Huyes la oscura selva de formas
increíbles.
Tu fantasía llega a donde llegan
tus manos,
y gozas el soneto del mar en
tu ventana.
¡Oh, Salvador Dalí, de voz aceitunada!
Digo lo que me dicen tu persona
y tus cuadros.
No elogio tu imperfecto pincel
adolescente,
pero canto la firme dirección
de tus flechas.
FEDERICO GARCÍA LORCA, “Oda a Salvador Dalí”
La intención de esta
pequeña investigación es detectar algunos elementos significativos del erotismo
daliliano, así como sus implicaciones estéticas, la relación con ciertos acontecimientos
de la vida del pintor que mantienen su obra en una dimensión existencial, además
de intentar interpretar los posibles significados de algunos símbolos acuñados dentro
de la literatura y la pintura del propio Dalí.
Alguna vez leí un libro escrito por un viejo pintor catalán; en él contaba que
existía una casa en Fígueras con un gran piano en la sala; un par de pubertos acostumbraban
tocarlo, dos hermanos: Salvador el mayor, Ana la menor. El padre de ambos era un
notario que le dio por herencia a su hijo su nombre y una forma de ver la vida muy
peculiar. Don Salvador era de carácter fuerte, ateo, con tendencias comunistas y
severo en extremo cuando se trataba de algunos aspectos de la formación de sus mancebos.
El viejo pintor cuenta que sobre el instrumento musical existía un texto que explicaba
la naturaleza y estragos de las enfermedades venéreas, además, dicha obra estaba
profusamente ilustrada. El documento había sido colocado con toda intención por
el abogado a la mano de sus hijos con el objetivo de forjar consciencia sobre los
estragos que tales padecimientos podían producir en sus organismos. Años después
Salvador hijo confesaría que la lectura del mentado libro le había causado severos
traumas y complejos que trascendían la mera esfera de lo sexual. A manera de introducción
quiero presentar algunos textos escritos por Dalí en donde es posible encontrar
pasajes de interés para nuestro estudio. [2]
Tenía nueve años, cuando en Figueras,
fingiendo dormir, con la cabeza caída sobre mis antebrazos apoyados en la mesa del
comedor, intentaba atraer la atención y el interés de una joven sirvienta. Con ello
descubrí un peregrino placer: las migas de corteza de pan que había sobre el mantel
se clavaban en mis codos, y yo debía soportar ese dolor para permanecer inmóvil
mientras la sirvienta de faldas crujientes daba vueltas a mi alrededor. En aquel
instante se oyó cierta vez el canto de un ruiseñor, que me emocionó hasta verter
lágrimas. Aquel dolor y aquella alegría se unieron en mi memoria. [3]
Dentro de las primeras experiencias sexuales significativas que Dalí tuvo en
su vida se encuentra la masturbación:
…había descubierto los placeres
de la masturbación en los W.C. de la escuela de dibujo; sin embargo, aquel placer
no era total. El conjunto de la operación me fascinaba como un proceso extraordinario
de posesión. Me sentía orgullosamente satisfecho de conocer y vivir ese fenómeno,
pero a la vez esas prácticas me consternaban, pues adivinaba su equívoco, en verdad
estaba atrasado en relación a mis camaradas; ellos se daban desde hacía ya tiempo
al onanismo, y yo había recogido de aquí y de allá conversaciones que me habían
intrigado, ignoraba totalmente cómo se podía practicar esa clase de placer. Sabía
solamente que se podía estar solo o estar dos, pero mi singularidad me impedía pedir una explicación
a ninguno de mis condiscípulos… [4]
Dalí nos comparte un capítulo interesante de su adolescencia en el siguiente
pasaje:
Una tarde, en el instituto, después
de una clase de filosofía que tuvo lugar al aire libre, cambié una larga mirada
con una de mis jovencitas compañeras. Con solo cruzar nuestras miradas nos pusimos
de acuerdo. Sin esperar, salimos juntos corriendo para ocultar nuestra emoción,
pronto estuvimos fuera de la ciudad. El campo estaba muy cerca. Le señalé un sembrado
de trigo algunos pasos más lejos, nos dejamos caer en un nido formado por el trigo
tumbado por el viento. Sus senos bellos y firmes me atraían. Le puse las manos en
el pecho y los sentí palpitar bajo su vestido. Le tomé la boca largamente, fogosamente, hasta cortarle
la respiración. Pero ella estaba resfriada y resoplaba entrecortadamente, sin conseguir
retener los mocos que le resbalaban hasta las mejillas. En cuanto las soltaba, se
secaba la nariz primero con un pañuelito y luego con los bajos de su vestido. La
tomé en mis brazos, frotando mis labios contra sus rubios cabellos para borrar los
rastros de moco que se me habían pegado y para intentar respirar el olor a corderito
que subía de sus axilas. Con esta “novia”
estuve ensayando durante cinco años toda la gama de mis sentimientos egoístas, narcisistas,
paranóicos y sexuales, y explotar los más diversos aspectos de mi perversidad sensual.
Primero, fascinarla. Con mis palabras, mis besos, mis actitudes, mis ambiciones.
