Nacida en La Habana en 1944 publicó tempranamente
sus poemas en la Novísima
poesía cubana (1962), junto con autores como Miguel Barnet, Isel
Rivero, Belkis Cuza Malé, etc.; autores jóvenes que en aquellos años pretendían
escribir una poesía que no refrendase los logros de la Revolución; sino una poética
de carácter más autónomo, sin asignarle una función social, que se alejase de la
cercanía de los acontecimientos históricos que recientemente se habían vivido en
la isla. Esta actitud de los poetas de “El Puente” -conocidos por este nombre porque
la antología fue publicada por la editorial así llamada- les llevó a serias críticas
que nacerían de los sectores más radicalmente revolucionarios y de algunos miembros
de la revista El Caimán Barbudo, aparecida en el 66.En este contexto, y al mismo
tiempo en que se vieron publicados sus poemas en la citada antología, sale a la
luz su primer libro, de título bastante simbólico, Mutismos. Desde el convencimiento
personal y de grupo de que la poesía no es sólo el reflejo de la realidad más circundante,
estos versos primerizos se cargan de símbolos que le dan a su poesía un toque existencialista,
y a veces algo hermético -o así es como fue calificado en su momento. La autora
dialoga consigo misma y con actitud contemplativa se plantea cuestiones a las que
no da respuesta -o no quiere manifestarla-, para ofrecer unos versos que recalan
en un conocimiento sobre sí misma y en un entorno en el que tienen cabida la frustración,
la soledad o el desamparo:
hubo guerras y más guerras del hombre sin su tierra
luchas y más luchas
niños macilentos
pero a pesar de todo
hay algo más
Desde ese yo aún no experimentado, que se vislumbra
en algunas composiciones, la autora va dejando entrever las líneas poéticas que
desarrollará en próximos poemarios: “Hay que pensar que -dirá Nancy Morejón- era
un primer libro escrito prácticamente entre la infancia y la adolescencia, y no
hay porque tratar sus insuficiencias formales, ni hay por qué declarar que es un
libro hermético; es, sencillamente, un libro donde fallan ciertos elementos formales,
pero donde hoy celebro la audacia y la valentía de darse a conocer (Bejel, 230)”(2).
Pasará poco tiempo desde la publicación de este
libro para que Nancy Morejón vaya fijando su manera de crear y se abra a diferentes
y diversos modelos poéticos. Su método de escritura, ya desde el comienzo, tiene
bastante de rapto poético, de inspiración en éxtasis (“la poesía me viene sola como
un pájaro”), sin descartar la existencia de “duendes”, como decía su admirado Federico
García Lorca.
Pero no será sólo este autor español el que Nancy
Morejón considerará como un guía, sino muchos de los poetas del 27, entre los que
destaca a Rafael Alberti (de quien admirará las imágenes de Sobre los ángeles),
Jorge Guillén y Pedro Salinas. También, y sin salir del ámbito de la poesía española,
el noventayochista Juan Ramón Jiménez, quien es una referencia muy presente en la
poesía cubana desde su estancia en la isla.
Sus conocimientos de la poesía española no serán
inferiores a los de la francesa, en especial los simbolistas franceses. Lógicamente,
otras voces poéticas hispanoamericanas ampliarán su acervo cultural. Indispensables
son nombres de la poesía contemporánea como Rubén Darío, Vicente Huidobro, César
Vallejo o Pablo Neruda. Pero el más importante, y de quien aprenderá entre otras
cosas su amor a la lengua española, será el cubano Nicolás Guillén. De él también
aprendió la conciencia de la negritud, y gracias al ejemplo guilleniano han sido
posibles composiciones como “Mujer negra”, “Negro” o “Amo a mi amo” (3). A este respecto, Antonio Olliz-Boyd señala
que “Nancy Morejón identifies in an ethno-cultural sense with Guillén ; she acquiesces
to and acknowledges his influence by using similar themes” (4). La misma Nancy, en una entrevista realizada por Gabriel A.
