JLB | Si, en ese hotel
de Reikjavick, en el otoño del setenta y uno ¿no? Usted quería hacer una foto… ¿Hizo
usted la foto? Ese año me nombraron islandés honorario: usted me encontró porque
en el diario decía que me nombraban “el gran trovador escandinavo”… ¿Va Usted a
grabar esta conversación? Mi voz es horrible, parece un batido de matusalén con
chillidos de un bebé…
HAT
| Si, la foto la hizo su traductor
de entonces, qué hacía en Islandia…
JLB | Iba a Jerusalém
a recibir un dinerito… Islandia ha sido una de mis curiosidades desde la juventud,
desde cuando leí en las traducciones de las sagas que hizo William Morris. Lo que
entendemos hoy por cultura germánica tuvo su culminación en Islandia y produjo una
literatura muy rica. En algunos de mis primeros libros escribí sobre la poesía de
los escaldos, en especial sobre Snorri Sturluson y creo haber aprendido a narrar
en esos libros. En las sagas ya está la novela moderna y de una manera más eficaz.
Los islandeses hablan como hace siete siglos, pueden leer a sus clásicos sin tener
que recurrir a diccionarios o a explicaciones, y desprecian a los noruegos y los
suecos porque consideran que sus lenguas se han deformado. Las ediciones que tengo
de la Heimskringla y de la Edda Menor no tienen notas, la gente entiende
todo. El islandés tiene una belleza muy particular por su sonoridad y porque todavía
se puede formar palabras compuestas sin que esas palabras resultan artificiales
o pedantes. Yo estudio islandés los sábados y los domingos, con un grupo medio secreto
de personas… Islandia es un gran país de clase media, no hay ni ricos ni pobres.
Yo escribí un poema luego de esa visita, creo recordar que comienza:
Qué dicha para todos
los hombres,
Islandia de los mares,
que existas.
Islandia de la nieve
silenciosa y del agua ferviente.
Islandia de la noche
que se aboveda
sobre la vigilancia
y el sueño.
HAT
| Déjeme ordenar un poco estas
preguntas. Vamos al principio de los tiempos, digamos su bisabuelo materno, el coronel
Isidoro Suárez…
JLB | Bueno, se remonta
usted muy lejos… Se llamaba Manuel Isidoro Suárez… Yo tenía unos 18 años cuando
falleció mi abuela, que nos contaba las historias de él. Era hijo de Nicolás Suárez
y Pérez y de Leonor Merlo y Rubio, nació en la esquina de San Martín y Cangallo,
a tres cuadras de la Plaza de Mayo. A los catorce años se enroló como cadete en
el Regimiento de Granaderos a Caballo y al año lo nombraron portaestandarte del
tercer escuadrón, luego lo hicieron alférez y hacía parte del Ejército de los Andes
de San Martín cuando la batalla de Maipú y en la batalla de Junín comandó los Húsares
de Perú, un regimiento de caballería peruana y colombiana donde había pocos argentinos,
ya San Martín se había ido, estaba a las órdenes de Bolívar y él comandó una carga
de caballería que decidió la batalla. La batalla de Junín sería militarmente una
escaramuza, sólo duró tres cuartos de hora y no se disparó un solo tiro, fue una
batalla entre la caballería patriota y la caballería española y toda la batalla
fue entre sable y lanza, y allí mi bisabuelo atravesó con su lanza a un español
que había tomado prisionero al Coronel José Valentín de Olavaria, que era un amigo
suyo, entonces él vio eso, fue al galope, y lo atravesó al godo, como se decía entonces,
y le dio la libertad a su amigo, que era uno de los hombres más valientes del ejército
de la independencia, pero, como Carlos XII, había una cosa a la que él le tenía
mucho miedo, la oscuridad, no podía dormir en lo oscuro; Carlos XII de Suecia, para
mí uno de los hombres más valientes que registra la historia, tenía miedo a la oscuridad
también, Olavarría igualmente… Yo he dedicado demasiados poemas a mi bisabuelo,
deben ser en verdad borradores… Sucre en las cartas que escribió a Bolívar hizo
repetidos elogios de él… Era primo segundo de Rosas pero prefirió el destierro y
la pobreza en Montevideo a vivir bajo su dictadura, le confiscaron los bienes y
a uno de sus hermanos lo ejecutaron…
HAT
| Y doña Leonor…
JLB | Bueno, puedo contarle
una anécdota o dos. Voy a empezar por una, un poco truculenta. Mi madre había cumplido
noventa y tantos años, la llamaron por teléfono, una noche, serían las tres de la
mañana. Yo oí el teléfono vagamente, me dormí y le pregunté al día siguiente si
habían llamado o si había soñado aquello. Y me dijo, no, era el teléfono. ¿Quién
era? Y, bueno, me dice, un sonso. Este, ¿qué te dijo? Bueno, me dijo, dice, con
una voz así muy grosera, “yo voy a matarte a vos y a tu hijo”. Mi madre dijo, “Por
qué Señor.”, “Porque soy peronista”. Entonces mi madre le dijo: “Bueno, matar a
mi hijo que está ciego es una gran hazaña, pero en cuánto a mí he cumplido 90 y
tantos años y es mejor que se apure, porque a lo mejor me le muero antes” y le colgó
el tubo. Sí, “me le muero antes”. Qué raro, mi madre salió con esa criollada, ¿eh?…
Voy a contarle otra
anécdota, totalmente distinta. Yo estaba dictándole un cuento que a ella no le gustaba,
porque era un cuento de cuchilleros, la historia de dos hermanos, uno tiene una
querida y el menor se enamora de ella, el mayor piensa, y el menor también, que
lo más importante es su amistad, que la mujer es una intrusa en su vida, todo esto
ocurre entre gente muy primitiva, muy bárbara, entonces mata la mujer, para que
la mujer no los divida, y, éste, llegamos a un momento en el cual el mayor tiene
que decirle al menor que la ha matado.