Era una presa fácil. Mis mentiras y mi hipocresía natural crearon un clima de embrujamiento
que la subyugó. A continuación, romper en ella toda resistencia. Ya la primera tarde,
le asesté una verdad terrible que la dejó atontada: “No te quiero”. Muy pronto,
le anuncié que no iría con ella más de cinco años, sin amarla nunca. Nuestros
amores fueron castos; caricias de senos y besos en la boca. Esta abstinencia, mi
lenguaje despectivo, y mi ruda actitud componían la sabia red de la esclavitud moral
que yo quería imponerle. Ella soportaba mis
peores malignidades y era inmensamente dócil a mis caprichos; enséñame tus senos,
más abajo, tiéndete, hazte la muerta, deja de respirar, abrázame. La comedia se
repetía en cada encuentro y ella siempre obedecía. A veces ella sufría una crisis
de lágrimas que yo calmaba con frialdad. En sus momentos de debilidad me volvía
aún más exigente. Incluso le ordené romper con todos sus amigos para que se consagrara
a mí únicamente. Ella accedió. Critiqué a todos sus parientes hasta destruir la
estima que ella les tenía. Creaba un desierto a su alrededor y su tristeza era mayor
cada vez… Le había impuesto mi cinismo, mi violencia, mis mentiras y, sobre todo,
había puesto a punto el principio de mi sistema: la plenitud del placer amoroso
mediante la insaciedad voluntaria y la servidumbre de la compañera… [5]
Mi
erotismo es un juego con reglas precisas y al mismo tiempo con una ascesis tan rigurosa
como una ceremonia de iniciación. Se trata primero de seleccionar una serie de seres,
escogidos por su belleza y actitudes amorosas y luego, hecha la elección, imaginar
parejas cuyos componentes no se conozcan, establecer después una red de contactos,
de diálogos, de situaciones que poco a poco sorprenderá, seducirá, convencerá a
los actores del juego daliliano, cuya sutilidad evidentemente se les escapará, pero
serán sus esclavos consintientes y sumisos. Poseo el arte de picar la curiosidad,
de crear leyendas, de establecer contactos únicos. Esta diplomacia erótica me encanta
hasta el momento en que, habiendo suscitado la pasión de dos seres, los meto en
mi probeta y los meto en mi lebrilllo donde, con sus cuerpos desnudos y sus deseos
exacerbados van a entregarse, para mi deleite, al placer de las caricias bajo la
genial autoridad daliliana. El colmo se alcanza cuando he tejido tal conjunto de
complicaciones alrededor de esa pareja, cuyas resistencias han quedado rotas o borradas,
que viene a ser como el centro de una especie de sacrificio de una experiencia un
poco mágica. El único punto fijo de esta verdadera tela de araña soy yo; tela de
araña en la que puedo atrapar a quien quiero, cuando quiero –tanto lo esperan todos–
y mi voluntad se afirma como el elemento de su metamorfosis. Entonces llega la hora
de idear una verdadera ceremonia erótica. Llegada esa hora, suelo gastar sumas considerables
en cenas, en regalos, en trajes, en salidas, para conseguir mis fines y sojuzgar,
fascinar a mis actores. Las preparaciones a veces duran meses y ajusto cuidadosamente
todas las piezas de mi puzzle. Invento las perversiones más sutiles, impongo mis
caprichos más extremados, decido para cada uno de los participantes los actos más
locos, obtengo las confesiones más completas. Obligo a cada uno a imaginar su comportamiento
en todos los detalles: usted se acostará así, se dejará acariciar de tal forma,
sus piernas formarán tal ángulo, todo comenzará por la introducción de una paja
a la que se prenderá fuego y usted soportará sin moverse hasta el último momento…
Cuando cada uno de ellos ha sido pervertido, convertido, sometido, exaltado así,
reúno un día al batallón de Eros en un lugar cuidadosamente escogido para llevar
los instintos y los deseos hasta su paroxismo: espejos, acolchados, luz, alfombras,
perfumes suaves. Cuido que todo el ceremonial se desarrolle con una precisión absoluta,
con un rigor jerárquico en el que estén previstos no solamente los desplazamientos,
sino también las posiciones, las actitudes, los ruidos, los vestidos, el detalle
de cada operación. Cuando hago mi entrada, todo debe estar en su lugar, controlado por un maestro de ceremonias al
que llamo notario en recuerdo de mi padre. [6]
Otro fragmento relacionado con el tema del erotismo podemos encontrarlo en la
novela de Dalí Los rostros ocultos:
Exactamente a la una y media,
Solange atravesó la puerta de hierro forjado que señalaba el límite de la pequeña
arboleda de castaños; y cuando había recorrido la mitad de la senda, vio que la
puerta de la casa se abría. Alguien había estado aguardando su llegada con el fin
de que no se viera obligada a esperar bajo la lluvia. Solange no habría deseado
por nada de este mundo que la lluvia cesase. Aquella persistencia del tiempo sombrío
y gris todo lo envolvía de un modo tan completo, que ella había vivido junto al
conde Grandsailles durante los últimos tres días una especie de irrealidad y ausencia
de las horas. Al subir las
escaleras, le pareció percibir el corazón en la garganta y se dijo: “¡Antes preferiría
morir que dudar!” Pero sus pies parecían tener
alas. Abrió la primera puerta de la izquierda por medio de un firme girar de muñeca,
entró en el tocador y volvió a cerrarla sin producir ningún ruido, inmediatamente
se sintió ofuscada y rodeada de una lechosa luz blanca que se unía a una fragancia
intensa y embriagadora. Las cuatro paredes de la estancia estaban adornadas de capullo
de rosas. Aquel decorado, improvisado la misma mañana, era obra del famoso florista-decorador
Grimiert, el jefe de ceremonias de los festivales oficiales de la temporada en “La
ville de París”. Las flores estaban sostenidas por un armonioso enrejado de cuerdas
blancas y verdes que se cruzaban diagonalmente, salvaban las distancias de una a
otras paredes, y apenas eran visibles. Pero en cada una de las intersecciones estaba
atado un lazo dorado, lo que proporcionaba al conjunto un aspecto de brillo de sol. Los mosaicos del suelo estaban recubiertos
de una alfombra espesa y oscura de musgo que producía la ilusión de una superficie
uniforme de terciopelo. La mesita del tocador se hallaba literalmente cubierta de
rosas, y exactamente en el centro reposaba una resplandeciente joya que representaba
una granada abierta de oro y rubíes, escrupulosamente ejecutada según la descripción
del Réve de Polyphile. Esta joya estaba acompañada de una plaquita enmarcada con
perlas en la cual se hallaba escrita, también con perlas, una sola palabra: “Gracias”.