Abudu, explicitará de qué manera Guillén se hace presente en su obra: “However,
I do not belive that this influence or presence of Guillén is formal. It is a presence which has more to do with
the thematics, with the focus, due to Guillén´s ideological stance. I do believe that Guillén was ahead [of his time in the use]
of colloquialism, which attracted my generation” (5).Otros referentes cubanos se
añaden al ya señalado, el de otro poeta de la negritud, Emilio Ballagas, o las voces
origenistas de José Lezama Lima y Eliseo Diego; pero será la tradición popular cubana
la que de manera latente permanecerá en los versos de Nancy Morejón: “El toque de
esas rumbas nacía asimismo de los cueros y hierros que usaban los diablitos ñáñigos
(íremes) en sus apariciones callejeras del Día de Reyes o en sus ceremonias funerarias.
La energía de esas sonoridades laten en poemas como “Elogio de Nieves Fresneda”,
“Los ojos de Eleggua” (6).
Con Richard…, libro en el que se incorporan los
poemas de Amor, ciudad
atribuida, Nancy Morejón desarrollará vías temáticas que pervivirán
hasta los poemas de hoy. Será su atención a aquello que le rodea y, sobre todo,
como muestra inequívoca de identidad lo relacionado con el entorno familiar, el
arranque para reivindicar la historia de sus antepasados homenajeados en poemas
como “La cena”, “Presente Ángela Domínguez”, “Adiós para los desvelados”, etc.
Desde las páginas de este libro observamos cómo
sus composiciones reflejan con asiduidad que la estructura formal del poema viene
determinada por el contenido; no hay esquemas métricos fijos sino que se arranca
de la disposición rítmica que le proporcionan la sintaxis y la constitución de los
versos para conseguir el tono enunciativo que casi siempre pretende:
todos pedíamos su presencia alrededor de la mesa
caoba
el oro del hogar se derrumbó sobre sus hombros
misteriosamente
maravilloso estar entre nosotros Richard
con esa flauta sola
(“Richard trajo su flauta”, VIII)
La obra, cargada de reflexiones sobre la ciudad
de La Habana (“albañiles carretoneros improvisados pescadores/ caminan bajo el sol/
junto a toda la costa de La Habana”, “Puerto de La Habana”), supone un retroceso
evidente del hermetismo y, al mismo tiempo, en sus versos se empieza a denotar cierta
afinidad con el proceso revolucionario.
Sin embargo, el éxito de este libro se vio empañado
por determinadas directrices político-culturales que a comienzos de la década de
los 70 impusieron el silencio a las voces de muchos jóvenes intelectuales; es el
caso de Nancy Morejón, que tuvo que esperar hasta el 79 para que Parajes de una
época viese la luz. La autora, ante esta cuestión, argumenta que “lo importante
es escribir, no publicar”, y constata, “por eso, la palabra escritura me importa
tanto”. En cualquier caso, al igual que han hecho recientemente muchos intelectuales
cubanos, destaca lo negativa que fue la etapa del Quinquenio Gris (1970-1975)
para el panorama literario cubano.
Con Parajes
de una época, Nancy Morejón nos ofrecerá uno de los textos más leídos
y aplaudidos de la autora, “Mujer negra”, por la intensidad y la realidad que se
respira en cada uno de sus versos:
Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de su Merced y un hijo
macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y Su Merced murió a manos de un
impecable lord inglés.
Anduve.
No sólo por los temas presentes en el libro, sino
por la presencia de una voz más revolucionaria, más involucrada en el presente de
su país, Parajes de una época inaugurará una nueva etapa en la poética de Nancy
Morejón como podemos ver en la evocación que se hace de la figura de Camilo Cienfuegos
en el poema “Mitologías”:
Habrá lluvias de octubre en su sombrero alón.
