DGQ | Pensar en el camino que me trajo
a la fotografía como forma de vida incluso, tiene una semilla muy sutil que, sólo
después de mucho tiempo, me di cuenta que fue la responsable de mi gusto por éste
arte. Mi madre tenía una cámara de rollo, con la que retrató muchos momentos de
mi infancia, así como los mejores momentos de la familia en general. Por decirlo
de alguna manera era la fotógrafa de la familia, pero era una fotógrafa natural,
sin pretensiones de estilo ni conocimientos técnicos. Congelar un momento. Era lo
único que buscaba. Paradójicamente cuando yo tenía 9 años, le dañé la cámara, y
empezó pronto a llegar lo digital, nunca más volvió a hacer fotos con dicha cámara,
suceso que me parece un poco triste por la connotación que tiene. Pero era mi labor,
hacer justicia por ese momento. No lo sabría hasta más de 15 años después.
Fue un llamado de la vida misma. Cuando estaba
en el colegio, mi interés por el mundo circundante era particularmente inquieto,
pero yo era un chico tímido y callado, prefería observar el mundo desde mi universo
y volaba mi imaginación que desde siempre fue muy inquieta. Me intereso en el dibujo
y la imagen desde muy pequeño, y la exploración de las bibliotecas que tenía cerca,
en un entorno de la época de la violencia, era un niño creando una cotidianidad
en donde las letras la imagen y el arte hacían la triada perfecta. Mi curiosidad
no era suscitada por terceros, era una pequeña semilla propia, una característica,
que después me daría cuenta que sería mi esencia en sí misma. Ingresé al periódico
mural de mi colegio, gracias a la invitación de la profe de español (bien importante
durante esos años), y ese era el lugar perfecto para reunir mis intereses que hasta
ese momento eran únicamente escapes de una realidad llena de vacíos que ni siquiera
sabía que tenía. Eso me empezó a agudizar la sensibilidad por describir el mundo,
por observar desde una panorámica más abierta y al mismo tiempo más concreta y detallada
de lo que fuera que escribiera. Pronto me di cuenta que la comunicación era parte
de mi mundo, pero nunca lo hice únicamente con texto; el grupo del periódico mural
contaba con una cámara digital compacta, la cual era para hacer reportaje gráfico
dentro del colegio, y fue allí, en donde por primera vez me di cuenta el poder que
tenía capturar un momento. No me tomó mucho tiempo darme cuenta que lo que más quería
hacer en la vida, era realizar imágenes, ya fuera dibujos, pinturas y sobre todo:
fotografías. Fue allí donde una historia inició, y aún continúa.
OJGH | ¿Podría usted indicarnos o tratarnos
sobre sus métodos o metódicas, en las que se basa o no para hacer su trabajo fotográfico,
en qué consisten o no y por qué?
DGQ | Observar siempre fue una forma
de hacer filosofía para mí, incluso cuando no tenía ni idea qué era la filosofía.
Fui bueno para aprender por medio de otros, y para ver detalles que pronto me daría
cuenta que no todos podían ver, o sí, pero no querían.
Nunca inicié mi labor pensando en una metódica
hasta que pude ingresar a la universidad. Pude entender que lo que hacía podía tener
tanto poder que me intimidaba, pero me fascinaba.
Mi metódica ha ido cambiando, pues así mismo
mi espíritu y mente han ido experimentando las situaciones que ha traído la vida.
Y aunque siempre hay puntos de observación diferentes, mi cabeza pareciera funcionar
similar en cuanto a lo que de fotografía se trata.
Mis métodos son más de persona tímida que
de persona extrovertida. Yo observo primero y a su vez pienso, o no, sobre lo que
observo. Es un punto inicial en un camino que puede tener tantos desvíos. Luego
de observar el dialogo interno se torna intenso pues, hay varias voces que quieren
decir algo. Observar, analizar, desconstruir, pues me gusta tratar de desechar prejuicios
e ideas preconcebidas a la hora de observar. Y por último, capturar, creo que es
el momento decisivo. Estar atento es la clave, muchas veces se trata de hacer ese
proceso al tiempo, con rapidez, desde una sesión de retrato, hasta una de desnudo,
hasta un evento social; ese proceso se repite de maneras que no pueden ser abstraídas
únicamente en un proceso. A veces el sorprendido soy yo, porque a final de cuentas,
se trata de estar presente y fluir con la luz, con el espacio, con la idea, con
el momento.
OJGH | ¿En qué medida y por qué, se apoya
o no en temas, o le interesa tratar su fotografía desde los temas y de donde provienen
los temas, su interés por ellos?
