Entendemos
la violencia sexual como parte de una cultura colonial feminicida y como elemento
estructural de las naciones latinoamericanas. Sueli Carneiro, filósofa, escritora
y docente brasileña, activista del Movimiento Negro de su país, desde la perspectiva
del feminismo postcolonial, explora el significado de la violación colonial y de
la identidad nacional, y sostiene:
En
Brasil y en América Latina la violación colonial perpetrada por los señores blancos
a mujeres negras e indígenas y la mezcla resultante está en el origen de todas las
construcciones sobre nuestra identidad nacional, estructurando el decantado mito
de la democracia racial latino-americana que en el Brasil llegó hasta sus últimas
consecuencias. Esa violencia sexual colonial es también el cimiento de todas las
jerarquías de género y raza presentes en nuestras sociedades (Sueli
Carneiro).
La
violación colonial es una parte intrínseca de nuestra historia, ha determinado la
estructura de la sociedad y nuestra historia como nación y está reflejada en varias
obras canónicas de la literatura boliviana donde el abuso sexual y la violencia
son, como se dijo, detonadores de la trama central. Tal es el caso de Soledad (1847) de Bartolomé Mitre, [1]
Raza de Bronce (1919) de Alcides Arguedas, Yanakuna (1952) de Jesús Lara, Los muertos están cada día más indóciles
(1972) [2] de Fernando Medina Ferrada
y La Cruel Martina (1989) de Augusto Guzmán,
por nombrar algunas. Voy a hacer un sucinto repaso de los personajes de las novelas
citadas, desde la perspectiva que planteé.
Soledad (1847) narra
el matrimonio entre una joven criolla pobre y un hombre español que le dobla la
edad. La protagonista accede a un matrimonio por conveniencia para cumplir la voluntad
de su madre, esto visibiliza la instrumentación y sujeción del sujeto femenino,
por parte de su familia y de la institución matrimonial (ambas creaciones funcionales
al patriarcado) ya que Soledad, además de ser tratada como mercancía, es víctima
de la violencia de su marido. Luego, se suma el tópico de la amenaza de la infidelidad,
porque es acosada por un joven aventurero que pone a prueba su “virtud”. Como toda
heroína romántica, es rescatada por su primo Enrique, un soldado que participa en
las luchas por la independencia y que llega justo a tiempo y evita que Soledad incurra
en una aventura extramatrimonial. Luego de haber estado a punto de ser asesinada
por su marido por su casi “falta”, queda felizmente viuda y Enrique
se casa con ella, de esta forma, el nuevo galán se posiciona
como
el salvador de la integridad y del honor femenino. Desde una lectura de la novela
como romance familiar y construcción de lo nacional, Enrique representa al héroe
criollo masculino como vanguardia del nuevo proyecto nacional. Su unión con Soledad
simboliza la posibilidad del surgimiento de la nueva nación criolla, liberada del
yugo español, por lo que la novela se edifica como un romance nacional. [3] El abuso doméstico oculto que el personaje
femenino sufre en el matrimonio con el hombre viejo, representa la fricción entre
el poder español en decadencia y el deterioro de las relaciones hegemónicas y de
dependencia entre la metrópoli y sus colonias. En esta lectura, la mujer, en términos
de botín, pasa de su condición de sujeto oprimido por el esposo español, al de trofeo
que sostiene el sujeto criollo. Soledad es una heroína romántica, inicialmente,
una mujer abusada física y emocionalmente; la unión con Enrique augura descendencia,
pero Soledad seguirá encapsulada en el proyecto masculino; por lo tanto, la construcción
de esta nueva nación se nutre del trauma femenino de la vejación y de la sujeción,
pero no de la emancipación.
Raza de Bronce (1919) de Alcides Arguedas es la historia de una
comunidad indígena sometida a los abusos de los hacendados y tiene como protagonista
a Wuata Wuara, una muchacha indígena que es violada por su patrón y sus amigos.
Ella se encuentra embarazada, pero esto no es un impedimento para los violadores,
que no cesan en su cometido y matan a la mujer y al niño que lleva en el vientre.
