Il est urgent de proclamer que Mystère et Merveilleux ne sont pas
en dehors mais dans les choses et dans les êtres, les uns et les autres se transformant
à chaque instant, unis qu’ils sont par des liens continus.
[Se debe proclamar urgentemente que el
Misterio y lo Maravilloso no están fuera, sino dentro de las cosas y dentro de los
seres, que unas y otros van transformándose a cada instante, unidos por lazos continuos.]
PIERRE MABILLE
...l’essentiel,
quête éperdue de ce qui n’a pas de prix...
[…lo esencial, la búsqueda trastornada de lo que no tiene
precio…]
ANNIE LE BRUN
Busco experimentar
el Misterio y lo Maravilloso del que hablan los surrealistas, realidades que son
interiores en los seres, constante devenir e interconexión de todo. Vivo de ese
modo y percibo constantemente la veracidad de estos postulados.
Me apasiona el
conocimiento en sí y que sea posible expandir lo conocido incluso a sabiendas de
que el cambio constante sucederá mientras estoy asiendo sólo hilachas de la realidad.
Digo apasiona y entiendo la pasión como algo que
surge desde un fondo misterioso, algo que es ingobernable, algo que arrastra, algo
superior al yo. Me toca expresar esto
en forma de arte visual. La tarea artística la entiendo como algo para lo cual una
se entrena, aprende un modo de expresar. Se aprende un lenguaje durante años en
el entrenamiento sin que se comprenda para qué se podrá usar. Luego se trabaja años
para refinar el lenguaje y se perfecciona la habilidad para expresar lo artístico.
Se pasa años estudiando lo que otros ya han logrado para luego vislumbrar cuál es
la tarea personal.
En líneas generales,
en mi vida como artista experimento constantemente el impulso interior que menciono.
Es un impulso que me obliga a "trabajar", verbo que uso para expresar
la pesada labor de explorar la realidad interior eternamente cambiante y en forma
obediente usar los materiales que conozco.
Sé manejar el
barro, la pintura o el dibujo con tinta y otros medios. Uso ese conocimiento técnico
para obtener las imágenes visuales que hago. Mi trabajo es un continuo hurgar en
lo oscuro, en la niebla, en lo desconocido.
Como ya lo he
mencionado, para hacer el tipo de arte que me interesa –para el intento de comunicar
mi investigación interior más que adornar o decorar– tuve que aprender mi oficio,
primero como ceramista y luego como pintora, además de que hizo falta que leyera
mucho, que escuchara mucha música, que conociera los avances de la ciencia en campos
como la medicina, la psicología, la historia y la sociología.
Nací con un afán
de conocer. Mi padre declaraba que lo que más dominaba su constitución interior
era la curiosidad. Ese afán me lo ha comunicado a mí también. La curiosidad de mi
padre era también general, pero su tema principal era la historia. El tema principal
mío es el estudio del alma humana en sus muchos aspectos.
En mi edad ya
avanzada estos dos asuntos –haber nacido mujer y la esencia universal de lo femenino–
son los asuntos que me preocupan más. Dedico todo el tiempo posible a explorarlos,
sondearlos. Esto tanto en mis lecturas, mis escritos, mis contactos con otras personas,
como en la obra visual que hago. ¿Cómo llegué a esto? ¿Cómo desarrollé mis ideas
y mi obra? Eso es lo que quisiera describir en los párrafos que siguen.
Aún ahora no puedo
vivir sin trabajar. Tras 25 años de trabajo en cerámica, comencé a pintar, primero
en obras en colaboración con Ludwig Zeller, y luego en mi obra personal. Parte entonces
un trabajo que se desarrolla durante casi cuarenta años y que me trae al punto en
que estoy ahora.
Sigo todavía con
la continua urgencia. Mi fuerza física va mermando y logro hacer más cuando tengo
el apoyo de un ayudante. Pero no hacer, estar semanas y meses sin pintar o sin dibujar
o sin hacer escultura me lleva al decaimiento y a somatizaciones de éste. Me enfermo.
Somos seres salidos
del mar y nos afectan ritmos como los de las olas. A veces el mar está más agitado,
se dan fenómenos explosivos y a veces una ola recorre largos trechos de la superficie
del agua antes de romper en alguna playa o de dar con una roca. Estas metáforas
aplican a la creatividad. Concibo a las series que conforman mi obra como olas que
nunca son eternas, que siempre recorren una extensión y luego acaban, que son ayudadas
por fuerzas externas, como en el caso del mar el viento y la cercanía de la Luna
que afecta a las mareas. Y se dan en mi vida eventos que actúan como frenos repentinos,
como cuando la ola rompe sobre una roca. Habrá personas que puedan corroborar que
se vive sensaciones como estas en toda vida creativa.