Solange,
que solamente tardó un instante en prepararse, abrió la puerta de la habitación
del conde, y todo se hundió en completa oscuridad; dio un paso hacia delante y su
pierna tropezó con el lecho; ágilmente, con una flexibilidad casi inmaterial, se
tendió sobre las tirantes, suaves sábanas y permaneció inmóvil mientras intentaba
sostener la respiración, que semejaba rasgarle los costados. Se mantuvo inmóvil,
con el rostro hacia lo alto y los brazos cruzados sobre el pecho, luchando por calmar
el alboroto de sus sentidos, imponiéndose obstinadamente la idea fija de pensar
tan sólo en su muerte; fue así como pudo, paso a paso, rechazar el placer que sentía
tan próximo a los umbrales de su inmovilidad.
En
la estancia podía oírse el incesante chocar de las ramas, que se producía en el
exterior, unas contra otras, bajo el wagneriano suspiro del viento; la exasperación
de las ramas hojosas pesadamente impregnadas de lluvia, que golpeaban sistemáticamente
contra las sombras indecisas de la ventana; el sonido langueante de sus ropas mojadas.
Cuando el reloj dio las dos, Solange se levantó
con la ligereza de una pluma; pero reprimió su ímpetu inmediatamente y apoyó una
rodilla en el borde del lecho durante unos pocos segundos antes de cerrar de nuevo
la puerta tras de sí y de encender la luz que volvió a revelarle el tocador adornado
de rosas con toda su blancura. [9]
Mi erotismo se alimentaba, en realidad de tres
elementos: el angelismo, es decir, de la apariencia asexual en la expresión; la
crueldad fría, cruda, refinada y que mata el sentimiento; la escatología, que, como
en las telas de Gustave Monreau, está representada por la acumulación de joyas,
cadenas, brazaletes y adornos. El oro y la mierda, ya se sabe, representan la misma
cosa para los psicoanalistas. Una mujer que
sufre la agonía rutilante de las joyas está como rebozada de excrementos y despierta
mi avidez. Sufría entonces dos obsesiones que me paralizaban. Un miedo pánico a
las enfermedades venéreas. Mi padre me había inculcado horror al microbio. Esta
angustia no me ha abandonado jamás, e incluso ha llegado a provocarme accesos de
demencia.
Pero,
sobre todo, experimenté durante mucho tiempo la gran turbación de creerme impotente.
Desnudo y comparándome a mis camaradas, encontraba que mi sexo era pequeño, triste
y blando. Recuerdo una novela pornográfica donde el Don Juan de turno ametrallaba
los vientres con una alegría feroz, diciendo que le gustaba oír a las mujeres crujir
como a una sandía. Yo estaba convencido de que jamás podría hacer crujir así a una
mujer. Y esta debilidad me roía. Disimulaba esta anomalía, pero a menudo era presa
de unas crisis de risa incontenible, hasta la histeria, que era como la prueba de
las inquietudes que me agitaban profundamente. Era tiempo de que encontrase a Gala. [10]
Yo
antes de conocer a Gala, creía que era impotente y no había hecho nunca el amor.
Eso naturalmente, con mi imaginación más o menos desbordante, me llevaba a un estado
de angustia terrible. El hecho
de haber sido con Gala, con la única que he hecho el amor, que no he vuelto a hacerlo
con nadie más que con ella, eso ha encausado toda la vida erótica y amorosa de mi
vida.
El amor es fuerza, potencia, ingestión, digestión.
Es sexo, es lengua, es diente, es zarpa, es caricia. Es dominio y sujeción, obediencia
y rechazo.
El erotismo es un camino real del alma de Dios,
se filtra por entre las estructuras moleculares. Para mí, es la base de angustia
heterosexual. Explorando mi deseo, exploro mi vida.
La
pornografía estuvo de moda en todo el mundo y fue superada. En España también ha
resultado una novedad, pero es la propia juventud, tan ávida de revistas y de cine
pornográfico la primera en saturarse, y ahora comienza a ser rechazada. Es lo mismo
que está ocurriendo con la campaña contra Franco… [11] Parece ser que el público empieza a aburrirse
de oír siempre lo mismo.
Permanecer casto siendo erótico.
La castidad es el problema más serio del mundo.
Por la castidad, simbolizada por la coliflor y el cuerno de rinoceronte, es la fuerza
espiritual que necesitamos para salvarnos. La coliflor simboliza la castidad en
sus curvas logarítmicas. [12]
Según los escritos de Dalí, él define el erotismo como la comunión de alma y
espíritu con el fin de trascender la realidad carente de un sentido explícito, que
solamente puede ser transformada por él, por Dalí. El erotismo está dispuesto de
tal manera que Dalí lo entiende como un juego complicado, un arreglo de dimensiones
psicológicas, estéticas, sexuales y religiosas. [13] Dicha estructura estará compuesta por aparentes ambigüedades, sinsentidos
y contradicciones; no obstante, todo ello conduce a una definición sofisticada del
erotismo, yendo más allá de lo meramente sexual logra instalarse en un ambiente
de misticismo y contemplación que se compagina con la sensibilidad y la inteligencia.
