sexta-feira, 15 de agosto de 2025

FERNANDO CUARTAS ACOSTA | En el blanco de Punto Seguido y el mundo al revés

 


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Punto Seguido sigue un camino que tiene corazón. El símbolo de la hormiga marca su paso y su perseverancia

 

La revista Punto Seguido fue creada por complicidades y afectos entre amigos de la poesía, en el año de 1979. Es una esfera que gira, nacida entre el rock y la música de quenas, entre la experimentación festiva, el teatro, la danza, el performance, en una búsqueda para expandir múltiples formas expresivas. Nunca ha declinado ante los poderes que denigran, segregan ocultan, amansan y tratan de domesticar la voz libre de la poesía, es más una experiencia sin fronteras, creando aliados en diferentes geografías, las tropas del espacio, huestes poéticas que han sido nuestros aliados y cómplices en esta actividad siempre renovadora de las artes.

Carece de una periodicidad definida, su perseverancia y sus osadías, permiten saber que existe en un diálogo de artistas plásticos, teatreros, músicos, cineastas, poetas, andariegos, artistas del aire y alquimistas contemporáneos. Participan en ella poetas como John Sosa, Oscar González, Carlos Bedoya, Luis Fernando Cuartas Acosta, estuvo en dicha publicación desde su fundación, por motivos de diferencias entre la dirección de la revista salió de ella, La revista cuenta con un tremendo editorialista llamado Pablo Carrillo.

Es una revista viajera en la medida que ha extendido nexos con Argentina, Brasil, España, el País vasco, Portugal, Francia, Noruega, Estados Unidos, Panamá, Ecuador, Perú, Cuba, Costa Rica, Venezuela y Nicaragua, entre otros, formando unas verdaderas redes de amistad y de colaboración mutua. Su planta de creación es un planeta, no hay nada estático ni normativo, no hay jefaturas ni gerencias, todos orbitamos, dejamos señales, hacemos girar la Noria, buscamos por diferentes fuentes, bebemos del licor de Apollinaire y estamos en los rituales del humo con los antepasados de esta tierra.

En el surrealismo hemos encontrado un alimento, una manera libertaria, un acto de amor sin precedentes, donde los objetos estaban vivos, donde el paisaje camina hasta en los sueños y donde la ciudad se convierte en escenario para dignificar la vida, aún en medio de seres que sólo ven en el paisaje, sueño de operarios y ciudades como elementos para hacer turismo en los ojos. En nuestro caso vivir las ciudades, hacer lecturas del entorno, es proponer una manera de hacer hablar al mundo, descubrir sus singularidades y sus murmullos, las calles hablan, los muros tienen cuerpo, cada plazoleta y cada avenida es un poema dispuesto, la desnudez vista como un dialogo entre el cuerpo y los lugares que se habitan.

Nuestra relación con el surrealismo es una amistad entre nubólogos y dragones; los primeros saben tener la cabeza en las nubes y los pies en la tierra, sueño e imaginación imantada, una relación planetaria, sin metafísicas y sin dioses tutelares, todo el poder de hacer más libre la capacidad de crear aún en medio de la adversidad. Los segundos, los dragones, el desafío de la palabra demoledora, una sinceridad despiadada, fuego en la boca, la capacidad para contribuir a la confusión general como diría años atrás Aldo Pellegrini, todavía hoy vigente entre nosotros, para no guardar agua en la boca y decir lo que hay que decir con la esfinge negra del humor.

Haber vivido la experiencia de Punto Seguido es para mí un acto fundacional en mis búsquedas estéticas. Toda una escuela de aprendizaje, de compartir experimentos creativos, de asistir a la creación de itinerarios poéticos sin precedentes. Recuerdo que tuvimos unas cartografías especiales, le dábamos nombres nuevos a algunas calles, como avenida Baudelaire, Calle Rimbaud, parque Antonio Ramos Sucre, toda una simbología que la dábamos a conocer entre poetas y seres afines. Recuerdo que subíamos al cerro Nutibara donde hoy queda el Pueblito Paisa, grabadora en mano a leer y a grabar nuestras opiniones sobre André Bretón. Hubo una tendencia al performance, a salir a leer poemas en las puertas de los cementerios, en los supermercados, en las avenidas, en tabernas y en sitios nocturnos, John Sosa Y Jesús Rubén Passos, guitarra en mano, juntábamos las voces y muchas veces improvisábamos textos e intercambiamos la revista o hojas con poemas.

