sexta-feira, 21 de maio de 2021

JORGE PRENDAS-SOLANO | Conversación con Celso Romano

 


Con motivo de la publicación, por entregas, de Malinconia, un ciclo narrativo sin precedentes en la literatura costarricense y, probablemente, centroamericana, el profesor y filósofo Jorge Prendas Solano conversa con su autor, el escurridizo Celso Romano, seudónimo de Francisco Rodríguez Barrientos (1956), quien, además, es el autor de una obra aforística sin precedentes en Costa Rica y más allá. En su especialidad académica (sociología) el entrevistado ha publicado varios textos además de once libros de aforismos, tres libros de relatos y siete novelas pertenecientes al ciclo ya mencionado (dos más se encuentran en proceso de edición). Estamos pues, frente a un autor prolífico, novedoso, provocativo e incesante cuya obra merece ser conocida más allá de nuestras fronteras.

 

JPS | Un primer motivo para iniciar la conversación. Algo de lo que no siempre se habla. ¿De donde proviene el impulso original de utilizar el pseudónimo Celso Romano para la obra narrativa del escritor Francisco Rodríguez Barrientos? Una explicación de esta elección podría revelar mucho a los lectores…

 

FR | La verdad sea dicha, incluso ahora me resulta difícil explicar por qué decidí usar para mi obra narrativa un seudónimo y no mi verdadero nombre. Más que una idea, fue una especie de impulso, no sé, una ocurrencia, supongo. Lo de Celso lo tomé del filósofo pagano romano del mismo nombre. Combatió a los teólogos cristianos, tal y como lo hicieron otros autores paganos, como Juliano el Apostáta, por mencionar a uno de los más conocidos (a propósito: mi interés por la obra de Juliano nació a raíz de la lectura de algunos poemas de Cavafis sobre su notable figura). Las obras de Celso fueron destruidas por los cristianos; lo que se conserva de sus obras se debe a las citas que de ellas hicieron varios teólogos y apologistas cristianos al intentar refutarlo (¡una forma de lograr la posteridad bastante curiosa, dicho sea de paso!). El filósofo rumano-francés E. M. Cioran escribe con admiración de Celso en varios pasajes de sus libros y fue justamente por la lectura de Cioran que supe de Celso. Por ir contra corriente, por su valentía y coraje, por su lucha contra el fanatismo religioso y la tiranía ideológica y su apuesta por la libertad de conciencia y de espíritu, pues decidí utilizar el nombre de Celso para mi seudónimo. Y, en fin, ya que era romano, pues ahí está: Celso Romano.

 

JPS | ¿Cómo se compone fundamentalmente la obra narrativa de Celso Romano?

 

FR | Mi obra narrativa se compone en lo fundamental de un ciclo narrativo al que nombré MALINCONIA. Las siguientes son las obras que lo integran y el orden en que deberían leerse (entre paréntesis indico el año de publicación de la primera edición):

 

Sombra Errabunda (novela, 2017)

Mujeres y claro de luna (novela, 2020)

Los Gatos Violentos (novela, 2020)

La llama del ocaso (novela, 2021)

Lluvia y Ciénaga (novela, 2021)

Plegaria por Gretchen Schrader (relatos, 2016)

Retrato de Familia (relatos, 2016)

Adiós al pasado (novela, 2021)

Un día de mayo (novela, 2021)

 

Al ciclo pertenece, aunque parcialmente, la novela Dreams (2018). Fuera del ciclo narrativo MALINCONIA quedan la novela La sed de los días (2017) y el libro de relatos Historias En-Contradas (2016). Y hasta ahí por ahora… También debería incluir a mis libros de aforismos, de los cuales hasta el momento he publicado 11. Mi primera obra, sin embargo, fue un libro de poesía: Sobrevivencia del agua (1995). No he vuelto a reincidir para bien y tranquilidad de la Poesía.

 

JPS | Del gran ciclo narrativo de Malinconia, ¿cuáles obras se encuentran ya publicadas y cuáles permanecen a la espera de ver la luz en el futuro?

 

FR | Para junio del 2021 deberían estar publicadas todas las obras del ciclo. Al momento de esta entrevista (abril 2021) solo restan de publicar Adiós al pasado y Un día de mayo. Ambas están en proceso de edición. Completar la publicación de mis obras es mi modesto aporte al Bicentenario de Costa Rica, y dicho sea esto sin bromear, no, de ninguna manera.