Yo no sabía con que
palabras decirlo, yo estaba dictándole esas líneas finales y decisivas a mi madre
y mi madre estaba con la pluma en la mano y me dijo, espera, y se quedó así, abstraída,
y luego me dijo: “ya sé lo que le dijo”, como si hubiera ocurrido aquello, éste,
no me dijo “puede decirle tal cosa”, como si fuera de veras el cuento, “ya sé lo
que le dijo”, bueno, le dije, entonces escribirlo, entonces mi madre leyó, lo que
ella había escrito era la frase perfecta “a trabajar hermano, esta mañana la maté”,
pero él no le dice directamente que él la ha matado, sino que él ya lo hace cómplice,
al otro, se entiende que tiene que enterrarla, él le dice esa orden, él es el mayor,
entonces le dice “a trabajar hermano” y luego después, una especie de after for,
“esta mañana la maté”, entonces los dos la entierran.
Ahora, esa frase, sin
la cual, éste, el cuento no hubiera existido, esa frase me la dio mi madre, y esa
frase ha sido muy elogiada, parece que es exactamente lo que debe decir, pero mi
madre me dijo “ya sé lo que dijo” como si fuera cierto, y luego me pidió que no
volviera a escribir más cuentos de cuchilleros…
JLB | En primer término
esos poemas eran muy flojos, en segundo término ser partidario del comunismo en
1917 era algo completamente distinto de ser comunista ahora, porque ahora quiénes
son comunistas son partidarios digamos del imperio de Rusia, en cambio en aquel
tiempo pensábamos en el maximalismo, como se le llamaba, como una posibilidad de
fraternidad entre los hombres, de que no hubiera nacionalidades de que no hubiera
guerras; lo veíamos así, no tiene absolutamente nada que ver con las Repúblicas
Soviéticas actuales… Si yo me arrepiento de esos poemas es sobre todo por razones
literarias, realmente eran malísimos…
HAT
| ¿Quienes le han influenciado…
Borges?
JLB | Yo creo que todos
los libros que he leído han influido en mi obra, que todos mis amigos han influido
en mi obra, que sin duda mis antepasados, mis mayores han influido en mi obra, y
hay grandes escritores que no han influido en mi obra, por ejemplo, éste, Joseph
Conrad, la verdad es que yo lo he leído, pero yo no he sido digno de Conrad, y escritores
que yo aprecio menos y que han influido en mi obra como Chesterton…
HAT
| O Macedonio Fernández…
JLB | Yo heredé la amistad
de Macedonio Fernández de mi padre. Hicieron juntos la carrera de abogacía, y recuerdo,
de chico, cuando volvimos de Europa -esto fue el año 1.920-, ahí estaba Macedonio
Fernández esperándonos en la dársena. De modo que, bueno, ahí estaba la patria.
Un hombre que vivía dedicado al pensamiento; dedicado a pensar esos problemas esenciales
que se llaman -no sin ambición- la filosofía o la metafísica. Macedonio vivía pensando,
de igual modo que Xul Solar vivía recreando y reformando el mundo. Macedonio me
dijo que él escribía para ayudarse a pensar. Es decir, él no pensó nunca en publicar.
