LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
LFB | En mi caso, yo soy el perseguido por las imágenes –aunque,
por supuesto, mi radar está completamente desplegado siempre. Me sucede algo extraño,
que cuento por primera vez fuera de casa: suelo soñar con poemas completamente estructurados
o con fragmentos de poemas o con principios y finales de poemas, y a veces apenas
versos ya construidos. Me siento un ser miserable abandonado por los dioses cuando
despierto a medianoche y no alcanzo a anotar aquellos poemas soñados. Por otro lado
–imagino que pasa igual con otros poetas–, lo cierto es que uno está percibiendo
la poesía de todo y en todo permanentemente, y realizando otro registro –más bien
mental, espiritual– de la realidad vigente detrás de la apariencia de los hechos
y las cosas
FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo
tu creación hace parte de ella?
LFB | Como broma familiar, repito que me he puesto como meta
deseable vivir por lo menos hasta el 2044, cuando cumpliría 80, y será también el
bicentenario de la nación dominicana. Como chanza también, digo en mis grupos íntimos
que, tras aquel accidente de tránsito en 2015 en que casi pierdo un ojo y me partí
el espinazo en tres, mi segmento de vida fue bruscamente recortado en algunos años
de su posible duración, sólo para escuchar como respuesta que es justamente lo contrario:
que el cerclaje en mi ojo, la mediación diaria y los tornillos y placas de metal
en mi columna implican una mejoría, una actualización, por lo cual cuento con ventajas
tecnológicas, je. Lo cierto es que a la muerte no la tengo muy en cuenta (acaso
porque en cierto modo ese día ya morí). Mis proyectos de escritura no se le supeditan.
Parecería a veces que ni considerara la natural degeneración del cuerpo, pues hay
libros que empecé a escribir hace 20 años, para los que no tengo ninguna prisa en
terminar. A paso de oruga, acaso lleguen a volar, o tal vez se los coma el cuervo
de mi muerte física. Ya veremos cómo me traten el deterioro y la fatiga, si vivo
mucho más. En caso de que se me extienda la gracia de la existencia, me agradaría
contar para entonces con una entereza similar a la de Enrique Lihn, quien fue escribiendo
su extraordinario Diario de Muerte mientras el cáncer lo carcomía.
FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo que pretendías
crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo sutil de vez en cuando?
Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?
LFB | No existen dichas diferencias, por el simple hecho de que,
al crear, no me planteo pretensiones. Un libro mío es lo que resulta ser una vez
que ha sido escrito.
FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo Calvino descubre
que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego de la creación en
tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?
LFB | La idea es que la llama interna sea perenne, como la olímpica.
Eso significa que es ella, la llama, la que debe adaptarse al combustible disponible.
Muchas veces es pavesa, chispa, ceniza casi, como un incendio latente en llama,
pero sin llegar a serlo. Con razón Calvino lo llama “fuego oculto”, porque es privado
y propio, como la habitación que deseaba Virginia Woolf. Para mantenerlo crepitando,
yo simplemente acepto mis sentidos: leo (siempre), escucho (música, voces callejeras,
fenómenos naturales, animales, objetos animados), veo (lo que se me presenta y lo
que eso mismo intenta ocultar al presentarse), amo, pienso y siento. Ah, y también
recuerdo. Mucho de todo eso termina en versión papel, cuando me dedico a dar forma
a mis anotaciones, para lo cual no hay fecha exacta. Ese es el rito. Yo no abordo
la página esperando un numen que me dicten los poemas: antes lo fui amasando y,
como masa, al fin y al cabo, escribir es para mí “dar forma” a eso.
FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el mundo y que hay
una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente nuevas
ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?
LFB | Más bien creo que el mundo padece una exigüidad de ideas,
y que apenas dos o tres –aderezadas, reconvertidas, refurbished–, circulan
y se nos imponen. La astrofísica, la biología, el universo de las partículas, la
tecnología, la propia naturaleza día sobre día nos demuestran lo poco que sabemos
del mundo y de nosotros, las tinieblas en las que continúa el pensamiento a varios
milenios después de considerarnos “civilizados”. La descompensación económica entre
sociedades, la persistencia en el retorno del oscurantismo fascista, la desigualdad
educativa, la opresión-acoso-asedio hasta su extinción de grupos y lenguas originarias,
la egocracia, el racismo, el fanatismo que conduce a la violencia, la corrupción
privada y pública, el narcotráfico, la especulación con fármacos y enfermedades,
la desprotección a niños, ancianos y discapacitados, y tantos males más de siempre,
exigen la generación de ideas nuevas para intentar revertirlos. Nuestra era postmoderna
se caracteriza, como señala Lyotard, por la crisis del Estado de bienestar y el
fracaso de la emancipación del hombre. No nos queda más que reinventarnos con lo
de ayer y mañana. Ni distopía ni utopía: vivir debería consistir en “topía” nada
más, en encontrarnos cómodos en nuestro lugar, que es todas partes.
FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?
LFB | Pregunta complicada, cuya respuesta deberían dar los otros
que no son yo. Creo que he procurado pasar por aquí, por estas calles de la coexistencia
activa, sin ceder en continuar como individuo entero, y destruyendo, aplastando,
lo menos posible. Pero, me temo que todo ser humano sólo por ser y estar ya es un
elefante en una cristalería. El equilibrio es precario, porque la realidad misma
lo es. He mentido, como todas las personas, pero si alguna línea escrita por mí,
alguna imagen, un poema, consigue conmover a alguien, trastornarlo un momento, un
poco, habré “contribuido a mejorar el mundo” un ápice, lo que coadyuvaría a creerme
redimido, ya que la literatura es la Gran Mentira, realidad que se hace pasar como
ficción, para poder llamar realidad la realidad.
FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o el conjunto de
sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales para
la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada y a
veces imposible?
LFB | Los países de Hispanoamérica sólo podrían verse como realidad
unitaria desde nuestra insoslayable diversidad cultural, pero buscando aristas en
que se toquen, linden. No nos queda alternativa, pues aquello que nos une, para
bien y para mal, es lo que nos diferencia. El hilo hispanoamericano se teje en trama
a causa de las porosidades fronterizas, cosa que dejan claro conceptos tan actuales
como transterritorialidad (la nación no es el espacio geográfico sino el pueblo,
el colectivo) y transnacionalidad o transtierro (condición que define a quien se
encuentra física, mental o emocionalmente entre tierras, países, patrias, hogares).
Llámense como se llamen, los procesos diaspóricos propician el caldo híbrido de
las culturas que el Poder busca igualar con el propósito de reducirlas y controlarlas.
Huntington habló de “choque de civilizaciones”, pero lo cierto es que cuando las
culturas se encuentran en estos flujos, combinándose se expanden. Esta opinión es
cosecha conocida, como cuando García Canclini oponía a las políticas de homogeneización
el salto a las culturas híbridas. Y yo, que soy producto de la diáspora neoyorquina
(cazuela, crisol, melting pot por excelencia), considero que Hispanoamérica
se encuentra en equilibrio incluso siendo ella fuera de Hispanoamérica. Así que
lo que haría funcionar a esa América nuestra, deseada e imposible, es la herramienta
más elemental: un alicate para cortar alambres de fronteras (geográficas, atávicas,
mentales).
FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me refiero sólo
a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de lectura. ¿O crees
que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?
LFB | Adquirí el hábito de la lectura a través de materiales
bastante heterogéneos: diarios, revistas, comics, novelas románticas y del Viejo
Oeste, etc., hasta caer rendido por los libros en la preadolescencia. Mis ojos se
dirigían a donde hubiera un signo que descifrar. Creo que esa diversidad en mi curiosidad
por pescar conocimiento (que no otra cosa significa destilar significados) me sigue
definiendo como lector. Escribir vino después, como casi siempre sucede, y como
consecuencia. Pero la poesía parece ser una especie de dispositivo de distribución
–amplificada y matizada por el sujeto– de una percepción del mundo, el ser, como
prefiera llamársele. Por tanto, creo que la poesía manifiesta el cúmulo de lo humano.
Y que, por eso, aparece en todas partes. Encuentro la poesía en todo lo que leo
(incluso en poemarios), y mis intereses en ese sentido son bastante amplios. Además
de poesía, leo filosofía, libros de ciencia, psicoanálisis, historia, narrativa
en abundancia, ciencia ficción, mística… En mi biblioteca hay más novelas que libros
de poesía. Ahora mismo estoy leyendo sobre magia tántrica hindú, caos y complejidad
y “La cábala y su simbolismo” de Gershon Scholem. La única diferencia entre mis
lecturas es que nunca leo un libro de poesía de corrido, el resto, sí. Podrían pasar
años. Hace poco terminé “Cántico”, de Jorge Guillén: tardé 35 años en leerlo completo.
FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?
LFB | Sí, creo, aunque nadie se refiera a esa categoría como
médula de nada en específico (preferimos aplicar el calificativo “nuclear” preferentemente
a la sociedad compacta llamada familia). Se utiliza mayormente como referencia aérea
en el léxico de las ciencias sociales, desde puntos de vista antropológicos, políticos,
sociológicos, jurídicos, económicos, demográficos, etc. Nosotros, los malpensantes
escritores, bien haríamos en considerar también –aunque no existan– las ciencias
emocionales, las ciencias sentimentales. Sociedad no es suma de individuos, pero
tampoco bandada en orden ni manada en estampida. El reto es poner en perspectiva
las partes del todo sin desmedro de ese todo compuesto por sus partes.
FM | ¿Quién eres de todos modos?
LFB | Legión. Para mis hijos soy su padre. Para mis padres, soy
su hijo. Para mi compañera, el compañero, y así, sucesivamente: el vecino extraño,
el que se cree la gran cosa, la víctima, el victimario, del que se esperaba más,
el que nadie imaginaba que sería, el que tiene talento pero… y, finalmente, para
los demás poetas (según distintos tiempos, posiciones de combate, afinidad estética,
nivel de resentimiento), soy su maestro, su discípulo, su némesis o su vergüenza.
Conservo amigos de hace 50 años que tal vez sepan mejor que yo quién soy. Al final,
considero que no soy sino lo que estoy siendo, adobado con la suma de los que fui
antes de este mismo instante en que me formulas la pregunta.
FM | ¿Qué te parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que
motivó su creación?
LFB | El siguiente poema provino del dolor de ver a nuestra gente
emigrar muriendo, morir al emigrar, buscando mejor vida y hallando muerte. Este
poema es la desolación del cuerpo muerto hecho carroña, osamenta, polvo, nada…
CARROÑA BIEN COCIDA
Estigma:
errar, pero sin derrotero
—hasta que nos alcance la anquilosis
en la marisma
nómada
un símil
de la sal
la canícula
con su punzocortada
como sangrando
oxígeno por cimentar
fantasmas
a manera
de monzones sedentarios
además,
la mente es humus
y al caer
la oscuridad son cada vez más yermos
como se
ve, el dolor les daba levadura
y por eso
han decidido el desarraigo
pero se
figuran aves entre bosques invisibles
como alimento
inútil
como oasis
de aflicción
despojo
en movimiento
por la
boa de la vida
fila india
sucesiva por lo estéril
—¿cuántos somos —contemos—,
cuántos
éramos al sol cuando salimos?
se exuda
barro así, asociando sensaciones
hay aullidos
de vacío en la cabeza
del sol
que los soasa
y en recuerdo
colectivo de unos cuantos
así que
no se piensa, pero a la vez se es visto
en el gran
angular de los buitres
se vuelven
cosas que el sol descose
cántaros
de sesos secos que acarrean alacranes
por el
imperativo de ser indivisibles
como resto
forestal en el siniestro
están pescando
el resplandor con red
—¿es mi cuerpo o es el tuyo
que al crepúsculo
se acuesta, predispuesto, sobre
piedras?
estos cuerpos
son así, cuando uno los recuerda
sin su
consecuencia abstracta:
cuerpos
vueltos gas en gaza, triturados en el
tibet o
imposibles de datar en su ceniza morse
pero acaso
se revelen cuando el “alma”
combustione
por completo
calavera
del que, ahora, llora arena del desierto
de sonora
“soledad”,
dirá su autopsia.
LEÓN FÉLIX BATISTA (República Dominicana, 1964). Poeta. Ha publicado, entre otros, Crónico (Buenos Aires 2000), Delirium semen (México 2010), Caducidad (Madrid 2011), Música ósea (Perú 2014); Inflamable (Montevideo 2009), Sin textos no hay paradiso (Colombia 2012), El hedor de lo real en la nariz imaginaria (Quito 2014) y Prosa de fabricación casera (Estados Unidos 2018). También en Sao Paulo Prosa do que está na esfera (2003) y Mosaico Fluido (2014). Aparece en las antologías Jardín de Camaleones (la poesía neobarroca en América Latina, Iluminuras, Brasil, 2005) y Cuerpo Plural (antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, Pretextos, Valencia, 2010).
CONEXÃO HISPÂNICA 2021-2023
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Conexão Hispânica
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