Una pasión que nos unió muchas veces fueron las cometas, donde se hacía una puesta en escena, elevando baldaquinos, decorando espacios abiertos, con guirnaldas de colores, mesas con frutas, libros y nos acompañaban diferentes artistas en unas bellas tardes veraniegas.

Unas verdaderas tropas del espacio, el viento nos acompañó muchas veces. La revista pasaba de mano en mano, muchas veces era entregada en eventos y muy pocas veces cobrábamos por ella.

Iniciamos siendo muy jóvenes, pero nos fuimos haciendo mayores, algunos encanecimos. Más nunca hemos abandonado ese espíritu creativo que nos ha caracterizado. Pasado algún tiempo, me retiraron de la revista. Pasé a colaborar con la revista Innombrable, un proyecto de Mauricio Arcila, proyecto Colombo-Mexicano.

La revista aún sigue saliendo y convoca, con cariño a muchos artistas y poetas en toro a ella.

No hace mucho se participó en el proyecto “Tinta no Extinta”, donde se recobraron para ex pociones itinerantes muchas publicaciones independientes, desde los años de 1970 hasta el momento. Esto en conjunto con el periódico e editorial Universo Centro y la colaboración de muchos editores de publicaciones.

La revista Punto Seguido es un ejemplo claro de persistencia, de innovación y de obstinado trabajo cultural.

 

 

2 Antonin Artaud o la irritabilidad y la calma

 

Un artista del hambre es un reducto obstinado del espectáculo; hace solo su oficio como un ser sin patria que demuestra lo vital de una vida aparentemente lánguida y de encierro. Artaud es como uno de esos raros artistas del hambre… vidente, obstinado en su delirio, anticipo de la convulsión del mundo. Asume la práctica cruel de no morirse, haciendo su propio espectáculo como forma de vida de su contemporaneidad o respuesta ante su medio. Un migrante rumano, un vagabundo parisino. Llega con un verdadero arsenal poético que irrumpe violentamente en el mundo intelectual de la Francia de la época, haciendo una herida profunda en las apacibles fiestas de los bulevares y trastocando un orden artístico diletante y facilista. Es una vanguardia que termina para muchos en simple leyenda negra y demencial. Pero él imprime a los movimientos artísticos de su época toda una fuerza dionisíaca, retomando la capacidad mágica del poema y su acción, como un cultor antiguo de la palabra-acto, y del gesto como expresión liberadora. Aún hoy se percibe su inmenso trabajo. Lograr reventar las amarras donde locos y cuerdos deben destruirse para ser distintos. Más que el simple señalamiento que se le hace de delirio, es un testigo del siglo, un duro crítico de la moral que adjetiviza sobre lo bueno y lo malo, dando por válido lo supuestamente cuerdo y por abominable la locura, colocando barreras entre el individuo y la sociedad, aislando y separando cada vez más. Paule Thévenin dice: La obra de Artaud trastorna. Trastorna porque destruye por la base todo un sistema de referencias, porque corroe la cultura específicamente occidental y se dedica a atacar el pensamiento y la sociedad pequeño burguesa. Pensamiento que se define declarando insensatos, privados de sentido y por lo tanto incomprensibles sus últimos textos. Sociedad que busca preservarse y mantenerse relegándose al catálogo de las obras de alienados después de haber tenido la precaución de encerrarlo, a él, durante nueve años en asilos para poder así decirle cómodamente, loco.


