1. Introducción
A lo largo de todos los
poemas que componen la colección Tierna soy
en el interior (1923) de Nahui Olin se percibe la presencia imperante de un
“yo”, pudiendo hablar así de un verdadero y propio “yoísmo”, con el cual no nos
referimos al abuso que se produce del pronombre personal sujeto de la primera persona
singular, [1] sino a un concepto mucho
más arraigado en la significación general de los textos.
Teniendo en cuenta además
la lengua original con la que se han escrito los poemas, el francés, debemos recordar
que dicha lengua requiere la explicitación del sujeto, pese a que posea junto con
las demás lenguas neolatinas, como el español o el italiano, la virtud de descomponer
el verbo en múltiples desinencias verbales. Pero este mecanismo morfosintáctico
no ha influido en la versión castellana de los poemas, puesto que es voluntad de
la autora misma explicitar aisladamente su “yo” en lo que a materia sígnica [2] se refiere, o enmascararlo en lo concerniente
a la materia semántica, morfosintáctica y retórica.
El Apóstol Juan dijo que
«en principio era la palabra», pero no nos dio garantía alguna sobre el final. En
nuestro caso, la palabra “yo” se propagará como un sujeto, que es tal porque está
sujeto a varias interpretaciones, hasta que la página, la lengua o su universo se
lo permitan, pero de tal manera injertado en todos los niveles de la lengua, que
su significación será sin lugar a dudas infinita.
2. La
oraciones relativa como organizadora del espacio sintáctico
En castellano existe la
palabra “sedicente” con el significado de «persona que se da a sí misma tal o cual
nombre, sin convenirle el título o condición que se atribuye» (DRAE, 2001), pero
si consideramos la etimología de la palabra, observaremos que se trata de un calco
del francés soi-disant, es decir, si respetamos
la estructura sintagmática al pie de la letra, ‘dicente de sí mismo’. Como atribución
del sujeto, por lo tanto, podremos afirmar que un “yo sedicente” es un ‘yo que dice
de sí mismo’ sea cual sea el modo. Y si como dice Lacan el subconsciente está estructurado
como un lenguaje (U. Galimberti, 2006), vale también lo contrario, o sea que el
lenguaje está estructurado como el subconsciente o, mejor dicho, como el propio
“yo”.
En el caso específico de
Nahui, su “yo” se ve reflejado a nivel textual primeramente en la sintaxis y, sobre
todo, en las oraciones subordinadas relativas. Dichas oraciones, introducidas por
un pronombre relativo (que tiene la doble función de reproducir el sustantivo y
de servir de nexo conjuntivo entre la oración principal y la subordinada) (S. Gili
Gaya, 1978) funcionan sólo si existe un antecedente expreso o callado. En los poemas,
pues, el antecedente está constituido por el multiforme “yo” de Nahui y sus pertenencias,
como podemos ver en los siguientes casos:
Por el espíritu
| pos su sexo | de montaña | que es una mujer | que es | en el interior | tierna
(Tierna)
Con el tafetán |
de mi vestido | que | ayuda | a | rimar | sus movimientos | suavemente (Estoy en la vida)
El peligro | de
ver | mis piernas | salir | de mis faldas | que terminan | en las rodillas (Para calzarme)
Mi cuerpo | completamente
| solo | completamente | desnudo | Que viste | mi corazón | mi espíritu (Completamente desnudo)
La única función de dichas
construcciones no es más que la de propagar como ondas concéntricas el “yo” de la
autora, pero no se limitan sólo a eso, puesto que en el caso de las oraciones relativas
introducidas por el adverbio relativo “donde”, que se usa con antecedente que exprese
lugar o con las preposiciones “de” y “por”, nos demarca también el espacio de recorrido
de estas ondas, como podemos observar en los siguientes versos:
Por las calles |
donde cautivo | ojos | como una nube | luminosa (Estoy en la vida)
París
| Donde | yo | quería ir | a buscar | los misterios | de | la | NOCHE (Cuando era pequeña)
El mundo | está
encerrado | en el pecho | DONDE ELLA DUERME (Nahui es una pequeña)
El olor | del mar
| donde nado (En la playa)
Es curioso observar cómo
es el espacio y no el tiempo (a través del adverbio relativo “cuando”) el que destaca
en la sintaxis de los textos. A lo largo de toda la colección, de hecho, encontramos
también con frecuencia locuciones adverbiales que destacan lo espacial, baste pensar
en la locución adverbial “por todas partes” que se repite en los poemas Tengo una gran bolsa, En mi casa, Completamente desnudo y Yo no
soy rica y obsesivamente en Sin cesar.