El erotismo es una manera de comprender el mundo, al ámbito personal del propio
Dalí. Quisiera poner atención especial en algunos elementos mencionados por el propio
Dalí.
Es imprescindible
detenernos en la concepción del hombre que tiene Dalí para comprender su definición
de “erotismo”; considero que mantiene una antropología dualista compuesta por un
cuerpo físico en donde pueden existir pocas diferencias significativas entre cada
individuo. Sin embargo, en el espíritu, en el otro elemento del binomio, se encuentran
grandes diferencias que hacen que haya genios y mediocres, de tal manera que hay
verdaderos abismos que separan a los espíritus emancipados del “rebaño”. A pesar
de que la belleza puede hacer que en apariencia un individuo difiera radicalmente
de otro por sus atributos, tal distinción no se compara siquiera con la que puede
existir en el campo espiritual e intelectual. Según Dalí el alma está integrada
por una serie de facetas, a saber:
1. La creatividad: es uno de los principales rasgos distintivos del genio, entiéndase
como una capacidad muy especial que permite agudizar la sensibilidad al extremo
de convertir al artista en un profeta que prevé por medio de su condición de superioridad:
[14] Ver lo que los demás no pueden,
reordenar la realidad para crear mundos nuevos plenos de sentido y de acceso restringido.
[15] Los motivos que mueven la inspiración
del genio se encuentran en un rango de complejidad muy grande.
2. El intelecto: en él se encuentran varios elementos mentales, tales como la
inteligencia, la abstracción, el discernimiento, la reflexión o capacidad de cuestionamiento.
3. La emotividad: incluye todos los sentimientos, las preferencias estéticas,
la sexualidad, los elementos que conforman el erotismo; entre ellos podemos mencionar
una parte de los rituales a los que Dalí alude en sus escritos (atracción por la
pareja, la asimilación de la sexualidad dentro de la vida cotidiana y aquellos parámetros
que dan noticia de la “normalidad” dentro del terreno sexual. Dentro del terreno
de la emotividad también se encuentran factores como la fe religiosa y la moral
personal. La construcción estética de objetos obedecerá a una mezcla elaboradísima
de aspectos vinculados con la emotividad y el intelecto. De tal suerte la obra de
Dalí involucra de forma simultánea la racionalidad, el misticismo, la sensualidad
y el instinto.
Los componentes de las tres facetas del espíritu se complementan para interactuar
y generar productos sutiles tales como el arte, el misticismo, la ciencia o la filosofía.
La separación entre razón y sentimiento no procede, dado que daría como resultado
la incompletitud del hombre. La integración total de estas áreas puede entenderse
como la construcción gramatical de un dual en lenguas como la griega o la jeroglífica
egipcia, en donde se hace referencia a dos elementos que están íntimamente emparentados
como los dos ojos, los dos pies, las dos manos del artesano o los dos esposos. Sentimientos
y razón componen una unidad indisoluble, desgraciadamente en nuestra lengua no contamos
con los recursos lingüísticos y semánticos para expresarlo de un solo golpe.
El cuerpo es el receptor de impresiones externas, es el encargado de asimilar
vestidos, luces y sombras, órganos, aromas, colores, temperaturas, figuras, humedad,
gamas de sabores por complicadas que éstas sean; puede escuchar sonidos y descifrar
sofisticadas escalas musicales. El cuerpo provee al espíritu una serie de datos
que son ordenados y en ocasiones resultan ser modificados o reinterpretados; ello
con el fin de integrar nuevos mundos y despertar fantasías. El erotismo se integra
por dos procesos; el primero lo denominaré básico, integrado por el cúmulo de datos
que son recopilados por el sistema sensorial en su conjunto, que consiste en aquello
que se siente físicamente, y el segundo, el espiritual, que consiste en la elucubración,
el deseo en el sentido más extenso, la estrategia para atraer, la asimilación del
placer total y el perfeccionamiento de los proyectos antes elaborados. En ambas
dimensiones el cuerpo y el alma actúan sincronizados para dar como resultado el
erotismo daliliano. Es imposible que lo reduzcamos tan sólo a uno de los dos aspectos
señalados. Sin atributos sensoriales no pasaríamos de construir meras especulaciones
estériles y frías; por otro lado, sin elementos espirituales se obtendría, en el
mejor de los casos, una colección de impresiones sin significado. El erotismo daliliano
trasciende la carnalidad de los sentidos para alcanzar niveles de comprensión de
la realidad que traspasan lo cotidiano.
La Atracción
Es indiscutible que
el sistema erótico de Dalí es una maquinaria epistemológica compleja compuesta por
varios aspectos; por un lado, el sujeto que funciona como demiurgo, interactúa con
el medio dotando de sentido a una realidad que no lo tiene por sí misma; por otro,
define personajes, erige fetiches, desarrolla un culto a la propia personalidad
y abstrae simbólicamente lo que le muestran los sentidos. Dalí es el creador que
redacta las reglas del juego, desarrolla el ambicioso proyecto de forjar un mundo
único, y, según sus propias palabras, coloca a los participantes de sus “arreglos”
dispuestos de formas diferentes unos de otros dentro de esquemas previamente construidos
por él. Como se pudo ver en varios de los pasajes citados, Dalí llega a la cima
del placer gozando del onanismo, interiorizando aquello que los demás hacen y acotándolo
en el mundo personal de su sexualidad. El erotismo daliliano tendrá su punto articulador
supremo en el complejo juego de llevar una y otra vez al límite los deseos de sus
protagonistas, de desbordar sus pasiones sin lograr que éstas lleguen a su culmen,
imponiendo la voluntad del “maestro de ceremonias” que servirá como agente represor
y que brinda a Dalí una sensación de poder, y es en ella en donde se instala el
deleite último de sus juegos eróticos. Dalí establece una curiosa dialéctica psicológica
constituida por elementos como el consentimiento rechazo y el dominio-sumisión por
parte de sus víctimas. En la introducción de Los Rostros Ocultos, Dalí acuña un nuevo vocablo para expresar la convivencia
de contrarios: Porque desde el siglo XVIII
la trilogía pasional inventada por el divino marqués de Sade ha permanecido incompleta:
Sadismo, Masoquismo… Era preciso descubrir el tercer término del problema, el de
la síntesis y sublimación: el Cledalismo, nombre que se deriva del de la protagonista
de mi novela Solange de Cleda. El sadismo puede ser definido como el placer experimentado
a través del dolor infligido al objeto; el masoquismo como el placer producido a
través del dolor infligido por el objeto. El cledalismo es el placer y el dolor
sublimados por una absoluta identificación trascendente con el objeto.