Artaud, incomprendido de su época, logró mantener un diálogo constante con lo cotidiano, un asidero con su mundo. En un mundo poblado de fantasías y de terribles visiones interpretativas, buscó una coartada a su existencia. Transforma el teatro, da vigor revolucionario a la poesía y enlaza su arte entre el delirio y el amor como casi ningún otro poeta de su época. Al lado de Génica Athanasiou, una mujer pasional y jovial, entiende el doble juego de la irritabilidad y la calma. La dualidad del mundo interno convulsionado y hambriento, que lo hace estallar en mil formas, de un lado; y de otro, esa fuerza interior que lo abandonara a largos silencios y a una participación de amante entrañablemente cercana a la realidad. Los estados calmos eran verdaderos focos de pasión amorosa y de aprehensión de elementos de su entorno. Los estados irascibles solo volcanes de sus encendidos fuegos. Artaud es la irritabilidad producida en la calma. Su obra, aunque no parezca, es un estudio calmado, una verdadera disciplina sopesada y tenazmente mantenida. Es toda una carga contra el YO, esa potencia podrida de la existencia, formando una guerra individual, procurando el rescate de las fuerzas ocultas en el interior, y es ahí donde cada lucha individual se hace una lucha social en su patético desarrollo.

Su obra es calma, mas él no. No soportaba sus dolencias físicas y las debilidades psíquicas. Las trabajaba. Hacía de sus debilidades su fuerza; se esforzaba en múltiples tareas hasta llegar a verdaderos estallidos. Es un teatro vivo montado sobre sus debilidades erigidas en fortaleza.

Es en ese cruento desarrollo de su propia teatralidad donde Artaud se salva de un hundimiento improductivo. No solo en el pacto con los orígenes del teatro: lo mágico y sobrecogedor que convierte al expectante en actuante, arrastrándolo a su desarrollo, sino en el desarrollo de sus propias fuerzas: teatralidad de violentas imágenes físicas que quebranten e hipnoticen la sensibilidad del espectador, que abandonen la sicología y narren lo extraordinario, que induzcan al trance. Por eso es él en su propia vida el más auténtico militante de su obra, actor y espectador de su tragedia. Es un religioso de la actuación, pagano invocador del deseo, causante de trances colectivos y de ímpetus individuales. Levanta desde la debilidad todo un teatro de fuerza. La magia atea como dirían algunos críticos de Artaud. Un teatro total como su propia existencia. Teatro cínico, donde cada gesto y cada movimiento cobran fuerza expresiva. El espectador se sacude de su posición aburguesada de veedor que consume intelectualidad en teatro y sale desnudo, vaciado de toda supuesta seguridad; se le revienta el silencio individual, para llegar a un estado exaltado de creatividad y resurgimiento de sus fuerzas desconocidas.

 

NOTA

Publicación original: Punto Seguido # 16, 1982.

 

 

3 La perla oscura: Alfred Kubin

 

Nos vamos a internar en un mundo delirante, la peligrosa mezcla de las pesadillas y el terrible mundo de las realidades sucumbidas. Alfred Kubin nos arrastra por un pedregoso camino, nos deja sin aliento en cada tramo de esa escritura cabalgante entre la melancolía y el miedo, entre un terror que nace imantado de la transpiración de sus fantasmas y de sentir la provocación de la ciudad como un delito inventado por todos. Este checoslovaco, tan cercano a Kafka por sus atmósferas taciturnas y las invisibles cargas de poderes absurdos, vivía un pandemonio de la cotidianidad y risa permanente entre la brutal carga de lo inevitable. Pintor de brumosas figuras metamorfoseadas por los hilos telúricos que nos atan a lo desconocido; proceso de una mente alucinada, nos presenta un testimonio casi premonitorio del autoritarismo y de las prácticas de encarcelamiento espiritual, que más tarde reinaron en casi toda la Europa de sus sueños. Kubin nos regala una novela para encontrar el arte de no dormir con los ojos precisos de la ausencia, nos devuelve el duermevela, el sobresalto de la invitación a los oscuros viajes a la ciudad de Perla. Una serie de espantosas coincidencias, un mundo prefabricado por un déspota, una carga de euforias por los posibles buenos augurios de la vida y un tiempo largo y gris de incertidumbres, donde se acumula el miedo y la desesperanza.

