LA CREACIÓN POÉTICA & SUS ESPEJOS
SMB | Como escritor creo que experimentamos una
especie de detonaciones creativas, pequeños destellos que pueden provocar la sucesión
de una imagen que puede convertirse luego en un texto, en mi caso, un poema, una
reseña o un ensayo. Esta detonación puede ser una imagen, puede ser un suceso, la
frase en una conversación, el diálogo en una serie o película, o por su puesto,
durante una lectura.
Así, al igual que Gelman, creo que el ejercicio creativo nos
sucede. Perseguir imágenes o algún texto puede ser frustrante, al no alcanzar eso
que proyectamos. En cambio, cuando se está abierto a estos destellos y se está perceptivo
al entorno, el momento creador fluye en una sincronía, en el sentido junguiano de
la palabra.
Por eso me identifico mucho con los escritores de haiku, o
con Ernesto Cardenal, cuando dice que él practicaba la contemplación para escribir.
En mi ideario del oficio creativo la contemplación es un ejercicio primario, del
entorno nos alimentamos, de las experiencias nos nutrimos, y el mínimo evento puede
evocarnos un epigrama o un poema de largo aliento.
Sin embargo, después de la detonación inicial y el surgimiento
de un texto, viene otro ejercicio distinto, que consiste en un desapego, para verlo
desde lo más afuera posible. Al trabajo que me refiero es a la autocorrección.
Durante este las imágenes que llegaron pueden irse, algunas
pueden ser prescindibles, otras tal vez solo funcionaron para la detonación, pero
durante la edición del texto se convierten prácticamente innecesarias, y al retirarse
permiten que el texto vaya creciendo y solidificándose.
Por eso el desapego es necesario, para evitar que aquellas
imágenes, a veces iniciales, podamos abandonarlas nuevamente dentro del éter. Esto
requiere de rigurosidad con el ejercicio creativo, rigurosidad con el texto, con
la intencionalidad de lo escrito, y, como escuché en muchos de los talleres literarios
a los que acudí en mis inicios de escritor, requiere no ser autocomplacientes con
lo escrito.
FM | ¿Tienes una esperanza de vida ideal? ¿Cuál? ¿De qué modo tu
creación hace parte de ella?
SMB | Considero que las utopías son inherentes
al ser humano. La capacidad de imaginar y crear, además el desarrollo de nuestra
moral y todos los ejercicios éticos, nos conducen conscientemente a proyectar ideales
de mundo o de vida. Esto además nos lleva a mantener una esperanza de vida. A partir
de esto recuerdo el trabajo que el filósofo Ernst Bloch dedicó que se llama principio
de esperanza, quien decía algo así como que la esperanza da al ser humano amplitud
en vez de estrecharlo; o a Eduardo Galeano en una entrevista recordaba las palabras
de Fernando Birri, director de cine argentino, quien decía que la utopía sirve para
que caminemos.
En mi caso, mi esperanza va muy ligado al ecologismo y al
veganismo, y esta atraviesa por completo mi obra. La esperanza que me hace caminar
es la idea de que el algún momento nuestra noción de justicia involucre a las personas
no humanas y a la naturaleza. Que además de buscar justicia para los humanos, busquemos
justicia para los animales. Que además de eliminar la brecha entre nuestras poblaciones
humanas, se eliminen las brechas entre humanos-animales-ambiente. Que nuestras reflexiones
éticas involucren a todos los seres sintientes y que busquemos un nuevo modelo civilizatorio,
más sensible, sustentable y que se base en el bien común.
Lo anterior, me ha llevado a escribir artículos académicos,
pero también, escribir una trilogía llamada Ruinas Fértiles, que está constituida
por un libro 1, recientemente publicado bajo los sellos editoriales New York Poetry
Press y Fruit Salad Shaker ed, llamado Luminiscencia. Un libro 2, pronto a publicarse
llamado El libro animal de los muertos, del que comparto un poema para ilustrar
esta pregunta, y un libro 3 en proceso de conclusión, llamado El cementerio del
Jaguar. En resumen, les puedo contar que el libro 1 le da voz a la Pachamama y a
algunos de sus seres, el libro 2 le da voz exclusivamente a los animales, y el libro
3 le da voz a personas ecologistas asesinadas en toda nuestra Latinoamérica, en
donde defender la naturaleza y los territorios es uno de las labores más peligrosas.
