terça-feira, 30 de novembro de 2021

FLORIANO MARTINS | Una mesa vertical para la conversación con Berta Lucía Estrada

 


FM | En general se hacen preguntas a los poetas sobre sus orígenes y lecturas, las influencias y satisfacciones de la creación. Yo quisiera saber inicialmente de los tiempos de la escritura y su duración, los ritmos de sus riesgos al crear, o sea, entre sueño y vigilia, cómo surge la creación. Por supuesto que puedes hablar un poco de todo, pues así comenzamos nuestro diálogo.

 

BLE | En mi caso la creación poética no obedece a momentos raros o iluminados en los que una idea surge de la nada; los libros de poesía que he escrito surgieron de lecturas e incluso al hacerlas no siempre tengo en mente sentarme luego a escribir un libro sobre el personaje estudiado. Mis libros de poesía nacen de investigaciones previas; es así como escribí Náufraga perpetua, un ensayo poético sobre la vida y obra de Virginia Woolf; (premio especial fuera de concurso con obra publicada  por el Encuentro de Mujeres Poetas del Museo Rayo) y lo que dio paso a la escritura de esa obra fue la lectura de la biografía sobre dicha autora escrita por Viviane Forrester; aunque para ese momento ya había leído otras dos; y por supuesto, ya conocía la obra completa de VW incluyendo su diario íntimo. Luego compré una biografía sobre Malcolm Lowry, Perseguido por los demonios, de Gordon Bowker, que me despertó la necesidad de escribir otro ensayo poético; para la época solo había leído Bajo el volcán, así que me compré todos sus libros y luego de leerlos me di a la tarea de escribir sobre ese infierno y sobre los súcubos e íncubos que lo habitaron. Fue un año de una escritura constante e inicialmente un poco febril, ya que lo escribí como si fuese el mismo ML; me refiero a que es una obra en primera persona; no quiero decir que me esté emulando a él. Soy mujer y no bebo alcohol, solo me tomo una copa de vino a la hora del almuerzo; así que sumergirme en la piel de un dipsómano fue lo que más trabajo me costó al inicio; duré un año escribiendo, corrigiendo, editando, suprimiendo decenas de poemas; incluso la primera versión, que para mí es solo un borrador,  ganó el Premio Nacional de Poesía Meira del Mar del Encuentro de Mujeres Poetas de Antioquia;  la segunda versión, que para mí es la única que ha debido ser publicada, fue editada seis años después en España por Sial Pigmalión en alianza con Pijao Editores. 

Luego escribí un poemario sobre el Mal de Alzheimer; y la idea surgió el día que Annie Girardot murió; en la reseña de su muerte la periodista repitió una frase que la actriz dijo al inicio de su enfermedad: “Los hombres que amé, las películas que filmé, ustedes los conocen mejor que yo”.  A la mañana siguiente compré tres biografías sobre ella y un libro que me explicara en términos sencillos lo que es dicha enfermedad. Fue un libro escrito a lo largo de todo un año y en dos períodos; ya que la segunda parte es sobre la Memoria, y la idea me surgió gracias al libro sobre Sherezada de Nélida Piñón; me refiero a Voces del desierto.

Y el último poemario, escrito en junio del 2020, en pleno confinamiento por la pandemia que actualmente nos azota, y aun inédito, surgió de la segunda lectura que hice sobre un personaje de la Antigüedad; casi al final del libro la autora hace referencia a dos poemas escritos por un poeta del que muy pocas personas hablan. Esa referencia despertó algo en mí que hasta ese momento había sido desconocido; inmediatamente comencé a escribir un poemario en un estado de verdadero éxtasis, nunca antes había experimentado algo así, sentía que caminaba sobre las nubes, fue un momento único y que creo irrepetible. En otras palabras, mi trabajo de creación poética está íntimamente ligado a investigaciones sobre personajes que luego cobran vida en mis poemarios. Por otra parte, cuando estoy creando un libro, en la noche, cuando me sumerjo en la semivigilia, de pronto me viene a la cabeza un verso o una idea que en tiempos de vigilia no hubiera tenido; así que inmediatamente lo grabo para no olvidarlo; también puede ser que me sumerja en un sueño profundo y que despierte súbitamente con una idea muy clara de lo que debo hacer; entonces, me levanto y la escribo.