En la obra de Víctor Segalen, René Leys, también se nos presenta una ciudad imaginada, una atmósfera tibetana, una lejana cultura oriental donde desaparece una dinastía muy antigua y se teje una novela misteriosa, cargada de la fascinación de un mundo exótico, poseedor de enigmas y sabidurías aún desconocidas. En Kubin existe algo de esto, la relación con una antigua cultura de seres de un alto valor contemplativo, los ojizarcos, antigua colonia de la ciudad de Perla. En el caso del protagonista de la obra solo el encuentro con esos vestigios de seres con un pasado más sabio y más tranquilo, le da a la obra una pequeña laguna de descanso en medio de una permanente pesadilla.

 


…Yo también traté de contemplar durante horas todo tipo de piedras, flores, animales y hasta seres humanos. Al hacerlo mi vista fue adquiriendo una agudeza excepcional, similar a la que ya tenían mi oído y mi olfato. Entonces llegaron días magnos, en los que descubrí una faceta insospechada del país de los sueños. El perfeccionamiento gradual de los sentidos iba influyendo, a su vez, sobre el conjunto de las facultades mentales, dándole una nueva confirmación…

…Cada vez iba percibiendo con mayor claridad la secreta alianza que existía entre todos los seres. Los colores, perfumes, sonidos y sabores se convirtieron en realidades intercambiables para mí. Y entonces me di cuenta de que el mundo no es sino poder de la imaginación: imaginación - poder.

Donde quiera que fuese e hiciese lo que hiciese, me esforzaba por intensificar mis penas y alegrías y secretamente me burlaba de ambas. No obstante, tenía entonces la plena seguridad de que el movimiento pendular constituye de por sí un equilibrio, y precisamente cuando las oscilaciones son más amplias y violentas es cuando mejor puede percibirse dicho equilibrio.

 

Es este punto de equilibrio, este movimiento pendular que se percibe en toda la obra. La muerte y la desolación, el absurdo invernadero donde una población es admitida por el espejismo de estar compartiendo un sueño de construcción. Lugar de espanto, donde los poderes administrativos no se pueden ver, donde las citas con los jefes son casi imposibles, donde el lugar de la salida está borrado y la memoria es un mundo de museo y cosa rara. Una permanente nube, como una amenazante lluvia que no cae, una serie de barrios laberínticos y oscuros, edificios tomados por los más escalofriantes gritos y las fiestas más vacuas. Un mundo donde circula poco dinero y los habitantes revientan experimentos de supervivencia y parece que no se muriera nadie, pero todos tienen un permanente olor a sepultura. Enfermizo paisaje, donde las tabernas terminan en establos y los molinos esconden la masa del pan del infortunio. La Otra Parte es la perla negra y la araña de los sueños. Un tejido invisible que lo va controlando todo y donde todos están en una aparente libertad de movimientos, pero se saben desterritorializados, carentes de un vínculo con otras realidades que no sean la asombrosa construcción de sombras. Alfred Kubin, al ubicarnos en una ciudad de un mundo casi gótico y brumoso, nos hace entrar en la cenicienta urbe del miedo. Lugar donde sus habitantes solo juegan a estar por no tener otra condición. Lugar donde los ordenamientos tienen que ser así, ni siquiera por la costumbre, sino por la invisible imposición, como si un hado protector e infame también jugara a dar consuelo y castigo como el acto pendular del sueño y la vigilia.

Realidad donde los sueños son interminable realidad, donde las verdaderas perlas no son la ternura y un altruista optimismo con la vida sino la reflexión permanente ante los enigmas insondables de la vida. Antes que una carcajada de una alegre estupidez, se nos presenta la risa corrosiva y altanera del que no se deja seducir por la pirámide oscura. Antes que una alegre teoría de las libertades, como pompa jabonosa que lava todas las amarguras, se nos entrega un descarnado bestiario de seres humanos, con sus cristalinas presencias y sus abisales escondrijos.

 

Descubrí con horror que mi Yo estaba compuesto por una serie infinita de Yoes que se mantenían al acecho uno detrás del otro. Dentro de esa vastísima cadena, el que venía luego me parecía más grande y hermético que el anterior, y los últimos escapaban ya de mi comprensión, diluyéndose en un plano crepuscular. Cada uno de estos Yoes tenía sus propios puntos de vista. Así, por ejemplo, la concepción de la muerte como final era correcta desde la perspectiva de la vida orgánica. No obstante, a un nivel de conocimiento más elevado el ser humano no existe en absoluto, por lo tanto, nada podía llegar a ningún fin.