MALINCONIA es una obra que se inscribe en la corriente de la tradición literaria del país inaugurada por Yolanda Oreamuno, es decir, la narrativa volcada a la introspección sicológica y al análisis de los conflictos existenciales de los personajes. No obstante, MALINCONIA también es un retrato político, social y moral de la Costa Rica que surge después de la guerra civil de 1948 (especialmente de la Costa Rica urbana del centro del país que con frecuencia se confunde con “todo” el país).

Y hablando del Bicentenario (1821-2021), uno se pregunta si la construcción política-social-cultural llamada Costa Rica podrá mantener sus coordenadas básicas en el futuro, su identidad nacional y cultural. En este sentido, me cuento entre los escépticos. Creo que MALINCONIA expresa un poco de esa inquietud sobre el presente y el futuro del país. De hecho, Un día de mayo, la novela que cierra el ciclo, termina con un tono de incertidumbre, desaliento y derrota. La Literatura es un testimonio y un signo de su Tiempo.

 

JPS | Desde la perspectiva del creador y escritor, ¿cuáles serían los grandes temas, asuntos o problemas que se plantean en esta trilogía?

 


FR | No pretendo ser muy original con los temas de mi obra. Son los de siempre: el Mal, el amor, la soledad, la angustia por el paso del tiempo, la violencia, el Poder, la muerte… Ahora, en cuanto a una temática más concreta, MALINCONIA es un retrato de la Costa Rica de los últimos 50-60 años, con incursiones a los años 40 del siglo pasado y la guerra civil de 1948. Y más específicamente, se ocupa de una dinastía familiar, la de los Sánchez Artavia. En términos espaciales, MALINCONIA transcurre en el espacio geográfico de San José, sus suburbios y sus alrededores montañosos. La acción también se desarrolla en otras regiones de Costa Rica, pero de modo más ocasional (hay varios episodios que acontecen en otras ciudades de América Latina, como el DF mexicano, La Habana, Caracas, Guatemala; también en ciudades de Estados Unidos y Canadá. Lo anterior es inevitable dadas las grandes migraciones y el carácter cosmopolita del mundo contemporáneo). Para todos los efectos, MALINCONIA es un ciclo urbano, pertenece la Costa Rica urbana, que es tanto como decir el centro del país, la Gran Área Metropolitana de San José.

 

JPS | ¿Se puede pensar en un hilo conductor dentro de la diversidad de las obras de este ciclo narrativo?

 

FR | Creo que sí. Como antes indiqué, el ciclo sería la historia de la familia Sánchez Artavia, de su padre Ricardo, tipo sombrío, hosco, autoritario, veterano de la guerra civil de 1948, en la cual cometió varios crímenes; de sus hijos Pablo, muerto prematuramente a los 14 años, Víctor Manuel, criminal y psicópata, uno de los personajes principales del ciclo, Rosario y Claudia; y los nietos: Amanda Grisolle, otro de los personajes claves del ciclo, su hermano Javier y sus primos. Por supuesto, en el ciclo aparecen gran cantidad de personajes que van entrando y saliendo de la escena, aunque los más constantes son los ya citados. Mención especial merece Rodolfo Carballo, empresario perteneciente a una familia oligarca tradicional, personaje atormentado y complejo, cínico, ambicioso, amoral, que se convierte en un importante capo mafioso. Este personaje y sus familiares tienen un papel relevante en la novela Los Gatos Violentos, que se ocupa, igualmente, de los miembros de la banda de Víctor Manuel Sánchez, o Enrique o El Gato, como también se le conoce. La familia Carballo y la familia política de Rodolfo Carballo reaparecen en la novela Lluvia y Ciénaga.

 

JPS | Ciertamente se podría pensar que la trilogía Malinconia ha dado lugar a la existencia de muy interesantes relatos paralelos. Pensemos por ejemplo en Dreams (2018) ¿Qué podríamos decir al respecto?

 