En mi experiencia,
las olas que surgen, se elevan y luego merman se expresan en series. Es posible
que este modo de trabajar se dé en olas más extensas, y se da el caso de circunstancias
en que estas olas chocan contra alguna roca. Muchas veces he visto mi trabajo interrumpido,
incluso en momentos de fluidez, de la fase elevada de la ola. Los choques o las
interrupciones han sucedido cuando he tenido que atender a los míos, emigrar, mudarme,
hacer taller nuevo, cambiar de modalidad de trabajo o aceptar encargos. En todo
caso, si reviso mi obra, la puedo considerar en secciones o series que se manifiestan
en forma muy específica. A continuación, las iré mencionando.
Dibujos e ilustraciones
Creo que todos
los niños pueden dibujar. Decir dibujo desde
que fui niña no describe bien el trabajo en dibujo. Es más justo decir que el
dibujo es un lenguaje. A medida que avanza la vida y se va refinando el lenguaje,
cambia el modo de dibujar. Me pasa como a algunos colegas con quienes he trabajado
que muchas veces me urge dibujar la cosa de la que estoy hablando para hacerme entender
mejor.
El dibujo es visualización
de imágenes que se van concibiendo. Pintar es mucho más complejo. El dibujo permite
esbozar ideas, pero se logra mejor sondear profundidades del alma con el trabajo
sostenido, como en el caso de la pintura. Son dos modalidades en que para mí aparecen
las imágenes.
Lo primero siempre
es la imagen, la palabra viene luego para explicarla. La imagen surge en forma espontánea
y creo que se alimenta de todo lo visto a medida que se vive aunado a la herencia
de una conciencia colectiva. He notado que los artistas visuales tenemos mayor capacidad
de percibir los detalles de lo que aparece ante la vista. Observo mucho cada cosa,
veo detalles generales y también los muy pequeños, de todo. No puedo evitar este
constante escrutinio de lo que pasa ante mi ojo. Ese ojo externo ve y la mente procesa
lo visto tanto visual como metafóricamente.
En mi madurez
de ahora es muy fácil hacer bocetos, explorar, dejando que se mueva el instrumento
con que dibujo sobre el papel. Mover el instrumento produce una línea que acusa
ese movimiento muscular y externo, pero también algo de un movimiento interior que
es resultado del acaparamiento de movimientos desde que mi cerebro existe. Todo
lo visto es asociado a algo visto anteriormente. Se puede dar que no haya asociaciones
directas, pero aún así creo que los velocísimos mecanismos de la percepción funcionan
en constantes conexiones con lo que es parecido o contrario. Cuando dejo que se
mueva mi pluma sobre el papel acusa estos relámpagos y de los trazos que quedan
rápidamente surgen las asociaciones. Es muy difícil hacer el así llamado dibujo
automático manteniéndolo en un nivel en que no aparezcan asociaciones.
Llevo mucho tiempo
dibujando y por eso, en cuanto aparecen las asociaciones, puedo afirmarlas, expresarlas
con marcas, de modo que sean aparentes también para otros y den mejor expresión
a lo que yo misma quiero "ver".
Si cierro lo ojos
siempre veo algo. Ese algo, considerado sin exclusión y sin clasificación de significado
puesto en palabras es base de lo que surge en el trabajo automático. Es posible
que ese algo, manchas sin nombre, luces y sombras, sean lo que se quiere expresar.
El dibujo permite eso. Y es posible, cuando el dibujo ilustra algo, que ese algo
esté nombrado antes, tanto en el caso
cuando se habla como cuando se lee un texto. Mis bocetos en mi cuaderno son de esa
índole. En el caso de las ilustraciones que hago tengo una imagen mental que puede
que haya surgido del texto que estoy ilustrando, o una asociación a ese texto. En
este tipo de trabajo dejo vagar la pluma en movimientos no muy controlados y espero
que vaya surgiendo la expresión cada vez más clara que se puede leer visualmente. Trabajar con pluma y tinta
me gusta porque me permite esta vagancia hecha con trazos muy leves. La tinta no
se puede borrar y eso provoca una cierta tensión en la vanidad pura y simple que
busca lograr algo reconocible.
