En el cúmulo
de artistas improvisados, de exhibicionistas sin fe, de arribistas en busca del
camino más corto, para abandonarlo cuando los marchands o snobs se lo sugieran,
aparece Paalen con su arte reflexivo y firme, recorriendo un camino de pintor en
donde cada etapa es lógica consecuencia de un desarrollo espiritual, donde nada
es improvisado ni artificial.
Paalen es el
ejemplo de una vida totalmente dedicada al arte; éste constituye su motivo de reflexión
y a causa de él, viaja, estudia arqueología, filosofía, física. Fuera de los momentos
en que el artista está al servicio de la creación, su lúcida mentalidad de investigador
y de teórico pone todos sus recursos al servicio de la dilucidación de los problemas
del arte. Su vida se resume así: nació en Viena en 1907; estudió pintura con Leo
von Koenig en Italia en 1921; luego con Adolf Meyer en Berlín en 1923 y en la Hoffmann
Accademy de Münich en 1925. Sufrió temprano la influencia de Renoir y Cézanne y
en esa dirección, hizo sus primeros ensayos en la plástica. Luego Van Gogh produjo
una sacudida más honda en su espíritu. En 1927 vio por primera vez en Münich pinturas
de Klee, que lo impresionaron fuertemente. Se interesó por el arte primitivo que
estudió en sus mismas fuentes: en 1933 visitó las cuevas de Altamira en España;
estudió profundamente la antigua cultura de las islas Cícladas; actualmente, en
México, es un apasionado investigador del arte azteca y maya. En las culturas primitivas
buscó infatigablemente las formas esenciales y perennes de expresión plástica.
Paalen vive hoy
en México, en su retiro de San Ángel, rodeado de los maravillosos colores del paisaje
mejicano, que constituyen el laboratorio al cual se asoma para arrebatar, a través
del color, los secretos de la naturaleza.
Prescindiendo
de sus primeros ensayos bajo el influjo post-impresionista, su labor de creador
plástico cumple tres etapas fundamentales: un período abstracto que transcurre desde
1932 hasta 1935, colaborando en esa época con el grupo abstracción-creación de París.
En un segundo período entra en contacto con los surrealistas y su pintura se impregna
de elementos poéticos, expresando las angustias, los ocultos contenidos anímicos;
en esa época colabora directamente con el grupo de Breton desde 1936 hasta 1940,
produciendo algunas de las obras más puras y de mayor calidad dentro de la pintura
surrealista. En un último período que llega hasta el momento actual, se libera totalmente
de influencias extrañas para buscar su camino personal. A este camino llega después
de un prolongado proceso de maduración, resultado de su esfuerzo por comprender
el mundo moderno, sus análisis de las posibilidades de la plástica, y especialmente
guiado por la idea fundamental de que el artista no debe resignarse a la expresión
del yo personal, sino que debe constituirse en abanderado de su época, en punto
de confluencia de todos los problemas del conocimiento, en síntesis emocional de
la más alta esperanza humana.
Para cumplir
propósitos tan ambiciosos, Paalen desarrolla, contemporáneamente con su obra de
creador artístico una producción teórica de considerable envergadura. Con el fin
de difundir sus concepciones, funda en 1942, en México, la revista DYN, de la que se publican seis números.
Paalen representa
la inseparable conjunción de artista y pensador, que constituye el modelo del artista
perfecto; es necesario que ambos –el creador y el pensador– rayen a igual altura,
que ninguna de estas personalidades necesite el apoyo de la otra para existir. En
efecto, la obra artística de Paalen es de tal naturaleza, que puede vivir perfectamente
sin el apoyo de ninguna teorización. Su pensamiento teórico, a su vez, supera la
racionalización de los propios impulsos artísticos, para lanzarse a un análisis
del sentido general del arte, para superar el arte mismo y buscar el sentido del
hombre, sin detenerse ante las más arriesgadas especulaciones filosóficas. (1)
Estamos lejos
del análisis plástico del cubismo y también de la búsqueda de formas sin contenido
del arte abstracto propiamente dicho.