 

Todo era oscilante, el mundo y la nada, el todo y el vacío. Había que rescatar el mundo imaginativo del mundo de la nada y al mismo tiempo, reconquistar la nada a partir de ese mundo imaginario. Pero la Nada era rígida y no quería ceder; entonces la fuerza imaginativa empezaba a zumbar y vibrar intensamente, a todos los niveles iban surgiendo formas, sonidos, olores y colores y ¡ya estaba ahí el mundo! Después, la Nada volvía a devorar todo lo creado y el mundo se convertía en algo pálido y opaco, la vida se enmohecía, se enmudecía y acababa desintegrándose y muriendo de nuevo… Nada, hasta que el proceso se iniciaba una vez más desde el principio. Esta era la explicación de por qué las cosas encajaban tan bien unas con otras, haciendo posible el surgimiento de un cosmos. Todo ese proceso explicaba, empero una serie de sufrimientos horrorosos, pues cuanto más alto se crecía, más profundas tenían que ser las raíces. Si pido alegrías estoy pidiendo al mismo tiempo penas. Nada… o todo. La causa final debía residir en la imaginación y en la nada, y quizás estas no sean sino una sola cosa. Al filo de un pensamiento incisivo, nada placentero ni cómodo, es una poderosa acción donde la realidad fáctica se desvirtúa y un mundo onírico nos devuelve las imágenes de una creación primitiva.

Claus Patera es el señor absoluto del Reino de los sueños, una especie de ángel custodio, un policía sofisticado, guardando una realidad que se deshace y se transfigura en otras realidades que se nos hacen más propias, como archipiélagos personales de otras infinitudes donde el custodio se encadena y la imaginación se despierta del letargo de las prohibiciones. Patera, ciudad-estado-conciencia, majestuoso ojo de un dios laico, nos desnuda y nos pone inermes ante la fatalidad. Las fuerzas imaginativas rompen la barrera del miedo; ya Paracelso lo indicaba al decirnos de los guerreros que perdían los combates al temblar desde adentro. Sea esta lectura no un acto para exorcizar los miedos, sino una forma de visitarlos, traer de ellos esa fuerza oscura y de sus cámaras vacías sacar de nuevo el poder de los visionarios y reinventar otros mundos. Después de todo, nada puede impedir ese movimiento pendular donde las fuerzas creativas y el silencio perpetuo dancen al mismo momento.


La Perla Oscura siempre será la ciudad interior, el punto secreto y personal que guarda cada concha en el fondo de cada ser. Nada podrá hacerla transferible y convertirla en abalorio en otras manos. Aldo Pellegrini ponía esa voz en el artista; nada que no sea su propio recorrido puede dar mejor sentido del lugar y del momento que nos tocó vivir. La ciudad de las pesadillas también está aquí y toda poesía, en el sentido más amplio posible, hace de cada rincón habitable no lo evitable sino lo inevitable: se vive desde la aparición y desde la desaparición del lugar y del sentido. Se vive en reinvención y se reinventa desde la vida como el acto del hacer y el deshacer. Cada cual sabrá en qué se puede convertir su Perla, y de qué telas tejerá su propia araña los sueños de su historia.

 

Gracias a la afinidad de las pulsaciones empecé a comprender también los seres inferiores. Podía decir exactamente: ese gato ha dormido mal o aquel jilguero tiene ideas ruines. El reflejo de todas estas cosas en mi interior regulaba mi conducta. La agitación del mundo exterior había excitado y sensibilizado mis nervios durante tanto tiempo que ya se hallaban maduros para las experiencias del Mundo de los Sueños.

Al término de estos procesos evolutivos el ser humano deja de existir como individuo; tampoco se le necesita. Este camino conduce a las estrellas.

 

NOTA

Publicación original: Punto Seguido # 40, 2000.

