En la década de 1940, dos personajes importantes de la cultura salvadoreña pasaron
cortos pero intensos años en Nueva York: Consuelo Suncín y Salvador Salazar Arrué,
Salarrué. En circunstancias distintas —ella como refugiada de guerra y él como representante
y emisario cultural salvadoreño— tuvieron vivencias artísticas ligadas a sus relaciones
amorosas: Consuelo con su esposo, el aristócrata y piloto francés Antoine de Saint-Exupéry,
autor de El Principito, y Salarrué con
su amante, una socialité neoyorquina llamada
Leonora Nichols. La intensidad y los vaivenes de ambas relaciones trascendieron
en el tiempo gracias a la publicación de las memorias de Consuelo —que incluyen
una carta de despedida de ella, un mes antes que el conde De Saint Exupéry desapareciera
en 1944— y el intercambio epistolar entre Salarrué y Nichols, publicado cinco décadas
después bajo el título Sagatara mío.
La rosa del Principito
Consuelo Suncín (Armenia,
El Salvador, 1901- Grasse, Francia, 1979) llegó a Nueva York en el invierno de 1942
con el objetivo de reunirse con su esposo, el conde Saint-Exupéry. El matrimonio
se había separado un año atrás, luego de la ocupación nazi en Francia: Saint-Exupéry
se trasladó a Nueva York y Consuelo vivió aproximadamente un año (once meses) en
la comunidad artística de Oppede, en Francia.
Saint-Exupéry, quien estaba desarrollando su carrera como escritor —publicó
sus primeros libros, Correo del sur en
1929, Vuelo nocturno en 1931, y Vuelo a Arras en 1942—, le envió un telegrama
desde Nueva York pidiéndole que viajara, por lo que ella tomó un avión hacia Portugal
y luego un barco hacia Estados Unidos. El reencuentro, no obstante, no fue lo que
ella esperaba, según relató en su libro The
Tale of The Rose (2000) [El cuento de
la rosa], el cual fue publicado más de veinte años después de su muerte, y en
el que reclama su lugar como inspiración directa del personaje de La Rosa en El Principito.
En sus memorias, Consuelo cuenta a manera de crónica “sus altas y bajas emocionales”
en el matrimonio de 12 años con el conde, “empezando con una reunión en Buenos Aires
en 1930, cuando Consuelo, dos veces viuda a los 29 años, fue literalmente barrida
en el aire por Saint-Exupéry: Mientras volaban por la ciudad apenas unas horas después
de que se conocieron, el piloto anunció que la amaba y quería casarse con ella”,
según una reseña de Alan Riding (2000) para The
New York Times. En el relato, añade la reseña, queda establecido que aparentemente
Consuelo no fue bien recibida por el círculo social e intelectual de su esposo y
se acostumbró a quedarse en el apartamento rentado del hotel Barbizon Plaza —el
cual era usado como residencia de muchos artistas—, donde ambos vivían pero en pisos
distintos. En su estudio, Saint Exupéry se dedicó a trabajar en una memoria de sus
vuelos de reconocimiento sobre Francia en 1940 a bordo de un avión Potez 637. Flight to Arras fue publicado en Estados
Unidos en 1942. Mientras tanto, Consuelo decidió inscribirse en The Art Students
League para aprender escultura (De Saint-Exupéry, 2003. p. 280).
Pese a las desavenencias y el hartazgo por un supuesto amorío de Saint-Exupéry
con otra mujer, a quien Consuelo solo identifica como K, la pareja se instaló en
una casa prestada en Northport, donde el piloto escritor escribió gran parte de
El Principito.
La Biblioteca Morgan, de Nueva York, organizó en 2013 una exposición conmemorativa
por los setenta años de la publicación de El
Principito; además de mostrar por primera vez el manuscrito original de 140
páginas, acuarelas y borradores del libro, incluyó objetos personales del matrimonio,
como el brazalete con la identificación de Saint-Exupéry, el cual fue encontrado
en 1998 por un pescador en aguas de Marsella. Tiene grabada la inscripción “Antoine
de Saint-Exupéry (Consuelo) ℅ Reynald and Hitchcock,
386 Fourth (i.e., Park) Avenue, N.Y.C., U.S.A.”, siendo Reynal and
Hitchcock sus editores.
