Se
refiere este aclamado periodista e historiador estadounidense a la obra Jean Jacques Rousseau: la transparencia y el
obstáculo, del médico y literato suizo de origen judío-polaco Jean Starobinsky
(1920-2019), un texto que se destaca como un clásico de la moderna crítica literaria,
que fue presentada como tesis doctoral en la Universidad de Ginebra en 1957. Después
de la lectura de este ensayo de Darnton, quedé definitivamente prendado de este
extraordinario médico y literato de ascendencia hebrea que acaba de fallecer a la
provecta edad de 98 primaveras el año antepasado (4 de marzo de 2019).
Como
toda persona genial, desde su infancia en Ginebra forma su imagen del mundo en varias
lenguas: francés, alemán, polaco, yiddist, latín. Se doctora en dos disciplinas
del conocimiento casi antitéticas: medicina y filología, se interesaba por la medicina,
música, literatura, historia, psiquiatría, filología, psicoanálisis, filosofía,
semiótica. Su pasión iba de las humanidades a la ciencia. Fue un verdadero espíritu
enciclopédico.
Con
el fallecimiento de Jean Starobinsky, ya son tres las cimas del pensamiento de origen
hebráico que nos dejan recientemente y que han dejado obras de verdadera trascendencia:
el estadounidense Harold Bloom (El canon Occidental,
La religión americana), y el francés George Steiner (Gramáticas de la creación, Nostalgia del absoluto, La muerte de la tragedia),
pero a decir verdad fue Starobinsky menos conocido que ellos. La gran pasión
que acompaña a los tres judíos fue la literatura, sólo que Starobinsky tenía, como
dijimos, formación médica. Fue por esta razón que explora en la o desde la literatura
europea un mal de la cultura de occidente: la melancolía, la languidez y el pesimismo.
La transparencia y el obstáculo, dice
Darnton, lleva las marcas del tiempo en que fue escrito: Estudio del tiempo humano
(1950), de George Poulet; Fenomenología de la percepción (1945), de Maurice Merleau-Ponty;
Génesis y estructura de la Fenomenología del espíritu de Hegel (1946), de Jean Hippolite;
De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad (1932), de Jaques
Lacan, ideas que toma Starobinsky de estos autores para comprender a Rousseau.
La
idea de alienación de Hegel resultó la más útil de todas para Starobinsky, que tiene
sus antecedentes en un Rousseau desconocido que puede verse como el padre del existencialismo.
La caída del hombre del estado natural es una pérdida de transparencia, los artificios
sociales y culturales que abrieron el camino a la civilización, pero cerraron el
alma al mundo exterior. La historia es para el pensador ginebrino una trampa psíquica,
pues mientras mayor es nuestra inversión en el refinamiento de las artes y las ciencias,
mayor es la pérdida de contacto con el núcleo de nuestro propio ser. La negación
de la naturaleza por parte de la cultura, pensamiento central roussoniano, es idea
que tomaron posteriormente Hegel y Federico Engels para los procesos de la historia,
Kant y Cassirer la adaptaron a un sistema de ética y estética, el antropólogo Lévi-Strauss
califica al pensador ginebrino como padre de la antropología.
Pero,
¿de qué manera se convierte Rousseau en un gigante del pensamiento en el que abrevaron
desde Karl Marx, el filósofo Derrida, el antropólogo Lévi-Strauss y el gigantesco
y cruel genocida camboyano Pol Pot? ¿Cuáles fueron los inicios de este ´pensador
que ha sido considerado padre de la Revolución Francesa de 1789?
Starobinsky
se vale de Freud y de Lacan para adelantarnos una explicación: el traumatismo infantil,
piedra angular del psicoanálisis. Rousseau era hijo adoptivo de la familia Lambercier
en Ginebra, un hogar que constituía un mundo edénico de comunicación perfecta, que
se vio roto repentinamente cuando fue obligado a confesar un crimen que no cometió:
un peine dejado en la cocina que fue roto y todo apuntaba a que fue Juan Jacobo
quien lo hizo. Recibe entonces una paliza. El mundo del muchacho se desmorona y
al experimentar la injusticia aprendió a medir la disparidad entre las cosas como
son en la realidad y las cosas como aparentan ser, una pérdida de la inocencia.
Este
acontecimiento en la vida del ginebrino me hizo recordar una traumática experiencia
vivida por quien escribe. Fui expulsado del Liceo Egidio Montesinos de Carora por
una larguísima semana por un crimen que no cometí. En el laboratorio de biología
de segundo año un compañero de estudios toma un órgano sexual masculino de plástico
y lo coloca en la cara a una de las chicas del curso. Ambos somos expulsados por
el director del instituto, el profesor y abogado Rigoberto Valenzuela. Lloré amargamente
por aquella injusticia que nadie trata de desmontar. Era una verdad de corbata y
paltó que ocasiona en mi psiquis largas noches de insomnio y pesadillas. Desde ese
terrible mes de marzo de 1965 no volví a ser el mismo, algo se había roto en mi
relación con el mundo de lo social. Enmudecí y me hice parco al hablar, lo que me
condujo a buscar otra vía de expresión: la transparencia de la escritura.
CONTATO
Luis Eduardo Cortés Riera. cronistadecarora@gtmail.com
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 194 | dezembro de 2021
Artista convidada:
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