Lo que sí es característico
del dibujo, es que, dentro de la creatividad misma, dentro del modo en que surgen
imágenes es un oleaje continuo, está la superficie misma del mar del inconsciente.
Los dibujos a modo de bocetos son las redes en que se puede atrapar las imágenes
fugaces como mariposas, los destellos minúsculos que son las semillas de las imágenes
más elaboradas.
En mi primer año
de mujer casada y teniendo todo el tiempo del mundo mientras mi marido terminaba
su trabajo, estuve estudiando, por cuenta propia, dibujo de desnudo en un edificio
de la Calle Córdoba de Buenos Aires, lugar de una asociación de artistas donde a
todas horas del día y de la semana se podía encontrar modelos vivos.
Mi interés por
la figura humana creo que se inicia con las imágenes que vi en libros de medicina
en la biblioteca de mi padre, en Budapest. Fui muy niña cuando vi por primera vez
ilustraciones de anatomía humana. Y luego, al dibujar la figura humana durante meses,
tomé conciencia de la necesidad de profundizar en este conocimiento.
En lo que he realizado,
hay dibujos de variada intención, como es el caso de los dibujos preparatorios para
cuadros y hay algunos que se pueden considerar como obras en series; he destruido
mucha cosa que me parecía de poco valor, pero guardo cuadernos de bocetos y he conservado
las series. Intento resumirlas:
• Los dibujos a
pluma que hice para mi primera exposición en Chile (1963).
• Las ilustraciones
en pluma y tinta para el libro de Ludwig Zeller Las reglas del juego. (1968)
• Serie de Paisajes
de piel/Skinscapes, en tinta y lápices de colores (1971)
• Serie de Paisajes
de humo/Smokescapes, en humo de vela y lápices de colores (1971)
• Ilustraciones
para el libro único Les assises de la grèle
de Edouard Jaguer (1975)
• Ilustraciones
en pluma y tinta con lavada en acrílico para el poema de Ludwig Zeller Mujer en sueño (1975)
• Ilustraciones
para el libro Vertical poetry de Roberto
Juárroz (1977).
• Ilustraciones
para el libro Eugenio Granell o la invención
del dado, poemas de Ludwig Zeller (1983).
• Ilustraciones
en tiza Conté y acrílico, para el libro único The Funnel of Sand, poema de Ludwig Zeller (1983)
• Ilustraciones
en tinta y acrílico, para el libro único, Mujer
en sueño, de Ludwig Zeller, (1985)
• Ilustraciones
en tinta y pluma para The Marble Head and
Other Poems de Ludwig Zeller, (1986)
• Dibujos eróticos
en pluma y tinta color sanguínea (1986)
• Ilustraciones
para el libro único, El espejo cansado,
poema de Ludwig Zeller (1988)
• Ilustraciones
en tinta y pluma coloreada con lavada de acrílicos, para dos libros únicos sobre
La tentación de los eremitas, poema de
Ludwig Zeller, (1990-91)
• Ilustración en
carboncillo para Operativo en el trópico o
el árbol de la vida de Stephen Mariner de Carlos Montemayor, (1994)
• Ilustraciones
en tinta para Cuentos de la Montaña de
Manuel Torga, (1996)
• Serie La selva oscura, dibujos automáticos en tiza
Conté y acrílico (1999-2000).
• Ilustraciones
en tinta y pluma para el libro Au féminin
de Guy Cabanel (2017)
Mirages/Espejismos
Es bastante voluminosa
la obra en colaboración que he realizado con Ludwig Zeller al que hemos denominado
mirages/espejismos. El origen es un impulso
de Zeller, pero en estas obras cuenta mi disponibilidad para compartir. Se puede
también decir que el empuje es de Zeller y la acogida es de Wald. O decir que Zeller
propone una pregunta y Wald ofrece una respuesta. También puedo proponer que Zeller
ha sido el habitante para las casas que construyó Wald, es decir, que mi aporte
ha sido de índole femenina, en el plano simbólico y psicológico. Esto se da naturalmente
ya que éramos una pareja, hecho que se hizo más que patente en esas obras en colaboración,
de vital simbiosis. El proceso siempre fue gozoso para ambos, siempre lo hemos llevado
en un ánimo lúdico.