FM | ¿Cómo percibes las diferencias entre lo
que pretendías crear y lo que realmente creas? ¿Te molesta este abismo sutil de
vez en cuando? Si se ha reducido (o incluso desaparecido) con el tiempo, ¿a qué
atribuyes tal evidencia?
SMB | Quisiera abordar esta pregunta desde dos
puntos.
En primer lugar, considero que todo escritor o escritora no
escribe y no lee todo lo que desearía escribir y leer. En el sentido, de que siempre
llegaran ideas o proyectos que muchas veces no llegan a culminarse. Algunas veces
quedan dando vueltas en la cabeza de su posible creador, otras se inician y quedan
inconclusas, se hacen apuntes, bocetos, pero luego se van abandonando y terminan
encajonadas en alguna extraña dimensión.
En mi caso me pasa con algunos proyectos. Recuerdo la intención
que tuve de escribir un libro que iba a llamar Muerte alada, y escribí como dos
textos, pero luego mi libro El sudor de la morfina me consumió por completo, y en
este momento tengo la certeza de que nunca escribiré Muerte alada pues ya no me
provoca la idea inicial. O me está pasando con una novela que tengo pensada, pero
está trilogía que mencioné anteriormente, y otro libro que se está gestando, me
tienen metido de lleno, y no sé si a la novela le pasará lo mismo que al libro al
que me referí.
Sin embargo, lo anterior no me frustra, en el sentido de que,
si me encantase haber producido ese libro en su momento, o estar produciendo mi
novela, u otros proyectos que tengo en mente, pero considero que todo tiene su momento
y ahorita el enfoque está en estos dos proyectos.
Después, el segundo punto es el siguiente. En mi caso yo me
considero que en estos 15 años o más he desarrollado una especie de método de escritura,
y este se basa, principalmente, en escribir libros temáticos. Antimateria, El sudor
de la morfina, la trilogía que estoy escribiendo y otros libros que ya tengo escritos,
y que solo están esperando la oportunidad editorial para ver la luz, son, en sí,
libros temáticos.
Por lo general, a como se pueden venir ideas para poemas,
también se me vienen ideas para libros, pero son ideas muy concretas, que llegan
con el título, y que esta encierra hacia donde va el libro, muchas veces me llegan
hasta ideas para las portadas. Esto me permite poder escribir justamente lo que
quiero, e ir armando el libro en un eje de trabajo, donde investigo, leo en función
del tema que estoy escribiendo, o veo documentales y películas en esa lógica. Por
lo que siento, que esta forma de escribir acorta mucho la brecha entre lo que escribo
y quiero escribir.
Por otro lado, hay una brecha que siento un poco más amplia,
y consiste entre lo que escribo y lo que quiero publicar. Me pasa, que tengo libros
escritos desde hace muchos años y por diferentes motivos no han encontrado casa
editorial. Libros que me encantarían que estén circulando, y que publicarlos permitirían
cerrar su ciclo creativo. Y es una etapa que como escritor hay que aprender a sobrellevar,
la ansiedad de estar publicando o de ver publicado lo que se escribe. Esta parte
es, literalmente, desarrollar paciencia y aceptar que tal vez, y solo tal vez, los
libros que están ya están escritos, en algún momento verán la luz.
FM | Al visitar el templo de Zoroastro, Italo
Calvino descubre que el fuego real es el fuego oculto. ¿Cómo alimentas el fuego
de la creación en tu escritura? ¿Podríamos hablar de la existencia de algún rito?
SMB | En una entrevista que le hicieron a Cortázar
en algún momento, el decía, algo así como: el escritor tiene tres experiencias:
la experiencia leída, la experiencia escrita y la experiencia vivida. Cuando imparto
alguna charla o taller, generalmente yo menciono una, que es la experiencia de la
autocorrección, y que considero que es o debería de ser la experiencia más rigurosa
que poseemos quienes escribimos. De acá recuerdo también a Cortázar, del que se
comentaba que él se grababa leyendo sus cuentos, para luego escucharse y poder corregir
aquello que no le sonaba bien. Pero, esta experiencia es la parte final del proceso
creativo.