Pero, ¿dónde encontrar su barba fina,
acorralada entre esas aguas frías e imprevisibles?
¿Cómo apretar su firme mano
ebria de pensamiento y ebria de acto?
¿Dónde posar sus ojos,
aves anidadas del héroe?
En Parajes,
como subraya Efraín Huertas, “La poeta dicta, se dicta sus propios poemas, se siente
dueña y personaje de una Revolución, y al trabajo suma la luminosidad, la gracia
de su poesía” (9).
Las metáforas y las imágenes se alían y confabulan
en composiciones como “El sueño de la razón produce monstruos”, casi un arte poética,
que se completará con “Desilusión para Rubén Darío”; otros poemas aluden a la intervención
de los Estados Unidos en Vietnam -tema que se hará presente en estos años en la
obra de otros poetas cubanos. La denuncia del imperialismo será retomada en un libro
del 84, Cuaderno de Granada, en el que se condena la intervención de los del Norte
en la isla de Granada.
En 1982 llegará Octubre imprescindible, cuyo título
y, en buena medida, contenido remiten al octubre de la Revolución rusa de 1917,
pero también a la muerte del héroe cubano Camilo Cienfuegos . El claro contenido
ideológico no impide que la autora aúne mediante una introspección sutil lo íntimo
y lo social, sin huir de las referencias explícitas a la épica del comunismo como
“Obrera del tabaco”: “En su poema, había astucia militante, lánguida/ inteligencia./
En su poema, había disciplina y asambleas”; o versos tan entrañables y tan propios
de la autora como los que aparecen en la composición “El hogar”:
El hogar sin recursos, de telaraña,
el hogar poco: el amargo,
el escaso, el sufrido, el penado,
el sin juguetes toscos o lujosos,
el sin lumbre para encender el fogón de carbones.
Es tan sólo un hogar para ahogar.
Este mismo año aparecerá también Elogio de la danza, obra
breve en la que habla del mundo de la danza y se destacan, sobre todo, dos figuras
internacionalmente conocidas: Alicia Alonso (“asida entre la luz y el mundo”) y
Nieves Fresneda. Para Morejón la danza es como un cuadro, algo estético de lo que
se pueden extraer bellísimas imágenes en donde cada paso es como un paisaje de una
ciudad. Pero el libro se compone además de textos como “Descubrimientos” que reflejan
el sentimiento de reserva hacia la creación ajena al compromiso: “ahogaría un caballo
con tus ojos/ tan partidarios del engaño”. Pero en las composiciones de este volumen también, a juicio
de Gerardo Fulleda León, “an emotion always flows, along, with a certain halo of
anxiety in which we perceive that shreds of being are hesitantly given to us, and
we must complement them with our own sensitivity” (10).
Otro momento decisivo en la trayectoria poética
de Nancy Morejón fue la publicación de Piedra
pulida (1986). La autora, con claridad, desde Cuaderno de Granada
hasta estos nuevos poemas, ha depurado el estilo y la forma; sin duda, hay una vuelta
al hermetismo que presidió sus primeras composiciones. Los versos enfatizan la relación
entre su pensamiento más íntimo y la palabra y hay una vuelta a la reflexión sobre
sí misma que supone también incorporar lo más próximo, como en el entrañable poema
“Madre”. En esta composición la autora rinde homenaje a la figura materna, figura
siempre presente en su poesía y en su pensamiento, porque como ha subrayado Nancy
Morejón más de una vez, sirviéndose de las palabras de Virginia Woolf, “Detrás de
cada escritora está el fantasma de su madre”. Y así nos la describe Nancy Morejón:
Ella no tuvo el aposento de marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejaros sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos del enemigo.
(“Madre”)
Los versos de Piedra pulida suponen una síntesis de todo
lo acumulado en más de veinte años en los que el bagaje poético y cultural hacen
que su poesía sea un sortilegio de sugerentes imágenes abstractas que depuran y
agrandan la pureza de su lenguaje.