 

FM | De algún modo pasas de una escritura vigilante (en su sentido racional) para una intuitiva, como en el caso de este verdadero éxtasis que mencionas. Y luego hay la escritura al alimón, de modo automático, donde ya no hay un planeamiento cartesiano. ¿Crees que hay en eso un camino, una especie de evolución de la creación, o en este campo jamás se puede hablar de evolución?

 

BLE | Yo sí creo que existe una evolución en los procesos creativos. No es lo mismo escribir a los 20 años que a los 65; sobre todo si no se es Rimbaud. Creo que la mayoría de los escritores y poetas nos lamentamos de la publicación de obras tempranas; y creo que ese sentimiento no es ajeno a los artistas plásticos. La escritura automática no es algo que se me hubiese ocurrido de pronto, fue un reto que me pusiste al frente y que yo decidí aceptar sin saber para dónde iba; y debo confesar que el ejercicio me gustó mucho y estoy dispuesta a hacerlo de nuevo.

 


FM | Entramos un poco en el campo del surrealismo, pero muy lejos de su equivocación ortodoxa. Aquí recuerdo la primera vez que escribimos algo juntos, un poema colectivo en el que participaron otros poetas. Es como dejarse deslizar por la piel de un río. Seguir a la deriva el curso de la existencia misma. Paul Éluard decía algo sobre la escritura automática, que es necesario un gran esfuerzo para conseguir una perfecta disponibilidad de espíritu, pero la producción que sigue, aunque sea larga, no supone ningún esfuerzo, ninguna fatiga. ¿Estás de acuerdo?

 

BLE | Ese gran poema colectivo al que haces alusión fue mi primer ejercicio de escritura al alimón. Cuando me lo propusiste me quedé bastante asombrada que entre tantos poetas que conoces, muchos de ellos reconocidos internacionalmente, pensaras en mí; una poeta casi desconocida. Sin embargo, acepté con un gran entusiasmo. Yo no sabía que esperabas de mí, lo que si entendí inmediatamente es que no había una ruta determinada, y que todos los caminos estaban abiertos; eso me gustó mucho. Lo otro, es que nadie corrigió a nadie, nadie criticó el trabajo de uno de los participantes; nos fuimos identificando a medida que el poema avanzaba hasta el punto que ya no se podía saber quien era el autor de una estrofa determinada; como si finalmente todos tomásemos el mismo aliento en el mismo momento. Como en una orquesta sinfónica cuando todos los instrumentos tocan al unísono y el mismo director se convierte en otro instrumento que hace posible la magia de la música; pienso en este caso en el Bolero cuando todos los instrumentos se han unido para interpretar esa pieza magistral de Ravel. Por eso entiendo lo que dice Éluard, si bien primero necesitaba tener la claridad para entender ese proceso creativo luego se dio paso a una escritura ágil y que respondía perfectamente al aparte recientemente escrito por otro de los seis participantes.

 

FM | Ahora, la voz. ¿En qué punto percibiste la definición de tu voz poética y cómo ella se encuentra en el ambiente lírico de contemporaneidad? No indago específicamente sobre el ambiente colombiano, porque eres bilingüe y has vivido una época en Francia.

 

BLE | Es verdad, he vivido en varias ocasiones en Francia, y en el último período fueron diez años; y antes viví en dos ocasiones en Chile, una cuando era niña y otra adolescente; lo que hace de mí una ciudadana del mundo; aunque no olvido que ante todo soy colombiana y que eso me define y me centra en el mundo. Ahora bien, no puedo decir en que momento percibí mi voz poética ya que me cuesta mucho identificarme como poeta propiamente dicho. Me considero, eso sí, una muy buena lectora, y cuando debo ponerle una etiqueta a mi trabajo pienso más bien en la crítica literaria. Sin embargo, voy a tratar de responder a esa pregunta. Creo que esa voz lírica contemporánea, a la que haces alusión, va ligada precisamente a las lecturas permanentes que hago tanto en castellano como en francés; lo que me abre infinitas posibilidades de creación y al mismo tiempo de análisis, comprensión y comprehensión del mundo que me rodea. Trato de ser una Alicia que pasa a través del espejo una y otra vez y que mira la realidad como si fuese un poliedro; y aunque las posibilidades del poliedro son finitas yo trato de mirarlas como si fuesen inacabables.