Es verdad que, en vida, salió un libro suyo, Papeles de recién venido, yo
le “robé” un poco los papeles a Macedonio: Macedonio no quería publicar, no tenía
ningún interés en publicar, y no pensó en lectores tampoco. Él escribía para ayudarse
a pensar, y le daba tan poca importancia a sus manuscritos, que se mudaba de una
pensión a otra -por razones, bueno, fácilmente adivinables, ¿no?, y eran siempre
pensiones, o del barrio de los Tribunales o del barrio del Once, donde había nacido,
y abandonaba allí sus escritos. Entonces, nosotros lo recriminábamos por eso, porque
él se escapaba de una pensión y dejaba un alto de manuscritos, y eso se perdía.
Nosotros le decíamos: “Pero Macedonio, ¿por qué hacés eso?”; entonces él, con sincero
asombro, nos decía: “¿Pero ustedes creen que yo puedo pensar algo nuevo? Ustedes
tienen que saber que siempre estoy pensando las mismas cosas, yo no pierdo nada.
Volveré a pensar en tal pensión del Once lo que pensé en otra antes, ¿no? Pensaré
en la calle Jujuy lo que pensaba en la calle Misiones”.
HAT
| Y ¿Schopenhauer y el budismo?
JLB | Si, he dedicado
muchos años al estudio de la filosofía china, especialmente al taoísmo, que me han
interesado mucho y también he estudiado el budismo. He estado también muy interesado
por el sufismo. De modo que todo eso ha influido en mí, pero no sé hasta dónde.
He estudiado esas religiones, o esas filosofías orientales como posibilidades para
el pensamiento o para la conducta, o las he estudiado desde el punto de vista imaginativo
para la literatura. Pero yo creo que eso ocurre con toda la filosofía. Creo que
fuera de Schopenhauer, o de Berkeley, yo no he tenido nunca la sensación de estar
leyendo una descripción verdadera o siquiera verosímil del mundo. He visto más bien
en la metafísica una rama de la literatura fantástica. Por ejemplo, yo no estoy
seguro de ser cristiano; pero he leído muchos libros de teología –El libre albedrío,
Los castigos y Los goces eternos- por los problemas teológicos. Todo eso me
ha interesado, pero como una posibilidad para la imaginación.
HAT
| Usted ha vivido la mayor parte
de su vida en Buenos Aires, ¿por qué?
JLB | Yo no podría vivir
fuera de Buenos Aires, estoy acostumbrado a ella como estoy acostumbrado de mi voz,
a mi cuerpo, a ser Borges, a esa serie de costumbres que se llaman Borges. No es
que la admire especialmente, es algo más profundo. Mi vida está en Buenos Aires;
además voy a cumplir ochenta y dos años, sería absurdo que quisiera rehacer mi vida
en otra parte. No tengo motivo para hacerlo. Mi madre murió en Buenos Aires, mi
hermana y mis sobrinos viven allí, mis amigos todos están en Buenos Aires. Yo he
escrito mucho sobre mi ciudad.
HAT
| Cuatro o cinco versiones ha
hecho de Fervor de Buenos Aires en la última Buenos Aires es ya cualquier
ciudad…
JLB | Usted me acusa de
estar destruyendo a Buenos Aires… cuando yo escribí ese libro yo había leído demasiado
de los clásicos españoles, abunda en arcaísmos, había frases, por ejemplo, yo recuerdo
habré escrito “minucia guarismal”, eso es evidentemente horrible, ahora puse “pormenor
numérico”, se nota menos feo; yo tengo derecho a modificar lo que he escrito y además
las versiones antiguas están a la venta, yo no oculto nada, simplemente he ido corrigiendo
aquellos antiguos borradores, además todo lo que yo escribo es un borrador, todo
puede ser infinitamente corregible, yo no escribo páginas definitivas, a mí me pareció
tan raro cuando Enrique Larreta publicó un libro La gloria de don Ramiro,
y puso, edición definitiva, pero como podía saber él que al día siguiente tenía
que encontrar que era mejor poner punto donde él había puesto punto y coma, por
ejemplo, cómo podía defenderse de eso, como resignarse a todos los adjetivos, a
todos los signos de puntuación de ese libro, cómo no pensar que sería mejor, por
ejemplo, donde puso encarnado poner rojo, cómo podía uno decir, edición definitiva,
las ediciones definitivas se hacen cuando uno ha muerto, entonces ya son desgraciadamente
definitivas, mientras tanto todo es corregible, mejorable…
HAT
| No gusta del tango…
JLB | Todo mundo está
de acuerdo con que el tango nació en los lupanares. Incluso se puede determinar
la fecha, hacia 1880. Los instrumentos prueban que no fue una música popular. El
piano, la flauta y el violín corresponden a un nivel económico alto, precisamente
el de los prostíbulos de Buenos Aires. Estaban en lo que ahora es el barrio judío
y lo llamaban el barrio Tenebroso. Era el centro de la mala vida. El pueblo no lo
aceptó porque sabía que tenía esa raíz infame. El era como dijo Lugones “un reptil
de lupanar”. Cuando yo era chico vivía en los arrabales, en Palermo, y vi muchas
veces cómo llegaba el organillero y se bailaba tango. Se bailaba entre hombres porque
las mujeres no conocían esa raíz infame. Las mujeres de esos hombres, chulos, no
habrían querido nunca bailar eso. El tango era una infamia y no bailar era una manera
de demostrar que eran pobres pero decentes.
