras atacado de cefalalgia triste y somnoliento, rumia y babea. En los verdes y tupidos pastos, las cigarras exaltan con los bronces wagnerianos de sus élitros, el bochorno, el amor y la vida. En los ranchos los peones fuertes y sencillos descansan, mientras unas mozas desaliñadas, trajina, ríen, platican y apestan. Yo, tendido en mi hamaca “de fuerte azul” comento a Maquiavelo, mientras Héctor Blanco Fombona registra el cielo ávido de una “diuresis torrencial”.

Abajo, esta nota: “Campo Alegre” 1919.

 

10 Federico Bermúdez

Federico Ramón Bermúdez Ortega (1884-1921) Era hijo del cuentista capitaleño Luis Arturo Bermúdez (1854-1917), el autor de “Las cosas del siño Tomás”, relatos folklóricos que aparecieron en periódicos y revistas desde el siglo anterior, y de Carmen Ortega. Ejerció en sus años de juventud el magisterio y el periodismo. Ganó premios en los concursos de su ciudad natal.

Dejó varios libros: Oro virgen (1910): Los humildes (1916); Las liras del silencio, póstumo (1923). Su obra fue recogida por la Universidad Central del Este con el título de Todas las poesías de Federico Bermúdez (1986). Se destacó como modernista y ha sido considerado nuestro primer poeta social por su libro Los Humildes, cuyo poema “A los héroes sin nombre” integra las notas del conchoprimismo nacional.

Concluimos con ese poema que es todo un himno que engalana esta sección monumentalmente. Él tuvo experiencia montonera como secretario de Demetrio Rodríguez, y sabe bien lo que dice.

 

A LOS HÉROES SIN NOMBRE

 

Vosotros, los humildes, los del montón salidos,

heroicos defensores de vuestra libertad,

que en el desfiladero o en la llanura agreste

cumpliste la orden brava de vuestro Capitán.

 

Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,

por defender la patria manchastéis la heredad,

hallastéis en la lucha la muerte y el olvido:

la gloria fue, absoluta, de vuestro Capitán!

Cuando el cortante acero del enemigo bando

cebó su furia sobre de vuestra humanidad,

y fuistéis el propicio legado de la tumba

sin una cruz piadosa ni un ramo funeral.

también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido:

tan solo se oye el nombre de vuestro Capitán.

 

Y ya cuando a la cumbre de la soñada gloria

subió la patria ilustre que fue vuestro ideal,

en áureos caracteres la historia en homenaje

rindió a la espada heroica de vuestro Capitán.

¿Dormidos a la sombra del árbol del olvido

quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está?:

vosotros, los humildes, los del montón salidos,

sois parias, en la liza con sangre fecundáis

el árbol de la fama que da las verdes hojas

para adornar la frente de vuestro Capitán.

 

Conclusiones generales

Primero: La Introducción General anunciaba lo que parecía una bravuconada del autor, en razón de que era sabido por la tajante afirmación de críticos e historiadores de nuestras letras que solo hubo cuatro poetas que incursionaron en la temática criollista en el país, no solo en el periodo analizado, sino hasta los años treinta.

Esa pobreza de amor al paisaje y al paisanaje nacional, nos hace imaginar a esos cuatro seres viviendo felices en un rancho humilde en medio de una campiña fabulosa. Sin embargo, anunciábamos una turba gigantesca, que no solo arrasaría la casita, sino que ese movimiento podía ser comparable a un tsunami cultural creativo, que construyera algo así como la Torre de Babel, un rascacielos, para albergar la nueva tribu. Al concluir la lectura del texto le preguntamos a los lectores: ¿Realmente están justificadas esas palabras?:

Segundo: Hemos presentado 123 artefactos líricos, 121 textos completos y dos fragmentos, de 66 poetas, prosistas y versificadores; aparte la producción escogida de los 4 Jinetes del Apocalipsis, Pellerano Castro, Nouel, Piñeyro y Damirón; del primero 6 criollas; del segundo 2 sonetos y 1 poema; del tercero, 10 sonetos; del cuarto, 3 sonetos y 3 poemas: que no se cuentan entre los que presentamos, que hacen un total de 25. Si el número original era de 4 y la cifra se aumenta en 66 más ¿Hemos mentido al anunciar que estábamos ante un movimiento criollista realmente revolucionario?

Es todo un récord, sin contar la producción de los nueve años post postumistas, antes de arribar a la cuarta década, ya que para Pedro René Contín Aybar el postumismo es que inicia realmente el criollismo en el país; para menos justificar a los demás, que tan mezquinos fueron con nuestros trabajadores de las letras. Haciendo la salvedad, de que faltaron cientos de revistas: Solo de La Cuna de América en el lapso de marzo de 1903 a febrero de 1921 aparte de que en cada año está incompleto, faltan años claves, como el 1910, 1917 y 1918. Mefistófeles por igual, le falta el 1919; de Ateneo faltan a partir de 1913; de Crisantemos faltan de 1914 a 1916; De Renacimiento falta el 1919 y de Letras aunque no falta un año entero, muchos números saltan también; tampoco pudimos ver otras publicaciones periódicas, ni los diarios de la época. A pesar de eso, sigue siendo un récord solo superado por los poemas de amor. Los de protesta social son mucho menos, a pesar de los motivos reales que existían en la etapa estudiada para rebelarse contra la situación política, y en especial, contra la invasión norteamericana.

Tercero: En la parte final de esos dos párrafos iniciales señalamos que era tal la abundancia de muestras que podía considerarse este estudio a pesar de no ser una antología ni una analecta, una selección de muestras afines a una temática en su contexto histórico: Del 1901 a Marzo de 1921 con la proclama del primer movimiento vanguardista. Creemos que, extenso y todo, con lo expuesto, haciendo uso de la libertad del género, este es un ensayo antológico. Pedimos perdón a los lectores por la turba de poetas y poemas; empero, no podíamos ni debíamos dejar de antologar a los que demostraron en sus versos y sus prosas poéticas, tanto amor por su país y por sus gentes, habiendo recibido como pago, la ignorancia de su esfuerzo por más de un siglo. Que sea la historia quien nos juzgue. Por nuestra parte, creemos haber demostrado suficientemente lo prometido. 



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Número 173 | junho de 2021

Artista convidada: Louise Bourgeois (França, 1911-2010)

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