 

4 Contranatura: El delicioso ordenamiento de un mundo al revés

 

Nos vamos a enfrentar a un autor polémico, Joris-Karl Huysmans. Para muchos un ser que bajo el efecto de un esteticismo decadente celebrara los últimos sorbos de las vendimias de la bella época. Algo parecido a la nostalgia de un pasado cruzado entre un revivir medieval, la búsqueda de un individualismo exacerbado, un estado de nihilismo donde los dioses se inventaban y se morían según el péndulo de las contingencias que marcaba un nuevo tiempo, y el grácil y fugaz tiempo de las máquinas. El tiempo que mataba los caballos e imponía las metrallas. El mismo Huysmans se nos puede presentar como un ser desolado imposible de comparar con un nuevo prototipo de ser cívico que exploraba el mundo urbano acelerado y ensimismado por el universo que abre sus fauces a nuevas técnicas, y utiliza el conocimiento geográfico que se otorgaba en las conquistas coloniales de los europeos para inventar y reinventar ciudades anónimas como los desgastados billetes que registran la iconografía de monumentos fabriles y cementerios de soldados desconocidos. Son lecturas posibles pero efímeras; no da cuenta de otras formas de acercamiento posible. Al revés es una obra de un esteticismo donde las manifestaciones del pasado cobran vida, no como una melancólica sensación de pérdida sino como esa compulsiva sensación de lo no logrado, el vacío que ávidamente se llena tomando, casi desgarradamente, un mundo que se deshace en el aire de los procesos de la historia.

Presencia múltiple de objetos que recuperan su singularidad, lugares impregnados de misterio, mística de la fabricación de los deseos, aposentos, libros, esculturas, comidas, gustos, ordenamientos; esas cosas que por la misma carcasa de la que están hechos los humanos están destinadas a ser reinventadas o considerarse efímeras, forma de desnudar a ese homo faber que hace y se deshace, donde no quedan más que largas listas, inventarios de su acción sobre el mundo, cada vez más ilusorias, cada vez más arte-actos, pura narrativa de un mundo que pierde su poética, o que su poética se convierte en otra mercancía. Ante este mundo, Des Esseintes, protagonista de la novela, se sobrecoge, trata de mantener un mundo cargado de simbologías, de hacerse alquimista de la estética del deseo. Mientras el mundo eterno se transforma: Todo lo sólido –desde las telas que nos cubren hasta los telares y los talleres que las tejen, los hombres y mujeres que manejan las máquinas, las casas y los barrios donde viven los trabajadores, las empresas que explotan los trabajadores, los pueblos y las ciudades, las regiones y hasta las naciones que las albergan–, todo está hecho para ser destruido mañana, aplastado y desgarrado, pulverizado y disuelto, para poder ser reciclado o reemplazado a la semana siguiente, para que todo el proceso recomience una y otra vez, es de esperar que para siempre, en formas cada vez más rentables. Esto lo dice Marx en el primer capítulo de El Capital; la mercancía, esa solidez que se desvanece en el aire, ese efímero mundo mutable del cual Huysmans solo trata de dar cuenta como un archivero de imágenes, como un contador poético donde la palabra tenga aún una carga simbólica necesaria, algo más traslúcido y trascendente que una moneda corriente.

Al revés es la puesta en escena de un proceso corrosivo donde se advierte la pérdida del encantamiento de la palabra. Es la tarea poética que redefine la palabra gastada devolviéndole su sello original, su extrañamiento, su finura, la riqueza múltiple que posee como imagen.

En el caso de la novela de Huysmans, pienso que la tachadura de decadentismo es una fácil lectura que se ha hecho para salir de paso. Considerado como un mórbido de las formas caprichosas, como el excéntrico de los lugares decorativos, un albacea de los colores, de los perfumes, de los libros tratados como curiosos seres vivos y de las flores llevadas como una naturaleza de artificios, volutas, trenzas; entretejidas formas de un parisino agobiado por la metamorfosis de una ciudad que desconoce y admira indignado, es más un poeta que sabe del desvanecimiento y la precariedad que ofrece un mundo vulgarizado por el desconocimiento del sentido de las palabras, de la condición inaugural de hacer un mundo, aún este no sea más que un lugar desplazado, un movimiento de interpretaciones y de silencios respirados entre la escritura y la provocación: Poco a poco fue alejándose de esa gente y se preocupó de la sociedad de los hombres de letras; imaginó que los suyos debían ser espíritus más afines a los de su propia mente y que se sentiría más a sus anchas: una nueva desilusión lo aguardaba; le repugnaron sus juicios mezquinos y rencorosos, la vulgaridad de verduleras que reinaba en sus conversaciones y las nauseabundas discusiones que calculaban el mérito de un libro sobre la base del número de ediciones que alcanzaba y de las ganancias resultantes de su venta.

