quinta-feira, 29 de dezembro de 2022

NÉSTOR E. RODRÍGUEZ (República Dominicana, 1971)

LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS

 


FM | Como creador, ¿eres un perseguidor de imágenes o simplemente mantienes abiertas las puertas de la percepción para que entren?

 

NER | Ambas tendencias aplican a mi proceso creativo, aunque la segunda es la más recurrente. Por lo general es una imagen que destella en una conversación, en una lectura, en una frase anónima, en un recuerdo, en algo entrevisto que me sorprende. Una vez se manifiesta esa imagen, el poema crece como un organismo.

 

FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu creación hace parte de ella?

 

NER | Como la mayoría de los mortales, mi esperanza de vida ideal es regresar a ese espacio en el que todo estaba en su sitio, que es el territorio de los afectos sin rédito. La poesía me permite rozar ese espacio que guardo en la memoria.

 

FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo que pretendías crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo sutil de vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo, ¿a qué atribuyes tal evidencia?

 

NER | Al escribir poesía no aspiro más que a comunicar aquello de lo que apenas tengo una intuición. En ese sentido, la brecha entre lo que pretendo crear y el resultado nunca ha sido fuente de desasosiego. Hay poemas que se marinan por largo tiempo, mientras que otros surgen de súbito, como un aluvión.

 

FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego de la creación en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?

 

NER | Soy de naturaleza introvertida, lo cual hace que inevitablemente perciba lo que tengo a mi alrededor con una agudeza que raya en la ofuscación. Entiendo ese estado de opacidad como el catalizador de mi escritura.

 

FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?

 

NER | Nuestra realidad es lenguaje. Creo que el de la poesía no persigue nada en particular, pero esa nada puede generar ideas potencialmente transformadoras en cualquier contexto.

 

FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?

 

NER | Ese me parece un afán desmesurado. Me contento con soñar con que alguno de mis textos pueda activar el asombro de un lector y que ese asombro lo motive a seguir leyendo.

 

FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada y a veces imposible?

 

NER | Ha habido, y se siguen dando, muchas iniciativas que hablan de la capacidad de concierto entre las naciones hispanoamericanas en materia cultural. Las múltiples culturas del continente encuentran su espacio de expresión en estas iniciativas que mayormente surgen de organizaciones no vinculadas a los organismos del poder político, que por lo general empañan toda gestión con agendas particulares.

 

FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de lectura. ¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?

 

NER | Mis lecturas son bastante caóticas. Ahora mismo manejo libros de corte científico sobre los manglares y la ornitología del Caribe.

 

FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?

 

NER | Somos animales políticos, por más huraños, por más misántropos que pretendamos ser.

 

FM | ¿Quién eres de todos modos?

 

NER | Un tal Néstor E. Rodríguez, quien todavía piensa en los gurami que se quedaron en el tambor de lavadora que servía de pecera en la vieja casa del Bloque 30 del barrio de Costa Brava cuando dejó Santo Domingo en 1984.

 

FM | ¿Qué te parece la idea de incluir un poema propio, comentando algo que motivó su creación?

 

NER | Vivo en una ciudad boreal, es decir, fría y gris por períodos demasiado largos para un animal del trópico. Quizá por eso el mar es una imagen que me asalta con tanta frecuencia, y a veces hasta termina eternizada en letras:

 

MAR NUESTRO

 

Cuesta imaginarlo,

pero detrás de esa polvareda

en la piedra caliza

está el mar de tenue cadencia

esculpiendo la faz de los acantilados.

No afloja ni lleva prisa

en la sigilosa tarea de definir formas

inalcanzables a la contemplación.

A no ser que, al cerrar los ojos,

despertemos a su lenguaje de niebla.

 

 

 


NÉSTOR E. RODRÍGUEZ (República Dominicana, 1971). Es autor de los poemarios Animal pedestre (San Juan: Terranova, 2004), El desasido (Ciudad de México: El Billar de Lucrecia, 2009), Limo (Rio de Janeiro: rganograma, 2018), Poesía reunida (Santo Domingo: Zemí, 2018) y Ojo de agua: antología poética (2001-2021) (Toronto: ICE, 2021).

 

 

 


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