El germen, el fuego oculto de Calvino, para mí se encuentra
en el acto de la contemplación. El escritor o la escritora, dentro de su oficio,
práctica sistemáticamente la contemplación del mundo. Está atento al asombro, al
detalle, a la frase, a los movimientos corporales o sociales, a la naturaleza, al
cielo y los astros.
Pues desde lo más simple puede detonarse un verso generador,
una idea de un libro, el título de un libro de poesía, de ensayo o demás.
Para ejemplificar, recuerdo una vez sentado solo frente al
mar, una mañana, muy temprano, en una playa de Cahuita, donde se unen el mar, la
arena y el bosque, entro una ráfaga de viento que sacudió los árboles fuertemente,
y cuando pasó las hojas quedaron oscilando a diferentes amplitudes. Unas lo hacían
más rápido que otras, unas se movían armónicamente, otras lo hacían caóticamente,
unas simulaban el movimiento de una espiral, otras parecían una mano dibujando una
línea por la que pasaba una y otra vez. Realmente fue asombrosa la experiencia,
y de ahí se detonó el nombre de lo que ahora es una sección de mi segunda edición
de mi libro Antimateria, llamada La danza de las hojas, que lleva por epígrafe los
versos de la canción de Luis Alberto Spinetta, cantautor argentino: “Todas las hojas son del viento / pues él las lleva hasta la muerte”.
FM | ¿Crees que hay un exceso de ideas en el
mundo y que hay una especie de mal uso de esas ideas? ¿Es necesario minar constantemente
nuevas ideas o lo que falta en el mundo es orden y perseverancia en las ideas existentes?
SMB | Esta es una pregunta compleja, pero no creo
que existan un límite para las ideas, o sea, nunca habrá un exceso de ideas, pues
se acabaría nuestra consciencia y terminaríamos de completar una distopía, y seríamos
parte una civilización estática, adoctrinada y si capacidad de desarrollar nuevos
conocimientos.
Por lo tanto, las ideas nuevas siempre surgirán y aunque se
traten de censurar o perseguir o condenar, como ha pasado en cierto regímenes políticos
o religiosos, es inevitable que surjan y se extiendan. Pues, así como nuestro pensamiento,
nuestra ética, nuestras sociedades, y todo el flujo de lo natural esta en un permanente
cambio y en una permanente transformación.
FM | ¿Cómo has contribuido a mejorar el mundo?
SMB | No tengo ninguna certeza que he contribuido
a mejorar el mundo.
Podría decir que desde mi labor educativa e intentado promover
la reflexión sobre nuestra crisis ecológica y climática. Reflexionar como nuestro
sistema capitalista nos ha llevado a un permanente estado de emergencia y a comprometer
nuestra existencia en el planeta, y a eliminar la existencia de otros seres humanos
y no humanos.
Este intento a permeado en mi oficio literario, y he tratado
de escribir desde esta línea. Desde acá parte la trilogía que estoy escribiendo
y que ya salió publicado el primer libro Luminiscencia, y pronto verá la luz el
segundo libro, y me encuentro escribiendo el tercero.
No tengo ninguna certeza que estos libros lleguen a generar
un cambio en el mundo, pero por lo menos si llevan la intensión de abrir procesos
reflexivos de quienes los lean.
Quienes si intentan cambiar el mundo son las personas activistas
ecologistas de nuestra Latinoamérica, y que constantemente sufren persecución, amenazas,
violencia, y existe una alta posibilidad que puedan morir asesinadas. Por eso estoy
escribiendo el Libro 3: El cementerio del jaguar, que es un libro documental que
recuerda a quienes luchan y a quienes murieron intentando hacer un mundo más justo.