Agiali, el esposo de Wuata Wuara, y Choquehunaca, el sabio de la comunidad y protector
de muchacha, junto a los demás comunarios cobran venganza y matan a los responsables
de la muerte de Wuata Wuara. La violación sexual se ha trocado en feminicidio y
no hay mensajes reconciliadores, ni redentores; sino la evidencia de un cuerpo femenino
indígena degradado, violado y asesinado. La muerte del feto, simbólicamente, podría
ser el extremo de la cadena de violencia que extermina aun la semilla de la estirpe.
En
La Cruel Martina (1989) de Augusto Guzmán,
un cuento largo que fue llevado al cine, somos testigos de la violencia sexual que
se repite de generación en generación. Martina, la protagonista, una joven de pollera
de un pueblo cochabambino, es violada por el corregidor Ardiles, en casi las mismas
condiciones en las que su madre lo fue. Esta cadena de violencia, sin embargo, será
interrumpida por Martina ya que será ella su propia vengadora. Aquí nos encontramos
con un relato donde el personaje femenino se resiste al mestizaje forzado y a la
mujer validada solo como útero. Martina se opone a ser formulada como víctima e
invierte los papeles y castiga a su violador. En una secuencia truculenta, ella
invita al corregidor a comer a su casa, entonces, la venganza toma ribetes funestos
y, luego que este ha finalizado el último bocado, le confiesa haberle dado de comer
a su propio hijo. Ante la evidente antropofagia, Ardiles vomita el “antes manjar”
que es el cadáver del niño que ha engendrado. Martina le devuelve el producto de
la violación en un acto de suma crueldad y sin un ápice de remordimiento. Es un
relato acabado, pesimista, en cuanto a una solución de la construcción de la nación
a través del mestizaje y, más bien, cuestiona y castiga, de manera ejemplificadora,
la mezcla forzada, el hijo que es producto de la unión forzada es devuelto a su
progenitor y a Martina le espera el cadalso por haber cometido filicidio.
NOTAS
1. N. de los E.
Bartolomé Mitre, el historiador, escritor y estadista argentino publicó su romance
Soledad en Bolivia.
2. Los muertos están cada día más
indóciles de Fernando Medina Ferrada, Fernando obtuvo el Premio Casa de las
Américas en 1972.
3. Para un análisis de Soledad como
romance nacional, tenemos el ensayo de Fernando Unzueta: “Soledad o el romance nacional
como folletín: proyectos nacionales y relaciones intertextuales." Y he aquí
una cita clave para interpretar esta novela y sus relaciones con el romance y la
historia: “Para establecer estas relaciones simbólicas entre el romance familiar
y el de la historia nacional, se puede ver al héroe como el representante del pueblo
y de un nuevo movimiento nacional, ya que Enrique regresa de las guerras de independencia
como vencedor del pasado colonial. Soledad, el objeto deseado, está relacionada
con la nación, la tierra y la cultura; los antagonistas, que pretenden apropiarse
de lo nacional, serían representantes del pasado y del poder ilegítimo o de un criollismo
“conservador” e irresponsable. Al colectivizar el romance, la misión del héroe consiste
en rescatar la nacionalidad usurpada y devolverla a sus dueños legítimos. El matrimonio
final se puede interpretar como la unión del pueblo con la tierra y la cultura,
proceso que permite la formación de la nacionalidad” (Unzueta, 245).
4. Willy Muñoz describe de esta manera a este personaje
femenino: “Wayra, la heroína de Yanakuna, es un personaje inolvidable: motivada
por un deseo desesperado de libertad, provista de una energía inagotable, andariega
infatigable, nos lleva junto a ella para mostrarnos sus trajines, su vida tan llena
de sacrificios y penurias y tan escasa de alegrías. En este personaje coexisten
tanto el odio, el rencor, como el agradecimiento y la ternura; es frágil e ingenua
para el amor, y puede ser arrastrada por la compasión, así como reaccionar como
una fiera herida para defender lo que es suyo. […] Anotemos de pasada que este personaje
está inspirado en la vida de una campesina que contó al autor su ciclo de tribulaciones”
(1986: 239).
5. Fernando Medina Ferrada obtuvo el Premio Casa de las Américas en 1972.
VANIA DÍAZ ROMERO PAZ es Ph D. en Lenguas Romances de la Universidad de Oregón y máster en Literatura Hispánica de la misma universidad. Es profesora de español para hablantes de herencia en Chemeketa Community College. Actualmente, está preparando una antología que recopila las historias de vida y memorias de estudiantes hispanos en Salem, Oregón, US.
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Número 172 | junho de 2021
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