HAT
| Usted me dijo que escribió
Tlon, Uqbar, Orbis Tertius como jugando…
JLB | Cuando yo lo escribí
lo hice como juego, yo me acuerdo que me reía cuando lo escribía, yo me sentía muy
feliz… Sabe, cuando todavía podía ver, me encantaba escribir, cada momento, cada
frase. Las palabras eran como juguetes mágicos con los que yo jugaba y movía de
toda clase de formas. Desde que perdí la vista a los cincuenta años, no he podido
regocijarme con la escritura con esta naturalidad. He tenido que dictarlo todo,
volverme un dictador más que un jugador de palabras. Es difícil divertirse con juguetes
cuando uno está ciego. Me divertí mucho escribiendo eso. Nunca dejé de reírme, de
principio a fin. Todo era una enorme broma metafísica. La idea del eterno regreso
es, claro está, una vieja idea de los estoicos. San Agustín condenó esta idea en
Civitas Dei, cuando compara la creencia pagana en un orden cíclico del tiempo, la
Ciudad de Babilonia, con el concepto lineal, profético y mesiánico del tiempo que
se encuentra en la Ciudad de Dios, Jerusalén. Este último concepto ha prevalecido
en nuestra cultura occidental desde San Agustín. Sin embargo, creo que puede haber
algo de verdad en la vieja idea de que, detrás del aparente desorden del universo
y de las palabras que usamos para hablar de nuestro universo, podría surgir un orden
oculto... un orden de repetición o coincidencia.
HAT
| Entonces no habría progreso…
JLB | Soy tan anticuado,
Alvarado, que creo en el progreso. Al hablar de optimismo y de pesimismo, creo que
no es inútil recordar que estas dos palabras fueron inventadas humorísticamente.
Leibniz creía que vivimos en el mejor de los mundos. Entonces, Voltaire, que se
rió de él con el personaje de Pangloss
de Candide, inventó la palabra optimismo. Y, evidentemente, una vez aparecida la
palabra optimismo, la palabra pesimismo era inevitable. Yo creo en un sentido general
del progreso, pero pienso más bien en la línea espiral de Goethe, es decir, que
no considero al martes, por fuerza, superior al lunes anterior o al miércoles que
le seguirá. Creo que después de varias centenas y millares de lunes o de martes
las cosas serán evidentemente, mejores.
JLB | Yo leí hace muchos
años en un libro de Thorstein B. Veblen [The Theory of the Leisure Class ]
sobre la clase que él llama ociosa, donde dice que uno de los rasgos de la sociedad
actual es que las personas deben gastar de un modo ostentoso y se imponen una serie
de deberes: hay que vivir en tal barrio o hay que veranear en tal playa. Según Veblen,
un sastre en Londres, o en París, cobra una suma exagerada porque lo que se busca
en ese sastre es justamente que sea muy caro lo que vende. O, también, un pintor
pinta un cuadro, que puede ser desdeñable, pero como es un pintor famoso lo vende
por una suma altísima. El objeto de ese cuadro es que el comprador pueda decir “aquí
tengo un Picasso”. Yo creo que eso debe ser combatido. Yo no tengo ninguna de esas
supersticiones.
HAT
| Qué decir de la idea de originalidad…
JLB | Yo creo que la originalidad
es imposible. Uno puede variar muy ligeramente el pasado, cada escritor puede tener
una nueva entonación, un nuevo matiz, pero nada más. Quizá cada generación esté
escribiendo el mismo poema, volviendo a contar el mismo cuento, pero con una pequeña
y preciosa diferencia: de entonación, de voz y basta con eso.