Entre los mirages
están las series, de cincuenta piezas; los libros únicos hechos en colaboración;
y las piezas cada vez mayores, hasta llegar a 120cm de diámetro en un gran círculo,
que son pinturas. Los primeros mirages/espejismos son de collage blanco y negro de Zeller combinados con dibujos
en tinta y pluma de Wald. Hay luego experimentos para iluminar estos materiales,
primero con lápices de color. Luego existen piezas en que Wald aplica la pintura
acrílica con toda la densidad del material. Las series de a cincuenta piezas están
en general hechas con los collages de Zeller tanto en blanco y negro como en color
a los que Wald aporta dibujo en tinta y lavadas de acrílico a modo de acuarela,
mientras que en los libros únicos hay una mezcla de métodos hasta incluir impresiones
de acrílico.
• Mirages, para
dos libros únicos de poemas: Demi Rêve
de Robert Desnos y Allo de Benjamin Péret
(1976).
• 100 mirages de
varios tipos para la exposición By Four Hands
(1979).
• Mirages, para
un libro único del poema: Ponte delle parole,
de Arturo Schwarz (1984).
• Mirages, para
un libro único del poema Vigilance, poema
de André Breton (1986).
• Mirages, para
un libro único del poema Für Aloïse de
Ludwig Zeller (1994).
• 50 mirages, lanzamiento
del libro Susana Wald (2003).
• 50 mirages, homenaje
a Jorge Cáceres (2005).
Primero usé como
lenguaje la cerámica. Para practicarla tuve que entender la materia con que se trabaja,
en este caso el barro, los vidriados, las técnicas para manejarlos, sus cualidades
en circunstancias diversas de elaboración y de sometimiento al fuego. Fue necesario
saber cómo se transforma la materia física y químicamente para que lo obtenido se
pueda llamar cerámica. En el largo proceso, la interioridad de lo humano también
se transforma, en un modo similar al que se experimenta en los procedimientos alquímicos
que tienen un aspecto material y otro que es intangible, propio de la interioridad
humana.
Somos materia,
estamos hechos de los mismos elementos que los que empleamos y transformamos. En
las transformaciones exteriores e interiores suceden cosas, aparecen gestos
sin que se tenga para ellos una intencionalidad previa. El resultado aparece en
lo artístico.
Era yo muy joven,
pero ya tenía experiencia en trabajar el barro y los vidriados para producir obras
cerámicas. Estaba preparando mi primera exposición individual cuando viajaba en
automóvil trasladando unas piezas de barro recién torneadas. Las piezas las puse
en el piso del vehículo, pensando que había ahí más lugar para que cupieran todas.
En un momento dado me vi obligada a frenar repentinamente. Las piezas que aún estaban
blandas chocaron unas con otras y sus formas cambiaron. Cuando las pude ver con
calma me pareció que había sucedido algo que era especial, que esas formas que antes
yo no tenía intención de buscar o de crear tenían algo de noble y verídico. Conservé
las deformidades, las refiné, las dejé pulidas en sus curvas y oquedades novedosas,
las puse en el horno, luego las esmalté.
Se había producido
algo que normalmente llamamos accidente,
algo previsible, pero no previsto. Y de este evento salió un nuevo lenguaje de formas
cerámicas. Yo conocía el método de producir piezas de cierta manera, pero este evento
me enseñó otro.
Entendí lo esencial
y es que modificar las formas previsibles y bien conocidas, arriesgar el cambio
de lo que se tenía por cosa dada lleva a nuevas realidades. Es cierto que esta regla
no permite ninguna rutina, pero también es cierto que cuando cualquiera cosa se
vuelve costumbre deja de ser arte, no carga la tensión que da el procedimiento interior,
el sondeo de lo desconocido. Suena obvio, no lo es.
Como ya mencioné,
es en cerámica en que me inicio en mi trabajo como artista. Participo en las exposiciones
de grupo que la Escuela Nacional de Cerámica organiza anualmente en una galería
de la Calle Florida, en Buenos Aires. La primera exposición individual que me organiza
Ludwig Zeller en Santiago (1963) muestra ya una desviación de la ordenada manera
en que hacía mi obra.
Quiebra de lo
utilitario
Es sin embargo
en la segunda exposición, en 1964, cuando presento por primera vez una innovación
en mi trabajo de ceramista y una quiebra de cánones reconocidos. Es entonces que
llego a literalmente romper las piezas utilitarias y las convierto en expresiones
de ideas y motivaciones interiores. De ahí en adelante surge una experimentación
en la que las formas torneadas las modifico para convertirlas en esculturas.