El Coito
La penetración sexual
es considerada en nuestras sociedades y tiempo como uno de los factores supremos
en donde se consuma la mezcla de individualidades de dos seres y como factor esencial
del erotismo. Es importante analizar aquello que enmarca este acto: las miradas,
los deseos, el misterio, aquello que no se ve pero que se imagina; las palabras,
los temperamentos, las fragancias que invaden el ambiente y en fin todo aquello
que debidamente articulado permite que el ser humano goce plenamente de un contacto
tan íntimo. Dalí elimina el sitio de supremacía que se le ha otorgado a la cópula,
él exalta las bondades y riqueza del contexto que permite crear y nutrir el deseo
sexual. Piensa que simplificar el placer sexual a estímulos materiales solamente
implica reducir la naturaleza humana a casi nada. El orgasmo verdadero no consiste
en la secreción de sustancias, sino que involucra condiciones emotivas, intelectuales,
espirituales y estéticas. Dalí daba una importancia vital a aquellos elementos considerados
secundarios; la gestación del deseo en sí tenía como fin la exacerbación de éste
sin hacerlo culminar y prolongarlo hasta el infinito. Para Dalí el placer se constituye
no solamente de lo que se hace, sino de aquello que se deja de hacer; la imaginación
invadirá el terreno de la realidad, los sentidos se exaltarán y la excitación alcanzará
niveles espirituales. La masturbación en Dalí engendra sólo más deseo en lugar de
apagarlo, este acto entra en juego con traumas y complejos que Dalí dice traer desde
su infancia articulándose con la imagen dominante de su padre. Esta manera de entender
la sexualidad fue plasmada por Dalí a través de conceptos estéticos.
Hemos hablado de los
factores que sirven para atraer a los seres que participan en los juegos dalilianos,
de cómo se mezcla el ingenio y el deseo para hacer que otros hagan lo que se quiere.
Podemos encontrar la fuerza de una voluntad de corte nietzschiano que reprime y
coloca bajo el yugo personal a los demás, haciéndolos sufrir y gozar según sus propios
patrones. En el erotismo de Dalí existe un elemento sumamente importante, el dolor
ajeno; éste se desprenderá de la coerción del demiurgo erótico sobre aquellos que
participan en sus juegos. El control sobre los protagonistas radica en brindarles
cierta sensación de libertad, dado que, si tuvieran la conciencia de ser plenamente
dominados, su aparente libertad se tornaría en angustia. Parte de la plenitud del
erotismo en Dalí ha de definirse como la embriaguez de poder que proviene del deleite
de manipular a los demás. Debemos entender que el erotismo de Dalí trasciende el
esquema sexual, de tal suerte que el misticismo, el trabajo científico o la especulación
filosófica son eróticos en sí mismos. El místico, el científico o el filósofo se
enfrentan a un medio que los invita a conocerlo, les brinda pistas, pero jamás se
manifiesta a plenitud. La búsqueda constante y sistemática es aquello que da sentido
a la vida de estos hombres; ese dominio relativo sobre cierto aspecto de la Realidad.
Conclusiones
Tanta
fe se tiene en la vida, en la vida en su aspecto más precario, en la vida real,
naturalmente, que la fe acaba por desaparecer. El hombre, soñador sin remedio, al
sentirse de día en día más descontento de su sino, examina con dolor los objetos
que le han enseñado a utilizar, y que ha obtenido al través de su indiferencia o
de su interés, casi siempre al través de su interés, ya que ha consentido someterse
al trabajo o, por lo menos no se ha negado a aprovechar las oportunidades…
ANDRÉ BRETON, Primer Manifiesto Surrealista, 1924
En uno de los pasajes
citados se puede ver cómo Dalí separa el amor del erotismo. Posiblemente esto se
deba a que nuestro pintor sólo amaba a dos personas, a Gala y a sí mismo. Su esposa
era su complemento que en conjunción con él integraba un solo ser, siguiendo el
sistema de Dalí ¿cómo es posible que un sujeto se atraiga a sí mismo hacia sus propias
invenciones eróticas? El erotismo es una forma de enfrentamiento. Si ya se dijo
que una pieza importante del erotismo en Dalí es la humillación, entonces ¿cómo
se va a humillar a sí mismo un espíritu emancipado?
