Unitivo
La existencia del Festival tiene sentido por la alta
capacidad de congregación ante un legado que nos une: la palabra poética, la poesía
como fuerza unitiva. La capacidad unitiva de la palabra que crea y congrega. La
palabra que es esencia y por su influjo es fundación del ser. En esa orilla de la
imaginación todo un pueblo sueña la gracia por venir. La esperanza recién nacida
cuando el poema es revelación, alimento del espíritu. El Festival Internacional
de Poesía de Medellín se manifiesta como parte de un movimiento planetario, defensor
de lo viviente, como resultante de un tiempo en borde peligroso para la especie
humana y en general para todo lo existente. El Festival es un ejercicio del espíritu
que aspira a encarnar un nuevo momento del retorno de un sentido elevado de lo sagrado,
del retorno de los dioses como esos símbolos que se revelan en la voz de los poetas,
del público, de la palabra que recobra su esplendor. ¿Qué si no el encuentro, es
el verdadero sentido del Festival? Esa fuerza de cohesión que nos protege de la
disgregación absoluta, de la abrupta separación que nos condenaría al ostracismo.
Esa ha sido y es, la esencia de esta conjunción soberana. Esta práctica está al
cruce de los caminos del arte, la poesía. los mitos, lo sagrado, la memoria y lo
cotidiano. El ser humano y sus abismos, pero también su sueño. El poema como un
ritual al que se accede para establecer las auténticas conjunciones del espíritu,
a través de la palabra poética. Con el Festival se ha depurado la capacidad de escucha
de una población sometida al caos de la incomunicabilidad. En esta celebración de
la vida y la existencia, miles de personas elevan su espíritu, a la altura de un
gran silencio, al escuchar poesía esencial y que cala hondo en su sensibilidad y
entendimiento. Esta práctica adquiere un don celebratorio y propicia una atmósfera
vivificante del espíritu. En ella recordamos que somos parte de una misma alma (como
expresara William Blake). Es el sueño de la humanidad representado en los poetas
de los cinco continentes. La ciudad ha sido poblada y bendecida con el canto en
muchas lenguas de poetas que vienen cada año a realizar un encuentro vivificante
y esperanzador. Cada año la poesía ha sido hecha por todos y esa conjunción es su
verdadero sentido. De esta manera las acciones del Festival Internacional de Poesía
han contribuido y seguirán contribuyendo a constituir un ámbito de auténtica coexistencia.
Desde el punto de vista cognitivo el efecto se observa
en que, como colectividad, sus habitantes han adquirido una noción actualizada y
renovada de la expresión poética contemporánea; asunto que la sitúa en un plano
privilegiado. Las adquisiciones cognitivas que el Festival ha propiciado se reflejan
en una población más dotada de referentes poéticos y que sabe discernir acerca de
cómo está la expresión poética a nivel mundial. En este sentido se le ha dado claridad
y consistencia a una interpretación más justa del quehacer poético ya que se tenía
una concepción de la poesía como un oficio de segunda mano, relegado a sonetos y
a manidas fórmulas decimonónicas, totalmente desfasadas del devenir auténtico, entrañable
y edificante de la poesía como sustancia transformadora del mundo. Porque el conocimiento
que se obtiene a partir de la experiencia poética proviene de una fuente íntimamente
ligada al inconsciente colectivo, asociada a los ritmos de la palabra, desencadenante
de nuevas maneras de percibir el mundo mediante una expansión de la conciencia que
se abre a captar los mensajes de la actualidad y los arquetipos universales. Así,
la ciudad entra en una dinámica de aprendizaje, auto-descubriendo su potencial creativo,
que libera, a través de la palabra elevada a los niveles del canto, de la expresión
verbal que dignifica y abre caminos de luz a la conciencia. Ahora, desde el punto
de vista de incidencia en la población, se observa que un gran porcentaje de los
beneficiados han sido los jóvenes. A partir de esa concurrencia masiva de un gran
porcentaje de la juventud se han gestado nuevos valores de la joven poesía, para
quienes el conocimiento, de primera mano y de fuente directa, de tantos autores
de gran calidad, ha incidido de manera constructiva en su particular universo poético.