Por ejemplo, me gustaría compartir un poema del libro basado
en el caso de Doroty Stang, religiosa activista que fue asesinada en la Amazonía
brasileña, y que en un documental que vi sobre su vida, ella contaba esto:
“Con el fin de construir
esta vía [la transamazónica] los latifundistas atemorizaban a los indígenas que
vivían aquí, porque necesitaban atravesar esta zona donde ellos habitaban. Transportaban
con unas avionetas un montón de baratijas, como comida o ropa, que arrojaban por
donde el camino tenía que pasar. Una vez que el avión había pasado, los indígenas
llegan a ver todas las cosas bellas que habían arrojado. Eran como niños. Vivían
en el bosque, por lo que jamás habían visto este tipo de cosas, este tipo de comida,
este tipo de vestimenta. Estaban realmente contentos al ver los aviones llegar.
Un día se reunieron en el mismo lugar, pero esta vez fue una bomba la que dejaron
caer… así fue como se reanudó la construcción de la carretera que atravesaba el
bosque.”
FM | ¿Existe una realidad hispanoamericana o
el conjunto de sus 19 países aún no ha descubierto sus verdaderas perspectivas culturales
para la acción conjunta? ¿Cómo cree que debería funcionar esa América tan deseada
y a veces imposible?
SMB | La respuesta que doy de la pregunta anterior
me ayuda a contestar esta, pues aun con las marcadas diferencias sociales, culturales,
geográficas, ambientales y un sinnúmero más de factores a considerar que hace cada
una de nuestros países, regiones y lugares únicos y distintos, no podemos negar
compartir una historia común de colonialismo.
Durante décadas nos hablaron de que somos un territorio pobre,
cuando somos un territorio empobrecido y a lo largo de siglos el norte global ha
ocupado nuestra región, en complicidad con los grupos de poder de nuestros países,
para que pequeñas agrupaciones se enriquezcan a partir, de lo que el capitalismo
llama, recursos naturales.
En los países donde gobierna la derecha se ha implantado un
capitalismo corporativo, cediendo tierras, agua y elementos naturales, para que
sean explotados y sacados de nuestros territorios. En países donde gobierna la izquierda
se ha implantado un capitalismo de estado, basando la economía, al igual que al
anterior, en el extractivismo y en la venta de materias primas al norte global.
Ambos casos responden a un sistema colonial que se basa en
el despojo y que ha conllevado a la violación de derechos humanos de las poblaciones,
a implantar lo que se conocen como zonas de sacrificio, a despojar a las personas
de su territorio, a empobrecer a la mayoría de la población y sobre todo a sobreexplotar
la naturaleza, negándola como Ser, destruyéndola sistemáticamente, así como pasa
con los animales, que sufren del despojo también, de masacres y de extinción.
Obviamente si se ocupa un movimiento en cada uno de nuestros
países, con miras a formar un bloque, que podría basarse en las visiones del buen
vivir y del bien común. Pero realizar una transformación social tan radical no es
sencillo, y se ocupa de mucho trabajo colectivo, y lamentablemente si de algo padecemos
en nuestra actualidad es de fragmentación, de individualismo, pues nos despojamos
del sentido de comunidad, de trabajar por el otro, de trabajar por causas comunes.
Una de las opciones más importantes que tenemos como región,
es la de consolidar un nuevo sistema educativo que provoque una profunda transformación
de nuestra cosmovisión, nuestra ética y nuestro relacionamiento con la vida, con
la naturaleza, las personas y el mundo.
FM | ¿Qué sueles leer fuera del español? No me
refiero sólo a la literatura, porque aquí me interesa evocar tu entorno de lectura.
¿O crees que leer poetas es el único material imprescindible para tu creación?
SMB | Una vez invitaron al poeta chileno Omar
Lara a Costa Rica, y después de una de sus lecturas una persona le preguntó que
qué le aconsejaría leer. La respuesta de Lara fue tajante: debes de leer de todo,
todo lo que te llegue a las manos.
Me engancho de esta afirmación, pues considero que antes de
escritores somos lectores, y aun cuando, como lectores, tenemos nuestros géneros
favoritos, muchas veces necesitamos salirnos de nuestro confort para explorar otras
formas de escritura, otros géneros y conocer autores.
Pero, además, como creadores literarios, no podemos quedar
encasillados solo en un género específico. Si escribimos poesía no hay porque solo
leer poesía, teniendo vastas posibilidades, y como mencioné en preguntas anteriores,
lecturas que nos pueden detonar textos o libros.