Si nosotros leemos –no se diga con cuidado, superficialmente– los textos citados,
detectaremos rápidamente que en muchos pasajes Dalí desarrolla comentarios que se
apegan casi literalmente a las definiciones de patologías psicológicas descritas
en manuales. Es burdamente obvio que Dalí se dedica a describir con lujo de detalle
una serie de perversiones que cada día dudo más haya concretado más por placer que
por deseo de ser un exhibicionista. La autenticidad de Dalí como artista no puede
cuestionarse dentro del terreno del talento o el ingenio; lo que si deja mucho que
desear es la manera en que se dedicó a manejar su carrera y obra, Dalí nunca ocultó
su amor por el dinero, nunca dejó de sentirse atraído por el escándalo y la fama
y ello quizá nos permita comprender la dimensión real de sus escritos. Dalí dedicaba
buena parte del año a vivir en Estados Unidos, se regocijaba con la escandalización
que provocaban sus famosos actos surrealistas. Dalí alimentaba al Nueva York de
los años sesentas con el glamour y las poses intelectualoides que fortalecían los
“círculos artísticos” de la época. No puede negarse el talento extraordinario de
este hombre, así como tampoco podemos mantener los ojos cerrados ante toda la parafernalia
que lo rodeo durante toda su vida. El mejor agente publicitario de Dalí fue él mismo,
su genio mercadotécnico fue tan brillante que se encargó de proporcionarle a la
gente justo lo que quería tener frente a su morbosa mirada. La locura de Dalí jamás
rayó en la estupidez; de haber sido así hubiera concretado el acto surrealista de
matar a su esposa con una pistola. Por desgracia, al paso de los años, los escándalos
de Dalí se volvieron más triviales y predecibles, con ello se vino abajo su “actualidad”
en los mercados de Estados Unidos.
Además de ser un exhibicionista profesional, hemos de decir que Dalí fue un
oportunista que supo colocarse en el sitio adecuado y decir aquello que no le causara
problemas reales y severos. Dalí criticó a Hitler después de la Segunda Guerra Mundial
y hablaba de él valiéndose de ambigüedades y expresiones “surrealistas” que no lo
comprometían, por ejemplo: “Es sencillamente ridículo que Hitler pudiera ganar la
guerra. ¿Qué hubiera hecho si gana?” [16]
o algo como esto: “No podía ser nazi, pues si Hitler conquistaba Europa, aprovecharía
la oportunidad para mandar al otro mundo a todos los histéricos de mi especie, como
ya lo había hecho en Alemania tildándolos de degenerados”. [17] Dalí no era en realidad católico, franquista
o surrealista, tampoco estaba loco, Dalí era dalilista y decía pensar o creer sólo
aquello que beneficiara sus propios intereses, específicamente los económicos. [18] La lectura de concilios, encíclicas,
manifiestos y decretos franquistas, así como de varios pronunciamientos estéticos
surrealistas apoyará mi afirmación.
Como ya se dijo antes, el erotismo daliliano representa una búsqueda constante
y aquí es donde podemos encontrar la riqueza verdadera de la propuesta estética
de Dalí más que en la sarta de perversiones sin sentido que se desvive por describir
a gran detalle. Creo que en general la mayor parte de la obra seria de Salvador
Dalí puede considerarse como erótica dado que en ella se encuentran estructuras
de significado muy complicadas que buscan constantemente comprender dentro de si
las grandes verdades de la vida. Así como la esencia del erotismo sexual es desbordar
los deseos carnales, así la pintura alimenta el hambre por el saber, por entender
y por sentir todo aquello que ha sido dispuesto en el mundo. Éste es el verdadero
erotismo de Dalí, el hambre, la búsqueda, la lucha y la autoconstitución de la existencia.
Ignorando las poses adoptadas por Dalí podemos notar la riqueza de algunas de sus
obras donde las ideas toman forma y los sentidos pueden penetrar en el pensamiento.
La exégesis de los cuadros de Dalí estará igualmente dotada de erotismo, dado que
la paulatina construcción del significado último de sus cuadros será igualmente
esa búsqueda, esa tendencia a una actividad tan humana que gracias a ella el hombre
mantiene su interés puesto no sólo en una obra de arte sino en su existencia misma.
El erotismo en Dalí hemos de entenderlo como un sistema epistemológico integral
que se dedica a explorar las raíces y manifestaciones de lo divino, de aquí se desprende
todo lo demás. A través de su obra pictórica Dalí echa mano de imágenes abstractas
al extremo de integrar una filosofía gráfica de la naturaleza.
Independientemente de la condición mercantilista, Dalí fue un buen pintor que
trascendió las meras formas para instalarse en niveles de reflexión muy profundos.
Sin compararlo con El Bosco, El Greco, Dürer, Rembrandt van Rinj o con Leonardo,
Dalí logró tratar en su pintura los grandes temas del cosmos al igual que aquellos.
NOTAS
Ensayo publicado en A parte Rei – Revista de filosofía, dirigida por Carlos Muñoz Gutiérrez, y que ha circulado de 1997 hasta 2011, en
España.
2. Los fragmentos que serán presentados han de leerse
con la plena consciencia de que nuestro artista modifica hechos y acontecimientos
con la única intención de adaptarlos a sus concepciones muy particulares del hombre
y del genio.
3. Dalí: Confesiones inconfesables.El subrayado es mío.
4. Ibid. El subrayado es mío.
5. Ibid. El subrayado es mío.
6. Ibid.El subrayado es mío.
7. Una afirmación de esta naturaleza es insostenible
hasta para el “puritano” surrealista más recalcitrante. Dalí tenía noticia de la
descarada promiscuidad de su esposa; a manera de ejemplo quiero citar un caso significativo
que es comentado por Marius Carol en su obra Dalí, el final oculto de un exhibicionista.
