terça-feira, 16 de setembro de 2025

FLORIANO MARTINS | César Bisso y los pequeños puñales del miedo

 


Posiblemente los dos personajes más fantásticos creados por la imaginación humana sean Dios y el Diablo. El primero absorbe todo el mal del mundo y lo hace exigiendo a cambio que el hombre le dedique su propia vida, aceptando que no hay otra manera de alcanzar la vida eterna.

El segundo, a su vez, no exige menos, expande y estimula el mal en el hombre, siempre que le dé todo el crédito. Para ambos, el hombre, su incansable creador, establece que el bien es una especie de derivación mínima de los efectos del mal, suficiente para que éste prospere. Y para ello se sirve de sus dos célebres y astutas representaciones, sin asumir responsabilidad alguna por sus actos.

Sólo se da la palabra a cada uno de ellos cuando coinciden en que el creador es palpable. Cuando este sistema determina el resultado de sus motivos, ocurre algo imprevisto y desde lo más profundo del alma humana surge un grito primordial en forma de verso, una imagen poética que pone en duda si todo lo que sucede es el escenario casual de una experiencia morbosa que ni siquiera puede ser cuestionada. El hombre se siente obligado a acomodar en sus entrañas a ese otro personaje impredecible, que luego revela su propio nombre y, al decirlo, parece algo sencillo de realizar. Aunque todavía no se ha dado cuenta, éste es el momento en el que el hombre se encuentra ante su propia sombra. La palabra puede ser una esfera de locura, el zumbido de la conciencia, un derrame de hechizos, algo que engañosamente, cuanto más se acerca a la luz, más crece, hasta el punto de desaparecer. Al mismo tiempo, gracias a él, se enciende la propia luz y se conectan los mecanismos de la realidad.

La palabra contiene a la vez esplendor y miseria, y aun cuando apunte o refleje sólo el silencio, será escuchada a distancia como la única esencia del ser. La única representación. El único acto.


Y requiere que descifremos, leamos, interpretemos. Leemos la palabra con todos nuestros sentidos. Y a través de ella somos multitud de voces, de realidades, de epifanías. Es hermoso y muy significativo leer al poeta César Bisso, quien dice que la poesía reina en la más pura de las anarquías. El poeta no puede aceptar jerarquías de ningún tipo. Y este poeta, precisamente él, dedica un libro entero a recordar que los momentos más degradantes de la historia de la humanidad son precisamente aquellos en los que se intensifica la disputa entre los dos personajes inicialmente mencionados.

El libro que escribió César, que se llama El susurro que tañe, puede estar, como él mismo me dijo, compuesto de poemas pandémicos, que nacieron bajo la sombra tenebrosa de varios males (el virus, el sistema, la corrupción del poder, la ignorancia). Entre ellos, sólo se escuchaban susurros de miedo. Y luego agrega: son poemas existenciales, escritos con un estilo lacónico, como pequeñas dagas que intentan abrir el corazón de la conciencia.

Es cierto que el libro está marcado por un dolor profundo y que, a través de una frase que es la clave de todo su horizonte –Nadie conoce la altura de sí mismo– es posible tantear los capítulos de tantos martirios: los enredos de lo oculto: la eficacia del destino, el apetito feroz de los mercaderes, las promesas incumplidas, la tentación efímera de la belleza…

Evidentemente, identificamos el escenario detallado por César Bisso como ese horror espeso que nos devoró a todos hace unos años. En cierto modo, su reflejo aún permanece grabado en nuestra alma. Como destaca el poeta en uno de los pasajes del libro: Días tristes / abandonados a la vera del incendio / blasfeman sobre una hoja de papel.

La hoja de papel es el árbol disecado del propio planeta. El tiempo también fue absorbido por el mismo lenguaje herético, partido en dos, que absorbe tanto lo sagrado como lo profano.

Identificamos en el tiempo lo que fue más allá de él, y atraviesa la historia con una herida que afectará a todas las épocas, desde aquel momento en que el hombre se convirtió en creador de una locura mutante. Es cierto que el poeta César Bisso levanta su copa ante su pura anarquía –esa notable ruptura de sistemas– y advierte: No te rindas palabra. Aunque ya enmudezca el mundo alguien escuchará tu grito. En sus páginas, El susurro que tañe nos reafirma que cada acto, tema, materia, es la suma de todas sus partes, la verdad termina dejándonos el rastro de su contrario, los mayores riesgos terminan siendo predecibles, aunque el poeta, al final, predice su dolor, el dolor humano, cuando afirma: Desconozco mi suerte.




FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957). Poeta, tradutor, dramaturgo, romancista, editor, ensaísta e artista plástico. Criador da Agulha Revista de Cultura, revista que dirige desde 1999. Publicou vários livros, entre eles: Un poco más de surrealismo no hará ningún daño a la realidad (ensaio, México, 2015), O iluminismo é uma baleia (teatro, Brasil, em parceria com Zuca Sardan, 2016), Antes que a árvore se feche (poesia completa, Brasil, 2020), Naufrágios do tempo (novela, com Berta Lucía Estrada, 2020), Las mujeres desaparecidas (poesia, Chile, 2022) e Sombras no jardim (prosa poética, Brasil, 2023).



RUBEM GRILO (Brasil, 1946). Gravador, desenhista, ilustrador. Em 1970, estuda xilogravura com José Altino (1946), na Escolinha de Arte do Brasil, no Rio de Janeiro. No ano seguinte, passa a frequentar a Seção de Iconografia da Biblioteca Nacional e entra em contato com as gravuras de Oswaldo Goeldi (1895-1961), Lívio Abramo (1903-1992), Marcelo Grassmann (1925), entre outros. Nesse período, inicia curso de xilogravura na Escola de Belas Artes da UFRJ e é orientado por Adir Botelho (1932). Em visitas ao ateliê de Iberê Camargo (1914-1994), recebe lições de gravura em metal e, na Escola de Artes Visuais do Parque Lage-EAV/Parque Lage, estuda litografia com Antonio Grosso (1935). No início da década de 1970, ilustra jornais como Opinião, Movimento, Versus, Pasquim, Jornal do Brasil. Na Folha de S. Paulo, cria ilustrações para os fascículos da coleção “Retrato do Brasil”. Em 1985, publica o livro Grilo: Xilogravuras, pela Circo Editorial. Em 1990, é premiado pela Xylon Internacional, na Suíça. Em 1998, participa, com sala especial, da 24ª Bienal Internacional de São Paulo e, no ano seguinte, é curador geral da Mostra Rio Gravura. Tem trabalhos publicados em revistas especializadas como Graphis e Who’s Who in Art Graphic (Suíça), Idea (Japão), e Print (Estados Unidos). Nossos agradecimentos a Jacob Klintowitz pela presença de Rubem Grilo como artista convidado desta edição de Agulha Revista de Cultura.

 


Agulha Revista de Cultura

Número 262 | setembro de 2025

Artista convidado: Rubem Grilo (Brasil, 1946)

Editores:

Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com

Elys Regina Zils | elysre@gmail.com

ARC Edições © 2025


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