FR | ¡Es realmente increíble cómo surgen en la imaginación del escritor las ideas y los personajes para una novela (o un cuento o relato)! La historia del origen de esta novela se remonta a muchos años atrás y es algo enrevesada. Intentaré resumirla. En mi adolescencia oí una canción que de inmediato me sedujo; se trataba de Dreams, del grupo norteamericano Damnation of Adan Blessing (¡esto lo supe hasta cuarenta años después!). Escuché el tema en Radio Juvenil, la única emisora que en Costa Rica transmitía exclusivamente rock a fines de los años 60 e inicios de los 70. Forma parte de la educación sentimental de mi generación. Por entonces yo vivía en El Llano de Alajuela, en la casa de una tía, cerca del estadio de La Liga; cursaba el tercer año en el colegio Marista. Por aquel tiempo, era 1971, me gustaba ir a los conciertos de rock que se organizaban en el Gimnasio Nacional y en algunos cines de San José, y a los bailes que se hacían en los colegios o, incluso en las casas, bailes amenizados por grupos de rock. Ahí trabé conocimiento con algunos músicos. Escuché Dreams por última vez en 1975. Como no recordaba bien el nombre del grupo, me costó hallar la canción en Youtube décadas después, pero al fin lo logré a principios del 2017. ¡Y fue todo un deslumbramiento! En tromba volvieron a mi memoria innumerables recuerdos e imágenes de mi adolescencia y al mismo tiempo surgieron las ideas y el personaje principal de la obra, que se inspira en el baterista de un grupo de rock de Alajuela, muy popular a fines de los años 60 e inicios de los 70. Lo narrado en la novela es básicamente fruto de la imaginación, pero no falta el componente autobiográfico. En Dreams reaparecen dos personajes de la trilogía: el ya mencionado Rodolfo Carballo y Chapín, protagonista del relato homónimo que forma parte de Plegaria por Gretchen Schrader (sin contar, naturalmente, a Alejandro Barquero, narrador de todo el ciclo). El resto de los personajes son nuevos. Parte de mi adolescencia y de juventud roqueras reaparecen en otras de mis narraciones, como en las novelas Adiós al pasado y Un día de mayo. Pero no son las únicas.

Dreams hace referencia no solo a la canción; también a las ilusiones perdidas, al desencanto, al olvido de las rebeldías de la juventud, al aburguesamiento del personaje principal. El protagonista tiene un grupo de rock en Costa Rica cuyo nombre, Espejismo, es otra metáfora de la futilidad de buena parte de las acciones humanas. A su manera, Kurt Mata Bachmann, el personaje principal, es un modesto buscador de lo absoluto, con la música como medio de lograrlo. Pero no tiene ni el talento suficiente ni la constancia necesaria.

 

JPS | ¿Cabría pensar en otros relatos adicionales de Celso Romano como ramificaciones abiertas a partir de la trilogía Malinconia?

 


FR | No sabría decirlo con certeza. De momento tengo ideas y apuntes para tres o cuatro relatos, aunque no he podido avanzar mucho. Mi prioridad fue corregir y publicar las obras en las que dividí el ciclo MALINCONIA. Ese esfuerzo, más mi trabajo en el Instituto Tecnológico de Costa Rica donde laboro desde 1986, mis responsabilidades familiares y la dedicación a la lectura, pasión que en mí es devoradora, han ocupado casi todo mi tiempo en los últimos 20 años. Me embarga una especie de lasitud creativa, como si la escritura y re-escritura de las novelas y relatos de MALINCONIA me hubieran dejado vacío. El vacío después del hartazgo; el letargo luego del éxtasis. Esta sensación es bastante conocida entre los escritores y Scott Fitzgerald la retrata magistralmente en uno de sus relatos. Lo más probable es que me dedique a trabajar los aforismos escritos a salto de mata en los últimos años en mi libreta de apuntes. Este es mi plan más inmediato. Y si los publico, no será en un libro nuevo, sino incorporados a una reedición de mi último libro de aforismos: Orcodoxia (2018).

 

JPS | Uno de los personajes fundamentales de toda la narrativa de Celso Romano, presente en las diversas novelas, es Alejandro Barquero. ¿Qué podemos decir sobre esta figura? ¿Podríamos entenderlo como el narrador omnisciente de la trilogía Malinconia?

 

FR | Alejandro Barquero es un personaje del ciclo MALINCONIA y aparece también en la única de mis novelas que no pertenece al ciclo, aunque no deja de tener ciertas conexiones con él: La sed de los días. Hay que verlo como personaje, con su biografía particular, sus aficiones, ideas, sentimientos, pasiones, defectos.

Ahora, las obras que integran MALINCONIA no tiene un narrador omnisciente. Si de algo me guardé fue de la omnisciencia narrativa. Al contrario, en el ciclo hay diversos recursos literarios: monólogos interiores, diálogos, confesiones, recortes de periódicos, entre otros. MALINCONIA pretende ser, y debe verse, como una polifonía de voces. Eso facilita una perspectiva múltiple para interpretar la psicología y los conflictos de los personajes.

 

JPS | Sin lugar a duda, un comentario aparte merecería el personaje de Enrique, alias El Gato, que protagoniza la novela Sombra Errabunda (2017). ¿Qué podríamos decir sobre este personaje en el cual se mezclan violencia extrema, sadismo, misoginia, locura, frialdad y reflexión al mismo tiempo? ¿Cuál es la fuente e inspiración de la producción de este personaje tan siniestro?

