La obra de Chabuca atraviesa
momentos que van desde la añoranza por el pasado, cuando la figura masculina
aparece como garante de las tradiciones [2] hasta la más audaz entrega a un
proyecto revolucionario -con el ciclo dedicado al poeta Javier Heraud- pasando
por abstracciones eróticas y un tratamiento del lenguaje orientado cada vez más
hacia el sinsentido. [3]
A pesar de este amplio y
experimental recorrido, tanto temático como musical, es curioso el hecho de que
se conserve en la memoria popular la época más tradicional de la obra. Granda
ha sido colocada como mujer burguesa conservadora y domesticada; manteniéndose
al margen composiciones como Paso de vencedores o El fusil del poeta
era una rosa. Composiciones que revelan, que hacen evidente, su condición
de mujer vanguardista y subversiva.
Esta angustia, asociada a
la dimensión temporal, es resuelta por Chabuca a través de la música, con sus
prisas e intervalos, para hacer sonar el amplio abanico de sensaciones de
placer y dolor que trae el amor.
En
el devenir de la obra de Granda se puede observar la toma de distancia de la
tradición y la llegada de la soledad con la extrañeza que produce el encuentro
con ese incesante vértigo de placer que parece estrangular la lengua y sus
posibilidades discursivas.
La desnudez de esa
larga noche [4] es posible de
sostener gracias a que, justamente la letra, el murmullo y la voz, cobijan la
piel al desnudo y se hace posible una trama que deletrea los objetos y el amor
ausente. Chabuca puede hacer de la ausencia otro partenaire que localizamos por
ejemplo en la figura de la Zamacueca.
Y alucinada y tan sola y tan desalmada
Si es sólo si es sólo una larga noche
Zamacueca, zamacueca
Es sólo una larga noche
Mi noche nunca es aurora
Que llega por la mañana
Es sólo larga cornisa
Que da la vuelta a la nada,
Zamacueca, zamacueca
Que da vuelta a la nada. [5]
Hay algo que esta señora de viajes y de sueños me sigue enseñando: la
gran paradoja del ir y venir o la del olvido y el recuerdo. Todo esto mostrado desde
su necesidad de imprimir con canciones las huellas de Lima y sus recovecos, las
alturas de los andes y su grandeza, el ritmo y sensualidad de lo afroperuano. Los
múltiples personajes de su universo conjugan con el canto a lo perdido, con el
sonido evanescente, con aquello que hay que poder olvidar:
Chabuca dice, al oído afinado, que hay algo de la tradición, de lo pasado,
que se sostiene en el vértigo del futuro, en la herida de la pérdida. Chabuca
nos lleva de paseo por las calles de Lima y por los espacios del deseo, subvirtiendo
la temporalidad clásica para dejarnos
llevar, dejarnos perder, en la entrega de esta poeta a su ser peruana y a sus
orillas de mujer:
Llegaré a las
orillas de un río de vino,
Llegaré;
A borrar
caminos
A dormir
olvidos, llegaré
NOTAS
1. Lo podemos ver en temas como José Antonio o Fina estampa
2. Como por ejemplo “Zeñó manué”
3. La más lograda de estas
exploraciones la tenemos en la canción Canterurias.
4. Canción: Una larga noche
5. Canción: Una Larga Noche
ANI BUSTAMANTE es doctora en psicoanálisis por la Universidad Complutense de Madrid y psicoanalista. Se dedica a la docencia, la clínica y la investigación de las relaciones entre arte, filosofía y psicoanálisis. Es autora de los libros: Los sonidos de eros, un recorrido por la obra de Chauca Granda, Los Pliegues del Sujeto, una lectura de Fernando Pessoa, Adolescencia, la revuelta filosófica, y de numerosos artículos en libros y revistas especializadas. Directora del portal: http://www.elarteyeldivan.com.
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 192 | dezembro de 2021
Curadoria: Floriano Martins (Brasil, 1957)
Artista convidado: Pablo Amaringo (Peru, 1938-2009)
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