El autor habla del “romance” que entabló Gala con Jeff Fenholdt durante 1973. Este
individuo era protagonista de la ópera rock Jesucristo
Superstar. Si tomamos en cuenta que la fecha posible del nacimiento de Gala
fue 1893, veremos que la aventura la llevó a cabo a los setenta años de edad. Muchas
fueron las parejas fugaces de Gala a lo largo de su existencia; empero, este caso
hace reflexionar sobre la actividad sexual de esta mujer. La afirmación hecha por
Dalí acerca de su esposa hemos de dimensionarla de una forma más justa. Es posible
que en el interior de Dalí hubiera existido una especie de remordimiento, una noción
que le indicaba que había traicionado sus tradiciones catalanas y la educación que
recibió en su infancia. Sabemos que el padre de Dalí tardó tiempo en asimilar a
Gala, por su parte, Ana, la hermana de Dalí, jamás la toleró. ¿No sería esta afirmación
una especie de apología de Gala ante los ojos de sus detractores más férreos y cercanos?
8. Ibid. El subrayado es mío.
9. Rostros Ocultos.
El subrayado es mío. Creo que sería interesante citar la opinión de André Bretón,
una de las máximas autoridades de la literatura surrealista, acerca del tipo de
narración que desarrolla Dalí en su novela, dado que él mismo la define como surrealista.
“Si reconocemos el estilo pura y simplemente informativo… es casi patrimonio exclusivo
de la novela, será preciso reconocer también que sus autores no son exclusivamente
ambiciosos. El carácter circunstanciado, inútilmente particularista de cada una
de sus observaciones me induce a sospechar que tan sólo pretenden divertirse a mis
expensas. No me permiten siquiera tener la menor duda acerca de los personajes ¿será
este personaje rubio o moreno? ¿Cómo se llamará? ¿Le conoceremos en verano? Todos
estos interrogantes quedan resueltos de una vez para siempre, a la buena de Dios,
no me queda más libertad que la de cerrar el libro…. En cuanto a la vaciedad, nada
hay que se le pueda comparar, no son más que superposiciones de imágenes de catálogos,
de las que el autor se sirve sin limitación alguna, y aprovecha la ocasión para
poner bajo mi vista sus tarjetas postales, buscando que juntamente con él fije mi
atención en los lugares comunes que me ofrece.” Manifiesto Surrealista.
10. Confesiones
Inconfesables. El subrayado es mío.
11. Es curiosa la “simpatía” que Dalí experimentaba
por el fascismo español. Por ejemplo, ha de mencionarse que, durante 1936, mientras
fascismo y comunismo luchaban en España, nuestro pintor se instala en París y se
dedica a figurar como portada de la revista Time. De hecho, el resto de su vida,
la pasa dividiendo los meses del año en estancias en Nueva York y París. Es posible
que Dalí hablara bien de Franco por mera conveniencia. Por otra parte, la obra de
Dalí resultaba repulsiva para la moral franquista, a manera de ejemplo quiero mencionar
el título de un par de sus cuadros que “ofendían” los principios impuestos por el
fascismo español: El gran masturbador, pintado en 1929 y Joven virgen autosodomizada
por su propia castidad de 1954. En realidad, resultaban escandalizantes y pervertidos
para una sociedad en donde se les prohibía a los comentaristas deportivos mencionar
la palabra “piernas” por considerarla pecaminosa. Si se quiere profundizar en la
moral franquista sugiero leer un artículo muy ameno y digerible escrito por Eduardo
Haro Tecglen, intitulado “Así éramos en los años cuarenta”, publicado en El País
Semanal el 5 de junio de 1994. –A pesar de tales controversias de orden axiológico,
Dalí expresaba su simpatía por el régimen; en un par de fragmentos podemos encontrar
afirmaciones de esta naturaleza son los siguientes: “¡Hasta en los bigotes iba yo
a superar a Nietzsche! Los míos no serían deprimentes, catastróficos, colmados de
música wagneriana y de brumas. Serían afilados, imperialistas, ultrarracionalistas
y apuntando hacia el cielo, como los sindicatos verticales españoles.” (Diario de un genio. –El subrayado es mío).”
Los dos Caudillos de España. El primero, Francisco Franco. El segundo, Velázquez,
que cada día está subiendo en el firmamento artístico del mundo. Además, existe
una relación entre los dos. No es idea mía, sino de Eugenio Montes, que escribió
que, si España no diese seres de un sosiego casi olímpico y de una seriedad como
la de Franco y Velázquez, éste sería un país de locos…” Diccionario Privado de Salvador Dalí.
12. Diccionario
Privado de Salvador Dalí.
13. Dalí no deja de describirse a sí mismo como un genio,
un demiurgo que puede crear y que aquellas cosas emanadas de su mente sólo pueden
ser comprendidas por unos cuantos. Según sus propias palabras, “Sólo Dalí puede
llegar a la esencia del verdadero erotismo”, muchos podían participar en sus proyectos,
no obstante, sólo él podía diseñarlos. Realmente no creo que afirmaciones de esta
naturaleza hayan sido creídas por el propio Dalí, eran parte de una campaña mercadotécnica,
muy efectiva que logró escandalizar a muchas personas, logrando con ello hacer que
el valor de sus acciones en el mercado del arte subió considerablemente. A pesar
de su condición mercantilista y exhibicionista, Dalí se inspiró de una manera u
otra en el discurso de varios filósofos para desarrollar algunas de sus observaciones
estéticas. Sabemos que fue un buen lector de la obra de Leibniz, Heráclito, Spinoza,
Leonardo, Russell, Descartes, San Agustín y, uno de los que más influyó en él, Friedrich
Nietzsche. Retomó varios elementos de la antropología de este último, fundamentalmente
la clasificación de los hombres según la calidad de su espíritu: en mediocres (la
mayoría del género humano) y, la élite, constituida por individuos fuertes, por
seres emancipados. Aquellos que tienen la capacidad de crear, mandar, transformar
y entender la realidad de la vida. En las palabras de Dalí, quienes pueden comprender
un sistema como el suyo. Cf. Confesiones Inconfesables.