Podemos afirmar que una generación de poetas nacidos en la ciudad de Medellín, en
la década del ochenta y principios de la década del noventa, se han beneficiado
y estructurado con el oxígeno renovador de la poesía contemporánea mundial, presentada
por los poetas de cinco continentes en los diversos recitales que se realizan en
los escenarios y auditorios de la ciudad. Esta interacción de los grandes poetas
a nivel mundial con los noveles poetas locales ha generado un campo magnético de
transmisión de conocimientos que se ve reflejado tanto en las obras de los jóvenes
poetas como en su trabajo de multiplicadores de ese conocimiento a través de los
talleres que ellos realizan en diversos centros culturales de la ciudad. Así se
van tejiendo un conjunto de actividades, obras y celebraciones que le dan un sentido
orgánico y renovador a la vida cultural y espiritual de la ciudad. El Festival surgió
como una manera de contrarrestar el lenguaje de la violencia, proponiendo el lenguaje
vivificante y fraternal de la poesía, a través de recitales masivos en toda la ciudad
en los que los poetas invitados, de países de todos los continentes, han interactuado
con ese gran público vulnerable a los conflictos y a la degradación. Este despliegue
del Festival ha incidido de manera tal, que su acción en sí misma ha servido de
instrumento pedagógico para la enseñanza de nuevas formas de coexistencia por medio
de la capacidad incluyente del arte y la poesía. Se le ha planteado a la población
que la poesía permite un alto nivel de comunicabilidad y de aprendizaje de formas
civilizadas de coexistencia. En ese contexto, las primeras acciones pedagógicas
consistieron en la realización de talleres de apreciación de la poesía y creación
literaria, dirigidos a niños, adolescentes y profesores, en todos los barrios de
las comunas afectadas y vulneradas por el flagelo de la violencia y la exclusión
social. Así se ha ido construyendo un ámbito luminoso, de capacitación y de cualificación,
tanto de la sensibilidad como de los conocimientos de la población con la que se
ha tenido contacto. Después de cinco festivales, se dieron las condiciones para
dotar al evento de una actividad que elevara el nivel cognitivo y que dotara a la
población de nuevos elementos que permitieran ampliar el horizonte de las percepciones
poéticas y a la vez expandir los lazos de conexión con las diversas experiencias
poéticas a nivel mundial. Entonces se crea la Escuela de Poesía de Medellín, la cual comenzó a funcionar
desde el VI Festival Internacional de Poesía de Medellín, en 1996. Se han realizado,
desde su fundación hasta el 2009, 13 versiones, en las que se han ofrecido 81 cursos,
67 conferencias, 45 talleres y 40 coloquios, todos de carácter gratuito y de los
que se han beneficiado alrededor de 2500 personas. Todos los cursos son planeados,
diseñados y desarrollados por destacados poetas del mundo quienes participan en
el Festival. La Escuela de Poesía ha realizado destacados aportes para elevar las
calidades humanas de un significativo número de personas y ha generado, junto con
el gran libro abierto de poesía que es el Festival, una conciencia participativa
en ascenso, que sitúa a la población beneficiada en un contexto de comprensión de
las potencias creativas y civilizadoras de la palabra poética. Como expresara el
gran poeta francés Ives Bonneffoy, refiriéndose al Festival: La poesía no es
la producción de un objeto verbal, el placer, en suma, estético, de un simple texto;
es una intervención en el mundo, un acto de conocimiento. Grandes ritmos suben del
cuerpo en el poema, ellos dislocan en el cambio humano el discurso que rige, que
ciega y oprime, y es entonces el otro que repara en su dignidad, en su derecho absoluto
a ser libremente él mismo; es la democracia que se evidencia de nuevo. La poesía,
es la sociedad renovada. ¿Iremos a olvidarlo? Lo vemos entonces en Medellín, este
acto fundamental de liberación que llama al espíritu, en un diálogo emotivo entre
los poetas, venidos de diversos países, y en la gran sala, siempre vibrante.
