LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
NER | Ambas tendencias aplican a mi proceso creativo,
aunque la segunda es la más recurrente. Por lo general es una imagen que destella
en una conversación, en una lectura, en una frase anónima, en un recuerdo, en algo
entrevisto que me sorprende. Una vez se manifiesta esa imagen, el poema crece como
un organismo.
FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál?
¿De qué modo tu creación hace parte de ella?
NER | Como la mayoría de los mortales, mi esperanza
de vida ideal es regresar a ese espacio en el que todo estaba en su sitio, que es
el territorio de los afectos sin rédito. La poesía me permite rozar ese espacio
que guardo en la memoria.
FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo que pretendías crear
y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo sutil de vez en cuando? Si se
ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?
NER | Al escribir poesía no aspiro más que a comunicar
aquello de lo que apenas tengo una intuición. En ese sentido, la brecha entre lo
que pretendo crear y el resultado nunca ha sido fuente de desasosiego. Hay poemas
que se marinan por largo tiempo, mientras que otros surgen de súbito, como un aluvión.
FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo
Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el
fuego de la creación en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún
rito?
NER | Soy de naturaleza introvertida, lo cual
hace que inevitablemente perciba lo que tengo a mi alrededor con una agudeza que
raya en la ofuscación. Entiendo ese estado de opacidad como el catalizador de mi
escritura.
FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el
mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente
nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?
NER | Nuestra realidad es lenguaje. Creo que el
de la poesía no persigue nada en particular, pero esa nada puede generar ideas potencialmente
transformadoras en cualquier contexto.
FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?
NER | Ese me parece un afán desmesurado. Me contento
con soñar con que alguno de mis textos pueda activar el asombro de un lector y que
ese asombro lo motive a seguir leyendo.
FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o
el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales
para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada
y a veces imposible?
NER | Ha habido, y se siguen dando, muchas iniciativas
que hablan de la capacidad de concierto entre las naciones hispanoamericanas en
materia cultural. Las múltiples culturas del continente encuentran su espacio de
expresión en estas iniciativas que mayormente surgen de organizaciones no vinculadas
a los organismos del poder político, que por lo general empañan toda gestión con
agendas particulares.
FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me
refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de lectura.
¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?
NER | Mis lecturas son bastante caóticas. Ahora
mismo manejo libros de corte científico sobre los manglares y la ornitología del
Caribe.
FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?
NER | Somos animales políticos, por más huraños,
por más misántropos que pretendamos ser.
FM | ¿Quién eres de todos modos?
NER | Un tal Néstor E. Rodríguez, quien todavía
piensa en los gurami que se quedaron en el tambor de lavadora que servía de pecera
en la vieja casa del Bloque 30 del barrio de Costa Brava cuando dejó Santo Domingo
en 1984.
FM | ¿Qué te
parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que motivó su creación?
NER | Vivo en una ciudad boreal, es decir, fría
y gris por períodos demasiado largos para un animal del trópico. Quizá por eso el
mar es una imagen que me asalta con tanta frecuencia, y a veces hasta termina eternizada
en letras:
MAR NUESTRO
Cuesta imaginarlo,
pero detrás de esa polvareda
en la piedra caliza
está el mar de tenue cadencia
esculpiendo la faz de los acantilados.
No afloja ni lleva prisa
en la sigilosa tarea de definir formas
inalcanzables a la contemplación.
A no ser que, al cerrar los ojos,
despertemos a su lenguaje de niebla.
NÉSTOR E. RODRÍGUEZ (República Dominicana, 1971). Es autor de los poemarios Animal pedestre (San Juan: Terranova, 2004), El desasido (Ciudad de México: El Billar de Lucrecia, 2009), Limo (Rio de Janeiro: rganograma, 2018), Poesía reunida (Santo Domingo: Zemí, 2018) y Ojo de agua: antología poética (2001-2021) (Toronto: ICE, 2021).
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