HAT
| Dicen que los ciegos vislumbran
el futuro, cómo sería ese futuro, Borges…
JLB | El futuro depende
de nosotros. Hay una sola cosa que sabemos, y es que va a ser distinto al presente,
y además a qué hablar del futuro, porque habrá muchos futuros, que no se parecerán
entre sí, como el siglo XIX no se parece al XVIII, ni el XVIII al XVII, posiblemente
ahora vivamos en una época en que la máquina es muy importante, todo eso puede olvidarse,
ahora estamos muy interesados en astronomía, en explorar el espacio astronómico,
todo eso puede olvidarse, puede venir una época de pasión religiosa, sin duda ocurrirán
muchas cosas, lo mejor es no anticiparnos a ellas, no podemos preverlas, pero podemos
soñar con ellas…
HAT
| A fin de cuentas usted qué
es Borges, ¿es anarquista o es conservador o qué?
JLB | Anarquista, pues
yo creo que lo mejor sería un país que no precisara de un gobierno. Quizás con el
tiempo lleguemos a eso, por el momento, no. Por el momento, el gobierno es un mal
necesario, pero lamentablemente en todas partes el Estado cada vez se torna más
molesto. Cuando fuimos a Europa en el año 1914, viajamos sin pasaporte y uno pasaba
de un país a otro como de una estación a otra. Claro, después de la Primera Guerra
Mundial comenzó a desconfiarse... ¡Pero, ahora! ¡Usted no puede salir a la calle
sin la cédula o el pasaporte porque el Estado se mete en todo y hasta lo lleva detenido!
¡Es una barbaridad! Yo fui comunista, socialista, conservador y ahora soy anarquista.
Es decir, yo en el año dieciocho creí en la revolución rusa. Ahora veo que ese es
un modo de llegar al imperialismo. Ahora yo querría que hubiera un sólo Estado,
que desaparecieran las diversas naciones, pero sé que no estamos maduros para eso.
Hay, en este país, algunas circunstancias favorables que se han dado aquí y no en
otras repúblicas del continente. Desearía preguntarme por qué no han sido aprovechadas.
Tenemos una fuerte clase media, también es ventajosa la inmigración de muchos países.
HAT
| Usted ha dicho muchas veces
que la democracia no existe…
JLB | Yo descreí de la
democracia durante mucho tiempo, pero el pueblo argentino se ha encargado de demostrarme
que estaba equivocado. En 1976, cuando los militares dieron el golpe de Estado,
yo pensé: al fin vamos a tener un Gobierno de caballeros. Pero ellos mismos me hicieron
cambiar de opinión, aunque tardé en tener noticias de los desaparecidos, los crímenes
y las atrocidades que cometieron. Un día vinieron a mi casa las madres de Plaza
de Mayo a contarme lo que pasaba. Hace poco estuve en el juicio y conocí al fiscal,
allí recordé la frase de Almafuerte: “sólo pide justicia, pero será mejor que no
pidas nada”. Todo esto es muy triste y habría que tratar de olvidarlo. El olvido
también es una forma de venganza. Fue un periodo diabólico y hay que tratar de que
pertenezca al pasado. Sin embargo, por todo lo que ocurre ahora pienso que hay mucha
gente que siente nostalgia por ese pasado. Claro que a mi me resulta fácil decir
que debemos olvidar, probablemente si tuviera hijos y hubieran sido secuestrados
no pensaría así…
HAT
| Y que más que político es
un hombre ético...
JLB | Soy un hombre que
se sabe incapaz de ofrecer sus soluciones, pero creo poder aceptar las de otros.
No entiendo de política, mi vida personal no ha sido otra cosa que una serie de
errores. Pero estoy condenado a ello. He tratado de ser un hombre ético, aunque
quizá sea imposible serlo en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, ya que
todos somos cómplices o víctimas, o ambas cosas. Sin embargo, creo en la ética.
La ética puede salvarnos personalmente y colectivamente también. Yo, como usted,
seguramente, estoy en un estado de resignada desesperación. No veo solución a los
problemas que nos aquejan. Y no me refiero sólo a nuestro país, porque lo que aquí
sucede es, sin duda, menos importante que lo que ocurre en el mundo entero. Creo
que Spengler tenía razón cuando habló de la declinación de Occidente. Esa declinación
es general.
HAT
| Todo el mundo dice que usted
es muy enamorado…
JLB | Estar enamorado
es sentir que existe algo único, precioso y sobre todo indispensable en alguien.
Yo no estoy tan seguro. Yo diría que el amor no puede prescindir de la amistad.