Después de su
contacto con los surrealistas, Paalen se lanza a la realización de grandes paisajes
emocionales. El intenso sentido poético que los surrealistas preconizan en la plástica,
domina sus cuadros de entonces. El color adquiere una transparencia y delicadeza
infinitas para poder impregnar a la tela de los más puros contenidos anímicos. Así
produce maravillosos cuadros tales como “Fata Alaska”, “El barco del espacio”, “Restos
Inmortales” y la serie de “Paisajes Totem”. Son paisajes de desolación y de angustia
que semejan la superficie de planetas muertos, donde surgen extrañas formas sin
vida. La línea del horizonte da, sin embargo, perspectiva humana a estos cuadros.
Este conjunto de obras, junto con las de Tanguy, expresan quizás lo más puro de
la pintura surrealista de aquella época. En este mismo período se lanza a la investigación
en el terreno del azar plástico y surgen entonces sus famosos “fumages” obtenidos
por acción del humo sobre la tela.
En 1938 y siempre
dentro de la tendencia surrealista su pintura evoluciona desde esos desolados paisajes
de primitivas épocas geológicas, hacia construcciones que parecen representar el
caos primero de donde surgiera la vida: de aquí nace una nueva serie donde parece
concentrarse la lucha por lograr formas definidas de vida, una lucha extraña y desgarradora
que se manifiesta en los cuadros denominados “Tempestades Magnéticas”, en la serie
de “Combates de los Príncipes Saturninos”, en “País medusado”. Son embriones de
vida que luchan contra el aniquilamiento, exhiben, ante los ojos mediocres del hombre
de hoy, todo el terror de la creación del mundo, el gran drama cósmico e infinito
que podría servir para despertarnos del letargo presente, de la civilización que
nos ciega.
Hacia 1939 aparece
en Paalen una procupación de orden completamente distinto, que se anuncia en su
aguada “Entre la Materia y la Luz”. En esa época se le revela la grandeza de la
física posteinsteniana, hecho que, unido a sus elaboraciones estéticas lo conduce
a la eclosión actual de su pintura. Pintura de intención fundamentalmente cósmica.
De un punto de vista técnico se caracteriza este período por transformaciones importantes:
desaparece el espacio tridimensional, con línea de horizonte y perspectiva; espacio
que responde a leyes de percepción humanas, y que convierte por lo tanto al hombre
en tácito protagonista. Tal cosa sucede en los cuadros surrealistas de Paalen (y
exactamente lo mismo en los de Tanguy), a pesar de la total ausencia en ellos no
sólo de elementos morfológicos humanos, sino de toda forma viviente.
Abandonando el
espacio tridimensional. Paalen se lanza a la representación de un espacio multidimensional,
ruta en la cual reconoce haber sido precedido por Kandinsky, quien por primera vez
prescindió de toda representación natural para crear sobre la tela formas libres
que parecían desplazarse en todas las direcciones posibles. En las pinturas multidimensionales,
el hombre queda totalmente anulado en su triple calidad de protagonista, espectador
y creador. El cuadro adquiere vida independiente. Paalen se lanza, nuevo Pigmalion,
a dotar de vida a sus creaciones. La tela se transforma en un personaje extrahumano
que tiene su significado específico, que vive e interroga; se convierte –según una
feliz expresión del artista– en expectador. En ese momento contempla al hombre y
le devuelve irónicamente la pregunta mil veces repetida por éste: ¿Y qué significas
tú?
