ENRIQUE DE SANTIAGO | Claudia Isabel Vila Molina y la persistencia nocturnal
ENRIQUE GÓMEZ-CORREA
Generalmente,
la noche retrotrae al común de los seres humanos, la mayoría busca refugio, como
respuesta a siglos de un instinto de conservación que busca refugio ante la situación
de vulnerabilidad que provoca la ausencia de luz. Pero en cambio existen otros(as),
que cultivan una nictalopía que les permite vislumbrar todas aquellas gemas que
se ocultan bajo las sombras, eso que es apenas distinguible y que encierra la forma
desconocida de lo maravilloso, es lo imprevisto, pero buscado. Es en esa penumbra
donde la poeta descubre toda una suerte de veta infinita para la creación, y es
esa belleza descubierta bajo una perspectiva nocturnal, la que puede ser displacentera
a ojos del habitante diurno pero fascinante a los ojos de los que buscan bajo los
designios de Selene. Es el caso de la escritura de la poeta Claudia Vila, quien
nos despliega un sinfín de versos que tienen parentesco con la noche y la oscuridad,
y que están dotadas de una belleza sombría que puede inquietar en una primera impresión,
pero que a medida que hacemos lectura nos despierta una atracción por aquello que
aparentemente doloroso, termina siendo una gozosa experiencia estética, entonces
la palabra cruda vestida de poesía se torna atrayente y nos cautiva en su torrente
metafórico.
Este libro es como
un viento fugaz portador de poderosos pasajes que traen una áspera letanía, los
cuales contenidos en un cúmulo de versos se atropellan por ascender a una eclosión
que desgarra el ser. En principio, se desenvuelven en una inquietante superficie,
pero a poco hacer lectura, estos versos adquieren mayor profundidad, adentrándose
con mayor vigor en la medula de la doliente, fenómeno que se va dando de manera
persistente. Allí en ellos se perciben con frecuencia una suma de emociones que
se auscultan bajo la noche rodeada de la geografía baldía y mustia del desasosiego,
la que se revela bajo un ritmo pausado, pero no menos intenso, que nos va introduciendo
sobre una poética que cautiva y que nos va llevando sin percatarnos hacia un ancho
espacio donde habitan objetos que van y vienen a través de dimensiones especulares,
y en ese sentido, nos llama la atención que la realidad inversa también posee una
condición nocturnal. La sombría atmósfera es además interior, pero de naturaleza
lumínica, es luz negra que baña el amor perdido, el amor buscado, el conocido y
el desconocido, sólo de esa manera podemos ver con claridad, ya que la poeta – la
vidente – además hace una clara descripción de lo que la rodea – una habitación
vacía, una escena invernal con sabanas inmundas – los que se constituyen como elementos
que tensionan aún más el ambiente sombrío.
en Berlín cruzan gárgolas de este a oeste y cuando miras
el octavo silencio se rompe el temblor de pájaros pero ese suspiro contiene habitantes,
ciudades y mapas que descansan sobre la línea de la soledad
Interrogaciones acerca de un raro espécimen nocturno, es un
libro que atrapa desde sus inicios, donde se despliegan poemas extensos con otros
más breves, pero donde todos están ligados por una suerte de reclamo melancólico
bajo una escenografía nocturnal, lo cual, es el común denominador en cada una de
sus páginas. Dicha división pareciese ser una disposición estructural para reflexionar
entre acto y acto – de variada duración – sobre el destino y su suerte sepulcral,
donde cada elemento circundante a la realidad, puede que no lo sea, y está dispuesto
para conjugarlo a la manera de un collage conceptual enfrentando ambas locaciones
dimensionales, esto para otorgarle un nuevo significante, uno que lo dota de mayor
lucidez surreal, y que nos conduce por un laberíntico pero nítido paisaje metafórico
en busca de un vellocino arcano, donde cada trazo verbal, es una pista, un relieve
en el plano oscuro y árido, que dé con una arteria de salida. La poeta escucha atenta
a las pistas sonoras de su despliegue poético para determinar su relación rizomática
con diversas estructuras temporales, ausentes, olvidadas, quizás re-asumidas, tras
un nuevo acierto metonímico.
La raíz
se deshizo entre tus dedos la raíz
como un
labio umbilical por el que nos
succionamos
y esto parece un acto cruel
tu propia
mirada ahorca las razones para
encontrarse
aquí o en otras esferas.
Al avanzar, los versos con mayor intensidad van cruzando los
portales que separan la realidad de la irrealidad, algo similar a una rayuela, pero
ubicada en un plano verbal, que está dividida por una línea dimensional, donde con
cierto ritmo sincopado – reposado – la poeta va brincando desde un plano a otro,
desde un punto sinestésico que se transforma hacia un relato de una realidad cierta,
pero con rasgos de tentativa temporal, donde se distingues ciertas enálages que
dotan de mayor profundidad al poema. Hay un juego retórico, donde tiempo, espacio,
abstraen de manera gravitacional verbal la realidad, para en el siguiente verso
soltarla reconstruirla, pero bañada de cierta interferencia anterior que la muta.
estallido de hoja seca cuando recubre los
fantasmas
de su cuarto e ignorante de sus primeros
intentos
Siempre se siente que las páginas se mueven en una suerte de
escala de grises, ya que a modo de basamento, asoman elementos escatológicos que
le restan su naturaleza cromática a la escenografía, los sujetos o los objetos,
así los colores sólo se perciben por un adjetivo que va asociado a un recurso verbal,
y que les confiere una irisación particular. La naturaleza del sujeto o el objeto
se ve alterada en su conjugación sígnica con otros conceptos que buscan la misma
alteridad, generando una relación simbólica que pasa a ser una nueva realidad. Un
nuevo estado surge entonces desde la surrealidad que desea a pesar de su evolución
críptica, dotar de mayores elementos al lector para que pueda descifrar lo que se
oculta en el constructo metafórico.
Más tarde
volverán los juegos los espejos a ordenarse
dentro
de ellos habrán otros y otros y los millones de hombres
recluidos
en los espacios concéntricos que giran y giran sometidos
al calor
de las lenguas de nuevos muñecos metálicos
que asesinan
nuestras sus identidades.
Los versos pregonan lo que se viene a partir del estado en que se está, la palabra dicha es presente que configura un futuro – lo deseado – que se vislumbra como una marea determinada a cerrar un ciclo donde convergían las sombras, el dolor, la soledad y una particular luminosidad opaca que la dotaba de esperanza, y que baña de cierta resistencia épica el estar vivo, en una circunstancia y tiempo donde los dolientes se sienten particularmente abandonados. La poeta busca la redención, no desespera, pero esta larga espera le fatiga, se siente en los versos finales, hay una atmósfera que no muta, que vuelve una y otra vez – En el sitio de la sinopsis de aquella persistencia de los sucesos – y ella empuja el futuro en busca de una salida, es el momento cuando el ser se resiste a una sentencia difusa y busca su absolución en cualquiera de las formas liberadoras de la certidumbre.
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Fortaleza CE Brasil 2021
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