Y cuando hablo de lecturas, no solo hablo de libros. Podemos
hacer lecturas de películas, documentales, de música, artes visuales, teatro, hasta
de conversaciones que pueden activar nuestro asombro y provoque la detonación de
nuevos textos.
Por otro parte, en mi caso, he venido escribiendo libros temáticos.
Libros que se encierran, prácticamente, en una línea de investigación. De hecho,
yo considero que intento mezclar la investigación académica con la creación literaria.
Por ejemplo, cuando estaba escribiendo El sudor de la morfina,
leí muchísimo sobre el cáncer, desde novelas, revistas, libros de ensayo, investigaciones,
vi documentales, películas, hice trabajo de campo, visité hospitales, hablé con
pacientes, para ir documentado testimonios que luego se convirtieron en poemas.
En el caso de Antimateria, leí mucho sobre física cuántica,
filosofía, libros de física divulgativa, artículos, entre otro montón de insumos
que me detonaron poemas. A estos textos y otros he vuelto, pues me encuentro escribiendo
un libro llamado Implosión, que va en una línea similar a Antimateria.
Para la trilogía lo mismo, leo muchísima filosofía, textos
de académicos, libros y veo muchísimos reportajes, documentales y otros insumos
que me ayudaron a terminar el libro 1 y 2, y me siguen aportando al libro 3.
FM | ¿Crees en la existencia de la sociedad?
SMB | SMB | Justamente actualmente estoy reflexionando
sobre esto. Estoy escribiendo un libro llamado Implosión, que se basa en la argumentación
de Jean Baudrillard en su libro Cultura y Simulacro, donde se cuestiona lo real,
si todo es una ilusión o una simulación, así como la película Matrix plantea.
Esta idea no es ajena a los pensamientos budistas o los postulados
de la física cuántica, por lo que nos permite cuestionarnos la idea del Ser, la
idea como individuos y la idea como sociedad.
A partir de esto no puedo dar un Si o un No absoluto, pues
estoy inmerso en mucha incertidumbre y cuestionamientos sobre todo este tema. Sin
embargo, no puedo negar que ilusorio o no nos organizamos como grupos sociales,
que tenemos puntos en común que nos guía, en el caso de nuestra sociedad contemporánea,
el mito y la adoración al dinero. Que establecemos y nos imponen normas, que a veces
respetamos, otras nos mantenemos al margen. Que tenemos una historia que nos atraviesa
y que formamos parte ella.
FM | ¿Quién eres de todos modos?
SMB | No puedo contestar a esto más que con poemas.
Para contestar compartiré uno de los primeros poemas del libro Antimateria:
MATERIA
DE DEUDA
A mi
madre
dromedaria por nueve meses
la cicatriz
en el vientre
sus manos como rieles
a mi
padre sus 23 cromosomas
a mi
hermano
solicitar a gritos mi llegada
a mi
abuela
dadora de venas abiertas
su escalera infinita
a mi
niñez el miedo en cada paso
a la
adolescencia su ignorancia
a los
libros mi despertar tardío
a mis
mascotas su confidencia
a mi
profesión la duda
a Ale
la reacción en cadena
al morderme el corazón
a la
poesía la soledad de mis canas
a la
muerte el tiempo que ha tardado
a mi
país su historia recortada
al mundo mis decepciones
y a
Gonzalo
aunque no se me entienda
este plagio
SEBASTIÁN MIRANDA BRENES (Costa Rica, 1983). Escritor e gestor ambiental. Participou de festivais internacionais de poesia em diferentes países da América Latina. Seus poemas e ensaios foram publicados em importantes revistas eletrônicas, como Vallejo&Co e New York Poetry Review. Publicou os livros: Antimateria (primeira edição na Coleção Cadernos AmerHispanos, San Luis Potosí, México, 2013 e sua segunda edição em edições FruitSaladShaker, Costa Rica 2022), El sudor de la morfina (edições Fruitsaladshaker, Costa Rica 2020) e Luminiscencia (Livro 1), em uma coedição com as edições New York Poetry Press e Fruitsaladshaker, Costa Rica 2022.
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ARC Edições | Agulha
Revista de Cultura
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
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