No encontramos, sin embargo, ninguna referencia a locuciones temporales con la idea
de pasado y de futuro, puesto que toda la colección parece desarrollarse en un eterno
presente:
Yo visitaba | todos
los días (En el colegio de monjas)
Yo | veo | cada
vez | una figura | nueva (Me regocijo)
Amar | es gozar
| es sufrir | al mismo tiempo (Ahora sé)
Todas | las | veces
| yo | soy | otra | cosa (Poso para los artistas)
La mano | bella
| y fina | DE ANA | es | el presente | constante (Una mano)
Siempre | hay |
en | medio | del corazón | una | bella | cosa (Siempre)
Ambas dimensiones, la espacial
y la temporal, parecen estar, pues, delimitadas. La espacial porque, pese a la repetición
de la locución “por todas partes”, ésta parece referirse sólo a lugares circunscritos
[4] como el restaurante, el colegio de
monjas, la playa, el dáncing, la ciudad, la casa, los sobreros, París, Francia y
el cine. La temporal porque el eterno presente, para ser tal, necesita liberarse
de los tiempos pasados y futuros, y cada exclusión, en cuanto ausencia, es automáticamente
una limitación. La sintaxis determina, pues, gracias a los valores temporales y
espaciales que adquieren sus construcciones, el sujeto de la acción.
3. El
silencio como organizador del habla
Van Gogh afirmaba que el
pintor pinta, no lo que ve, sino lo que siente. Lo visto puede ponerse en palabras;
lo sentido puede presentarse a algún nivel anterior o exterior al lenguaje. Hallará
su expresión únicamente en el idioma específico del color y de la organización espacial
(G. Steiner, 2003: 39). El arte abstracto y el no objetivo, por lo tanto, rechazan
o tienen dificultad en hallar un equivalente lingüístico.
Lo ojos de Nahui ven y son
vistos continuamente, como los de una pintora y los de un retrato:
Me posea | viendo
| por mucho tiempo (Tierna)
A todos los ojos
| que | la | poseen | viéndola (Tierna)
Y mis ojos | hablaban,
| escuchándolos, | se posaban | en los tuyos (En el restaurante)
Es la música | la
que aumenta | en los ojos (En el dáncing)
Por las | calles
| se | ve | se | escucha (En la ciudad)
No veo | más que
los ojos | que iluminan | la noche (En el
cine)
Tú acaricias | con
tus ojos (Sin cesar)
Pero son otros los elementos
que dominan la escena, porque si “ver” significa ‘vivir’, esto supone que el “ver”
tenga, así como la vida, dos confines: las luz fuerte y luminosa y la oscuridad
total. Recorriendo los poemas de Nahui, pasaremos de una frontera a otra del color,
del día a la noche, de la luz a la oscuridad:
Con alas | que |
les dan luz | como | una nube | luminosa (Estoy
en la vida)
Muy | negro, | y
| sobre todo | la | noche, | es | gato | negro (Muy negro)
Bajo | el | día
| la | noche (Muy negro)
Ojos | que iluminan
| la noche | la oscuridad (En el cine)
Pero esta dualidad se refleja
sobre todo en la organización del material verbal y sígnico (que es negro) en la
página en blanco que durante y al término del recorrido nos devuelve al blanco.
Transitamos del blanco al blanco de la página, así como del blanco al blanco de
la palabra poética, colocados con sabiduría por la autora para callar la conexión
de las palabras entre sí (versos fragmentados, falta de puntuación, falta de conectores,
verbos y sujetos implícitos, saltos sintácticos etc.) y para expresar lo que éstas
no consiguen decir (su potencial semántico). Pero el principal contenido semántico
de este color es el alma de Nahui. Si tenemos, de hecho, en cuenta que el blanco
es la unión de todos los colores, podremos afirmar que su alma se va desplegando
a través de todos los colores escapando de lo oscuro, del negro, que es la negación
de todo color, y en el caso que nos ocupa la prisión de su cuerpo.
Además, el blanco, este
espacio-color, corresponde verbalmente al silencio, a la otra cara del lenguaje.
Cada palabra y cada estructura sintáctica, al mismo tiempo, dice y calla algo, y
de esta manera la profusión discursiva mantiene su unidad. No olvidemos, por otra
parte, que la poesía habría que escucharla, y no leerla, sobre todo porque el silencio
tiene un decir distinto del decir ordinario.