Internacionalización
Un devenir muy significativo ha transformado a Medellín
en un centro de convergencia poética a nivel mundial. El desplazamiento de poetas
de los cinco continentes (procedentes de 150 países), a ser parte dinámica de las
actividades del Festival, ha permitido que la ciudad se nutra con la pluralidad
de culturas, idiomas, formas expresivas y tendencias de la poesía, encarnados en
los autores que vienen de tierras lejanas y pueblan con sus virtudes expresivas
la atmósfera local, transformando la ciudad en un verdadero centro luminoso, emblema
de la hermandad y del crecimiento espiritual colectivo. Esta interacción altamente
emotiva, lúcida e impregnada de poesía, ejerce un impacto sublime en los poetas
que retornan muy transformados ante una experiencia milagrosa, inexistente en sus
países de origen. Ante ese gozo, los poetas escriben en los medios de comunicación
acerca de su experiencia maravillosa en Medellín y de esta manera la ciudad, año
tras año, es nombrada de manera muy positiva en todo el mundo. Esta proyección internacional
de la ciudad, a través de la poesía, ha contribuido a que Medellín no quede estigmatizada
con la leyenda negra de un pasado bastante enrarecido. En este contexto es pertinente
recordar que la experiencia del Festival ha inspirado la creación de nuevos festivales
en diversas ciudades tanto de Colombia como de Centro América, Suramérica y el mundo.
Así se va constituyendo una red intercontinental de Festivales que inciden de manera
positiva en el devenir cultural y espiritual de los pueblos del mundo.
El hecho de que el Festival sea centro de convergencia
de culturas, a nivel planetario, le da un carácter de globalización de la experiencia
poética. Esto tiene implicaciones que determinan un nuevo devenir de la expresión
poética. Medellín se ha convertido en un crisol maravilloso donde se combinan todas
las formas expresivas y de esa alquimia verbal se gesta una poesía rejuvenecida,
actualizada y vital. Todas estas virtudes favorecen tanto a las nuevas generaciones
como al imaginario colectivo. En realidad, es un beneficio de doble vía porque los
poetas también reciben un efecto transformador de su actitud: es como si recuperaran
la esperanza en algo que creían inmerso en la aridez y el mutismo. Porque es un
hecho que en la gran mayoría de los países los poetas experimentan una circulación
muy restringida y poco percibida de sus obras poéticas. El hecho de que tantas obras
converjan y sean conocidas enriquece el movimiento de la escritura poética y convierte
a la ciudad en un escenario mundial donde se hace evidente el trabajo de los poetas
del orbe. Otro acto de globalización de la poesía, inherente al Festival, es la
existencia de una página WEB que posibilita un contacto permanente con lectores
de 180 países. Esta acción comunicativa ha acercado más a los poetas y públicos
lectores de todo el mundo; en esta perspectiva se sabe que continúa creciendo la
audiencia mundial de la página Web del Festival, iniciada en 1997, alcanzando entre
septiembre de 2007 y mayo de 2010, la cifra de 830.407 los lectores, para confirmar
no solo su capacidad de impactar fuertemente a la sociedad colombiana sino a la
red internacional de poetas, festivales y proyectos poéticos del mundo, veinte años
después de su fundación, en abril de 1991. Por su parte los visitantes la Web del
Festival en Youtube han sido 908.626, desde abril de 2007. Estas estadísticas son
un signo de la incidencia del Festival en la vida poética y espiritual a nivel global.
Reconocimiento, valoración e inclusión
de minorías étnicas
VITO APÜSHANA
Desde sus albores ha sido importantísimo, para el
Festival Internacional de Poesía de Medellín, el aporte esencial e imprescindible
que realizan los poetas representativos de minorías étnicas tanto nacionales como
a nivel mundial. Esta participación constante y consecutiva de estas culturas ha
permitido que los asistentes tengan una noción más amplia y justa de lo que significa
la experiencia poética. El público se conecta con las potencias ancestrales, con
los poderes de la auténtica tradición oral, con el canto ritual y así su conciencia
expande su dominio, su percepción de la condición humana a través del canto. En
esta perspectiva el Festival se perfila como un evento que experimenta el resurgimiento
de lo mítico como esencia de la poesía. Disponerse a conectarse con la voz de los
ancestros, a través del canto del poeta indígena, es un gesto que abre puertas al
nuevo advenimiento del mito como lenguaje esencial. El Festival ha sido un foro
para que los poetas de los pueblos indígenas, manifiesten su percepción del mundo,
su cosmología, sus reclamos y sus sugerencias como culturas que tienen un saber
ancestral muy respetable y necesario en nuestro tiempo. Estas culturas seguirán
regalándonos el tesoro de su lengua, de sus mitos, de sus rituales. Es la maravilla
de saber que aun los dioses pueblan el habla que canta a las multitudes.
El Festival es muy democrático,
muy amistoso y mantiene alerta la verdadera inspiración. Hay aquí un filtro muy
importante para la poesía: el público. Es un público muy generoso, muy competente,
que ve en la poesía una posibilidad de salvarse, un público que da coraje a la inspiración.