 

FR | Víctor Manuel Sánchez Artavia, alias Enrique y El Gato, es uno de los personajes claves del ciclo MALINCONIA. Desempeña un papel protagónico en Sombra Errabunda. Pero también tiene un papel importante en otras dos novelas: Mujeres y claro de luna y Los Gatos Violentos (y aparece, aunque de manera más esporádica, en el resto de las novelas del ciclo). La fuente de inspiración parece bastante obvia: el célebre Psicópata (así, con mayúscula) que entre 1986 y 1995 aterrorizó el llamado Triángulo de la Muerte, una región entre urbanizada y montañosa al sureste de San José. Durante muchos años he leído sobre este personaje siniestro, de su modus operandi, de su psicología, de sus crímenes, de su posible identidad, no establecida hasta el día de hoy. Algo de ello se coló en MALINCONIA. No obstante, el personaje de Víctor Manuel Sánchez es ante todo producto de la imaginación, aunque nutrido por hechos reales. El componente imaginativo del personaje surge de sus nexos y conflictos familiares, de su historia psicológica, de su relación amor-odio con el padre; de su relación tensa, hosca, crispada con Rodolfo Carballo y sus compinches de banda; del dolor por la muerte de su hermano mayor Pablo, una llaga del corazón que nunca podrá curarse; o el cariño por su madre, sus hermanas y su sobrina Amanda. Los últimos son rasgos que humanizan algo a un personaje tan vil y retorcido.


Como todo psicópata, Victor Manuel Sánchez posee una mente fría, racional, metódica; sin embargo, en los actos violentos que acomete en contra de mujeres, homosexuales y miembros de su banda que lo han traicionado, se deja guiar por una furia y crueldad despiadadas. No se trata de un robot programado para asesinar, sino de un hombre poseído por sus demonios interiores. Planeando sus próximos crímenes se muestra frío y previsor; al momento de perpetrarlos, se transforma en una fiera dominada por unas terribles ansias destructivas y homicidas. En la dirección de su banda y en la organización de sus actividades delictivas, El Gato muestra, asimismo, sus cualidades metódicas, frías, calculadoras. Y es un tipo muy astuto. Y es lector y le atrae la música clásica. ¡Todo un personaje!

El Gato y su banda son los predecesores de las bandas de narcos extremadamente violentos que pululan en nuestro aciago presente (las fechorías de mi personaje se ubican en términos cronológicos entre los años 1982-1992). Estos narcos hacen pensar en unas célebres palabras del máximo explorador de los demonios del ser humano (Shakespeare): el Infierno se ha quedado vacío; los demonios están con nosotros. Por supuesto, el narcotráfico y las bandas delictivas reflejan la descomposición económica, social, política y moral del país. La contrarreforma neoliberal de los años 1980 ha propiciado la extinción de buena parte de las empresas nacionales, condenando al desempleo y subempleo a un alto porcentaje de los jóvenes (y los empleos que se crean son precarios, mal pagados y hacen imposible el ascenso social que sí lograron generaciones previas). Por otro lado, el debilitamiento del Estado y de las políticas sociales, ahondan la situación de desamparo social. Es un clima muy propicio para que se expandan a ritmo de vértigo el narcotráfico y otras actividades criminales. Como es de suponer, un país así se convierte progresivamente en invivible para sus habitantes, para quienes no pertenecen a una élite hegemónica cada vez más enriquecida, codiciosa, autoritaria y filo fascista y, para colmo, penetrada por la economía criminal. Es decir, la gran mayoría del país. Neoliberalismo, crimen organizado, violencia expansiva y corrupción política van de la mano. El país está experimentando lo que otros países latinoamericanos han vivido (y siguen viviendo). Pudimos evitarlo si en su momento se hubieran tomado las medidas necesarias. No se hizo. Ahora ya es muy tarde, me temo.

Víctor Manuel Sánchez encarna los demonios del costarricense (y no sólo del costarricense según pienso, pero me limito a mí país): homofobia, misoginia, racismo, xenofobia… ¡Todo un caramelo! Semejantes actitudes y sentimientos conducen fácilmente al odio, al resentimiento… Y luego a la crueldad y la violencia. Debemos hallar la forma de conjurarlos, de exorcizarlos... De regresarlos al Infierno…

 

Ciudad Quesada, 18-19 de abril del 2021

JORGE PRENDAS-SOLANO. Filósofo y profesor del Instituto Tecnológico de Costa Rica y de la Universidad de Costa Rica.



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