Las pinturas
que Paalen, dominado por estas ideas, que creara desde 1940, significan uno de los
aportes más originales y profundos al arte de nuestro tiempo. Para Regler, los “Cosmogones”
ejecutados entre 1944 y 1945, constituyen verdaderos jalones en la historia de la
pintura, y yo no estoy muy lejos de esa opinión. En estos cuadros Paalen parece
haber penetrado en el mismo camino en el que Van Gogh se había introducido con furor
demoníaco. Van Gogh había intentado la descomposición de la materia por la luz;
fue el primer paso. Paalen avanza hacia lo más profundo de este camino, pero en
lugar del arma desintegradora de la pasión demoníaca, penetra con su pupila indagadora,
con serenos ojos de ultramicroscopio, para arrebatar los secretos de la materia
donde lo infinito y lo finito se confunden. Con paleta de magia estupenda nos describe
los más sorprendentes paisajes que abarcan el mundo de lo infinitamente pequeño
y de lo infinitamente grande. Es la gran fusión de ecuaciones (emocional e intelectual)
de que nos habla Paalen, donde se mezclan los elementos objetivos de la ciencia
con la imaginación humana. Esta nueva ecuación que nos ofrece el arte, debería completar
en lo futuro, la fría angustia de las puras ecuaciones matemáticas; estas últimas
se refieren a la materia de un modo indirecto, nos anuncian como inalcanzable para
el hombre, su esencia última, su íntimo secreto. Al arte corresponde acercarnos
a ese secreto, y el arte de Paalen lo intenta. En el deslumbramiento de los grandes
vértigos intranucleares que expresan sus cuadros, aparece como signo tranquilizador
la parábola, la señal que nos hace inteligible la materia. Las parábolas confluyen
en el signo DYN, símbolo de la tripolaridad de fuerzas, con el cual el hombre se
explica el gran misterio de la energía cósmica.
Y vemos cómo
en estos cuadros de Paalen el tiempo constituye una dimensión más de la tela; las
formas y colores adquieren un sentido rítmico. Supera a la música en cuanto es ritmo
condensado. El tiempo aprisionado por el pintor hace vibrar la tela. No es lo que
pretendía Kandinsky: una transposición de la música en colores, sino la misma esencia
del arte de la que tanto la música como la pintura han partido.
Allí vemos desfilar
los maravillosos cuadros pintados por Paalen en estos últimos años: la serie de
“Polaridades cromáticas” (años 1940-41 y 42) que nos abisman en ondas de color,
las cuales nos conducen desde lo sombrío a lo lírico. En el mismo tono presenta
los cuadros: “Figura paradinámica” (1940), “Personaje espacial” (1941), “Espacio
liberado” (1941). Con el tríptico “Los primeros espaciales” (1941-44) entra más
hondo en el drama del cosmos, captando tres instantes de un vértigo de grandeza
alucinatoria. En “Los Cosmogones” (1944-45) culmina la pintura de este período:
el movimiento desenfrenado de la materia se organiza en ritmos coherentes confluyendo
hacia el centro del cuadro donde el signo Dyn materializa la síntesis final; estamos
sumergidos en una verdadera vibración de color, algo que sobrecoge y al mismo tiempo
tranquiliza, el punto de contacto entre el cosmos y la inteligencia organizadora.
En parecido estilo pinta “Eroun” (1944), la sobria y delicada tela “Tripolaridad”
(1944), “Gyra” (1943), la serie de “Aerogyls” (1944-45). Otro aspecto nos revelan
las telas “Rueda Nuclear” (1942) y “Solarización” (1942); especialmente esta última
recuerda las imágenes de la superficie del sol obtenidas por fotografías con luz
de hidrógeno. Parecida impresión nos dan sus “starscape” (paisajes siderales).
Hacia el año
1946, sin abandonar la técnica que lo particulariza en este período, vemos que la
alucinante vibración se aquieta, para conducir a un tipo de pintura que corresponde
exactamente a lo que el mismo Paalen denomina “meditación plástica”. (3) A este
grupo pertenecen: “Los silenciosos” I y II (1946), los “Rostro Planetario” de 1946-47
y varias telas que llama simplemente “Rostro”, ejecutadas en 1946 y 1947, la “Selan
Trilogy” (1947), la “Hanmur Trilogy” (1947) y diversas pinturas y dibujos a tinta
ejecutados sobre papel mexicano.