Esculturas sobre
platos
La colada se hace
usando moldes. La innovación que menciono es que en vez de hacer piezas utilitarias
ya sea torneando la arcilla roja o usando el material líquido de la colada, he empleado
este último en crear unos objetos que se inscriben mejor en el campo de la escultura
de pequeño formato. La serie son unas formas instaladas sobre platos de 35cm de
diámetro que les hacen de soporte o fondo. Las formas originalmente utilitarias
las he manipulado de tal manera que sugieren escenas o incluso conceptos abstractos.
El trabajo lo hice en forma totalmente lúdica, en un impulso interior que surgió
en forma instintiva.
Cerámicas sobre
paneles cerámicos
Estaba ya instalado
mi taller en Oakville, Ontario, adonde mudé a toda la familia, cuando comencé a
hacer una serie de piezas sobre planchas de arcilla roja. Estos son unas especies
de "cuadritos" con motivos a veces reconocibles como formas de senos que
proceden de trabajo en el torno y otras más abstractas que se pueden asociar con
elementos de apariencia orgánica…
Esculturas
En los cinco años
en que estuve enseñando cerámica en Sheridan College también hice esculturas esmaltadas
con vidriados bastante coloridos. En estas piezas también se dan alusiones a elementos
orgánicos que recuerdan aspectos de la anatomía humana.
Murales
En Chile he podido
hacer varios murales cerámicos en esmalte sobre baldosas de porcelana. Están en
casas privadas. También he hecho una tumba con los mismos materiales. En Canadá
hice un mural en que se mezclan la baldosa de porcelana esmaltada y la escultura
en altorrelieve de barro blanco.
Mi preocupación
por aspectos de la condición femenina es perceptible en mis series de cerámicas.
El quebrar las formas utilitarias es un tipo de rebelión en contra de la cotidianidad
asfixiante en la cual quedan excluidos los momentos de expansión de la conciencia.
Es el mismo caso en que en las coladas: las formas utilitarias se convierten en
un lenguaje que apunta a conceptos ajenos a sus aspectos originales. Y tanto en
las coladas como en las planchas aparecen formas arquetípicas de lo femenino como
el huevo, los senos, cuernos de toros, así como alusiones al sexo.
Pinturas
• Mujeres de
Esta serie de
pinturas surge de un dibujo hecho al margen de una carta escrita para Edouard Jaguer
con quien mantuvimos contacto frecuente durante un periodo de casi veinte años.
Desarrollé ese
dibujito automático en un cuadro que aparece en la cubierta de un libro de Beatriz
Hausner y éste dio paso a uno segundo, “El sueño del geómetra”. El paso siguiente
fue “La esposa fiel”, un mueble utilitario
cuya idea a su vez viene de cuatro cuadros eróticos cuyo precedente es la serie
de dibujos en tinta ya mencionados que hice en 1986 como un regalo para Ludwig Zeller.
“La esposa fiel”
desató una serie de ideas que surgían una tras otra. Las primeras “Mujeres de…”
son muebles y están hechos con un ánimo lúdico. Ese es su origen, pero su fondo
es otro. Examinados en profundidad estos cuadros nacen de un fuerte impulso de reclamo
–no importa cuán inconsciente– que podría llamarse feminista, aunque la tarea de
hacer valer el feminismo estaba por completo fuera de mi intención racional de esos
años.
Llegué a pintar
veinte “Mujeres de…” Las últimas figuras de la serie están más humanizadas –es el
caso de “La mujer del fotógrafo”, por ejemplo–, pero creo que su ánimo es igualmente
subversivo. Ni qué decir que hasta hace poco estos cuadros no tuvieron una recepción
entusiasta, más bien al contrario; después que envié fotos de los primeros a Edouard
Jaguer, él dejó de incluir mi obra en las exposiciones de Phases. Tuvieron que pasar
más de veinte años hasta que Macarena Bravo Cox, una joven chilena, investigadora
e historiadora de arte hiciera un análisis y una crítica comparativa de esta serie.
“La esposa fiel”
la pinté en 1982 y “La mujer del fotógrafo” en 1988. En ese periodo hice cuarenta
y cinco obras. Es decir, son más las piezas fuera que dentro de la serie. Al principio
hubo un fluir en la aparición de las imágenes y luego ese fluir se interrumpió en
varias ocasiones. De hecho, el vigésimo cuadro de esta serie es una repetición de
la “Mujer del cortador de vidrios” hecho muchos años más tarde. Un caso claro del
oleaje que choca contra rocas, se dispersa, se atomiza.