El brazalete fue un préstamo de la familia de Antoine de Saint-Exupéry que nunca
había sido exhibido en los Estados Unidos. Aunque inicialmente se consideró falso,
años después fue encontrado en la misma zona el bombardero de Saint-Exupéry. A continuación,
un extracto de la reseña publicada en El Diario
de Hoy por Molina-Tamacas (2013b) a propósito de la exposición de la Biblioteca
Morgan:
[Saint-Exupéry] trabajó en El Principito en varios puntos alrededor de la ciudad, incluido el apartamento
de su amiga Silvia Hamilton (después Reinhardt) en Park Avenue, usando su poodle
negro como modelo de la oveja y una muñeca con pelo de trapeador como modelo para
el protagonista. Como parte de la exposición estará una página del manuscrito en
el cual Saint-Exupéry hace mención explícita de Manhattan, Long Island e incluso
del Rockefeller Center, referencias que él decidió eliminar de la historia.
Los curadores de la exposición destacan que incluso el papel
que Saint-Exupéry usó para el borrador de El
Principito, y por ende, el personaje, es “hecho en América”. La marca de agua
que es visible en las páginas a trasluz dice: “Fidelity Onion Skin. Made in U.S.A.”.
Porque el autor dejaba la ciudad de prisa para volver a la
guerra, solo autografió un par de copias de El
Principito a sus amigos. La exposición de la Biblioteca Morgan promete, por
vez primera, mostrar el ejemplar que le regaló al hijo de 12 años de su amiga, el
único que se sabe dedicó a un niño: “Para Stephen, a quien ya le hablé del Principito,
y quien quizás sea su amigo”, reza la dedicatoria.
La despedida
Consuelo narra con
tristeza el momento de la inevitable separación. Ella recuerda que Saint-Exupéry
dijo lo siguiente:
Mejor endereza mi corbata. Dame tu pañuelo para que pueda
escribir la siguiente parte de El Principito.
Al final de la historia, el Principito le dará este pañuelo a la Princesa. Nunca
más volverás a ser una rosa con espinas, serás una princesa de ensueño que siempre
espera al Principito. Te dedicaré ese libro a ti. No puedo perdonarme por no habértelo
dedicado. Estoy seguro de que, mientras esté fuera, nuestros amigos serán amables
contigo. Cuando estoy aquí, ellos prefieren mi compañía, pero eso no es particularmente
halagador para mí. Aquellos que aman solo al hombre famoso en mí me ponen triste.
Olvidaré a todos aquellos que no te extiendan todos sus favores. Cuando regrese,
esposa mía, los dos estaremos con los verdaderos amigos de nuestros corazones. Solo
ellos (De Saint-Exupéry, 2003, p. 303). [La traducción, como las que siguen, es de la autora.]
Poco tiempo después, para su cumpleaños, ella le escribe la siguiente carta:
Lake George, a finales de junio, el día de tu cumpleaños.
Tonio, mi amor:
Me levanté a las seis de la mañana. Corrí hacia el lago en
pijama para sumergir mis pies. El agua es deliciosa. Un sol púrpura rojizo está
saliendo de detrás de la montaña vecina. Yo sueño contigo, mi amor. Y estoy feliz
de pensar en ti, de soñar contigo. A pesar del miedo que siento, sabiendo que eres
el piloto más viejo del mundo, mon chéri,
¡imagínate si todos los hombres fueran como tú!
Tengo que ir corriendo al pueblo, a una pequeña iglesia católica
donde se celebra la misa todos los días a las 7:30, y es la única misa, muy pocos
católicos y muy pocos sacerdotes católicos aquí. Quiero ir a sentarme en los bancos
vacíos de la iglesia hoy, el día de tu cumpleaños. Eso es todo lo que puedo darte.
Así que estoy corriendo, esposo mío, debo vestirme, es una caminata de media hora
a la iglesia.
Adiós por ahora. Si no te vuelvo a ver en este planeta, debes
saber que me encontrarás con el buen Señor, esperándote, de verdad. Tú estás en
mí como la vegetación está sobre la tierra. Te amo, eres mi tesoro, eres mi mundo.
Tu esposa,
Consuelo
29 de junio de 1944
El mismo día en que Consuelo escribió esta carta, Antoine le escribió una carta
de amor muy sombría, con una nota en el margen que decía que acababa de cumplir
cuarenta y cuatro. Un mes después, el 31 de julio de 1944, desapareció mientras
volaba en una misión de reconocimiento sobre el sur de Francia. Ni su avión ni su
cuerpo fueron encontrados. En 1998 se recuperó del Mediterráneo una pulsera con
las palabras “Consuelo” y “Antoine” (De Saint-Exupéry, 2003, p. 307-308).