De especial significación, por lo novedoso dentro
de la poesía no sólo cubana sino también la latinoamericana, es el libro Baladas para un sueño
(1989). A través de ocho composiciones Nancy Morejón se adentra en el África contemporánea,
concretamente en Sudáfrica y en la figura del líder negro Nelson Mandela, a quien
recordará en su encierro en la emotiva “Balada de la cárcel de Robben”. El título
sin duda hace alusión a otro presidio célebre en la literatura, “La balada de la
cárcel de Reading”, texto escrito por Oscar Wilde en cautiverio; pero los versos
de Nancy suenan así:
Mandela, junto al cantar de olas y aves,
abrió los surcos en la tierra
y los regó con agua de su boca.
Sin salir de su celda,
todo lo ve, todo lo toca,
todo lo vuelve flecha contra el viento candente
de sus amargos carceleros.
África se convierte
para la autora, en boca de otras voces poéticas, en el país de sus antepasados y
de sus sueños y, sin concesiones, su poesía se abre, en una de las composiciones,
a la más fina ironía:
EPITAFIO PARA UNA DAMA DE PRETORIA
Siempre
pensó que aún resurrecta
dormiría
la mañana
hasta
que tres ángeles negros
le hicieran
bien la cama
y, sobre
todo, el desayuno.
Antes de ser el nombre de un pintor,
de un gran pintor cubano,
Pogolotti, en mi infancia,
era una rústica ruta de malezas
que conducía a una casona alta.
Pero lo más significativo de este nuevo libro
es que cada poema se convierte en una imagen por sí misma; cada composición es un
paisaje -interior o exterior- que para la propia autora se convierte en algo para
ser rememorado, o en cualquier caso inolvidable en poemas como los “Restos del Coral
Island” o “Mujer con pescado”; y en ese trasfondo de luces y claroscuros presente
en los versos siempre hay una verdad cotidiana que anuncian las palabras:
El universo
de Hemingway y el de la negrita son
Diferentes
pero
han trascurrido en un mismo escenario
terrestre
donde lo que cuenta
es el
deseo de vivir
a pesar
de
(“Dibujo”)
Desde este universo personal, desde estos paisajes
vividos, la obra se abre con el poema que da título al libro y con unos versos que
sin duda tienen que ver mucho con la más reciente poesía latinoamericana: “Ver la
caída de Ícaro desde la bahía de/ azules y verdes de Alamar”. La autora invoca la
caída de Ícaro para concluir con el verso: “Es el atardecer y necesito las alas
de Ícaro”.
Muchos de los poemas de Paisaje célebre pasarán
a formar parte de otro libro, El
río de Martín Pérez y otros poemas (1996), un bellísimo volumen
publicado por la editorial Vigía en el que el poema axilar es, precisamente, “El
río de Martín Pérez”. El motivo del río sirve para evocar paisajes cotidianos y
pensamientos íntimos. A través de la metáfora de las dos orillas, la voz poética
explicita su deseo de atravesar, de ir hacia esos otros espacios en los que va a
encontrar sus orígenes; y como apunta Aitana Alberti: “En este ´río de aguas ningunas´,
leve arañazo en La Habana profunda (…) Nancy Morejón ha hallado el eterno presente
de sus orígenes mitológicos en medio de la cotidiana algarabía” (11):
río de mi pobreza líquida
río de mi fortuna sólida
y de mi lengua cortada en dos;
libro de mi familia sudorosa y diezmada,
río de nuestras hambres
y de nuestra intranquilidad
En cuanto a la poesía última de Nancy Morejón,
este mismo año aparecerá La
quinta de los molinos, libro del que ya la autora ha adelantado
algunos poemas. En ellos se insiste en aspectos y temas ya intuidos en su poesía
anterior, pero ahora observados desde el prisma de la ensoñación; no en vano “La
quinta de los molinos” es un lugar que conocen bien los habaneros, una tierra de
nadie en una ciudad, La Habana, que ya en su poesía anterior había adquirido la
categoría de ciudad literaria. Este espacio singular le sirve de referente para
evocar el lugar escondido de la memoria, porque desde aquí la autora accede a fragmentos
de su pasado; y entre ellos aparece la figura del padre, convocado desde la distancia
y el recuerdo, en el poema “Nexus”: “Felipe Morejón Noyola,/ marino ágil y negro
fiel/ de estirpe indescifrable,/ cargando sacos vacíos/ mientras bordeaba la Alameda
de Paula”.Por los poemas que conocemos, se trata de una poesía más contemplativa
en la que la autora reafirma su fe en la palabra -en la belleza de ésta- y está
presente su interés por los problemas latentes de la sociedad cubana; “Mujeres”
es un buen ejemplo de poema en el que se reflexiona sobre la prostitución en la
isla.