DGQ | La fotografía permite tener interacción
humana que normalmente no era capaz de tener gracias a mi forma de ser un poco introvertida.
Hacer fotos era como hablar sin sentirme incómodo. Así que eso fue lo que hice,
dibujar y tomar fotos de los temas que quería hablar, pero me daba vergüenza o sentía
que no tenía con quien hablar. Era mi forma de decirle al mundo, esto me gusta,
pero sin tener que dar la cara directamente. No me estaba escondiendo, al contrario,
estaba exhibiendo a mi manera lo que me interesaba.
Las temáticas fueron surgiendo y empecé a
darme cuenta que tenía mucho que decir, que mi sensibilidad por lo natural y lo
cotidiano era más fuerte que el de la mayoría de las personas que me rodeaban. Fue
así como los paisajes, las flores, el agua, el cielo, y la exploración del mundo
como escenario fueron el inicio de mi exploración. Luego al ir creciendo, preguntándome
por mi ser y mi existencia, empecé a fotografiar personas y expresiones, retratos,
situaciones cotidianas de mi barrio, sonrisas y llantos. Poco a poco al tener más
curiosidad por el cuerpo y lo expresivo que descubrí que era, tomé un tiempo para
descubrirme como ser humano en medio de la naturaleza, y fue esa mezcla la que me
dio paso a explorar el desnudo, pues venía de darme cuenta que yo también era natural,
que mi cuerpo era una réplica de la naturaleza, y que esa mezcla mística entre lo
humano y lo natural, es el poder de la vida misma.
OJGH | ¿La naturaleza como se intuye
en usted, qué contacto inicial tiene con ella, como la excava y que le hace mover
de sus sentidos? (Del paisaje)
DGQ | La naturaleza es la fuente de
inspiración de lo que soy como fotógrafo, y siento que siempre lo será a su manera.
La naturaleza fue el primer contacto más directo que he tenido con el concepto tan
discutido y argumentado sobre lo que es la belleza. Para mí la naturaleza es belleza,
incluso en sus más toscas presentaciones. Creo que empezar a tomar fotos de flores
y del cielo, y de los paisajes de las montañas del valle, me hacía creer en el hecho
de que retratar esos elementos a veces tan olvidados y dados por hechos, me configuró
una mentalidad de la microbelleza, es decir, encontrar la belleza en los elementos
más diminutos y sutiles, en el rayo de sol más delgado que pasa por las hojas, en
las texturas de un tronco, en los planos de reflejo del agua, en las figuras que
forman las nubes y sus sombras, en el vuelo de un ave, en cosas que a decir verdad,
de niños observábamos más.
Tiempos bellos en los que buscaba estar metido
en una montaña cada que podía, perderle el miedo a la inmensidad de ellas, enlodarme
y arriesgarme para observar más y más, la naturaleza se convirtió en mi escuela.
En mi inspiración, en mi lugar.
Sinceramente, pienso que ella me guio y me
convirtió en quien soy ahora. Me dio mensajes, me hizo reír y llorar. La naturaleza
sigue siendo mi motor, aunque a veces siento cómo las dinámicas citadinas roban
un poco ese contacto, pero la búsqueda y el encanto siguen ahí, incluso más fuertes.
OJGH | ¿Podría decirnos del por qué,
del para qué y del cómo se involucra, cuál es su intensidad obsesiva o no; su temperamento
y formación estética para abordar la fotografía?
DGQ | Evidentemente, y si hago un trabajo
de retrospectiva, para llegar a el autoreconocimiento como fotógrafo, cuando decidí
dedicarle la mayoría de mi tiempo y esfuerzo a ello, siempre tuve una intuición
que no sé de donde surgía. Al plasmar tanto de mi personalidad en lo que hacía (y
hago), el carácter que tiene dicha labor, tiene algo de obsesión. No solamente es
algo que hago por hacer, es algo que siempre me ha obsesionado, pero me ha obsesionado
de una manera distinta a, por ejemplo, la música. Lo que me obsesiona es saber qué
imagen haré después de la que ya hice.
La formación estética me dio herramientas
más conceptuales para darme cuenta que, podía decir mucho más de lo que ya decía.
Que la fotografía es un arte en sí mismo, pues nadie alrededor me lo había dicho,
y mi búsqueda, al ser tan independiente, sin tutores, sin guías, cuando éstos llegaron,
me potencializaron la pasión y la visión de las posibilidades que tenía, lo que
yo apenas definía como un interés. Y que se convirtió en mi voz.