• Ventanas
La mayor parte
de los cuadros de esta serie se dan en un corto periodo entre fines de 1992 y todo
el año 1993. Es cuando, en un momento de espera en busca de una temática, recurro
al antiguo sistema que retoman también los surrealistas. Leonardo da Vinci menciona
en su Tratado de la pintura que es útil
mirar las manchas de la humedad en los muros para ubicar temas que pintar. Los surrealistas
provocan manchas con herramientas y métodos variados para poder acceder a los mismos
“descubrimientos”. Otro ejemplo, la prueba de Rohrschach explora las asociaciones
y proyecciones psicológicas que se dan al observar un tipo de manchas simétricas.
Simétricas o no,
las manchas son sólo eso: manchas. Lo que “vemos” en ellas son cosas que llevamos
en el alma. Y esas cosas las compartimos todos los humanos. Cuando se mira una nube
y se la ve como la forma de un dragón, al mencionarlo a otros, ellos verán lo mismo.
En la serie de
Ventanas uso este modo de imaginar, de hacer imágenes. Curiosamente la palabra imagen tiene entre sus significados originales
imago, que es la forma de un insecto en
su estado de adulto. La enciclopedia da como ejemplo una mariposa. Si la mariposa
es, como sucede, un símbolo del alma, entonces las imágenes son manifestaciones
del alma y el imaginar es una actividad psicológica importante. Es por eso que podemos
comunicar lo visto en las formas de las nubes y las manchas en el muro. Compartimos
alma con todos los seres humanos. Y es de ese compartir que surgen las obras de
arte.
En las “Ventanas”
aparecen cosas disímiles. En esos huecos en los muros podemos mirar hacia afuera
y en muchos es posible ver hacia adentro. Ese mirar hacia adentro es apasionante.
También es apasionante trabajar buscando imágenes con manchas.
• Huevos
La vida tiene
su música, su ritmo, sus crescendos, sus
silencios, sus pausas. Estas últimas suceden cuando se da alguna de mis mudanzas
mayores. Sobresale la que emprendo cuando jubilo de Sheridan College. Traslado mis
cosas a Oaxaca, al sur de México. Otra pausa es el viaje a Europa en el mismo año,
1994.
En Oaxaca me encuentro
en una situación nueva. Experimento en lo interior una especie de vacío en lo intelectual
y creativo; me repliego sobre mí misma. Eso sí, tengo tiempo para el trabajo de
taller. Al principio no hay un lugar específico para ello, hago hueco en espacios
diversos de un departamento. Luego construyo una casa en un pequeño pueblo zapoteca.
En esa casa tengo hasta este mismo momento el espacio que necesito para pintar.
Me dedico a obras variadas, dibujos, retratos y en la nueva casa, el gran nido,
comienza de nuevo la posibilidad de que surja una serie de pinturas más personales.
Las formas de
huevos aparecen como un tema muy recurrente en mi obra, primero en cerámica y luego
en la pintura. La mudanza, y la construcción de la casa, son el caos del que surge
un dibujo de desnudo que uso como base para un cuadro hecho – en 1997, tras una
pausa de tres años–, que se llama “Noche de Huayapan”. Siento la necesidad de encontrar
algo que ubicar en un rincón del cuadro para establecer un equilibrio y pinto un
huevo. No es, de lejos, la primera vez que hago algo por el estilo, pero esa pequeña
forma oval hace que aparezca la primera imagen de la nueva serie, el “Homenaje a
De Chirico”. De ahí en adelante, y durante seis años me posee la obsesión de pintar
esta serie quizás metafísica. Las imágenes aparecen mientras todavía trabajo en
una anterior, o a veces en momentos de reposo o ensoñaciones. La galerista, escritora
y novelista Martha Mabey, crea su texto para el libro Susana Wald (2003)
sobre esta serie, a partir de entrevistas que me hace mientras estoy aún en plena
efervescencia del impulso.
Al principio no
entiendo y no indago el por qué de esta labor, y cuando lo hago me encuentro con
la mención de que la simbología conectada con el huevo es la de la resurrección.
Me intriga entonces entender que, si algo está resurgiendo, ¿qué es? Mi conclusión
interior, mi insight personal es que se
trata de la sacralidad de lo femenino. Esta idea está perdida durante más de cuarenta
siglos y creo que en nuestro tiempo surge de nuevo, con mucha fuerza. Aparece en
mi trabajo y en el de otros artistas, como una constante llamada de atención.