Un ser que se desplazó de una corriente a otra en la literatura, que logró obras de un realismo truculento y textos de una gran fantasía, entrelazada con elementos exotéricos y reflexiones sobre el sentido de un siglo caótico. Nacido en 1848 y muerto en 1907, nos entrega una obra entreverada en el último romanticismo y el inicio de los más paradójicos cambios del urbanismo industrial. La obra, como una contra natura, tiene un final donde el protagonista sabe que se enferma, que su mundo de sueños se desvanece, que en él queda una propuesta de poetizar en medio de un infortunio de nuevas realidades. Ahogado en sí mismo, como muchos escritores de su época, regresó a las grandilocuentes fuentes del catolicismo, más por una búsqueda incesante de símbolos que por una fe enceguecida entre los dogmas. León Bloy, más acomodado a un conservadurismo fantástico, lo tomó en serio y se persignó en los templos; Anatole France se acomodó a los preceptos de un catecismo militante; en cambio Huysmans, la godarría le temía por sus irreverentes y profundas reflexiones religiosas de una descarnada fe sin catecismos, y los poetas liberales no lo entendieron y pensaron deshacerse de él dejándolo en el olvido o convirtiéndolo en piedra, como un mármol que estorba e irrita.

Los listados de Des Esseintes, más que listados son deleites con las palabras, enumeraciones poéticas que tratan de salvaguardar las conexiones, los acertijos, los movimientos musicales, que en últimas tratan de no hacer desaparecer en la ramplonería el poder oculto de la lengua. El azul, recordaba, adquiere un tinte verde artificial a la luz de las bujías; si es azul oscuro, como el índigo o el cobalto, se torna negro; si es pálido, se vuelve gris, y si es suave y genuino como la turquesa, se hace mortecino y frío. Por consiguiente, había que descartarlo como clave de un salón, si bien se lo podría emplear como ayuda para otro color (…) Para las flores que salían del tallo a buena distancia del pie del ramaje, se decidió por el azul fosfato; pero se negó rotundamente a tener en cuenta la turquesa oriental que se usaba para broches y anillos, lo cual, junto con la perla baladí y el odioso coral, constituyen el deleite del tropel humano. Aparecen listados de ojos de gato, de piedras del sur de la India, flores de Colombia, hierros que semejan planta, tapetes que se hacen fragmentos de un desierto fabricado, peceras, pedazos de buques, herramientas decorativas, en fin de sin fines. Algo de lo cual Borges pudo pensar su listado de imposibles, y en últimas es la deleitación del lenguaje, la capacidad para crear atmósferas donde el libro no es más que un pre-texto de un mundo que se sabe efímero y se busca hacerlo en su fugacidad.

Una pelea vana tal vez, pero que tiene la tenacidad de un héroe, bien sea este un ser encerrado en su torre de cristal. La búsqueda del sentido mítico del mundo, regreso tormentoso en medio de la banalidad y el desencanto. Lo real es mítico, el mito no es más que la realidad entendida como evento lingüístico, verbal: esta es la respuesta más radical dada por los románticos a Hegel. El vínculo entre mito y realidad en la palabra es tan absoluto, que esta se hace, como atestigua la revelación, carne, encarnación divina. De la misma estirpe de Hoffmann, de Poe, en cierta medida de Maupassant, de Rilke, cercano a Kafka, a Gustav Meyrink y a Víctor Segalen, Huysmans atestigua una condición poética de un mundo donde las aureolas caen en el macadán y nadie puede ser tan importante como para no aparecer en los anónimos lugares donde todos son nadie y se saludan en el silencio de querer ser inventados de nuevo. En contravía tal vez, como una respuesta al revés de lo que su mundo proponía, una contra naturaleza que no obedecía a las leyes ciegas de un mundo cada vez más de mercancías, de ordenamientos homogeneizantes donde la singularidad se borra y donde el arte de la palabra parece convertirse en un hilo delgado donde cuelga, en épocas de penuria, la posibilidad de hablar con los humanos casi con la misma vehemencia de las primeras palabras y de los nacientes asombros.