 

FM | Y luego la decisión por un trabajo crítico que tratara de poner en evidencia los absurdos existenciales y sociales sufridos por la mujer en un mundo que no es el actual, pero sí la misma coyuntura primaria de las sociedades humanas, basta pensar en los libros sagrados de formación de las religiones. Hablamos aquí de Surrealismo, por ejemplo, y allí también encontramos una idealización de la mujer, que es una forma de incomprensión de su vitalidad. O sea, hay tanto de violencia física, ideológica, sexual, ninguneo etc., y ahora de cierto modo ampliado por esa profusión de géneros que tal vez sea una forma de reacción. ¿Qué te parece el tema?

 

BLE | Yo nací en un hogar donde las posibilidades de educación no conocieron nunca límites; mi padre era profesor universitario y mi madre dueña de un colegio que fue muy famoso en la ciudad donde crecí y donde vivo actualmente. En mi casa se privilegió siempre el conocimiento y el acceso a los libros; así como los viajes y la música clásica. En el colegio de mi madre se le daba mucha importancia al teatro y a la danza; y mi padre me enseñó a amar los libros y me hizo saber que allí estaban las preguntas a muchas interrogantes que iba a tener a todo lo largo de la vida. En otras palabras, me enseñaron que la educación abre puertas y derrumba murallas y mitos; mi padre me repitió mil veces que no me casara nunca, que no tuviera hijos, que fuera independiente, y que nunca, por ningún motivo, dependiese de un hombre para vivir. Mi madre incluso ganaba más dinero que mi padre; así que el ejemplo lo tenía en casa. Ella es una mujer autónoma, aun vive; y a pesar de su edad, es casi centenaria, aun toma sus propias decisiones y vive en su propio apartamento.  O sea, nunca fue una mujer idealizada por mi padre; fue respetada y admirada por él. Así que, para mí, estudiar, viajar y trabajar, eran las opciones normales que me presentaban en casa. Por otra parte, desde muy joven comencé a leer y a escribir sobre feminismo, y nunca he parado de hacerlo. Para mí el feminismo es una cuestión de derechos humanos; y esos derechos, que yo leo como respeto hacia la otredad, tienen y deben ser extendidos a todas las identidades que hoy en día descubrimos, y que no obstante siempre han existido. Lo que pasa es que las religiones monoteístas las han ahogado con ese terrible sentido de culpabilidad que inoculan en el ser humano como la peor de las cicutas. Por eso trabajo, por la visivilización de las mujeres, por lograr el respeto que merecemos como seres humanos sintientes y porque se reconozcan nuestras capacidades cognitivas y nuestro propio intelecto.

 


FM | Y es muy rico lo que haces, que está presente en tus ensayos y en tu comportamiento, el encanto insobornable de tu palabra, la fuerza de tus argumentos. Me siento honrado de haber publicado, por ejemplo, los dos tomos de una reunión de tus ensayos críticos, El oficio de escribir (2020), y todavía más de este proyecto que tenemos juntos de preparación de una edición de la revista mexicana Blanco Móvil dedicado a las relaciones entre poesía y exilio. Un trabajo que parte de un libro que estás escribiendo ahora, Los avatares del poeta, en nuestro caso tratando del tema más detenidamente en el ambiente iberoamericano. Tu estudio es más amplio y recurre siglos y una muy amplia geografía. Ojalá puedas hablar aquí un poco de este trabajo.

 