• Olas de Vida
El texto de Martha
Mabey aparece muchos años antes de que yo escriba esta nota por lo que en el libro
Susana Wald no hay mención del trabajo
que he hecho más tarde.
En una pausa,
poco después del inicio del siglo XXI, examinando mis grabados, pinturas, dibujos
y esculturas, me llamó la atención la presencia reiterada de formas en espiral.
No tenía idea de la razón de fondo de ello, por lo que decidí que la manera de investigarlo
era la de abstraer las formas y buscar en el trabajo mismo la respuesta al dilema
de por qué asomaban a cada rato.
Comencé a pintar
esta serie poco antes de mi cumpleaños, en diciembre del 2009 y a mi primer intento
le puse el título “Algo tiene que suceder”. El siguiente cuadro lo terminé dos días
más tarde, en mi setenta y dos cumpleaños. Dos días después de éste terminé el tercer
cuadro de la serie y dos días más tarde el cuarto. Obviamente estaba metida en algo
de importancia. Hasta julio de 2012, es decir, en dos años y medio, completé cuarenta
y siete cuadros de esta serie. Los hay de formato un poco mayor, otros muy pequeños,
pero la dinámica es la misma. Mientras los hacía surgió la meditación sobre el hecho
de que la espiral es una forma que expresa un movimiento en muchas escalas, desde
el primer brote de una planta que se va abriendo, hasta las galaxias interestelares.
Los seres humanos, al nacer, salimos del vientre de nuestras madres en movimiento
de espiral.
La materia de
la cual estamos hechos, se comporta de modo coherente y va manifestando formas parecidas.
Esa materia da origen a la vida, de donde sale mi título para esta serie.
• Dualidades y triadas
Tras una pausa
de seis meses, en enero de 2013 aparece la primera imagen de dualidad, de desdoblamiento,
de unidad entre dos, a partir de dibujos de estudio de desnudos.
He completado
cinco dualidades de tamaño mediano y una de tamaño menor dictada por lo requerido
para una exposición de grupo.
La segunda dualidad
es un cuadro luminoso que para mí es una meditación sobre la muerte que yo no considero
como cosa de horror, sino de paso a un estado ignoto y una vuelta al punto de partida.
Al hacer mi nota
sobre la cuarta dualidad escribo Aquí también
la imagen cuajó en el último instante (es que no sé muy bien qué estoy haciendo).
En este cuadro se da una especie de premonición de elementos que desconozco cuando
lo estoy pintando y que luego descubro con gran alegría.
Puedo anotar también
que uso repetidamente, a modo de punto de partida, el mismo boceto de desnudo para
tres cuadros y que siempre se dan resultados diferentes.
Me interesa la
numerología y los símbolos que esconden los números y después de los cuadros de
dualidades pinté dos de triadas. En el segundo caso es particularmente clara la
referencia a las diosas de la antigüedad que siempre aparecen de a tres, en este
caso tres edades de la mujer representadas por Perséfone, Demeter y Hécate. Quizás
entretenga a quienes leen estas líneas que la segunda triada la hice usando un boceto
de una mujer reclinada. La paré en las puntas de sus pies y la levanté hasta la
posición vertical. Esto me parece en sí significativo.
• Ártemis
Llegué en 2016
a mis setenta y nueve años y decidí que iba a celebrar el ochentavo con una serie
de pinturas. Dio en eso que los griegos antiguos llaman el destino, que Enrique
Lechuga, un editor de origen mexicano que vive y trabaja en Montreal, me encargara
ilustrar un libro de poemas de Guy Cabanel, un poeta surrealista de Francia a quien
no conocía. El libro tiene como título Au
féminin/A lo femenino. Enrique Lechuga me pedía una media docena de ilustraciones,
pero en el proceso de leer los cincuenta poemas del libro escritos en métrica idéntica,
decidí hacer una ilustración para cada uno. Al iniciar el primer dibujo se me ocurrió
que podía conectar a todos en la manera en que se hace en el juego surrealista llamado
cadáver exquisito. Me dio felicidad ese trabajo. Hacía un dibujo y medio por día,
usando en muchos de ellos bocetos de desnudos hechos con línea lenta que suelo dejar
trazados sobre papeles de pequeño formato. Según mi costumbre, a medida que hacía
los dibujos, colgaba los papeles unos al lado de otros en un alambre que tengo tendido
en mi taller.