Si el amor prescinde de la amistad es una forma de locura. Una especie de frenesí,
un error, en suma. Que en la amistad haya algún elemento del amor puede ser; pero
son dos cosas diferentes. El amor exige pruebas sobrenaturales, uno querría que
la persona que está enamorada o enamorado de uno le diera pruebas milagrosas de
ese amor. En cambio, la amistad no necesita de pruebas. La felicidad es una cosa
serena y no sé hasta dónde conviene la exaltación. Hay que dejarla llegar y ser
hospitalario con ella. Uno va caminando por una calle, por ejemplo, y de pronto
se siente feliz. Esto puede deberse a dos cosas: un estado fisiológico o una felicidad
anterior a la que responden temperatura, luz y calle. Me observo y me veo como a
un hombre que cree estar enamorado de una mujer y luego comprueba que ya no lo está.
Eso no ha sido una decisión mía. Ha sido algo que me fue revelado. He comprobado
eso en mí.
En verdad hubo demasiadas
mujeres en mi vida. No recuerdo, fuera de los primeros años de mi vida, una época
en que no estuviera enamorado y siempre de una mujer única e irremplazable, salvo
que esta mujer única, como es natural, no era la misma. Esos amores han sido dedicados
a mujeres sucesivas. Cada vez creía que era la única. Es natural, siempre pasa así.
Ahora me siento lleno
de amistad, lleno de amor y espero seguir así hasta el momento de mi muerte.
HAT
| Ahora recuerdo este soneto
suyo que dice:
He cometido el peor
de los pecados
que un hombre puede
cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares
del olvido
me arrastren y me pierdan,
despiadados.
Mis padres me engendraron
para el juego arriesgado
y hermoso de la vida,
para la tierra, el
agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui
feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad.
Mi mente
se aplicó a las simétricas
porfías
del arte, que entreteje
naderías.
Me legaron valor. No
fui valiente.
No me abandona. Siempre
está a mi lado
La sombra de haber
sido un desdichado.
JLB | Yo escribí ese mal
soneto a los pocos días de la muerte de mi madre que murió a los 99. Creo que debí
haber sido más bueno con ella… Pensé que la había hecho sufrir con mis dolencias
y ahora se que es nuestro deber ser felices no por nosotros sino por las personas
que nos quieren...
JLB | Si, pero fracasé
con la cocaína y con la marihuana. Hice varios experimentos sinceros, cinco o seis.
Y con la cocaína, sí, me sentía gárrulo, pero muy nervioso. Con la marihuana, en
cambio, no sentí absolutamente nada. Ahora, yo estuve a punto de ser borracho. Todos
los sábados salíamos Francisco Luis Bernardez y yo a recorrer los arrabales de Buenos
Aires, entonces, como no había mucho que ver, entrábamos a los almacenes, pedíamos
así, para ser criollos, una caña brasileña, un guindado oriental o lo que fuera.
Eso duró algún tiempo. Hasta que un día estaba en una reunión y alguien, quizás
un ángel, dijo: “Lástima que Borges sea borracho”. No sé quién dijo eso, pues yo
no me di la vuelta, pero dejé el alcohol en ese instante. Desde entonces sólo he
probado el vino. Sólo un poquito de champagne en alguna fiesta de fin de año…
HAT
| Otras dicen que su obra ha
sido concebida mientras camina por Buenos Aires…
JLB | Si, debo a las calles,
a las peluquerías, a los cafés, a los andenes de Constitución y de Retiro, mis mejores
ideas…
HAT
| Y sus detractores que usted
no gusta de la supuesta tradición latinoamericana.
JLB | La tradición latinoamericana
es lo universal, precisamente la ventaja que le llevamos a Europa, es que un europeo
no es un europeo, es un inglés, es un noruego, es un francés; en cambio nosotros
podemos aceptar todas las culturas, precisamente por el hecho de que nuestra tradición
es pobre, así que estamos obligados a ser hospitalarios, yo creo que esa es la tradición
latinoamericana, es que tenemos el gran ejemplo de Rubén Darío, Rubén Darío, renovó
el idioma castellano, cómo lo hizo?, lo hizo leyendo a Hugo, leyendo a Verlaine,
leyendo a Poe, y luego trayéndonos esa música nadie considera que es un malhechor,
ha sido un bienhechor.
HAT
| Otros desdeñan a Rubén…
JLB | Todos, más allá
de nuestras opiniones, todos somos hijos de Rubén Darío, todo procede del modernismo,
al decir modernismo pienso evidentemente en su jefe, aunque desde luego hay están
los otros, desde luego hay están Valencia, Lugones, Jaimes Freyre, Amado Nervo,
etc., podría mencionar muchos nombres… yo recuerdo haber conversado cuatro o cinco
veces en mi vida con Leopoldo Lugones y él desviaba la conversación para hablar
de “mi amigo y maestro Rubén Darío”, a él le gustaba reconocerse discípulo de Darío,
y de algún modo, aunque lo que yo escriba no se parezca a Darío, Darío era dueño
de una música que yo no puedo alcanzar, que no trato de alcanzar tampoco, sin embargo,
sin duda, yo no escribiría lo que he escrito sin Darío, porque cuando por un idioma
pasa alguien como Rubén Darío ya todo cambia…
HAT
| ¿Hay Borges, diferencia entre
lo que llamamos poesía y lo que llamamos prosa?