OJGH | ¿Cómo y desde dónde hace la construcción
de la estructura en su fotografía, estructura en movimiento, como todo arte, donde
se apoya para ello y qué conciencia tiene de eso o no es muy consciente?
DGQ | Como todo edificio que pretenda
ser duradero, tiene que tener unas bases muy bien hechas, creo que poco a poco,
he logrado cimentar la estructura de lo que hago como fotógrafo.
Mi base es la necesidad de expresar y crear,
suena un poco simple, pero pensándolo bien, son esas las bases de la estructura
que he ido creando. Y es curioso poner de base a una “necesidad creativa” pero es
que es el motor con el que he ido construyendo y descubriendo lo que puedo lograr
con la imagen. Se puede decir que la estructura en sí ya viene mezclada por cosas
como convicción, conocimiento estético y técnico, exploración de un estilo, y se
le da peso a la estructura con un mensaje directo o indirecto, explícito o sugerido;
y todo ello, se justifica en el momento que alguien observa la imagen y puede sentir
algo con ella. O no.
OJGH | ¿Desde dónde y cómo se posesiona
su mirada, en los espacios, qué le interesa de ellos y como los extrae de sí mismos
para hacerlos elementos de su naturaleza sensible y por qué?
DGQ | Mi mirada es simple y es compleja.
Miro porque tengo la capacidad (física de
hacerlo), pero observo para darle sentido a esa capacidad. Yo me enamoré de la mirada,
casi que siento que es mi mayor obsesión, me gusta mirar las miradas, me gusta mirar
más allá de mi mirada, creo que es esencial como fotógrafo, poder mirar incluso
con miradas que no son la mía. La mirada es el adorno de la estructura de la que
hablaba anteriormente, es la que logra crear comunicación entre el artista y el
espectador. Al fin ¿qué es lo que vemos en una fotografía sino es la mirada de quien
la capturó?
La mirada es todo lo que puedo ofrecer al
mundo en mi labor, es eso que siento que debo aportar, porque las miradas importan.
La mirada es universal, y siento que me gusta
dejar que mi mirada tenga sus momentos, en los que se sale de mí mismo, pero también
en los que miro hacia mí y mi entorno cercano. Mirar y comunicar, así como mirar,
y callar. Todo lo que hago involucra mi mirada, así suena obvio, a veces no lo es.
OJGH | ¿Nos podría decir cómo se inclina
usted hacia la perspectiva, la geometría, la forma, el contenido en su fotografía,
por qué le fascinan o no y qué busca con ello?
DGQ | La geometría en la fotografía
es uno de los recursos más valiosos y que tiene infinitas formas de ser utilizado
para múltiples fines, ya sean comunicativos, conceptuales, visuales. Recuerdo siempre
haber tenido mucho interés en mi clase de geometría del colegio, siempre me gustó
ese mundillo matemático, que después tomaría tanto valor a la hora de componer una
imagen. Luego, al conocer la perspectiva, me di cuenta que las dimensiones son infinitas
y que pueden simularse unas con otras.
Me enamora crear imagen por esa razón, dimensiones
en otras dimensiones dentro de otras dimensiones, suena muy geométrico ¿no?
Se aprende a extraer mucho más del mundo
cuando se observan más las líneas, las formas, el contenido y se juega con ellos,
se exploran, y se proponen, porque allí está la gracia de esas cualidades, son maleables,
son dinámicas, son cambiantes.
OJGH | ¿De qué se trata en usted, en
su mirada, en sus sensaciones y sentidos, el desnudo, qué es lo evidente de él,
qué no es evidente en él, qué le lleva a hacerlo y por qué?
DGQ | Tomarían páginas y páginas describir
todo lo que el desnudo ha configurado en mí. Desde el autoconocimiento, hasta la
superación de miedos e inseguridades. El desnudo en mi fotografía inició como una
casualidad y una curiosidad. Esos viajes a las montañas explorando lo natural, me
dieron a entender que quería unir esa naturaleza humana con los paisajes, ya que,
muchas veces para las personas citadinas, de alguna manera hay un contacto más restringido
de esa naturaleza, aunque en mi caso, allí estuvo, así fuera de formas sutiles y
contaminadas con concreto.
Resultaba interesante despojar del paisaje,
las prendas de vestir. Eliminarlas, suprimirlas, y permitir que el brillo del sol
contactara con la piel y me dieran la oportunidad de hacer una imagen que ni siquiera
sabía que era posible. El cuerpo desnudo fue uno de mis elementos más importantes
para entender mucho sobre la luz. El cuerpo me acercó a la luz, así me gusta describirlo.