En este período
de quietud, de “meditación plástica”, está la pintura de Paalen actualmente, y así
hemos visto oscilar toda su evolución pictórica entre los dos polos que significan
la agitación del continuo fluir cósmico y la quietud de la meditación.
Toda la labor
de Paalen en este último período se acompaña de una intensa labor teórica. En una
brillante serie de ensayos, intenta una fundamentación de su pintura. Parte de las
concepciones del filósofo americano John Dewey, quien preconizó la síntesis de imaginación
y razón. La pintura para Paalen debe resultar de la fusión de la ciencia (ecuación
lógica del universo); por este camino se logrará superar -dice- al surrealismo que
postuló la omnipotencia de lo irracional y al materialismo dialéctico que afirmó
la omnipotencia de la razón. La belleza, según Paalen, aparece cuando, lo que piensa
el yo y lo que siente el yo, se integran en un modelo coherente, o sea, cuando las
ecuaciones intelectuales y emocionales se fusionan.
Paalen analiza
en su obra la crisis por la que pasa el arte moderno llegando a la conclusión que
se trata fundamentalmente de una crisis del tema: el problema no es ya cómo pintar;
no se trata de buscar nuevas técnicas, sino nuevos temas. Resume las soluciones
dadas hasta ahora en el problema del tema: los cubistas se dedicaron al análisis
plástico del tema; los surrealistas procedieron a la destrucción poética del tema
utilizando las yuxtaposiciones insólitas, e introduciendo finalmente la literatura
en la plástica; el arte abstracto brega por el abandono del tema. Paalen considera
todas estas soluciones no satisfactorias y propone un tema totalmente nuevo: la
creación de una cosmogonía plástica con la que se intentaría dar una imagen de las
fuerzas ocultas en la naturaleza. Esta cosmogonía sería la auténtica expresión de
nuestra época, considerando que cada cultura tiene su propia cosmogonía que corresponde
a su particular concepción del mundo. Cada nueva cosmogonía tiene, según Paalen,
su imaginería específica que es elaborada por una minoría que forma la vanguardia
de la época. El modo de expresión utilizado por estas vanguardias resulta arbitrario
y hasta ininteligible para la mayoría de sus contemporáneos; recuérdese, dice Paalen,
lo difícil que resultó a las gentes de la época del Renacimiento asimilarse los
principios de la perspectiva.
Toda la trayectoria
de Paalen se revela como una búsqueda de las conexiones de su yo con el mundo que
lo rodea. La síntesis emocional del macrocosmos y el microcosmos es para él la gran
misión del artista y así retoma en un nuevo plano -el del arte- la antigua obsesión
de los ocultistas. En esta forma, el hombre desaparece de su pintura como individualidad,
para aparecer como esencia cósmica.
La ambición de
revelar el secreto del cosmos en cada pincelada, la conmoción frente al gran enigma
de la naturaleza, no es particular del último período de la pintura de Paalen; se
la ve latente o manifiesta desde sus primeras creaciones del período abstracto:
la obsesión de los rostros planetarios, tema que retoma a través de los años, tiene
este significado.
La pintura de
Paalen tiene, además de su valor intrínseco, una importancia fundamental para nosotros,
espectadores en el gran campo del arte: se coloca francamente entre los caminos
del surrealismo y del arte abstracto, señalando un camino nuevo. El error del surrealismo
ha sido para Paalen querer poetizar la ciencia; el error de los abstractos querer
hacer un arte científico; el verdadero camino para él, está en lograr la fusión
integral de arte y ciencia. Así obtiene Paalen una pintura dinámica, que es la expresión
plástica de la energía en movimiento y que se opone al neoplasticismo y concretismo,
pintura estática que busca imitar los grandes esquemas inmutables del pensamiento.
Paalen nos hace conocer, directamente, el fluir infinito, y de este modo, por el
sendero de lo inagotable, el hombre penetra más seguro en el enigma del universo
que a través del frío camino de las verdades simbólicas e indirectas de las matemáticas.