Sagatara y Blwny
Salvador Salazar Arrué
(Salarrué), uno de los artistas salvadoreños más cosmopolitas y universales, vivió
en Nueva York entre 1946 y 1958, cuando fungió como agregado cultural.
Según Huezo Mixco (2005),
En su recuento, que usó para presentar el libro Sagatara mío, de Janet Gold, Huezo Mixco (2005) detalla cartas como
la fechada el 9 de enero de 1947, en la que Leonora le dedica una serie de reproches:
Leonora está enamorada del otro yo de Salarrué, Sagatara,
el personaje de su libro más fascinante: O-Yarkandal.
Sagatara: hijo de reyes, de noble linaje, es un ser en el que brilla el fuego de
lo divino. Ella sueña con venir a El Salvador y vivir a su lado, y construir juntos
una cabaña en lo alto, y fundar un Centro de Arte. Esos momentos de ilusión, sin
embargo, se ven repetidamente interrumpidos por la incertidumbre de Salarrué. Este,
incapaz de darle la espalda a su familia, tampoco parece dispuesto a deshacerse
de su amante. A finales de ese mismo año, en noviembre, la paciencia de Leonora
parece haber llegado al límite: “Tú estás buscando condicionar mi vida con tu vigor
personal, mismo que es propiedad de un hombre pletórico de celos y temeroso de disparates
inexistentes”, le reprocha. Desafortunadamente, las cartas de Salarrué parecen estar
perdidas. En esas cartas, probablemente, hubiéramos encontrado los argumentos que
la poesía no era capaz de darle a esa mujer dispuesta a entregar su vida por ese
amor y ese hombre.
Según publicó El Diario de Hoy, en
una entrevista realizada por Adda Montalvo (2005), Gold, junto al Museo de la Palabra
y la Imagen (MUPI), investigaron el quehacer de Salarrué en esa época, que derivó
en la publicación de Sagatara mío y, además,
descubrió una novela escrita por Salarrué que nunca fue publicada, la cual se tituló
“The Range of Gold” [“El rancho de oro”], la cual según la investigadora, fue escrita
en inglés como un ejercicio para aprender el idioma. “Son como diferentes estampas.
Algunas historias tienen lugar en las calles de Nueva York, en el Parque Central.
Con un personaje tal como él que habla con un doctor, un antropólogo y les empieza
a contar cosas de aquí [El Salvador]. Es una mezcla [de estilos], lo único que le
da unidad a ese libro es que fue escrito por él en Nueva York”, dijo Gold en dicha
entrevista.
En 1947 y 1949 Salarrué participó en dos exposiciones colectivas de arte latinoamericano
en la Knoedler Galleries y The Barbizon Plaza Galleries, donde exhibió las obras
“Monja blanca”, “Autorretrato”, “Sihuanahual” y “Kukulcán”. Los textos usados por
ambas galerías para los respectivos catálogos fueron tomados de Evolución del arte en El Salvador, escrito
por Alberto Guerra Trigueros, y Salarrué compartió el reconocimiento de la crítica
y la prensa neoyorquina, al mismo tiempo que de los muralistas mexicanos José Clemente
Orozco, Diego Rivera, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros, entre otras luminarias
del arte latinoamericano.
Según Primavera (2014), Olga (1923-2004), la mayor de las tres hijas de Salarrué,
se quedó a vivir en Nueva York: “En la gran ciudad, Olga trabajó en diversas cosas,
entre ellas, pintando maniquíes. Pero también desarrolla su talento artístico y
muestra sus pinturas en galerías de arte. Conoce a Willard Clark (Bill), con quien
se casó y procrearon a Paul y Bruce, ambos son abogados. En abril de 1950, en la
galería de arte The Barbizon-Plaza Hotel, Olga inauguró una exposición individual;
un año antes, su padre había expuesto en ese mismo lugar”.
En cuanto a las Conchas en la arena,
el cuadro mide 19¾” x 16” y tiene en primer plano una concha marina de color verde
azulado. La fecha estimada de su creación, el tema y los tonos de la obra corresponden
al tiempo en que Salarrué mantuvo su intenso romance con la estadounidense Leonora
Nichols.