Entre los perfumes, los colores, los abecedarios de hierbas, los minúsculos objetos, las pinturas de Odilon Redon y sus figuras delirantes, en una selva prefabricada de flores vírgenes, tallos artificiales y arabescos, el mundo al revés nos pone en contacto con un meticuloso, entendido y sutil manual de sibarita y místico, con un jugador de la palabra, creador de hechizo, un poeta que se permite inventar en épocas de caos.

 

NOTA

Publicación original: Punto Seguido # 43, 2000.




FERNANDO CUARTAS ACOSTA (Colombia, 1956). Coordina el programa radial Taller de Luna, de la emisora de la Universidad Nacional, UN RADIO 100.4 FM. Programa dedicado a la difusión de nuevos valores culturales. Coordina el programa de Taller delecto escritura con empleados, estudiantes y personas de afuera de la institución, Viajes por la Literatura, donde se leen textos que tienen relación con el paisaje desde lo histórico, lo patrimonial, el arte de caminar como observadores de paisajes, la recuperación de caminos, la escritura y otras actividades que se hacen alrededor de la lecto-escritura y las salidas de campo con los participantes. En el momento es una experiencia sui generis en la relación con el entorno tanto urbano como rural, visto desde el arte y la literatura. Se hace esta actividad desde el año 2009. Se está realizando una actividad similar desde el recorrido paisajístico con jóvenes del Municipio de San Pedro de los Milagros, desde el año 2012. Cofundador del programa literario Laberinto Lunario, dedicado a la difusión de la poesía dentro y fuera de la Universidad Nacional. 1982-1989. Investigador en áreas de historia y literatura con grupos de trabajo interdisciplinarios en la Universidad Nacional, 1990-1996. Participa desde hace treinta años con el colectivo Literario Revista Punto Seguido, ciudad de Medellín. Coordina el programa sobre historias patrimoniales de la Emisora la Cuarta Estación con el nombre de Bermejo Mundo. Participa en el colectivo de historias patrimoniales Bermejo Mundo, de la comuna cuatro Aranjuez.




JUAN CARLOS JURADO REYNA (Ecuador, 1980). Artista plástico. Para él, la pintura es un nuevo lenguaje, una gramática de colores y formas cuyos significados solo el espectador podrá descifrar, pues toda obra de arte tiene dos creadores: el autor y quien la contempla con mirada crítica y reflexiva. Entre sus logros destaca la autoría del mural del oratorio del Seminario Mayor San José en Quito, realizado en 1998. En 2024, presentó la exposición Tiniebla Sagrada en la Galería Bastidas. Esta serie también fue exhibida en la Feria AQ Arte Quito 2024 y en la Casa de la Cultura Núcleo del Chimborazo, consolidando su propuesta artística. Ese mismo año, concluyó el mural en la pared central del Centro de Promoción Artística de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Posteriormente, desde febrero hasta marzo de 2025, su obra fue expuesta en el Museo Muñoz Mariño, ubicado en el tradicional barrio de San Marcos, en el centro histórico de Quito. En 2024, presentó el libro Tiniebla Sagrada, una obra que fusiona la poesía de Rocío Soria con sus reflexiones y pinturas, creando una profunda conexión entre palabra e imagen. Entre sus encargos más destacados de 2024 se encuentran dos retratos: uno en homenaje a la poeta Violeta Luna, organizado por el Fondo de Cultura Económica, y otro en honor a Hermann Schirmacher, uno de los fundadores del Hospital Vozandes. Ahora se encuentra con nosotros, como artista invitado de esta edición de Agulha Revista de Cultura.

 


Agulha Revista de Cultura

CODINOME ABRAXAS # 05 – PUNTO SEGUIDO (COLOMBIA)

Artista convidado: Juan Carlos Jurado Reyna (Ecuador, 1980)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2025




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