En definitiva, y como conclusión de la realidad
poética de Nancy Morejón, podemos reafirmarnos en que sus palabras y sus versos
se empeñan en revitalizar y recoger sus raíces africanas, en las que tienen cabida
otros temas como el esclavismo o la violación de los derechos humanos. Temas que
se especifican en otros como la marginación que ha sufrido la mujer negra a lo largo
de la historia.
Poesía, como ha dicho la crítica, en la que se
aúnan la negritud, la feminidad y la revolución, pero también lo familiar. Y como
trasfondo de estos temas aparece lo revolucionario, donde la palabra adquiere una
dimensión épica en la que el yo equivale a un nosotros aglutinador de una colectividad
con la que se quiere comunicar más directamente, sin demagogias ni contrasentidos.
De este modo, lo cotidiano se convierte en imprescindible y los acontecimientos
diarios y sus rituales son elevados a materia artística.
La voz poética de Nancy Morejón, cargada de sentido
y contenido, se perfila a través de una vertiente cultural en la que siempre está
presente lo simbólico, como la intención de detener el tiempo, de hacerlo perdurable
para encontrar lo bello y dar significado a lo irracional. A partir de la conjunción
de tradición y de cultura, podemos entender la presencia en su poesía de un lenguaje
hermético -consecuencia del valor intrínseco que adquiere la palabra-, y de un lenguaje
coloquial, determinado por el tradicionalismo oral que se instala en muchas de sus
composiciones. El resultado de conjugar todos estos elementos es el de una poesía
que, como un hermoso paisaje, un impactante cuadro o un perfecto paso de danza se
detienen y se fijan en la memoria durante muchos años; así ocurre con la poesía
de Nancy Morejón.
NOTAS
1. Vid., Mario Benedetti, “Nancy Morejón, conciencia memoriosa”
en El ejercicio del criterio: Obra crítica 1950-1994, Madrid, Alfaguara, 1996. Reproducido
en Granma Internacional, 50, 15 de diciembre de 1991, p. 5; en El País, 13 de octubre
de 1991 y en el prólogo a Richard trajo su flauta y otros poemas, Madrid, Visor,
1999, pp. 7-11.
2. Emilio Bejel, “Entrevista a Nancy Morejón”, Escribir en
Cuba. Entrevistas con escritores cubanos: 1979-1989, Río Piedras, Universidad de
Puerto Rico, 1991, p. 230.
3. La referencia a los poemas las tomamos de Botella al mar,
Zaragoza, Olifante, 1996; y de Richard trajo su flauta y otros poemas, Madrid, Visor,
1999. Hay dos libros que no aparecen en las citadas antologías y cuando citamos
algunos de sus versos lod hemos tomado de las siguientes ediciones: Baladas para
un sueño, La Habana, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1989 y El río de Martín
Pérez y otros poemas, Matanzas (Cuba), Ediciones Vigía, 1996.