Y a la luz en muchos sentidos. Sentí que
tenía mucho que decir, y que el cuerpo era parte de ese mensaje, pude desarrollar
una visión más completa de lo que es mi existencia, sentí la fragilidad del fuerte
y la grandeza del débil, superé complejos mentales y físicos, pues también me permití
ser el retratado.
Realmente le debo mucho a la decisión de
realizar fotografía de desnudo. Lo he romantizado y también normalizado, lo he sexualizado
y desexualizado, lo he abordado y lo he olvidado. Ha sido lienzo e instrumento.
La piel sigue teniendo esa belleza que le descubrí hace años, y cada vez encuentro
más que decir por medio del desnudo.
Se ha convertido en terapia, no sólo para
mí sino para las personas que retrato, cada sesión se convierte en un dialogo vulnerable,
encontrar la belleza es una aventura revoltosa e infinita, y el desnudo lo permite.
OJGH | ¿Cuál es la tensión y la intención,
desde lo que llamamos: Suscitación Súbita de Sentido (SSS), en esta tarea que hace,
porque lo queer y qué le propone de nuevo que perturbe?
DGQ | Crecí en una generación de muchos
cambios y de muchas influencias, de alguna manera, nunca me sentí muy identificado
con las figuras de autoridad o las figuras a seguir en la sociedad que crecí, en
el entorno que vivía tenía figuras de violencia, de machismo, o figuras religiosas.
Ninguna me gustaba, así que afortunadamente tuve el valor de iniciar el viaje por
mi reconocimiento, y en ese ir y venir, muchas cosas fueron cambiándome y mostrando
quien soy en este mundo. No pertenecía a la “normalidad” pero en realidad sentía
no pertenecer a mucho, y así fui creando mi identidad, por medio del arte, la música,
la creación, la observación. A veces me discuto el concepto de lo queer, los géneros,
la sexualidad, me gusta abarcar eso en mi trabajo fotográfico porque aún hay mucho
que decir al respecto, y porque son temas que tocan mi cotidianidad y que están
muy satanizados y en ocasiones siento que también hay enfoques que no me interesan
sobre esos mismos temas, así que por qué no, explorarlos a mi manera, definirlos
con mis palabras, o mejor dicho con mis imágenes. Y posiblemente suscitar algo en
alguien más que necesite educación sobre dichos temas.
OJGH | ¿En su naturaleza del viaje, su
necesidad, qué es lo más le causa un comienzo y un desarrollo de su fotografía o
para su fotografía, cómo hace el viaje, qué es viajar?
DGQ | Viajar para mi es tan amplio,
obviamente hay una definición inmediata, relacionada a moverse de un lugar a otro,
en esa medida, también podemos lograrlo con la mente. El viaje en mi fotografía,
ha sido denominado de varias maneras, el viaje que he hecho durante estos años con
mi labor, es decir, el proceso que he tenido tanto conceptual como técnicamente.
Los viajes cortos o largos que he fotografiado. Los viajes que he hecho gracias
a la fotografía; y los viajes que sueño con realizar con mi cámara en mano.
El viaje es entonces, una constante en mi
mundo como fotógrafo, una fotografía como tal es un viaje a un momento concreto,
a un trozo de pasado tangible. Aprender a dimensionar el tiempo y el espacio como formas complejas de la existencia
y lo que percibimos. La vida como un viaje en sí misma creo que es la responsable
de la obra de muchos artistas.
OJGH | ¿Qué podría decirnos de la noche
en su vida, cómo es la noche dentro de su vida y su fotografía, como la proyecta,
que simboliza y por qué?
DGQ | La noche es la extensión más cercana
a mi bienestar. Aunque soy un amante de la luz del día y de los rayos fuertes de
sol, no hay luz concebida sin su contraste, es decir la oscuridad… la noche.
La noche siempre ha sido mi cómplice creativa. Me gusta editar las fotos en la noche, siento el tiempo más liviano y llevadero, a veces el ritmo del sol me agobia la existencia por ende trato de tomar la noche como ese tiempo en el que me siento más libre y menos observado, al fin de cuentas, sigo siendo el mismo introvertido, aunque la fotografía me saque de ese mundo en ocasiones y me vuelva más expresivo de lo que alguna vez pensé. Es la noche la testigo de las luchas con los inconvenientes, la que me ha dado fuerza en momentos determinantes. Definitivamente un ser creador nocturno. La poética de ella y su belleza, la pizca de peligro que la acompaña. Mezcla fascinante.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 188 | novembro de 2021
Artista convidada: Ana Sabiá (Brasil, 1978)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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