Pero más allá
de toda reflexión estética o lógica, Paalen nos da un arte de pura exaltación; una
exaltación sin tortura como podemos encontrarla en la música de Bach. Al contemplar
sus cuadros se me hace claro el sentido de una extraña impresión: la voz silenciosa;
es la voz que habla a los ojos de mundos maravillosos y eternos, de luchas y de
quietud, de violencias que aspiran a una gran armonía. He aquí la voz silenciosa
que nos habla con su lenguaje radiante: la voz de Paalen, el pintor cósmico.
NOTAS
Originalmente publicado en la revista Ciclo # 1 (Buenos Aires, noviembre-diciembre
de 1948).
1. No amengua en nada su tarea de pensador el que yo personalmente confiese
no compartir sus puntos de vista sobre la dialéctica, expresados en su ensayo: “El
Evangelio Dialéctico” (Dyn 1942, Nº 3).
2. Gustav Ragler: Wolfgang Paalen (Nierendorf, New York, 1946).
3. En una carta que me envió el 16 de julio de este año 1948 me dice: “En
estos cuadros continúo expresando mis meditaciones plásticas sobre lo que es y sobre
lo que podrá ser. Crece cada vez más en mí la convicción de que la meditación es
tan necesaria como la acción y que el arte puede llegar a ser una especie de meditación
activa y comunicable”.
4. Dyn, 1942, Nº 1.
ALDO PELLEGRINI (Argentina, 1903-1973). Poeta, ensayista, traductor. Uno de los nombres centrales del surrealismo en el continente americano. Participó en la creación y edición de las revistas Qué, Ciclo, Letra y Línea y A partir de cero. Su importante obra poética quedó reunida en 1952 en un solo libro titulado La valija de fuego, reeditado por Editorial Argonauta en 2001. En el campo de las artes visuales desarrolló una destacada labor como teórico y crítico, promoviendo a los primeros artistas abstractos de Argentina y publicando innumerables artículos en revistas especializadas. En 1967 organiza la importante exposición “Surrealismo en Argentina” en el Instituto Di Tella. Junto al brasileño Mario Pedrosa y otros intelectuales, participó en el nacimiento del proyecto Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
AGNES ARELLANO (Filipinas, 1949). Escultora conocida por sus agrupaciones escultóricas surrealistas. Una tragedia familiar ocurrida en 1981 determinó el rumbo de su carrera y los temas principales de su arte. Sus padres, su hermana Citas y una empleada doméstica murieron en un incendio que arrasó la casa ancestral de los Arellano en San Juan, Metro Manila. Arellano recibió la noticia del incendio mientras estaba de vacaciones en España. En memoria de sus difuntos padres y hermana, decidió establecer las Galerías Pinaglabanan sin fines de lucro en el sitio de la casa ancestral. Allí se exhibirían muchas obras de arte filipinas y extranjeras inusuales, y también se otorgaron subsidios a artistas talentosos. Arellano conmemoró la trágica muerte de sus padres y su hermana 7 años después con un evento multimedia llamado “Fuego y muerte: un laberinto de arte ritual”. Creó una instalación única que consiste en un laberinto de santuarios temáticos en el jardín Arellano, combinando esculturas, poesía, fotografías, esculturas sonoras, plantas y recuerdos familiares. Esto demostró el profundo sentido del precario equilibrio entre la muerte y la vida del que había tomado conciencia después de la tragedia. Este tema también encontraría su camino en muchas de sus otras obras. Agnes Arellano es la artista invitada de esta edición de Agulha Revista de Cultura. A ella agradecemos por su cariño y complicidad.
Agulha Revista de Cultura
Número 217 | novembro de 2022
Artista convidada: Agnes Arellano (Filipinas, 1949)
editor geral | FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
editor assistente | MÁRCIO SIMÕES | mxsimoes@hotmail.com
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