14. Dalí comenta: “Veinte años antes de que se liberase
la energía atómica, yo ya hacía una pintura atómica. Ahora los físicos andan buscando
la antimateria. Eso ya lo he logrado yo en mis cuadros.” Diccionario Privado. –No olvidemos la condición de “Sumo Sacerdote”
del escándalo de Dalí; lo que si podemos rescatar de esta nota es que el arte se
adelanta a los estudios de la ciencia, logrando en ocasiones establecer una “predicción”
estética de aquello que la tecnología y la ciencia encontrarán años después.
15. En este respecto Dalí señala lo siguiente: “Siempre
que un pintor manipula la realidad, es decir, cuando no fotografía el mundo exterior,
es que posee un punto de vista muy endeble en relación con la naturaleza. Tiene
un ojo caricaturesco. Su carácter predomina sobre la belleza y con ella resulta
menos importante desde el punto de vista estético. La mano de un pintor debe ser
tan fiel que sea capaz de corregir los elementos de la naturaleza deformados por
la fotografía. Todo pintor debe tener una formación ultra-académica. Y sólo después,
a partir de este virtuosismo, puede haber alguna otra cosa, es decir, arte.” Confesiones inconfesables. El subrayado es
mío. En dicho acto de corrección es donde radica la actividad creadora y el genio
del artista.
16. Diccionario
Privado de Salvador Dalí.
17. Ibid.
18. “América me ha acogido como un hijo pródigo y me
ha cubierto de dólares como aquel que lanza bolas de confeti a la cabeza de uno,
Bretón fue el origen de mi éxito… El éxito medido por el oro es la prueba del nueve
de la calidad de una persona. Cada cual tiene sus criterios.” Confesiones Inconfesables.
Bibliografía
Bretón André: Primer Manifiesto Surrealista. 1924.
Se recurrió a su versión electrónica, la cual puede encontrarse en: http://www.analitica.com/va/arte/portafolio/2006001.asp.
Carol Márius: Dalí, el final oculto de un exhibicionista.
Plaza & Janes. Barcelona, 1990.
Dalí Salvador: Confesiones Inconfesables. Bruguera.
Barcelona, 1975.
___. Diccionario Privado de Salvador Dalí. Ariel. Madrid,
1980. [Recopilación y ordenación de Mario Merlino].
___. Rostros Ocultos. Plaza & Janes. Barcelona,
1989.
___. Si. Ariel. Barcelona, 1977. [Traducción de Gloria
Martinengo].
Descharnes Robert: Dalí. Harry N. Abrams
Publishers. Nueva York, 1985.
Díaz Plaja Fernando: La guerra de España en sus documentos.
Ediciones Marte. Barcelona, 1966.
Haro Tecglen Eduardo: “Así éramos en los años cuarenta.”
Publicado originalmente en El País Semanal
el 5 de mayo de 1994. Se tomó la versión electrónica que puede consultarse en la
dirección: www.vespito.net/historia/franco/40ft.html.
Sánchez Vidal Agustín: Dalí. Alianza. Madrid, 1994.
JORGE ORDÓÑEZ-BURGOS | (México, 1973). Doctor en Filosofía.
Depto. de Humanidades de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México. Autor de diversos artículos sobre
filosofía e historia de la medicina publicados en revistas mexicanas, brasileñas
y españolas. Autor de los libros La poesía
órfica y la sabiduría antigua y Poesía,
filosofía y sabiduría (2002 y 2005 respectivamente). Ponente en diversos congresos
nacionales e internacionales de filosofía y antropología médica. Miembro de la Sociedad
Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina y de la Sociedad Mexicana de Estudios
Clásicos. Líneas de investigación: Filosofía grecooriental antigua, estética y filosofía
alemana.
EMILIO BOLINCHES | (Uruguai, 1960). Em 1973 iniciou seus estudos de desenho com o aquarelista Esteban R. Garino por três anos. Em 1980 fundou o “Taller 2”, o primeiro workshop privado de formação em Design Gráfico que dirigiu durante nove anos e que entregou ao Designer Gráfico Osvaldo Ruso, que continuou até ao final dos anos 1990. Entre 1982 e 1987 integrou e partilhou o atelier do pintor Carlos Prunell onde deu aulas juntamente com ele. Trabalha como professor de desenho na escola secundária desde 1982 e há dez anos. Desde 1976, expôs o seu trabalho em mais de 400 exposições coletivas e 23 individuais, duas das quais nos EUA. Foi destacado e premiado nos mais importantes Salões de Arte dos anos 80 a nível Oficial e Privado, em Montevidéu e interior do País em treze oportunidades. Aos 22 anos, sua obra passa a fazer parte do Patrimônio Artístico Nacional. Suas obras estão em Museus Nacionais e Coleções Particulares em mais de trinta países (a partir de 2010, uma obra da Série “Céus Mágicos” está registrada no Palácio do Governo Chinês). Atualmente desenvolve suas Oficinas de Artes Plásticas no Centro Cultural Carlos Brussa, SUA Sociedade Uruguaia de Atores. Realiza Workshops para Empresas, com uma proposta vinculativa entre as Artes Plásticas e o Cotidiano, assim como palestras de integração às Artes, para incorporação à Nossa Dieta Diária.
Agulha Revista de Cultura
Série SURREALISMO SURREALISTAS # 16
Número 215 | agosto de 2022
Artista convidado: Emilio Bolinches (Uruguai, 1960)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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