JLB | Yo creo que la diferencia
esencial está en el lector, no en el texto., El lector, ante una página en prosa
espera noticias, información, razonamientos; en cambio, el que lee una página en
verso sabe que tiene que emocionarse. En el texto no hay ninguna diferencia, pero
en el lector sí, porque la actitud del lector es distinta.
Ahora, ambas, la prosa y el verso, son medio idóneos para expresarse. Stevenson
pensaba que la prosa viene a ser la forma más compleja del verso. No olvide que
para Mallarme, desde el momento que cuidamos lo que escribimos, versificamos. Yo
creo con Stevenson que la prosa es más compleja del verso, pero hay literaturas
que no han alcanzado nunca la prosa.
HAT
| ¿Por qué escribe Borges, cómo
escribe?
JLB | Escribo porque siento
que cumplo una función que es necesaria para mí, si no escribo siento desventura
y remordimiento. Escribo con suma dificultad. Creo que conviene que el escritor
intervenga lo menos posible en la obra, que no debe buscar experiencias, las experiencias
deben buscarlo. Cuando yo escribo un poema es porque el poema insiste en que yo
lo escriba, pero yo no me propongo el tema.
HAT
| Usted ha estado siempre en
desacuerdo con la literatura llamada de compromiso…
JLB | Sí, pero quizás
esa idea puede llevar a una buena literatura. Hay ejemplos a los cuales yo recurro
siempre. Yo descreía de la democracia, pero quizá, sin duda la democracia le sirvió
a Whitman para ejecutar su obra; yo descreo de la fe católica, pero sin la fa católica
no tendríamos la Divina Comedia; yo descreo
del comunismo, pero el comunismo fue útil para los fines de Pablo Neruda… quiero
decir que cualquier idea puede ser un buen estímulo, aunque sea una idea equivocada
por ejemplo, yo enemigo del nazismo, pero nada me cuesta imaginar un buen poeta
nazi por qué no?, claro, todo puede ser un buen estímulo para el poeta, todo puede
ser un estímulo, esta taza de café puede ser un estímulo, una doctrina puede ser
un estímulo, todo…
HAT
| ¿Ha leído a Neruda?
JLB | Con Neruda hablé
una sola vez hace muchísimos años. Los dos éramos jóvenes y llegamos a la conclusión
de que en español la poesía no era posible, de que convenía escribir en inglés,
ya que el español era un idioma muy torpe. Posiblemente cada uno haya querido asombrar
un poco al otro y por eso exageramos nuestras opiniones. Realmente conozco poco
la obra de Neruda, pero creo que es un buen discípulo de Whitman o tal vez de Sandburg.
HAT
| Y Lorca
JLB | García Lorca me
parece un poeta menor, le ha favorecido su muerte trágica. Desde luego, los versos
de Lorca me gustan, pero no me parecen muy importantes. Es una poesía visual, decorativa,
hecha un poco en broma; es como un juego barroco. Yo no creo que uno pueda ponerlo
al lado de Manuel Machado, o de Antonio Machado por ejemplo, o de Juan Ramón Jiménez…,
en todo caso no me he sentido muy conmovido leyéndolo, de emociones, uno mide los
poetas por la emoción que produce, en el caso de Lorca he sentido agrado, pero nada
más, he sentido agrado y a veces sorpresa ante las metáforas, pero nunca me he sentido
conmovido…
HAT
| Usted se negó a que su editor
francés publicara “Obras Completas”.
JLB | Yo no sabía eso…
Usted está más informado que yo, no, pero realmente, yo me negué a que se incluyeran
algunos libros, porque no me gustan, yo quisiera estar representado por lo mejor
de lo que yo he escrito…
HAT
| Borges, quién escribe ahora
sus textos…
JLB | Cualquier persona
que viene a casa se aboca en peligro de que yo le dicte una página, si viene a Buenos
Aires, todas las tardes me encuentra en la calle Maipú 994, en el sexto piso, salvo
que está descompuesto el ascensor.