Salarrué y su alter ego creativo,
Sagatara, encontraron en la ciudad de los rascacielos a su “alma gemela”: Leonora
se convirtió en Blwny (forma cariñosa de “vino azul” en inglés). Pese a estar casado
con Zelie Lardé y ser padre de tres hijas, ella fue “la fruta prohibida y mística
mujer, quien lo perseguiría hasta el fin de su vida en El Salvador”, de acuerdo
con el documental La manzana azul, del
realizador Tomás Guevara (2006).
El autor de Cuentos de barro, Cuentos
de Cipotes y Catleya Luna, entre muchos
otros, regresó a El Salvador y murió en 1975; Leonora nunca se casó y murió en 1990,
a los 91 años.
Gold explica en el documental que los caracoles y las conchas en el cruce de
la vida entre Salarrué/Leonora-Sagatara/Blwny significa “meditación y escuchar consejos
espirituales”. Añade que, poco antes de morir, Nichols habría quemado todas las
cartas que Salarrué le envió. No obstante, sobre su cama pendía un cuadro con un
caracol grande, la evidencia de un amor que trascendió en el espacio y el tiempo.
BIBLIOGRAFÍA
De Saint-Exupéry, C. (2003). The Tale of the Rose.
The love story behind The Little Prince [El cuento de la Rosa. La historia detrás
de El Principito]. Nueva York: Random House Paperback.
Guevara, T. (2006). La
Manzana Azul [Documental]. El Salvador-USA: Ángulos Films.
Huezo Mixco, M. (2005, 24 de octubre). “Leonora y Salarrué:
amantes peregrinos”. El Faro. Recuperado
de: http://archivo.elfaro.net/secciones/el_agora/20051024/ElAgora2_20051024.html
Molina Tamacas, C. (2013a, 24 de junio). “Salarrué expone
en Nueva York”. Pp. 92-93.
Molina Tamacas, C. (2013b, 6 de diciembre). “El Principito
en Nueva York”. El Diario de Hoy. Pp.
92 y 93.
Montalvo, A. (2005, 2 de febrero). “Gold: Salarrué rechazó
los esquemas morales”. El Diario de Hoy.
Recuperado de: http://archivo.elsalvador.com/noticias/2005/02/24/escenarios/esc6.asp
Primavera, T. (2017). “Olga Salarrué, una artista desconocida”.
Diario Colatino. Recuperado de: https://www.diariocolatino.com/olga-salarrue-una-artista-desconocida/
Riding, A. (2000). “A Prickly Rose Who Loved a Starry Prince;
a Voice From The Past Upsets The Saint-Exupery Legend” [Una Rosa Espinosa que Amaba
a un Príncipe Estrellado; Una Voz del Pasado Molesta a la Leyenda de Saint-Exupery].
The New York Times.
Recuperado: https://www.nytimes.com/2000/06/07/books/prickly-rose-who-loved-starry-prince-voice-past-upsets-saint-exupery-legend.html?mtrref=undefined&gwh=2D44331CCD07E63FAE75AB0962CD1C58&gwt=pay
CARMEN
MOLINA-TAMACAS. Periodista y
antropóloga salvadoreña residente en New Jersey, EE. UU. En El Salvador
desarrolló su carrera profesional en periódicos como La Prensa Gráfica, Diario
El Mundo y El Diario de Hoy, colaborando además con proyectos independientes como El Faro, Revista
Factum, Kóot y Escultural. En Nueva York ha trabajado para Bklyner y El Diario,
de Impremedia, el periódico en español más antiguo de Nueva York, con artículos
sobre inmigración, educación, cultura, arte y política, entre otros. Es autora
del capítulo de El Salvador en el libro Ciberperiodismo en Iberoamérica (2016), publicado por Fundación Telefónica, Ariel y la Universidad de Navarra,
así como de investigaciones sobre el periodismo cultural. En 2020 publicó bajo
el sello K ediciones el libro SalviYorkers, que cuenta 90 años de historias de
inmigrantes salvadoreños en Nueva York. Ganó los segundos lugares en las
categorías “The Victor Villaseñor Best Latino Focused Nonfiction Book
Award-Spanish” y “Best Website” de los 2020 International Latino Book Awards de
Empowering Latino Futures y fue presentado en la Feria Internacional del Libro de
la Ciudad de Nueva York.
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SÉRIE PARTITURA DO MARAVILHOSO
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Agulha Revista de Cultura
UMA AGULHA NA MESA O MUNDO NO PRATO
Número 178 | agosto de 2021
Curadoria: Juana M. Ramos (El Salvador, 1970)
Artista convidada: Liza Alas (El Salvador, 1982)
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