BLE | Si tú te sientes honrado de haber publicado El oficio de escribir, yo me siento aun más honrada puesto que nunca creí que algún editor se interesase por esos trabajos; así que verlos reunidos en dos tomos es una gran alegría y una gran satisfacción. Ahora bien; ese libro al que aludes nació de un prefacio que el presidente del PEN/Colombia, Carlos Vásquez-Zawadski, me pidió hace casi un año para una antología de poetas colombianos publicada este año. Hacer un prefacio sobre poetas que aun viven se me presentaba como algo difícil ya que no todos tienen la misma calidad estética, o bien hay otros que hace tiempo no escriben y que enviaron trabajos que ya tienen varios años; así que no quería hacer un prólogo que pudiese prestarse a malentendidos y a rencillas que a veces son comunes en el mundo de los poetas. Cuando me senté a escribir ese prólogo no tenía ni idea de lo que iba a hacer y me había dicho a mí misma que serían entre tres y cinco páginas, y cuando iba en la página quince ya sabía que no podía parar. Así que seguí escribiendo, esta vez para la revista Aleph, editada por el poeta y académico Carlos-Enrique Ruiz, que me había pedido un ensayo para un número especial que va a conmemorar el próximo año -2022- el número 200 de esa revista emblemática que ya tiene cincuenta y cinco años de existencia ininterrumpida. Así que seguí escribiendo, y cuando iba en la página veinte me di cuenta que no se trataba de un pequeño ensayo si no de una obra que aun está en construcción y que ya tiene más de 200 páginas. Incluso el profesor Antonio Donizeti Da Cruz va a publicar próximamente uno de sus apartes en la revista Raido, de UNIOESTE (Universidade Estadual Do Oeste Do Paraná, Cascavel-Brasil). Es un libro que me tiene fascinada puesto que aprendo todos los días, leo sobre autores que antes ni siquiera sabía que existían o sobre otros sobre los que conocía solo su obra más no su vida. Y precisamente es ese ensayo para Carlos-Enrique Ruiz, que va a ser publicado el año próximo, el que te envié para tener tu mirada inteligente y aguda, lo que te dio la idea de publicar en la revista Blanco Móvil un número dedicado a la poesía y al exilio; lo cual honra mi trabajo de una forma nunca imaginada. También debo decir que al haber vivido varias veces lejos de Colombia, y sobre todo al haber estudiado en La Sorbona en los años 80 del siglo pasado, el tema del exilio siempre ha estado presente en mi obra, ya que era la época de las dictaduras del Cono Sur y muchos de mis profesores y compañeros de universidad eran exiliados políticos; algo que no puede dejar indemne a nadie. Uno de mis profesores fue Rubén Bareiro-Saguier, y un día, mientras nos tomábamos un café, me dijo que la única vez que había podido regresar a Paraguay, fue cuando se sentó del otro lado de la frontera (Argentina) a mirar la tierra que estaba al otro lado de esa línea invisible que lo separaba de lo que tanto amaba. Por fortuna, algún tiempo después, con la caída de la dictadura en 1989, pudo regresar a esa casa que llamamos “mi país” y allí murió en el 2014.

 

FM | Indagado sobre las razones de la pintura, René Magritte ha declarado que lo que es preciso pintar es la imagen de la semejanza – si el pensamiento debe volverse visible en el mundo. Vivimos en un mundo donde la imagen se encuentra desgastada, el mito ha perdido consistencia, el símbolo se ha convertido en espectáculo despreciable. ¿De qué modo, a través de tu creación y de tu pensamiento, sigues buscando la semejanza y cuál es su costo?

 

BLE | Gracias por traer a colación a Magritte y a esa frase que le era tan cara; también decía lo siguiente: “Mis pinturas han sido concebidas para ser signos materiales de la libertad de pensamiento”. Y ahora que me formulas esta pregunta puedo concatenar el pensamiento de René Magritte con la búsqueda que he tenido toda mi vida de la libertad tanto desde el punto de vista del ser humano que soy y como mujer; y no es algo baladí. La búsqueda de la libertad y de la independencia tienen una carga menor para los hombres; puesto que la concepción de la sociedad patriarcal, que pregona que los hombres son de la calle y las mujeres de la casa, nos pone a nosotras en condiciones de inferioridad en todos los sentidos. Así que precisamente a través de la creación y del intelecto trato a cada instante de romper barreras, de saltar muros, de derrumbar fortalezas para poder acceder a esa libertad que se le niega a la mayoría de mis congéneres, más si son mujeres. ¿Cuál es el costo? Yo diría que en un principio fue la exclusión, no familiar sino en cierta forma social; algo que nunca me doblegó. Hoy en día no me siento excluida, incluso son los hombres, como lo haces tú, los que me incluyen en proyectos y que valoran mi trabajo; a veces más que las mismas mujeres. Así que el costo de esta independencia de pensamiento y de vida, que sin ninguna duda pagué, ahora está completamente superado; pienso que lo que hizo fue fortalecerme para seguir en la lucha por la visivilización no solo mía si no de las demás mujeres que se dedican a crear; de ahí surgió mi libro de ensayos ¡Cuidado! Escritoras a la vista….

 


FM | Hablamos de lecturas, del universo mágico de la lectura en la formación humanística de un creador, pero sabemos que la vida no se limita a las páginas de un libro, aunque sea la metáfora del mismo universo. Recuerdo que hace poco hemos creado al alimón una novela corta y dos piezas de teatro, pero una vez más estamos hablando de libros. Me gustaría saber cómo es tu vida, en eso de la atención que das a otras formas de manifestaciones artísticas y también en el plan de las relaciones humanas. ¿Cómo es, para Berta Lucía Estrada, estar viva en este presente instante?