Al terminar esta
tarea se me ocurrió que podía hacer de la misma manera cincuenta pinturas, todas
de la misma altura, todas conectadas a la siguiente para que formaran un continuo.
Había descubierto
en un viaje a Toronto un libro sobre Ártemis escrito por Jean Shinoda Bolen, analista
junguiana, una favorita mía que ha de tener mi edad. Al igual que la autora del
libro, sentía cercano este arquetipo que deriva del mito griego que describe una
diosa que es independiente de varones, corre libremente por los bosques en ropa
que se le concede que sea cómoda para el ejercicio, se rodea de animales y es en
general indomable. Además, es una diosa generosa con mujeres en el trabajo del parto
y protectora de las doncellas jóvenes; nace de una giganta ctónica y es hermana
de Apolo.
Mi apellido, Wald,
significa bosque o selva, significado que fue para mí un incentivo para entrar –como
lo hiciera antaño en una serie de dibujos–, a lo que Dante menciona como la selva oscura al iniciar el viaje en su
Comedia. Esa selva lo identifican algunos analistas con el inconsciente.
Inicié el primer
cuadro en forma totalmente automática, sin realmente saber adónde iba, aplicando
con espátula y esgrafiando trazos de colores hasta que apareció una curva que me
sugirió el contorno de una frente. Tomé una fotografía que me habían hecho y la
usé ampliándola para ir trazando el resto del rostro de mujer vieja. El resultado
fue entrar en la selva con un autorretrato.
Hay ambiciones
que matan. Quedé lejos de completar los cincuenta cuadros que me había propuesto
como meta. La serie quedó en diecinueve, que completé en once meses.
Siguen otras pinturas
de la misma altura, pero ya no tratan del mismo tema.
Experimentos en
el modo de trabajar
Mi trabajo es
una especie de minería de artes visuales. Voy explorando vetas que encuentro hasta
que se agotan, para luego buscar vetas nuevas. Este es un rasgo constante en mi
carrera de artista plástica y se da en los frecuentes cambios en el modo en que
hice cerámica o en la manera en que llevo la tarea de la pintura.
Para mi trabajo
visual no me he acogido a las corrientes más recientemente populares como las instalaciones
o la búsqueda de lo conceptual, pero aún así me he visto en constante búsqueda de
lenguajes nuevos. Esto, sobre todo, en pintura.
Comencé a pintar
con los métodos más tradicionales. Uno de estos es escoger una paleta, es decir un número determinado de colores y luego hacer
que todos ellos estén presentes en todos los componentes de lo pintado. Esto da
un aspecto pulido de armonías de colores. Otro es el trabajo en que bajo los colores
así llamados locales, es decir lo que aparece como lo visible para quien ve el cuadro,
se usan colores que son sus complementarios. Ello se hace para hacer que la luz
se refracte sobre lo pintado con mayor viveza. Este método, empleado durante doce
siglos, desde el periodo bizantino, es el que usa el verdocchio, el verdecito o
tierra verdosa con que se pinta primero los espacios en que aparece la piel de las
figuras humanas para luego volver a elaborar las formas encima con los rosados habituales.
Todos estos materiales los he manejado con pinceles.
En años recientes
me he alejado de estos y otros modos de pintar. En vez, trabajo con manchas de color
aplicados muy libremente sobre las que aplico con espátula el color que me nace,
haciendo un esgrafiado que deja entrever el que hay abajo. Uso este método porque
encuentro que tengo demasiada habilidad con pinceles, sobre todo con lo que he aprendido
al aplicar pigmentos cerámicos. Este exceso de habilidad me ha llevado a producir
superficies de color y contornos refinados, con lo que, a mi parecer, se da un resultado
demasiado acabado al que yo llamo lamido.
La torpeza con la espátula hace que los trazos de mis cuadros recientes se vean
más sueltos.
Más sobre murales
He realizado dos
murales en pintura, uno para el edificio del Ex-convento de Tiripetío, cerca de
la ciudad de Morelia, en Michoacán, perteneciente a la Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, en México, y otro para el Edificio de la Intendencia de
la Región del Maule en la ciudad de Talca, en el sur de Chile. Este último, pintura
acrílica sobre 15 paneles, se instaló en el muro en 2015.
El trabajo sigue,
pero esta nota escrita en mi taller de Huayapan, Oaxaca, acaba aquí, en septiembre
de 2021.
Agulha Revista de Cultura
Número 230 | maio de 2023
Artista convidado: Wedgood Steventon (Inglaterra, 1955)
editora | ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2023
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ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com
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