Una participación en el Festival de Medellín, es como una vacuna contra el alejamiento
de la poesía.
MARIN SORESCU (poeta rumano que
participó en el IV Festival Internacional de Poesía de Medellín)
Un público cada vez más lúcido y comprometido con
el acto de escuchar se nos manifiesta como alma del Festival Internacional de Poesía
de Medellín. Porque el público, que asiste multitudinariamente a los recitales y
demás actos, es el gran protagonista, la esencia de esta celebración. Este público
atento, cualificado y elevado en su espíritu se convierte en un centro radiante.
El público es el depositario de toda la gran poesía, de la fuerza que hace posible
la conjunción luminosa a través de la expresión poética, de la capacidad visionaria
y del poder de celebración como especie. El público es el gran visionario, es la
fuerza que hace que el espíritu vivificante de la poesía adquiera sentido y sea
el fulgor que nos impulse hacia la luz. Es en ese gran público donde la poesía actúa
con toda su capacidad penetrante y misteriosa. Cuando somos público, en el Festival
se siente un oleaje tibio de la energía radiante que se produce en este encuentro.
La poesía adquiere sentido cuando se transmite de persona a persona. Sin la presencia
que le dé sentido al poema este se convierte en un cuerpo de signos inertes. El
poema vibra en la conciencia que lo capta y lo procesa en su interior. Sin el otro,
la poesía es una cripta sellada. En Medellín se ha contribuido a elevar la dignidad
de la poesía al nivel espiritual que se merece, gracias a la disposición para escuchar,
para interiorizar el ritmo y el contenido de los poemas, para valorar la voz, lo
que implica devolverle al ser humano su verdadera dignidad y respeto. Este gesto
del público demuestra que la condición humana recupera sus virtudes sociales y solidarias.
Se ha mejorado mucho el trato interpersonal, después de haberse instalado en el
ambiente social un conjunto de agresividades y tratos abusivos entre los habitantes
de la ciudad. Gracias a un público receptivo, atento, generoso y con voluntad de
asimilación de las nuevas propuestas de congregación, es posible darle permanencia
a una cultura más constructiva y edificante. De ahí que una valoración del público
implica elevarse a unos planos muy satisfactorios de convivencia y receptividad.
Como expresara el poeta de Bélgica, participante en el XIV Festival Internacional
de Poesía, Stefan Hertmans: En Medellín he visto lo que realmente significa el
Festival: es que incluye a un público que radicalmente cree en el significado vital
de la poesía en su propia sociedad, gente que bebe poemas con una sed y un amor
que a nadie le puede dejar indiferente. Una experiencia gratificante.
JAIRO GUZMÁN (Colombia, 1961). Cofundador del Festival Internacional de Poesía de Medellín y miembro de su comité de dirección. Dirige la Escuela de Poesía de Medellín y el Proyecto Gulliver (escritura creativa para niños). Es también miembro del comité editorial de la Revista de Poesía Prometeo.
LUCAS FIER (Brasil, 1989). Surrealista contemporáneo, su obra está impregnada de temas como el erotismo, lo sagrado y la herejía, desafiando los límites entre lo sagrado y lo profano, la realidad y el sueño, la objetividad y la subjetividad. Explorando elementos simbólicos con gran detalle y una técnica orientada al realismo, fusiona estados oníricos, psicodélicos y fantásticos para exaltar la materialidad de los cuerpos, la opulencia de la vida y la fascinación por el misterio. Es doctor en Historia por la UFPR, máster en Artes por la Facultad de Artes de Paraná (Unespar) (2021) y licenciado en Dibujo por la Escuela de Música y Bellas Artes de Paraná (Unespar) (2012). En sus obras utiliza óleo, grafito, bolígrafo, tinta china, acuarela y acrílico. Artista invitado de esta edición de Agulha Revista de Cultura.
Agulha Revista de Cultura
CODINOME ABRAXAS # 08 – FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DE MEDELLÍN (COLOMBIA)
Artista convidado: Lucas Fier (Brasil, 1989)
Editores:
Floriano Martins | floriano.agulha@gmail.com
Elys Regina Zils | elysre@gmail.com
ARC Edições © 2025
∞ contatos
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FLORIANO MARTINS | floriano.agulha@gmail.com
ELYS REGINA ZILS | elysre@gmail.com










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