4. Antonio Olliz-Boyd, y Gabriel A. Abudu, “Piedra Pulida:
Nancy Morejón´s Tribute to Nicolás Guillén”, en Miriam DeCosta-Willis (ed.), Singular
Like a Bird. The Art
of Nancy Morejón, Washington, Howard University Press, 1999, pp. 259.
5. Gabriel A. Abudu, “An interview”, ibid.,
p. 41.
6. Nancy Morejón, “Las poéticas de Nancy Morejón”,
en Afro-hispanic Review, Departament of Romance Languages University of Missouri-Colombia,
15, 1, Spring 1996, p.8.
7. Ibid., p. 8.
8. Ibid., p. 7.
9. Efraín Huerta, “Prólogo” a Poemas de Nancy Morejón, UNAM,
México, 1980, p.13.
10. Gerardo Fulleda León, “An Aesthetic and
Human Provocation”, en Singular Like a Bird. The Art of Nancy Morejón, p. 76.
11. Aitana Alberti, “Suelto va el río”, ABC literario, Madrid,
12 de julio de 1996.
CARMEN ALEMANY BAY (Colombia, 1964). Profesora de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Alicante. Sus principales líneas de investigación son la literatura hispanoamericana de las últimas décadas, la narrativa escrita por mujeres; las relaciones entre la literatura hispanoamericana y la española del siglo XX y Miguel Hernández. Dirigió el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti entre 2002 y 2012. Ha sido antóloga y editora de la Obra completa de Miguel Hernández, con Agustín Sánchez Vidal y José Carlos Rovira (Madrid, Espasa-Calpe, 1992), dentro de la cual detalla El proceso de escritura en la poesía de Miguel Hernández sobre el que sostiene que aunque se ha forjado la idea de que el escritor componía directamente los poemas sin previa elaboración, el poeta utilizaba bocetos escritos, algunos de ellos escritos en prosa, sobre los que trabajaba hasta llegar al poema deseado. En 2022 publica Textos inéditos e inconclusos de Miguel Hernández (Estudio y edición) en el que recoge más de 170 borradores y ejercicios poéticos escritos por Miguel Hernández. Ha editado, además, la obra de Jaime Sabines, Uno es el poeta. Antología, (2001) y la Poesía completa de José María Heredia (2004), así como diversos volúmenes y monográficos. En 2022 recibe un homenaje por parte del Otoño Hernandiano de Orihuela por su contribución al conocimiento de la obra de Miguel Hernández. En febrero de 2023 los vecinos de Pego deciden por votación popular poner su nombre a la nueva Biblioteca Municipal.
ALICE MASSÉNAT (Francia, 1966). Residente en París, donde trabaja como correctora. En el dibujo, ha realizado algunos trabajos con Willem den Broeder (1951). Sus libros de poesía incluyen: Le Catafalque aux miroirs (2005), Ci-gît l’armoise (2008), À bras-le-corps (2012), La Vouivre encéphale (2013), Glossolalia des ongles (2019), La Balafre au minois (2020) y L’Ombre à cœur (2021). Alice busca una libertad que siempre pueda llevar más allá de todas sus expectativas. En 1983-1984, tuvo dos encuentros que resultarían decisivos: Jimmy Gladiator (presentador de las revistas Le Mélog, La Crécelle noire, Camouflage etc.), que la introdujo en un mundo poético habitado por el surrealismo y donde la imaginación ocupa el primer lugar; Pierre Peuchmaurd, cuya inspirada escucha le permitió elegir sus propias palabras, incluso para dar rienda suelta a su ira. Más tarde, frecuentó el grupo surrealista de París. Desde entonces, ha publicado sus textos poéticos en revistas y en forma de folletos o antologías. Alice Massénat es la artista invitada de la presente edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
CODINOME ABRAXAS # 07 – ARQUITRAVE (COLOMBIA)
Artista convidada: Alice Massénat (Francia, 1966)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2025
∞ contatos
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