 

BLE | Toda mi vida he dicho que soy una mujer privilegiada, y lo digo por la educación que recibí y por las oportunidades que he tenido a nivel personal y laboral; y cuando digo laboral no me refiero a buenos salarios si no por haber podido trabajar en lo que amo, la docencia univers¡taria; y también en la difusión cultural de la biblioteca pública de la ciudad donde vivo. Estudiar literatura y lenguas, en mi caso francés, me permitió trabajar en lo que me apasiona. También me siento privilegiada precisamente por estar viva en una época de incertidumbre sanitaria como la actual. Los hombres y mujeres de este siglo nos sentíamos en cierta forma imbatibles, pensábamos que ya nada podría doblegarnos, y que destruir la Tierra, la única casa que tenemos, no traería ninguna consecuencia; y eso a pesar de todas las luces rojas que los ambientalistas pregonan desde hace cuarenta años; sin hablar de las comunidades indígenas que siempre han sido respetuosas de la Madre Tierra. Y de pronto, llega un microbio que nos arrodilla y nos grita al oído lo vulnerables que somos. Así que estar viva en este momento y acompañada de mi familia, en la que no ha habido ninguna muerte por esta pandemia, es un privilegio enorme del que soy plenamente consciente.

 

FM | A mí me gusta siempre finalizar un diálogo indagando si olvidamos algo. Es un modo de decir que no llegar al fin es todo un principio. Así que repito la provocación: ¿Olvidamos algo?

 

BLE | Siempre podemos olvidar algo; creo que eso forma parte de la naturaleza humana; no obstante, considero que los aspectos fundamentales de mi quehacer literario los tocaste a fondo. Tal vez lo único que no he mencionado, y que para mí es clave, es la importancia de la danza en mi vida. Gracias Floriano por esta conversación en tu mesa vertical.

 

(Agosto, 2021)

 

BERTA LUCÍA ESTRADA (Colombia, 1955) es escritora, poeta, dramaturga, crítica literaria y de arte, autora del blog El Hilo de Ariadna del diario El Espectador (Colombia). Integrante y secretaria del PEN Internacional/Colombia. Es librepensadora, feminista, atea y defensora de la otredad. Ha publicado trece libros, entre ellos La route du miroir, poesía (Editions du Cygne, Francia, 2012), en edición bilingüe, Náufraga Perpetua, ensayo poético (Ediciones Embalaje-Museo Rayo, 2012), y ¡Cuidado! Escritoras a la vista…; Todo lo demás lo barrió el viento, La Trilogía de la agonía que comprende las siguientes obras: El museo del Visionario (obra de teatro patafísica), Naufragios del Tiempo y Las sombras suspensas (Trilogía escrita al alimón con Floriano Martins). Estas tres últimas obras fueron publicadas en la colección “O Amor pelas Palavras”, (ARC Ediçoes, y Editora Cintra-Brasil 2021). Y con el sello de ARC Edições y Editora Cintra fueron publicados los dos tomos que conforman El oficio de escribir (Ensayos críticos, 2020). Ha recibido cinco premios de poesía. Algunos de sus artículos y poemas han sido difundidos en medios nacionales e internacionales; entre ellos las revistas Triplov (Portugal), Agulha Revista de Cultura (Brasil), Esteros (Uruguay), blog Crear en Salamanca y Aleph (Colombia), dirigidas por Estela Guedes, Floriano Martins, Carolina Zamudio, Alfredo Pérez Alencart y Carlos-Enrique Ruiz, respectivamente; y gracias a la invitación del profesor Antonio Donizeti Da Cruz varios de sus artículos han sido publicados por UNIOESTE (Universidade Estadual Do Oeste Do Paraná, Cascavel-Brasil). Ha sido traducida al francés, portugués, rumano, griego e inglés. Contacto: bertalucia@gmail.com.



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[A partir de janeiro de 2022]
 

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Agulha Revista de Cultura

UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO

Número 189 | novembro de 2021

Curadoria: Luis Fernando Cuartas (Colombia, 1956)

Artista convidada: Flor María Bouhot (Colombia, 1949)

editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com

editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com

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