La lengua de Nahui, y por
ende su universo, [6] pulula de signos,
imágenes de colores, imágenes en blanco y negro y reflejos… en una descomposición
prismática del espacio textual y del espacio lingüístico que son recogidos por espejos.
Este objeto, que guarda siempre en su bolsa (que según el poema Tengo una gran bolsa es su casa, su universo)
y ante el cual se regocija mirándose (véase el poema Me regocijo), propone siempre una imagen diferente de Nahui: «frente
| al |Espejo | donde | yo | veo | cada vez | una figura | nueva | que | dice | -SÍ- | soy la misma
| siempre | nueva» (Me regocijo). La Nahui
“ nueva” se propaga en multitudes de “cosas nuevas”:
Me paseo | por las
calles | como una cosa | nueva (Estoy en la
vida)
Él enseñaba | un
nuevo mundo | donde me encontraba (Por casualidad)
Es una | estación
| nueva | de la vida (En la playa)
Yo | tengo | encerrados
| en | mis | ojos | los | misterios | de países | nuevos (Cuando estoy cerca de mis amigas)
Yo | poso | para
los artistas | que hacen | cuadros | Siempre | nuevos | cuando | poso (Poso para los artistas)
Y | aporto | siempre
| una nueva | cosa | que | es | mi | espíritu (Poso para los artistas)
La | vida | que
| te | glorifica | con | la armonía | de toda | una nueva | VIDA (Mamá)
Él se alza | completamente
nuevo | como una nueva | fuerza | en | EL UNIVERSO (Serenidad)
Y cada momento |
es una nueva esperanza | un nuevo sufrimiento (La vida)
Si consideramos la etimología
de la palabra “sujeto”, tanto griega (upo-keimenon)
como latina (sub-jectum), resulta ser
de gran interés la imagen del espejo. El sujeto, es decir el “yo” de Nahui, es lo
que ‘está debajo’ de la acción que el verbo describe, la cual, refiriéndose a las
cosas, las coloca frente al sujeto, y así las cosas se convierten en ob-jeto (objectum), o sea lo que ‘está delante’. Nahui
se coloca frente al espejo como se coloca frente al universo, la nueva Nahui se
convierte en “cosa nueva”.
El universo se hallará de
este modo regenerado, pero este también estará limitado, porque las palabras que
alimentan sus imágenes, las palabras que “las alas propagan al mundo” (Estoy en la vida) están en el umbral del
silencio. Como afirma Henri Lefèbvre, de hecho, «el silencio está dentro del lenguaje
y al mismo tiempo en sus fronteras» (G. Steiner, 2003).
4. El
símbolo como organizador del universo
En primer lugar, la dualidad
de Nahui como diosa y mujer, como alma y cuerpo [9] explica la omnipresencia de su “yo” tanto en los lugares finitos
o circunscritos como en los infinitos, de los que pasa de unos a otros en un movimiento
de elevación o de caída:
Tierna | elevándose
| hasta el cielo | […] donde el cielo | se precipita | como los ojos | de los |
humanos (Tierna)
Estoy en la vida
| y | la | locura | me hace | amar | la locura | de | la | vida | […] Estoy lejos
| de la vida | que es linda | y | su | locura | me | encanta (Estoy en la vida)
Tienen | una cosa
| dentro | que se | mira | de lejos | de cerca | con placer | allá | –acá– (En mis medias)
Y son | las lágrimas
| unos | grandes ojos | de un | cielo | azul | que caen | cuando | él | llora (Cuando él llora)
Mi espíritu | se
alza | como la primera | mañana de su vida (Serenidad)
A estos movimientos verticales
corresponden otras series de movimientos del interior al exterior y viceversa, como
puede percibirse desde el título mismo de la colección, donde el sustantivo “interior”,
representativo del alma, es “encerrado”, “encarcelado” y “guardado”, pero sobre
todo “rodeado”. El alma de Nahui, contenida ya por el propio cuerpo y por sus vestidos
[10] (en contraste con el cuerpo “completamente
solo | completamente desnudo”), es contenida además por los brazos de ese “tú” al
que llama “ladrón”, que la rodean mientras ella merodea:
Amo bailar | entre
| unos | brazos | y lanzarme | voluptuosamente | a los movimientos | de los | brazos
| –que me hacen bailar– (Estoy en la vida)
Una pequeña | escondida
| en los brazos | de un ladrón | que adora | su tesoro (Nahui es una pequeña)
Los brazos | que
| envuelven | su | cintura | son | el universo | que | cubre | su cuerpo (Nahui es una pequeña)
Si el cuerpo es el símbolo
del alma de Nahui, ese “tú”, frente al que se coloca como frente al espejo, es el
símbolo del universo: «Tú | que eres todo | lo que abarca | el universo (Tengo una felicidad)»; y todo lo contenido
por él es encerrado: «Las profundidades | las grandezas | de la noche | encerradas
| por una | llave (Una mano)».