HAT
| Qué está escribiendo ahora…
JLB | Estoy escribiendo
un libro sobre el historiador islandés Snorri Sturluson en colaboración con María
Kodama, y ahora va aparecer en diciembre en Santiago de Chile, una breve antología
anglosajona que he compilado con ella, y además de eso estoy escribiendo un cuento
del cual solo revelaré el título, va a ser mi mejor cuento, como son todos mis cuentos
antes de escribirse, ¿no?, un título lindísimo, La memoria de Shakespeare, es un
cuento fantástico, las dos cosas parecen infinitas; si yo digo, la memoria de Milton,
no, y aún la memoria de Dante u Homero, pero Shakespeare tiene algo, no sé bueno,
este va a ser un lindo cuento, el protagonista es un profesor alemán ya que los
alemanes son muy devotos de Shakespeare, más que los ingleses, desde luego…
HAT
| Ayer me dijo que no tenía
miedo de morir…
JLB | Si, yo no le temo
a la muerte, si usted me dijera que yo voy a morir esta noche, bueno, yo propondría
un brindis y me sentiría muy feliz, yo he vivido demasiado, quizás, setenta y nueve
años no es poco…
HAT
| Una última pregunta Borges.
A sus ochenta y tantos años, ¿vive usted de las regalías de sus libros?
JLB | No, vivo de dos pensiones. Yo
era director de la Biblioteca Nacional, cuando volvió Perón renuncié porque no podía
servirle, también he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en
la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Los libros dan muy pocos ingresos
porque los libreros cobran el 30%, los tipógrafos el 25, al dueño de la imprenta
menos que a los obreros, al editor que corre con todos los gastos de imprenta, difusión,
propaganda, el 20 y al autor el 10%. Quizás los músicos puedan vivir de su arte,
quizás los pintores, porque hay cuadros muy caros, un escritor no. Casi todos se
dedican a otras actividades como el periodismo o la cátedra.
HAROLD ALVARADO TENORIO (Colômbia, 1945). Poeta, ensaísta, tradutor. Tiene una biografía curiosa: aprendió a leer, escribir, sumar y restar en la pizarra de la escuela de un descendiente de esclavos y más tarde en una escuela donde un matemático y geógrafo le enseñó la inmensidad del mundo en un frágil globo terráqueo mientras le hacía leer a Oscar Wilde, Shakespeare, Jorge Isaacs o Knut Hamsun. En la Universidad Nacional de Colombia promovió la creación de la carrera de estudios literarios tras años de desdén por las literaturas nacionales; fue director del Departamento de Literatura, ejerciendo actividades como periodista en el periódico La Prensa, donde dirigía la página de Cultura, lo que le valió el Premio Simón Bolívar. En Pekín trabajó como asesor cultural para la editorial China Today y publicó la antología Chinese Love Poems, que desde entonces ha sido reeditada en varios países. Creó la revista virtual e impresa Arquitrave, de la que es director. Tradujo la poesía de Cavafy y Eliot. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y colabora con diversos medios literarios y periodísticos de América y Europa. Arquitrave cuenta con más de 70 números publicados, todos impresos y de gran circulación, con un contenido dedicado esencialmente a la poesía y un alcance que abarca a poetas de todo el mundo, desde las tradiciones más antiguas hasta la actualidad.
ALICE MASSÉNAT (Francia, 1966). Residente en París, donde trabaja como correctora. En el dibujo, ha realizado algunos trabajos con Willem den Broeder (1951). Sus libros de poesía incluyen: Le Catafalque aux miroirs (2005), Ci-gît l’armoise (2008), À bras-le-corps (2012), La Vouivre encéphale (2013), Glossolalia des ongles (2019), La Balafre au minois (2020) y L’Ombre à cœur (2021). Alice busca una libertad que siempre pueda llevar más allá de todas sus expectativas. En 1983-1984, tuvo dos encuentros que resultarían decisivos: Jimmy Gladiator (presentador de las revistas Le Mélog, La Crécelle noire, Camouflage etc.), que la introdujo en un mundo poético habitado por el surrealismo y donde la imaginación ocupa el primer lugar; Pierre Peuchmaurd, cuya inspirada escucha le permitió elegir sus propias palabras, incluso para dar rienda suelta a su ira. Más tarde, frecuentó el grupo surrealista de París. Desde entonces, ha publicado sus textos poéticos en revistas y en forma de folletos o antologías. Alice Massénat es la artista invitada de la presente edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
CODINOME ABRAXAS # 07 – ARQUITRAVE (COLOMBIA)
Artista convidada: Alice Massénat (Francia, 1966)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2025
∞ contatos
https://www.instagram.com/agulharevistadecultura/
http://arcagulharevistadecultura.blogspot.com/
FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com






Nenhum comentário:
Postar um comentário