5. Conclusiones
Sabemos que poseemos un
“yo” desde hace poco más de tres siglos, desde que Cartesio empezó a decir cogito inaugurando una subjetividad que las
épocas sucesivas han robustecido y el psicoanálisis consagrado, pero Nahui parece
haberlo sabido desde siempre. Esa alma, contenido del cuerpo como mujer y esencia
del universo como diosa, lanza en medio del espacio textual y del espacio lingüístico
su “yo”, que se propaga, como una piedra lanzada en medio del agua, en ondas concéntricas,
generando de este modo el concepto de “yoísmo” del que hablamos al principio.
La autora procede inquietamente
a semejanza de los dioses, y de las profundidades hace emerger la corriente viva
de las palabras, de la noche oscura del cuerpo la luz luminosa de su alma. Palabras-clave,
éstas últimas, desde una perspectiva textual, pero también palabras-testimonio en
la tradición poética mundial que propagan la historia de almas de poetas como San
Juan de la Cruz (La noche oscura del alma)
y Jorge Eduardo Eielson (Noche oscura del
cuerpo).
Y es así como estas propagaciones,
más o menos veladas, más o menos íntimas y más o menos silenciosas, se revelan manifestando,
no sólo sus mecanismos (que hemos venido analizando a lo largo de estas páginas)
sino también todo su encanto.
NOTAS
1. Amando de Miguel define este fenómeno,
que surge por el influjo del inglés y determina un peligroso sesgo individualista
del habla, como «falsa primera persona» (A. de Miguel, 1994: 183).
2. Fijémonos por ejemplo en los versos
como «Yo poseo» (Poseo), «Y yo engaño
con facilidad» (Yo no soy rica), «Yo lloré
durante un mes» (En Francia).
3. Las relativas explicativas tienen un
carácter mucho más independiente respecto a las relativas especificativas, puesto
que pueden suprimirse sin alterar el sentido de la oración principal.
4. Estos lugares adquieren aún mayor representatividad
al funcionar como núcleos en los títulos de los poemas.
5. Muy frecuente son las alusiones al verbo
“perfumar” en infinitivo o en sus formas deverbales a lo largo de la colección.
6. No olvidemos las palabras de Wittgenstein,
quien afirma que «El lenguaje es mi mundo» y «los límites de mi lenguaje son los
límites de mi mundo» (D. Iacona y E. Paganini, 2003: 30).
7. En la Grecia antigua era costumbre cortar
en dos un anillo, una moneda o cualquier objeto y dar la mitad a un amigo o a un
huésped. Estas mitades, conservadas por ambas partes, de generación en generación,
permitían a los descendientes de los amigos reconocerse. Este signo de reconocimiento
se llamaba “símbolo”.
8. Según la concepción estructuralista.
9. La dualidad está a la base de la otra
colección de poemas de Nahui, A los diez años,
en mi pupitre.
10. Obsérvese el empleo del adjetivo posesivo
“mi” tanto con la partes del cuerpo como con los vestidos: “Mi boca”, “mis pies”,
“mis ojos”, “mi cabello”, “mi pecho”, “mi corazón”, “mi sangre”, “mis pies”, “mi
cintura” y “mis senos”; “Mis zapatos”, “mis medias”, “mi vestido”, “mis faldas”,
“mi bolsa” y “mis sombreros”.
Bibliografía
Galimberti, Umberto. Il
gioco delle opinioni. Milán: Feltrinelli, 2007.
___. Parole nomadi. Milán: Feltrinelli,
2006.
Gili Gaya, Samuel. Curso
superior de sintaxis española Vox. Barcelona: Bibliograf, 1978.
Iacona, D. y Paganini, E. Filosofia del linguaggio. Milano: Raffaello Cortini Editore, 2003.
Miguel, Amando de. La
perversión del lenguaje. Madrid: Espasa Calpe, 1994.
Olin, Nahui. Calinement je
suis dedans. México D.F.: Librería Guillot, 1923.
RAE. Diccionario de
la lengua española. www.rae.es, 2001.
Steiner, George. Lenguaje
y silencio. Barcelona: Gedisa, 2003.
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UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 194 | dezembro de 2021
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